HÉROES DE GRECIA Y ROMA EN LA PANTALLA – Fernando Lillo Redonet
«¡Yo soy Espartaco!»
Desde su nacimiento a principios del siglo XX, el cine se ha convertido en la fábrica de mitos de la cultura occidental. Mitos de cartón piedra que nacen sobre soporte celuloide y se instalan en el imaginario popular. Mitos efÃmeros que reviven con cada visionado de la pelÃcula que los alimenta. Los personajes que los protagonizan devienen héroes para los espectadores, héroes que viven en un mundo imposible, un mundo en el que las leyes de la fÃsica se ajustan a las necesidades del guión, las leyes del tiempo al metraje de las pelÃculas y las leyes de la vida a los imperativos de los dioses, aquà llamados director, productor, realizador, guionista… En las antiguas Grecia y Roma ya habÃa una mitologÃa propia, ya existÃa un universo particular de mitos, dioses y héroes. El contexto era completamente diferente, las motivaciones también. Sin embargo, como un monstruo insaciable que a nada dice que no, el cine ha querido incorporar ese universo de héroes griegos y romanos a su propio universo, a su propia mitologÃa. Masticándolo, digiriéndolo y regurgitándolo en forma de pelÃculas. Cómo de bien o de mal le ha ido en ese festÃn es algo digno de ser conocido y analizado. Héroes de Grecia y Roma en la pantalla nos da esa oportunidad.
Aunque quizá no lo parezca, Fernando Lillo Redonet es un habitual de Hislibris, al menos en la medida en que podemos considerar habitual a un escritor que cuenta con tres novelas reseñadas aquÃ: Teucro. El arquero de Troya, Séneca. El camino del sabio y Medulio. El norte contra Roma. El libro que nos ocupa ahora tiene otro cariz, no es una novela sino un ensayo. Y, continuando con el argumento expuesto antes, es un ensayo sobre mitologÃa o, ya puestos, sobre «metamitologÃa»: sobre el tratamiento que de los héroes, griegos y romanos, se ha hecho en el mundo del cine. El libro plantea un recorrido por las pelÃculas que han escogido como argumento la vida, hazañas, aventuras y desventuras de personajes importantes del mundo griego y romano. No pretende, creo yo, ser un libro exhaustivo en ese sentido (no es una enciclopedia cinematográfica ni un catálogo de todo lo que en cine se ha hecho sobre ese tema) pero se menciona un buen número de pelÃculas y series, suficientes de sobra para hacernos una idea meridiana de la imagen que la gran (y pequeña) pantalla ha transmitido del universo heroico grecorromano. AsÃ, aunque no están todas las que son (pero casi, probablemente), sà son todas las que están, y con las que están el lector puede contemplar una amplia panorámica del mundo de los héroes griegos y romanos tal y como el cine los ha querido transmitir y ofrecer al público.
En estas tesituras no deja de ser curioso el hecho siguiente, que este humilde servidor intuÃa antes de existir este libro y cuya lectura le ha acabado de confirmar: los griegos ganan a los romanos por goleada en cuanto a temas, personajes, tópicos, etc. susceptibles de ser cinematografiados, pero en cambio son los romanos los que cuentan con un mayor (escandalosamente mayor) número de pelÃculas sobre sus asuntos. De hecho todo ese subgénero de pelÃculas históricas, sean de griegos, romanos, egipcios o judÃos, en las que aparecen señores en minifalda que hablan declamando con voz engolada y que se ponen sobre la cabeza cascos con plumero, se conoce como «pelÃculas de romanos». Aunque también es verdad que el término peplum que hace alusión al mismo subgénero cinematográfico (y que deriva -de manera poco rigurosa, todo hay que decirlo- , de las vestimentas de los actores que en ellas aparecen) es una palabra griega, mal que les pese a Judá Ben Hur o a Espartaco.
En cualquier caso, y por si alguien lo pensara, conviene decir que el libro de Lillo no es un ensayo sobre el peplum sino, como su tÃtulo indica, sobre aquellos peplums (o pepla, puestos a ser puristas) dedicados a héroes grecorromanos; y entiéndase aquà «héroe» no como lo entendÃan los griegos (¿también los romanos?) sino como lo entiende el sentido común del hombre moderno, es decir, por ejemplo y sin ir más lejos, la Real Academia de la Lengua: «varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes». Esto incluye a personajes históricos o de leyenda, honrados o villanos, de vida gloriosa o sufridores. No es, pues, y no puede serlo, una definición universal y válida siempre y en todas las épocas (decÃa Hegel que el sentido común de cada época es la suma de sus prejuicios), pero sà es la que probablemente el mundo cinematográfico ha tenido en mente cuando ha seleccionado a este o a aquel personaje para llevarlo al celuloide. Pues incluso los villanos (o los que la Historia habitualmente ha caracterizado como tales) han visto reconocido el derecho a su hora y pico de gloria en el celuloide, y casi siempre para ser presentados como «villanos según para quién», «malvados porque las circunstancias les obligaron»,«crueles para unos pero benefactores para otros». Porque ¿AnÃbal fue un héroe o un villano? ¿Y Espartaco, o Atila, o incluso Aquiles? El cine «de héroes», por llamarlo asÃ, parece que casi siempre ha tenido una autoimpuesta función ejemplarizante, de modo que los peores enemigos de Roma se ven generalmente convertidos en héroes tras las cámaras.
El recorrido que nos ofrece el libro es francamente interesante. Desde las pelÃculas que han tomado la guerra de Troya como base, pasando por los mitos en torno a Perseo, al viaje de los Argonautas, las guerras médicas, todo esto en el «sector» griego; en el romano las cintas dedicadas a sus figuras emblemáticas (Rómulo y Remo, los Horacios…) y a sus enemigos (Espartaco, AnÃbal, Corocotta…). No encontraremos (más que si acaso mencionadas) pelÃculas como Ben Hur o Quo Vadis porque, como se ha dicho, el libro no va de eso. Sà hallaremos analizadas El león de Esparta, Alejandro, 300 o Espartaco, por citar algunas de las más destacadas. Hallaremos también muchos de los Hércules que el cine ha pintado, de los Ulises, de los generales romanos que han vencido o conquistado pueblos en nombre de Roma; hallaremos incluso una fortaleza zelota llamada Massada. Reconoceremos a actores (y pseudoactores) como Kirk Douglas construyendo un personaje prodigioso, Ralph Richardson dando categorÃa con sus participaciones, Lou Ferrigno antes de teñirse de verde, Steve Reeves después de ser Mister Universo, Alan Ladd en horas bajas, Victor Mature haciendo de Victor Mature, Sophia Loren siendo una malvada, Richard Burton antes de ser derrotado por César, Raffaela Carra sin abrir la boca para cantar, Jacinto Molina en noches sin luna llena, Armand Assante reivindicándose como actor de acción o Bud Spencer cuando sólo se llamaba Carlo Pedersoli.
Fernando Lillo hace una selección generosa de tÃtulos, ciertamente, pero, como algo inherente a toda selección, se somete de manera inevitable al juicio de los impertinentes. ¿Por qué un tÃtulo sà y otro no? ¿Por qué no se menciona la serie de dibujos animados Ulises? Pues porque se trata de una selección, como ya se ha dicho. ¿Y por qué no se menciona el Sócrates de Roberto Rossellini? Pues porque es, como se ha dicho ya, una selección (y porque vete a saber si Sócrates es un héroe). ¿Y por qué no se menciona la serie Yo, Claudio? Pues porque estamos, como ya se ha dicho por activa y por pasiva, ante una selección. ¿Y por qué no se menciona el Julio César de Manckiewicz? Porque, por última vez, estamos ante una selección; una selección que incluye pelÃculas conocidÃsimas y otras que no conoce casi nadie; una selección que desmenuza espléndidamente algunas pelÃculas y cita otras muchas algo más de pasada; una selección que Lillo ha elaborado para ilustrar el recorrido que querÃa ofrecernos; una selección, por el amor de Zeus…
En esa selección brillan con luz propia tres pelÃculas: Espartaco (1960), El león de Esparta (1962) y Alejandro (2004), producciones que escapan a los patrones habituales del género, y que Lillo examina no sólo desde el punto de vista cinematográfico sino también social y cultural. Y es aquÃ, hay que decirlo, donde el trabajo de Lillo toma más altura. El libro dedica muchas páginas a explicar el argumento de la mayorÃa de las pelÃculas que se citan remarcando si se ciñen más o menos al mito o a la Historia, lo cual no deja de ser interesantÃsimo; pero cuando describe cuestiones adyacentes a las pelÃculas es cuando, en mi opinión, el libro se supera a sà mismo. Es el caso de las tres cintas mencionadas, en las que no sólo se explica el argumento sino que se ofrece toda una serie de datos sobre las posibles implicaciones polÃticas, los objetivos buscados, cuestiones sobre el rodaje… Temas, en fin, que el espectador palomitero no conoce (ni falta que le hace) cuando ejerce como tal y se limita a visionar las pelÃculas y decir si le gustan o no, pero que contribuyen a contemplarlas con ojos diferentes y más crÃticos.
Algunos de los tópicos que han hecho del peplum lo que es son frecuente e inevitablemente citados en el libro. Tópicos que el espectador tolera en función de su nivel de exigencia cuando se sienta en la butaca, pero cuyo uso suele ir en detrimento de la calidad de la pelÃcula. Desde el hecho de que casi siempre se trate de producciones de bajo presupuesto (con enormes excepciones, como las tres pelÃculas antedichas), o que el protagonista sea un dechado de virtudes luchando en nombre de la libertad y enfrentándose a la opresión; que a menudo la pelÃcula sea introducida (y muchas veces también finalizada) con una voz en off que sitúe espacio-temporalmente la acción; que se utilicen decorados, vestuario ¡o incluso escenas! de otras pelÃculas del género; que los argumentos sean maniqueos hasta el agotamiento… La retahÃla de estereotipos deja en evidencia el modo en que el cine, el creador de mitos de las últimas generaciones, entiende el mundo histórico y mÃtico de los antiguos, o cómo, si acaso, cree que debe ofrecerlo al público expectante. El cine es espectáculo, no Historia, y el espectador (asà parece entenderlo el cine) no busca fidelidad histórica ni conocimiento sino disfrute y entretenimiento. De modo que todo se sacrifica en aras del espectáculo. No importa que FilÃpides no corriera nunca de Maratón a Atenas o que Espartaco muriera en la batalla del rÃo Silario; el cine subvierte la Historia y hace posible lo que nunca sucedió. Y el espectador disfruta con ello, que es de lo que se trata.
Héroes de Grecia y Roma en la pantalla cierra con un útil Ãndice de las pelÃculas y series mencionadas en el libro. Concluye asà una obra interesantÃsima que se puede leer de continuo o a salto de mata, a la que si acaso habrÃa que achacarle que no contenga imágenes de pelÃculas. Estando situado el contenido del libro en la encrucijada de varias «materias» (Grecia, Roma, la Historia, el cine…), el terreno es delicado porque todas ellas tienen fama de alimentar a cuasi fanáticos que lo ven todo bajo un prisma griego, o romano, o bajo el objetivo de una cámara de filmar. De esa concurrencia de suspicacias el libro sale airosamente bien librado, pues el autor no es en absoluto ajeno a ninguna de ellas, como lo atestiguan sus trabajos precedentes. Quién mejor, por tanto, para ofrecernos un libro asÃ, un libro que forzosamente gustará a los amantes del cine, a los amantes de Grecia, de Roma y de la Historia en general. Sólo resta mencionar también el buen trabajo de la diseñadora de las ilustraciones, Sandra Delgado, a quien este humilde reseñador mostrará su ignorancia preguntándole quién es el señor que acompaña a Kirk Douglas en la portada. Sin duda un romano, me temo…
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¡Excelente reseña, Cavilius, para tan excelente libro de Redoneitor :-) !
Lo considero ,aparte de ser un libro de lectura obligatoria, como un libro esencial en cualquier estanteria no solo para los amantes de la Historia sino tambien para los amantes del septimo arte. Un libro unico, diria yo.
Felicidades al autor por hacer este magnifico libro y felicidades a ti, Cavilius por la reseña.
Pd: Y Enhorabuena a Evohe por la publicacion del libro.
¿Bud Spencer se llamaba Carlo Pedersoli? Jesús, Jesús…
¿Entonces pasa de puntillas por Ben Hur? ¿Y por Quo vadis? ¿Dice algo de 300? ¿Y habla mucho de Alejandro? (Esta última me parece un churro.)
¿Trae muchas fotitos?
Tu reseña, Cavi, no hace sino aumentar el hambre de leer, masticar y regurgitar este libro (en tus propias palabras, por cierto), desde que me tocó (sin participar, oye) en un concurso de este nuestro amado blog.
PS: ¿He dicho que este libro me tocó en un concurso? ¿S� ¿También he dicho que fue gracias a un griego? ¿Y que ese griego siempre se está quejando de los romanos hasta cuando habla de pelis de griegos?
Otro PS: ¿el otro individuo que aparece en la portada puede ser Petronio, «árbitro de la elegancia», tal y como aparecÃa en Quo vadis? ¿He acertado? ¿Me ha tocado algo?
Oye, ¿Fernando Lillo se ha dado cuenta de que hay un actor que en Espartaco se pega (de verdad) con un mega-botijo en la cabeza durante la escena en que los esclavos se escapan?
Se ve que el pobre se resbaló y se jincó el botijo en to la frente, y hala, ahà quedó la escena para la posteridad. Es de un realismo im-presionante (que se lo pregunten al pobre extra…)
¿Y habla de la censura de la escena del baño de Laurence Olivier con Tony Curtis? La de los caracoles…
He leÃdo algunos capÃtulos y confirma las impresiones que me dio la presentación del libro. Soberbio.
Quiero éste libro ya. Porque me gusta el cine, los héroes y la historia, además me gusta leer.
MagnÃfica reseña Cavilius, tienes toda mi admiración.
Un abrazo.
SÃ, sÃ, mucha reseña, mucha reseña, pero no aparece para contestarme.
Cuántas preguntas sin respuesta…
Cuántas incógnitas…
Cuánta ignorancia que me atenaza…
Cuántanamera…guajiracuántanamera…
Con este libro habrÃa que utilizar el slogan aquel de: «si has visto la pelÃcula, no te puedes perder el libro». Y como seguro que alguna pelÃcula de las que salen en él habremos visto, pues eso. Ascanio, no habla de benures ni cuovadis porque el libro va de pelÃculas de héroes griegos y romanos. De 300 sà que habla, de Alejandro también (el de Richarbartón y el BrazpÃt). Y la escena aquella de los caracoles con ostras ahora mismo no recuerdo si la menciona, la verdad. Por cierto, y hablando de Tony Curtis, hace poco pusieron en no sé qué cadena una pelÃcula suya, Trapecio, donde hacÃa de trapecista (de ahà el hábil tÃtulo de la pelÃcula, claro) junto a Burt Lancaster y Gina LollobrÃgida. También salÃa por allà Dolores del RÃo, creo. Bueno, a lo que iba: que yo sabÃa que Burt Lancaster era un saltimbanqui que se metió a hacer pelÃculas (y que ha llegado a ser uno de los más grandes actores que haya habido, para mi gusto), pero desconocÃa que el Curtis también era de los que sabÃan saltar y brincar con soltura. Y de la Gina no digamos. Por cierto, en esa pelÃcula de los trapecios tanto a Curtis como a Lancaster les gustan las ostras.
The end.
Uy qué fallo: no fue el BrazpÃt el que hizo de Alejandro sino el ColÃn Farra. Y más que hacer de hacer de Alejandro, lo perpetró.
Buena reseña, y que digo yo Cavi que el Burt Lancaster se hizo bueno con los años vease: El gatopardo y Confidencias de Visconti, que yo recuerde y era ya madurito, en un principio hizo demasiado de saltimbanqui…..
El tren, El hombre de Alcatraz, De aquà a la eternidad… Yo es que siempre le veo con la misma cara hasta que empieza a dejarse bigote, que entonces ya parece un señor venerable y entrado en años. Y dirÃa que nunca hizo una de romanos, qué cosas.
Una vez vi un biopic en el canal Bio y hablaban claro esta de su vida, pero desde un punto de vista de las cosas que no eran oficiales. Parece ser que de todos los actorazos que habia en Hollywood en la época era el más intelectual, y todos los dias se leia como minimo un libro. Uno de sus hijos cuenta que siempre le recordara sentado en su despacho y con un libro en la mano. Leia de todo, parece, literatura, historia, filosofia,… Curioso
Excelente reseña, Cavilius.
Efectivamente no están todas las pelÃculas de romanos, sino que se trata de una selección centrada en los héroes mitológicos y legendarios en sentido amplio, incluyendo a los enemigos de Roma que me parece una sección novedosa y desconocida en su mayor parte. De Roma están recogidos solamente los héroes de corte más legendario a los que he añadido Gladiator por lo que tiene en común con ellos.
Si tras la lectura del libro, uno se anima a saber más de estos héroes o a ver las pelÃculas menos conocidas que pueden haber intrigado al lector, el esfuerzo habrá valido la pena.
El otro personaje de la portada no es romano, sino griego. Se trata de AntÃnoo, antagonista de Ulises (Kirk Douglas en la pelÃcula Ulises, 1954). El actor que lo encarnó fue Anthony Quinn.
El libro es un lujo tanto para amntes del cine como del mundo clásico. Que gran compra (como todas las que he hecho a Evohé).
La reseña de Cavilius está a la altura del gran trabajo de Fernando Lillo, enhorabuena a ambos.
PD: ¡De Bud Spencer no se os ocurra decir nada malo o nos liamos a mamporros! XD
A mi amigo Fernando (y a Evohé, claro está) no puedo más que desearle toda la suerte del mundo. Lillo se mueve en este ámbito como pez en el agua. En verano de 2005 le invitamos a un curso en la UIMP de Valencia titulado «El mundo antiguo en el cine» (que organizamos desde la Fundación IVECO) y quedamos todos maravillados con su conferencia.
Anda, claro, es Anthony Quinn. De hecho la portada es el cartel de la pelÃcula Ulises, acabo de verlo por internet.
Ignorante….mira que no reconocer a Don Antonio…ainss
Estupenda reseña, Cavilius, no sabes cuanto siento que no estuvieras presente en el Cervezas y libros en el que estuvo el autor y que nos dió para horas de conversación. El libro es estupendo, pero la exposición y las explicaciones que nos brindó el autor sobre el mismo fueron aún mejores. Ahora lo «malo» es que cuando veo una pelÃcula de romanos la veo con otros ojos. Ya me ha pasado con dos «El León de Esparta» y «Helena de Troya», y tengo pendiente ver una recomendación del autor, a la que haré caso, y es la de ver Alejandro, la de Scott, con otros ojos.
Gracias Antonio, gracias Juanrio por vuestras palabras de amigos. Disfruté mucho en el curso de la UIMP de Valencia y también en el Cervezas y Libros. En este último me sorprendió la excelente acogida de todos los presentes y sobre todo su preparación y su capacidad para hacer una charla interesantÃsima que incluso se hubiera prolongado más.
El Alejandro de Oliver Stone merece un visionado (o revisionado) detenido y creo que se hace mucho más rico si se lee primero o inmediatamente después, a gusto de cada uno, el capÃtulo correspondiente del libro.
Bueno, no he llegado todavÃa a ese capÃtulo, estoy aún por Hércules. Pero como decÃan en un libro que leà hace mucho, «oir es obedecer«, y más si lo sugiere el autor. Revisionaré al señor Stone, aunque tengo que reconocer que la segunda mitad de la pelÃcula siempre me pareció especialmente pastosa.
Felicitaciones, Fernando.
Hace unos dÃas pusieron en la tele «Espartaco». ¿Nadie fue a leer el capÃtulo correspondiente de este libro? Pues yo sÃ, corrà la estanterÃa y me lo empapé enterito. Si no lo hubiese leÃdo, se me habrÃan escapado muchos detalles; es una auténtica disección de la peli.
Ascanio, la misma experiencia puede hacerse con «Alejandro Magno» de Oliver Stone, una pelÃcula incomprendida por muchos, o con la cinta menos conocida, «El León de Esparta», que tiene un transfondo polÃtico que suele pasar desapercibido al espectador actual.
Hola, Fernando.
FÃjate que estoy deseando ver «El león de Esparta», porque ya sé que no es un peplum al uso, pero no ha caÃdo todavÃa en mis manos. Supongo que la verÃa años ha, cuando la televisión ponÃa pelÃculas de calidad (y variadas) y no los ladrillos que nos «largan» ahora, pero de eso hace tanto tiempo que no me acuerdo.
Sobre «Alejandro»… Ay… Mi imagen de Alejandro es la de un lÃder de una talla excepcional, con fuerza, carisma, inteligencia, determinación… en fin, un conquistador. Algo totalmente alejado de ese rubio con mechas blandengue y lloriqueante de la cinta de O.Stone. Y mira que he visto la pelÃcula dos veces, pero ni una más, de verdad. Eso sÃ, ahora mismito voy a ver el capÃtulo correspondiente de tu libro para ver qué dices de él.
Saludos.
Pues como lo leas, Ascanio, la vuelves a ver. Yo la tengo pendiente de ver una vez más, para hacerle caso a Fernando.
El león de Esparta si la vi hace poco y con el capÃtulo correspondiente del libro a mano. Lo cierto es que la ves de otra manera.
Parece que a TVE1 le ha entrado la añoranza por las pelÃculas de griegos. Han pasado recientemente Troya (W. Petersen, 2004), la mediocre teleserie Helena de Troya (J.Kent Harrison) y la estupenda miniserie La Odisea (A. Konchalovsky, 1997). Recomiendo muy vivamente ver esta última, puesto que es una de las mejores adaptaciones de la Odisea a la pequeña pantalla. En Héroes de Grecia y Roma en la pantalla encontraréis mis opiniones sobre esta pequeña joya no muy conocida por el gran público. Que la disfrutéis.
Gracias Fernando por la recomendacion, hace poco conseguà esta miniserie en una tienda de segunda mano, y me encanta verla. Buen gusto el tuyo ;-)
Me alegra coincidir contigo, Balbo. Otra miniserie para mà de gran calidad es «Masada» con unos espléndidos Peter O’Toole y Peter Strauss, que ha sido editada recientemente en DVD. Es una serie de las de antes en las que los protagonistas podÃan intercambiar parlamentos de más de cinco minutos.
Coincido contigo nuevamente Fernando, hace unos dÃas me descargue los tres capitulos de MASADA. Parece que nos estamos leyendo el cerbreo mutuamente jejeje.
Leñes. A mà no me queda tiempo para poder ver nada. El dÃa que pueda me voy a dar un atracón de peplum que me va a salir el cartón piedra por las orejas.
Fernando, por favor, sigue avisándonos de todo lo que surja. A ver si un dÃa coincidimos la tele y yo.
(Por cierto, hoy empieza Spartacus, sangre y arena, en Cuatro. Aunque sé que no es de tu gusto, Fernando.)
Spartacus: sangre y arena es una serie de «diseño» con mucha sangre, mucha arena (derilantes luchas de gladiadores), mucho sexo y muy poca reflexión histórica. Prefiero con mucho el Espartaco encarnado por Kirk Douglas (ese sà que es un héroe) con todo su trasfondo de lucha por la libertad teñida de tintes mesiánicos, fruto de una época en que las pelÃculas removÃan las conciencias.
No obstante a los que disfruten con el «cóctel» propuesto por Spartacus: sangre y arena y sepan algo de francés les recomiendo este enlace con un interesantÃsimo estudio en profundidad de la serie:
http://www.peplums.info/pep54m.htm
En el Historia National Geoprephic de este mesa sale una pequeña reseña del libro.
Otras reseñas en estos enlaces:
http://www.elpais.com/articulo/portada/Heroes/Grecia/Roma/pantalla/elpepuculbab/20101016elpbabpor_16/Tes
http://www.elpais.com/articulo/portada/Heroes/Grecia/Roma/pantalla/elpepuculbab/20101016elpbabpor_16/Tes
http://www.elplacerdelalectura.com/2010/10/heroes-de-grecia-y-roma-en-la-pantalla.html
Otras reseñas en estos enlaces:
http://www.novelahistoria.com/heroes-de-grecia-y-roma-en-la-pantalla-fernando-lillo-redonet/
http://www.estandarte.com/noticias/libros/ensayo/heroes-de-grecia-y-roma-en-la-pantalla_208.html
http://ociozero.com/17052/heroes-de-grecia-y-roma-en-la-pantalla
http://elcinturondehipolita.com/2010/12/08/heroes-de-grecia-y-roma-en-la-pantallalos-motivos-de-una-buen-librodocere-delectare-et-movere/
Otras reseñas en estos enlaces:
http://xmnicol.blogaliza.org/2010/11/06/a-viaxe-dos-heroes-a-pantalla/
http://tengobocaynopuedogritar.blogspot.com/2010/10/heroes-de-grecia-y-roma-en-la-pantalla.html
¡Será por reseñas…! Parafraseando a Mafalda, ha sido como ofrecer azúcar a Fidel Castro.
Pamplinas, sólo querÃa reunir en un lugar la cantidad de reseñas que aparecen en la web, aunque algún problemilla internaútico ha hecho que se repartieran en tres comentarios distintos.
También se puede ver una entrevista del periódico Faro de Vigo en la que aparece una fotito de Lillus, «el último héroe de Grecia y Roma en la pantalla…..»
http://fernandolillo.blogspot.com/2010/11/heroes-de-grecia-y-roma-en-la-pantalla_24.html
Pues yo el lunes que viene voy a Vigo. Miraré las caras de todos los transeúntes con los que me cruce, por si te encuentro ;-)
El otro dÃa viendo Alejandro Magno (la de Richard Burton) salÃan unos paisajes que me eran familiares, por lo que acudà presta a la referencia del libro y ahà nos decÃa donde se habÃan rodado los exteriores ( en Manzanares, RascafrÃa, El Molar y Málaga), ¡con razón me eran conocidos!; después leà toda la reseña de la pelÃcula y tengo que decir que en algunos párrafos resultaba más entretenida que la pelÃcula en sÃ.