LA DÉRIVE FASCISTE. DORIOT, DEAT, BERGERY (1933, 1945) – Philippe Burrin

LA DÉRIVE FASCISTE. DORIOT, DEAT, BERGERY (1933, 1945) - Philippe BurrinLa dérive fasciste, de Philippe Burrin, resulta un excelente estudio de un tema tan controvertido como fue el colaboracionismo francés bajo la ocupación alemana en el período 1940-1945, en este caso, el autor se centra en el papel desarrollado por una parte de la izquierda francesa en dicha actuación, en concreto, analiza la figura de tres importantes personajes pertenecientes a partidos de este signo político: Gastón Bergery, del partido radical de izquierdas, Marcel Deat, socialista, y, por último a Jacques Doriot, miembro destacado del Partido Comunista Francés. Los tres acabarían cruzando a la otra orilla política y colaborando con el invasor alemán.

Como he comentado anteriormente, este estudio sobre el colaboracionismo tiene la peculiaridad de estar centrado en los cómplices políticos de los alemanes en la Francia ocupada provenientes de la izquierda, una minoría significativa, a veces infravalorada y denostada por su origen y que acabaron llenando de contenido una magnífica frase del autor sobre el mundo colaboracionista en Francia y en toda Europa durante el Tercer Reich, dice así esta: «Todos los fascistas fueron colaboradores, pero no todos los colaboradores fueron fascistas». Excelente resumen para resumir brevemente el objetivo de este magnífico ensayo.

Entrando ya a desgajar un poco el libro podemos comenzar afirmando que estos tres políticos, -Begery, Deat, Doriot- fueron en cierta manera un producto de las disensiones internas en la izquierda francesa durante los años de entreguerras, desavenencias que no solo abarcaron al espectro político de la izquierda, sino también a la derecha y a la clase política francesa en general. Crisis económica, crisis política y, sobre todo, crisis moral de país que acabó por desquebrajar la unidad nacional francesa. Curioso destacar, como bien nos muestra el autor, la manera en la que fueron acercando posturas estos tres destacados políticos hacia una desafección al régimen de la Tercera República francesa, una animadversión centrada en un pacifismo conciliador, un anticomunismo creciente y una especie de sentimiento de culpa colectiva ante una Alemania asfixiada por el Tratado de Versalles con el consiguiente resultado indirecto de la llegada de Hitler al poder en 1933.

Burrin se plantea a lo largo de toda la obra si el colaboracionismo francés de izquierdas fue realmente fascismo, entendiendo este como un modelo basado en un régimen totalitario de partido único, y si eso era realmente lo que ambicionaban los Begery, Deat o Doriot. Tres personajes y tres modos de acercamiento al fascismo. Para Bergery su credo político se basaba en intentar conseguir una comunidad nacional integrando en ella a las clases medias y reafirmando los intereses de la nación por encima del interés particular. A Marcel Deat, socialista del ala derecha del partido, la solidaridad de las clases sociales, la reorganización de la economía como un modo de vida colectivo y solidario formaron su dogma político. Para Doriot, quizá el más cercano a lo que podríamos denominar un ser fascista, la comunidad popular, suprimiendo las bases de desarrollo del comunismo, junto a un tipo de poder autocrático y popular libre de todo ataque político y moral serían las claves para la regeneración nacional francesa. Como se puede comprobar son tres maneras muy parecidas, aunque cada una con su poso particular, de dirigirse hacia una unión nacional desechando la democracia tal y como era concebida durante la Tercera República francesa.

Otro aspecto que el autor nos destaca a la hora de intentar comprender la metamorfosis de estos hombres de izquierdas en colaboracionistas es su pasado en la Gran Guerra, un pasado marcado por un acentuado odio a la guerra, un pacifismo rayano en el apaciguamiento más rampante, y un interés en marcar un nacionalismo no expansivo ni agresivo, es decir, muy al contrario del fascismo italiano, basado este en una regeneración nacional con claras intenciones de Imperio, algo a lo que los colaboradores franceses no estaban dispuestos a seguir. Su intención era la de mantener la paz a toda costa, evitando cualquier atisbo de expansión territorial y frenando en cierta manera este tipo de nacionalismo exacerbado. Curiosamente estos asertos sirvieron paradójicamente para acercarse al fascismo y, como se puede comprobar, eran la antítesis del credo mussoliniano.

Para Burrin, la solución que ofrecían estos políticos de izquierdas pasados al campo de la colaboración no era otra que una Unión Nacional a la francesa, es decir, un modelo propio basado en las tradiciones galas y en sus peculiaridades personales, maquilladas en ciertos aspectos por el fascismo y, sobre todo, y lo que resultó fatal para sus aspiraciones, bajo el paraguas del invasor alemán.

Resulta llamativo que al final quien consiguiera algo muy similar, salvando ciertos aspectos del mismo fuera el general De Gaulle y lo que posteriormente conoceríamos como el gaullismo: un jefe y líder que acabó arrastrando detrás a la mayoría de franceses. Una unión nacional que no siempre debe acabar en un Fascismo con mayúsculas.

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10 comentarios en “LA DÉRIVE FASCISTE. DORIOT, DEAT, BERGERY (1933, 1945) – Philippe Burrin

  1. Farsalia dice:

    Interesante libro, por lo apuntado, pardiez…

  2. David L dice:

    A mi entender lo que hace peculiar este estudio es la idea muchas veces preconcebida a la hora de pensar que solo sectores cercanos a movimientos politicos de derecha fueronsensibles a una colaboracion con el nazismo. Doriot, por poner un ejemplo, era uno de los lideres del Partido Comunista Frances, ademas llego a participar como voluntario en el frente del Este en la lucha contra Stalin.

  3. Rodrigo dice:

    La “conexión izquierdista” del fascismo o protofascismo francés es un terreno bastante ambiguo y no del todo resuelto en los estudios sobre el fascismo genérico, aunque parece claro que la deriva fascista de cierta izquierda francesa tiene mucho más en común con el fascismo italiano que con el nazismo, tanto en su origen como en su desarrollo. En este sentido, resulta decidor el que los nazis redujeran bien pronto el componente “socialista” de su discurso a poco más que un aderezo retórico, mientras que en Francia –lo mismo que en Italia- quienes estaban en el cocido se tomaron más en serio lo de lograr una síntesis genuina de nacionalismo y socialismo (con un verdadero protagonismo del movimiento obrero). Otro aspecto destacable es que el bagaje doctrinario de los fascistas tiene importantes antecedentes franceses, muy especialmente en el campo del revisionismo socialista, el anarcosindicalismo embrionario y la crítica de la ortodoxia marxista en general (Georges Sorel, Edouard Berth, Hubert Lagardelle entre otros).

    Uno de los factores que limitaron el desarrollo de la vertiente francesa del fascismo fue el que agrupaciones como Acción Francesa y el Partido Social Francés de De la Rocque –más tradicionalistas que revolucionarios de derecha- tendiesen a copar el potencial interés de la ciudadanía francesa por la palabrería ultranacionalista y de extrema derecha, sin olvidar que la germanofobia era un componente esencial del nacionalismo francés. En fin… A diferencia de Alemania, la escena política francesa de preguerra era menos propicia para que la derecha tradicional se viese desbancada por los movimientos fascistas, por un lado, y por el otro, el que tipos salidos de la izquierda y unos verdaderos marginales políticos como Déat y Doriot pudiesen convertirse en colaboracionistas decididos encaja bastante bien con la idea del origen francés (e izquierdista) de ciertos motivos fascistas.

    Bueno, sería interesante leer el libro de Burrin, muy valioso según parece para profundizar en estos temas. Lastima que esté en francés.

    Estupenda reseña, David.

  4. Hindenburg dice:

    Hay una traducción al español de algunos de los escritos de Deat, «El partido unico».

  5. ARIODANTE dice:

    A mi también me parece una reseña estupenda, David, de un libro que al parecer, aporta una visión más novedosa sobre el tema. Y un muy ilustrativo comentario, Rodri.

  6. Siempre me han interesado los entretelones de la Segunda Guerra Mundial. Gracias por la recomendación, parece interesante el libro.

  7. David L dice:

    Hola a todos,

    No estoy tan de acuerdo con la afirmación de que Marcel Deat y Jacques Doriot fueran unos marginados políticos, es decir, antes de su paso al colaboracionismo tenían cierto peso entre la izquierda francesa. Marcel Deat llegó a ser Ministro del Aire en 1936 y un claro exponente dentro del socialismo francés durante toda su pertenencia al partido. Doriot era una de las grandes esperanzas del Partido Comunista Francés, un líder que mantenía su lucha por capitanear el movimiento comunista en Francia ante el otro gran peso pesado del mismo, Maurice Thorez .Estamos ante dos políticos que tenían un gran porvenir por delante, si no eran ya realidades, en sus respectivos partidos, no eran segundones, de ahí la importancia que el autor de la obra, Philipe Burrin, da a la figura de estos hombres como insignes hombres de la izquierda que derivaron en fascistas y colaboracionistas.

    Un saludo.

  8. Rodrigo dice:

    A mediados de los años 30 tanto Déat como Doriot habían roto con sus respectivos partidos, el socialista y el comunista (de hecho fueron expulsados). Ambos habían formado agrupaciones minoritarias y heterodoxas desde el punto de vista doctrinario (el Partido Socialista de Francia en el caso de Déat, el Partido Popular Francés en el caso de Doriot). Hacia fines de la década ni Doriot ni Déat podían reivindicar un apoyo masivo de nivel nacional por parte del electorado francés. Por mucho que adquiriesen notoriedad, debida en buena medida a su ruidoso distanciamiento de la ortodoxia socialista y comunista, nunca dejaron de encabezar facciones minoritarias en el espectro político francés; la misma consigna de Doriot, “ni derecha ni izquierda”, lo situaba en una condición sumamente excéntrica. Su conversión a posturas fascistizantes y su colaboracionismo en tiempo de guerra acentúa su excepcionalidad, más todavía en el caso del ex comunista Doriot (recordemos que el PC fue uno de los pilares de la Resistencia).

    En eso me sostengo cuando los califico de políticos marginales, David, y agrego que la suya era una marginalidad tanto doctrinaria como sociológica. Ahora bien, otra cosa es afirmar que ambos tuviesen su importancia, y esto es algo que no desmiento.

  9. David L dice:

    Hola Rodrigo,

    Entiendo lo que quieres decir y estoy de acuerdo contigo, pero yo no estoy refiriéndome al papel de Déat y Doriot una vez que realizan el paso hacia una deriva fascista a mediados de la década de los 30, sino hasta el momento en el que llegan a interiorizar una concepción doctrinal que les aparta definitivamente de sus respectivos credo políticos. Hasta entonces, Déat y Doriot, podríamos afirmar que eran un socialista y un comunista muy activos dentro de sus formaciones políticas respectivas. Todos sabemos que la obediencia partidista es y fue una garantía para evitar precisamente la discrepancia, en la década de los 30 en una Europa convulsa y con el auge del nazismo y del fascismo en todo su esplendor todavía más. Fueron unos años donde para algunos la búsqueda de soluciones a la crisis pasaba por copiar modelos políticos exteriores que parecían poder “reunir” al pueblo en una Unión Nacional, eso sí, cada país con sus características propias, el caso francés es un ejemplo significativo. Por supuesto , una cosa es obtener el liderazgo interno en una formación política y, otra muy distinta, conseguir arrastrar fuera de él a los disidentes o partidarios tuyos , es en este punto donde Déat y Doriot no triunfaron. En algún momento dado pudieron ser referentes en su partido, pero su evolución política no fue en consonancia con su apoyo en las bases de sus respectivas formaciones políticas. A eso mismo me refería yo cuando afirmaba que ambos personajes no habían sido dos tipos marginales en sus círculos políticos, otra cosa es su posterior evolución a mediados de la década de los 30, una evolución que les condujo a la marginalidad política representativa.

    Un saludo.

  10. Rodrigo dice:

    Vaya pues, el contexto de mi afirmación estaba dado por el momento del viraje de ambos personajes al colaboracionismo, de 1940 en adelante.

    Creo que en lo esencial concordamos, David.

    Saludos.

Responder a ARIODANTE

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