LA ESCRIBA – Antonio Garrido

LA ESCRIBA. Antonio GarridoA estas alturas del verano que pronto se irá, doy por hecho que muchos de los hislibreños conocen e, incluso, han leído este libro, primero de su autor. Es más, sé que algunos han dado su opinión en el foro, pero ello no me exime de realizar esta reseña. Lo que siento es la tardanza en hacerla, debido a causas ajenas a mi voluntad, pero, como más vale tarde que nunca…, voy a ello. Se trata pues de una novela histórica de misterio –al menos así es como prefiero denominarla-, amena y bien documentada.

En un principio me gustaba la idea de que la protagonista fuera mujer, máxime en el periodo que abarca el libro, finales del siglo VIII en pleno auge del imperio Carolingio. Precisamente acababa de leer el Carlomagno de Harold Lamb, lo que me permitió situarme con facilidad en el ambiente de la época.

La lectura del libro fue oportuna, pues cumplió un objetivo, prioritario para mí, en estas extrañas vacaciones que he tenido: evadirme, y, a su vez sumergirme en ese mundo de abadías, de pergaminos, de aventuras y misterios. El autor imprime a su novela un ritmo acelerado; todo sucede demasiado rápido, con pocos momentos y situaciones de tranquilidad, en donde los misterios –que son muchos– se resuelven de forma vertiginosa. Si he de ser sincera, me han parecido demasiados misterios a resolver, que se suceden casi sin fin, pero supongo que habrá quien guste de esta continua tensión en la lectura.

Los personajes:

La protagonista principal, que tanto me atrajo en un primer momento, pierde interés y credibilidad conforme se desarrolla la historia, no sé si debido al excesivo número de vicisitudes, de intrigas y de aventuras en las que se ve envuelta. En cambio los personajes secundarios, como Althar y su mujer, La Negra, Korne, Wilfred, etc., se hacen más interesantes en la medida en que se perfilan y definen en sus controvertidos y claroscuros caracteres. Y cómo no referirme al segundo protagonista, por así decirlo, de esta historia, Alcuino de York, tan ambiguo y parecido al Guillermo de Baskerville de El nombre de la rosa de Umberto Eco, en donde creo ver un guiño al célebre novelista-semiólogo.

Contexto histórico:

Aquí voy a citar al propio autor en el epílogo del libro: ”La documentación no es sino el decorado, el barniz que abrillanta y enluce a los personajes, el envoltorio que los legitima y los hace verosímiles.” Efectivamente, no encontramos en esta novela más que pinceladas históricas que nos ilustran sobre ciertos acontecimientos o personajes, sin distraernos con notas o explicaciones eruditas complementarias de la trama argumental. En este sentido quiero llamar la atención sobre lo que me ha parecido, sin duda, lo mejor de la obra: la ambientación general, las descripciones físicas tanto de personajes como de lugares o cosas. El realismo, plasticidad y vivacidad de sus imágenes crean la sensación de estar viendo una película, dado su peculiar ritmo y variedad en los continuos cambios de situaciones o vivencias, por lo que no descarto la posibilidad de que ésta se llegue a realizar en un futuro.

Por todo ello solo me queda recomendar su lectura y disfrute y, de seguir así, augurar a Antonio Garrido una próspera carrera como escritor.

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99 comentarios en “LA ESCRIBA – Antonio Garrido

  1. Incitatus dice:

    Clío, buena y acertada reseña, te secundo en todo.
    Alcuino es el mejor personaje de todos con claros parecidos a Guillermo de Baskerville desde luego, pero no me lo podría imaginar de otra forma. La ambientación es sensacional, con un sobresaliente al taller de pergaminos, me parecía olerlo.
    Solo me queda dar la enhorabuena a Antonio, excusarme por no haberle dicho nada en foto y por no haber hecho esta reseña.

  2. Excelente reseña Clio. Muy sincera.
    La verdad es que a mí me costaría ser sincero con una novela de un compañero del foro.
    Pero si alguna vez escribo una reseña sobre tal, trataré de ser objetivo.

  3. pepe dice:

    Estupenda reseña, Clío. El otro día estuvimos compartiendo mesa y mantel con el autor, en la fiesta que siguió a la presentación de la editorial Evohé; no sé si llegaste a hablar con él. Antonio Penadés lo elogió mucho, de manera que ya son dos opiniones favorables. Hace algún tiempo leí una novela de Yael Guiladi con tema parecido: La copista del rey Alfonso, que me gustó. Siento no haber leído la novela de Antonio y no poder opinar sobre su contenido. El título no me parece muy afortunado. Alguién dijo en la antedicha presentación que no lo había elegido él, sino la editorial (quizá lo eligió la misma persona que alumbró La visigoda y El merovingio).

    Hay que tener un poco de gusto eligiendo los títulos. Tomemos, por ejemplo, la magnífica novela de Leon Arsenal: Las lanzas rotas. Es un buen título que, una vez leído el libro, aún parece mejor. Pero a alguien -quizá de la editorial o quizá al propio autor en un momento de enajenación- se le ocurrió poner un subtítulo sugerente y original:Sixto el celtíbero.

    En fin, mucha suerte a Antonio con su novela y perdón por la frivolidad de opinar de algo que quizá no tiene tanta importancia.

  4. Urogallo dice:

    Bueno, yo creo que tampoco es tan mal título, si nos fijamos en la atención a la figura femenina que concede la obra, como señala Clio.

  5. Salvador Felip dice:

    Hola a todos,

    Tan sólo quería añadir aquí una breve reseña para felicitar a Antonio Garrido.

    Supongo que yo fui uno de sus primeros lectores (ventajas de ser compañero de editorial) y creo que su novela derrocha ilusión, se nota que ha puesto muchas ganas en este libro.

    En fin, tan sólo quería felicitarle personalmente y desearle toda la suerte del mundo.

    Un saludo

    Salvador Felip

  6. Curistoria dice:

    Yo lo tengo ahí pendiente esperando en casita, pero después de la reseña creo que no tardaré mucho en caer.

    Saludos.

  7. Clío dice:

    ¡Gracias a todos!, Bueno Pepe, cuando Javi comentó que Antonio Garrido iba a ir a la presentación, estuve a punto de llevar el libro para que me lo firmase, pero luego no me atreví, y tampoco me atreví a hablarle, soy tímida aunque no lo parezca, en otra ocasión quizás. La novela que comentas, la ví y luego no se porqué le perdí la pista, y creo recordar que me interesó, volveré a buscarla.
    Capitán, efectivamente he tratado de ser sincera, objetiva no sé, he hecho lo posible, en general la novela me ha gustado, exceptuando las cosillas que he comentado, pero tambien reconozco que es una primera obra y creo que Antonio promete y mucho.

  8. Clío dice:

    Ya estoy moderá!

  9. Urogallo dice:

    Pues es una pena Clio, por que tuve ocasión de hablar un rato con él y es una persona de trato fácil y conversación de lo más interesante. Tanto es así, que abusé de su confianza y hasta le sugerí ambientar su próxima novela en Galicia.

  10. Clío dice:

    Gracias guapetón!

  11. Koenig dice:

    Buenos días.

    Primero quiero sumarme a las felicitaciones a Antonio Garrido. Tuve ocasión de conocerle la noche de la presentación de Evohé, entre dos cervezas, y puedo garantizar que además de novelista ameno es un excelente narrador de anécdotas.

    Con respecto a la novela. Quiero empezar dejando claro que es una novela que me ha gustado. Creo incluso que es bastante buena y esto por varios motivos.

    En primer lugar, ya lo comenta clío, por la ambientación. A mi siempre me ha gustado mas el «espaghetti western» porque los personajes iban andrajosos, desaseados, los pueblos se caen, las calles están llenas de barro… La verdad, cuando John «Centauro» Wayne se bajaba de su caballo tras cruzar el desierto con apenas un mechón de pelo descolocado y un poco de polvo en los pantalones. Como que no cuadraba mucho. Y en este sentido «La Escriba» es un acierto. Las casas, la vestimenta, la higiene, las calles, el bosque… En general está todo bastante bien ambientado.

    Con respecto a la historia. Me gustan todas, porque se me ocurre que en la novela hay varias historias, tal vez incluso demasiadas. Es una de las pegas que le pondría al libro. por huír de cierta linealidad se entretejen demasiadas tramas, haciendo que algunas acaben un poco «dando igual», aunque luego se vayan resolviendo todas. Sin embargo me parece un gran acierto haber ambientado la historia en el mundo carolingio, en torno a la famosa y controvertida «Donación de Constantino». Supongo que también influyó en ello el hecho de haber leído «La Escriba» justo después del «Mahoma y Carlomagno», de Pirenne. Excelente libro por cierto.

    Hay otro detalle que me chirrió un poco, y es que la novela tiene cierto aire «naif», como de cuento de hadas. Cierto es que la historia de una mujer sola en una sociedad tan dura no puede sobrevivir sin la casualidad, la suerte de encontrar siempre la ayuda de personajes encantadores, la protección de los poderosos… Pero a veces todas estas cosas resultan demasiado fáciles y quitan cierta emoción a la historia. Pero desde luego es mejor así, que, por poner un ejemplo, como en las novelas de Iny Lorentz (andan reseñadas por ahí), donde todo varón es un lujurioso violador empedernido.

    Y no quiero terminar sin dejar claro que, tras haber dejado el autor claras sus intenciones en el epílogo de la novela (si no recuerdo mal, que no tengo el libro a mano), las cumple a la perfección.

    Opino, como siempre.

    Saludos.

  12. Koenig dice:

    ¿Moderación? Pero si no he puesto ni «mierda» ni «joder».

  13. Koenig dice:

    ¡Anda! Este si sale.
    Jefeeeee. Este filtro esta pallá.

    Saludos.

  14. Urogallo dice:

    Jefeeee, Koenig ya está protestando otra vez.

  15. Javi_LR dice:

    El galo hizo referencia a la lujuria, y claro…

  16. Koenig dice:

    Jefeeee que el Uro me está chinchando!!

  17. Javi_LR dice:

    Es cierto: el filtro no funciona como debería…

  18. Clara dice:

    Reseña leída. Me ha gustado mucho, además me han dado ganas de leer la novela en cuestión, creo que no va a ser de estas pestiños que te gustan a ti tanto de esa misma época. Además, lo de la sinceridad me ha gustado, se aprende de las críticas buenas y malas, y como es la primera novela de este escritor seguro que toma buena nota, al igual que la tomó en su día Sanchez Adalid en «El Mozárabe», como comentamos.

    Felicidades Clío, como verás «Clara clarividente» es una buena lectora de todo lo que Clío hace reseñás, será porque heredo? jejejee.

  19. Clío dice:

    Heredar, heredar, conformate con los préstamos! que todavía pienso vivir algunos años más!. Efectivamente, Sanchez Adalid ha mejorado con el tiempo.

  20. Aretes dice:

    Magnífica reseña, Clío.
    Leí el libro este verano y coincido punto por punto con tu comentario. Me daba la sensación de que Antonio decidió escribir sólo una novela y puso todo en el asador acelerando el ritmo y acumulando los episodios.
    Sí que es verdad que la presté a mi hermana y le gustó mucho, lo que me hace pensar que tiene el mérito de cautivar a nuevos lectores, les entretiene esa agilidad que a mí me resulta vertiginosa.
    En cuanto a la ambientación, coincido también con Koenig.

  21. Ariodante dice:

    Clío, me ha gustado mucho la reseña; el libro puede que lo lea y puede que no, porque la pila de lecturas esperando turno es descomunal y me he trazado una linea de lectura que no quiero mover demasiado. Quizás me espere a que Garrido escriba su segundo libro.
    Yo tampoco hablé con él, porque me pareció un poco chorra ir a saludarlo para decirle que no había leído su libro…y además estaba muy ocupado hablando con todos. Clío, tu sí que debías haberle hablado, hija, que lo tenías delante. Pero bueno, otras ocasiones tendrás.

  22. Antes de nada, quisiera mostrar mi agradecimiento a quienes diariamente nos regaláis unas reseñas rebosantes de conocimiento y experiencia. También idéntica gratitud para quienes siguen y comentan estas entradas, haciendo de este foro un contagioso vivero de cultura.
    En este sentido, y con ánimo de explicar, antes que de replicar, me gustaría compartir con vosotros algunas reflexiones que espero contribuyan a comprender un poco mejor cuanto he intentado ofrecer con LA ESCRIBA.
    Creo que todos -yo el primero-, albergamos en nuestro interior nuestro propio arquetipo de novela perfecta. Nuestros prejuicios, nuestras preferencias, nuestras expectativas, nuestras satisfacciones y decepciones se edifican sobre estos arquetipos subjetivos, basados en un cúmulo de experiencias vitales, positivas o negativas, acumuladas a lo largo de nuestra existencia. Por este motivo tendemos a ensalzar aquello que se aproxima a nuestro arquetipo de perfección, y por ende, a desdeñar cuanto se aparta de éste.
    En cualquier caso, difícilmente podría ser de otro modo, si bien, en ocasiones, tal identificación nos impide apreciar y disfrutar de valores escondidos bajo la envoltura de lo diferente.
    En el caso de una novela histórica, el primer escollo emerge de su propia definición, una pugna entre la ficción inherente a la proposición de novela, y el hecho o contexto histórico en el que se enmarca. Dependiendo de los hábitos y preferencias del lector, esta confrontación llevará a prejuzgar con mayor benevolencia aquellas obras en las que el componente histórico, ya sea biográfico, temporal, o episódico, predomina con fuerza sobre el componente ficticio. Tras superar esta barrera, surge con fuerza la figura del arquetipo, de forma que si los hechos narrados, en su tono y estructura, se asemejan a nuestros ideales interiorizados, entonces la obra contará con nuestro aplauso, mientras que si se aleja de ellos, caerá más fácilmente en el olvido. Y a esos arquetipos contribuyen aspectos como el prestigio del autor, la filiación o preferencia por el suceso histórico, la relevancia del personaje escogido o la épica del argumento.
    Hasta aquí, nada nuevo bajo el cielo. Todos actuamos así, y no solo ante la lectura, sino ante cualquier acto que requiera de nuestra elección o juicio.
    Volviendo, pues, a la novela (o comenzando, mejor dicho), nos encontramos ante una obra de ficción que incorpora, a mi juicio, un trabajo de documentación oculto, aunque exhaustivo. Cuando hablamos de una descripción visual plástica y vívida, de la percepción del olor rancio de un anciano, del sabor de la miseria, del proceso de construcción de un pergamino, de las paredes decrépitas de una abadía, del susurro de unos árboles en una noche de invierno, del trueque fugaz de unas cervezas por un modio de harina, del horror de una pequeña herida que encierra la muerte bajo sus incipientes pústulas o la indecencia de una gran mentira en el nombre de Cristo, cuando vivimos todo eso, lo percibimos como real no sólo gracias a la habilidad narrativa del escritor, sino, en las más de las ocasiones, a la documentación que subyace entre las líneas del texto.
    En curioso observar cómo cuando en una novela histórica el protagonismo recae sobre una mujer anónima, cuya posición, trabajo o desempeño, excede al habitual para la época y su género, nuestra primera reacción sea la de reticencia, cuando no rechazo. Una actitud basada exclusivamente en lo inusual de la situación, como si el hecho de esta improbabilidad fuese sinónimo de la imposibilidad más absoluta. Sin embargo, si por un momento fabuláramos sobre la existencia de una joven campesina de diecisiete años, (Theresa tiene veintiuno) que en plena edad media se erigiera en comandante de un ejército con el beneplácito de toda una nación, sin duda nos reiríamos ante tamaño dislate.
    Y sin embargo sucedió, y Juana de Orleans derrotó a los británicos al frente de cinco mil hombres.
    Así pues, ¿Quién sino un atrevido osaría excluir la posibilidad de que una joven griega, hija de un escriba culto y amante de su única hija, supiera leer y escribir, y desease trabajar en un oficio que adoraba?
    Porque para disfrutar de una novela, al igual que hemos de ser exigentes con su rigor histórico, hemos de ser justos con su plausibilidad, que es distinto de probabilidad. Y no olvido que plausibilidad no implica solo la posibilidad de un hecho, sino la credibilidad de los acontecimientos que giran en torno al mismo.
    En este sentido, y refiriéndonos a la construcción de la protagonista ¿cómo se establece el carácter que la definirá a lo largo de la obra? ¿Debe su periplo ser absolutamente fiel a lo que en realidad le sucedería a una mujer en sus circunstancias, o al asumir el rol de protagonista se le puede conferir un punto de heroísmo arquetípico, aquel que con la ayuda de los hados –la que encuentran solo los valientes- aparece una y otra vez en nuestro ideario colectivo?
    Porque un protagonista es quien, a lo largo de toda una narración, ha de enfadarnos, divertirnos, emocionarnos, en definitiva, conducirnos en un viaje que termina cuando pasamos la última página de nuestro libro. Y obviamente, no puede morir por una pequeña rozadura en el primer capítulo, aunque eso fuera lo que probablemente le sucediera, a ella y a cuantos sufrieran de ese mismo rasguño.
    No quiero con esto defender a toda costa un determinado tipo de héroe en detrimento de un personaje absolutamente real hasta en los detalles más nimios. No se trata de eso. Más bien intento explicar que hay diferentes tipos de héroes, y que en este caso, cuando te planteas su carácter, su estructura, su complejidad, su grado de humanidad y de sobrenaturalidad, lo haces conforme a unos objetivos.
    Cuando me planteé escribir esta novela, lo hice con la intención –tal vez pretenciosa-, de llegar a un amplio público. Para ello sopesé durante largo tiempo no solo esta cuestión, la del carácter de la protagonista, sino muchas otras que tal vez explique en otro momento. Esta decisión me condujo inexorablemente hacia un delicado equilibrio entre la naturalidad que requería el personaje (su humanidad contribuiría a su credibilidad), y su comportamiento heroico, y por ende, arquetípico. ¿Por qué la necesidad de lo segundo? Porque cuando hablamos de gustar no solo a un entendido, sino también a un joven cuyo referente literario pasa por Harry Poter y los cuentos de hadas que le contaron cuando niño, en su inconsciente espera la recompensa de un personaje cuyas experiencias y vicisitudes, -incluido también (y sobre todo), el desenlace- se correspondan con el carácter icónico del héroe previamente aprendido.
    Este proceso, el de identificar comportamiento heroico con desenlace feliz, no es sólo propio de cuento infantil, (recordemos desde las ñoñas historias de Pretty Woman u Oficial y Caballero a las más elaboradas como La lista de Schlinder), obras que responden indefectiblemente al esquema “esfuerzo, sufrimiento o bondad = recompensa, maldad, traición = castigo”
    Curiosamente, este esquema que parece inalterable tan solo es propio de nuestra época y nuestra cultura, fracasando cuando lo trasladamos a sociedades orientales, cuyo esquema de valores es absolutamente. Así pues, conforme nuestro entendimiento avanza, apreciamos como signo de madurez (que equiparamos con calidad) aquellas obras que abandonan un esquema demasiado maniqueo y abundan en la diversidad y los matices, hasta elevarse por encima del arquetipo y plasmar de un modo único el comportamiento humano.
    Obviamente, la credibilidad de un personaje no solo viene dada por el equilibrio de su carácter humano/héroe. También su comportamiento debe reflejar los valores y pasiones con las que nos sentimos identificados (perseverancia, bondad, humildad, solidaridad, amor filial o cualquier otra).
    Este dilema debe solucionarlo el escritor, en función del público al que vaya destinada la obra. Si el futuro mercado lo compusieran exclusivamente lectores expertos y maduros, debería haber optado por crear una protagonista más gris, con matices que recompensasen al lector cuando éste se viese reflejado en la realidad de la condición humana. Igualmente sucedería con el final, (no es necesaria la ecuación bondad = triunfo), según ya he comentado antes. Así pues, encontramos en La Escriba, que el arquetipo de Theresa no obedece a la imposibilidad de crear un personaje con matices, rebosante de humanidad, con defectos notorios, con cambios de carácter y con ese punto de maldad con el que nuestra alma nos amenaza a cada poco. No es así, porque estas mismas características están presentes en Althar, en la puta Helga, en Alcuino y en tantos otros. Al contrario. Tal vez sea precisamente su contraste (al comparar a la protagonista con los secundarios) cuando se evidencia más este dilema.
    De modo que no es un error, sino una persecución, el dotar a Theresa de un carácter arquetípico cuidadosamente matizado. Recordemos que Theresa no es una típica heroína que todo lo soluciona, que tiene conocimientos de todo tipo y todo tipo de habilidades. Al contrario, es una muchacha cuya mayor virtud es la tenacidad y su amor por la cultura. De hecho, incluso su papel de protagonista se ve en ocasiones ensombrecido por la presencia de Alcuino, siendo conveniente señalar que finalmente reconoce la realidad del documento de Constantino gracias a los apuntes de su padre, y no a sus propios y escasos conocimientos (tan solo habla y escribe griego y latín, ambos por su origen bizantino). En cuanto a su personalidad, no nos encontramos ante un personaje plano: vemos cómo Theresa miente a menudo, pese a su propósito de no hacerlo, duda sobre si regresar a Wurzburg cuando conoce la desaparición de su padre, y finalmente renuncia a la ilusión de su vida para vivir junto a su amor en un campo perdido. Si nos detenemos en sus vicisitudes, observaremos que en ningún momento se producen situaciones “Deus ex machina”, y si alguna lo parece, basta con examinar la trama para comprobar que no es el caso.
    Incluso el final de la novela es un guiño a la realidad y a la amargura, pero lo suficientemente escondido como para que tan solo sea apreciado por aquellos que saben que la vida es un camino de espinas en el que la felicidad no siempre recompensa a la bondad o al esfuerzo.
    El nombre de la rosa, paradigma para muchos de novela histórica erudita, presenta a un protagonista absolutamente arquetípico, que Eco disfraza y eleva hábilmente con los ropajes de la sabiduría. Una sabiduría tan abrumadora, que la mayoría renunciamos a cuestionar, dando por sentada su veracidad, legitimada por la propia sabiduría del autor. Y sin embargo, en sus textos encontramos la definición de intertextualidad elevada (y reconocida por Eco) a su máximo exponente. Y no solo explota éste ¿recurso?, sino que lo maneja a su antojo hasta emplear citas de autores medievales que vivieron con posterioridad a la época en la que se desarrolla la novela. El personaje de Guillermo de Occam, a quien todos admiramos por su sagacidad, ni siquiera es un émulo de Holmes, a quien todos reconocemos en su viaje temporal durante el que cambia su egolatría y soberbia por una humildad cubierta de erudición, puesto que el propio Holmes es una caricatura exitosa de Dupin, la genial creación de Poe.
    Y no se trata de desviar la atención, y mucho menos de desacreditar la excepcional novela de Eco para excusar mejor la mía. Al contrario, Eco maneja con maestría estos hilos para confundir-cautivar al lector, y desde luego lo consigue como nadie. Tan solo pretendía explicar que en ocasiones, los motivos que dirigen la creación literaria van más allá de lo que finalmente se lee, y que depende, como he dicho antes, del propósito buscado con dicha creación.
    Honestidad versus pretenciosidad.
    Creo firmemente que aquí radica el quid de la cuestión. No exigimos lo mismo de un ensayo que de una novela de entretenimiento, al igual que no esperamos lo mismo de un Don Perignom que de una Coca-Cola, sin que esto suponga que una bebida sea objetivamente mejor que la otra. Si nuestros gustos son delicados, es obvio que preferiremos la primera, pero a buen seguro que, dependiendo de la ocasión y de las circunstancias, muchas veces escogeremos la segunda. Y lo que sin embargo nos indignaría hasta la médula sería el que nos ofreciesen un nuevo champagne con la etiqueta de exquisito y que no valiese ni para un sorbete de boda. No. La clave está en la honestidad, y sinceramente, creo que La Escriba, tal y como explico en sus apostillas, es una novela honesta.
    Finalmente, con toda esta argumentación, extensa y tal vez farragosa, quizás haya quien vea la mecha para encender el explosivo de la polémica. No. No es esa mi intención. No pretendo vencer, (sería estúpido) ni siquiera convencer, (sería inútil) a quien tenga que objetar alguna cosa contra La Escriba. Tan solo deseo explicar, y sobre todo, compartir, cuantas razones me han guiado durante la elaboración de esta novela.
    Porque al fin y al cabo, el lector es el juez absoluto y soberano. Él es el único dueño de sus emociones y sus sentimientos, y contra eso no valen argumentaciones, porque nacen más allá de cualquier razonamiento. El lector es el protagonista, y no el libro, y a él le debemos todo nuestro agradecimiento. Al escritor le vale de poco (más bien de nada), cuantas encendidas defensas haga de su obra. Tan solo le resta escuchar con humildad, y trabajar con mayor ahínco en su siguiente obra, para devolver a sus lectores cuanto esfuerzo y pasión pusieron en la lectura de su primera novela.

    Muchísimas gracias, y siempre a vuestra disposición.

    Antonio Garrido

  23. perdón por la omisión.

    sociedades orientales, cuyo esquema de valores es absolutamente DISTINTO.

  24. Koenig dice:

    Bueno.

    He aquí un texto para imprimir y leer despacito. Gracias por tu participación, Antonio.

    Hasta luego.

  25. Clío dice:

    Gracias Antonio por entrar en la reseña, y por dar toda suerte de explicaciones que ayudan a entender mejor la obra, no lo tomo en absoluto como una réplica, lo bueno de Hislibris es precisamente esto, que los autores se explican, colaboran, nos sorprenden con sus conocimientos, y esto es, al menos para mi, un intercambio enriquecedor.
    Despues de tu explicación, comprendo mejor el caracter que has querido dar a Theresa y seguramente tienes razón, lo mio ha sido una sensación, de pronto el personaje que me parecia tan interesante, fue perdiendo interés, y fueron ganandolo otros personajes. Pero es pura subjetividad.
    No estoy de acuerdo contigo en que El nombre de la rosa, sea un «paradigma de la novela histórica erudita», Eco supo crear una atmósfera interesante, un misterio bien llevado y el personaje de Guillermo pasará a la historia, pero para mi fué quizás demasiado erudito, era un continuo exámen y búsqueda de información lo cual en numerosas ocasiones te hacia perder el hilo argumental y, o bien pasabas y seguias, o te dedicabas a buscar el dato, la cita, el latinajo de turno y cuando yo la leí, que no existia el Google, era un poco lento y farragoso, aunque quizás precisamente era eso lo que deseaba el autor, disfrazandolo de novela de misterio llevarte por otros derroteros, nunca se sabe.
    Si quiero que te quede claro, Antonio, que la novela me ha gustado y mucho, sobre todo por las razones que doy en la reseña, has sabido imprimir esa atmósfera en la cual podíamos oler los pergaminos, los cueros, ver los paisajes, comer con los protagonistas, amarlos, odiarlos, ensuciarnos nosotros también en muchos de los pasajes, reir y llorar… y eso es muy importante para el lector, amén de que la base histórica me pareció excelente y sútil, sin citas abrumadoras, pero con lo que yo llamo «pinceladas históricas».
    Y por supuesto, que esperamos con impaciencia tu próximo trabajo.

  26. Koenig dice:

    Iniciar un debate sobre un libro, y mas, pienso, si es con el autor, exige como paso primero dejar claro que debatimos totalmente libres de cualquier prejuicio o intencionalidad otra que el intercambio de opiniones. Bueno, excepto el autor, al que en buena lid se le debe permitir que defiende su obra ¡que menos!. Por ello me gusta omitir los argumentos de tipo ataque – defensa, que no creo que se hayan empleado. Igual que el desdén.
    Así me gustaría empezar opinando que no estoy totalmente de acuerdo contigo, mi estimado Antonio Garrido, cuando dices que “tendemos a ensalzar aquello que se aproxima a nuestro arquetipo de perfección, y por ende, a desdeñar cuanto se aparte de este”. En este contexto desdeñar me parece una palabra tal vez un tanto excesiva. Cuando uno ha leído muchas (incluso muchísimas, me consta, algunos de los que por aquí aparecen) novelas adquiere cierta tendencia a no desdeñar ninguna, porque tiene una perspectiva lo suficientemente amplia como para encontrar en todas algún elemento valioso. O en casi todas. Viceversa tampoco tiende tanto a ensalzarlas. Aunque, personalmente, si tengo que elegir, por el mismo precio prefiero ensalzar antes que desdeñar, ya que soy totalmente consciente del trabajo que implica escribir una novela.

    Has escrito también sobre “arquetipos” con relación a las novelas en general y a los personajes en especial. Cierto es que todos tenemos nuestro “estilo” de personaje o de novela preferidos. Cierto es que dichos “arquetipos” vienen condicionados por la sociedad en la que vivimos y por nuestras creencias personales. Pero de ahí a considerarlos determinantes a la hora de sentir gusto o disgusto ante un personaje o novela, me cuesta aceptarlo. Un ejemplo claro en lo que a personajes se refiere pueden ser las novelas de George Mac Donald Fraser, cuyo personaje, Harry Flashman, se las apaña para resultar simpático, a pesar de que una y otra vez nos repetimos aquello de “no será capaz…”. En lo que a novela en conjunto se refiere, se me ocurre recordar el “Juego de Reyes”, de Dorothy Dunnet, una magnífica novela que estuve a punto de dejar nada mas empezar debido a la sorpresa que me causó la forma de estructurar y narrar la historia.
    ¿Dónde quiero llegar? En resumen, considero que es no solo posible, sino además bueno, trascender esos “arquetipos”, que efectivamente todos tenemos, a la hora de analizar (que no enjuiciar) una novela. Es mas, se me ocurre que esta capacidad podría ser una de las características de un buen lector.

    Y llegando a “La Escriba”, en concreto.
    Estoy en total desacuerdo con eso del trabajo de documentación oculto. El trabajo de documentación se ve, y de hecho, es una de las grandes bazas de la novela. Dicho esto, pasemos a otros asuntos.
    Nos haces una comparación con Juana de Arco muy interesante pero con la que no concuerdo del todo. Que Juana creyera ver y oír ángeles, o que realmente los viera y oyera es tema para un densísimo debate. Que además ello le diera el poder de actuar política y militarmente, en aquella época, es mucho mas dudoso. Desde mi punto de vista el personaje de Juana se asemeja mas a un peón que a un alfil. A una hábil maniobra propagandística que a un verdadero milagro. Y desde este punto de vista el personaje se vuelve verosímil. Una serie de señores feudales con ambición, ante la apatía del rey, recogen a una joven de Donremy que dice haber recibido un mensaje divino y la utilizan como estandarte. Es decir, la historia de Juana de Arco tal y como nos la ha legado la leyenda no me parece posible ni plausible. Al menos desde mis conocimientos actuales sobre la cuestión, lo cual no significa que no lo sea. Tan sólo que a mi no me lo parece.

    Con respecto a la posibilidad y la plausibilidad del personaje de una novela. No es lo mismo una novela ambientada en la pequeña historia diaria, que una novela ambientada en la gran historia. La de las crónicas, la de los acontecimientos señalados.
    En el caso de “La Escriba”, creo que mayoritariamente la novela está ambientada en la pequeña historia, y en este sentido la hija del escriba, que la adora, que sabe leer y escribir y que tiene unas ambiciones que no son las normales de una muchacha de su tiempo es perfectamente aceptable. Menos aceptable puede resultar, sin embargo, que huya con una copia de la “donación de Constantino” en el morral. Y sin embargo. Si leemos una novela, yo al menos, es para que me narren acontecimientos extraordinarios, no la vida diaria de un joven abogado que marcha todos los días a trabajar en autobús.
    En resumen, al menos yo, me considero muy dispuesto a ser totalmente abierto a la hora de examinar la posibilidad y la plausibilidad del personaje principal de una novela desde el prisma mas favorable.
    Sin embargo pienso que el abuso de estos límites amplios acaba actuando en detrimento del conjunto. Me explico.
    Nuestra heroína (en el caso de Theresa) es un personaje excepcional. No solo porque es posible dentro de la realidad histórica, sino también porque es nuestra heroína. Su padre también los es. De acuerdo. También lo son Althar y su mujer, y Alcuino de York, y el Conde, y el joven caballero del séquito imperial… Y desde mi punto de vista hay cierto abuso de personajes excepcionales. No digo que no sean todos plausibles, y posibles, cada uno por separado. Sino que tanta plausibilidad y posibilidad al límite acaba por afear la historia. Al menos para mi.
    Algo parecido me pasa con el argumento, y por eso hablaba en su momento de que me parecía muy “naif”, muy de cuento de hadas. Que una mujer sola en una situación difícil reciba ayuda de un desconocido está bien. Es posible y plausible. Que todos los desconocidos que se encuentran con esta mujer sola en una situación difícil decidan ayudarla sin pedir nada a cambio. Es posible. Pero ya no me resulta plausible. Es un guión que deja de gustarme un tanto, que pierde emoción cuando uno ve que la solución de las situaciones se hace mas fácil de lo que esperaba. Esto es, por supuesto, una apreciación totalmente personal.
    Me estoy extendiendo y no quería. Todo esto son, por supuesto, impresiones personales, opiniones a la Koenig, que no pretenden en absoluto desmerecer la novela, ya lo he dicho antes.
    Me queda tan sólo, yo también, agradecer a Antonio sus explicaciones, garantizarle que, yo al menos, le daré la murga en cuanto publique otra novela, y zanjar dejando claro que, como le ha pasado ha Clío, es una novela que me ha gustado (como todas no, mas que la mayoría de las que he leído en los últimos meses).

    Opino.

  27. Koenig dice:

    Moderación ¡Pero si esta vez no he puesto luj…eso!

  28. Javi_LR dice:

    Pues va a ser el palabro «snaif»…

  29. Koenig dice:

    :-) Pues habrá que prescindir de él en el futuro.

  30. Queridos Clio y Koenig.

    Gracias por vuestro tiempo y vuestros esfuerzos.

    Como dije antes, no se trata de convencer a nadie, como prueba la argumentación de Koenig, al igual que tampoco creo que se trate de demostrar nuestra capacidad argumentativa, (que tal vez pudiera parecerlo). Al menos, no es ese mi deseo.

    En relación con los arquetipos, creo que en mi exposición he sido suficientemente claro al hablar del compromiso humanidad-heroe.

    Respecto a Juana de Orleans, fuera peón o alfil, la historia es la que es, una joven de diecisiete años comandó un ejército de 5000 hombres en plena edad media.

    En relación a Theresa, y al argumento en su conjunto, sinceramente, creo que no es justo calificar la historia de naif o cuento de hadas, primero, por el componente peyorativo del término (aunque no fuese esa tu intención), y segundo porque no creo que sea cierto.

    ¿Por qué cuestionar que Theresa llevase el documento en el zurrón? Realmente es lo lógico. El padre es asaltado, (premisa) olvida el zurrón durante la intervención de su brazo (plausible), ella lo recoge tras el incendio (lógico) y huye sin reparar en su contenido (lógico)
    ¿Donde radica el problema?
    Hoos interviene porque hace dias que merodea por su cabaña, y NO HACE MÁS POR ELLA. (De hecho no interviene antes del intento de violación, sino que espera a que uno de los sajones esté herido y ataca al otro por la espalda.
    Althar ayuda a Theresa, UNICAMENTE cuando piensa que puede sacar un provecho de ella (la impedimenta perdida).
    Alcuino la toma a su cargo POR SU PROPIA CONVENIENCIA, (al reconocerla como hija de Gorgias, y no disponer en ese momento de otro ayudante más válido).
    Hasta Helga le cobra por el hospedaje, de modo que no comparto el sentido de tu comentario.

    Respecto al resto de los personajes, ¿qué tiene Althar de excepcional? ¿O su mujer? ¿O Helga? ¿O el marrano? ¿O Wilfred? ¿O el maestro barbero? ¿O Hoos? ¿Qué tiene de excepcional Izam, aparte de estar enamorado?
    Lo único que tienen en común es ser personajes en los que se reconoce de forma muy clara su individualidad. Si esta individualidad es la que te resulta excepcional, fantástico, aunque más bien da la sensación de que simplemente es la impresión que te has forjado.

    En resumen, un libro deja de pertenecer a su autor cuando pende de los anaqueles de las librerías, porque como ya sabéis, no hay un solo libro, sino tantos como lectores lo hayan leído, y esa es afortunadamente la grandeza de los libros. Me reafirmo, pues, en mi idea de que cada lector «siente» algo cuando lee, quizá algo que podríamos definir como un conjunto de impresiones que raramente analiza. Simplemente las siente, que es como debería de ser, ya que esas sensaciones no son sino el fruto inconsciente de todo su conocimiento, su forma de ser y sus experiencias previas, de modo que solo me queda esperar a que sea ese público el que finalmente le conceda el beneplácito a La Escriba.

    Muchísimas gracias

    Antonio Garrido

  31. Clío dice:

    Qué bien te explicas, galo! imposible para mí exponer de manera tan clara lo que ocurre con la protagonista conforme avanza la novela, pero esa es mi «sensación», esa que no he sabido explicar bien en la reseña.

  32. Clío dice:

    Perdón, no terminé el comentario y además ya se ha solapado con el de Antonio, cuyo último párrafo me ha llegado al alma, en realidad lo que quería decir era precisamente eso, que de cualquier modo cada uno afronta la lectura de manera subjetiva y lo que a unos gusta a otros no, pero ello no significa que el trabajo puesto por el autor en su obra desmerezca en absoluto, máxime cuando estamos de acuerdo en que el libro en bueno y merece la pena su lectura.

  33. pepe dice:

    De modo que los libros penden de los anaqueles de las librerías… ¿será de ahí de donde viene la expresión libros de lectura pendiente?

  34. Koenig dice:

    Buenos días.

    En primer lugar he de presentar mis mas humildes disculpas si mi empleo de las palabras «snaif» (léase sin ese, que si no me ponen en moderación) o «cuento de hadas» han podido sonar peyorativas. En ningún momento ha sido mi intención. Existe una categoría de arte «snaif» (sic) y muchos cuentos de hadas que se caracterizan por ser especialmente agradables de leer y por sus finales alegres. Por ahí iban los tiros. Una vez explicado, te pido nuevamente que me disculpes Antonio, por si acaso.

    Por otro lado estoy totalmente de acuerdo contigo en que en este debate ni nos vamos a convencer ni se trata de demostrar capacidad argumentativa alguna. Simplemente, desde mi punto de vista, me parece sumamente interesante, y un privilegio, como «receptor» de una historia, poder intercambiar impresiones con el «emisor» de la misma. Principalmente porque no suelen coincidir del todo nunca lo se emite con lo que se recibe. Este parecía ser uno de estos casos, y saber qué idea tenías en mente, Antonio, como autor, es para mi una magnífica aproximación diferente a la novela. Es como releerla desde otro punto de vista.

    Por otro lado no voy a negar, sinceramente, que ahora mismo tengo la sensación de que hay ciertas tiranteces en este intercambio. Tal vez sea mi timidez lo que me hace pensar así. Pero si es así probablemente será mejor dejar las cosas como están.

    Un saludo.

  35. Aretes dice:

    No sé, Koenig. Yo no creo que existan esas tiranteces que mencionas.

    Algo que desde luego me gusta de Antonio Garrido (lo del apellido suena muy formal, pero hay un alto índice de Antonios por aquí) es que se nota que antes de escritor ha sido lector. Sabe lo que le gustaría encontrar en una novela y ha tenido la suerte y el valor de poner los ingredientes en la suya.

    Si luego se cuece al gusto de unos u otros, es otro cantar. Habrá quien lo paladee más o quién se lo tome como patatas fritas, quién le guste el ritmo trepidante o pausado, las descripciones o las acciones, los personajes secundarios o los principales… cada uno obtiene algo distinto de la misma novela y el comentarlo enriquece, sin duda.

    Me parece un lujo que el autor plasme la idea que pretende transmitir dentro de ese marco de sinceridad y confianza que usa Antonio. Quizá el hecho de poner todas las cartas en el tapete hace que haya alguna que no sea «políticamente correcta» pero es consecuencia de esa franqueza y de sentirse, como creo, en su casa.
    Prefiero un autor que no se distingue de sus lectores como una casta distinta aunque eso lleve a discusiones, que el que se esconde en su despacho y escribe pensando en un público lejano e inferior, que también los hay.

  36. cavilius dice:

    Dicen -no sé si es cierto, la fuente es una exvecina que tuve hace muchos años- que Brian Ferry no escuchaba ningún tipo de música, que se encerraba en su estudio de grabación y componía lo que le salía de… dentro, sin más influencia que el canto de los pájaros y el murmullo del viento cuando sopla y se cuela por debajo de las puertas (la nota cursi es cosecha mía, no de mi exvecina).

    ¿A alguien le gusta la música de Brian Ferry? A mí sí…

  37. Aretes dice:

    Deberían haberte moderado.
    Que lo sepas.

  38. cavilius dice:

    Pues que sepas que el murmullo del viento, cuando sopla y se cuela por debajo de las puertas, es muy inspirador.

    Saludos, Antonio. No creo que lea tu novela, por razones absurdas, largas y tediosas de explicar, pero ello no me impide desearte suerte y éxito con ella y con las que le sigan.

  39. Rodrigo dice:

    (A mí me gusta Brian Ferry, y Roxy Music.)

  40. pepe dice:

    Cavilius, ¿no se llamaría Alice tu vecina, por un casual, y se marchó en una gran limusina, poco antes de que llegara Sally a consolarte?

    Oh, I don’t know why she’s leaving,
    Or where she’s gonna go,
    I guess she’s got her reasons,
    But I just don’t want to know
    ‘Cos for twenty-four years
    I’ve been living next door to Alice

  41. juanrio dice:

    pepe, no dejas de sorprenderme. Cavilius, lo de Ferry es falso, pero dicho por ti suena muy bonito. De hecho, Brian Eno le acusaba de comercial y no oyendo nada de música dificilmente podría serlo. Pero es que además basta con oirle para saber que tiene mujchisimas influencias de otros músicos, se me ocurre un tal David Bowie.

  42. cavilius dice:

    Bah, juanrio, es que tú sólo te has fijado en que los dos llevaban el mismo tupé…

  43. cavilius dice:

    El que se marchó fui yo, pepe; ella sigue viviendo en el mismo lugar. Aunque lo de los tuentiforyíars sí que coincide, más o menos.

  44. Josep dice:

    Protocomentario:

    «¿Por qué cuestionar que Theresa llevase el documento en el zurrón? Realmente es lo lógico. El padre es asaltado, (premisa) olvida el zurrón durante la intervención de su brazo (plausible), ella lo recoge tras el incendio (lógico) y huye sin reparar en su contenido (lógico) ¿Donde radica el problema?»
    Todo escritor puede (y debe) permitirse licencias. A veces hay que sacrificar un ápice de verosimilitud para obtener un mejor resultado a lo largo de la novela. Otras, es preciso una pequeña transgresión inicial para poder construir el argumento. A partir de esta premisa, un inicio puede exigir un acto poco plausible y poco lógico, y el lector debe conceder un respiro al escritor, a condición de que el resto de la novela merezca la pena.
    ¿Nunca os han robado la cartera? ¿La han abierto ante vosotros para quedarse el dinero y devolvérosla, o se la han llevado y la habéis encontrado después en una papelera?
    Un ladrón no se pone a registrar un zurrón junto al cuerpo del tipo que acaba de abatir: se lleva el zurrón para destriparlo tranquilamente a escondidas.
    En vez de «plausible», «lógico» y «lógico», asumamos que el robo del pergamino equivocado, con preservación del bueno, es un puntal necesario para el desarrollo de la novela. Y ya está.

    Si luego tengo un descanso, seguiré con el resto del comentario (que promete se r extenso)

    Un saludo: Josep

  45. Josep, segunda parte, dice:

    Prólogo al comentario:

    Antes de escribir mi comentario, debo hacer una serie de precisiones para no herir susceptibilidades.
    La primera es que una novela gusta o no gusta, y es tan difícil justificar por qué como explicar por qué no te gustan las gambas. Por ello, un “no me gusta” no quiere decir que la novela sea mala. Lo mismo sucede con aspectos concretos, detalles, párrafos, capítulos o personajes. ¿Te gusta la paella y apartas los higaditos? ¡Pues sí!
    La segunda, directamente derivada de la anterior, es que una apostilla a una novela no debe interpretarse como un ataque a la misma, y mucho menos a su autor. Incluso en aquellos casos (extremos) en que podamos afirmar que una novela es deplorable, ello no quiere decir que el novelista sea un mal escritor. Afirmo que “Marco el romano” es mala con avaricia, y sin embargo me gusta Mika Waltari; igualmente afirmo que “Rey Jesús” es francamente mala, y no creo que nadie dude de mi pasión por Graves.
    La tercera es que absolutamente todos los autores cometen errores. No soy nadie para hablar como escritor, por razones de sobra conocidas, pero creo que tengo derecho a opinar como lector. En algunas novelas, que me interesan por razones de investigación o inspiración, anoto cuidadosamente los fallos y las dudas para volver más tarde sobre ellos; por el contrario, en las novelas que leo por placer no soy tan quisquilloso, pero ello no obsta para que no recuerde algunos que, parafraseando a Einstein, he “neurocopiado”. Y tras muchos volúmenes leídos puedo afirmar categóricamente que no hay obras exentas. No recuerdo quién dijo que “si no diéramos nuestros imperfectos borradores a la imprenta, nos pasaríamos la vida corrigiéndolos”.
    La cuarta es que los errores no son sólo culpa del autor. Cuando escribimos, cometemos pequeños deslices (y no tan pequeños). Por mucho que releamos el texto, no podemos corregirlos: nuestro cerebro los obvia porque ya conoce el contenido de lo que leemos. Es preciso que otra persona, prestando atención a la forma (a la par que al fondo), los detecte y nos lo diga. A ello deberían contribuir los familiares y amigos a quienes agobiamos con nuestros borradores (a veces varios textos sucesivos), pero no es su obligación ni podemos exigirles esa capacidad. En mi humilde opinión, esta obligación recae en el trabajo editorial y en los “correctores de estilo”: la mayoría buenos en su oficio, pero algunos de los cuales nunca he sabido para qué sirven (al menos en literatura científica, que es lo único que he publicado, y donde sólo están para introducir sus propios errores). En el caso de novelas extranjeras, el muerto hay que colgárselo a algunos traductores.
    La quinta es que, del mismo modo que resulta difícil justificar por qué no te ha gustado algo, lo es igualmente defender su bondad. El autor vive su obra como una hija, y no es fácil reconocer sus defectos. Es un error considerar (aunque sea subconscientemente) que cada detalle cuestionable es un ataque a la propia valía como escritor o a la calidad global de la novela. Y es un error defender apasionadamente lo que hemos escrito.

    En otro respiro, seguiré. Hasta pronto.

  46. Josep, tercera parte, dice:

    Y el comentario propiamente dicho (ya era hora).

    Una vez hechas las necesarias puntualizaciones, yo querría destacar algunas cosas que recuerdo (dado que no he puesto señales en las páginas, ni es mi intención machacar una obra que tiene sus méritos, ya apuntados por otros y sobre los que no voy a insistir); aún más, sólo pondré algunos ejemplos, pues lo contrario sería actuar de mala fe. Por otra parte, ruego que me disculpéis si las citas de la novela no se corresponden al 100% con el texto impreso, dado que tengo la mala costumbre de citar de memoria.

    Con el debido respeto, y remitiéndome al “prólogo”, debo comentar un par de errores.
    – En el siglo VIII era imposible “suturar venas”. Se ligaba los vasos y se confiaba en que la circulación colateral supliese el riego. Si ello no era posible, por tratarse de vasos únicos (vg en la raíz de los miembros), la única solución posible era la amputación. Aquí debemos destacar que tal vez este detalle sea ya conocido por el autor, y que haya decidido que no podía permitirse un escriba manco desde el principio; en caso contrario, también hay que añadir en descargo del autor que nadie puede saberlo todo, y que en mi caso es sólo deformación profesional (para quienes no lo sepan, soy médico y fui cirujano).
    – Al auscultar un pulmón sano, se escucha siempre un ruido conocido como “murmullo vesicular”. Si una costilla desgarra un pulmón se produce un colapso del mismo, cuya manifestación principal es, precisamente, la abolición de los ruidos pulmonares. No tiene sentido que todos los personajes de la novela pongan la oreja en el pecho de Hóos para luego decir: “no se escuchan soplidos, eso es bueno”. Del mismo modo, un traumatismo cerrado no tendría por qué causar fiebre alta. Como dije en el ítem previo, es sólo deformación profesional.

    En otros casos, no puedo hablar de errores porque no estoy seguro y no he tenido tiempo de investigarlo en profundidad, pero tengo mis dudas y espero que alguien más sabio que yo pueda corregirme y orientarme (mis lagunas son enormes).
    – Fray Alcunio busca un remedio para curar la fiebre de Hóos: corteza de sauce. Repite una y otra vez “Salix alba”: es decir, el nombre científico, según la taxonomía que Linneo crearía 900 años después. No tengo claro que el sauce recibiese ese nombre (compuesto por dos términos) en aquella época.
    – ¿Había ventanas de alabastro? Yo creía, honradamente, que eran un añadido posterior.
    – Algunos platos son extraños para la época y localización geográfica: las tortas con manteca y canela (importada y muy cara para que la use la mujer del percamenarius) o los hojaldres con miel y almendras (creo que en la época no había almendros en Centroeuropa; el stolen es relativamente reciente).
    – Todo el mundo, en todas las clases sociales, bebe vino en abundancia; yo creo que, en Germania, el vino no podía ser un producto barato y abundante, al alcance de todos los bolsillos. A partir de la página 200, como si el autor se hubiese dado cuenta de repente, el público ya empieza a beber cerveza, que no se menciona hasta entonces; alguna referencia previa contribuiría a evitar esa impresión.

    También hay algunos fallos de continuidad.
    – Fray Alcunio se pregunta qué crimen habrá cometido el Marrano: probablemente un robo en la hacienda de algún noble o un incendio. Después se atraganta cuando conoce la verdad: violación y asesinato. Sin embargo, sólo unos párrafos después, resulta que ha estado comentando el caso con unos capellanes y sí sabía que era un asesinato.
    – La chica tiene quemaduras que no ha curado ni cuidado en todo el texto, de las que ni siquiera se ha quejado, de las que el narrador omnisciente no nos ha hablado, y aparecen de novo para que Fray Alcunio pueda verlas.
    – Theresa anota en su tablilla que Rothart ha ganado noventa denarios con las apuestas de la pelea tabernaria. Poco después, Fray Alcunio y ella comentan que veinte denarios es mucho dinero.
    – En el ya referido episodio del “Salix alba” (nombre en latín). Poco después, Fray Alcunio deduce que Theresa sabe griego por haber leído dicho nombre en un frasco. ¿O es que los frailes escriben palabras latinas con caracteres griegos?

    Respecto al trabajo de los correctores de estilo.
    El autor emplea algunos términos de forma que yo considero incorrecta (puedo estar equivocado), y se trata de errores fácilmente subsanables por un lector/corrector que hubiese puesto un poco de atención.
    – “Carlomagno ama la cultura y el reino franco adolece de ella”. Debió escribir “carece”. “Adolecer” es padecer un defecto, no carecer de una virtud. De todos modos, en un error muy extendido en el habla cotidiana.
    – “Tu manejo de la espada ha resultado ser proverbial”. “Proverbial” es algo conocido por todos desde hace mucho tiempo, no puede hacer referencia a un hecho reciente constatado por un observador en un momento dado. Podría haber empleado “espectacular”, “magnífico”, “excelente” o cualquier otro superlativo.
    – “Pléyade de callejuelas”. Creo que el término que el autor buscaba es “dédalo”.
    – Abundan los leísmos (quien esté libre de pecado que arroje la primera piedra).

    Por supuesto, todas estas chorradas no suponen más que algún guijarro en un camino de varios cientos de páginas, y no deben malinterpretarse como una censura al conjunto de la obra. Lo repito por enésima vez, dado que la palabra escrita se presta a malentendidos al carecer de entonación y gestos. Me limito a ser ese lector atento que ha manifestado sus dudas.

    Respecto a las aventuras y desventuras, aquí no puede juzgarse a nadie por lo que escribe. Como diría un amigo mío, “el autor eres tú y escribes como quieres”. O, como digo yo, “si nos dejaran, todos corregiríamos a Homero”.
    La protagonista sufre mil percances de los que siempre sale bien. Lo siento: no me gusta tanta buena suerte, y en eso creo que estoy del mismo bando que otros hislibreños. Pero insisto en que es el modo que el autor ha elegido para desarrollar su acción, y cualquier juicio al respecto entra en el mundo de lo subjetivo. A mí no me ha gustado, como no me gustan los higaditos en la paella, pero no tengo problema alguno en comer el resto (y pasar los higaditos al plato del vecino, aprovechando que no mira).
    – Se mete en una piscina corrosiva y sale sin ningún daño.
    – Sobrevive a un incendio pavoroso con sólo unas quemaduras sin importancia (y, además, evanescentes; véase más arriba).
    – Están a punto de violarla cuando llega un oportuno salvador.
    – Se moja en un río helado y no le pasa nada.
    – Etc.
    Fue Mark Twain (famoso embustero como ninguno) quien dijo: “¿Por qué no va la realidad a superar a la ficción? Al fin y al cabo, la ficción debe ser creíble”. Personalmente pienso que cualquier cosa que pueda pasar, pasará tarde o temprano, por lo que pocas cosas son increíbles. Otro cantar es que a mí (lector individual con gustos propios y no universales) me guste o no.

    Un fuerte abrazo y espero que nadie se enfade por este largo comentario que, de verdad, no pretende ser ninguna crítica destructiva, sino sólo una relación de dudas personales.

    Siempre vuestro: Josep el manco.

  47. pepe dice:

    Amigo Josep: por lo que a mi respecta, a partir de ahora pasas a formar parte de la pléyade de comentaristas de Hislibris, del mismo modo que lo atinado de tus comentarios pasará a ser proverbial.

  48. Koenig dice:

    Yo diría aún mas, espero que ahora que existe la sutura nadie nos ampute tan preclaro miembro, y que ninguna ruptura acalle su murmullo vesicular.

    Saludos.

  49. Josep dice:

    Que los dioses os colmen de infinitos parabienes, queridos amigos. Si me sacudo la pereza, prometo colaborar de un modo más activo (y no sólo como chinche de reseñas ajenas)

  50. Clío dice:

    ¡Pero si aquí lo que más gusta es el chincheo, Josep! ¡Bienvenido!, oye no estaría mal que nos contases los anacronismos que encuentras en las tan numerosas novelas históricas donde aparecen médicos o historias de médicos, veáse El médico de Noah Gordon y algunas otras que no me vienen a la memoria ahora, podrías abrir un hilo en el foro! o las puedes reseñar si no estan por aquí, ¡venga ya te hemos dado trabajo!

  51. Josep dice:

    Si te cuento los errores de «El médico» tendría que crear una biblioteca aparte. Acabarás antes si coges un folio, escribes «no es cierto que» y a continuación grapas el libro.

  52. Clío dice:

    Ay, que pena! con lo que me gustan a mí las curaciones con hierbas y esas operaciones imposibles, hace poco leí un libro, ahora no recuerdo el nombre, en el que el médico, judio, en época de Augusto se formaba en la escuela de Alejandría y hacia la operación de cataratas de dos formas distintas, es más una de ellas era la forma en que lo hacía un médico amigo hindú, ¿esto era posible en esa época?, Ah! era una novela de F. Slaugther, antigua que encontré en casa de mis padres «María de Magdala», bueno y un montón de cosas más, que pudieran ser o no correctas, pero impresionantes sí que son.

  53. Marbenes dice:

    Bienvenido Josep. Será genial que consigas vencer tu pereza y nos regales más comentarios en lo venidero.

    Y, por cierto, esto me trae a la cabeza lo feliz que me siento (hasta cierto punto, claro) con mi incultura que me permite disfrutar a mis anchas de libros como El Médico y otros muchos, que mi incultura es muy amplia y abraca muchos temas (el que no presume de algo es porque no quiere).

  54. Tarquinia dice:

    Magnífica reseña, Clio.
    Sr. Garrido, gracias por su intervención.
    Josep, me has dejado sin palabras (los protocomentarios son mi debilidad…)

    Ahora la confesión: ejemmm… la ilustración de la cubierta es tan fea, pero tan fea, que me ha quitado las ganas de mirar de qué iba el libro cada vez que lo he visto en la librería.

    Sí, sé que no hay que juzgar un libro por la cubierta. Pero es que todo estaba en su contra:
    1- The pila no deja de crecer con los comentarios hislibrenses o hislibreños: tengo lectura interesante pendiente para los próximos tres años.
    2- Este libro no habia sido reseñado por los magníficos comentaristas hislibreños o hislibrenses habituales, y yo ya me fio poco de mi intuición.
    3- La portada es fea de narices (este comentario hará que me moderen, lo sé)

    Declaro que depués de lo leído, y subsanado el punto 2, pasa a ser una de las lecturas pendientes para el futuro inmediato.

  55. Tarquinia dice:

    Siempre lo puedo forrar con algo…

  56. AlmaLeonor dice:

    ¡Hola!
    Clio, felicidades por esa buenísima reseña. Y felicito también a todos los «comentaristas», además de interesantes apuntes (Josep, lo tuyo me ha parecido un trabajo bárbaro, enhorabuena), me he reído un montón, jejeje

    Yo solo quiero añadir que me ha encantado el libro. De principio a fin. Y suscribir que Antonio Garrido es una persona simpatiquísima y cercana, y que su firma y dedicatoria es preciosa y singular.

    ¿Su próxima novela en Galicia?, jejejeje No estaría mal… «El Finis Terrae», aunque yo apostaría por otra cosa…..

    Besos.AlmaLeonor

  57. Aretes dice:

    ¡Que gratificante es ver que una no es la única para la que los misterios de la cursiva, negrita, enlaces y varios siguen siendo inescrutables!

  58. Estimado Josep.

    Gracias por el esfuerzo que se desprende de la extensión y minuciosidad de tus comentarios. Entiendo, según se desprende de tu propia declaración de intenciones, que tal extensión y minuciosidad obedece, no a una lectura por placer, sino a un interés de investigación o inspiración. Como sé que el periodo tratado no lo estás investigando, asumo que es por inspiración y te agradezco la deferencia.

    Voy a intentar responder a tus inquietudes y de paso compartirlas con cuantos lean esta reseña.

    1. No sé por qué das por sentado el que cuando asaltan a Gorgias, éste es dejado medio muerto por el atacante, quien registra la cartera y la abandona junto al herido. Tal descripción es fruto de tu imaginación (lo cual no es criticable), pero no coincide con lo que se relata. En el texto hay una pelea que no se presencia, que no es narrada, y en la que nadie sabe lo que ocurre. No se dice que el zurrón (palabra externa, en la novela “talega”), aparezca separado del herido. En esa época la talega se porta pegada al cuerpo, atravesada o atada., precisamente para evitar hurtos. En la pelea, el atacante no vence a Gorgias y le arrebata la talega para luego abandonarla. El atacante tan solo tiene tiempo, al verse descubierto, y ante el temor de ser capturado, de meter la mano en la talega, coger lo que cree el pergamino, y salir huyendo.
    En este sentido, el relato es absolutamente coherente, aunque a ti te parezca lo contrario.

    2. Comparto contigo el que no hay escritores perfectos, al igual que no hay hombres perfectos, ni médicos perfectos. Sinceramente, sería patético pretender exigir a un escritor que fuera Dios. En mi caso particular, me enorgullece sentirme humano, para lo malo, porque intento enmendarlo, y también para lo bueno, porque trabajo para ello.

    Antes de empezar, creo que sería de ley el que la minuciosidad de la crítica se correspondiese con la minuciosidad de lo criticado.

    Vayamos pues con tu reseña.

    “EN EL SIGLO VIII ERA IMPOSIBLE SUTURAR VENAS”
    Suturar significa coser, no necesariamente empalmar. Como bien sabes, el ligado se realiza con aguja, por lo que puede denominarse cosido. El término suturar empleado en la actualidad se ha especializado en el ámbito médico. Cuando se aplica a una vena, indica “empalmar” y si se refiere a una herida, simplemente coser.

    “AL AUSCULTAR UN PULMÓN SANO SE ESCUCHA…” “NO TIENE SENTIDO QUE TODOS LOS PERSONAJES DE LA NOVELA PONGAN LA OREJA EN EL PECHO”.
    ¿Por qué no? ¿Hay que ser licenciado para poner la oreja en el pecho?
    ¿Qué un pulmón sano produce un murmullo vesicular? De acuerdo. ¿Que un neumotorax cerrado simple, dependiendo de su gravedad, disminuye, pero no suprime el murmullo hasta que se produce el colapso? De acuerdo. Pero pareces haber olvidado otras múltiples patologías pulmonares que producen distintos sonidos, al igual que pareces olvidar que quienes auscultan al herido no son cirujanos, y por tanto, creo que ante un problema, libres de escuchar en esa zona, emitir su opinión, e incluso decir una barbaridad. En cuanto a la relación causa-efecto que estableces con herida pulmonar-fiebre, también pareces olvidar que Hoos ha recibido con anterioridad una brutal paliza, y lo encuentran inconsciente enterrado en el barro en pleno invierno en Alemania. Supongo que en aquella época ya existían las pulmonías, y que éstas ya producían fiebres. Que un trampero se equivocara o desconociera la relación que planteas creo que está más que justificado.

    CON RESPECTO A LA TAXONOMÍA O NOMENCLATURA DE LINNEO
    Como bien sabes, su aparición proviene de la necesidad de identificar con una única denominación (en este caso binomial) a cada especie animal o vegetal conocida, con independencia del idioma empleado. Así mismo, supongo que conocerás que en innumerables casos Linneo empleó, tanto para el género como para el epíteto, el nombre vulgar que se utilizaba en latín. Esto es así en numerosas especies vegetales, y no así en animales. Un zorro en latín era vulpes, no Vulpes vulpes. Sin embargo, Salix alba (que significa sauce blanco), es el nombre que recibía esa planta medicinal en el siglo VIII (también anteriormente), y que Linneo simplemente continuó utilizando. Lo mismo ocurre con Latuca virosa, (lechuga venenosa). Que el término aparezca en su acepción latina en la novela viene justificado por la “erudición” del término cuando lo emplea Alcuino al referirse a un medicamento, un recurso que utilizo a lo largo del texto en numerosísimas ocasiones. Luego fue Linneo quien copió a Alcuino, y no viceversa.

    ¿HABÍA VENTANAS DE ALABASTRO?
    La respuesta es sí.
    Los paramentos de ventanas, el lapis specularis, espejuelo o yeso cristalino translúcido, se empleaba abundantemente para cubrir las ventanas ya en el imperio romano.

    LAS TORTAS CON MANTECA Y CANELA.
    La canela era comúnmente empleada para aromatizar los vinos desde los tiempos griegos y romanos. Esa canela la utiliza la mujer de Korne, quien no olvidemos poseía un almacén en Wurzburg. Precisamente Wurzburg es una reconocidísima región vinícola de la que se tiene constancia ya en el siglo VII merced a los polípticos conservados. Producían vino, principalmente blanco, que no era tan bien considerado como el tino, y por tal motivo lo aromatizaban con especias. Aunque importada, la canela no era infrecuente, y su conservación permitía su uso durante largos años.

    ALMENDROS EN CENTROEUROPA.
    Aunque el almendro es propio de climas moderados, en ningún momento se refiere que haya almendros en la zona, solo un hojaldre que lleva el fruto. Las almendras era un artículo comercializado por toda Centroeuropa, que al igual que la canela, tiene buena conserva.

    EL VINO EN ALEMANIA.
    Como decía antes, Wurzburg es desde su fundación una región vinícola. Eso explica que el vino fuera abundante en la zona, si bien no patrimonio solo de Wurzburg, pues su consumo estaba extendido por toda Franconia. En las abadías y monasterios solía beberse vino, al igual que en la mayoría de las casas, generalmente aguado en una proporción de una parte de vino por cada dos de agua. Se consumía igualmente por niños, adultos y ancianos, y en numerosas ocasiones era preferible, por cuestión de salubridad, al agua de los arroyos.

    PROBLEMAS DE CONTINUIDAD.

    ASESINATO Y VIOLACIÓN DE LA JOVEN.
    Tu crítica es incorrecta en la secuenciación.
    En tus palabras:
    FRAY ALCUINO SE PREGUNTA QUÉ CRIMEN HABRÁ COMETIDO EL MARRANO: PROBABLEMENTE UN ROBO EN LA HACIENDA DE ALGÚN NOBLE O UN INCENDIO. DESPUÉS SE ATRAGANTA CUANDO CONOCE LA VERDAD: VIOLACIÓN Y ASESINATO. SIN EMBARGO, SÓLO UNOS PÁRRAFOS DESPUÉS, RESULTA QUE HA ESTADO COMENTANDO EL CASO CON UNOS CAPELLANES Y SÍ SABÍA QUE ERA UN ASESINATO.
    Pero en la novela no está reflejado así, sino correctamente: cuando Alcuino se pregunta qué crimen habrá cometido el Marrano es el viernes. Con los monjes habla el sábado por la mañana, y éstos le refieren un asesinato. Posteriormente habla con el obispo, y éste le refiere que el asesinato se ha perpetrado sobre una mujer joven (nuevo dato) y que además ha sido violada (nuevo dato). Esta nueva información es la que le produce el sobresalto, (no el asesinato en sí, que obviamente ya conocía). De hecho, le confirma al obispo que los monjes le habían referido el asesinato, pero nada más.

    LA CHICA PRESENTA QUEMADURAS QUE NO HA CURADO NI CUIDADO EN TODO EL TEXTO, DE LAS QUE NI SIQUIERA SE HA QUEJADO.
    No entiendo esta crítica. Como médico debes saber que existen diferentes tipos de quemaduras, desde las producidas por el sol o una simple salpicadura de aceite, hasta las provocadas por aplicación de fuego directo. Todos hemos sufrido alguna vez alguna quemadura y sabemos de lo que hablamos. Pero en el texto se especifica que las quemaduras se deben al impacto de ascuas volátiles sobre sus brazos y vestido, y no más. Estas pequeñas heridas producirían pequeñas quemaduras en vestido y manos, tan pequeñas como para no prestarles atención, pero suficientes en número como para poder ser identificadas tras una somera inspección. (Igualmente, todos conocemos las marcas que dejan las quemaduras, aunque sean muy pequeñas).

    90 DENARIOS Y 20 DENARIOS.
    Este asunto es como dices. En la versión alemana está corregido, (20 y 20) y aquí debió pasarse. Aún así, en el texto no se especifica que los 20 denarios sea la cantidad total ganada en la apuesta, de modo que según está escrito, podría haber sucedido. (ganó 90 denarios, y hablan de que 20 denarios es mucho dinero. Ambas expresiones son ciertas y no son incompatibles)

    ALCUINO DEDUCE QUE THERESA SABE GRIEGO POR HABER LEÍDO UN NOMBRE EN UN FRASCO.
    En efecto, y no es un error. Los frascos estaban escritos en griego. No sé como se escribe Sauce blanco en griego, pero supongamos que sea “XXX”. Si yo se leer griego, sé que en el frasco que está escrito “XXX” está el Sauce blanco, que es lo que Alcuino estaba buscando.

    TÉRMINOS

    ADOLECER. Padecer un dolor o defecto.
    Si bien tal es el significado RAE, considero, y así lo mantengo, que el propio idioma (y no como error aceptado) otorga el significado de carecer para ese término. Si no, observemos el término “Adolescente” Un adolescente no es una persona que padece un dolor o un defecto. Más bien es una persona que carece de los atributos que otorga el fin de la pubertad.

    DEFINICIÓN DE PROVERBIAL.
    Notorio o muy notorio, (además de tu acepción). El término no implica que esa notoriedad se refiera a muchas o a una única persona, ni que deba ser precedente al hecho.

    PLÉYADE DE CALLEJUELAS.
    Es un error.

    LEÍSMOS. Desconozco si los hay, pero el texto pasó el filtro de un corrector de estilo que, a la vista de su trabajo, merece mi más absoluta confianza (error de Pléyade incluído).

    LAS AVENTURAS DE THERESA

    PISCINA CÁUSTICA.
    El que Theresa se introduzca en una piscina con agua para tratar pieles y no le suceda nada, tiene su explicación. Hay siete estanques. Los primeros son más cáusticos, y las pieles se van cambiando de estanque precisamente para eliminar el cáustico. El último estanque, (del que se sacan las pieles), y en el que se introduce Theresa, solo tiene agua para lavar los cueros con los últimos restos de cáustico. (De hecho las pieles eran sacadas de este último estanque y manejadas directamente con las manos). Theresa cierra los ojos por precaución y miedo. Creo que esto está meridianamente claro.

    SOBREVIVE A UN INCENDIO PAVOROSO.
    En efecto. No se quema. (al igual que otros muchos que también se salvan) Cuatro hombres mueren, hay varios heridos pero la mayoría escapan intactos. ¿Habría sido mejor abrasarla a ella en el primer capítulo?

    ESTÁN A PUNTO DE VIOLARLA Y LLEGA UN SALVADOR.
    Así es. Un salvador del que olvidas mencionar su implicación final. Un salvador que no llega de repente, sino que está merodeando durante dos días porque hay sajones en su propia casa. Un salvador que presencia lo que ocurre, y que sin embargo no interviene hasta que sólo queda un asaltante, y puede atacarle por la espalda. Para haber tenido tanta suerte, el salvador podría haber entrado un poco antes, ¿no?

    SE MOJA EN UN RÍO HELADO Y NO LE PASA NADA.
    En primer lugar el río no está helado, porque en tal caso, lo habría cruzado caminando. Pero supongamos una temperatura de cuatro grados. Un chapuzón ¿Qué tendría que haberle sucedido? ¿Morir al instante? Sale del agua e intenta secarse, cosa que consigue al abrigarse con las pieles de Althar.

    Así pues, respecto a las aventuras de Theresa, celebro que consideres como buena suerte el que te acusen de un delito que no has cometido, debas abandonar a tu familia, te traicione la persona a quien amas, pierdas a tu padre tras mil esfuerzos por salvarlo, finalmente renuncies a tu mayor aspiración para evitar que un documento caiga en manos inadecuadas, y que sin embargo, éste acabe en esas manos. Si es así, permíteme que no te desee toda la suerte del mundo.

    En definitiva, te agradezco el interés, el trabajo y sobre todo, tu tiempo empleado, que a buen seguro es tan valioso como el mío. Por esa misma razón espero que comprendas que no continúe este debate, al igual que pido comprensión al resto de los que han seguido este hilo. A partir de ahora prefiero detener aquí mi aportación, seguir leyéndoos en la medida de mis posibilidades, y dedicarme a la novela en la que estoy inmerso, y que por vosotros, lectores, requiere ya de todos mis esfuerzos.

    Te deseo igualmente que aceptes estas palabras como una réplica constructiva, puesto que esa ha sido mi única intención. Y por último, te animo en tu tarea de escritura que persigues desde hace tiempo, deseándote de corazón el mayor de los éxitos.

    En cualquier caso, recuerda que los escritores no somos Dioses, como demuestra el hecho de que a pesar de que debes haber leído mas de 1000 veces el nombre de Alcuino, te has empeñado en escribirlo más de 70 como Alcunio. (aproximadamente)

    Un abrazo.

    Antonio Garrido.

  59. Josep dice:

    Querido Antonio:

    Tienes razón en lo de Alcuino, y la culpa es de mi pésima mecanografía (además de citar de memoria): lo escribí mal la primera vez y luego sólo fue recortar y pegar.
    Debo darte la razón en casi todas tus respuestas (ya te dije que eran dudas, y no errores), pero no en todas, sobre todo en lo referente al pulmón (lo siento), la sutura (NO se realizaba con aguja) y tampoco en «adolecer» y «proverbial»: la RAE no coincide contigo.
    Ya te he dicho que no se deben considerar los gustos como críticas, ni éstas como ataques: espero que no te hayas ofendido, y por supuesto no es mi intención atacar a nadie. Además, ¿quién soy yo, escritor mediocre y sin despegar, para juzgar a un escritor de verdad?
    Por cierto; «un crimen horrendo del que nada sabía» (esta vez sí tengo el original a mano). ¿Sigues pensando que no resulta confuso? Cuando escribimos, sabemos más cosas que el lector. Tú puedes encontrar lógico y razonable lo que un tercero no consigue ver, porque tienes información privilegiada (de hecho, la tienes TODA). Como ya te dije, el autor NO PUEDE ver esos fallos, debe hacerlo un extraño.

    Esperando que no te tomes a mal los comentarios que he hecho, te saluda: Josep

  60. Josep dice:

    Querida Clío:
    Respecto a las cataratas, e «abatimiento» del cristalino es un «descubrimiento múltiple» y está descrito de forma simultánea en casi todas las medicinas de la antigüedad. De modo que:

    -A) Sí era posible.
    -B) No era necesario ningún médico hindú.

    A pesar de ello. en Europa se conoce hoy a través de las descripciones indias, y recibe el nombre de «método de Susrutha».

  61. Estimados amigos

    No quería despedirme sin dejar de agradeceros, absolutamente a TODOS, el interés y cariño con el que me habéis acogido.

    Repito el que ha sido un placer participar en este foro, y compartir con vosotros parte de mis pensamientos. Gracias a Clío, a AlmaLeonor, a CapitanDaniels, a Aretes, a Tarquinia, a Javi, a Koenig, a Marbenes, a Urogallo, a Salvador Felip (enhorabuena por tu novela), a Pepe, y por supuesto, a Josep.
    Gracias también a cuantos he olvidado y han escrito en el hilo de presentación, y a cuantos no han intervenido pero me han leído. En definitiva, gracias a todos.

    Una última cosa.

    Josep, permíteme reafirmarme en la exactitud de mis afirmaciones.

    Cuanto digo de los pulmones, tanto en el texto, como en mi réplica, es correcto.

    En relación con la sutura, recalcarte que estamos hablando de un procedimiento de ligadura efectuado por un físico mediocre (el mismo reconoce que sus conocimientos se limitan a lo aprendido en las batallas) en el siglo VII, y no en cómo se realiza la sutura en la actualidad. La frase, en su contexto, no es desacertada ya que se refiere a un conjunto de operaciones que practica el físico sin ayuda, y con un material escaso. Una vez que enhebra la aguja, la utiliza como instrumento único, tanto para ligar como para cerrar.

    Respecto a los términos proverbial y adolecer, hablaré con la RAE para que coincidan conmigo, puesto que ambos términos obtuvieron el visto bueno de estilo.

    Sobre ell tema «horrendo», te suplico que repases el pasaje las veces que lo encuentres necesario, ya que es escrupulosamente correcto. Refiere «horrendo», DESPUES de conocer los detalles de violación y asesinato que le suministra EL OBISPO.

    Por último, puedes tener la absoluta certeza de que no me he sentido atacado, ni por la intención de tus comentarios, sobre cuya motivación no deseo pronunciarme, ni por supuesto, como ha quedado demostrado, por su contenido.

    Un saludo, y gracias de nuevo.

    Antonio Garrido.

  62. (lo de la Rae era una broma, por si alguien no lo ha entendido)

  63. cavilius dice:

    Buen intercambio de pareceres, vive Dios. Aunque la frialdad de internet no deja pasar la calidez de los gestos, las entonaciones de las voces, las pausas y los apresuramientos, y quizá por ello haya parecido existir cierta tirantez, como decía Koenig más arriba.

    No sé si fue Javier Negrete quien dijo (escribió) en una ocasión que él no solía entrar a debatir sobre sus novelas en los foros de internet; quizá una de las razones de no hacerlo fuera esta.

    pepe Dice:
    Amigo Josep: por lo que a mi respecta, a partir de ahora pasas a formar parte de la pléyade de comentaristas de Hislibris, del mismo modo que lo atinado de tus comentarios pasará a ser proverbial.

    Koenig Dice:
    Yo diría aún mas, espero que ahora que existe la sutura nadie nos ampute tan preclaro miembro, y que ninguna ruptura acalle su murmullo vesicular.

    Snif. de mis comentarios nunca habéis dicho tan hermosas palabras. Y de los de Ascanio tampoco. Snif.

  64. pepe dice:

    Cavilius: como es bien sabido, Hislibris es un mundo plano que gira alrededor de un eje y viaja por el universo virtual a lomos de cuatro elefantes que, a su vez, descansan sobre el caparazón de una gran tortuga cuyo sexo es objeto de intensa investigación y debate. No se sabe tampoco mucho de los elefantes, aunque al parecer a uno de ellos le gusta Brian Ferry.

    Estoy de acuerdo en que un autor (aún siendo tan generoso como Antonio) no debería entrar a discutir tan al detalle su novela. Entre otras cosas, puede desanimar a futuros lectores saber que la protagonista sale bien librada de este peligro o de aquella prueba, o que fray Alucino empina el codo cuando nadie le ve. Por cierto, quizá deberías reconsiderar tus intenciones: me ha parecido entender que la escriba sabe griego.

  65. Koenig dice:

    Pepe, si sigues chinchando te arriesgas a llamar la atención del patricio, el cual puede caer en la tentación de enviarte a la guardia.

    Estimado Cavilius, por ti, si hace falta, le prendemos fuego al hilo. Je, je.

    Un saludo.

  66. Aretes dice:

    (Te ha llamado elefante… Bueno, peor hubiera sido que fueras la tortuga de dudoso sexo)

  67. Querido Pepes y Cavilius, (y Clara, Curistoria, Rodrigo e Incitatus, a quien antes no mencioné)

    (Digo que me voy, pero aún no me he ido)
    Espero que de verdad este hilo haya resultado enriquecedor, al igual que espero comprendais el que mis minuciosas respuestas (en exceso, lo admito), pese a revelar algún detalle, eran necesarias puesto que afectaban a la credibilidad de todo un trabajo.

    Por último recalcar que por mi parte he procurado tratar el tema de la forma más exquisita y neutra posible, y que cualquier sensación de tirantez, se debe, sin duda, a lo frío del medio. De hecho, ya conocía personalmente a Josep desde abril del 2005 y había presenciado su gusto por las intervenciones espectaculares (todas igual de ¿minuciosas?) ante escritores consagrados.

    Un saludo.

    Antonio Garrido
    Un

  68. Javi_LR dice:

    Ni te irás, Antonio. Es lo que tienen las tortugas sin sexo conocido, que enganchan, y… lo que tiene Josep, todo un vehemente cirujano de las letras.

    Un saludo a los dos.

  69. Josep dice:

    Ya he dicho que el lenguaje escrito tiene el defecto de prescindir de los gestos y la entonación. Eso puede hacerme parecer un poco más gilip(…) de lo que es habitual en mi estado basal.
    Por si sirve de consuelo, ya me he castigado a escribir cien veces»Alcuino» con la mano izquierda, y sin usar el «recortar y pegar».

  70. Josep dice:

    ¡Toma! He escrito «gilip(…)» y no he recibido amenazas moderatrices.

  71. Koenig dice:

    Je. Escribe «snaif» (sin s).

  72. Javi_LR dice:

    Bueno, Joseppp, eso es porque la «máquina de moderar» aún no ha tomado la determinación de no publicar lo que termine en «p». Pero todo se andará…

  73. Clío dice:

    ¡Haya Paz!, de todos modos la novela es ficción y por tanto podemos pasar por alto los anacronismos y situaciones irreales que se puedan dar, mientras sea buena, grata de leer y tenga un buen argumento lo demás pues son pequeñeces facilmente subsanables, dice Josep que El Médico de Noah Gordon parece ser un compendio de errores médicos, pero yo me divertí mucho leyéndola. Una de las novelas que más anacronismos tiene es Bomarzo de Mújica Lainez (esa de la cual aún no he hecho reseña, pero está en mi mente hacer algún día) y sin embargo es un novelón en todos los sentidos, a mí me gusta más valorar el conjunto en sí a la hora de opinar si me gusta o no una obra.
    Pero opinar, podemos opinar todos, y cada cual es libre de hacerlo como quiera. Mientras se mantenga un tono de respeto, los debates son buenos.
    Y Antonio, no te vayas… asómate de vez en cuando por aquí…

    Ah! Almaleonor, si es posible, ¿que dedicatoria puso Antonio en tu libro?, lo has dicho en el foro y aquí y me tienes intrigadísima….

  74. Tarquinia dice:

    Me ha dado las gracias! Me ha dado las gracias! El autor me ha dado las gracias!!!

    (Vale, al resto también, pero es que mi intervención ha sido la más sosa de todo el hilo!!!)

    Ya tengo la novela. En cuanto me la lea, voy a dar sopas con honda al resto de los comentaristas :-)

  75. jerufa dice:

    honda, honda, honda?….

  76. Marbenes dice:

    «… me pregunta si se debe decir “dar sopas con honda” o “dar sopas con onda”. Desde luego, es la primera fórmula la correcta. Lo que no sabría decir es de dónde proviene una imagen tan descoyuntada. Perece un hallazgo reciente. Algún escritor quiso hacer una hipérbole para indicar una superioridad tal que era como si realizara la hazaña de dar a alguien sopas con un instrumento absurdo, una honda. Pero realmente lo ignoro.» Amando de Miguel

    Fijate que hasta ahora nunca me había parado a pensar en el por qué de esta frase hecha, y tampoco en el cómo. De lo que se entera una gracias a Hislibris…

  77. Urogallo dice:

    Mejor no cuento lo que yo creía que significaba la frase ( tirar una piedra en la sopa para que tuviese las lógicas ondas que produce ese efecto en cualquier liquido no demasiado espeso…aunque si la sopa tenía mucho fundamento…)

  78. Josep el benetusiano dice:

    Por cierto, que aún no le he dado las gracias a Antonio por aclararme las dudas (el alabastro, la canela y todo eso).
    Si aún nos estás leyendo, muchas gracias.
    Por cierto, los higaditos no me gustaron pero el arroz estaba bueno, el pollo tenía sabor y la verdura era de temporada.
    Lamento ser tan ¿minucioso? con los autores consagrados: es un defecto de carácter que tendré que corregir más temprano que tarde. Aunque puedo jurar que mis intenciones son buenas.

    Fray Alcuino, Fray Alcuino, Fray Alcuino…
    Aún no he terminado las cien copias, pero es que la guardia se ha puesto difícil…

  79. Urogallo le Rat Penat dice:

    Te falta «De York, De York, De York».

  80. Aretes dice:

    Y si lo dices en voz alta, te quedas sin pacientes. Seguro.

  81. AlmaLeonor dice:

    ¡Hola!
    Esto es un lujo. Nunca había asistido a algo parecido. Si yo no hubiese leido el libro caería rendida a leerlo, solo por lo que se ha dicho aquí. Estareis de acuerdo conmigo en que tener a un autor dispuesto a aclarar todas las dudas de sus lectores es un lujo manifiesto. Y contar con otro escritor, ¿como ha dicho? «que aún no ha despegado» (creo que despegarás, Josep, eres bueno), para hacer el contrapunto de crítica es otro lujo impagable.
    Gracias a todos por la sesión, y a Clío por haberlo iniciado. Ha sido fantástico.
    Besos.AlmaLeonor

  82. JuanJuan dice:

    Como zurdo a mí me llamó mucho la atención que el prota sepa quien es el asesino por la dirección del tajo a la izquierda. Los zurdos haríamos un tajo a la derecha ¿no? Bueno yo nunca he matado a nadie je je.
    Joseph me decepcionas, como medico tendrias que saberlo.

  83. JuanJuan

    Descendente de oreja hacia cuello, acuchillada por la espalda. Lado IZQUIERDO.

    Un saludo

    Antonio Garrido

  84. Tarquinia dice:

    Sopas con honda… En una página web he encontrado este comentario:

    «Se debe escribir «dar sopas con honda» porque una de las antiguas acepciones de «sopa» es la mencionada en un pasaje del Quijote: «sopa de arroyo», que es lo mismo que «guijarro» o piedra suelta. Así que da sopas con honda a otro quien demuestra mayor pericia o fuerza al emplear la honda, y más si consigue acertar con la «sopa» –el proyectil, no precisamente de pan- en la cabeza del contrincante.»

    Es verdad, la RAE reconoce esta acepción en la entrada «sopa»:
    » ~ de arroyo.
    1. f. coloq. Piedra suelta o guijarro.»

    » dar ~s con honda alguien o algo a otra persona o cosa.
    1. loc. verb. coloq. Mostrar una superioridad abrumadora sobre ella.»

    Ahora que analizo lo que dije, creo que quedó pedante… Espero que se entendiera que era un comentario jocoso :-)

  85. Josep (sin "h") dice:

    JuanJuan:
    A) Sobre la lateralidad, véase el comentario de Antonio Garrido.
    B) Ya puedes escribir 100 veces «Josep se escribe sin h»
    C) Lo cual me recuerda que aún no he cumplido mi autocastigo: Fray Alcuino de York (97); Fray Alcuino de York (98); Fray Alcuino de York (99); Fray Alcuino de York (¡Y 100!)

  86. jerufa dice:

    El comentario es simpatiquísimo, tarquinia. Y gracias por enseñarnos más.

  87. Antonio Penadés dice:

    Joé, Josep, respiro hondo por no haberme visto sometido a tu juicio público en Hislibris utilizando tus herramientas de cirujano. Si alguna vez quieres desmenuzar algún texto mío, por favor llámame y lo tratamos en un bar tomándonos todas las cervezas que hagan falta…

    Respecto a la novela del amigo Antonio Garrido, sólo puedo decir que pasé unos ratos estupendos leyéndola y que aprendí numerosos aspectos cotidianos de un periodo histórico poco recreado por la novela histórica (así lo he plasmado en una reseña que aparecerá en Historia National Geographic). Como indica Antonio en su epílogo, es importante que una novela histórica tenga un argumento rápido y preciso, con giros inesperados y desenlaces terribles. Gisbert Haefs opina -con su habitual acierto- que una novela histórica debe estar repleta de aventuras, pues de lo contrario pierde casi todo su interés. Esa combinación de ritmo trepidante, personajes intrigantes y decorado con rigor histórico me parece magnífica en La escriba, y sólo puedo, por tanto, dar la enhorabuena a Antonio por su merecida y espectacular irrupción en el panorama literario europeo (enhorabuena en público, que en privado ya lo hemos hecho muchos, incluido, cómo no, Josep).

    Por cierto, Josep, prepárate para cuando dentro de unos meses aparezca la reseña de tu novela en Hislibris. Más de uno (aunque Antonio seguro que no) te estará esperando con el cuchillo preparado…

    Un abrazo, Antonio Penadés

  88. Josep, el candidato a rana disecada, dice:

    Jolín, y eso que empecé con prólogo indicando que mis intenciones eran buenas y que no creía que los errores fueran culpa del autor…
    Además, querido Antonio Penadés, tu novela es de las que más me han gustado y de las que recomiendo vivamente siempre que tengo ocasión. A ver cuándo nos sorprendes con una edición de bolsillo. Para las cervezas, cuando quieras y sin necesidad de desmenuzar nada escrito (podemos desmenuzar alguna perdiz escabechada, eso sí).

  89. Antonio Penadés dice:

    Josep, digo lo de tu novela porque estar dentro de unos meses hablando en Hislibris acerca de ella sería la mejor noticia.

    Hablamos. Cuando te venga bien convocas una nueva cena del taller literario e invitamos a Antonio (y a cualquier hislibreño que se quiera acercar).

  90. Kas8355 dice:

    El libro esta bien, a mi particularmente me ha entretenido un monton. Los personajes son buenos y no han terminado demasiado tocados asi sera `posible una segunda parte XD.

    En el proximo «putealos» un pelin mas que tienen una churra que no veas.

    Un saludo a todos.

  91. Antonio Penadés dice:

    Por si a alguien le pilla cerca, Antonio Garrido, Alejandro Noguera y yo mismo vamos a celebrar el jueves 30 a las 20 h. la presentación de La escriba en Valencia, en la sala de conferencias del Museo L’Iber, en Caballeros, 22.

  92. Publio dice:

    Una muy buena reseña Clío, enhorabuena por ella. Nos encontramos en mi opinión ante una novela de aventuras con una excelente ambientación histórica, apta no sólo para aficionados al género de la narrativa histórica sino para casi todo tipo de lectores. Están muy logrados los personajes de Theresa y Alcuino que obviamente recuerda a Guillermo de Baskerville. También están muy conseguidos personajes secundarios como Althar y su mujer y Helga la Negra. Me interesa especialmente la situación de Wilfred y del esclavo que compra Theresa hacia el final del libro; por los medios de los que se sirven para solventar lo mejor posible su movilidad, el carro tirado por los perros y la pierna ortopédica que Izam fabrica para el esclavo. Habitualmente los discapacitados aparecen tratados de forma poco detenida en las novelas históricas, pero bueno que me estoy yendo del tema, y es que, la cabra siempre tira al monte.
    Para mi la novela aunque me gustó mucho tiene algunos defectos, como son, que a pesar de tantos enigmas como hay se advierte muy pronto que Hoss es el malo, y que Theresa va a acabar con Izam desde el momento que aparece éste. En mi opinión la tensión es excesiva sobre todo en la lucha final entre Izam y Hoos ya que, es mucha la desigualdad.
    En definitiva una buena novela teniendo en cuenta además que es la primera de Antonio Garrido. Espero que siga por este mismo camino aunque puliendo algunas cosas.

  93. Clío dice:

    Pues gracias por lo que me toca, Publio!

  94. SARAA dice:

    YO TENGO 13 AÑOS Y LO ESTOY LEIENDO Y ES MUY BUENO EL LIBRO…………..ME ENCANTAA¡¡¡

  95. Rafael dice:

    He leido la novela y me parece muy interesante, el autor esta sin duda influenciado por el mundo audiovisual, el cine… quizás se complica demasiado al final donde aparecen multitud de tramas que resultan difícil de resolver pero, en conjunto es excelente… enhorabuena a Antonio.

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