LA DEMOCRACIA GRIEGA Y SUS INTÉRPRETES EN LA TRADICIÓN OCCIDENTAL – César Fornis Vaquero, Laura Sancho Rocher y Manel García Sánchez (Coords.)

“Tenemos un régimen político que no emula las leyes de otros pueblos, y más que imitadores de los demás, somos un modelo a seguir. Su nombre, debido a que el gobierno no depende de unos pocos sino de la mayoría, es democracia”.
Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso, II 37.

Con motivo de un encuentro interdisciplinar celebrado el pasado mes de octubre de 2022, un nutrido grupo de especialistas en Historia, Filosofía y Filología de diversas épocas, desde la Antigüedad a la Modernidad, se reunieron en Sevilla para abordar variados temas alrededor de la idea de democracia a lo largo de la historia. Se trataron aspectos en torno al surgimiento del concepto, a su puesta en práctica y los debates que suscitó en el seno de las distintas sociedades que lo conocieron. Fruto de ese coloquio es el libro que ahora reseñamos.

El volumen La democracia griega y sus intérpretes en la tradición occidental es una recopilación casi exhaustiva de las ponencias que tuvieron lugar en las jornadas de Sevilla, coordinado por tres especialistas en el mundo antiguo. César Fornis, catedrático de Historia Antigua en la Universidad de Sevilla, es con toda seguridad la mayor autoridad en nuestro país sobre el kosmos espartano, y son igualmente destacables sus aportaciones en temas menos frecuentados de la historia griega como la guerra de Corinto. Laura Sancho es catedrática de Historia Antigua en la Universidad de Zaragoza, y es autora de estupendos estudios sobre la Atenas democrática de los siglos V y IV a.C. Y Manel García Sánchez, profesor agregado de Historia Antigua en la Universidad de Barcelona, ha escrito meritorios trabajos relacionados con el imperio persa y sus relaciones con el mundo griego. Junto a ellos, se dan cita en este volumen un extenso elenco de especialistas en el mundo antiguo y el moderno, siendo sus contribuciones pinceladas que ayudan a comprender de qué modo fue entendida en cada época la idea de que fuera el demos, el pueblo, la comunidad, la encargada de ejercer el poder sobre sí misma.

El libro se divide en dos partes: la primera, “La República Antigua”, consta de once capítulos que corresponden a sendas reflexiones acerca de temas o autores del período antiguo (desde los griegos hasta el imperio romano), y la segunda, “La República Moderna”, incluye once capítulos más sobre la época moderna (de la Edad Media a la actualidad).

Siete nobles persas se reúnen en algún lugar para hablar sobre cuál es el mejor sistema de gobierno; el rey Cambises acaba de morir y se impone decidir el devenir del imperio. Se trata del primer registro de un debate constitucional de la historia, aunque tradicionalmente se lo considera una invención del autor cuya obra lo recoge, Heródoto. Pero tal vez no sea del todo una invención, tal vez la discusión acerca de las virtudes y vicios del gobierno de uno solo, de unos pocos o de la mayoría, refleje un debate real del mundo y el tiempo en que se escribió, el siglo V a.C. (Marc Domingo Gygax). La democracia nació poco antes de iniciarse ese siglo, con las reformas de Clístenes del 508 a.C. en Atenas, y no es desdeñable la idea de que tal vez existieran conexiones entre la ordenación del nuevo sistema de gobierno y las directrices que establecía una corriente contemporánea de pensamiento con aristas religiosas, sociales, políticas y matemáticas: el pitagorismo. Si Pitágoras constituyó una fuente de inspiración para Clístenes, o si más bien el filósofo era partidario de la oligarquía (¿fue acaso el “abstente de las habas” una norma antidemócrata, habida cuenta que las habas eran la herramienta utilizada para las votaciones?), es cuestión discutible (David Hernández de la Fuente).

En cualquier caso, la democracia se impuso en Atenas, y fue bajo el “gobierno del primer ciudadano”, Pericles, cuando encontró su máxima expresión. Su ley de ciudadanía del 451 a.C. pudo interpretarse como un intento de reforzar la comunidad ateniense frente al exterior, unas segundas murallas en torno a la ciudad (Elena Duce Pastor). Esa y otras medidas, así como el propio funcionamiento de la democracia, no estuvieron libres de críticas, las cuales nacían muchas de ellas del propio seno de Atenas. La comedia Los caballeros de Aristófanes, representada en el 424 a.C., fue una ácida parodia del demagogo Cleón, los generales Nicias y Demóstenes, y el propio pueblo ateniense (Mikel Labiano y Carmen Morenilla). Otras críticas vinieron de sectores intelectuales, como Sócrates. Él llevó a cabo un feroz ataque a la democracia y a Pericles, ataque que se reconoce tanto en los diálogos de Platón como en las obras de Jenofonte. De estos dos autores, fue Platón quien plasmó con mayor detalle sus ideas (¿las propias o las de Sócrates?) políticas en sus diálogos. Incluso un diálogo tan, en apariencia, políticamente neutro como el Ion, puede ser entendido en clave política (Javier Aguirre). Sin embargo, no deberíamos asegurar a la ligera que Sócrates fuera un antidemócrata: él se limitó a poner de manifiesto que la calidad y pervivencia de una democracia depende del carácter de los individuos que la componen (algo que hoy en día sabemos bien). Cabe entender su crítica, por tanto, como una demanda de exigencia hacia los dirigentes y conciudadanos, en aras de garantizar la solidez del sistema democrático (Francesc Casadesús Bordoy).

Otras críticas llovieron de movimientos como el cinismo, que abogaba por la vida en naturaleza y no en la ciudad (Ignacio Pajón Leyra). Y por supuesto, vale la pena recordar que la democracia no fue un sistema de gobierno exclusivo de Atenas; otros lugares, como Argos, en el Peloponeso, también hicieron el experimento democrático, y probablemente contaron con  más dificultades que la ciudad del Ática (César Fornis y Javier Jara). Arribado el siglo IV a.C., las democracias existentes hubieron de dejar paso a nuevas formas de entender el mundo, la ciudad y el individuo, formas en las que la democracia no jugaba ningún papel. Surgieron así corrientes filosóficas individualistas, el escepticismo, el estoicismo, que buscaban dar seguridad y protección al individuo, que se había visto ninguneado y empequeñecido al serle arrebatado el control que tenía sobre su propia comunidad (Ramón Román Alcalá). El nuevo orden mundial que impuso Roma consistía en un poder centralizado del que el hombre de a pie solo podía beneficiarse y al que solo podía sentir como suyo si se convertía en ciudadano del mismo. La ciudadanía romana, tal y como la expresó el sofista Elio Arístides, era la nueva forma de la democracia (Juan Manuel Cortés Copete). Y autores como Plutarco interpretaron a su manera el sistema democrático, echando un vistazo al pasado que conocían bien y al presente que tenían ante sus ojos (Stefano Ferruci).

La Edad Media recuperó, sin prisa, algunos textos de los autores griegos. La Política de Aristóteles fue traducida al latín en 1260, y sus ideas acerca de la democracia fueron interpretadas por diversos autores, suponiendo en general un fortalecimiento del sistema imperante en la época, la monarquía (Jesús de Garay). Ya en los siglos XV y XVI los pensadores Maquiavelo, Guicciardini y Giannotti, teóricos de la república de Florencia, pueden ser considerados precursores de los actuales estados de derecho democráticos, en los que prevalece el imperio de la ley y la división de poderes. Con Maquiavelo ya no se trata de analizar cómo debería ser la política, sino cómo es ella realmente (Jesús Fernández Muñoz). En el siglo XVII, el inglés John Locke realizó interesantes estudios acerca de la tiranía, apoyándose en textos sobre los Treinta Tiranos de Atenas y Dionisio I de Siracusa (Unai Iriarte); y el también inglés Thomas Hobbes, autor del Leviatán, elaboró una doctrina que explicaba el origen de la vida en sociedad entendido como un pacto para evitar el caos (José Manuel Panea Márquez). Sin embargo, ya desde Aristóteles se pensaba que el hombre es un animal social, que vive y crece como ser humano viviendo en comunidad; pero su discípulo Alejandro, y el mundo que surgió a partir de él, hizo saltar en pedazos esta concepción. El hombre ya no vive ligado a la ciudad gobernándola de modo personal y directo, sino que esta función recae sobre los monarcas; así el hombre se aísla, se individualiza (Laura Sancho). Por eso los modernos, como Hobbes y Locke, y también como Rousseau, en el siglo XVIII, entienden que es preciso un pacto social para que el hombre salga de su estado natural y viva en sociedad (Antonio Hermosa Andújar).

La democracia, como los europeos, llegó también al continente americano. Y el gran teórico clásico del sistema democrático que se implantó en América fue Alexis de Tocqueville, francés nacido en el siglo XIX con los estertores de la Revolución Francesa y autor de la influyente obra La democracia en América (Gabriela Rodríguez Rial). Ya en el siglo XX, el pensador marxista C. L. R. James entendió la democracia en su sentido más clásico, como poseedor de un principio antioligárquico (José Luis Moreno Pestaña); por su parte, Leo Strauss estudió a fondo el pensamiento político de Aristóteles y trató de descifrar su presente con esa clave (Elisabetta Poddighe). Sin embargo, conviene no caer en presentismos a la hora de interpretar a los pensadores griegos, como sucede por ejemplo en ciertos sectores del feminismo contemporáneo, pues de esa manera no solo malentendemos y descontextualizamos lo que los clásicos pensaron, sino que además asentamos nuestras reivindicaciones, por justas y necesarias que estas sean, sobre cimientos tan poco sólidos como engañosos (Manel García Sánchez). Finalmente, una reflexión final: ¿es compatible la necesidad natural con el orden social, con las normas que rigen la democracia? ¿Acaso no se ve acotada la primera por la segunda? (Víctor Gómez Pin).

Los 22 estudios vienen acompañados de bibliografías, en algunos casos generosas y de gran utilidad para ahondar en los temas tratados. Se trata, en definitiva, de unas ponencias que despertarán el interés de aquellos que gusten de reflexionar acerca de la idea de democracia, la peor forma de gobierno a excepción de todas las demás.

 

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César Fornis Vaquero, Laura Sancho Rocher y Manel García Sánchez (Coordinadores), La democracia griega y sus intérpretes en la tradición occidental. Madrid, Tecnos, 2023, 540 páginas.

     

4 comentarios en “LA DEMOCRACIA GRIEGA Y SUS INTÉRPRETES EN LA TRADICIÓN OCCIDENTAL – César Fornis Vaquero, Laura Sancho Rocher y Manel García Sánchez (Coords.)

  1. Farsalia dice:

    Pinta muy bien… y más aún con la reseña.

  2. cavilius dice:

    Realmente interesante para los que le guste el tema. Leerlo es casi como haber asistido a aquellas jornadas de Sevilla.

  3. RAUL PINO CORTES dice:

    Me gustaría leerlo.

    1. cavilius dice:

      Pues dese el gusto, hombre, déselo.

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