HIJOS DEL TRUENO – José Tono Martínez

portada_hijos_truenoEl Camino no tiene tiempo propio, en cuanto que su periplo nos saca del siglo, y de todas las servidumbres del mismo y de la vida cotidiana”.

Hace varias décadas hice yo un trabajito para la escuela, el cual tengo como uno de los más preciados de mi época de colegial. Entonces no es como ahora (perogrullada, lo sé), y los trabajos escolares no se hacían desde casa con un ordenador conectado a internet; en aquellos tiempos las herramientas eran la biblioteca, por un lado, pegamento y tijeras, por otro, y en tercer lugar, bolígrafo y papel. El trabajo en cuestión era sobre el Camino de Santiago: su recorrido geográfico por el norte de España y su conclusión final en la catedral de Santiago de Compostela, donde se halla “el Pórtico de la Gloria, gloria de todos los pórticos”. Aparte de ese retruécano apenas recuerdo nada más de aquel trabajo escolar, pero lo tengo en mi mente como una especie de leyenda que forma parte de mi pasado, como uno de los mitos que me forjaron como un chaval intelectualmente activo, dentro de la insignificante pequeñez que esa fanfarronada significa. Creo que no lo conservo, y prefiero que sea así; temo que al verlo el mito se me viniera abajo. 

José Tono Martínez ha hecho un trabajo que me habría venido bien tener hace treinta y pico años, un trabajo sobre un “hijo del Trueno”. Los “hijos del Trueno”, expresión sonora, terrible y casi intimidatoria, no son otros que los discípulos de Jesús Juan Evangelista y su hermano Santiago el Mayor, conocido también como Jacobo (sanctus Iakobus = sant Yago = Santiago). Jesús los llamó así aludiendo tal vez a su potente voz. Tras la decapitación de Santiago ordenada por el rey de Judea Herodes Agripa, la tradición cristiana cuenta que sus restos fueron embarcados y trasladados, tras un largo periplo, a Galicia. Allí fueron depositados y olvidados por la Historia hasta que en el siglo IX un ermitaño llamado Payo (o Pelagio) se encontró con el sepulcro. A partir de ese hallazgo se iniciaron las peregrinaciones desde todos los puntos de Europa al lugar del sepulcro, enclave de la futura basílica.

Este es el punto de partida de Hijos del Trueno. En él José Tono Martínez, escritor polifacético que ha tocado casi todos los géneros (novela, ensayo, poesía, relato), recorre un amplio espectro de lo que podríamos definir como “mitología comparada” o de “literatura comparada”. Numerosísimos son los autores, mitos y mitologías y símbolos que aparecen representados en el camino  del Camino. Los cantares de gesta y el Cantar de Roldán ocupan un papel destacado en la historia del Camino y, por tanto en este libro; pero como figura casi omnipresente se erige el obispo hispano Prisciliano, quien tuvo el dudoso honor de ser el primer “hereje oficial” del cristianismo y como tal fue condenado a muerte y decapitado, allá por el siglo IV. Las ideas, los escritos y el pensamiento de Prisciliano y sus seguidores, acompañan el Camino como los árboles de una vereda. También las reminiscencias mágicas del Camino, o el mago Merlín, o los paralelismos con el pensamiento filosófico de Lao Tsé, o el Camino durante la Edad Media, o en la actualidad, son aspectos que José Tono considera y analiza con buen pulso. 

Despegando un poco los pies del suelo (cosa paradójica tratándose de un camino que se ha de recorrer andando) y utilizando términos más bien evocadores o alegóricos, también habla el autor de la “musicalidad” del Camino, de su ritmo, empleando un tono entre metafórico y realista. El caminante ha de interpretar el Camino empleando su bordón de madera, su tercer pie, que golpea contra el suelo y produce una vibración armónica. La interpretación simbólica de este elemento, como la de tantos otros citados por Tono, las alegorías relacionadas con el Camino, las concepciones filosóficas que aluden de alguna manera a lo que el Camino es y representa, confieren a este pequeño ensayo una dignidad y una altura de miras que lo hacen atractivo como pocos.

El Camino es, por antonomasia y además de todo lo dicho, el mito de retorno al origen, a la infancia de la humanidad en general y de cada caminante en particular, “un viaje en el tiempo, un regreso al origen, a la edad primigenia del ser humano que entendía el lenguaje de los pájaros, y que con ellos cantaba”. Por eso mencioné yo mi trabajo escolar hace unos párrafos: no por un vano afán de protagonismo sino porque en el fondo la vida no consiste más que en un volver a nuestros orígenes, en un eterno retorno a lo que en esencia somos y al lugar de donde venimos. En sintonía con esa idea, creo yo, más que en la de analizar y desentrañar los misterios del Camino de Santiago, que también, se encuentra Hijos del Trueno, un libro que vale la pena leer por lo que nos aporta en conocimiento pero, más importante aún, también porque nos ayuda a reflexionar sobre el propio camino de la vida.

 

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5 comentarios en “HIJOS DEL TRUENO – José Tono Martínez

  1. Farsalia dice:

    Estupenda reseña de un también estupendo libro, inclasificable en muchos aspectos y que no dejará indiferentes (para bien o para mal) a los interesados en el Camino de Santiago. De lectura ágil y absorbente (en una mañana lo devoré) me dejó muy buen sabor de boca.

  2. Iñigo dice:

    No puedo compartir vuestra opinión. Para mi gusto incalificable y en su estructura y redacción, sobre todo su redacción, lo encontré espesillo. Aún así reconozco el complejo trabajo realizado por José Tono, curtido y apasionado conocedor del Camino de Santiago.

  3. Iñigo dice:

    Inclasificable quise decir… Sorry

  4. cavilius dice:

    Yo estoy un poco con ambos, pero más con farsalia en proporción de 70-30. El libro no es especialmente cómodo pero con paciencia y calma (y tampoco demasiada) se hace cómodo y se le empieza a sacar jugo. Quizá maree tanta referencia a otros autores, pero esa es parte de su riqueza. En fin, un libro de los que creo que merece una oportunidad. Otra cosa es el tema, que puede ser más o menos atrayente; eso ya cada uno.

  5. Farsalia dice:

    Las primeras páginas son algo durillas, pero es lógico al tratar mitología comparada, pero en seguida te pones a tono y te subes al carro.

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