LA GRAN MARCHA – E. L. Doctorow.

La Gran MarchaEdgar Lawrence Doctorow (Nueva York, 1931) es uno de los más reputados exponentes de la literatura estadounidense actual. Entre las obras que mejor lo representan están las novelas “Ragtime”, “El libro de Daniel”, “Billy Bathgate” y “Ciudad de Dios” (algunas de ellas, llevadas al cine). “La Gran Marcha” (‘The March’, 2005) es su décima novela. En ella Doctorow escenifica el episodio final de la Guerra de Secesión de los EE.UU.: la marcha del ejército de la Unión al mando del general William T. Sherman por territorio confederado -los Estados de Georgia y las Carolinas-, en 1864-1865.

La novela ofrece una mirada panorámica del acontecimiento referido, y lo hace desde el punto de vista parcial y fragmentario de una variedad de personajes de muy diversa condición; algunos de ellos históricos –como el propio general Sherman, una de las figuras centrales de la obra- y otros, la mayoría, ficticios. Se trata entonces de una novela de estilo coral, según modalidad muy en boga en la actualidad (no sólo en la novela sino también en el cine).

No se espere de “La Gran Marcha” una reconstrucción novelada al por menor de hechos militares, ni meditaciones en torno a las circunstancias políticas, económicas y sociales que desencadenaron la Guerra de Secesión. El verdadero interés de la obra está en la infrahistoria del gran suceso, en el contraluz de proporciones humanas del episodio histórico. Lo que preocupa a Doctorow es la condición humana sometida a los estragos de este conflicto, toda una cesura en la historia de su país.

El relato, amplio en sus propósitos, moderado en su extensión, consta de un muestrario de humanidad herida por el drama de la guerra civil. Predominan los figurantes, mucho más víctimas que agentes de la historia. El autor deja traslucir una mirada conmiserativa, más bien ajena al elogio de falsas grandezas y presuntos heroísmos. Acaso en la figura del general Marshall se concentre todo el punto de grandeza que Doctorow puede concebir en un acontecimiento tan sórdido como la Guerra de Secesión. Se percibe la admiración por el personaje de proporciones históricas, el jefe militar que conduce un ejército de gran tamaño en lo que debía ser –y fue- la operación que decidiese el final del conflicto. El retrato del personaje proporciona la imagen entrañable de un hombre entre los hombres: Sherman sufre, compadece y se envanece como cualquier otro. Pero también se manifiesta en él la presunción del que sabe destinado a los libros de historia. Así sucede, por ejemplo, que en medio de la campaña, Sherman se entere por la prensa del fallecimiento de su hijo de seis meses; en su reacción inmediata hay tanto dolor como vanidad:

Dejó caer las manos a los lados. Oh, Señor, exclamó, ¿también tú sientes envidia? (p. 135).

Sherman, el hombre, el general victorioso, se codea con el Dios de su fe.

Hay en la novela, sabiamente medido, cuanto dramatismo puede haber en un relato cuya substancia sea la guerra. No son sólo los sesenta mil hombres que componen el ejército unionista lo que alborota todo a su paso, sino también la vasta muchedumbre de esclavos liberados y de desarraigados que lo siguen. Y es todo un mundo en movimiento, un mundo a cuestas, como señala uno de los personajes:

Es que ustedes llevan un mundo a cuestas, dijo Emily.
Sí, tenemos todo lo que define a una civilización, dijo Wrede. Tenemos ingenieros, intendente, asentador de real, cocineros, músicos, médicos, carpinteros, criados y armas. ¿Está impresionada?
(p. 71).

Impresionada está Emily, puesto que su propio mundo de dama sureña se ha desmoronado al paso de este otro mundo en movimiento, al que azarosamente se ha incorporado, y del que poco antes había pensado –desde su posición de ‘adversaria’- que se trataba de una plaga más que de un ejército.

La novela, dicho está, posee el temple realista que compete al asunto. Las peripecias de los personajes contienen desgracia y buena fortuna. Presente está el toque de pesimismo, y es que no hay forma de hacerse demasiadas ilusiones acerca de la naturaleza humana. Por sufrida que haya sido la Guerra de Secesión, no era la primera ni sería la última gran matanza entre congéneres:

[…] Nuestra guerra civil, la fábrica devastadora de los huesos de nuestros hijos, no es más que una guerra posterior a otra guerra, una guerra anterior a otra guerra (p. 375).

Doctorow evita refocilarse en excesos sentimentales, y se agradece. Lo característico de “La Gran Marcha” es la sobriedad y un justificado verismo en lo que atañe al pequeño gran drama de la historia.

¿Harán la película? El material promete. Mis votos porque el eventual encargo no recaiga en tipos como A. Minghella o Michael Bay.

En suma: una muy recomendable lectura, a mi entender.

“La Gran Marcha”, E. L. Doctorow. Roca Editorial, Madrid, 2006. 381 pp.

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32 comentarios en “LA GRAN MARCHA – E. L. Doctorow.

  1. Atilio dice:

    Y una muy recomendable reseña, a mi entender.
    Sin embargo, de algún modo tengo la sensación (justificada o no) de que con las páginas que se dedican al tema (justamente tal y como ha sido descrito en la reseña) en Lo que el viento se llevó tengo, de momento, suficiente. Pues, por lo que se desprende de tu reseña, tampoco aporta nada «nuevo» el libro en cuestión. Además de que Mitchell hace un trabajo magnífico en la descripción (no tan pormenorizada) de las batallas que se suceden y no tanto de los enfrentamientos como del fragor y el frenesí que las envolvían…

  2. Rodrigo dice:

    Bien, Atilio, agradezco tu comentario, aunque no me parece que la reseña sea tan recomendable como indicas.
    No he leído la novela de M. Mitchell, así que no puedo hacer una comparación literal. Sin embargo, si la película es fiel al libro, debo decir que la de Doctorow no se le parece en nada. No hay una Scarlett y un Butler cuyo romance se acapare la trama, de partida. El protagonismo está repartido entre varios personajes cuyas historias se desarrollan en paralelo, progresando de manera alternada en la estructura del libro. No es tampoco interés del autor refocilarse en la descripción de batallas sangrientas. Por otra parte, no entiendo mucho eso de que la novela de Doctorow «no aportaría nada nuevo». No veo el impedimento para leer dos o más novelas ambientadas o basadas en un mismo período histórico. Aparte de las diferencias relativas a contenido, están las estílisticas y formales. Diablos, la reputación literaria de Doctorow es muy superior a la de Mitchell; ya sólo ésto me incentivaría a leer su obra. El riesgo de repetición es nulo.
    Sobre griegos y romanos se han escrito una y mil novelas y se las seguirá escribiendo, muchas veces inspiradas en los mismos episodios y los mismos personajes. Con todo, el interés del público no decae. Si los autores aportan cada vez nuevas perspectivas temáticas y nuevos enfoques estilísticos; si los personajes ficticios y sus peripecias varían, y la caracterización de los personajes históricos es suficientemente matizada por la peculiar percepción de cada escritor, etc; logradas estas cosas y otras, cada novela tiene su propio interés.
    Saludos.

  3. Ascanio dice:

    Gracias por esta estupenda reseña, Rodrigo. Había oído hablar de esta novela (de una época que me apasiona) pero no había tenido ocasión de leerla. Y has conseguido que me entren unas ganas espantosas. Es curioso que las guerras de Independencia y de Secesión americanas se presten a los libros «corales». Algo parecido pasa con el ensayo 1776, donde a pesar de que el hilo conductor es Washington, el protagonista, sin duda, es el pueblo americano. Y ahora barro un poquito para casa. Tienes la reseña aquí:
    1776

    Es muy oportuna la relación que establece Atilio entre la novela de Mitchell y la de Doctorow.
    Por lo que comentas en tu reseña, Rodrigo, esta novela coral -en la que los actores secundarios son incluso más importantes que el gran héroe, Sherman- es similar a Lo que el viento se llevó.
    No hay dudas de que los protagonistas «figurativos» son Escarlata O´Hara y Rhett Butler, pero detrás de ellos dos se esconde mucho más. El auténtico protagonista es el Sur. Primero un Sur orgulloso y temerario, envalentonado, lleno de ideas románticas y trasnochadas. Luego un Sur que se defiende como gato panza arriba, acosado por diversos frentes, no sólo el bélico, y que ve cómo el ejército del Norte avanza como una apisonadora aplastando sus tradiciones y su modo de entender la vida. Y, por último, un Sur derrotado, pero que intenta mantenerse en pie a pesar de ser sacudido, despreciado e insultado. Tampoco me quiero extender más porque ya puse un comentario más amplio en la reseña de la novela.

    ¿Cómo aborda la cuestión Doctorow? Es decir, ¿encontramos unos sureños humillados, derrotados y hundidos? O, por el contrario, ¿estamos ante unos hombres y mujeres orgullosos que se resisten a aceptar la derrota?

    Respecto a la calidad literaria de Mitchell, no puedo compararla con la del autor que nos ocupa, pero en mi opinión la de Margaret Mitchell no es nada desdeñable. El problema -desde mi punto de vista- ha sido precisamente la sobredimensión de la versión cinematográfica. Creo que la criatura holliwoodiense ha engullido a la novela. Y dentro de ella, el indudable protagonismo de los dos actores principales, así como todos los avatares que rodearon al rodaje han hecho que Lo que el viento se llevó sea considerada más una novela romántica que una gran y digna representante del género histórico.
    Por otro lado, también es posible que tengamos que agradecer a la película el que la novela sea fácil de encontrar en nuestras librerías. En caso contrario, me aventuro a pensar que sólo podríamos encontrarla en su versión inglesa, y en los EEUU.

    Tienes la reseña de la novela (hecha por nuestro querido hermano en la fe, Atilio) aquí:
    Lo que el viento se llevó
    Ya nos dirás si te entra el «gusanillo» y decides leerla (que sí, hombre, que vale la pena…)

    Por otro lado, coincido contigo en que no importa el número de novelas que traten un tema o período histórico. Cuantas más, mejor, sobre todo sin son buenas. Y La gran marcha lo parece.

    PS: puedes estar tranquilo con respecto a Minghella, Rodrigo. Se murió hace un par de días.

  4. Rodrigo dice:

    Hola, Ascanio.

    Había leído tu reseña de ‘1776’. Me gustó mucho. Repasándola, me da por arrepentirme de ésta que he hecho (:-p). Como me arrepiento del comentario apresurado que puse ayer en respuesta a Atilio. (Malditos prejuicios.)

    En cuanto a la consulta que me haces sobre los personajes de ‘La Gran Marcha’: hay de ambas cosas, humillación y orgullo, pero también otras. Por ejemplo, hay un par de sinvergüenzas sureños que se salvan de la horca y se disfrazan de soldados unionistas -los del Norte-. Capturados por los Sur, corren el riesgo de ser linchados por su propia gente. Vuelven a huir, uno de ellos muere tontamente y el otro casi triunfa en su intento de asesinar a Sherman -extraña tentativa, puesto que el personaje carece de pasta de héroe o de ‘patriota’ -. Esto, por sugerir que la gama de sentimientos que mueven a los personajes es bastante amplia; a veces parece que las circunstancias sobrepasen su voluntad y su temple natural, dejándose llevar como veletas (y qué diablos, es una guerra). Además, los personajes distan mucho de ser una representación simplona de tipos literarios -arquetipos-. Doctorow se sirve de unos medios muy sutiles para caracterizarlos; partiendo abruptamente de la contingencia violenta en que se ven inmersos, los construye a medida que progresa el relato.

    Bueno, leeré la reseña de Atilio, y veré si puedo superar mis prejuicios.

    Saludos.

    (P.S.: Me enteré ayer del fallecimiento de Minghella. Glup…)

  5. Ascanio dice:

    Es decir, personajes contradictorios y reales como la vida misma según entiendo, ¿no?
    Ciertamente resulta contradictorio el intento de asesinato de Sherman por parte de un individuo de esa calaña. Es posible que Doctorow no quisiera hacer hincapié en su aspecto de «patriota» (que indudablemente no tenía) sino más bien de…asesino, de gentuza de baja estofa…
    O quizás sólo pone en evidencia los instintos más violentos un ser humano llevado por el odio y el rencor -debido a una guerra que no entiende y en la que se vió abocado a participar contra su voluntad- que le lleva a desahogar su furia contra Sherman, el representante más cercano responsable de su humillación.

    Y mira que arrepentirte de tu reseña…en fin, te perdono porque no sabes lo que es el parchís, que si no…

  6. Rodrigo dice:

    Entiendes bien, Ascanio.

    Me parece que tu segunda interpretación es la más atinada.

    Saludos.

  7. Ariodante dice:

    Pues a mi me parece francamente acertada la reseña, Rodrigo, y no es porque sea una incondicional, sino que estoy de acuerdo en que Doctorow, en mi humilde opinión tiene mucho mejor caché que la Mitchell (a la que no he leído, por cierto, pero no me digáis que es imprescindible leerla). he leído otras obras sobre la guerra civil, y dese luego, he leido La Gran marcha, y sí que aporta otra visión, muy distinta de la de Mitchell . Aqui no hay pareja central, no hay historia de amor ( hay historias parciales, de amor, desamor, odios y picaresca). En fin, que ya Rodrigo lo dice todo, y muy bien explicado, por cierto. Rodri, vas haciendote un estilo, ¿eh?
    Sobre este tema yo leí hace tiempo una novela que me resultó francamente interesante, aunque está escrita más en una clave de realismo mágico faulkneriano, pero tiene buenos momentos. Se llama La abuela de la Confederadión lo cuenta todo, de T. Coraghessam creo. Igual debería releerlo y reseñarlo. ya veremos

  8. Rodrigo dice:

    Gracias, Ariodante, por el comentario.

    Es justamente el estilo de esta reseña lo que me incomoda.

    Oye, tu frase «… aunque está escrita más en una clave de realismo mágico faulkneriano, pero tiene buenos momentos», anuncia un juicio de valor que me llama la atención. Si hay tal, sería también el mío (realismo mágico, y faulkneriano, hum…).

    Saludos.

  9. Ariodante dice:

    ¿que quieres decir? ¿que no casa bien el realismo mágico con Faulkner? vamos a ver, a mi me encanta García Marquez, pero no es exactamente el crador de lo que luego se llamó realismo mágico. Cuando lees a Faulkner (y yo no le he leido demasiado, algunas de sus obras ni siquiera he podido con ellas), te da un cierto eco…Y Faulkner es anterior a Gabo. Ciertamente, Gabo se empapó de Faulkner, lo reconozca o no, y lo desarrolló a su manera, que por cierto, a mi me gusta más; pero las cosas como son.
    Por cierto, una corrección: la obra que he citado antes, me falló la memoria, y he comprobado que se llama, exactamente: «La última viuda e la confederación lo cuenta todo», el autor es Allan Gurganus y está publicado en Anagrama, hace ya bastante tiempo.

  10. Rodrigo dice:

    Vale, Ario, estoy al tanto del ‘precedente Faulkner’, en relación con la obra de García Márquez. (Tengo también presente el hallazgo carpenteriano de ‘lo real maravilloso’, y la querella del cubano con el surrealismo.) Apuntaba a mi disgusto con la obra de Faulkner -simple de mí-. Pero también a mi discrepancia ideólogica, por así decir, con el menjunje del ‘realismo magico’. Oye, de esto te ‘hablaré’ por mail.

    Saludos.

  11. Ascanio dice:

    Ariodante, la obra que citas la tiene mi hermana Arwen, y siempre me ha llamado la atención, pero nunca me he decidido a leerla porque es un libraco de tomo y lomo (y además creo recordar que con una letrita apretadita, apretadita).
    ¿La recomiendas realmente, o sólo es una sugerencia así como quien no quiere la cosa?

  12. Ascanio dice:

    Rodrigo, y digo yo, ¿por qué hablar del realismo mágico por mail en vez de hacerlo aquí? ¿Para qué existe este blog, entonces?
    Y no me digas que no pega con el hilo, porque entonces tendríamos que borrar la mitad de comentarios de todas las reseñas. Así que ¡al lío, hombre, al lío!

  13. davide dice:

    Enhorabuena Rodrigo por esta nueva reseña. Yo lo leí hace un par de años o así y recuerdo que me pareció fabuloso. De hecho estuve buscando otros libros del autor pero los temas que trataban ya no me atraían tanto. De todas maneras, creo que es uno de los grandes autores de la literatura norteamericana actual. Merece la pena muy mucho.

  14. Koenig dice:

    Tienes razón Rodrigo, si que es mala la reseña. Tanto, que me están entrando ganas de leer el libro.

  15. Rodrigo dice:

    Diablos, Ascanio, que un cierto pudor me impedía exponer aquí mi punto de vista. Pero, ya que tanto Ariodante como tú me lo piden, ahí va:

    Me parece que la obra de García Márquez es muy gustosa de leer -y yo la he disfrutado mucho-, pero su trasfondo ideológico, algo así como la cosmovisión garcíamarquiana provista por el realismo mágico, me parece distorsionador. García Márquez pretende hacer(nos) creer que el latinoamericano percibe la realidad con otros ojos que el hombre de la racionalidad moderna, científica e ilustrada, y que la realidad latinoamericana resulta inabordable por los parámetros de la modernidad. Por lo tanto, habría perfecta concomitancia entre la realidad presuntamente ‘mágica’ de Latinoamérica y la percepción extra-racionalista (también mágica) del hombre latinoamericano. Y, si de coherencia se trata, de esto se desprendería que aquellos de nosotros, latinoamericanos, que comprendemos nuestro entorno al modo occidental, seríamos unos alienados, desarraigados, renegadores de nuestra cultura vernácula.

    Parece que, en su afán por desmarcarse de todo eurocentrismo cultural y de reivindicar nuestra idiosincracia, el colombiano retorciese al extremo el hilo del contraste: contraste con lo europeo (u occidental), con la racionalidad científica, con la Ilustración. Hacer extensivos los parámetros del realismo mágico a la totalidad latinoamericana es, además, hacer tabla rasa de su diversidad y complejidad: el realismo mágico no cuadra muy bien en el Cono Sur sudamericano (mal que le pese a personas como Isabel Allende). No creo, de veras, que haya UNA identidad latinoamericana ni UN modo latinoamericano de entender el mundo.

    García Márquez reduce la percepción de lo latinoamericano a pintorequismo; si la realidad latinoamericana es -por así decir- pintoresca, sus problemas deberían ser solucionados por vía pintoresca. Esto, en un escritor como él, que ha hecho carrera del compromiso social del artista y el intelectual, es un despropósito. No está mal la crítica del etnocentrismo cultural, ni la defensa de las peculiaridades culturales; lo que me parece criticable es la sacralización y generalización espuria de una presunta cosmovisión latinoamericana, unívoca y excluyente. Aludo con esto que los hechos culturales -la identidad colectiva es uno de ellos- están supeditados al cambio, y no por ser propios debieran ser objeto de idealización. No es por métodos mágicos o pintorescos que atendemos nuestra realidad. Ni cabe suponer en todas partes de Latinoamérica el mismo sincretismo cultural que se produjera en la cuenca del Caribe. No es lo mismo ser argentino o chileno que ser cubano o colombiano, y esta constatación, ojo, no involucra juicios de valor.

    Todo esto es a nivel de supuestos, claro está, y concierne más a una interpretación meta o extraliteraria. Pero, según entiendo, es coherente con el discurso garcíamarquiano.

    Saludos.

  16. Rodrigo dice:

    Mil gracias, compañeros Davide y Koenig, por sus comentarios.

    Al menos, Doctorow sí que merece atención.

    Saludos.

  17. juanrio dice:

    uf¡ Rodrigo, en menudo jardín te has metido con el célebre realismo mágico. Admiro profundamente algunas novelas de García Márquez, no todas, pero son eso novelas y por lo tanto no se pueden tomar como la realidad de un continente, y digo continente porque desde Europa tendemos a igualar a todas las naciones sin distinguir las diferencias, a veces tan profundas, que hay entre ellas. Aunque mi trato personal con latinoamericanos es reducido si tengo amigos de distintos paises y se parecen entre ellos, en cuanto a generalidades, tanto como yo a un sueco o a un frances.

    De todas formas y sin entrar en el realismo mágico hay magnificos escritores latinoamericanos que si nos acercan a la realidad de América.

    Felicidades por la reseña de una gran novela. Creo que este escritor está cerca de jugar en la división de los grandes autores de USA

  18. Ascanio dice:

    Vaya, Rodrigo, sí que has dado un punto de vista interesante. Y lo digo desde la perspectiva de alguien (yo) que desconocía casi todo (por no decir todo) del famoso realismo mágico. Y es que, como ya he dicho alguna vez por aquí, a García Márquez lo tengo atravesado desde que leí Crónica de una muerte anunciada. Le hice la cruz y por ahora no me ha tentado nada de lo que ha escrito. Miras estrechas que tiene una…

  19. Rodrigo dice:

    Ok, Juanrio, pero fíjate en que al final de mi intervención hablaba de supuestos y de interpretación meta o extraliteraria. Con todo, el planteamiento es coherente con el ideario garcíamarquiano, con el discurso identitario -valga la expresión- subyacente a su obra. Él no la reduce -esta obra- a gratuidad lúdica ni estética, no hace arte por el arte; su intención es plasmar una cosmovisión latinoamericana, la que él considera auténtica -el tema de la ‘autenticidad’, absolutamente crucial-. Quiere captar y transmitir en su obra la peculiaridad del ser latinoamericano, de su entorno y del posicionamiento del hombre en este entorno. Cosa consecuente con el discurso faulkneriano -el de captar el ‘sur profundo’ de los EE.UU.- y con la teoría de lo ‘real maravilloso’ formulada por Alejo Carpentier, predecesor de García Márquez. Todos ellos hacen de la literatura un intento de plasmación de realidad, ven en la literatura un modo de responder al problema de la representación de la realidad inmediata, conforme advierten las limitaciones de otras disciplinas y los sesgos derivados del empleo de parámetros exógenos, surgidos de otras matrices culturales (algo similar al desafío enfrentado por buena parte de la literatura rusa en los siglos XIX y XX). Se dirá: qué escritor no pretende representar la realidad, al menos la porción de realidad que les compete; seguro que todos, pero en los que he mencionado se trata de un problema urgente, puesto que con toda deliberación se han planteado el problema de la identidad, de la idiosincracia, y de su representación. En este sentido, su obra es plenamemte ‘programática’.

    Tal vez sea rebuscar demasiado, pero creo que es válido hacerlo. Todo escritor parte de ciertos supuestos, y los de García Márquez son, de intento, derechamente ideológicos. No en vano ha habido -y hay- escritores que arrancan de supuestos contrarios, volviendo por los fueros del realismo a secas.

    En todo caso, no rechazo la obra de García Márquez. Sería demasiado mezquino negarse a disfrutar de su talento narrativo.

    Por cierto, Juanrio, te agradezco tu recibimiento a mi reseña. Comparto tu opinión sobre Doctorow.

    Saludos.

    P.S.: También me parece que se ha abusado del realismo mágico, devenido ya en artimaña marketinera.

  20. Rodrigo dice:

    Uf, Ascanio, tal vez no leíste al mejor García Márquez. En todo caso, a mí se me han atravesado un montón de escritores. Faulkner, por ejemplo. Humpff… (Aunque hice el sacrificio de leer algunos de sus libros, sí. Pero no hay caso, no lo trago.)

  21. Ariodante dice:

    A ver, a ver, que hay mucho por decir a todo esto y no quiero repetir intervenciones. Lo siento, Rodrigo, ja ja ja, pero comparto absolutamente lo que expones, ¡qué le vamos a hacer! Asi que ¿para qué repetir? Y si además lo expones muy bien, pues, chico, ¡adelante! Sólo quiero remarcar que sigo estando de acuerdo con tu opiniones sobre el tema.
    Juanrio, también estoy parcialmente de acuerdo con lo que dices. Sólo puntualizaré un poco. Yo más que «La realidad de América» diría las distintas realidades americanas. Porque si lees a Vargas Llosa y a Garcia Marquez y a Borges y a Alvaro Mutis y a Carpentier ¿los metes a todos en el mismo saco? Pues no, evidentemente, y sólo leyéndolos te vas dando cuenta que Perú es una cosa y que Colombia otra, y que, incluso en Colombia, el Caribe es algo que unifica varios paises y separa dentro de un mismo país, porque Alvaro Mutis es colombiano y ni punto de comparación con Gabo, por ejemplo. Y que Argentina es muy distinta de Ecuador. Lo que quiero decir es que es cierto que en Europa no tenemos muy claro a veces las distintas opciones políticas, culturales y vitales de América del Sur, o mejor, de toda la América que no es EEUU. Aunque, probablemente ellos tampoco tengan muy claro qué diferencias existen entre un sueco y un holandés o un belga de un francés.
    Pero estamos en ello, queridos: no sólo leemos para pasar el rato, sino para aprender, para comunicarnos con personas que no hemos conocido ni conoceremos en la vida (unas veces porque están muertos y y otras, porque es prácticamente imposible por distintos motivos). Leemos para conocer cómo viven, qué piensan, qué hacen otras personas en otros paises. Y también disfrutamos leyendo en un estilo o en otro, como escuchamos a Vivaldi y a Verdi y nos gustan ambos, cada uno en su estilo.
    Pero me estoy yendo por las ramas.

    Antes que se me olvide, Ascanio: el libro de Allan Gurganus a mi me encantó y si lo tuviera, lo leeria de nuevo. Desafortunadamente lo leí prestado de una biblioteca pública, asi que no puedo recurrir a él ahora y no sé si se encontrará facilmente. Pero si ya lo tienes, ¡ya tardas en leerlo!

  22. Ariodante dice:

    Y otra cosa, Ascanio; yo me atraganté con García Marquez después de intentar leer El Otoño del patriarca (que no pude con él), pero, sin embargo, Crónica de una muerte anunciada sí que me gustó y la que más me gustó de todas, si exceptuamos Cien años de Soledad (que es una obra maestra, sin dudarlo), es El amor en los tiempos del cólera. esta es una maravilla, y si no la has leído, Ascanio, debes hacerlo. Impóntelo como una obligación. Y luego me cuentas. Yo después de eso no he laido nada más de Gabo. He preferido quedarme con un buen regusto.

  23. Rodrigo dice:

    Vale, Ario, de acuerdo.

    Tomo nota del libro de Gurganus, autor de cuya existencia no tenía idea.

  24. Ariodante dice:

    La verdad es que sólo le leí esa obra, pero me pareció francamente buena, aunque no demasiado original, si ya has leido a Faulkner (con perdón)…

  25. Ascanio dice:

    A quienes pueda interesar (entre los que me incluyo): La gran marcha ha salido en bolsillo.

  26. Rodrigo dice:

    Muy buena noticia, Ascanio.

  27. Valeria dice:

    He terminado ayer «La gran Marcha». Y me ha gustado muchísimo. Después de repasar el hilo, estoy totalmente de acuerdo con las opiniones que en la reseña ha manifestado Rodrigo. Una novela muy recomendable, sobre distintos personajes ante la guerra más que sobre la guerra de secesión, con sobriedad, ritmo, y vigor narrativo, sin olvidar ese conocimiento histórico riguroso que rezuma.
    Y por seguir con esas manías personales que tiene una….. me tuve que buscar un mapa para visualizar la geografía de Estados Unidos por la que trascurre la gran marcha. ¿Qué costaría un mapita de los USA con unos puntitos señalando el itinerario de Sherman?

  28. Rodrigo dice:

    Estupendo, Valeria. No sabes lo gratificante que me resulta el que te haya gustado.

    Costaría tan poco, en efecto, poner un mapa…

  29. iñigo dice:

    Lo terminé ayer noche y me gustó mucho. Equilibra muy bien la descripción de personajes con la descripción del conflicto y la marcha por los estados del sur. Me gustan varios personajes, entre ellos Pearl y Emily. Casualmente me parecen más interesantes estos personajes por el hecho de ser mujeres y ver la guerra y la liberación desde otra perspectiva. Por otro lado me gusta y mucho el relato sobre Sherman, sus valoraciones durante y post-marcha… La lectura es fluída y considero que es un libro que vale la pena leer.

  30. Simon dice:

    Un gazapo que contiene la Gran Marcha. En un momento dado el general Sherman tararea la cabalgata de las Walkirias, la cual se estrenó en 1870 por lo que difícilmente podría conocerla en 1864 en que transcurre la acción.

  31. ARIODANTE dice:

    Probablemente más que un gazapo, sea un guiño del autor a la película Apocalypse Now,(1979) ya que la novela está publicada en 2005. Porque ahí se nota mucho que es el autor el que imagina. Vete tu a saber lo que tararearía Sherman, si es que tarareaba algo

  32. Hola amigos: Estoy en la espera del libro La GRAN MARCHA de Edgard Lawrence Doctorow, título que es el único que me falta leer de este maravilloso artista de las letras que ha sido el gran maestro del Bronx neoyorkino , lamentablemente fallecido hace un año atrás (Junio 2015) .
    He adquirido esta novela a través de una empresa importadora de España, pues en Argentina y el cono sur no se consigue en español. Y al margen de vuestros magníficos comentarios, nunca he dudado en completar la obra de este insigne autor norteamericano que largas horas de deleite literario me ha provisto con sus libros, de lo cuales ninguno me ha decepcionado cuant por el contrario cada uno de ellos parece superar al anterior ( El orden obviamente tomado en concepto aleatorio).
    Finalmente aguardo la llegada de esta obra y si mi muy modesta capacidad me lo permite daré mi opinión en este mismo sitio.

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