LA BATALLA DEL SOMME. LA BATALLA MAS SANGRIENTA DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL – Martin Gilbert

LA BATALLA DEL SOMME. LA BATALLA MAS SANGRIENTA DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL - Martin Gilbert«En su prisa por alcanzar al alemán, el soldado se enganchó el pie en una vieja raíz o en una mata de hierba y trastabilló. Cayó pesadamente sobre las manos, que se hundieron en el cieno viscoso, con la cara muy cerca de la superficie oscura de la laguna. Oyó un débil silbido, se extendió un olor fétido, las luces titilaron, danzaron y giraron vertiginosamente. Por un instante el agua le pareció una ventana con vidrios cubiertos de inmundicia a través de la cual él espiaba. Arrancando las manos del fango, se levantó de un salto, gritando.
-¡Hay cosas muertas, caras muertas en el agua! –dijo horrorizado-. ¡Caras muertas!»

J. R. R. Tolkien (más o menos)

La batalla del Somme –de la que trata este libro- fue seguramente una de las más señaladas de la Primera Guerra Mundial.

El 1 de julio, con cierta anticipación sobre la fecha prevista, las fuerzas anglofrancesas situadas en la región del río Somme lanzaron sobre las líneas alemanas el que iba a ser el ataque definitivo de la guerra. Después de dos años esta ofensiva pretendía romper el estancamiento del frente occidental y aliviar la insufrible presión que los ejércitos del Kaiser estaban desencadenando sobre los franceses en Verdún.

Durante más de cuatro meses, británicos y franceses atacaron repetidamente las trincheras alemanas para una ganancia total, en los puntos de máximo avance, de diez kilómetros, y una pérdida definitiva de más de 300.000 vidas. Tras el Somme, aunque aún habría de continuar la matanza, la guerra comenzó a cambiar, los asaltos frontales contra alambradas y ametralladoras con el apoyo de fuego masivo de artillería empezaron a ceder el paso a los carros blindados, cuyo bautismo de fuego, por cierto, también tuvo lugar entonces, en aquel lugar.

El libro de Gilbert trata sobre esta batalla. ¿Cómo? Empecemos por el principio. Por el título.

Gilbert tituló su libro: Somme, the heroism and horror of war (Somme, el heroísmo y el horror de la guerra). Sin embargo, dicho título se ha modificado, por motivos que desconozco, para la edición española. Y aunque parezca una tontería, la modificación es importante.

Para empezar, porque en este libro Martin Gilbert se centra mucho en la historia de los soldados de a pie, pasando muy poco por los cuarteles generales y menos aún por las instancias políticas. Con las historias de muchos soldados Gilbert compone un coro, a veces ordenado y a veces completamente disperso, que narra las terribles experiencias sufridas en las trincheras del Somme. Un coro, desgraciadamente, que habla mayoritariamente en inglés, con tan sólo una docena de alemanes y franceses que se asoman, agudos y graves, para dar un indicio –limitado- de que ellos también combatieron en el Somme.

Todas las historias que cantan estas voces se van solapando, van presentándose durante la lectura como los trazos de un cuadro puntillista, difuminados primero, desvelando finalmente ante el lector el horrible panorama de la guerra en las trincheras.

Llegados a este punto hay que empezar a hablar de pegas, y la primera de ellas es que, desgraciadamente, no hay nada que se parezca más al asalto de una trinchera que el asalto de otra trinchera situada veinte metros mas allá. Y es aquí donde el libro hace aguas y se vuelve tedioso. Y no sólo por la repetición de una misma narración, o muy similar, simplemente con distintos sustantivos (cambian los nombres de las personas, de los lugares y de los regimientos); tampoco exclusivamente porque abusa de los poemas escritos por los combatientes; sino también porque el autor se empeña en citar para sus lectores el sitio en que está enterrado el noventa por ciento de las personas mencionadas o, si no se encontró su cadáver, el memorial en que consta su nombre. Sólo se libran de ver su nombre unido al de un cementerio o a un memorial los que, además, tuvieron la suerte de sobrevivir.

El heroísmo y el horror de la guerra, reza el título original. Y cierta y tediosamente, no hay engaño, es lo que el libro de Gilbert nos transmite.

En cambio, donde sí hay un error es cuando el título en español nos habla de «la batalla más sangrienta de la Primera Guerra Mundial». ¿De donde salió el subtítulo si el propio libro nos aclara que en Verdún murieron unos 650.000 combatientes?

En resumen, un libro que pretende rendir homenaje a los combatientes británicos y del Imperio que murieron o sobrevivieron a aquella batalla, y que lo consigue, por desgracia, en un estilo demasiado estadístico; es decir, con una –en mi humilde entender- excesiva proliferación de nombres, cementerios y memoriales, con algunas referencias, sin embargo, a los altos mandos, y a los acontecimientos anteriores y posteriores sobre el mismo campo de batalla, pero que apenas son un respiro en medio del horror estadístico de las trincheras de este libro.

Eso sí, no quiero terminar sin remarcar la abundante colección de mapas que acompañan la obra, donde el lector podrá localizar, no sólo todos los sitios donde se combatió, sino también todos los cementerios y memoriales, claro.

Opino, por si acaso.

Martin Gilbert
LA BATALLA DEL SOMME. LA BATALLA MÁS SANGRIENTA DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL.
Ariel 2009.

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72 comentarios en “LA BATALLA DEL SOMME. LA BATALLA MAS SANGRIENTA DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL – Martin Gilbert

  1. richar dice:

    Leñes, pues a mi este me tienta, que siempre me ha llamado más la atención la IGM que la IIGM.

    Koenig, comentas por un lado que se centra en las vivencias de los soldados que estuvieron combatiendo, y luego dices que no hay nada más parecido a un asalto de trincheras que otro asalto de trincheras 20 metros más para allá.

    Me queda una cierta sensación de duda, ya que aún suponiendo que lo segundo que dices tiene toda la lógica, ese mismo asalto, contado desde la experiencia de dos personas distintas puede dar lugar a relatos diferentes, ¿no?

    Saludotes,
    Richar.

  2. juanrio dice:

    Vaya, que lástima lo que dices del libro, Koenig. Cierto es que si es excesivamente repetitivo y centrado en los british me tienta menos. Acabo de leer el Osprey sobre las tropas de asalto alemanas en la I Guerra Mundial y me ha dejado con ganas de profundizar más, pero tendrá que ser en otra dirección. Por cierto que os lo recomiendo si no lo habéis leído.

  3. Koenig dice:

    Richar.

    La impresión que me da es que no se sabe mucho de cada caso, sino que lo que tiene el autor, principalmente, son los nombres, la unidad, el día y el lugar en que murieron. Piensa que precisamente por ese último detalle, ninguno de ellos negó a narrar «su» visión del asunto.

    Juanrío. Tampoco seré yo quien recomiendo no comprarlo. Los mapas están decentes. Pero sospecho que hay opciones mejores.

    Saludos.

  4. richar dice:

    mmmmmppfffff… osea que el parecido con las narraciones de Ernst Jünger (por ejemplo) es nulo, ¿cierto?

    Saludos,
    Richar.

  5. Antonio dice:

    Buenas tardes:

    Lo vi en el Corte Inglés de Badajoz, pero había tantos libros nuevos de Ariel, todos de temática militar, que me pareció mucha paja y poco trigo. Al fin no hay dinero para tanto. Visto lo que dice Koenig creo que fue un acierto no comprarlo.

    Atte.

  6. solharis dice:

    El fragmento inicial de Tolkien me ha recordado mucho un pasaje de El señor de los anillos… ¿Alguien más se ha dado cuenta?

    Lo de los mapas es un punto a favor pero me gusta tener testimonios de todos los bandos.

  7. Koenig dice:

    Es del Señor de los Enanillos.
    Tolkien fue señalero en el Somme, y por lo visto, sus descripciones de la «Ciénaga de los Muertos», como la que he retocado en la reseña, tienen que ver con su experiencia en las trincheras.

  8. jordimon dice:

    Coincido bastante con las apreciaciones de Koenig, pero haria un matiz. El libro de Gilbert, con sus defectos antes señalados, seria recomendable a los aficionados a eso que alguno ha llamado «historia militar pura», es decir, a los que les encanta esos libros en los que se habla de divisiones, regimientos, armas, etc, sin parar mientes en los sufrimientos humanos. En estos foros a veces veo personas que parecen creer que la guerra es como un videojuego o un juego de estrategia, donde todo es irreal o los soldados son como piezas de un juego de ajedrez.
    Si uno prefiere leer libros donde se habla de la guerra como un fenomeno casi teorico, donde pasar la aficion infantil de jugar a los soldados a algo mas asumible socialmente, entonces este no es su libro, evidentemente.

  9. Licurgo dice:

    Ay, mon ami, pero es que editan tan poco de la PGM que uno tiene que comprar y/o leer aquello que sale… o aprender inglés, y ya no estamos para esos trotes.
    Lo tengo en la mesilla listo para leer en cuanto termine el libro de Overy que «estoy sufriendo» en este momento (no por lo malo, si no por lo denso).
    Ya diré.
    Saludos.

  10. «(…) abusa de los poemas escritos (…)» Definitivamente, Tolkien.

  11. Koenig dice:

    Buenos días Jordimon.

    No se si te he entendido bien. Dices que es un libro para amantes de «historia militar pura», divisiones, regimientos y nada de sufrimientos. Sin embargo es un libro que se centra, sobre todo, en el sufrimiento humano.

    Creo entender que te refieres a lo contrario. A que es un libro que es para quienes se interesan en el sufrimiento de los soldados y no para los aficionados a esa «historia militar pura».

    Por otro lado creo que presentas una idea de debate muy interesante.

    Estoy totalmente de acuerdo contigo en que la guerra es una auténtica desgracia (por no utilizar palabras mas fuertes). Y opino que quienes mejor la conocen, en este orden, son primeramente quienes la han sufrido directamente, aunque nunca llegaran a saber los detalles divisionarios (o de otro tipo); en segundo lugar quienes la estudian objetivamente, y para ello es importante tanto el sufrimiento de los soldados como la forma concreta y desapasionada en que se hicieron las cosas; y luego vienen muchos mas.

    Por eso no estoy a favor ni de lo que defines como «historia militar pura», la del ajedrez, ni de centrarse exclusivamente en el sufrimiento del combatiente individual (lo cual no resta ni un ápice al respeto que se le debe). Es mas, tan morboso me parece el que se centra en un aspecto como el que se centra en el otro (dicho sea con el mayor de los respetos a ambos).

    Y es por eso que critico el libro de Gilbert. Porque creo que se centra demasiado en el sufrimiento humano, repitiendo hasta la saciedad acontecimientos básicamente iguales, dando la sensación de que se ha limitado a convertir en texto una mera estadística. Él resultado final es de hartura, y aleja al lector del interés por la verdadera dimensión del sufrimiento que tuvo lugar en el Somme.

    Opino claro.

    Saludos.

  12. jordimon dice:

    Estoy de acuerdo contigo. A los que nos interesan los conflictos humanos en todas sus dimensiones nos sabe a poco el libro de Gilbert. Y tambien creo que hay un cierto interes morboso en centrarse en los aspectos mas sucios y violentos de los combates, sino va acompañado de algo mas.
    Y aprovecho para comentar que en muchos aficionados veo una aficion en la guerra que la aleja del contexto general. Es decir, que se centran en los aspectos militares, de los que son capaces de conocer hasta la frecuencia con la que se repartian hojas de afeitar entre la tropa de la division numero 2… del ejercito aleman, pero en cambio solo conocen generalidades de los aspectos sociales, morales, culturales que rodean al conflicto. Y cuando dos ejercitos entran en guerra, son dos sociedades, con sus diferencias, las que entran en conflicto.
    Pero para ello son necesarios otro tipo de conocimientos historicos, supongo que no tan llamativos y que cuestan mucho mas de adquirir. Ademas, en la abundante oferta de historiografia de temas militares resulta muy dificil encontrar obras de un tipo mas general que aborden esas cuestiones.
    Cuando yo estudiaba historia hace ya unos veinte años era muy dificil encontrar libros que trataran de estos temas de una forma concreta y, en cambio, abundaban los libros con un enfoque mas analitico que narrativo. Hoy en dia la tortilla ha dado la vuelta y no parece que haya manera de que lleguemos a un justo medio.
    Un saludo cordial

  13. Clodoveo11 dice:

    La gabacha escuela de Annales, Jordimon… que hegemonizó la historiografía durante años.

    Estoy de acuerdo con lo que dices: el conocimiento de los aspectos culturales, económicos, sociales o incluso humanos es muy importante en la historia y en un momento dado mereció ser resaltado, como lo hicieron los de Annales, aun con un sesgo marxista que se veía a la legua. Pero también es cierto que la historia y el mundo que conocemos, muy a menudo, lo han conformado las guerras, las batallas, los ejércitos en suma. El que ha innovado con más acierto en armamento o el que la tenía más grande (armas, tropas, capacidad industrial) se ha llevado el gato al agua y ha configurado, muy a menudo, el destino de los pueblos. Por eso, y reconociendo el frikismo desmesurado de muchos aficionados a la historia militar que ven en la misma una partida de wargames sin contacto con la realidad, también reivindico la importancia de lo bélico y militar como estructurador de realidades históricas, sin desmerecer lo analítico. Y la valía de lo anecdótico, narrativo, chascarrilero o como se le quiera llamar a la hora de contar historias con agrado.

    Saludos.

  14. Licurgo dice:

    Me descubro ante ambos, el tema que trataís es realmente interesante y coincido plenamente con vuestro parecer.
    En primer lugar comentar que, es posible, la elección del título por Ariel no haya sido un acierto, principalmente por que la literatura sobre la PGM en Gran Bretaña es extensa y nutrida, lo que hace que «la batalla del Somme» se complemente con otros títulos más «de historia militar pura». El problema no seríael libro en sí, si no la falta de libros sobre la PGM en nuestro país.

    Por otro lado, sí que es necesario hacer una Historia Global o Total de la Historia Militar, no ceñirse a la narración de hechos militares, ni a una sucesión de experiencias, si no analizar las sociedades de las que proceden los ejércitos enfrentados y las idologías que las mueven.
    Hasta ahora sólo he leído un título que equilibre todo esto que estoy diciendo, aunque buena parte de los autores británicos (pocos de otras nacionalidades se traducen al español) salen bien parados, y es el de X.M.Nuñez «Imperios de muerte. La guerra germano-soviética 1941-1945».

    De todos modos, y en este preciso momento, lo que necesita la Historiografía de nuestro país, es desprenderse de las restricciones académicas que pesan sobre la Historia Militar y empezar a formar una generación de historiadores que no la infravaloren.
    Saludos.

  15. Buenas tardes,

    Coincido bastante con tu análisis del libro de Gilbert, Koenig.
    Sin embargo, querría hacer dos puntualizaciones o matices. La primera es que no debería sorprendernos. Me explico, el superventas de Gilbert en castellano, La Primera Guerra Mundial, peca de lo mismo. Cae demasiado en lo insustancial, creando grandes lagunas narrativas que pierden al lector. Precisamente la abundancia de testimonios tiene una función más distorsionadora del discurso histórico que otra cosa. En este punto, querría resaltar que es muy difícil aunar diferentes estilos: el puro y duro, y un tipo de historia de la cotidianidad. Ciertamente Gilbert no lo consigue en su Primera Guerra Mundial. Y tal como lo expones tampoco en su Batalla del Somme.
    Respecto a lo de Verdun, pues sí es una confusión muy habitual. Que por cierto, han sido muy generosos al hablar de 650.000 bajas, ya que fueron más de 750.000 tirando hacia las 800.000. De estas, se calcula que muertes fueron 200.000 para los franceses y 175.000-180.000 para los alemanes. Aunque Verdun es otro universo en todos los sentidos. Contabilizando bajas también.
    Para aquellos interesados en el Somme y que no tengan problemas para leer el inglés, os recomiendo el que está considerado como el mejor libro sobre la batalla, The First day on the Somme de Martin Middlebrook. Es difícil encontrar unanimidad respecto a una obra. Sobre esta la ahí.

    Un saludo a todos y felicidades por la reseña, y vuestro trabajo.

  16. Koenig dice:

    Amigo Clodoveo, me dejas un tanto sorprendido porque estaba convencido de que las escuela de los «Annales» era francesa.

    Ciertamente la enorme dificultad que, opino, supone enfrentarse a un acontecimiento histórico desde todos los ángulos posibles a la vez es lo que ha llevado a la aparición de escuelas que proponen, igualmente influídas a veces por ideologías que poco tienen que ver con la historia, diferentes formas de abordar y explicar los acontecimientos, enfocadas desde la economía, sociología, el poder militar o la simple política.

    Sin embargo considero que están todos lo suficientemente interconectados como para no desdeñar ninguno, incluso desde la especialidad de cada cual. Reivindicaba Jordimon lo bélico y lo militar como estructurador de realidades históricas. Sin embargo podemos reivindicar lo social como caldo de cultivo de las energías guerreras, y lo económico como orientador de una sociedad hacia la guerra… y así hasta el infinito.

    Y finalmente quiero darle la razón a F. Xavier González-Cuadra. Efectivamente Gilbert se pierde en anécdotas, saqué esa misma conclusión cuando en su momento leí su libro sobre la IGM. Aunque desde mi punto de vista tenía la ventaja de no centrarse exclusivamente en el frente occidental, al que otros autores dedican la mayor parte de sus explicaciones.

    En fin. Opino.

    Saludos.

  17. Licurgo dice:

    Ejem, Clodoveo habla de «gabacha» escuela de Annales… así que confirma que es francesa. je je je

    Como dice Keegan, la historia militar se estructura en torno a la batalla, objetivo último de cualquier ejército (o casi), así pues, debe ser el pilar que sustenta todo lo demás. A partir de ahí, y teniendo presente que el soldado y el oficial viven en una sociedad determinada (aunque, ¡ojo!, el ejército tiene sus propias «leyes» de pensamiento y convivencia) que tiene una tendencia hacia la guerra en la que se enmarca esa batalla, un ejército que porta un tipo determinado de armas fabricadas en un determinado complejo industrial que a su vez está más o menos implicado en esa guerra, un ejército que se ha entrenado en tal o cual táctica y que desarrolla tal o cual estrategia diseñada por un motivo concreto…

    En suma, la historia militar no debe analizar sólo, aunque sí sobre todo, la batalla y la composición de los ejércitos enfrentandos, debe tener presente que son dos sociedades con sus circunstancias (como diría Ortega y Gasset).
    No es exagerado decir que la guerra es una manifestación cultural más de cada sociedad, puesto que no se puede separar a las fuerzas armadas de la sociedad en la que está enmarcada. Como ejemplo podríamos tomar a los aztecas, cuya forma de combate busca el sometimiento del enemigo para su sacrificio, lo que incrementa el prestigio del capturador y del capturado (es decir, cuanta más fama tiene el uno o el otro, más proporciona a su enemigo), y cuyas armas están diseñadas para ese fín. Al llegar Cortés, el azteca se encuentra con veteranos de las campañas italianas con una perspectiva de la guerra totalmente diferente y para la que no están preparados.
    Si nos quedamos en la batalla de Otumba o en la Noche Triste y no analizamos el entramado de aztecas y españoles, no podemos entender lo que sucede, ni interpretarlo (objetivo final del historiador).

    Bueno, por lo que leo, sé que estamos de acuerdo en todo esto, pero me gusta abundar en ello, sorry.
    Saludos.

  18. jordimon dice:

    Estoy de acuerdo con vd. Licurgo. Hace falta una generacion de historiadores que no menosprecien lo militar. En el medio universitario, donde trabajo, parece que todavia solo son admisibles los estudios referidos a los conflictos belicos si tratan de temas sociales o politicos, nunca «militares». Esos aspectos se han dejado a profesionales de las fuerzas armadas con intereses historicos o simples aficionados con buenas intenciones y metodologias, frecuentemente, poco elaboradas. Por ejemplo, recomiendo que le echen una ojeada al libro recientemente publicado «Historia Militar de la I Guerra Mundial»… centrense en la bibliografia y veran un batiburrillo de publicaciones de toda laya que asusta al mas pintado. Esa bibliografia invalida cualquier pretension de seriedad que pueda tener el autor.
    En los años 60-70 cogio fuerza una corriente, basicamente británica, llamada «New Military History» que pretendía renovar el estudio de la historia militar a traves de la inclusión de los temas sociales, economicos y culturales. En España esa corriente comenzó a ser conocido a traves de Geoffrey Parker y sus ejemplares estudios centrados en los Austrias españoles. Otros autores, como el tan citado Keegan, se centraron en ver el combate desde el punto de vista de los soldados «corrientes».
    En España, en los ultimos años, ha habido una eclosión de publicaciones y hemos podido conocer de primera mano muchos libros de interes. Por desgracia, en el campo de las publicaciones periodicas las revistas parecen volcadas en la tradicion de conocer «quien tenia el cañon mas grande». Y esa especie de infantilismo del wargame tiene una presencia desmesurada entre los aficionados. Entre el alejamiento de los profesionales y el amateurismo de los aficionados, veo poco futuro a una «Nueva Historia Militar» española.

  19. Koenig dice:

    Todo se andará, supongo.

    Lo que comentas, amigo Jordimón, me recuerda a úna «anécdota» (entre comillas porque es cierta) que contaba Goldsworthy en su presentación de «Cesar». Parece ser que algunas universidades del Reino Unido han incorporado la asignatura de Historia Militar en la carrera de historia. Pero no todas con este nombre. En algunas recibe el título de»Estudios para la Paz». Curioso.

    Amigo Licurgo, como tu sabes que no me gusta discutir y como jamás nos llevamos la contraria, permíteme que le saque punta a la batalla como «Pilar que sustenta todo lo demás».
    Ciertamente la «batalla», por mucho que sea un momento álgido y lleno de dramatismo, no siempre es el objetivo fundamental de lo militar. Se me ocurren algunos ejemplos. Para empezar el asedio, que si bien tiene combates, no corresponde a la definición clásica de batalla, pero mas allá del asedio tenemos las operaciones de pequeñas unidades: infiltración, reconocimiento, información, supresión de objetivos definidos… que tampoco, me parece, entran en el concepto de batalla. A esto podemos añadir la disuasión militar, tanto en situación de guerra como fuera de ella. Así la teoría de la «flota en potencia», tan querida por los alemanes en dos guerras mundiales, o la simple carrera armamentística. Y finalmente se me ocurre pensar en las filosofias militares de las sociedades: mili contra ejército profesional, blindados contra misiles, barcos de gran o de pequeño tonelaje, formas de instrucción militar, tácticas…
    Todos estos ejemplos son, sin duda, parte de la historia militar y me parecen tan importantes como la batalla en si.

    A mayor abundamiento y ya fijándome en la batalla, se me ocurre compararla con una complejísima ecuación matemática. En ella se incluyen muchos factores, y si fuéramos capaces de despejar las incógnitas, podríamos conocer el resultado dela batalla antes de celebrarla. De hecho, esa es la principal función del mando militar. Conocer el resultado antes de entrar en combate.
    Nuevo argumento pues contra la batalla como «pilar». Antes que la batalla en si, me parecen mucho mas importantes e interesantes (te sonará) las circunstancias que influyen en la batalla. Verdadero eje a mi entender de la historia militar, en el que caben muchas otras disciplinas.

    Opino claro.

    Saaludos.

  20. pepe dice:

    Hace unos días se nos preguntaba en un concurso acerca de la batalla más sangrienta de la guerra de las dos rosas. Ahora se nos informa sobre cual fue la más sangrienta de la IGM (mucho más fashion que la IIGM, dónde va a parar) al tiempo que, en la reseña siguiente, nos enteramos de que volvemos a pisar barro y a oler sangre. Días atras, en fin, festejábamos con alegría y con una performance sin precedentes la batalla de Normandía. Y entre tanta sangre, una perla, un pensamiento profundo que arranca cabezazos de asentimiento por parte del respetable: la guerra, como una manifestación cultural más de la sociedad. Hombre, ya era hora de que los teóricos echaran una mano a los del barro y el acero. Para escribirlo en letras de oro, oiga usted. Una manifestación. Cultural. La guerra.

    ¿Y por qué no el terrorismo? Hay quien pone bombas (y, dentro de estos, quien gusta de ponerlas en autobuses, o mercados, o debajo de los coches), quien entra en los pueblos y pasa a la gente a cuchillo, quien viola o mutila, dependiendo siempre y respetando escrupulosamente el sustrato sociocultural de cada cual, del que el hecho terrorista no es sino una manifestación. ¿Y los castigos? Pues también son culturales: ¿que allí lapidan a las mujeres?, pues será que en esa sociedad abundan las piedras o que es una cultura piedrícola o pedernal, como si dijéramos; ¿que allá se dedican a empalar por el culo a la gente? pues será que es una cultura empalagosa, hablando en lenguaje técnico. En conclusión, ya es hora de que los académicos se ocupen de sistematizar todo este enorme y diverso acerbo cultural tan injustamente relegado al olvido y que se perdería si no fuera por el esfuerzo entusiasta de algunos aficionados sin apenas medios y de páginas como ésta.

    Propongo que, para celebrar el quinto aniversario, destaquemos a un comando del HEA a cualquier sitio donde haya una guerra de verdad para hacerle un frikités a cualquiera que pase por allí y preguntarle cómo ordena los libros, qué usa como separador de páginas, si lee en la trinchera o cagando, o si prefiere tapa dura o tapa blanda. Si tiene éxito, igual podemos hacer un programa de televisión: Hislibreños por el mundo (en guerra). Conoceríamos muchos países y modos de vida distintos: cultura con mayúsculas. Nuestra pregunta final, obviamente, no sería la de qué piensas hacer cuando acabe la guerra, sino aquella que todos estamos coreando: la tortilla, ¿con cebolla o sin cebolla?

  21. jordimon dice:

    Despues de leer el ultimo comentario se me ocurre una pregunta:
    ¿Que entiende Vd. por «cultura»?

  22. pepe dice:

    La naturaleza humana se manifiesta de múltiples formas. De entre ellas, algunas han dado en llamarse virtudes y otras vicios, pero hay muchas más. Pongamos un ejemplo sencillo: creerse con derecho a decidir sobre la vida de otras personas estaría dentro de los vicios. Esta creencia ha dado lugar, a lo largo de la historia y en diferentes sociedades, a distintas formas de esclavitud, cada una con sus peculiaridades y su particulares estilos. Hoy en día, se sigue esclavizando a niños, a hombres, a mujeres. En Mauritania la esclavitud se abolió en 1980, pese a lo que gran parte de los antiguos esclavos siguen en la misma condición porque la gente ignora la existencia de dicha ley. En muchas ciudades españolas, si no queremos irnos tan lejos, hay burdeles con mujeres que viven en régimen de esclavitud. Ahora, siempre puede venir alguien y decir tranquilamente que la esclavitud es una manifestación cultural de la sociedad. Yo me limito entoces a aplaudir un pensamiento tan profundo y de tanto poder tranquilizador, capaz de convertir lo que yo creía una lacra social en una manifestación cultural. Como el fútbol.

    Si no he contestado a su pregunta, caso de que fuera dirigida a mi, ha sido más por modestia que por descortesía: no creo que tenga ningún interés saber lo qué pueda entender yo por «cultura» cuando además estoy dejando tan claro lo que para mi no lo es.

  23. Koenig dice:

    Buenas tardes Pepe.

    La verdad, es que releyendo tu comentario, me surge una duda tremenda. No se exactamente si nos estás enmendando la plana porque no tenemos ni idea, si nos estás diciendo que nos gustan las realidades que has mencionado, si consideras que nos las merecemos o si, directamente, pretendes que nos callemos y no hablemos mas de esto.

    Te rogaría me lo aclararas, porque lo que mas me apetece ahora mismo, es pensar que tengo un mal día y acabo de malinterpretar lo que he leído.

    Un saludo.

  24. Licurgo dice:

    Veamos caballero, el aseverar que la guerra es una manifestación de la cultura no lo digo yo; leáse a Víctor Davis Hanson, a John Keegan, a Donald Kagan.
    Me alegro de que sea tan abierto, un placer su argumentación.
    Saludos.

  25. juanrio dice:

    Yo no puedo considerar la guerra como una manifestación de la cultura lo diga quien lo diga. En todo caso sería una manifestación de la brutalidad de la que es capaz una sociedad. Otra cosa es que crea que aprender sobre ella puede ser positivo para no cometer los mismos errores en el futuro, aunque lo cierto es que dudo de que algunos dirigentes mundiales, en el más amplio sentido del término, sean capaces de tener en cuenta que en cualquier guerra, de la más pequeña a la más grande, muere gente….Y otra es que desde que existe el hombre han existido guerras, pero no confundamos una cosa(la guerra) con otra(la cultura).

  26. pepe dice:

    Debes tener un mal día, Koenig, porque el comentario está bien claro: la guerra ha quedado clasificada como manifestación cultural de la sociedad y yo me congratulo por ello (al tiempo que apunto algunas otras cosas que también podrían ser susceptibles de recibir tal distinción). Quizá yo debo tener también un mal día cuando me salen comentarios tan confusos y tan susceptibles de ser malinterpretados.

  27. Antonio dice:

    bUENAS TARDES:

    Los antropólogos no se ponen de acuerdo sobre el significado y el contenido del concepto de cultura; para estos estudiosos «la cultura» es algo más allá que todo aquello que se relaciona con el arte (ejemplo, pintar un cuadro); es algo aun más que todo lo que tiene que ver con las creaciones humanas (pintar un cuadro o fundar una familia); y es algo superior al pensamiento, porque incluye la acción y la comunicación.

    En definitiva, que ellos creen, en general, que cultura es algo así como «civilización», pero aplicado a todas las sociedades, las actuales y las anterores.

    Vamos, que incluye la guerra tanto como la ablación del clítoris, por ejemplo. Incluye todo lo humano, independientemente que algo nos parezca horrible e ignominioso. Los médicos suelen hablar y escribir mucho sobre el cáncer y eso no les hace «cancerofilios» ni mucho menos, así como hablar de la guerra no nos hace belicosos; acaso ¿las guerras se evitarían sólo por ser ignoradas?

    Cordialmente.

    PS: Decía Chrurchill que «Es patética la creencia de que para gozar de la paz basta amarla», pues algo así ocurre con los aficionados a ñla guerra, pero al revés.

  28. Licurgo dice:

    Creo que estamos hablando de dos cosas diferentes.
    Por un lado de las Artes; de la pintura, la literatura, la escultura, la arquitectura…
    Por otro de la idiosincrasia de cada pueblo, de su modo de entender la guerra (que no se identifica con las Artes de las que hablábamos, por mucho que se hable en ocasiones del arte de la guerra).
    Hay pueblos más autolimitadores en el combate y pueblos que se dejan arrastrar por el devorador apetito de la guerra perdiendo, de paso, los objetivos que han dado origen a la misma.
    Es dificil explicar, sin recurrir a la palabra «cultura» al modo específico como combatían cualquiera de los pueblos que podamos pensar (macedonios, la guerra hoplítica, el combate azteca, la guerra zulú, etc.).
    El soldado marcha al combate con un bagaje cultural, tanto mayor cuanto más amplia es su «cultura»; y eso lo moldea y lo define.
    No combate igual (pongamos el caso) un japonés que un norteamericano en la batalla de Midway. Y eso, un historiador lo tiene que tener presente.

    No podemos aceptar como cultural aquello que nos gusta (o que es «bueno») y no cultural aquello que no nos gusta.
    De nuestra cultura forman parte hechos que nos avergüenzan, pero están ahi.
    Saludos.

  29. juanrio dice:

    Es posible que lo que necesitemos sea otra palabra para nombrarlo, pero no me parece que el binomio cultura-guerra sea el más apropiado. Si yo no lo puedo aplicar a los toros, por ejemplo, con menos razón a la guerra. Otra cosa es que pensemos que los pueblos al hacer la guerra transmiten algo más allá de la brutalidad, y que tras la guerra y la conquista exportan una cultura propia…pero para eso no es imprescindible la guerra ¿no?

  30. pepe dice:

    Gracias por tu comentario, Licurgo: me alegra que no hayas visto en mi argumentación ninguna intención de ofender, porque no la había, y que además te haya gustado. Gracias a Juanrío por su opinión y a Antonio, por explicar lo amplio que es el concepto de «cultura», a pesar de que en la argumentación no se ha usado esta palabra sino como adjetivo: manifestación cultural de la sociedad, y eso le da un matiz lingüístico distinto, me parece (esto que sigue es solo para Antonio y está dicho en voz muy bajita: no quise responder a la pregunta de Jordimon para no conceder lo que se entiende antropológicamente por cultura, hombre…).

  31. Fridolin (aka Thersites) dice:

    En términos de Historia y Antropología social, es un hecho no discutible que la guerra es una de las expresiones más características de la civilización humana. Nos guste poco o nada.

    Así expresado, no aparece la palabra ‘cultura’ con su connotación buenista, positiva y moral. Aunque aparece, eso sí, ‘civilización’ desprovista de las mismas, simplemente como sociedades urbanas complejas.

    Dicho de otro modo: Es un hecho no discutible (por obvio leyendo cualquier manual de Historia) que la guerra (=violencia organizada y regulada) es una de las expresiones (=manifestaciones, actividades regulares) más características (=omnipresente, frecuente, generalizada) de la civilización (=sociedades urbanas de rango estatal) humana.

    Y ello sin entran en consideraciones de rango moral o ético (por ejemplo el truismo de que la guerra es terrible, indeseable, y a menudo saca y hace evidentes algunos de los peores rasgos de los humanos como especie o individuos).

    Como decía Toynbee, no por ser militares dejan de ser virtudes las llamadas ‘virtudes militares’ (coraje, solidaridad, constancia…), pero le valor de las mismas está en las gemas propiamente dichas, y no en su horrenda montura.

    No analizar a fondo la guerra en todas sus manifestaciones es condenarse a no entender en casi nada la compleja la historia humana.

    Aunque ello no implique regodearse en sus aspectos más ‘gore’, ni condonarla, ni reducirla a un wargame inocuo. Ni siquiera implica considerarla como una manifestación de la civilización inevitable para el futuro. Pero su estudio riguroso es esencial.

    Y rompo así por una vez una regla autoimpuesta que he mantenido cuidadosamente durante un par de años..

  32. Rodrigo dice:

    Desde el punto de las ciencias sociales o humanas la guerra sí es una manifestación cultural. Para ellas el punto de partida es un concepto ética y estéticamente neutro de “cultura”, entendida de manera primaria –elemental- como plasmación de las facultades intelectuales y técnicas del hombre –en interacción de unos con otros, ciertamente: cultura implica vida en sociedad. Pero también es “cultura” el conjunto de logros científicos, tecnológicos, artísticos, jurídicos, éticos, etc., de una sociedad específica; acepción que enfatiza la dimensión social del asunto y que equivale a la de “matriz cultural” (que en un estadio estructuralmente superior conviene denominar “civilización”).

    El arqueólogo que en una excavación descubre una espada o cualquier otro artefacto bélico puede decir que ha dado con una cierta manifestación cultural, la de una sociedad antigua. El antropólogo que estudia los rituales bélicos de una tribu estudia ciertos modos según los cuales esta tribu se desenvuelve y, así, expresa los signos de su propia cultura. También el sociólogo, profesional abocado a cuestiones culturales –no sólo en sentido lato de la expresión-, puede dedicarse al área de lo militar en tanto una de las esferas de lo social.

    El concepto es tan amplio que comprende todo tipo de expresiones del desenvolvimiento social. Un producto de bajísimos estándares intelectuales como el panfleto Mi lucha, del nefasto personaje que fuera Hitler, es tan manifestación cultural de su tiempo y lugar como la excelente novela La montaña mágica, de Thomas Mann (obras coetáneas, ambas). Y tan neutro –en el sentido aludido- que admite observaciones como la de que una sociedad que guerrea empleando tanques y misiles es culturalmente más compleja que una que se vale de masas y flechas.

    Saludos.

  33. Rodrigo dice:

    Errata: «mazas», que no «masas».

  34. pepe dice:

    Fridolin y Rodrigo, cuando los conceptos, o los términos que usamos en el lenguaje, se vuelven tan amplios que sirven para denominar cualquier cosa, pasan a ser poco útiles. La palabra `cosa´ que acabo de utilizar, por ejemplo, sirve para bien poca cosa. Decir de algo que «es una cosa» es como no decir nada. Del mismo modo, decir que la guerra es una manifestación cultural, si por manifestación cultural entendemos todo lo relativo a la actividad humana, es una perogrullada (palabra esta que sí tiene un significado bien preciso).

    Es como si a la pregunta ritual de mi hijo según entra por la puerta de casa (¿qué hay de cenar?) le respondo que «una expresión de la (modesta) gastronomía doméstica» o bien, para no entrar en detalles, que «una manifestación cultural de la sociedad». Ni más ni menos. Dicha denominación tendrá quizá un efecto tranquilizador en él (que no sabe que hay albóndigas, manifestación cultural que odia con todas sus fuerzas).

    Siento mucho tener que acudir al pobre recurso dialéctico de los ejemplos para apoyar mi argumentación. Pero Rodrigo también los usa cuando dice que si Fridolin se encuentra una falcata en el curso de una excavación, ha dado sin duda con una manifestación cultural ibérica. Bien, si lo que se encuentra es un obús sin estallar de la guerra civil, el calificativo ya le cuadra menos. Y podríamos seguir con otros artefactos bélicos, que nadie en sus cabales llamaría manifestaciones culturales y sí vergüenzas eviternas para la Humanidad.

  35. Koenig dice:

    Bueno, amigo Pepe, pues todo aclarado. A ti te ha salido un comentario confuso que yo he malinterpretado aún mas confusamente. Pido disculpas pues tanto a ti como a todos los que hayan podido sentirse molestos por mi exabrupto.

    Volviendo al tema, concuerdo del todo con lo que han expuesto Antonio, Licurgo, Fridolin y Rodrigo. Especialmente con Rodrigo cuando habla de la neutralidad de esta acepción de cultura.

    Entiendo que las manifestaciones que forman, o no, parte del acervo cultural de una civilización son totalmente independientes de la calificación moral que dichas manifestaciones merecen, tanto para dicha civilización como para otras que se relacionan con ella.
    Decía Pepe mas arriba que la naturaleza humana se manifiesta, entre otras cosas, mediante virtudes y vicios. Establece tres categorías que permiten una perfecta comparación con lo que estamos hablando. Por un lado “naturaleza humana”, concepto tan amplio, si queremos, como el de “cultura” que estamos aplicando. La “naturaleza humana” es la que es, nos guste o no, nos convenza o no, y compartamos algunos de sus rasgos o no, como sucede con la “cultura”. Otra cosa es que esas manifestaciones de la “naturaleza humana” sean calificados como virtudes o vicios, pero esta es una calificación moral, me atrevería a decir además que externa a la manifestación propiamente dicha. Del mismo modo que una manifestación cultural sea una burrada u honre a quienes la llevan a cabo es una calificación moral.
    Curiosamente –como regla general- esta calificación moral suele admitir las burradas como manifestación cultural cuando es otro grupo ajeno quien las practica. Cuando se practican en el propio entorno o bien considera que en puridad no forman parte de la cultura propia, o bien en vez aceptar su inmoralidad se justifican. No deja de ser lógico si tenemos en cuenta que el código moral también forma parte de la cultura en cuestión. Así se explica que la guerra en el mundo antiguo –la falcata- nos parezca mas fácilmente una manifestación cultural, como decía Rodrigo, que el obús de la guerra civil, demasiado cercano para hacernos sentir cómodos. Sin embargo ambos son exactamente iguales, culturalmente hablando. La única diferencia es la distancia del observador.

    Otro de los aspectos interesantes de las guerras y de las culturas es que, si la cultura influye en la guerra, esta influye a su vez en la cultura, incluso en sus manifestaciones mas sublimes (de cultura). Por poner dos ejemplos con los que me he topado recientemente: habla de ello D. Kagan en su “Historia de la Guerra del Peloponeso” (versión divulgativa), relatando los cambios que sufrió la sociedad griega durante la guerra y a consecuencia de esta; y también un pequeño artículo que leí recientemente sobre las consecuencias de la 1ª GM en la pintura o la literatura de posguerra.

    Terrible aspecto de la cultura, sin duda, que da algo de miedo, pero desde luego prefiero, como también se decía mas arriba, conocerlo que ignorarlo.

    Opino.

  36. Thersites (aka Fridolin) dice:

    Los conceptos ‘cultura’ y ‘civilización’ en Antropología Cultural, Historia y Arqueología no son vagos ni amplios ni sirven para todos. Una ‘cultura arqueológica’ es una cosa bastante precisa… (bueno, no tanto, pero vamos a dejarlo así), y no es lo mismo que en el sentido en que se emplea en Antropología Cultural.

    Y en el sentido que estamos hablando (o al menos yo, Rodrigo y Licurgo) la Guerra ES un hecho cultural propio de la Civilización.

    Sólo que hay que ponerse de acuerdo que estamos utilizando esos términos en su sentido académico, donde -en principio- los términos ‘Cultura’ y ‘Civilización’ no tienen carga ética o moral, ni han de implicar un sentido de graduación de superioridad (ser ‘más o menos culto’ o ‘ser civilizado frente a ser un ‘salvaje’).

    [NB Sí, ya sé que una vieja escuela antropológica hablada de estadfios de ‘salvajismo’, ‘barbarie’ y ‘civilización’, pero ese es un enfoque evolucionista lineal obsoleto hace mucho]

    Por eso a veces lo paso bien cuando comienzo una clase o conferencia diciendo algo así como:
    ‘La guerra es el elemento cultural más característico de la especie humana’ o
    ’La guerra es la forma más característica de la sociedad civilizada’…

    Entonces aparecen las caras que van de la comprensión a la estupefacción, pasando por la expresión de ‘santa-ira-politicamente-correcta’, o la de ‘este tío es un fascista’ (lo que sería cierto si añadiera la palabra ‘necesaria’)… cosa que me cuido mucho de hacer porque es errónea.

    Es entonces cuando, al desmenuzar los términos -en el sentido en que antes lo hacía, un par de posts arriba- queda desnudo el hecho de que la guerra, es en efecto, en todas las sociedades complejas de base urbana que en el mundo han sido, uno de los rasgos más comunes, y uno de los más decisivos en los cambios, rupturas, evolución, involución de esas culturas, y en la interacción entre ellas.

  37. Thersites (aka Fridolin) dice:

    Ah! Y por si Pepe llegara a pensar lo contrario, soy d elos que opinan que la expresión ‘cultura del grafitti’ es una soberana memez, mientras que la ‘cultura del vino’ en el Mediterráneo arcaica es término adminisble. Y de los que creen que los grafiti sobre una pared, y buena parte de los ‘montajes’ en Museos de arte contemporáneo no son ‘arte’, sino a lo sumo ‘artesanía’ en la inmensa mayoría de los casos, además de una gamberrada. Pero eso en otro contexto, el del lenguaje de calle.

    1. Javi_LR dice:

      Uy, uy, Thersites, como introduzcas el debate semántico de la palabra arte…

      Yo sí que creo en lo unívoco de los términos. Es más, creo que es un justo derecho para el buen entendimiento de las gentes. Y la guerra, por ejemplo, es una de las mayores expresiones de la «cultura», pues, a fe de la Historia pasada y presente, ha servido para «cultivar» innúmeros campos de batalla.

      Saludos a todos.

  38. Rodrigo dice:

    La argumentación de Koenig me parece muy lúcida. Pues sí, concuerdo en que la distancia del observador es decisiva. Y en que, como dice Thersites, la guerra es un hecho cultural.

    Pepe, en mi intento por aportar algo al debate no he hecho más que atenerme al uso que las ciencias sociales o humanas hacen del término “cultura” en tanto premisa y punto de partida común a todas ellas. No tengo yo la culpa de que el concepto sea, en este sentido, así de amplio y genérico.

    Pero tampoco me parece que tenga pizca de redundante ni de banal, este concepto. En la variante de “matriz cultural” apunta nada menos que al conjunto de bienes materiales, intelectuales, artísticos y normativos que conforman una sociedad en un momento dado. Hay que tener en cuenta que la guerra no es un fenómeno aislado sino que supone cantidad de otros factores, no propiamente bélicos, que explican que las guerras se verifiquen de uno u otro modo. Las guerras napoleónicas, por ejemplo, son tanto resultado como expresión de un cierto estado cultural de las sociedades que se vieron comprometidas en ellas, y bien puede que dichas guerras fuesen un factor propiciador del curso asumido en su momento por la civilización europeo-occidental. Al mencionar este ejemplo tengo en cuenta tres elementos característicos de la cultura moderna: sociedad de masas –con su correlato bélico de levas en masa, ejércitos masivos y batallas multitudinarias-; nacionalismo, y estado-nación, entidad que venía desarrollándose desde antes y para el que la coyuntura del 1800 fue un punto de inflexión crucial.

    (Lamento Pepe que consideres el de los ejemplos un recurso dialéctico pobre, pero yo seguiré usándolos cuando me parezca conveniente no por chinchar sino porque, como he dicho en otra ocasión, no se me da muy bien el pensamiento abstracto –soy una nulidad para las matemáticas, entre otras cosas- y porque los ejemplos resultan… tal cual pues: ilustrativos.)

    La existencia de un arma como el misil, incluso el de tipo nuclear por chocante que parezca, supone o involucra una red de factores culturales interrelacionados que han hecho posible –por desgracia- la creación de semejante instrumento de destrucción. Desde la perspectiva más amplia, implica el desarrollo de una cierta forma global de ver las cosas, de posicionarse ante ellas y de valerse de ellas; una cierta cosmovisión o matriz civilizacional. No es gratuito que el misil sea en su origen producto de una civilización racionalista, cientificista y secularizada como la occidental. Así pues, en este contexto sí que cabe tenerlo por manifestación cultural, con todo y poder luego lamentarnos de que el ingenio creativo de unos tipos capacitados se haya aplicado a la construcción de un artefacto así de pernicioso, en vez de a la cura del cáncer o a la supresión de la pobreza. Otra cosa sería en el contexto de una conversación entre compadres, por ejemplo, en que resultaría pedante y ridículo aplicarle al misil el mote de “manifestación cultural”, tanto como llamar así en la conversación de sobremesa al plato de lentejas que hoy almorcé. Como otra cosa es que distingamos entre variedades de expresiones o manifestaciones de una cultura cualquiera, asignándoles categorías funcionales, valóricas o estéticas al arbitrio de cada cual pero también según criterios mínimamente compartidos.

  39. pepe dice:

    No seas tan suspicaz, Rodrigo. El que se avergonzaba de usar ejemplos era yo, y no lo hacía de forma fingida para menospreciar tu comentario cuando añadía a continuación que tú habías usado uno, sino porque verdaderamente considero que son un recurso pobre. Te he dicho varias veces, porque lo pienso, que tus argumentos son lúcidos, elegantes y bien construidos, y que resulta un placer leerte. Sé perfectamente, cuando empiezo a leer uno de tus comentarios, que no voy a encontrar motivo de enojo ni de ofensa, y esto me sucede con la mayoría de los que aquí escriben. Me gusta pensar que, recíprocamente, esa mayoría siente lo mismo cuando me lee a mi.

    Mira, yo no me ofendo cuando hay tantos que tratan de explicarme el significado de `cultura´en el contexto antropológico y social, y, aceptada esa premisa, de lo ajustado que resulta llamar a la guerra hecho cultural, ni me molestan los comentarios didácticos sobre la connotación moral y ética que conlleva en algunos contextos la palabra (causa probable de mi confusión), ni que me aseguren que por ser aficionado a la historia militar no se es necesariamente partidario de la guerra. Agradezco todos esos comentarios iluminadores, y si alguna vez alguno me causa recelo, lo primero que pienso es que yo soy muy quisquilloso y que el comentarista no ha tenido mala intención. Resulta este un mecanismo muy útil en cualquier relación social, si se me permite la digresión: «antes de ofenderte, piensa que no has entendido bien»; hay variantes igualmente válidas: que has malinterpretado o, como dice Koenig, que tienes un mal día. (Además, en mi caso particular, si alguien me hace algún comentario didáctico, está bien que reciba de vez en cuando mi propia medicina).

    Dicho lo anterior, y suponiendo que podemos argumentar libremente sin miedo a que nadie se ofenda, ¿para qué sirve una afirmación (tan ajustada a derecho) como «la guerra es una manifestación cultural»? Sirve para empezar una clase provocando a un impresionable auditorio, del mismo modo que podríamos empezar una clase de física diciendo que un accidente aéreo es una manifestación de la fuerza de la gravedad. Hasta aquí bien. Se me ocurre que, filosóficamente hablando, también sirve para explicar lo inexplicable y clasificar lo inclasificable, que no es poca cosa:
    -Doctor, me duele aquí en el lomo.
    -No se preocupe, tiene usted una lumbalgia.
    -¿Y eso qué es?
    -Nada, simplemente una manifestación muscular del cuerpo humano.
    -Me deja usted mucho más tranquilo, doctor, muchas gracias.
    -De nada hombre, para eso estamos.
    Déjate de sarcasmos, joder: sirve para encuadrar el fenómeno en un contexto adecuado (¿?), para conocer su verdadera dimensión (¿?), para entender la historia de la Humanidad, comprendiendo los mecanismos que la gobiernan y que provocan los conflictos armados, para que éstos no vuelvan a suceder (¿?).

    Bueno, no quiero seguir con la discusión porque creo que ya están claras las posiciones (quizá debería decir las posturas). Ha sido un debate muy interesante y enriquecedor, y ahora veo las cosas desde otra prespectiva. El señor que me trae los libros del Círculo no está tan lejos de Radovan Karadžić, teniendo en cuenta que ambos son agentes culturales. El propio Círculo de Lectores y la Asociación Nacional del Rifle comparten el dudoso honor de ser difusores culturales. Antropológicamente hablando, claro. En fin, salud (y República).

  40. Rodrigo dice:

    Ironías aparte, Pepe (que puesto a ironizar resultas formidable). No me he ofendido. Sólo trataba de explicar por qué seguía recurriendo a los ejemplos aun después de despreciármelos; es que uno tiene sus limitaciones. Por cierto que después de leer un montón de tus comentarios tengo más o menos claro a qué atenerme, y doy por descontando que no tienes intención de ofender.

    (La verdad es que mi intervención anterior parece algo cargada, emocionalmente quiero decir, y se presta para un malentendido. Me disculpo por esto.)

    Saludos.

  41. Ascanio dice:

    Resumiendo, y a ver si me entero:
    Pepe está harto de libros de guerras y de batallas y le toca las narices que además, a eso, se le llame manifestación cultural.
    ¿Eso es?

    Pues yo aún diría más: yo me leo las reseñas de guerras y batallas porque no tengo más remedio. Mi escasez de tiempo hace que tenga que seleccionar, y la mayoría de las veces ni siquiera me da tiempo a leer los comentarios, por lo que elimino de mi «lista» todos aquellos relativos a batallas y guerras (sobre todo de la II Guerra Mundial, la cual me tiene hasta el moño, sinceramente). Reconozco que he llegado a este hilo por una alusión que ha hecho Pepe en el de Azincourt (creo recordar); si no, nunca hubiera leído sus comentarios.

    Sinceramente, hay algunos libros que me interesan más que otros (bien, vale, de vez en cuando me gusta leer sobre acontecimientos históricos en los que, indudablemente, aparece alguna batallita), y prefiero leer «La mujer de Andros» en vez de «Las tropecientas masacres de la historia». Sé que muchos estaréis pensando que no es incompatible leer sobre batallas y leer poesía, por ejemplo, y es posible, pero volvemos a lo mismo, todo es cuestión de prioridades. Ya sé que la Guerra Civil forma parte de mi historia (y realmente lo que sé sobre ella son cuatro pamplinas) pero, como no tengo tiempo para todo prefiero leer sobre Tomás Becket o sobre Poe.

    En fin, que como yo soy más directa y menos irónica y elegante que Pepe, tengo que reconocer que estoy harta de la Segunda Guerra Mundial, que comprendo que a mucha gente le guste, pero que yo, si tengo que elegir, prefiero otros hilos y otros comentarios. Pero que, como hay gente pa tó e, indudablemente la guerra y la sangre forman parte de la historia de ese bicho malvado llamado hombre, las batallas seguirán ocupando muchas páginas de nuestra querida Hislibris.

    Y, a pesar de toda la sangre, las trincheras, las violaciones y los empalamientos he disfrutado mucho con los comentarios de Pepe y de Rodrigo.

    Hala.

  42. Ascanio dice:

    Ah, se me olvidaba, Koenig: una buena reseña que le habrá servido de mucho a los aficionados al tema.
    Lástima que a mí esta batalla de la PGM me importe un pimiento.

  43. pepe dice:

    Hoy es viernes y hace algún tiempo eso quería decir que tocaba escuchar alguna musiquilla. Espero que Koenig no se moleste si aprovecho su hilo para recordar una canción que yo cantaba cuando era (más) joven, tenía (más) pelo y tocaba la guitarra en las reuniones sociales (todos tenemos un pasado y derecho a ponernos sentimentales de vez en cuando). Creo que ganó un festival atlántico, allá por los últimos 60, pero la canción no gustó a las autoridades por considerarla subversiva y contraria al espíritu militar y se volvió a repetir la votación. Victor Manuel, que unos años antes había cantado a Franco (lo del pasado también vale para éste), estuvo a punto de ser detenido. No exagero si digo que yo bordaba esta canción, sobre todo cuando había que subir el tono y decir eso de «por quien lucho yoooo, si en mi corta vida no existe el rencooor». Coño, que me estoy emocionando, a ver si es que se me ha metido algo en el ojo…

    http://www.youtube.com/watch?v=NJ-eKGakGkg

    1. Javi_LR dice:

      Siempre me encantó esa canción, Pepe. Escuchada en los montes asturianos no tiene parangón. Recuerdo que seguidamente me ponía a escuchar La Romería para poder entrar al bar.

      Perdón, Koenig.

  44. Koenig dice:

    Buenas noches.

    Debo empezar reconociendo que algunos de los post de este hilo me han movido a reflexionar sobre el modo en que actúo aquí con respecto a uno de mis centros de interés, concretamente la historia militar.

    Por muchas razones, que no detallaré pues creo que no vienen al caso, es una rama de la historia que me viene interesando desde hace cierto tiempo, y a la que he dedicado muchas horas de lectura, y de escritura.

    Ciertamente entiendo que no tiene porqué interesar a todo el mundo. Por los motivos que cada uno tenga hay quienes están a favor y quienes están en contra de esta rama de la historia. Y una amplia mayoría de neutrales a quienes, seguramente, este intercambio que hemos tenido mas arriba les parecerá absurdo. Tentado estoy de darles la razón.

    Personalmente siempre he estado a favor de la libertad de expresión. Sin embargo siempre he pensado también que junto a la libertad de cada uno de hablar de lo que le parece (el cómo es otra cosa), está la libertad de los demás de no escucharle. Por este motivo, y por muchos otros, no leo todas las reseñas de hislibris cuando se publican. De hecho hay algunas que no leo en absoluto. Quiero aclarar que esto no significa desprecio alguno a los reseñadores ni a sus reseñas. Sino simplemente que, en ese momento, el interés que me suscita el tema en comparación con el tiempo y el esfuerzo de leer la reseña no me acomodan. Tampoco significa que no las leeré nunca. Quien sabe.

    Por otro lado me doy perfecta cuenta que, dentro de la libertad de cada uno de disfrutar de este sitio como le parezca, hay quienes prefieren leerlo todo, y que, desde luego es la impresión que tengo, mis reseñas, ciertamente monotemáticas, pero también referentes a un tema que me interesa y del que disfruto, pueden resultar pesadas y repetitivas. En suma, pueden vulnerar el derecho de cada uno a no escuchar, o a no leer, sobre lo que no le interesa.

    Además, siempre he intentado que ni mi persona ni mis centros de interés resulten una molestia para otros, y tengo muy claro que ante la mas mínima sospecha de que pueda ser así prefiero cambiar mi forma de actuar.

    Por esto, y salvando algunas reseñas que tengo comprometidas (3 o 4 mas, creo) y con las que cumpliré debidamente, dejaré de reseñar aquí libros de historia militar. Esto seguramente descongestionará hislibris de este tipo de temáticas y dejará espacio para que se publiquen reseñas sobre otros temas históricos, tan interesantes como esta, y de los que seguramente disfrutaré.

    Quiero terminar por dejar claro que esto no responde a un mosqueo, ni es una pose que pretenda llamar la atención, ni pretendo con ello tener razón, ni –finalmente- espero respuesta alguna a este comentario. En absoluto. Tampoco voy a dejar de reseñar, actividad de la que disfruto enormemente, más teniendo en cuenta que cada una de las reseñas que escribo es –egoistamente- primero para mi. Pero entiendo, simplemente, que la historia militar no interesa a todo el mundo, y no tengo las mas mínima intención de imponerme a la hora de reseñar o de hablar sobre ella.

    Opino.

    Saludos.

    P.D. y no Pepe, no me molesta en absoluto que utilices este hilo para la musiquilla. Tuyo es.

  45. Aretes dice:

    A pesar de no ser de las personas que prefieren las reseñas y libros militares, creo que debes reconsiderar esa decisión, Koenig.
    ¿Motivos? Desde mi punto de vista:

    Primero: Está claro que el argumento que expones pues las relativas a temas bélicos son, me atrevería a decir con diferencia, del agrado de una gran mayoría.

    Segundo: Al menos para mí, que no entiendo ni pío de todo lo relativo desde el uso de la piedra al misil, resulta una buena fuente de información todo el conocimiento que se destila de los comentarios.

    Tercero: A pesar de que la guerra como tal sea un aspecto triste y desafortunado, no deja de ser un reflejo y consecuencia de la historia. Normalmente, las discusiones que abren los comentarios sobre lo que las causó o las consecuencias que derivan de ellas me resultan bastante interesantes. Quisiera seguir teniendo el privilegio de leerlas.

    Cuarto: Que cada uno reseñe según sus gustos y que cada cual elija qué leer según sus apetencias. Creo que al final reseñamos sobre lo que leemos y leemos lo que nos gusta. Gracias a Dios la oferta y las inclinaciones son lo suficientemente variadas para abarcar todos los temas y las reseñas bélicokoeninas son tan clásicas como las rusorodriganas, las cavigriegas o las valerianavales.

    Opino, personalmente.

  46. Aretes dice:

    Porras,
    «está claro que el argumento que expones no se ajusta a los datos…»

  47. Rodrigo dice:

    Me permito secundar la intervención de Aretes.

    Koenig, quienquiera que revise tu listado de reseñas puede constatar que no son en absoluto monotemáticas. Pero aunque lo fuesen y todas ellas versasen sobre historia militar, creo que no habría en ello desdoro alguno para Hislibris, siendo como es ésta una página en que damos por sobreentendida una amplia libertad para reseñar libros relacionados con la historia y la novela histórica –aunque algunos de nosotros, reseñadores, forcemos un poco los márgenes de vez en cuando-. Contándose por su propia índole la historia militar entre los ámbitos de una disciplina que congrega en esta página a cantidad de interesados, creo que no pocos de nosotros -acaso una mayoría- lamentaremos el que dejes de ofrecer tus recensiones sobre los libros del género que vayas leyendo, puesto que son sumamente fundamentadas e informativas, basadas como están en un bagaje de conocimientos envidiable. Por si fuera poco, son muy gustosas de leer por lo bien escritas y por sostenerse con frecuencia en un punto de vista original. Yo mismo, no siendo en rigor aficionado a la historia militar, no me he perdido ni una sola. Pero todo esto que digo se torna superfluo en cuanto se considera que el historial de tus reseñas da cuenta de temas sobradamente variados.

    No quisiera pensar que cualquiera de quienes reseñamos en Hislibris o de quienes se integren en lo sucesivo al equipo de reseñadores pudiera sentirse inhibido de hacer lo que tanto nos satisface, presentar y comentar libros, porque eventualmente se nos reproche, con o sin razón, el ser monotemáticos. O porque abundemos en temas que no interesan a todos por igual. Creo que vale la pena reivindicar la misma libertad de expresión a que has aludido en tu mensaje; con mayor en un caso como el tuyo, que no registra falta de respeto alguno para con los demás visitantes de esta página, habituales u ocasionales.

    De modo que, compañero, coincido con Aretes en solicitar que reconsideres tu decisión.

    Saludos.

  48. Licurgo dice:

    Bueno, franchute, en Historia se comenta que la Historia de la Humanidad es la historia de la guerra, interrumpida por breves periodos de paz. Es dificil encontrar una fecha donde no se esté combatiendo en alguna parte del planeta. Geofrey Parker, por ejemplo, señala que 1555 y 1598, el Imperio Español sólo tuvo seís meses de paz.
    Creo que la Historia Militar es importante, y engloba varias ramas de la Historia (económica, Historia de las Ideas, Hª Social… o debería, tal como decíamos en este hilo).
    En un mundo con tantísima información, el hombre del Renacimiento no puede subsistir (por lo menos si no es alguien extraordinario), no se puede saber de todo, y hay que recurrir a una cierta especialización. Si a esta necesidad, le sumamos la vocación, encontramos cierta fórmula de la satisfacción personal.
    Después de esta vuelta, llegamos a quid de la cuestión; disfrutas haciendo estas reseñas, nos haces disfrutar con las mismas y/o con los debates que suscitan, ¿por qué dejarlas?.
    Saludos.

  49. cavilius dice:

    Suerte que has dicho que no esperabas respuestas a tu comentario. En mi opinión, y para ser breve, te diré que porque tienes razón, te equivocas. Y no es una frase retórica.

  50. Clodoveo11 dice:

    Señor Koenig, siga reseñando historia militar si le apetece y no haga ni puto caso a nada que le digan. Y cada cual que reseñe lo que le salga del nabo y que lo lea quien se le ponga en las narices; y al que le pica, que se rasque.

    Dijo alguien (lo atribuyen a Voltaire, pero véte a saber) que «aborrezco tus ideas, pero moriría por tu derecho a defenderlas» (o algo así). Pues eso. A mí, por ejemplo, las novelas históricas, que hegemonizan las reseñas de Hislibris, me parecen gilipolleces impresas que sólo sirven para deforestar el planeta, pero entiendo y comprendo que haya quienes se pirran por ellas y quieran saber sobre las mismas: así que defiendo el derecho a reseñarlas y comentarse todo lo que se quiera. Otra cosa es que me moleste en leerlas, naturalmente.

    Saludos.

  51. farsalia dice:

    Yo creo que cada cual puede y, especialmente, debe publicar aquí las reseñas que le apetezca escribir, de los libros y temas que le gusten y del modo que considere adecuado. La inmensa mayoría de libros de historia militar me parecen un absoluto coñazo (con notables excepciones). ¿Y? ¿Vas a dejar de escribirlas, Koenig, sólo porque haya gente que se aburra con ellas? Por favor…

    Un capón (metafórico) bien dado y ale, a seguir con lo que te gusta.

    1. Javi_LR dice:

      Yo, para ser más breve aún, me remito al comentario de Cavi. Muy griego.

  52. cavilius dice:

    Hombre, pensaba ponerle «Tranquilo, Koenig, que en Hislibris también hay sitio para los que son como tú», pero no sé, me da que igual se habría malinterpretado.

    Vaya, creo que ahora lo he estropeado…

    1. Javi_LR dice:

      Sí. Ahora has estado muy latino.

  53. pepe dice:

    Yo estoy a favor de la libertad de enseñanza, de la libertad de reunión, del sufragio universal y del libre comercio (y bebercio), por citar otras tantas libertades que, como la de expresión, no parece que de momento se vean amenazadas. En este país, y particularmente en Hislibris, se goza de una casi ilimitada libertad de prensa: cada cual puede publicar una reseña sobre el libro que quiera, siempre que reuna unos requisitos mínimos de respeto a la gramática y a las buenas maneras.

    Koenig quiere dejar de reseñar libros sobre historia militar y me parecería una buena decisión si la tomara por cualquier otro motivo (más serio) que no fuera el de respetar el «derecho de los demás a no leer lo que no quieren leer» (¿y qué hay del derecho a leer lo que no se quiere leer?, estará pensando Cavilius, ¿no se verá perjudicado por su decisión?). Eso tiene tan poco sentido, Koenig, como que yo dijera que pienso dejar de manifestar mis opiniones cuando sean críticas con el tema o contrarias a la postura del reseñador para preservar su derecho a no ser contradicho.

    Reseña lo que quieras, amigo mío, lo que más te haga disfrutar, y luego discute y debate cuanto quieras, y deja que así lo hagamos los demás. Con un poco de suerte te veré esta semana y a lo mejor después de darte un abrazo te doy el capón metafórico que te ha enviado Farsalia.

  54. Antonio dice:

    Buenas noches:

    Lo del Koening es una tontería como una casa, con perdón.

    Si Vd. compra el Extremadura le regalan también el Público, y se lo tiene que llevar a la fuerza; pero no está obligado a leerlo hombre, de momento no es como el Gramma.

    Le advierto que yo leo sus reseñas, y lo reconozco, me ayudan a elegir mis lecturas, y lo hago libremente, y si deja de reseñar libros de historia militar me hará una faena. Le ruego que reconsidere tan estúpida determinación.

    El Germánico también me es bastante «útil» en esta cuestión; y en tiempos, un tal Arauxo, me ayudaba mucho con el asunto medieval.

    Señores: hislibris es una bendición para los aficionados a los libros, también a la historia militar; ese es su sentido.

    Simplemente.

  55. David L dice:

    Koenig, espero que reconsideres tu decisión, los aficionados al género te lo agradeceremos. No hay obligación de leer todas las reseñas, a mí me gusta la Historia, pero no toda la Historia, además, el tiempo en esta sociedad tan acelerada es oro, así que o filtras y seleccionas o puedes acabar no llegando a nada. En fin, creo que Hislibris es un excelente lugar para disfrutar de los libros…aquí hay sitio para todos, no nos pongamos nosotros mismos muros.

    Un saludo a todos.

  56. Urogallo dice:

    Koenig chico, que triste que me hagas darle la razón a Pepe.

    Que dejes de reseñar libros de historía militar solo se puede aceptar si antes dejas de leerlos por que resulta que han empezado a aburrirte o por que decidas que el tema ha perdido el interés para tí.

    No por que resulta que la gente se esfuerce en leer cosas que no le apetecen solo para poder pasar el rato con argumentos de saldo.

    Luego tampoco podrás reseñar novelas de capa y espada por lo mismo, y no podrás ir al cine a ver pelis de tiros, y llegará el momento que no puedas comer carne…

    Mmmmmm….que triste esto último.

  57. Koenig dice:

    Buenas noches.

    Agradezco los comentarios, lo primero, anima mucho saber que mis reseñas han tenido ocasión de ser instructivas, útiles o entretenidas para otras personas.

    Sin embargo hay una espina que no me consigo quitar. Y es que la temática de un porcentaje importante de los libros que reseño molesta a personas a quienes no quiero molestar. Aquí es donde te incluyo Pepe (y a otros muchos, que conste, no sólo a él, pero ya que pasaba por aquí hace un rato…).

    Es un tema complejo este de la convivencia, mezclada con la libertad de expresión, con el empleo de la ironía y con el sentimiento de no poder dar satisfacción a todo el mundo, además de a uno mismo. O tal vez me lo complico yo.

    En cinco frases: La convivencia exige que todos pongamos de nuestra parte; la libertad de expresión es algo mas que el derecho a expresarse, es que nos dejen hacerlo; la ironía, desde mi punto de vista, tiene dos vertientes: la humorística, que siempre tiene la disculpa en la recámara, y la agresiva, que no la tiene; dar satisfacción a todo el mundo es algo que intento siempre que puedo, me ayuda a dormir sin tomar pastillas; y seguramente yo mismo me complico las cosas, pero que se le va a hacer, soy abogado.

    Por lo demás mi decisión no tiene nada de dramático.
    Disminuirá el número de libros de historia militar reseñados en la página principal, lo que hará que quienes preferís que se hable de otros temas quedeis mas a gusto.
    A consecuencia de esto quedarán mas plazas de reseña libres para hablar sobre otros temas. Aprovecharé parte de ellas (todas las posibles, espero, por falta de libros y de capacidad de lectura no será) reseñando sobre vertientes de la historia que también me interesan, aunque sea mas ignorante sobre ellas, me servirá para aprender y hacerme un poquitín mas renacentista. En cuanto al resto de plazas libres, ahí es donde quiero yo ver a los no amantes de la historia militar, aportando reseñas frescas.
    Además, siempre habrá quienes sigan reseñando libros sobre esta temática, en cuyos hilos participaré con interés. Será lo mismo pero hablando el segundo, o tercero, o cuando llegue.
    Por otro lado, si hay interesados en hablar sobre mas libros de historia militar que los que se reseñan en la página principal, tenemos el foro, donde hay muuuucho mas espacio. Allí no tengo inconveniente en ir dejando comentarios sobre los libros de esta temática que vayan pasando por mis manos. Supongo que no habrá problema con que allí se hable de historia militar.

    Con esto creo que se cumplen lo mejor posible las expectativas y deseos de todos, así que por un tiempo, voy a probar a ver que tal funciona.

    Opino.

    Y por supuesto no quiero terminar sin mi particular homenaje a la musiquilla.

    http://www.youtube.com/watch?v=rzpW7P83sb4

    (Espero que salga).

    Saludos.

    P.D. Koenig, Koenig, con una sola “n”, demonios.
    P.P.D. Cavi, Javi, lo mismo os digo, porque tenemos razón, nos equivocamos. (A ver como queda eso)

  58. jerufa dice:

    Pues que plan.
    Si ahora no vamos a poder reseñar cosas aburridas…¿qué pasa con Genji?

  59. Ascanio dice:

    Querido Koenig, yo no sé si me incluyes en el grupo de aquellos a los que no quieres molestar.
    Si es así, o tú no has entendido mi comentario, o yo no me he explicado bien (aunque me inclino más por la segunda opción).
    A todos aquellos que hayan querido ver en mi comentario una censura a cierto tipo de reseñas o temáticas, les animo a que lo vuelvan a leer (este o cualquier otro). Y si encuentran uno de ellos en el diga que hay determinados libros que no se deberían reseñar, que venga y me lo diga. Pero que diga dónde y cuándo lo he dicho.
    Si los comentarios relativos acerca de que uno debe reseñar lo que le da la gana y acerca de la libertad de expresión son un ataque indirecto hacia mí, me gustaría que los autores de dichos comentarios me lo dijeran directamente a la cara, y se dejaran de frases guays y chachis.
    Al igual que uno reseña lo que le da la gana, también uno comenta lo que le da la gana, y si algo he dejado claro en los años que llevo apareciendo en Hislibris es que yo no me callo ni debajo de agua. Si un tema no me gusta, lo digo claramente. No sería la primera vez que le digo a Fulano que su reseña es estupenda, pero que el libro reseñado me produce un sueño profundo. Hay muchas muestras de ello. Pero eso no quiere decir que Fulano deba dejar de reseñar ni de leer lo que le salga de las narices, al igual que yo no voy a dejar de reseñar lo que me dé la gana. Y al que no le guste, que no lo lea.
    Así que, Koenig, me parece que tu decisión acerca de dejar de reseñar libros de temática militar me parece una rabieta impropia de ti. Y como te considero mi amigo, te lo digo claramente a la cara, como suelo hacer.

  60. Rodrigo dice:

    Estimada Ascanio, en mala hora se me ha ocurrido ponerme solemne y hablar de la libertad de expresión. Ten en cuenta que sólo lo hice en términos generales como una cuestión de principios, de ninguna manera con la intención de enviar mensajes velados ni nada por el estilo. Creo que ya sabes lo mucho que admiro tu franqueza y confío en que esperes de mí la capacidad de corresponder a ella.

    Saludos.

  61. Ascanio dice:

    Querido Rodri, en ningún momento he pensado que tú me hicieses ningún reproche.
    Creo que en este hilo las cosas se han sacado de madre (empezando por mi último comentario y entono aquí un mea culpa porque quizás he pillado un cabreo mayor de lo que debería) y quizás deberíamos recapacitar.
    Empiezo por mí misma. Lo único que quiero decir y que quede bien claro es que yo, en ningún momento, he censurado a nadie. En ningún momento he dicho que hay cosas sobre las cuales no se debe reseñar. Pero además, ¿quién puñetas sería yo para decir tal cosa?
    Pero hay algo que sí hay que tener en cuenta: también yo tengo el derecho de decir que un tema me cansa, me aburre y me tiene harta. ¿O no? Y no por eso hay que empezar a rasgarse las vestiduras, hablando de que todo el mundo tiene derecho a tal o derecho a cuál. ¿Cuándo se ha hablado aquí de que no hay que reseñar determinados libros?
    Creo que, precisamente, el primero en decirlo ha sido Koenig, algo que no acabo de comprender porque nadie se lo ha sugerido. A raíz de ese comentario, han surgido muchos más censurando (o eso me ha parecido) los comentarios de Pepe y el mío.
    ¿Por qué, si nosotros no hemos dicho en ningún momento semejante cosa? ¿Por qué no podemos hablar de lo que no nos gusta?
    Al hacer estos comentarios, indirectamente nos estáis diciendo que somos nosotros los que debemos callarnos. Han salido una serie de paladines defensores de una libertad que nadie ha criticado. Pero yo sí me he sentido criticada por opinar. Y eso es algo que no voy a dejar de hacer nunca, opinar con sinceridad. Y lo seguiré haciendo, guste o no guste.

  62. pepe dice:

    Hay tipos que a uno le caen bien, así sin más, sin tener un conocimiento particularmente profundo de cómo son o de lo que hacen. A mi me pasa eso con Sting, por ejemplo. Me resulta simpático. Cuando alguna vez me ha dado por indagar en su biografía me ha gustado eso de que esté comprometido con la ecología y otras causas perdidas. Tiene un talento enorme para la música y es autor de algunas de las mejores canciones pop de la historia. Una de mis favoritas es Englishman in New York. Propongo que la escuchemos y que prestemos atención a lo que dice al final: Be yourself no matter what they say. Ascanio, Rodrigo, Koenig y demás compañeros, propongo también que dejemos este hilo y nos vayamos a hacer cualquier otra cosa. Yo voy a ver si animo un poco a mi hijo que hoy ha jugado un partido horroroso; por si fuera poco, ayer perdió el Atlético y veo que este años nos vamos a segunda.

    http://www.youtube.com/watch?v=doYNBHE8Yes

  63. Koenig dice:

    Totalmente de acuerdo Pepe, ahora que te leo, esto al menos tiene remedio, no como el Atlético.

    Por mi parte reconozco que mi reacción no ha sido la mas prudente, y que seguramente ha dado una imagen, mía y de Ascanio y tuya, bastante negativa, cosa que no era mi intención. Pido disculpas por ello.
    Así que supongo que tendré que retractarme de mi decisión de abandonar la historia militar como tema de mis reseñas.
    Aunque es posible que también comente algún libro extra en el foro. Todos extranjeros.

    http://www.youtube.com/watch?v=35rREuHEJg8

    Un saludo.

    P.D. y muchos ánimos a tu hijo.

  64. David L dice:

    A los que nos gusta la “Historia militar pura”nos agrada todo lo que tenga que ver con la militaria, las tácticas y el arte de la guerra, aunque algunos no quieran ver en ésta ningún atisbo de arte. La guerra ha estado presente y lo sigue estando en nuestro mundo, y, desgraciadamente, ha sido la solución para resolver entuertos que han provocado muertes y desolación. Nadie puede negar esto. Ahora bien, comentar que a los que nos gusta este tipo de literatura somos insensibles ante los sufrimientos humanos que la guerra conlleva, y, apuntar que tratamos frívolamente el tema es desconocer por completo la propia idiosincrasia de la Historia con mayúsculas. ¿Es que alguien cree que no sabemos que el uso de las armas es un fracaso de la sociedad o, mejor dicho, un fracaso de la política? Contamos con ello cuando abordamos una lectura de este tipo, como es el caso del libro reseñado por Koenig y nos hacemos a la idea de que detrás de la contienda hay sufrimiento y padecimiento humano. Los ejércitos han sido y son claves para poder desarrollar una política acorde con su potencialidad. ¿Alguien tiene alguna duda de esto? Si un país se ve en la desgraciada obligación de tener que acudir a las armas para solucionar un conflicto deberá disponer de un ejército adecuado y desarrollar sobre el terreno una táctica y estrategia que le permita atenuar las bajas de toda índole y solucionar con el menor coste posible el mismo. Es en este punto donde entra la historia militar, nada ajena al sufrimiento ni a las repercusiones sociales y económicas que ésta conlleva. No jugamos a soldaditos ni nada por el estilo. La Guerra forma parte ineludible de la Historia, más de lo que muchos creen e imaginan. No hay nada frívolo en leer Historia Militar.

    Un saludo.

  65. Urogallo dice:

    Bravo David.

    «Nada humano me es ajeno».

    Y las guerra las hacen los hombres.

  66. Germánico dice:

    Y las mujeres…

  67. David L dice:

    Fundamental lo mencionado por Koenig en referencia al título y su traducción al castellano. Se nos relata la batalla, pero el eje central de este trabajo son los testimonios de los combatientes y su papel en esta batalla. No quiero decir que este hecho sea negativo, pero no estamos ante un libro que nos describa con más detalle la batalla propiemente dicha. Bien pero…

    Un saludo.

  68. Arturus dice:

    Acabo de teminarlo y, aunque en líneas generales me ha gustado, coincido con la crítica de Koenig en cuanto al exceso de menciones del soldado tal que murió en tal sitio y está enterrado en tal cementerio… Para mi, el libro se queda a medio camino entre la historia militar y la narración del drama humano, sin decantarse por ninguno de los dos y con una narración de la batalla a trompicones. Le pondría un 6,5 sobre diez.

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