GRAN BRETAÑA EN AFGANISTÁN: LA SEGUNDA GUERRA ANGLO-AFGANA – Archibald Forbes Belvedere

GRAN BRETAÑA EN AFGANISTÁN: LA SEGUNDA GUERRA ANGLO-AFGANA - Archibald Forbes BelvedereYa no serán los casacas rojas de la compañía los que marchen hacia Kabul. Ahora avanzan los soldados del Virrey con uniformes caqui y fusiles de repetición. Avanzan miles de hombres, y los que han nacido en Europa llevan orgullosos el salacot. El símbolo de una época y de un imperio. Pero avanzan con el mismo objetivo imposible de los que ahora solo son sombras en el recuerdo: someter Afganistán.

Han pasado muchos años, y hasta los ingleses y los afganos son capaces de aprender. Los afganos han organizado un potente ejército armado a la europea. Pero los ingleses ya combaten así desde siempre. No bastan las armas modernas y la instrucción occidental. Para luchar como un europeo hay que ser europeo.

La campaña comienza como un choque fronterizo, una fórmula de presión más intensa de lo habitual para lograr entrar en negociaciones. Pero siguiendo la costumbre afgana, los embajadores británicos destinados a Kabul son asesinados por una turba. Sí, caen con honor y heroísmo, pero no dejan de estar muertos, y crearle con su desconsiderada y fúnebre actitud un problema al Virrey. Ahora Inglaterra exige venganza. Y la obtiene, en forma de largas columnas de color marrón que atraviesan los pasos y ocupan Kabul.  La capital ya está ocupada, pero como en la guerra anterior y en el mejor de los casos: ¿Qué ha ganado el Raj Británico? Nada. Un par de provincias revoltosas, con el resto del enorme Afganistán libre y agresivo. Ahora los ingleses no van a caer en errores ni engaños. Mantienen su fuerza incólume, pero estancada. Tras pasarse unos meses de turismo en Afganistán deciden volver a sus propias tierras, encubriendo la retirada de tan inútil guarnición con una serie de tratados sin posibilidades de ser respetados una vez que los martini-henry abandonen los pasos que conducen a la India Británica.

Los ingleses comienzan la retirada, y para darle un poco de sal a su gris campaña sufren un desastre en Maiwand, desastre que el autor solo considera como un inconveniente rápidamente vengado, y del que no entra en demasiados detalles. Hasta nos hurta la hermosa historia de Bobbie, el perro mascota del 66º de Berkshire, del que dicen las crónicas que resistió junto a sus dueños mientras estos eran masacrados. Al día siguiente, cuando las patrullas de caballería salieron a explorar el campo de batalla, encontraron al perro herido velando a los soldados muertos. En premio a su bravura y fidelidad fue condecorado por la mismísima Reina Emperatriz.

Más disculpable resulta en cambio que pase por alto la presencia del Dr. John H. Watson, cirujano del 66º, que también fue herido mientras combatía con gallardía al pagano enemigo. Puede que al autor no le gustasen las aventuras de detectives y por eso olvide mencionarlo… Por cierto que Watson tuvo mala suerte, puesto que su regimiento era el 5º de Northumberland, pero había pasado provisionalmente al 66º debido a las necesidades de la campaña.

El libro necesita una cosa desesperadamente: mapas. Mapas de las numerosas batallas, incluso de las rutas de los británicos, ya que los nombres que aporta el autor no tienen que ser necesariamente los que se emplean actualmente.

El espíritu profundamente crítico del autor en su descripción de la anterior campaña se difumina aquí. Acepta que los políticos obraron equivocadamente, organizando un gran movimiento de tropas sin una necesidad real. Pero por otra parte los desafíos afganos debían obtener una respuesta, y esta solo podía darla el ejército de la India. En cualquier caso su opinión sigue siendo la misma al terminar el relato: las fronteras de la India jamás deberían incluir Afganistán, ni los intereses de la Reina verse envueltos en semejante país. (Aunque todavía volverían a atacarlo en 1919.)

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11 comentarios en “GRAN BRETAÑA EN AFGANISTÁN: LA SEGUNDA GUERRA ANGLO-AFGANA – Archibald Forbes Belvedere

  1. Balbo dice:

    Increible reseña, don Urogallo! Me has incitado a leerme el libro y eso es de agradecer. Siempre que nos hablan de soldados imperiales ingleses nos imaginamos a los casacas rojas (recuerdese a Richard Holmes), y nos olvidamos a los de la casaca caqui tan valiente o más que los anteriores. Con este libro y esta reseña los homenajeamos de nuevo. Me apunto esta segunda parte tan trepidante. Gracias

    un abrazote

  2. Rodrigo dice:

    Interesantísimo, Uro. Que el libro conserve aunque sea una parte del sentido crítico del anterior es ya un punto a favor. Igual, lo de “Para luchar como un europeo hay que ser europeo” me resulta un poco inquietante. No estoy muy ducho en cuestiones bélicas, ya lo sabes, pero supongo que te refieres a adaptarse a las condiciones de la guerra moderna. Se me ocurren algunas objeciones, pero yendo directamente al tema del libro: ¿no combatían las tropas indias bajo mando británico a la europea, es decir, al estilo moderno?

  3. Urogallo dice:

    Es una cuestión importante Rodrigo. En esta época que trata el libro los Afganos han desarrollado un ejército «a la europea», totalmente contrario a sus tradiciones, y que es derrotado en varias ocasiones por los regimientos británicos.

    Aunque los regimientos indios combaten con gran distinción ( Como ejemplifica el autor) lo cierto es que el ejército de la India necesita siempre el ejemplo de las unidades europeas, que deben iniciar la acción y dirigirla. Ante la falta de ejemplo de los europeos, los hindúes suelen flaquear. Un ejemplo es la propia masacre de Maiwand, donde se atribuye el fracaso tanto al excesivo impetu de algunos oficiales británicos, como a la descoordinación que produjo en las tropas nativas la perdida de sus oficiales. De todas formas la precisión se aplica sobre todo al intento Afgano de crear su ejército al estilo europeo ( Llegándo a crear una guardia de Highlanders afganos…con faldas)

  4. Rodrigo dice:

    Entiendo, Uro.

    Obvio que la cosa cultural ha debido ser un factor importante. Qué tanto, tratándose de desempeño militar, no tengo idea. Tal vez nada o poca cosa que unos años de buen adiestramiento no pueda superar.

  5. Urogallo dice:

    Este es un tema interesante: Según Strachan no se puede producir un ejército de estilo europeo en una sociedad que no sea de estilo europeo. No basta armar a los soldados a la occidental, hay que asumir que necesitan estar sostenidos por tradiciones occidentales que son las que han generado ese modelo de combate. O al menos tradiciones asimilables de organización y comportamiento ( Japón y China).

    El motivo por el que la mayor parte de las sociedades extra-europeas no conseguían formar ejércitos de estilo occidental era porque realmente no estaban dispuestas a asumir una ruptura mental tan brutal.

  6. Rodrigo dice:

    Argumento que no carece de lógica.

    A lo mejor sería más apropiado hablar de “estilo occidental” en vez de “europeo”, como has hecho o insinuado entremedio. Por incluir a los EE.UU, los países del Commonwealth en las guerras mundiales, y acaso sociedades periféricas. ¿Puede decirse de los ejércitos chilenos, peruanos y bolivianos que se batían en la Guerra del Pacífico, por ejemplo, al modo “occidental”? En términos generales, al menos.

  7. Urogallo dice:

    Sin ninguna duda eran naciones occidentales con modos de hacer la guerra occidentales. Quizás no tenían tanto poder económico como para crear ejércitos tan profesionales y bien equipados como los de sus vecinos del Norte, pero no por eso dejaban de serlo. Su tradición militar era la española, enriquecida por el aporte de militares de otras naciones europeas.

    Abuso del término europeo, es muy cierto, pero supongo que es lógico al tratar sobre un libro colonial, experiencia que siempre asimilamos con Europa ( Aunque los estados americanos también tuvieron sus propias experiencias en guerras contra civilizaciones no-occidentales).

  8. Rodrigo dice:

    Vale.

  9. APV dice:

    Realmente no basta sólo disponer de las armas occidentales hay que dar una estructura, un entrenamiento occidental.
    Pero se puede adquirir sin importar tanto el origen, a fin de cuentas basta ver lo bien que se adaptaron los japoneses o los rusos (con Pedro el Grande). También los zulues tenían otro ejército facilmente occidentalizable.
    Y el ejército alemán del África Oriental formado por askaris o el ejército del Vietmith totalmente occidentalizado y articulado para desgracia de las fuerzas francesas.

  10. saporo dice:

    Interesante y amena reseña, el tema me atrae.Pero no es demaseado corto,en páginas, el libro?. Temo quedar con la miel en los labioss.

  11. Urogallo dice:

    La verdad que el libro es muy corto, pero no elude ninguna cuestión. Se trató de una campaña bastante rápida, y que la mayor parte del tiempo consisitió en la simple ocupación de Kabul, así que el libro podemos decir que agota la cuestión.

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