LA GUARDIA CIVIL ANTE EL BIENIO AZAÑISTA 1931/33 – AgustÃn M. Pulido Pérez
La Historia de la II República española es una época realmente atrayente desde el punto de vista histórico, el tránsito de la MonarquÃa al régimen republicano fue un hecho tan destacable que todavÃa hoy en dÃa siguen produciéndose una gran cantidad de publicaciones sobre tan destacado hecho. El cambio de régimen supuso un reto sin igual para la sociedad española y sus instituciones, entre estas últimas se encontraba una de las más alabada o vilipendiada, según el cristal con el que se mire: la Benemérita o Guardia Civil.
El libro, como bien indica su tÃtulo, no abarca la historia completa de la Benemérita durante toda la II República, sino que se limita en el tiempo al perÃodo en el que la conjunción republicano-socialista se mantuvo en poder, es decir, desde abril de 1931 hasta septiembre de 1933. El principal protagonista del mismo, por varias razones, fue sin duda el lÃder de Acción República, D. Manuel Azaña. Es tal la importancia de este personaje durante estos dos años que su apellido bautizó dicho perÃodo histórico como el «bienio azañista».
La obra, tal y como comenta el autor, tiene como objetivo valorar la apreciación y la perspectiva que desde un instituto armado como era la Guardia Civil se tuvo del cambio de régimen. Tras una breve introducción referida al levantamiento de Jaca en diciembre de 1930, primer intento de traer la República a España, se pasa ya directamente a analizar la repercusión que en el Cuerpo tuvo el paso de la MonarquÃa a la mencionada República. Son tres capÃtulos dedicados a los años del bienio azañista: 1931, 1932 y 1933. Para acabar con una breve conclusión.
El autor, AgustÃn Pulido Pérez, es oficial de la Guardia Civil, ejerce como profesor en la Academia de Suboficiales de la Benemérita, y es licenciado en GeografÃa e Historia por la UNED. En la actualidad es doctorado del Departamento de Historia Contemporánea de dicha universidad con el trabajo «La Guardia Civil en la II República», dirigido por el acreditado profesor D. Julio Gil Pecharromán.
Entrando ya en materia podrÃamos afirmar que no es puramente un estudio militar de la Guardia Civil durante esos años, o mejor dicho, no es del todo una investigación puramente centrada en la cuestión militar, sino que analiza cronológicamente el desarrollo de la institución según se van desarrollando los acontecimientos polÃticos. PodrÃamos hablar, sin temor a equivocarnos, de un estudio polÃtico-militar de esta Institución. Desgraciadamente, en numerosas ocasiones, la Guardia Civil habÃa sido usada en tiempos de la MonarquÃa como garante del poder caciquil, representado desde las más altas instituciones del paÃs, asà que para los republicanos no dejaba de ser un elemento peligroso para sus aspiraciones de cambio polÃtico. La Guardia Civil, con el general Sanjurjo a la cabeza, sorprendió a aquéllos aquel 14 de abril de 1931 y decidió aceptar pasivamente la caÃda de la MonarquÃa, hasta tal punto que este Cuerpo militar fue el primero que presentó armas a las nuevas autoridades de la naciente II República. Pero como comenta el autor, la desconfianza hacia la Guardia Civil por parte de la izquierda no podÃa haberse evaporado de la noche al dÃa. Su utilización como fuerzas de choque ante las huelgas que asolaron al paÃs desde 1931, sin un material acorde a tal hecho, son criticadas por el autor como decisiones polÃticas que afectaron a la imagen del Cuerpo ante la clase obrera. La Guardia Civil con el Mauser no era el mejor Cuerpo de Seguridad para disolver dichas manifestaciones, de ahà que la creación de los Guardias de Asalto fuera una de las metas de los nuevos dirigentes de la nación. Los enfrentamientos con los anarquistas en Castilblanco en 1931, los sucesos de Arnedo en 1932 y la sublevación del general Sanjurjo contra la República ese mismo año, además de los tristes acontecimientos de Casas Viejas en 1933, son analizados desde el punto de vista de la participación de la Guardia Civil en ellos y la posterior repercusión polÃtica que estos actos de la Benemérita acarreaban. A pesar de detallar muchas de las intervenciones de ésta ante la alteración del Orden Público, es significativo destacar que me ha gustado mucho como el autor, sin perder el hilo cronológico, ha sabido encajar en el contexto polÃtico del paÃs las distintas actuaciones de la Guardia Civil, ofreciendo al lector una buena dosis de historia polÃtico-social que ofrece la posibilidad, al no versado en este perÃodo histórico, el comprender con mayor facilidad la difÃcil disyuntiva ante la que se encontraba una organización tan compleja y tan arraigada a sus tradiciones como era la Benemérita bajo tutela de un gobierno de corte progresista.
Sin desprestigiar la labor de Azaña, el autor se muestra ciertamente crÃtico con alguna de las medidas adoptadas por este último, no porque las considerara desafortunadas o innecesario realizarlas, sino por la tremenda desconfianza que hacia el Cuerpo destilaba el que fuera Jefe de Gobierno y Ministro de la Guerra. Para Azaña, la Guardia Civil, como asà reflejó en sus memorias, era un Cuerpo heredero de la MonarquÃa, y, en cierta manera, eso fue un lastre para las buenas relaciones entre ambos organismos. El miedo a la disolución de la Guardia Civil siempre estuvo presente entre sus miembros, de ahà que esta desconfianza mencionada anteriormente supusiera a veces un obstáculo para una mejor implicación de sus miembros en el nuevo régimen republicano.
El libro se compone de poco más de 200 páginas, con unas excelentes y abundantes fotografÃas, que enriquecen más si cabe la obra. Tras la lectura de ésta, a uno le quedan las ganas de seguir conociendo cómo transcurrió la vida de tan destacada Institución militar, por supuesto, ya desde una óptica más conservadora, ya que el centro-derecha se hizo con el poder en noviembre de 1933 y es en este perÃodo donde el libro acaba sus páginas.
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Cuestión interesante esta que planteas, y muy bueno lo de la insuficiencia del Mauser como arma proporcionada. (También les podrÃan haber dado porras en lugar de sables). Pero no deja de ser cierto que el recelo de Azaña era totalmente infundado, ya que la Guardia Civil no hizo absolutamente nada para impedir la caÃda de la monarquia.
Precisamente uno de los puntos en los que más incide el autor es en la falta de preparación de este Cuerpo militar, y resalto esto último porque creo que es necesario saber quién se encargaba del Orden Público en las ciudades antes de la creación de los Guardias de Asalto, para disolver las manifestaciones o cualquier otro tipo de hechos similares. Es muy tÃpico ver las fotografÃas de los guardias civiles montados a caballo con el Mauser en la mano. Tal vez Azaña fue uno de los polÃticos que más rápidamente se dio cuenta de esta situación, de ahà su negativa a utilizar a la Guardia Civil en los primeros momentos en los que se produjeron desórdenes violentos en la II República. El hecho que muchos de los miembros de la Benemerita procedieran del Ejército también influyó a la hora de actuar sobre el terreno ante las algarabÃas, su experiencia en el terreno militar tal vez pudiera estar reñida con su preparación a la hora de afrontar un enfrentamiento en las calles ante manifestantes. Por supuesto, esto no es óbice para destacar los logros de la Guardia Civil durante el perÃodo azañista, de los cuales se hace eco también el autor.
Un saludo.
Hay que reconocer que el material antidisturbios ha mejorado con los años haciendose menos letal. En realidad, si la fuerzas de seguridad solo llevan armas de fuego y los protestones no se deja intimidar por los tiros al aire, solo queda usarlas «en serio», con las consecuencias previsibles.
tampoco esta de más recordar que Azaña, cuando se vió acorralado por las manifestaciones y algaradas de distinto tipo, era el primero en pedir la actuación contundente de las fuerzas policiales; la dureza de actuacionesde los gobiernos de la monarquÃa o de Primo de Rivera que criticó Azaña las empleó el mismo una vez que estuvo en el poder.
Bueno, esa una de las principales crÃticas que el autor hace del empleo por parte de los polÃticos de turno de la Guardia Civil como fuerza de choque ante las manifestaciones sin estar debidamente preparada. ¿Mal empleada por el poder civil? Ahà dejo la pregunta.
Está claro que la República y Azaña a su frente no podÃa disolver la Guardia Civil sin menoscabar la seguridad interna del paÃs. Aunque pueda parecer extraño, dada la animadversión de muchos republicanos de izquierda hacia el Cuerpo, la Benemérita con la llegada de la II República vio aumentado el número de efectivos con el objetivo de lograr un mayor despliegue por el territorio nacional, además su retribución económica aumentó. ¿Incongruencia? Puede ser, aunque yo más bien hablarÃa de un intento, paso a paso, por ir renovando la organización interna de la Guardia Civil(GC). Ten en cuenta que ésta se puso inmediatamente al lado de la República y dejó, en cierta manera, caer a la MonarquÃa. Azaña sabÃa perfectamente que con la GC de su parte la República podÃa comenzar a dar sus primeros pasos con mayor seguridad. Eso no es óbice para que éste no pensara que la GC fuese un Cuerpo militar heredado de la MonarquÃa. La clave era reorganizarla desde dentro intentando colocar a personal de confianza en los más altos lugares de la misma.
No podemos obviar tampoco la tremenda desconfianza existente entre los republicanos, como es el caso del Sr. Azaña, y la Guardia Civil, ya que ésta se palpaba en el ambiente y no era ajena a los miembros de la Benemérita. Para el autor la creación de los Guardias de Asalto fue vista desde la GC como una posible sustitución y posterior disolución de esta última.
Un saludo.
Sobre el incendio intencionado de iglesias en Madrid, de mayo de 1931, se ha hablado de cierta laxitud del Gobierno Republicano, todavÃa «provisional» al no haberse celebrado elecciones generales por entonces. Si el cuerpo de guardias de asalto no se habÃa creado todavÃa, y la guardia civil era la encargada del orden público (el ministro de Gobernación competente era el liberal Miguel Maura), pero su condición jurÃdica era militar. Quién tuvo, en realidad, la competencia para ordenar la disolución de los tumultos y la intervención contundente para evitar que se propagaran dichos incendios (los hubo también fuera de Madrid).
Si no recuerdo mal, en sus «memorias» Maura habla de que fue «paralizado» por los restantes miembros del gobierno, de cara a evitar consecuencias más graves en forma de posibles heridos y/o muertos de órdenes más duras de tipo represivo.
Lo cierto es que esos incendios madrileños (tan en la tradición anticlerical obrera y, sobre todo, anarquista), perjudicaron mucho al nuevo régimen, en especial desde una perspectiva internacional.
En todo caso, Don Manuel Azaña, tanto como ministro de la Guerra, como en la presidencia del Gobierno tuvo una actuación de todo punto ejemplar en lo polÃtico y en lo técnico. Y no olvidemos que gracias a él, el general Sanjurjo se libró de ser fusilado por el golpe fracasado de agosto de 1932.
Saludos cordiales y enhorabuena por la estupenda reseña.
SÃ, la verdad es que Sanjurjo le debe la vida al indulto que le concedió el gobierno republicano. Azaña no quiso crear un mártir y con ello dividir un ejército y unas fuerzas de seguridad que hasta entonces, agosto del 32, se mantenÃan mayoritariamente fieles al gobierno. En el Congreso de los Diputados de ese año de 1932 la conjunción republicano-socialista disponÃa de una mayorÃa holgada, la derecha todavÃa acusaba la llegada de la República y no estaba lo suficientemente organizada como para alterar esa mayorÃa parlamentaria, asà que Azaña podÃa legislar y reformar el Ejército con un amplio margen de libertad. Por supuesto, Azaña tenÃa por delante una ardua y difÃcil tarea, nada más y nada menos que intentar modernizar las fuerzas armadas y dotarlas de un equipamiento y una organización acorde a los tiempos. El reto tal vez fue demasiado ambicioso.
Un saludo.
Estimado David. Espero que disculpes el retraso en agradecerte la reseña del libro. Soy su autor, y creo que has captado a la perfección el sentido de intentar combinar la historia interna de la Institución con los acontecimientos sociopolÃticos que tuvo que sortear en la compleja etapa de la Republica.
Una vez finalizado el doctorado, estoy realizando una reducción de su extensión, para ajustar la tesis a una nueva obra dedicada a todo el perÃodo, que abarque este primer gobierno, y que llegue hasta julio de 1936, Intentaré seguir la misma lÃnea desarrollada en el libro que comentas. Hasta entonces, recibe un cordial saludo.
A. Pulido.
Sé bienvenido, AgustÃn.
Muchas gracias AgustÃn. En mi caso, ha sido un placer poder disfrutar con la lectura de su libro y a su vez un privilegio el disponer de una página como Hislibris para dar a conocer un trabajo tan bien elaborado. Le deseo suerte en su nuevo proyecto y espero su publicación con el mismo entusiasmo que me suscitó el aquà reseñado.
Un cordial saludo.
David L