Friki-test – Emilio Calderón

Seguimos con los friki-test (cada día me gustan más) de la temporada. Esta vez nos concede el honor, nuestro ya habitual contertulio, Emilio Calderón, autor, entre otros, de El secreto de la porcelana (Roca Editorial) que ha sido publicado recientemente. Sin más, os dejo con sus respuestas,

¡que aproveche!

Tus tres libros favoritos.
El Extranjero, de Albert Camus, El Proceso, de Frank Kafka y El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad.

Un libro que no hayas podido terminar.
El Ulises, de James Joyce.

¿Cuántos libros tienes?
Unos tres mil.

Un libro que te ha gustado pero te da vergüenza reconocerlo.
Ninguno que recuerde.

El último libro que has leído.
Kafka en la orilla, de Haruki Murakami. Un libro y un autor imprescindibles. Murakami es como una religión: crees o no crees. Yo soy creyente del universo de Murakami.

El que estás leyendo ahora.
Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay, de Michael Chabon. Un libro maravilloso. Premio Pulitzer del 2001. Fundamental para los amantes del cómic. Chabon es unos de los guionistas de Spiderman. Pero además hace una literatura de altura.

El último que has comprado.
Suite Francesa, de Irène Némirovsky.

Tapa dura o bolsillo.
Tapa dura.

El libro escrito por ti del que te sientas más orgulloso.
El judío de Shanghai, sin publicar. Una novela que habla del gueto judío de Shanghai durante la II Guerra Mundial, el único gueto judío que no estuvo controlado por los nazis, sino por los japoneses.

¿Dónde lees?
En cualquier lugar, pero sobre todo de noche.

¿Cómo ordenas los libros?
Empecé a ordenarlos por países y materias, pero la falta de espacio me ha hecho perder el orden y la paciencia.

Tu libro más valioso.
Una primera edición de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, de la Editorial Sudamericana.

¿Qué usas para marcar la página?
Cualquier cosa, menos doblar la esquina de la página.

¿Escribes anotaciones en los libros?
No, jamás escribo en un libro. Aunque a veces tomo nota en un cuaderno de alguna frase que me parezca reseñable.

¿Has recibido mails raros de tus fans? ¿Alguna anécdota?
He escrito una docena de novelas juveniles y, claro está, los chicos de trece o catorce años son bastante espontáneos. En una ocasión, en la provincia de Alicante, un chico me pidió que le firmara un autógrafo en la patente del calzoncillo. Me negué. En otra ocasión, alguien me escribió para decirme que mis libros eran más malos que los chistes de Jaimito.

     

97 comentarios en “Friki-test – Emilio Calderón

  1. Urogallo dice:

    ¿Malos los chistes de Jaimito?.

  2. Pues espero que publiques pronto el del judío de Shanghai, tiene muy buena pinta…

    Buen friki-test, saludos!

  3. Aretes dice:

    Pues será que Emilio ya es de la familia, pero a mí me ha resultado demasiado escueto.

  4. Germánico dice:

    ¿Seré yo el único que usa las páginas de cortesía de los libros para escribir?

    Por cierto, Emilio, en tu caso el Richal debería haber añadido otra cuestión al friki-test:

    «- Cuála ha sido la crítica más descorazonadora, hijo mío, que has recibido de tus libros?»

    Porque esa fue la que te hizo debutar en Hislibris… ¿no? Malvada Ascanio…

    Por cierto, no he leído nada tuyo, pero por simples problemas de distribución en Canarias… En cualquier caso, me alegro que vayas superando el «Síndrome de Polifemo».

    Un abrazo.

  5. Laurence dice:

    Esto sí que es toda una casualidad. Entraba al blog para dejar un comentario sobre el último libro de Emilio Calderón («El secreto de la porcelana»), que acabo de terminar de leer hace sólo unos minutos y me encuentro con el friki-test.

    Coincido plenamente con Aretes en que me ha parecido demasiado escueto, y máxime ahora que me surgen algunas preguntas -aunque no las haré aquí ni ahora para no desvelar ni la trama ni el final del libro-.

    Eso sí, aprovecharé esta entrada para felicitar a Emilio por su último libro. A mí me ha gustado. La novela se hace de muy fácil lectura, amena, de narrativa fresca y fluida y entretiene. Me ha encantado algunos guiños que hay en la historia, así como el uso de aforismos, dichos/citas y proverbios. A mi desde luego me ha transmitido que te movías como pez en el agua en el desarrollo de la historia, sin meterte en vericuetos de los que no pudieras o quisieras después salir, y especialmente atractivo me ha resultado la manera sutil en la que con un mismo personaje se marca la diferencia entre la mentalidad oriental y la occidental. (Eso sí… a ver si tengo oportunidad y te pregunto por las tres últimas páginas….).

    Y dicho eso, como ya he leído que te has ofrecido a mandarle el libro -dedicado- a algunos hislibreros, yo sólo me apunto a que dejes constancia en el blog cuándo harás alguna firma de tu libro en Málaga para esta vez verte en persona y que me lo firmes y no sólo oirte de fondo en tu presentación a través del teléfono.

    Saludos.

  6. Casio dice:

    ¡Y sin doblar las páginas, como debe ser!

  7. Ascanio dice:

    Pues yo no digo ni pío porque soy una niña buena.

  8. Aretes dice:

    Emilio, lo de la literatura juvenil me parece una labor de lo más complicada. ¿Podrías hablar algo más de ello?

  9. Germánico, la peor crítica que he recibido en mi vida ha sido, sin duda, la de Ascanio. Claro que también las he recibido buenas, muy buenas. De Luis alberto de Cuenca, en ABC. Y encima el libro sigue suscitando interés en el extranjero. El último país que ha comprado los derechos para publicar El mapa del creador ha sido Hungría, y ya están en las librerías las ediciones portuguesa (en este país también se ha publicado la novela en Círculo de Leitores, además de la edición de librerías de la editorial Bertrand), holandesa, italiana y noruega. En Holanda e Italia, el libro está recibiendo unas críticas estupendas, así que lo que te quitan por un lado te lo dan por otro. Las críticas, buenas o malas, forman parte del oficio de escritor, y hay que convivir con ellas.
    En cuanto a Laurence, quiero agradecerle sus palabras. Presenté el libro de la porcelana en la librería Luces de Málaga, a finales del mes de septiembre, de manera que por ahora no creo que vaya a pasar de nuevo por Málaga. No obstante, si lo hago, te aviso. Pese a que la editorial ha incluido la novela de la porcelana dentro de su colección de novela histórica, lo que yo he querido escribir es una novela de aventuras, eso sí, bien documentada históricamente. Estuve casi ocho meses rescatando textos que hablaban de la China del siglo XVIII, en la Biblioteca Nacional. Pero por encima del dato o de la fecha precisa, lo que he buscado es entretener al lector, trasladarlo a la China de esa época, un país hermético, que tenía prohíbida la entrada de extranjeros, y el único lugar del mundo donde se conocía la fórmula para fabricar porcelana.
    Obviamente, he procurado ser escueto en el test, ya que creía que había que serlo. En cualquier caso, resulta curioso que aunque escriba novela histórica, no soy un gran lector de ese género. Sólo hay que echarle un vistazo a mis libros preferidos, o al tipo de libro que compro. Por ejemplo, jamás he leído una novela que trate de templarios. En su día, leí El nombre de la Rosa, de Umberto Eco, Memorias de Adriano, de Margrite Yourcenar y Yo, Claudio, de Robert Graves, y podría decir que ahí me quedé… Me refiero a que las tres novelas me encantaron y que me parecen insuperables, de ahí que desde entonces no me haya prodigado demasiado como lector de novela histórica.

  10. Antonio dice:

    Buenas noches:

    Tengo un conocido al que no logro persuadir de lo nefasto que resulta hacer anotaciones al margen en los libros y lo pernicioso que resulta subrayarlos…¡a bolígrafo!. El argumenta que lo de conservar la «pureza» de un texto sin subrayarlo es una estupidez pues son minorías los libros de particulares que son leídos dos veces; y que no piensa quitarse la costumbre que tiene desde la universidad, donde se aficionó a estas prácticas, y que le permite releer yendo a lo relevante sin mucho esfuerzo y sin mirar una hoja aparte con los apuntes anotados
    A ver, ¿qué puedo decirle?

  11. Aretes dice:

    Emilio, entiendo que no has leido mi último comentario, vamos que aún tienes el beneficio de la duda…

  12. arwen dice:

    Uishhhhhhh!!!!!!! que lo de Ascanio lo tiene clavado como una espinita

  13. arwen dice:

    Pues yo ni doblo, ni escribo ni tiro los libros. Es un autentico sacrilegio.

  14. Germánico dice:

    Yo no los tiro, pero las otras dos cosas, sí…

  15. Davide dice:

    ¿Te está gustando Suite francesa Emilio?. A mí la primera parte , la de la invasión de Francia en el 40, me pareció sublime. Hay algunos capítulos que son para enmarcarlos. ¡Qué lucidez tenía esa mujer!. Creo que es el capítulo 8 (es que he dejado el libro y no me acuerdo), donde hace una descripción de la moralidad de la clase burguesa, que ¡buah!, me dejó sin palabras.
    Qué escritora se perdió por culpa de la maldita guerra. Enhorabuena por tener tan buen gusto.
    Un saludo.

  16. Davide, Suite Francesa me está pareciendo una novela fantástica. Aunque para buena novela la vida de la propia Irène Némirovsky. En el prólogo se esboza su biografía y es verdaderamente alucinante, a la par que espeluznante. Una pena que Varian Fry, quien rescató a varios cientos de artistas en la Francia ocupada para que no cayeran en manos de los nazis, no reparara en ella.
    En cuanto a Aretes, en efecto, había pasado por alto tu comentario sobre la literatura juvenil. Te pido disculpas. He publicado una docena de cuentos infantiles y de novelas juveniles, y diría que la literatura juvenil es la mejor escuela para un escritor. Tienes que escribir para un lector que lee poco y, encima, no tolera el aburrimiento, de modo que te obliga a desarrollar técnicas para que se ponga de tu lado. Cada año visito entre cincuenta y cien centros escolares por toda la geografía española, y allí tengo que enfrentarme a la crítica de los lectores cara a cara. A veces resulta un mal trago; otras, por el contrario, es un placer. Nunca sabes cómo va a salir la cosa. Lo único que tienes garantizada es la espontaneidad del auditorio… De hecho, si he dado el salto a la literatura para adultos, ha sido precisamente porque en muchos centros escolares me preguntaban si escribía también para «mayores». La pregunta me la hacían tanto que al final empecé a sentirme como un escritor incompleto. Ahora estoy terminando mi tercera novela para adultos y, francamente, no encuentro mucha diferencia entre escribir para jóvenes y para quienes ya no lo son tanto. Hay chicos con quince o dieciséis años que disfrutan leyendo a Kafka, y señores con cuarenta que se les cae de las manos. La madurez lectora no se corresponde siempre con la edad. Tampoco estoy de acuerdo con esa coletilla que escucho con frecuencia allí donde voy: «Los jóvenes de hoy en día son unos incultos». Simplemente, los jóvenes tienen una forma distinta de acceder a la cultura, que está ligada a las nuevas tecnologías. Como ha ocurrido en todas las épocas, los hay brillantes y zoquetes, quienes son buenos lectores y quienes no abrirán un libro en su vida.

  17. arwen dice:

    Tengo un hijo con diez años que leia muchisimo antes y que ahora, por desgracia, esta medio enganchado a esas ultimas tecnologías de las que hablas. Hay que intentar de nuevo que se aficionen, los que no leen nunca es muy dificil pero los que lo han hecho y ya no lo hacen es muy triste. No se como volver a aficionarlo; me pide libros de aventuras, medievales, los de Harry Potter no le gustan… hay muchisima variedad de libros, pero no le atraen lo suficiente.
    No se si esos libros son todos iguales, leido uno leidos todos, eso les aburre. Sera como el Codigo Da Vinci, luego hay una plaga.

  18. Aretes dice:

    Emilio, sobre la reflexión de literatura adulta y juvenil, totalmente de acuerdo contigo. Quizá los jóvenes (y también niños) no leen porque hay demasiados escritores que piensan que por el hecho de contar con cierta edad, uno todavía no tiene el número de neuronas suficiente. Hemos pasado de leer literatura, verdadera literatura, a una edad temprana (recuerdo en 7º EGB, hoy 2º ESO, lleno de clásicos españoles) a obras «asequibles», es decir, rayando el insulto a la inteligencia de nuestros hijos. Y, en el mejor de los casos, damos gracias porque lean el monotema de moda (Harry & Cia).
    Admiro la franqueza con la que igualas ambas literaturas, ojalá hubiera más gente que pensara así.
    Por cierto ¿alguna obra de esa época de la que estes más orgulloso?

  19. Vorimir dice:

    Arwen… ¿y que tal el Señor de los Anillos/El Hobbit?
    Seguro que vió las peliculas y le gustaron, mis primos pequeños acabaron leyendo Tolkien gracias a ellas.

    Si no le va una fantasía tan infantil como la de H. Potter también puedes probar con las Crónicas de la Dragonlance o la trilogía del Valle del Viento Helado o el Elfo Oscuro, que son más juveniles.

    En cuanto a novela histórica.. ¿el Alexandros de Manfredi?
    Podría ser una buena opción.

  20. Epaminondas dice:

    Yo me crié con Tolkien, puedo decir que es el autor que más me ha influido, cada vez que lo leí (pues lo he releido en innumerables ocasisiones) me ha maravillado igualmente pero lo he entendido de forma diferente, esto es con el tiempo fui descubriendo la gigantesca obra imaginativa, linguística, y moral que encierra su obra. la trascendencia de la obra de Tolkien está muy lejos del mero divertimento imaginativo para jóvenes que se le atribuye. En mi caso su influencia sobre la conformación de mis valores ha sido muy grande.

    Espero poderselo hacer ver a mi hijita algún día.

    Nada que ver con la mediocre y superficial película.

    saludos

  21. Lo que plantea Epaminondas es otros de los grandes debates de la literatura actual. ¿Dónde está la frontera entre literatura para jóvenes y para adultos? ¿El señor de los anillos, por ejemplo, es una obra juvenil o para adultos? Desde mi punto de vista el debate es ficticio y lo han creado las propias editoriales, que son las que ponen «edades» a sus libros. Pero pensad en La isla del Tesoro, en Alicia en el país de las Maravillas, o en Viaje al centro de la tierra. En la época de Stevenson, Carroll, Dumas, de Verne o incluso de Tolkien, no existían estas disticiones. Stevenson jamás pensó que al escribir La isla del Tesoro estaba escribiendo una novela juvenil. Ni siquiera era su intención. Lo de acotar los libros por edades es un fenómeno reciente. Yo, como Aretes, leí en el colegio a los clasícos españoles. En algunos casos me resultó una experiencia casi traumática, en otros, una delicia. Porque al final lo único que hay son buenos o malos libros. Ahora las editoriales apuestan por una narrativa que esté más próxima a la realidad del lector joven. Si no estoy equivocado, la editorial que abrió ese camino fue SM. Ahora este tipo de literatura -incluidas mis novelas juveniles- está considerado por los profesores como de transición. De esa forma se pretende que los jóvenes se atrevan a leer a los clásicos previa lectura de otros libros más fáciles, por expresarlo así. El problema es que, en efecto, en muchos casos el escritor toma al joven por idiota y el producto final es, en consecuencia, un libro idiota. Yo he escrito novelas como «Continúan los crímenes en Roma» o «El último crimen de Pompeya», donde lo que le planteo al lector es una aventura intelectual, un juego en el que la cultura de la época resulta fundamental para desentrañar la intriga. Pero son novelas que también puede leer un adulto sin tener la impresión de que está leyendo un subproducto o una literatura dirigida. Recuerdo que hace unos diez años, cuando publiqué mi primera novela juvenil, lo primero que me reprochó un lector en un instituto fue que mi libro era demasiado extenso. Tenía 135 páginas. Me quedé alucinado. Gracias al fenómeno Harry Potter, ahora ese mismo lector es capaz de enfrentarse a un texto de 500 páginas sin rechistar. En ese sentido, creo que, al margen de si es mejor o peor literatura, fenómenos como Harry Potter o El código Da Vinci, han conseguido que muchas personas, jóvenes y adultos, se atrevan a leer. Lo que no está todavía claro es si estos lectores seguiran leyendo o, por el contrario, pasado el efecto de la moda, dejarán de hacerlo. Desconozco cuál será el resultado de esta ecuación.

  22. arwen dice:

    Hay mucha diferencia entre nosotros ( personas ya con unos cuantos añitos, que no viejos) y nuestros hijos en lo que se refiere a la lectura en los colegios.
    ¿ Como es posible que nosotros , que nos hacian tragar el Quijote, Platero, El Cantar ,Fuenteovejuna, etc, autenticos pestiños, debemos reconocerlo, leamos tanto y nuestros hijos con un tipo de lectura totalmente diferente y amena por otra parte y se de lo que hablo , que tengo mogollones de libros infantiles y juveniles, les cueste tanto leer?
    Sus lecturas hablan de los tiempos que viven, los problemas que tiene la juventud,etc; y no leen. Nosotros tenemos muchisimo mérito.
    Yo fui tan tonta de reservar y guardar muchos de esos titulos por si en el colegio de mi hijo se los pedian y ahí estan, muertos de risa.
    En fin, y luego dicen que nuestra juventud tiene muy poco nivel de lectura. Al final, va a resultar que es verdad

  23. Epaminondas dice:

    Interesante reflexión Emilio. Desde luego la «literatura fantástica» tal como hoy se entiende editorialmente, es identificada automáticamente con literatura juvenil, nació la actual con la larga recua de imitadores (fundamentalmente) que el genio de Tolkien ha ido dejando; son habitualmente seguidores en el “negocio” multimillonario que proporciona escribir literatura evasiva anclada en un ambiente más o menos medieval y mágico, la calidad de la mayoría de estas obras es como todos sabemos floja.

    Tolkien no intentó escribir literatura infantil más que con su primera novela “El Hobbit”, el resto de su obra jamás fue entendida por él como juvenil, tampoco como fantástica; más bien el creo su ambientación (con un detallismo casi inconcebible) como otro escritor puede crear otra propia, él la llamaría quizá “mítica”, o quizá “ancestral”. Su obra tiene mucho que ver con la de su íntimo amigo C.S. Lewis y desde luego sigue esquemas que se habían dado en el pasado y que también se han dado en el futuro. ¿Qué lector serio podría decir que “Los viajes de Guilliver” es solamente un cuento para niños?.

    Saludos

  24. Casio dice:

    No creo que sea tanto el mérito…
    A nosotros, los de los pocos añitos (cuanto menos a algunos), también nos han hecho leer los llamados auténticos pestiños. A todos se nos ha atragantado alguna de las lecturas obligatorias. Otras, sorprendentemente, y contra todo pronóstico, nos han hecho disfrutar. O por lo menos eso ha ocurrido en mi entorno.
    Que quizá la juventud actual tenga menos nivel de lectura (que habría comprobarlo), pase.
    Pero, que a los modernos estudiantes no se les mande leer más que libros que hablen sobre los problemas de la juventud o que sea meritorio el que los escolares pretéritos sigan leyendo(¡pobrecicos!), ya no tiene pase.
    Me parece, por lo menos, exagerado. Ni tanto ni tan poco.

  25. marcelotodi dice:

    arwen
    no leen porque ahora tienen la playstation, el celular, el ipod, la cam, el msn, etc etc etc

  26. richar dice:

    Saludos,

    estoy totalmente de acuerdo con lo que comenta marcelotodi. Los jóvenes de hoy en día tienen acceso a tal cantidad de elementos de ocio y dviertimento que da miedo. Y no sólo eso, su capacidad para asimilar nuevos conceptos y aburrirse de ellos es tal, que a los que somos algo (sólo algo) más mayores nos deja totalmente perplejos. Y es que los jóvenes de hoy en día se mueven a una velocidad im-presionante. Y no me refiero tanto a que hagan más actividades, o que tengan más inquietudes, sino a que su entorno se mueve tan deprisa que van como cohetes. No hay más que ver las modas, que hace 20 años duraban toda una temporada (cromos, series de la tele, juegos…) y ahora, si duran 2 meses, son todo un éxito.

    Creo que todo esto hace que el concepto de lectura sea difícil de inculcar en una generación acostumbrada a que todo pase a toda leche: internet, los videojuegos, las descargas de pelis, los SMS, los mil canales de la tele, los vídeos de Youtube (¡¡¡que si duran más de 1 minuto les parecen eternos!!!). Todo esto es sencillamente opuesto a la lectura de un libro, ¿no os parece?

    Y Casio, no quiero generalizar (de hecho aquí tenemos algunos casos claros), pero para mí van por ahí los tiros.

    Arwen, en cuanto a tu hijo, yo no me agobiaría demasiado. Yo también pasé por una racha de 5 o 6 añitos aborreciendo la lectura (precisamente cuando me obligaron a zamparme los Fueteovejunas y Casas de Bernarda Alba de turno) y luego se me pasó. De hecho, fue El Señor de los Anillos el que me abrió los ojos al mundo de la lectura.

    Un saludo,
    Richar.

  27. Casio dice:

    ¡Cuánto bien ha hecho Tolkien a la juventud!…

  28. Koenig dice:

    Buenas noches.

    En primer lugar agradecer a Emilio, en mi calidad de ¿semiantagonista? que haya contestado al Friki Test. En algunas cosas coincidimos y en otras no. Me temo que yo si doblo las páginas de los libros, arriba para saber por donde voy y abajo para marcar una página interesante. Además me temo que también los «personalizo». Eso si, con todo respeto hacia la obra. Pero una cosa tengo clara, alguien que tiene 3.000 libros solo puede caerme bien (con un toque de envidia).

    Sobre el tema que estais tratando se me ocurre que no hay porqué distinguir literatura infantil, juvenil o de adultos. Creo que además se tiende a considerar las dos primeras como un género «menor», y probablemente sean un público mucho mas desafiante. En ese sentido Emilio, «je tire mon chapeau» (que pedante estoy esta noche). Es mas, que los niños y jóvenes lean depende, en buena parte de quienes escriben literatura para ellos (y no, no me estoy contradiciendo), porque un adulto que lee, no lo dejará porque un libro no le «entre».

    Desde mi punto de vista creo que hay que distinguir entre literatura apta y no apta. Entiendo que «Un Horror Tropical», de Hodgson, «El Viajero» de Gary Jennings o «Las Brigadas del Espacio» de Heinlein pueden no ser literatura «apta». Aunque todo depende del nivel de madurez.

    Con respecto a la lectura en jóvenes. Creo que se enfrentan a muchos impedimentos. Habéis comentado algunos: mucha electrónica, la televisión… Pero se me ocurren otras causas.

    Tenemos que tener en cuenta que muchos adultos no leen. No sólo eso, sino que no ven sentido a gastar dinero en libros. Estas actitudes dificultan mucho el acceso a la lectura. Un niño que ha convivido con libros y ha tenido libros desde antes incluso de aprender a leer, tiene muchas mas posibilidades de ser lector en el futuro, porque la introducción es mucho mas gradual.

    Otro aspecto es que la imagen de niño/joven que venden los medios de comunicación a los niños/jóvenes no incluye la lectura como valor. Peor ¿Quienes llevan libros en las teleseries de «teenagers»? Los empollones. Los sosos, los que fracasan socialmente y nunca ligan ni hacen deporte. Con esa imagen ¿Cómo pretender que los niños/jóvenes lean? Se me antoja muy, muy dificil.

    También algunas teorías sobre la lectura son contraproducentes. En este sentido, no se si alguien ha leído «Como una novela» de Daniel Pennac. Libro interesantísimo sobre la iniciación y la animación a la lectura. Que además se permite combatir lo que él llama «el dogma»: «Hay que leer».

    Opino, claro.

    Saludos.

    Koenig.

  29. Epaminondas dice:

    ¿Somos pues los últimos de una raza moribunda?

  30. Jerufa dice:

    Voy a ver si convenzo al petardo del Kratos a que abra un hilo en el foro para chavales y padres «desesperados» de chavales descarriados.
    Pero no garantizo nada.
    Adió, adió.

  31. Arauxo dice:

    Interesante debate, desde luego.

    Yo discrepo de las opiniones críticas con la literatura de segunda clase para jóvenes. A mi modo de ver, la exigencia de un producto literario de calidad crece en el lector progresivamente, libro a libro y año a año. Y no creo que a los padres o a los adultos deba preocuparle en exceso el nivel literario de las lecturas de sus hijos o de los jóvenes. Como bien apuntan Richar y Marcelotodi, hoy el problema principal no radica en la calidad, sino en la dificultad que supone crear en nuestros jóvenes un hábito que exige paciencia y reposo, y que conlleva reflexión, crítica y mucha imaginación. Aunque todos los hislibreños amemos la lectura, hemos de reconocer que hoy es una afición extemporánea. Nadamos a contracorriente; las modas, los gustos, el ocio e incluso los productos “culturales” van en otra dirección. Es una característica –en palabras de J.A. Marina- de la ultramodernidad. Glosando a Richar, hoy el mundo globalizado vende e impone inmediatez. La velocidad es de vértigo. Y cuando disminuye, aparece, como crítica demoledora, la queja del aburrimiento. Es perceptible en los medios de comunicación, en las ofertas de ocio, en la publicidad, en los productos culturales y en el pulso vital de la existencia. El ritmo ha de ser trepidante para cautivar las masas. La acción es la clave. Y si somos capaces de hacer un poco de autocrítica, esa tendencia también se percibe (y de qué manera) en Hislibris. Las novelas históricas más valoradas y más comentadas (háganse todas las excepciones pertinentes) son las que describen el fragor de las batallas con todo lujo de detalles o las que protagonizan aventureros, soldados, mercenarios, generales… y entre los ensayos u obras divulgativas, también imperan –por abrumadora mayoría- los de temática bélica y las biografías de guerreros, conquistadores, militares, estrategas… Acción, acción, acción…

    Dejando Hislibris al margen e intentando pasar de la anécdota a la categoría, creo que la acción vertiginosa es diametralmente opuesta a la reflexión serena. Y ahí reside el gran peligro de una sociedad como la nuestra, no ya dinámica, sino desbocada: el empobrecimiento radical que supone sustituir la reflexión crítica por la acción trepidante. Y si ese riesgo sobrevuela constantemente, como si de una rapaz se tratara, el mundo de los adultos, llega a cebarse, cayendo en picado, sobre los niños y los jóvenes. Como resultado, se aburren. Siempre se aburren. Se aburren soberanamente, porque muy pocos entretenimientos ofrecen el movimiento uniformemente acelerado que logra satisfacer su voraz apetito de acción inmediata.

    Contra esta vorágine irrefrenable, cuyas reglas tiranizan el mundo del ocio y de la cultura, los libros llevan las de perder… y por goleada. Y esa circunstancia obliga a replantearse los objetivos y las herramientas para alcanzarlos. Todos estamos de acuerdo en que, si de literatura hablamos, debe primar la calidad sobre la cantidad. Pero yo entiendo que este orden natural de los elementos debe invertirse en el caso de los niños y los jóvenes dadas las circunstancias. El mayor peligro que yo percibo no radica en la mala calidad de lo que puedan leer, sino en el mero hecho de… no leer. Y ante ese enemigo, todas las armas son buenas. Da igual lo que lean (dentro de un orden, obvia decirlo), siempre que lean; incluso si eligen a Dan Brown o cualquier otra bazofia. Lógicamente, a los padres corresponde encauzar adecuadamente no ya la temática de las lecturas, sino los errores o contravalores que puedan agazaparse entre las líneas de un libro. Pero si leen basura… ya aumentarán sus exigencias a medida que maduren. Lo importante es generar un hábito que todos creemos saludable y enriquecedor. Yo –y me atrevo a asegurar que cualquiera de nosotros- me leí en mi juventud libros que hoy me parecen infumables. No importa. Me sirvió para adquirir el hábito de la lectura y para darme cuenta, poco a poco, de que los libros constituyen un mundo inagotable que proporciona grandes satisfacciones y, sobre todo, las mejores oportunidades para crecer como ser humano.

    Me parece estar escuchando al mundo de los libros gritar a voz llena dejad que los niños se acerquen a mí. Libros de aventuras, libros de fantasía, de ciencia-ficción, de terror, cuentos absurdos, melodramas y pastiches, mágicos mundos con reglas inverosímiles o submundos repletos de fantasmas, de magos y de estúpidas criaturas… Da igual. Estimulémoslos a leer; tiempo habrá de aumentar la calidad.

    (Lo siento, pero hacía demasiado tiempo que no escribía una sábana y no he podido resistirme…)

  32. Valeria dice:

    A tus pies, Arauxo. Porque con ese párrafo sobre el aburrimiento te has consagrado ( )
    Esa es la clave. Todo tiene que ser tan estremecedoramente intenso, que es imposible encontrarles algo que les emocione más allá de unos minutos. Y además ellos no son responsables de su ocio, eres tú el que tienes que facilitárselo. Si se aburren la culpa es tuya.

    Y nuestros hijos, como nosotros, pasan también por rachas. Incluso los que leen. Sin embargo, creo que una vez que descubren el placer de saborear una historia que les engancha, podrán tardar mucho o poco, pero siempre volverán a la lectura. Supongo que es esencial, también, acertar con aquellos temas que acaparan su atención.

    Una de las cosas que más me sorprenden de este tema es que parece que hoy se ha olvidado todo el mundo de los clásicos. Tengo la sensación de que tanto libro juvenil hace que se pierdan entre tanta oferta aquellos libros que para nosotros (para mí) fueron y son insustituibles: hoy es más fácil encontrar un libro de Fray Perico que Historia de Dos Ciudades, o la Flecha Negra.

    En fin, tengan ustedes buenas noches.

  33. Aretes dice:

    Coincido más con Valeria que con Arauxo en cuanto a la calidad en la lectura. Libros, que lean libros, lo importante es que se habitúen. Buena teoría pero en la práctica si no hay un mínimo de garantía en lo que leen, se aburren, el hábito se convierte en condena y empiezan a huir de ello. Quizá por esa inmediatez, esa prisa, ese tener todo al instante, en un click, les cuesta más tomarse la molestia de coger un montón de páginas, una película a cámara lenta. Pero si lo que cogen es una película grabada del Canal plus sin codificar, no podemos pretender que lo hagan por propia iniciativa. En esto, como en tantas cosas, nos empeñamos en adaptar lo que es a lo que nos conviene y al final no da resultado. Hay que valorar el libro en su misma esencia. ¿A alguno le ha gustado una versión reducida de clásicos de siempre, como Julio Verne? Es injusto quitarle el placer de leerlo entero, porque confiamos que si se lee el resumen de marras le va a entrar el gusanillo.
    Podemos confiar más en la grandeza de los libros y menospreciar menos la inteligencia de nuestros hijos.
    Tienen rachas, por supuesto. Como nosotros, como todos. Que lean Harry Potter y Eragon y Dragones y mazmorras y todo lo que quieran… de eso hay para elegir, pero que conozcan también libros que pueden cautivarles y sorprenderles.

    Clío, el mío mayor es un lector casi enfermizo, sin embargo el segundo le costaba más. Hasta que descubrió que leyendo en voz alta a su madre, ésta se quedaba profundamente dormida. Le hacía tanta gracia que todas las noches se apresuraba a lavarse los dientes para el ritual diario.
    Este es un claro ejemplo de lo que comentaba antes. Le costaba, le aburría, apareció la moda de Harry Potter y compañía, y los devoró como loco Pero todos los meses tenía un libro obligado y elegido por mí (lo confieso, soy una madre poco psicológica y poco comprensiva). Ahora con 16 años, lee por hábito (no conciben ir a la cama sin hacerlo un rato) y de repente el mayo pasado dio el salto al Cid de Corral, por propia iniciativa. Le han seguido los de Indro Montanelli, porque le empezó a gustar la historia de Grecia. Ahora estamos con Puertas de fuego.
    Bueno, a veces los frutos sí se ven…

  34. Aretes dice:

    Caramba, nunca había hecho un comentario tan extenso.
    No lo puedo evitar: en el futuro prometo mayor brevedad.:-)

  35. Davide dice:

    Emilio. Hoy he leído una crítica de tu última novela en la revista literaria Mercurio. Sin ser nada del otro mundo (me refiero a la crítica, por supuesto), ponen la novela bastante bien. Me alegro por tí, y te deseo muchas más y mejores.
    Saudos.

  36. richar dice:

    Vaya Aretes, te has destapado :-)

    Yo firmaba por que mis hijas sigan los pasos de los tuyos. Son muy enanas todavía, pero prometen: cuando sólo sabían gatear, iban directas a mis tochos para intentar leerlos, aunque sólo consiguieran arrancar algunas sobrecubiertas… qué majas.

    La mayor (la de los sorteos) tiene 3 años y nos obliga a leerle cuentos durante media hora antes de dormir. Debemos tener ya una veintena de libros de cuentos infantiles, así que intuyo que es un buen comienzo.

    Ya os iré contando.

    Un saludo,
    Richar

  37. Epaminondas dice:

    ¡Oh, que gusto llegar al trabajo un lunes y encontrar calentita una buena sábana de Arauxo! (con sabanesca contestación de Aretes).

    Que lean sea como sea. Esa es la conclusión. Bien, coincido plenamente en la solución, ahora bien, no coincido tanto en el origen del mal. El problema no está en el tipo de literatura existente sino en la misma acción de leer. Leer es un acto íntimo, el libro es en parte un espejo psíquico que nos induce a la reflexión, ¿me gusta lo que dice?, ¿me gusta como se dice?, ¿me formo una opinión al respecto?, etc. Es evidente que leer es un acto personal que nos obliga a reflexionar, nos enseña, y nos va desarrollando como personas. Esto no solo se consigue leyendo, evidentemente, pero la lectura es una forma especialmente íntima de formación de la personalidad.

    En nuestra sociedad actual, con su “velocidad”, el hegemónico papel de una televisión (que asume el papel de “gran hermano” orweliano), la escasa calidad de la educación reglada impartida, etc…observamos que priman los valores de “grupo”: aprender como grupo, integrar en el grupo, no separar del grupo,…frente al valor del individuo, su responsabilidad individual, sus deberes y sus derechos, y también su libertad.

    La lectura; acto individual, acto que requiere un hábito y un esfuerzo, pero también acto que permite a cualquiera ser libre a través de la personal búsqueda de la propia verdad; es desmotivada por no formar parte de las habilidades básicas del individuo (que son las gregarias y no las individuales).

    Saludos.

  38. Epaminondas dice:

    bueno, decía yo lunes, pero es viernes, eso si un viernes raro y magnífico.

  39. cavilius dice:

    Como veo que aquí todo el mundo tiende su sábana, voy allá con la mía:

    No creo que haya una fórmula secreta para lograr que la juventud sea más lectora. Pienso que hay tantos factores en juego, y los seres humanos somos tan diferentes, que la misma combinación de circunstancias puede dar lugar a que un chico se convierta en un ávido lector, o en todo lo contrario. De todas maneras, en todo lo que hasta ahora se ha comentado por aquí hay parte de razón. Seguramente es cierto que si en el entorno en el que un niño va creciendo los libros son un elemento natural, ese niño tendrá menos “miedo”, menos respeto o menos pereza a la hora de leer… o no. Es muy probable que (tal y como se fomenta a través de una campaña televisiva, no recuerdo si de la Generalitat de Catalunya o del Ministerio de Cultura) si los padres tienen hábitos lectores, sus hijos, por simple mimetismo, serán más propensos a tenerlos también… o no. También parece claro que si las primeras lecturas que el niño haga en el colegio son lecturas “aptas” (por usar el término de Koenig), la introducción del infante en el mundo de las letras será más llevadera… o no. Yo no dudaría de ninguno de estos aspectos de la cuestión, si no fuera porque, como dije al principio, no creo en las fórmulas mágicas.

    Y para muestra un botón: yo me he criado en un mundo sin libros, es decir, en casa de mis padres no había más lectura que el Dicen o El Mundo Deportivo (y mi padre no lo leía, sino que lo “ojeaba”); mis padres nunca han tenido hábitos de lectura (a duras penas hubieran podido tenerlos, por otra parte). Y, por lo que recuerdo de mi etapa escolar, los libros que me obligaban (no “sugerían” o “recomendaban”, no, no: o-bli-ga-ban) a leer eran el Poema de Mío Cid, La Celestina o el Lazarillo de Tormes. Sin embargo, esta combinación de factores negativos han hecho de mí un lector casi enfermizo (y digo lo de “casi” por amortiguar un poco la expresión). Y sin embargo también, no dudo de que muchos jóvenes inmersos en un entorno similar se habrán hecho adictos a la Play (que no distingue de edades, claro) o a la televisión (que no sólo no distingue de edades sino que asume que todos tenemos unos dos años y medio, y que además somos tontos), que, como dice Epaminondas, es el auténtico Gran Hermano de Orwell, mismamente.

    No os falta razón a los que habláis del mundo frenético en el que vivimos: rapidez, irreflexión, inmediatez, dinamismo, fast-food, sms telegráficos, internet más rápido, trenes de alta velocidad… ¿Quién en su sano juicio va a dedicar más de cinco minutos seguidos a leer, qué sentido tiene eso, qué beneficio se alcanza? Como dice Epaminondas (que se me ha adelantado), la lectura es un acto reposado que difícilmente se lleva a cabo si no forma parte de un hábito, pero sobre todo y por encima de todo, es un acto individual. El acto de leer, de coger un libro y recorrer sus páginas, es algo íntimo y privado; hemos de echar la persiana a la colectividad y a las relaciones sociales para poder hacerlo. Leer requiere aislamiento, exige reafirmar la individualidad de la persona. Y esto no está de moda hoy en día, porque lo que prima es pertenecer a algo, ser miembro de algo, jugar a la Play en equipo, ver la tele en familia, pegar gritos en un campo de fútbol junto con 50.000 personas más. No sólo no está de moda sino que hacerlo es ir contracorriente, es ser un bicho raro, un empollón, un soso, un fracasado socialmente (copyright Koenig). Pero, siendo esto importantísimo, hay otro aspecto de la lectura que no lo es menos, que es a lo que yo iba: leer exige tiempo, demasiado tiempo en comparación con cualquier otra cosa a la que nos tiene acostumbrados la vida cotidiana. Es decir: para leer uno tiene que estar dispuesto a perder el tiempo, porque leer no va a reportar beneficios (si es que reporta alguno) a nadie más que a mí como individuo que estoy leyendo, y eso no sirve para nada en un mundo donde los valores individuales no tienen ningún valor si no van respaldados por algún “carnet de socio” de algo.
    Por lo tanto, realizar una actividad que conlleva desperdiciar un tiempo precioso y que además conduce al aislamiento social, lo mínimo que puede provocar en un joven es aburrimiento, cuando no repulsa. El movimiento uniformemente acelerado newtoniano-arauxiano que ya es algo casi inherente al hecho de vivir en sociedad, se ve frenado en cuanto se abre el Quijote. Y a cambio de nada. A veces he compartido con algún amigo o familiar mi entusiasmo tras haber adquirido o haber leído algún libro, y la respuesta ha sido “¿y qué?”. Efectivamente: para cualquier otra persona el hecho de que yo lea o deje de leer sólo merece un “y qué”.

    El enemigo del hábito de leer es tan grande y tan atractivo a los ojos de la juventud, que cualquier recurso que se emplee para combatirlo será bueno. Conozco gente que no sólo no han leído en su vida un miserable libro, sino que no comprenden qué provecho pueda ello tener; en cambio, disfrutan como posesos ante una serie televisiva o jugando con el móvil. La guerra contra el “pasarlo bien fácil y rápido” es dura, y los libros no son precisamente la mejor arma. Pero estoy de acuerdo en que lo mínimo (¿y lo único?) que podemos hacer los que caminamos por la otra orilla es dejar siempre a la vista de los del otro lado al menos un libro, a ver si alguien se anima a cruzar. Y de paso podemos poner cara de gustirrinín, que igual funciona mejor.

    Saludos.

  40. Clío dice:

    Bueno doy por hecho que habeis leido mi comentario en la reseña de los Lamb, al menos tú Aretes, donde tambien estamos tratando en cierto modo este tema de la lectura en los jovenes y comentaba el caso de mi hijo de 18 años, pues sí todos teneis un poco de razón en lo que comentais, Koenig habla de un ambiente de lectura en los progenitores: mi hijo lo tiene, yo leo y mucho y su padre no digamos. También le he leido por las noches en la cama: la biblia para niños, Harry potter, algún que otro clásico, los del barco de Vapor para su edad correspondiente, algunos muy divertidos, de los Cinco, en fin como veis variedad, ni por esas, nunca se habituó, eso sí se duerme con música. Las prisas, el mundo audiovisual que vivimos, pues tambien, él lo quiere todo rápido y yá, como dice Arauxo no hay reflexión de ningún tipo, con respecto a las tecnologías pues sí , tiene mp3, play (casi siempre confiscada por diversos motivos) pero por ejemplo en casa no tenemos internet con lo cual ni busca ni chatea (de eso nos estamos librando) en fin todo es complicado en esta juventud:las prisas, el bombardeo audiovisual….es dificil a veces acercarse sin recibir un : déjame pesada (cuando le recuerdas que hay que estudiar o leer y no solo escuchar música, ahora estamos con el rap que con su gran vocabulario y las situaciones que describe se ha convertido en LA MÚSICA desde hace unos meses, y no creais me he escuchado con él varios discos, y algunas canciones estan bien pero las letras de otras son para morirte pero de risa por las rimas que proponen) en fin como vereis el acercamiento siempre ha tenido lugar y por varios frentes, pero aún no ha surgido la chispa, no lo doy todo por perdido, de vez en cuando le regalo algún libro , aunque no lo lea ahí lo tiene a la espera…

  41. Epaminondas dice:

    Espléndida exposición amigo Cavi (como diría un Lord inglés añejo de aplomo).

    Y a pesar de todo lo que hemos dicho, ¿cabría pensar que la lectura es algo desfasado?, ¿algo que no tiene lugar en el mundo de hoy?.

    Yo digo NO, y rotundamente NO (y también vosotros sin duda).

    El mundo de hoy, como el de ayer, necesita de personas que sumen a su experiencia la necesaria riqueza espiritual e independencia mental que solamente puede adquirir quien se ha enfrentado constantemente a si mismo. ¿Qué mejor método para enriquecer el espíritu que la lectura?.

    La España de 1820 tenía solamente un 12% de la población capaz de leer y escribir; no hay dato más trágico que este para explicar la dificultad para avanzar que sufrió este país durante largos siglos. Hoy en día el índice de analfabetismo es menor al 1%, sin embargo parece que fuera necesario leer para entender los diálogos de la “play”. La promoción de la lectura es primordial si queremos en el futuro ser un pueblo próspero y libre.

    Saludos otra vez cordialísimos.

  42. Arauxo dice:

    Querido Cavi:

    Te honra y mucho el haberte forjado a ti mismo como lector empedernido. Siempre he sentido una gran admiración por las personas cultas que se hicieron a sí mismas, contra el medio ambiente en el que vivían, si no hostil, al menos sí indiferente hacia los libros. Y quizás las admire más porque tuve la suerte de crecer en una familia amante de los libros y ambiciosa de riqueza cultural (la única que me acompañó en mi infancia). No haber crecido entre libros y terminar amándolos como tú lo has hecho, sólo despierta en mí, insisto, una profunda admiración. Y es un ejemplo digno de encomio.

    Lo siento, maestro, pero te mereces el «rapapolvo pelotil».

  43. Derfel, el blanco dice:

    En este interesante debate, mi opinión se aproxima mucho a la de Cavilio: la lectura es un placer estético de muy difíicil contagio. No digo que no se consiga en ocasiones, lo que creo es que no hay fórmulas mágicas, o, si existen, aún no se han descubierto.

    Me imagino que muchos de los que habitais estas páginas perteneceis a esa clase de gente que entra en una librería y se pasa horas mirando los libros por el puro y simple placer de estar allí, hojeándolos, sosteniéndolos, abriendo sus páginas, incluso oliéndolos… Os sorprendeis con las novedades, disfrutais cuando encontrais un autor o un título al que se menciona de forma elogiosa en el último libro que has leído y, pasais una y otra vez por las mismas secciones, posponiendo la compra por el simple placer de mantener la ilusión, de tener un motivo para poder regresar al día siguiente. Y, finalmente, cuando comprais el libro que llevabais varios días echándole el ojo, os marcháis con el bajo el brazo y una sensación de «gustirrinín en el cuerpo» (como se dice por aquí) muy difícil de explicar…

    Bien, ¿nunca habéis entrado en una librería con alguien a quien le gusta mucho leer, pero nunca tiene tiempo para hacerlo, por culpa de los estudios, por culpa del trabajo, por culpa de los niños, por culpa de su madre que está enferma…, todos ellos motivos muy nobles y a tener en cuenta? Allí se aburren, te dicen «agarra uno ya y nos vamos». Y estoy hablando de gente que, en efecto, si cae un libro en sus manos, lo leen, y de hecho, también disfrutan leyendo.

    Pero es que existen varias categorías de lectores, determinadas por el grado de amor que sientas por los libros, sin que ello implique menosprecio por nadie. Son formas de ser. Y yo creo que para
    el lector «pata negra» no existen pócimas mágicas. ¿La explicación de por qué es así? No la tengo, desde luego. Más quisiera…

    Ah, querido Richar, yo también me enamoré de los libros con Tolkien(aunque antes siempre estará mi querido Asterix…)

  44. richar dice:

    Pues fíjate tú, amigo cavilius, que no estoy tan de acuerdo en que el hecho de que la lectura sea un acto individual deba ser un freno. Efectivamente, la sociedad hoy en día es bastante más grupal que individual, pero todo el mundo tiene momentos a lo largo del día para disfrutar de sí mismo (joer, qué feo suena esto, por Tutatis) y de sus momentos de individualismo: yo por ejemplo, siempre me he considerado un bicho altamente grupal, y he antepuesto casi todo tipo de planes a poder estar con mis amigos, aunque sea tomando unas cervezas sin mucho más que hacer. Pero eso no ha quitado para que no pase un día (bueno, casi) sin que lea unas páginas antes de dormir.

    Es decir, aparte de las actividades más o menos grupales, o incluso más allá de la propia actitud grupal en sí y la tendencia de la sociedad (especialmente los jóvenes), siempre habrá momentos donde uno está solo, y es ahí donde la lectura (o para mí también la música) juega un rol interesantísimo: en la cama antes de dormir, en la bañera, en el cagadero (perdón por el término), o en el autobús. Sólo es cuestión de elegir tu momento.

    Por lo demás, de acuerdo en el resto de argumentos.

    Un saludo,
    Richar.

  45. Koenig dice:

    Buenas noches.

    Como algunos sabeis mi mujer y yo tenemos una escuela de tiempo libre. Formamos monitores y coordinadores (esos que se van de campamento con los niños)

    Pues bien, una de las «clases» que les doy todos los cursos consiste en hacer un análisis de la realidad de la juventud actual. Suele ser muy interesante porque el arco de gente que hay en el curso va desde los 17 a los 40 años. Así que hay muchos puntos de vista distintos.

    Pero casi siempre se obtiene el consenso en una serie de puntos:
    – La lectura no es una de las cosas a la que los niños y jóvenes dedican su tiempo libre. (Vale, eso ya lo sabíamos todos)
    – La mayoría de las cosas a las que dedican su tiempo libre: TV, estar con los amigos, distracciones electrónicas varias, música (de tipos muy concretos), drogas («duras» y «blandas», aunque dicha distinción es un tanto falsa), deporte. Pues bien, ninguna de ellas implica esfuerzo (algo de esto ha adelantado Epaminondas). Sus distracciones vienen todas empaquetaditas para el consumo sin que el consumidor tenga esforzarse. Y si lo hace, como puede ser el caso del deporte, no pasa de ser un esfuerzo físico. Nunca intelectual.

    Así pues se me ocurre que la falta de un hábito de esfuerzo, sobre todo intelectual, puede ser una de las claves que alejan a los niños y jóvenes de la lectura. Y tal vez la causa que en ambientes de «no lectores», «florezca» alguien como Cavilius ( : ) :) )

    En fin, con tanto paréntesis (Opino)

    ¿Que opináis vosotros?

    Saludos.

    Koenig.

  46. cavilius dice:

    Pues gracias, Arauxo, la verdad es que los que me conocen se agrupan en dos paquetes: los que me admiran y los que me ven como un bicho raro. Y tú… acabas de inaugurar el primer grupo. Pero en honor a la verdad, he de decir que he exagerado un pelín: lo cierto es que mi padre no sólo compraba el Dicen y El Mundo Deportivo; también (pero sólo de vez en cuando) compraba el As. Así que si quieres, puedes pasarte al otro grupo.

    Amigo Derfelio, me temo que yo soy uno de esos a quien le gusta mucho leer, pero nunca tiene tiempo para hacerlo, por culpa de los estudios, por culpa del trabajo, por culpa de los niños… (vale, obviemos lo de los estudios), y disfruto tanto en una librería que raro es el día que no entro en alguna. Y leer, pues leo cuando puedo: en el metro, mientras almuerzo o de madrugada. Sobre lo del lector «de pata negra», que hable Arauxo, por alusiones.

    Y no he entendido todo eso que ha dicho richar de ir a la grupa, de disfrutar de sí mismo y de que caga en la bañera. Me ha sonado un poco extraño viniendo de él.

  47. cavilius dice:

    Koenig: ¿que yo florezco? ¿Como los hermosos vergeles en primavera?

    Os cebáis conmigo en cuanto os abro mi corazoncito…

  48. Germánico dice:

    Yo perdí el hilo del hilo como en septiembre, o cosa así. ¿Me he perdido un hilo de los trascendentes? Jó, qué pena…

  49. Epaminondas dice:

    Aquí lo que hay es mucho onanismo camuflado….(con perdón)

  50. Derfel, el blanco dice:

    Jó, qué duros sois…

  51. Ascanio dice:

    Eso, tú arréglalo…

  52. cavilius dice:

    ¿Qué ha dicho de enanos camuflados?

  53. Epaminondas dice:

    oh dioses! que horrible confusión.

    Yo jamás hablé de enanismos camuflados sino de organismos duplicados, en clara referencia al remake de los «ultracuerpos esos».

    :)

  54. Arauxo dice:

    Aquí va a haber bronca, cagondieeeeeeeeeez.

  55. Epaminondas dice:

    Quede claro que a los duendecillos azules jamás se mentó en estos mis desafortunados comentarios….

  56. Valeria dice:

    Derfel, no he entendido bien ese comentario sobre aquellos a los que les gusta leer pero no tienen mucho tiempo. Me gusta leer, y tengo muy poco tiempo para hacerlo, por culpa del trabajo, por culpa de los niños, la compra semanal y todo eso; pero disfruto muchísimo en las librerías. Tanto, que a veces entro incluso cuando no debo: cuando voy con los niños, por ejemplo, que enseguida se cansan de ver a su madre en otro planeta (salvo que los abandone en la sección infantil) o cuando llevo trepecientas bolsas de la compra, o cuando me esperan para una reunión. Uno, evidentemente, lee cuando puede. Tal vez los que disponemos de poco tiempo apreciamos aún más esos momentos de dicha que tanto nos cuesta encontrar.

  57. Clío dice:

    Curioso, antes de lanzar mi comentario no habia leido el de Cavilius, pues sí en un ambiente de no lectura puede «florecer» alguien como Cavi y precisamente en el contrario se dá el caso de mi hijo, en la reseña de los Lamb lo apuntaba, a veces es duro para los hijos enfrentarse a un padre intelectualmente superior, de ahí que el miedo al fracaso o a «no estar a la altura» suponga un duro reto o bien por la rebeldia juvenil intentes precisamente no hacer lo que se supone le gusta a tus progenitores, hay que andar con pies de plomo porque cuando intentas imponerle algo por decreto ley es cuando más se rebela, por ello estamos en un periodo de espera, a ver si pasa la tontería adolescente que parece estarle durando más de lo normal y con el tiempo y una caña…..

  58. Antonio Penadés dice:

    Cavilius, enhorabuena por tu brillante exposición, tienes toda la razón. Mi conclusión es que cada uno haga lo que le dé la gana. Muchos se excusan en la falta de tiempo y luego pierden dos horas al día viendo programas basura. O aluden al alto precio de los libros pero no les importa que les claven 50 euros por persona en un restaurante (o 10 Euros por cada copa en un pub). Pero no pasa nada, ellos se lo pierden. Además, estamos en el país que estamos, qué le vamos a hacer, no somos escandinavos sino mediterráneos. Y creo, además, que no hay que desesperar, que ahora se lee más que hace 20 o 30 años.

  59. Derfel, el blanco dice:

    No me malinterpretes, Valeria, no lo dije en tono despectivo: yo también leo menos que antes, es casi inevitable.

    Simplemente quiero decir que la persona que le gusta leer, -que le gusta mucho leer-, encontrará siempre un hueco. Porque es cierto que existen diferentes grados de interés por los libros.

    Pero lo mismo te puedo decir de mi afición por el fútbol: hay quien si llueve no va, y los hay que juegan lesionados, con nieve y dos grados bajo cero…Cada cual que haga lo que le venga en gana.

  60. cavilius dice:

    El problema, Antonio, de los que nos gustan los libros, creo yo, es que no sabemos cómo tener más tiempo para leer. Y el problema de los que no les gustan es que no saben qué hacer con tanto tiempo como tienen.

    Si mis días tuviera un par de horitas más, sólo un par, sería la persona más feliz del mundo…

  61. Arauxo dice:

    Hace un par de fines de semana tuvimos un día con 25 horas. Espero que fueras un poquito más feliz…

  62. Valeria dice:

    Derfel, no te había malinterpretado, creo yo, pues no encontré tus palabras despectivas. Simplemente me había extrañado esa asociación de ideas que planteaste entre «gente que no tiene tiempo de leer» y «gente que se aburre en las librerías».
    Y Clío, no desesperes. Yo soy lectora empedernida al estilo de Cavi, sin genética que ayude ni precedentes familiares. Tengo dos hijos, y uno es lector voraz desde los siete años y otra, pues no se le parece en nada, aunque tiene tiempo, tiene libros y tiene ejemplos en casa.

  63. Derfel, el blanco dice:

    Bueno, let it be…

  64. Germánico dice:

    Leerá sin duda alguna, Valeria. Tiempo al tiempo.

    Eh… yo no me qerjo mucho del precio de los libros, pero lo de las copas a 10 euros, es de Juzgado…

  65. Germánico dice:

    Sí, sí: he puesto «qerjo». ¿Y?

  66. Derfel, el blanco dice:

    No, nada…¿Sabes hablar kazako, pues?

    Yo siempre encuentro un rato para leer el MARCA: si algún día tengo hijos, lo impondré como lectura obligatoria…

  67. Germánico dice:

    Lo domino hace años. Tuve que aprenderlo para calmar a una confederación de tribus de por allí que deseaban divinizarme. Claro que ellos no leían el MARCA, ese.

  68. Arauxo dice:

    A mí me gustan más los pantalones sin marca: son mucho más baratos y duran lo mismo.

  69. Derfel, el blanco dice:

    Bah, tú que no los luces…

  70. Antonio Penadés dice:

    Cavi, habrá monje de clausura que haga como que reza y en verdad está todo el día leyendo… Es para planteárselo.

  71. cavilius dice:

    Hombre, tampoco hay que ser tan drástico…
    .
    .
    .
    ¿Y la familia podría venir a verme de vez en cuando?

  72. Epaminondas dice:

    jeje, si, cada domingos y por un ventanuco enrejado.

  73. jerufa dice:

    Cavi, te he respondido ya en mi reseña.
    Adió, adió.

  74. Arauxo dice:

    Dios mío, esto es el triunfo del surrealismo…

  75. Derfel, el blanco dice:

    Joer, y yo que me fié de tí, ARaujo, cuando decías que la página principal era en serio, que las chorradas quedaban para el foro…

  76. Arauxo dice:

    ¿Araujo? No conozco a ese felón, usurpador, mimético y bellaco que intenta desplazarme por un quítame allá esas equis…

  77. Epaminondas dice:

    Creo que es un famoso naturalista…

  78. Koenig dice:

    Naturalmente

  79. Arauxo dice:

    ¿No serás tú otra vez, Koenig, que gustas de suplantarme en mi irrepetible, unívoca, singular, acusada y originalísima personalidad?

  80. Ascanio dice:

    Y modesta, sobre todo modesta.

  81. Epaminondas dice:

    Si es habilidoso con la aguja y el hilo sería modistillo y no modestillo

  82. Derfel, el blanco dice:

    A mí Araujo me recuerda un poco a Amando de Miguel…

  83. Ascanio dice:

    Creo que este se ha convertido en el hilo-cagalera de noviembre.

  84. Derfel, el blanco dice:

    Hala lo qué has dicho…!

  85. Koenig dice:

    Veamos…

    «Irrepetible». Gracias a Dios, que si no Ascanio se iba a hacer un lío de primera.

    «Unívoca». Yo en gustos sexuales ajenos no me meto, así que no me saques el tema.

    «Singular». Muy plural no se te ve, no.

    «Acusada». ¿Necesitas un buen abogado? ¿O es una errata y quisiste decir acusadora?

    «Originalísima». O sea, que tiene mucho origen. Bueno, como todos.

    Pues la verdad, no lo pillo ¿Podrías explicarmelo de nuevo?

    Saludos.

    Koenig.

  86. Arauxo dice:

    Mmmmmm…

    Saludos.

    Arauxo.

  87. Ascanio dice:

    Aviso a la concurrencia: me ha llegado «El secreto de la porcelana». Gracias, Emilio. Ya te contaré (en privado, claro, para que no me riñas) tanto si me gusta como si no.
    Una cosita, he intentado entrar en tu página web para darte las gracias, pero al pinchar sobre tu nombre (que sale en tus comentarios) no me funciona. ¿Ha cambiado?

  88. Urogallo dice:

    Quiero darle la razón a Germánico, para que la tenga por una vez en su vida:

    Ya en 1998 un catedrático introducia su clase con esta reflexión:

    «El sabado me crucé con uno de ustedes, no voy a decir quién. Estaba esta persona en un estado que le hacia extraordinariamente sociable, y se quejó casi con lágrimas de lo caro que era el libro de texto de la asignatura. Lo caro que era un libro que le había costado 2.100 ptas. Esto me habría partido el corazón si no fuese por que ese individuo sostenía una copa en su mano que en aquel lugar costaba 400 ptas…Y por su estado de enorme sociabilidad se notaba que no era la primera que se tomaba».

  89. Derfel, el blanco dice:

    Celebro que Ascanio y E. Calderón hayan enterrado el hacha: espero que Hislibris siga siendo lugar de concordia y encuentro entre amantes del libro y la Historia.

    Un abrazo a los dos.

  90. Ascanio dice:

    Derfel, el del hacha es Germánico. Yo uso bisturí.
    Un abrazo para ti también.
    (PS: Mira que pareces modosito en la PAPRI. En el foro, en cambio, Derfel el blanco se transforma en Derfel, lengua de serpiente).

  91. Derfel, el blanco dice:

    Bueno, querida Ascanio, es que yo pienso que los libros -y, por extensión, esta página- constituye el último reducto que nos queda a los hombres en defensa de un ámbito de cultura y libertad, del que todos (y cuando digo todos, quiero decir, todos) salimos favorecids de un modo u otro.

    La cultura, -pienso yo-, es la mejor defensa que poseemos contra la barbarie. Cuidémosla.

  92. Acabo de regresar de Oslo y de Miami (he estado invitado en la feria del libro de allá y vengo sorprendido por el gran entusiasmo del público de habla hispana con respecto a nuestra literatura), y me encuentro un encendido y apasionante debate. Brillantes las exposiciones de Arauxo y de Cavilius. Quede constancia de que mi caso se parece al de éste. Mis padres apenas leían libros, sólo prensa escrita, periódicos y revistas, por lo que en mi casa no había mucha afición por la lectura. Yo descubrí los libros en el colegio. Un día, el profesor de literatura comenzó a leer a viva voz «La perla», de J. Steinbeck. Ese día comprendí que en los libros pasaban cosas que no me ocurrían en mi casa o en mi barrio, y desde entonces me volví un ávido lector. Pero lo tuve que hacer sin ayuda de nadie. De modo que en mi ambiente familiar, todavía hoy, soy considerado como una especie de marciano que se dedica a una profesión que no se corresponde con el mundo práctico que nos ha tocado vivir. Es obvio que la lectura es algo que se cultiva, y que un ambiente familiar lector facilta mucho las cosas.
    Ascanio, me alegra saber que correos todavía funciona. En cuanto a lo de mi página web, se supone que está en construcción, pero en realidad está «empantanada». Compré un dominio, pero la persona que iba a diseñar todo el tinglado, ha sido contratada por una multinacional italiana para realizar unos trabajos, y ahora anda en Treviso, así que creo que, al final, tendré que buscar a otra persona para que me diseñe por fin la página web. Si quieres escribirme, pídele a Richar mi dirección de correo electrónico. Él la tiene.
    Y tú, Clío, no desesperes, porque tu ejemplar de la porcelana ya va de camino. Me retrasé un poco en enviártelo por el asunto de mis viajes, que me traen de cabeza, pero hoy por fin he podido mandarte tu ejemplar.
    Saludos a todos.

  93. no_name dice:

    Mmmmmmm…. «No, jamás escribo en un libro. Aunque a veces tomo nota en un cuaderno de alguna frase que me parezca reseñable.» ¿por qué no? el lector se hace dueño de la historia, de cada frase, de cada palabra, de cada coma de ese libro, ¿acaso el libro no pasa a formar parte de nosotros hoja tras hoja? ¿acaso no puedo tatuar mi piel, no puedo mancharla, emborronarla de tinta, trazar espirales, exclamaciones, subrayar mis dedos e incluyo aderezarlos con piedras y maderas exóticas? Pues igual un libro!!!! o lo que pretendemos es que formen parte de nuestra biblioteca apilándose uno al lado del otro? Joder, comer libros! «manusearlos» cual gatos en el sofá, disfrutar de ellos, aprender de ellos, hacerles felaciones, cunnilingus….y dejar de considerarlos un precioso objeto de culto.

  94. Jerufa dice:

    Si, si…todo eso está muy bien, pero por más que me esfuerzo no me imagino yo haciendole una felación a un libro.

  95. Urogallo dice:

    Gracias por la imagen mental.

  96. Federico dice:

    Mi libro más valioso es Platero y yo, una primera edición de 1914 dedicado a Zenobia y firmado por Juan Ramón Jiménez, un saludo.

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