LA HERENCIA DEL ANTIGUO EGIPTO – Christiane Desroches Noblecourt

La herencia del Antiguo EgiptoNo hay espejo que mejor refleje la imagen del hombre que sus palabras. Juan Luis Vives.

Los lectores –y especialmente los que apenas recordamos ya nuestra adolescencia- solemos valorar, sopesar y, llegado el caso, apreciar la mayoría de los ensayos que se publican por su texto, es decir, por la capacidad del autor para transmitir e interrelacionar ideas, conocimientos y experiencias mediante el uso de la palabra. Pertenecemos a esa especie en extinción que sigue anclada en la cultura del libro, cuestionando el valor de una imagen cuando se enfrenta a la belleza no ya de mil palabras, sino de muchas menos bien escogidas y mejor imbricadas. Pero pese a la devoción que profesamos hacia el negro sobre blanco, en ocasiones hemos de rendir nuestra virtud ante la seductora atracción que ejerce, como los cantos de Parténope en los oídos de Ulises, un puñado de imágenes inéditas de gran interés, como las que contienen las páginas de La herencia del antiguo Egipto.

La reciente publicación de Chritiane Desroches Noblecourt es una obra profusamente ilustrada y de gran impacto visual. Cierto es que, en lo que a Egipto se refiere, sobreabundan en el mercado editorial los libros de fotografías, con pirámides y sarcófagos hasta el hartazgo. Pero la obra de Noblecourt escapa en gran medida a los estereotipos comerciales que pueblan las librerías, tanto por el origen como por la temática de las más de 300 ilustraciones que contiene. El grueso procede del archivo privado de la reputada egiptóloga, y su conjunto, en lugar de constituir un reportaje más, entre los muchísimos existentes, sobre la arquitectura monumental egipcia, conforma un excelente e inédito mosaico para aproximar al lector, de un modo tan intuitivo como atractivo, a la realidad cotidiana de la extinta cultura del valle del Nilo, a sus costumbres, sus creencias o su desarrollo científico y, al mismo tiempo, a lo que la autora interpreta como el origen de la civilización occidental.

Egiptóloga de gran prestigio internacional, Noblecourt ha estado vinculada durante más de medio siglo al Museo del Louvre como conservadora de antigüedades egipcias y como profesora de epigrafía. Su curriculum es apabullante, repleto de publicaciones y galardones académicos y civiles, y su trayectoria profesional ha sido impulsada, en buena medida, por un constante empeño didáctico y divulgativo. La herencia del Antiguo Egipto deja traslucir límpidamente ese interés pedagógico de la autora; con tales miras y mediante el uso de un estilo sencillo y directo, las páginas del libro se despliegan como las varillas de un abanico, descubriendo al lector occidental lo mucho que su propia cultura debe al Egipto faraónico: el calendario, la clepsidra, la medicina, la farmacopea, la columna, la poliorcética, la etimología de muchos y variados vocablos como ébano, goma, oasis, química, nenúfar, saco o adobe, los ancestros de las fábulas de Esopo e incluso el juego de la oca o el de la rayuela.

Pero donde el libro ofrece su mayor originalidad y, al mismo tiempo, muestra su talón de aquiles, es en la formulación de hipótesis sobre las conexiones que parecen intuirse entre el simbolismo mágico-religioso del Egipto antiguo, por un lado, y el judaísmo, y las religiones occidentales, por otro. Noblecourt desgrana, al respecto, los paralelismos que observa, por ejemplo, entre la mitología egipcia y los relatos bíblicos de Adán y Eva o la plaga de langostas del Éxodo; las ósmosis culturales que pueden deducirse de la lectura de los textos bíblicos de Abraham, José, Moisés o la de los libros sapienciales; las reminiscencias egipcias en los mitos cristianos de San Jorge o San Cristóbal, en la simbología cristiana (como en el Ichtus del cristianismo primitivo o en las representaciones trinitarias) o incluso en el mensaje evangélico. Un conjunto de hipótesis, a fin de cuentas, tan sugerentes y atractivas… como endebles o escasamente argumentadas.

Porque, en realidad, La herencia del antiguo Egipto es… poco más que un libro ilustrado, muy bien ilustrado, eso sí, con buen papel, letra grande y formato inferior a lo que hubiera sido deseable. El texto, sin embargo, más que breve, es testimonial; su lectura apenas ocupa un par de tardes a un lector avezado. Ciertamente, la obra responde al interés declarado de la propia autora, cuyo propósito, afirma, es animar a los lectores, sin extenderme en explicaciones eruditas ni fatigarles con palabras altisonantes, a descubrir los fundamentos sobre los que se construyó nuestra civilización occidental”. Y en efecto, no se extiende y no fatiga. Porque los defectos residen justo en lo contrario: el texto resulta decepcionante. Los análisis son pobres y superficiales, con interpretaciones aparentemente forzadas sobre las que no se ofrecen mayores explicaciones; las hipótesis parecen, en ocasiones, producto de elucubraciones indemostrables; los relatos bíblicos –muy abundantes en el último tercio de la obra- se ofrecen casi desnudos, sin apenas exégesis ni critica textual que los desbroce… Tanto empeño parece poner Noblecourt en huir de la erudición y de la altisonancia, que el objetivo de su obra (…descubrir los fundamentos sobre los que se construyó nuestra civilización occidental) parece desmoronarse, como si de un antiquísimo manuscrito se tratara, entre las manos del lector que recorre sus páginas.

Una obra, en fin, destinada al divino placer de mirar, mucho más que al humano vicio de leer.

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44 comentarios en “LA HERENCIA DEL ANTIGUO EGIPTO – Christiane Desroches Noblecourt

  1. cavilius dice:

    Caramba, Arauxo, muchos te creíamos ya jubilado de la profesión reseñil y cobrando pensión vitalicia, pero se conoce que no te debía llegar para tus gastos y has tenido que volver al negocio. Bien hecho, porque Hislibris estaba huérfano de tus reseñas. Aunque parece que el libro no está a la altura, ¿no? Pero no sé qué pensar, tratándose de Egipto: existe (no en Hislibris, ciertamente) una saturación tal de información sobre su historia, sus misterios, sus pirámides, sus faraones, etc., que quizá se agradezca un libro como éste, donde sólo hay que «mirar las estampitas», que además son inéditas. Quizá la autora haya decidido incluir poca prosa y no pensar demasiado en su rigurosidad en un intento de aferrarse al aforismo poético del pensador Oryctolagus Sylvilago:

    Si está impreso
    es que es eso,
    y si es eso,
    eso es.

    Quizá con la confianza de que la palabra impresa «va a misa», la autora no se ha esforzado demasiado en ella y ha apoyado todo el peso del libro en las imágenes. Lo cual no está tan mal, hay muchos libros que ni siquiera tienen imágenes en las que sostenerse.

    En cualquier caso, si alguna vez me decidiera a leer un libro sobre Egipto preferiría que tuviera muchas fotos y poca letra. Defectos que tiene uno.

    Saludos

    PS: a quienes desconozcan al pensador Oryctolagus Sylvilago les diré que es más conocido por su sobrenombre «Conejo». Habita en el Bosque de los Cien Acres y es íntimo amigo del osito Winnie The Pooh.

  2. Pingback: literaturame.net
  3. Valeria dice:

    Leyendo esta reseña me ha dado la sensación que la publicación está dirigida a adolescentes, más que a lectores talluditos. Mucha foto, poco texto y dirigido en gran medida a aspectos tal vez superficiales de la cultura egipcia. Bueno, si con eso la gente se interesara por otras cosas, por saber más, me parece bien. Pero, ¿no parece un desperdicio que alguien con tanto talento se dedique a este tipo de libros?
    Un saludo a todos.

  4. Ascanio dice:

    Valeria, eso mismo que pensaba yo. Me pregunto si no será contraproducente para el prestigio de un autor el escribir obras de este tipo, que podríamos calificar como por debajo de sus posibilidades. Y es que de libros con fotitos ya están las estanterías llenas, y los kioskos también. Lo que hacen falta son más libros serios, sobre todo de una cultura como la egipcia, de la que se ha escrito tantísimo.
    Y es que después de leer la reseña, se me quitan las ganas de leer nada de esta señora, no vaya a ser que todos sus libros sean iguales.
    Es uno de esos casos (y no es el primero que vemos en Hislibris) en que la reseña parece mejor que el libro.
    Y que conste que no es por hacer la pelota a Arauxo. Total, el libro ya lo tengo en casa…

  5. richar dice:

    Vaya, pues a mi me ha parecido que el libro no está mal -sin haberlo leído-. Entendiendo la reseña de Arauxo a mi modo, veo que la autora deja claro que se trata de una obra que recopila imágenes y no «texto», y que enfocándose en su objetivo lo logra con creces. ¿No es así, Arauxo?

    En fin, ya sabéis que en cualquier caso, Egipto no es mi fuerte, así que poco tilín me hace, la verdad.

    Y curioso que las dos últimas reseñas -300 y ésta- sean sobre obras visuales… conste que ha sido casualidad.

    Un saludo y buena reseña, maestro.

    Richar.

  6. jerufa dice:

    Pues mira, no veo yo mal eso de que las reseñas estén por encima de los libros. Eso dice mucho de los visitantes de esta página y poco de algunos escritores/as que creen que cualquier cosa que publiquen vende.
    Mi estimado Arauxo: me has dejado perplejo. Tu capacidad para sorprender no conoce límites. ¡Mira que reseñar sobre un libraco con fotitos!, lo bueno es lo que dice mimmmana, que están tus notas muy por encima de lo que pueda merecer el libro o, al menos, eso es lo que dejas ver, ¿es así?. Un abrazo.
    Adió, adió.

  7. hector dice:

    no sera exagerado pensar que una reseña esta por encima de un libro??

  8. Casio dice:

    Depende de cómo sea la reseña y cómo el libro, ¿no?

  9. cavilius dice:

    Tal como yo lo entiendo, no se valoran la reseña y el libro conjuntamente y se concluye que la una está por encima o es mejor que el otro, sino que se valora la reseña en relación a lo que ha de ser o se espera de una reseña, y se valora el libro en relación a lo que ha de ser o se espera de un libro, y se decide que que la reseña queda en mejor posición dentro de su valoración que el libro dentro de la suya.

    Saludos valorados.

  10. hector dice:

    agui encontre una nota de Le Figaro del 2005 sobre el libro
    espero sirva como aporte a los interesados en este tema

    Nuestra cultura es egipcio-cristiana. Christiane Desroches-Noblecourt publica una obra sobre la herencia cultural y espiritual del Egipto antiguo

    09-01-2005

    Christiane Desroches-Noblecourt, la más ilustre de nuestras egiptólogas, no ha tenido nunca miedo de remover las ideas recibidas ni de asombrar. Así es como se permite afirmar, con gran seguridad, la vieja dama “indigna” que acaba de cumplir 91 años y no ha perdido su espíritu crítico, en las conclusiones de su última obra, La fabulosa herencia de Egipto: “Contrariamente a lo repetimos, no vivimos en una cultura judeo-cristiana, sino egipto-cristiana. Los Judíos y la Biblia, no han contribuido en nada a la edificación del cristianismo. Todo lo que nos han legado provenía de los egipcios”.

    Este libro lo he escrito “después de 60 años”, dice con su inalterable humor. “Llegada mi edad se tiene una mirada sintética sobre las cosas que se han estudiado durante casi toda una vida, y entonces aparecen las evidencias”. El propósito de la egiptóloga que hizo desplazar montañas para salvar los templos de Nubia, que hizo rendir honores militares a la momia de Ramsés II, venida a hacerse “curar” a un hospital francés, era hacer inventario, previa verificación, de todo lo que en nuestra vida cotidiana se debe a la herencia de la civilización egipcia.

    El legado es más rico de lo que se cree, para empezar el calendario y el alfabeto. Explica que ” mientras que todos los pueblos de la antigüedad seguían un calendario lunar, solo los egipcios seguían un calendario solar de 12 meses de 30 días, a los cuales se añaden cuatro días “epagomenos” hacia mitad de julio y un día entero cada 4 años.” Julio Cesar tuvo la inteligencia de adoptarlo. Después la Iglesia lo conserva modificando la fecha de inicio del año, hasta aquel momento fijada el 18 de julio, día de la llegada de la crecida del Nilo.

    “Si los egipcios habían adoptado este calendario, era porque eran lógicos y tenían un sentido agudo de la observación de la naturaleza. Habían empezado a contar los días de la inundación, el descenso y los de la canícula y habían determinado tres estaciones de cuatro meses cada una. Esta división de los días tuvo una influencia incalculable en su vida, su cultura e incluso en sus creencias.”

    Entre otras herencias profanas hay que señalar el juego de la oca que nos ha sido transmitido casi sin modificaciones., la fabricación de ladrillos y los asombrosos avances de la medicina egipcia, reconocida en la época por todo el próximo oriente: sus médicos habían descubierto el método de tomar el pulso por medio de la clepsidra que servia de reloj, los tests de embarazo, el tratamiento de la catarata -cuyo nombre tiene el mismo doble sentido que en francés-, los fenómenos de la jaqueca y un montón de tratamientos oftalmológicos.

    El segundo gran legado profano es el alfabeto. Para la Sra. Desroches-Noblecourt no hay ninguna duda que “su principio es debido al contacto entre obreros egipcios y beduinos que trabajaban en las minas de turquesas”. Asombrados ante estos signos jeroglíficos, piensa ella que los beduinos de Canaan interrogaron a los egipcios y aplicaron a su propia lengua el principio de acrofonia (*) que preside a un gran número de jeroglíficos. “Ellos llevaron a su país este sistema más práctico que la escritura cuneiforme donde entró en contacto con los dorios de la guerra de Troya, descendiente de Anatolia los cuales lo transportaron hasta el Peloponeso.”

    Pero es en el dominio espiritual que los enigmas y acercamientos son más numerosos y más sorprendentes. En primer lugar, sobre la historia de José que relata abundantemente el Génesis tiene una teoría bien argumentada: “Cómo un faraón egipcio habría tenido necesidad de un joven extranjero para explicarle el sueño de siete vacas gordas y siete vacas flacas, si el último de los fellahs conocía el ritmo de buenas crecidas y malas crecidas. Hay que creer pues que el faraón en cuestión era un hicso, es decir, un semita que no conocía ni el clima, ni el país y que hizo entrar a los hebreos en gran número en el suelo egipcio.”

    Otro gran interrogante: “Porque María, José y el Niño Jesús fueron precisamente a Egipto, siendo que, estando en Nazareth, se hallaban a dos pasos de la actual Siria? Y la Biblia no nos dice casi nada de los años de estudio y aprendizaje que Jesús debió conocer en este país que reinaba por aquel entonces sobre todos los otros por sus conocimientos científicos y espirituales.”

    En cuanto a las semejanzas iconográficas y dogmáticas son tan numerosas que la egiptóloga dice: “el fondo cristiano existía en Egipto” y de ello da múltiples pruebas. Menciona especialmente una encantadora nilótica, a menudo encontrada en el contexto funerario, donde se ve un hombre o una pareja pescando dos pequeños peces en una misma línea (caña?), siempre los mismos, el tilapia y el lates. No evocan la vida bucólica como se podría imaginar si no que significan el alma del ayer y el alma del mañana, la de la vida terrestre y la del más allá. Luego se conoce bien el simbolismo del pez en los primeros cristianos y la Sra. Desroches-Noblecourt añade “ estos peces siempre retenidos por la misma línea, constituyen el segundo signo del gran zodiaco… de Cristo en Majestad dominando el nartex de la basílica de Vezelay”.

    De la misma manera que San Jorge, abatiendo el Maligno, martirizado cerca de la actual Tel Aviv, encuentra su arquetipo en un Horus arponeador del hipopótamo, símbolo del mal, San Cristóbal, patrón de los viajeros, tiene por prototipo a Anubis, el conductor de las almas preparadas para el Gran Viaje. Y los ejemplos abundan, por ejemplo” la obertura de la boca y de los ojos practicada a un nuevo papa en su entronización, de la misma manera que los egipcios lo hacían con un difunto antes de su inhumación”.

    Sabiendo que no hay que tomarse al pie de la letra la abundancia del panteón egipcio, Christiane Desroches-Noblecourt está convencida que la divinidad suprema –la que la reina Hatshepsut había presentido antes que Akhenaton- era una sola fuerza divina, la de la conjunción del dios sol, Amon-RE, y la diosa madre Isis, actores fecundantes de la tierra de Egipto. “La teogamia, la unión de un dios y una mortal que evoca Hatshepsut en su templo de Deir-el-Bahari y otros faraones para justificar su esencia divina, no es más que la anunciación y María la hija espiritual de la gran Isis cuyo culto ha funcionado hasta en la Galia durante siglos.”.

    La más extraordinaria de las semejanzas es la que propone entre la decoración interior de un sarcófago conservado en el Louvre y el nartex de la basílica de la Magdalena en Vezelay. En el sarcófago, según explica, la diosa Nut, aparece rodeada por un zodiaco que empieza abajo, a la izquierda, por los dos últimos signos de la estación “primavera-invierno” egipcia, el Acuario y Piscis, sube hasta la cabeza de la diosa donde están pintados los días epagomenos, es decir la llegada de la crecida, en julio, y desciende sobre el flanco derecho hasta el último signo, el Capricornio. Contrariamente al occidente cristiano que comienza siempre por Aries y acaba por Piscis.

    “Así en n Vezelay, el gran zodiaco de piedra reproduce exactamente el del sarcófago del Louvre. Encima de la cabeza de Cristo, tres medallones reproducen tres extraños personajes enrollados sobre ellos mismos: un perro, un hombre con mallas y una sirena. El perro es la estrella Sotis que anuncia la crecida siempre llamada la “perrita”, el hombre no es otro que Osiris, símbolo del renacimiento y la sirena, la mujer pescado, anuncia la llegada de la crecida…”

    (*)Acrofonia: atribución a un ideograma del primer valor fonético del primer sonido del término que sirve para figurarlo. Ejemplo: A por asno.

    Fuente: Le Figaro
    http://www.lefigaro.fr/culture/20050108.FIG0105.html
    Autora: Anne-Marie Romero | Traducción: Montse Borrás

  11. hector dice:

    otra cosa interesante q encontre sobre esta autora

    Parece que anda bastante enojada con C. Jacq, porque este ultimo uso y abuso del material de Noblecourt, sin mencionar en ningun caso las fuentes..

  12. Jerufa dice:

    cavilius, no has podido decirlo mejor.

  13. Jerufa dice:

    Muy bien Héctor. Claro, todo depende también del cristal con que se miran las cosas. A lo visto, el reseñador esperaba algo más. Lo que para Arauxo está justito, para el resto de mortales es más chachi. ¡Que bueeeno!
    Adió, adió.

  14. Jerufa dice:

    Arauxo, no me tomes a mal. Es bromilla.

  15. Ascanio dice:

    Sí, sí, bromilla, ya verás cuando te pille…

  16. Arauxo dice:

    Yo creía que esta reseña no iba a dar para tanto debate, porque no parece que la egipcia sea una de las civilizaciones preferidas en estas páginas, entre otras cosas por la saturación (y no sólo editorial, sino, lo que es mucho peor, mediática y mágico-esotérica) que, tan acertadamente, denuncia Cavilius. Pero da la impresión de que la cosa se anima… Incluso Héctor ha añadido en su comentario, como contrapunto, ¡otra reseña de signo diferente! (aunque como cunda el ejemplo, Hislibris se va a convertir en un compendio de reseñas y contrarreseñas sobre reseñas y contarreseñas…)

    Si buscas, Cavilius, un libro de Egipto “con muchas fotos y poca letra” no lo dudes: éste es tu libro. El problema es que, siendo una obra de estas características, creo que Edhasa debería haber contemplado la posibilidad de editarlo en un formato mayor y más “resultón”. De hecho, en Francia, el libro se publicó en bolsillo y en edición de lujo, ésta última en tamaño “folio”. El resultado de la edición española de Edhasa es un libro a precio de lujo y tamaño “intermedio”, o sea, “ni chicha, ni limoná”. Una pena.

    Efectivamente, Valeria –lo siento, Richar-, la palabra que, desde mi personal perspectiva, mejor define el libro es la que tú has empleado: superficial. Me ha parecido insulso, escaso y superficial. A riesgo de ser demasiado sincero, creo que el libro es, al menos en parte, un encargo –y subsiguiente reclamo- editorial. Y tras leer el título original de la obra (Le fabuleux héritage de l’Egypte) y ver la imagen de portada de la edición francesa, esa sensación no hace sino incrementarse… lo cual no es óbice, Ascanio, para que otras obras de esta autora merezcan una oportunidad, aunque sólo sea por su trayectoria profesional y porque sus libros sobre Ramsés II o sobre Hapsetsup forman parte de todas las bibliografías especializadas.

    Un saludo.

    PS: Jerufa, que te doy…

  17. Arauxo dice:

    Tus comentarios, Héctor, requieren más detenimiento, así que, ruego me perdones la extensión…

    Lo cierto es que la reseña que nos ofreces -cuya traducción incluyeron los Amigos de la Egiptología en su web cuando la obra se publicó en Francia, hace ya un par de años- es casi un resumen de la obra. Y en función de la cantidad de texto que ofrece el libro y el que nos brinda la reseña de Anne-Marie Romero, ésta parece, más que un resumen… una glosa o una apostilla a la obra original. Porque, en realidad, la autora aborda todo lo que allí se comenta, pero con una superficialidad -a mi entender, claro está- chocante y, como afirmo en mi comentario, con -lo que a mí me parece- una escasa fundamentación argumentativa.

    Así, por ejemplo, yo no acabo de ver la importancia del paralelismo (ni, para ser, francos, el paralismo en sí) entre el mito egipcio de la separación entre el cielo y la tierra (Seb y Nut) y el mito hebreo de Adán y Eva, más allá, claro está, de las semejanzas e influencias interculturales que pueden deducirse por pura intuición. Lo mismo me ocurre con las «conexiones» existentes entre el simbolismo del pez vivificador egipcio y el pez del primitivo cristianismo (el famoso ichtus, acrónimo de Iesous Christós Theou Yiós Soter, Jesucristo, Hijo de Dios Salvador), que la propia Anne-Marie Romero menciona en su reseña. Ésta afirma textualmente que «en cuanto a las semejanzas iconográficas y dogmáticas son tan numerosas que la egiptóloga dice: “el fondo cristiano existía en Egipto” y de ello da múltiples pruebas«. Francamente: después de leer el libro confieso que sigo sin saber dónde están las múltiples pruebas -porque no son tan múltiples ni prueban tanto- ni dónde está el «fondo cristiano» que existía en Egipto…

    Un ejemplo más: ¿De verdad existe algún indicio científico -más allá del mero voluntarismo de quien así decida creerlo- de que el mito cristiano de San Cristóbal derive del mito egipcio de Anubis transportando al alma difunta en el tránsito hacia la otra vida? Lo siento, pero ni la autora explica porqué ni yo logro entenderlo. Tal vez yo sea demasiado exigente, demasiado escéptico o demasiado materialista, pero, en lo que al análisis histórico se refiere, tiendo a creerme lo que las pruebas demuestran. Lo demás son “creencias” o mitos. Y lo que a creencias y mitos se refiere… cada cual tiene las suyas y los suyos.

    Pero la mayor decepción se produce, a mi entender, tras la lectura del que debiera haber sido el apartado más interesante: El legado de Egipto a Israel. Con tal título, el lector tiende a creer que la autora se propone desmenuzar los textos bíblicos y otras fuentes del judaísmo para determinar las conexiones –que sin duda, existieron y deben ser relevantes- entre la cultura egipcia y la judía. Pero el capítulo se limita a ofrecer una mera yuxtaposición de textos bíblicos sin la menor exégesis y sin apenas análisis. Para un lector que ya conozca dichos textos y tenga la Biblia en su casa… ¿para qué puñetas sirve eso? La verdad es que no acabo de verle la utilidad…

    Por eso creo, en fin, que sí, que la autora realiza algunas hipótesis “fascinantes”… que no son tan fascinantes pero sí muy hipotéticas, en lo que he definido más arriba como «elucubraciones indemostrables» y dentro de –insisto en ello- un muy endeble argumentario que, más que a poco, sabe a casi nada.

    Un saludo.

  18. Arauxo dice:

    Pero, eso sí: es un estupendo libro de fotografías inéditas del archivo personal de Desroches-Noblecourt. Las cosas como son.

  19. Messala dice:

    Vamos, que el libro no merece la pena… salvo por las fotos. Deduzco…

    ¿Y un libro para tener una visión conjunta de la historia del Antiguo Egipto? Lo único que he leido sobre el tema han sido los apartados que vienen en la Historia Universal siglo XXI.

    Un saludo.

    PD: Buena reseña, Arauxo. Un placer leerte.

  20. hector dice:

    me llamo la atencion las teorias de esta prestigiosa Sra, me resultaron muy interesantes
    lastima no tener un libro donde las argumente en extenso

  21. Arauxo dice:

    Yo también busqué, Héctor, una monografía anterior de la autora que no tuviera como objetivo animar a los lectores, sin extenderme en explicaciones eruditas ni fatigarles con palabras altisonantes…, es decir, una monografía seria, con «explicaciones eruditas» y «palabras altisonantes» que no pretendieran «animarme», sino explicarme en profundidad sus hipótesis. Llegué a pensar que el libro en cuestión tal vez fuese un resumen para el gran público de una publicación de título semejante aunque más sesuda. O, como dice Valeria, una versón para adolescentes de algún trabajo anterior para adultos (y es una metáfora, que conste…) Pero, si éste último existe, al menos yo no he sido capaz de encontrarlo. Por lo que, de momento, sólo tengo un puñado de hipótesis fundamentadas más en las apariencias iconográficas, en la lírica y en la intuición -y en la pasión de toda una vida de investigación dedicada a Egipto, para ser justos- que en la deducción, en las pruebas y en las demostración científica. Porque lo que, al menos desde mi particular visión de la Historia, no tiene ningún sentido es afirmar a partir de ahora, como verdad científica, que San Cristóbal es Anubis porque su simbología se parece. Ese es también el camino para afirmar que los merovingios son descendientes de María Magdalena o cualquier otra tontería que a alguien se le ocurra una mañana para ser original.

    Yo, francamente, creo que la propia autora se «desnuda» cuando afirma -como se lee en la reseña de marras, Héctor- que «Contrariamente a lo que repetimos, no vivimos en una cultura judeo-cristiana, sino egipto-cristiana. Los Judíos y la Biblia, no han contribuido en nada a la edificación del cristianismo. Todo lo que nos han legado provenía de los egipcios«. «Is too much», que dirían los ingleses o «tela de fuerte», que diríamos en el nuevo castizo. O una absoluta exageración de alguien que, enamorado de una fascinante cultura como la egipcia o con demasiados años de investigación monográfica a cuestas, ha perdido el sentido de la realidad.

    Más saludos.

  22. hector dice:

    arauxo
    quiza la explicacion la encontremos en los 90 y pico de años de la autora, uno supone que ya no tiene la lucidez de otras epocas o quiza sea el trabajo de algun colaborador y ella firma el mismo

  23. Arauxo dice:

    Perhaps, perhaps, perhaps…

  24. cavilius dice:

    ¿Perhaps? Mira, este faraón no me suena…

  25. hector dice:

    humor griego

  26. pepe dice:

    La cultura egipcia es la que, sin lugar a dudas, más ha llamado la atención de cualquier aficionado a la historia o a la arqueología en algún momento de su vida, presumiblemente en la juventud. Con el tiempo, sin embargo, la mayoría pierde el interés por ella y la olvida o la almacena en un armario, quizá junto a recuerdos de infancia, clasificada en la categoría de lo irreal, lo fantástico o lo legendario. Es posible que a la cultura china, por ejemplo, con todos sus inventos, se le reconozca más influencia en nuestra cultura que a la egipcia, tal vez porque su relación con la hebrea no es bien conocida. Por eso, como señala Arauxo, el objetivo del libro es tan ambicioso como quizá insuficientes sus argumentos. La reseña va justamente al meollo de la cuestión y me ha parecido excelente, como interesante la información que ha aportado Hector. Los lectores de Manfredi quizá recuerden El faraón del desierto, cuyo trasfondo tiene cierta relación con el asunto que aquí nos ocupa.

    Saludos.

  27. Laurence dice:

    Hummm, qué interesante. Pepe yo me identifico con tu comentario. Durante muchos años aficionada a la egiptología, leyendo casi todo lo que caía en mis manos sobre el tema, y con los años si no pierdes el interés sí lo relegas un tantoen beneficio de otras culturas y amplías horizontes (es cierto que también te animaba a ello la saturación durante unos años de temas místicos, mágicos y superficiales focalizados en el antiguo Egipto).

    Arauxo, ¿crees, entonces, que este libro podría tenerse como complemento visual e ilustrativo de otros textos o manuales como «Historia del Antiguo Egipto» de Ian Shaw?

    Saludos.

  28. Arauxo dice:

    Pues, sinceramente, Laurence… creo que no. La Historia del Antiguo Egipto coordinada por Ian Shaw es un excelente manual que sintetiza las últimas investigaciones arqueológicas en un riguroso texto científico que no concede la menor tregua a las especulaciones. La monografía de C. Desroches es, en mi opinión, una superposición de interpretaciones más o menos atractivas con escaso fundamento y mal explicadas. Y las fotografías, pese a su originalidad, vienen a suplir el vacío textual. Pero, en ningún modo, constituyen una referencia visual de un texto como el de Shaw. Yo creo que el complemento ilustrativo adecuado para una obra de la envergadura de la de Shaw es el libro sobre Egipto de la editorial Konemann. Y creo que, en relación precio-calidad, es uno de los mejores libros que existen sobre Egipto, con gran formato, ilustraciones extraordinarias y -cosa nada habitual en los «libros de fotografías»- un más que decente texto. La combinación de Shaw y Konemann es casi perfecta.

  29. Arauxo dice:

    … Y hablamos de un gran libro ilustrado (el de Konemann) por unos 40 euritos en su mayor formato y unos 15 ó 20 en su formato más reducido (que sigue siendo grande y con unas excelentes fotografías). Un buen regalo de Navidad, por cierto.

  30. Epaminondas dice:

    Un libro magnífico el de Konemann que esta misma mañana estoy utilizando para estudiar historia del arte antiguo. Y es que los exámenes están ahí…

  31. Laurence dice:

    Me habéis tocado la fibra sensible.

    ¿Me podéis confirmar, por favor, si el libro de la Editorial Konemann que me referís es éste : «Egipto, el mundo de los faraones», VVAA, de 2.004?

    Graciasssss.

  32. Laurence dice:

    :-DDDDDDD

    Nada, otro para la lista. A este ritmo o le pongo un término improrrogable a la lista de marras o tengo que dejar de leeros para no caer en más tentaciones ¡¡ (Aunque bien pensado….¿era Oscar Wilde quién decía que «la mejor manera de vencer la tentación es caer en ella»? ;) Qué dilema.

    Muchas gracias Ascanio.

  33. Germánico dice:

    Creo que sí, aunque yo prefiero esta otra (que no es de él, pero tengo ganas de largarla): «Dejar de fumar es facilísimo. Yo lo he hecho unas diez veces».

  34. Encarta dice:

    Lastima no haber encontrado esta pagina cuando estaba el debate calentito. Pero a pesar de la tardanza no he podido evitar el dejar aquí mi comentario.

    El libro de Mme. Desroches es interesante por la cantidad de información gráfica inédita que nos da la autora. En cuanto a sus teorías, a estas alturas Mme. Desroches puede permitirse exponerlas como le de la gana…no tiene que demostrar absolutamente nada en cuanto a su conocimiento del pueblo egipcio antiguo. Lo malo es que el libro que ha sido escrito con animo didáctico y para posibles lectores primerizos en el tema egipcio, resulta mas interesante para aquellas personas que tienen un elevado conocimiento de dicha cultura. Es un exquisito divertimento.

  35. malo malo dice:

    que mala reseñame parece desastrosa

    me parece que ….. se enfoca en las imagenes…que desilucion!!!!!

  36. Ascanio dice:

    A ti, sin embargo, se te ha desenfocado la ortografía…y la redacción…y…y…mejor me callo.

  37. alexandra ruiz dice:

    el desarrollo debe ser lo mas importante que se deba haver

  38. juanrio dice:

    ¡Ele mi niña!

  39. luuu dice:

    YO NO BUSCABA ESTO. TENGO 12 AÑOS Y MI MAESTRA PIDIO UN TRABAJO SOBRE LA HERENCIA CULTURAL DE LOS EGIPCIOS! ALGUIEN ME PUEDE DECIR DONDE ESCONTRAR ESO? MUCHISIMAS GRACIAS

  40. emiiano dice:

    una pregunta que podrian decir del antiguo egipto?

    espero su respuesta gracias por todo

  41. Ascanio dice:

    Tutankamón.

  42. lonais dice:

    me pueden ayudar

  43. lonais dice:

    a en contar una pagina que salga la herencia cultural de los egiptos

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