H:E.A.: CRÓNICA DE LA ENTREVISTA A SVETLANA ALEKSIÉVICH (ENCUENTROS DE PAMPLONA 72-22)

Este año se celebra el quincuagésimo aniversario de la celebración de los Encuentros de Arte de Pamplona de 1972. Aquel festival de ámbito internacional dedicado a las vanguardias se sigue considerando como el principal acontecimiento de arte vinculado al público en general celebrado en la década de los años setenta. Su contenido reunió un conjunto de actos culturales que reflejaban contenidos de vanguardia e intercambio multidisciplinar entre artistas y público, llegando a congregar en la ciudad a más de 350 creadores artísticos provenientes de varios países. No solo fue un novedoso modelo de diálogo entre las vanguardias y lo popular. Además, ese intercambio vital y artístico de experiencias y sensibilidades, cuajó socialmente en los últimos años del franquismo, donde ciertas líneas de aperturismo retaban al poder político y militar con la aparición de novedosos instrumentos artísticos y culturales. Pues bien, en recuerdo y homenaje a aquellos Encuentros, se han organizado este año una serie de propuestas culturales, basadas también, en la experimentación artística y el intercambio de ideas, y ha contado con la participación de eminentes figuras pertenecientes al universo de la cultura. Se han promovido una importante muestra de conciertos, obras de teatro, experiencias cinematográficas, actuaciones en la calle, movimientos artísticos de vanguardia callejeras, y entrevistas y diálogos que llenaron salas y escenarios de curiosos y hambrientos ciudadanos con ganas de escuchar, aprender y compartir ideas y opiniones sobre nuestra realidad cultural contemporánea.

Dicho lo cual, una de las propuestas más interesantes y llamativas de estos Encuentros ha sido la entrevista realizada por el traductor y escritor J. A. González Sainz, a la escritora y Premio Nobel de Literatura, Svetlana Aleksiévich. De madre ucraniana y padre bielorruso, de sus manos han salido libros tan interesantes como La guerra no tiene rostro de mujer, Los muchachos de Zinc, Voces de Chernóbil o El fin del “Homo soviéticus”, éste último, editado por Ediciones Acantilado, cuya directora editorial, Sandra Ollo, presentó el acto ante una sala abarrotada. Ya me había comentado Carlos, hermano de Sandra, escritor y buen amigo con quien acudí al Baluarte, Palacio de Congresos donde se celebró el evento, que la escritora hablaba únicamente ruso, a pesar de llevar dos años viviendo en Berlín, por causa de su exilio de Bielorrusia, país donde gobierna con puño de acero el dictador Aleksander Lukashenko. Por esta razón se repartieron entre el público los consabidos auriculares para poder seguir la entrevista gracias a la traducción simultánea. El moderador, tras presentar a la escritora, estructuró la sesión en base a cuatro temas: unos pocos apuntes biográficos, un análisis del género literario que aborda la escritora en sus libros, el contenido de los mismos y la actualidad de la guerra de Ucrania, así como la situación presente en Bielorrusia.

La autora comenzó hablando de sus orígenes. Ella se considera perteneciente a una generación que ha vivido y vive aterrorizada por su pasado comunista. Esta realidad le llevó a iniciar la búsqueda de las voces que callan en público, pero forman parte inseparable de lo privado, de ese entorno familiar en el que, especialmente la mujer es la que maneja la información, el sentimiento y los recuerdos de un mundo soviético dominado por el duro control del Estado. Tras la caída del Muro de Berlín pareció consolidarse un camino hacia la libertad y el romanticismo de la visión de nuevos tiempos. Sin embargo, el espacio temporal y geográfico postsoviético siguió dominando una sociedad que, en algunos aspectos continúa aún oprimida. El estilo de entrevistas utilizado por Aleksiévich  en sus libros es el que mejor le ayuda a compartir las intrahistorias y el mosaico articulado de sus personajes, mostrando en sus páginas un buen número de héroes y heroínas anónimos y anónimas. Ante la pregunta del moderador sobre su método de trabajo y la manera mediante la que se hace con la confianza de sus entrevistados, auténticos protagonistas de sus libros, la autora reconoció que utiliza como punto de encuentro y conocimiento la voz humana que responde a las primeras preguntas. Ella estudia el timbre, el vocabulario utilizado por sus interlocutores y, mediante esta aproximación, es capaz de descubrir si las entrevistas llegarán al fondo de lo que busca trasladar a sus libros. De ahí que la mayoría de sus protagonistas sean mujeres, más cercanas a comunicarse con la autora y testigos directos del submundo social y cultural de un universo gobernado por hombres. Esas voces le llevan a vislumbrar su cotidianeidad, el sentido de la vida y, especialmente, el alma de las personas entrevistadas, con quienes termina hablando como quien lo hace con una amiga o vecina, manteniendo una conversación en la que consigue eliminar esa capa de banalidad que recubre sus vidas con la chapa y pintura aplicada desde los tiempos de la era soviética y que todavía se muestra indeleble en la sociedad actual de aquellos países. A partir de ahí, la verdad sale a la luz y termina transcrita a sus libros, negro sobre blanco.

La autora resultó especialmente crítica cuando contesta a la pregunta sobre la actualidad rusa y su ascendencia soviética. Para ella ese legado es ciertamente incómodo, al resultar difícil deshacerse de ese pasado marcado por la cultura del odio. Desde la visión de esa incómoda herencia, se desprende de aquella sociedad una pretendida capa cultural y social que, sin embargo, en ocasiones desaparece y termina dando paso a ese animal que reaparece tanto en sus libros, en las experiencias compartidas con sus entrevistados. Los avances tecnológicos, la ciencia, la educación, ceden terreno y son derrotadas ante la reaparición de actos de odio y violencia. Es en estos momentos cuando Svetlana Aleksévich muestra en sus palabras el dolor y la dura experiencia recuperada en sus conversaciones, hasta el punto de aseverar que en base a esas experiencias compartidas ha llegado a la conclusión de que el ser humano no es fiable, una de las frases más impactantes que citó en el acto. Es ahí cuando la autora subrayó la desinformación, la manipulación de los medios y la educación que las épocas soviética y postsoviética han marcado con fuego a la sociedad, hacia la idea de la Gran Patria y la obligación de vivir y morir por ella. Para ello, la propaganda, el adoctrinamiento y la falsificación de la historia han sido pilares frente los que el pueblo llano y humilde no pudo y en ocasiones, en nuestra más inmediata actualidad, no puede protegerse. Todo lo cual llevó a la entrevistada a relacionar la previa situación soviética con la actualidad de Putin, Ucrania y su país, Bielorrusia. Precisamente, el libro que está escribiendo actualmente está dedicado a la revolución que aconteció en su país natal en 2020. Por duro que parezca, la autora confesó que las entrevistas que realizó antes de su reciente exilio fueron las más complicadas de completar por lo hermético de sus entrevistados, que viven en una sociedad gobernada por el miedo y el control de un gobierno que maneja las armas e instrumentos de aquella supuestamente superada época soviética, aparentemente tan lejana. De nuevo, en estas palabras se vislumbraban la pena y el dolor de la autora.

Dos intervenciones del público dieron por finalizada la sesión, ambas muy interesantes por su afinación dramática. Por un lado, le preguntaron por cómo afronta el hecho de que, tras lograr alcanzar la intimidad oculta de sus entrevistados, transcribe a sus libros el conjunto de sus confesiones aportadas y compartidas con ella. Svetlana confesó el problema moral que ciertamente le plantea esta cuestión, que consigue salvar ofreciendo anonimato completo a la persona que le ofrece tal confianza, especialmente en ese escenario de cultura de dolor y sacrificio. En la misma línea, le trasladaron una segunda cuestión en referencia al choque moral que puede darse en la autora cuando convierte en creación literaria la información de gran calado humano y de sentimientos que le transmiten las personas con las que conversa y dialoga. A ello respondió que en muchas ocasiones el arte y su expresión pueden no tener moral. Aleksiévich alegó que salva la situación tan peliaguda basándose en el ideal del escritor por mostrar en sus libros la búsqueda del bien como finalidad de esa sobreexposición de experiencias tan personales y privadas. Apuntó también que sabe que en sus investigaciones, siempre termina acercándose al mal, con el peligro de salir herida por tanta pena y sufrimiento, para lo que dice, se ha blindado, hasta el punto de reconocer que para ella ya no vale la pena llorar. Ese es el sacrificio que debe soportar en su profesión y así lo asume. Antes de despedirse del público asistente, tuvo unas palabras de recuerdo para el recientemente fallecido Mijail Gorbachov, del que dijo que fue uno de los personajes más grandes del siglo XX, para terminar comentando que lo que más le sorprendió de sus contactos con el dirigente fue descubrir el amor que profesaba a su mujer.

Y de esta manera y en medio de sonoros aplausos, tal y como llegó, Svetlana Aleksiévich recogió del suelo su bolso y desapareció del escenario sin más dilación. Una mujer de fluida conversación, algo fría en su disertación, pero sin duda, marcadamente sensible a los acontecimientos que ha contado y desarrollado en sus libros y que, por causa del uso de la libertad de expresión, le ha llevado a sufrir el exilio en sus propias carnes. Una vez más, Hislibris Estuvo Allí.

     

6 comentarios en “H:E.A.: CRÓNICA DE LA ENTREVISTA A SVETLANA ALEKSIÉVICH (ENCUENTROS DE PAMPLONA 72-22)

  1. Farsalia dice:

    Bravo por la crónica. Aleksiévich también pasó por Barcelona, pero servidor cubrió la preentación del libro de Paco Cerdà a la misma hora.

    1. Iñigo dice:

      Agradecido. Lástima que no pudieras asistir, porque la mujer vale mucho como espejo fiel de sus entrevistas trasladadas a sus libros. Se le ve que está totalmente comprometida con lo que hace, aunque en ocasiones, da la sensación de intentar mantener cierta distancia y frialdad, con como comparte en vivo y directo la información de aquellas personas que le trasladan tanto dolor. Me da que es bastante propio del carácter eslavo.

  2. Garnata dice:

    Gracias por la crónica.
    Tengo muchas ganas de leer algo de esta autora.

    1. Iñigo dice:

      Muchas gracias… En mi caso solo he leído el dedicado a Chernóbil y me resultó especialmente duro pero, en su tramo final, algo reiterativo en sus entrevistas. Con todo, en cualquiera de ellos se refleja esa intimidad escondida de una realidad soviética y postsoviética, que en todos los casos, resulta dura y en ocasiones muy cruel

  3. hahael dice:

    Me perdí el acto en Barcelona (no me enteré), una pena. Las voces de Chernóbil despliega unámplio abanico de formas narrativas, pero al tener una temática tan acotada puede resultar tedioso a algunos lectores. Buena crónica, Íñigo.

    1. Iñigo dice:

      Repetitiva en su caso, cierto. Con todo me apatece leer el libro que está preparando sobre la revolución de 2020 en Bielorrusia y siempre me ha tirado hacerme con el dedicado a la guerra de Afganistán.

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