FRANCO, EL ASCENSO AL PODER DE UN DICTADOR – Andrés Rueda
«La verdad es que Paquito no me gustaba nada como hombre… él era un teniente corrientísimo… el único Franco importante había sido su hermano Ramón. El era Paquito, el hermano de Ramón… sobre todo era soso, frío. A mí ya le digo que no me gustaba… Testarudo sí era. Conseguía lo que se proponía, casi todo, porque a mí no me consiguió» (Sofía Subirán, gran amor de Francisco Franco).
En 2008 el historiador Paul Preston, en su excelente libro El gran manipulador, nos desvelada, según aparecía subtitulado en la portada del libro, «la mentira cotidiana de Franco». Según el ensayista ingles la vida diaria del Caudillo fue un baile de máscaras continuo en el que, acorde con los tiempos en los que vivía, no dudaba en cambiar unas por otras. Antes de la 1936 nos encontramos con un Franco que desea erigirse como el gran general renovador de las esencias castrenses del momento. Durante la lucha fraticida y en lo más duro de la posguerra vemos otra persona, es decir a un Franco con la máscara de Salvador de la Patria frente a las «hordas rojas» y el peligroso bolchevismo que ha intentado socavar las raíces esenciales de todo español. Y al final, ya instalado en la poltrona del Pardo, rodeada su mesa de trabajo de folios y folios, y sabiendo que ya nadie le puede disputar el puesto, vigía bendecida por las potencias occidentales, nos encontramos ahora con el Centinela de Europa, con el guardián que no duda en tener toda la noche encendido su despacho vigilando el portaviones de España frente al peligro que hay más allá del Telón de Acero. Con el paso del tiempo y sabiendo (en su imaginación) que el país ya no le necesita, adoptará el último disfraz antes de cerrar el telón, el de bonancible abuelo que tutela de manera paternal la Patria y el trabajo «inmaculado» que ha hecho al dejarlo todo atado y bien atado.
En el libro de Preston, por tanto podemos ver a un Franco camaleónico que no duda en cambiar la piel según corran los vientos políticos, pero ¿qué le lleva a transmutar tanto sus ideas? Sabemos que Franco, aquel «cuquito que va a lo suyito», como bien decía Sanjurjo, ni era de derechas ni de izquierdas (claro) sino meramente tradicionalista y, ante todo de su propio partido, franquista. «Yo soy yo», como dijo una vez. Entonces ¿qué le ha llevado a adoptar tantas imágenes para la Historia? Pues su propia psicología y las escamas que le han dado sus años escalando, pacientemente cual hormiguita, hasta el poder. Su secreto por tanto es la experiencia vivida y las experiencias exteriores venidas de su familia y su entorno político más cercano. Y es aquí, en este punto donde aparece el libro que tengo entre mis manos, Franco, el ascenso al poder de un dictador, escrito por Andrés Rueda y editado por la Nowtilus. El autor, gran experto en el tema, efectúa cual cirujano un estudio psicológico e histórico de la personalidad del Caudillo y como este afectó a su ascenso a una dictadura de cuarenta años, en donde pudo moldear España a su imagen y semejanza, como él soñaba que debía ser. Desde el comienzo del libro podemos ver a un Franco año 0. Una personalidad en blanco, a modo de tabula rasa que espera a que los hechos de la vida comiencen a moldearla. Y eso no tardará en ocurrir en un hogar donde vemos a una madre protectora, religiosa y muy aferrada a las costumbres frente a un padre bastante más liberal y un tanto viva la vida que le marca de manera negativa desde el principio. Claro está, elige lo más seguro y entrañable: la madre, la cual le inculca los valores esenciales de una España moderada y virtuosa. Su hermano Ramón y su padre serán el anverso tenebroso en quienes confrontara su propia ideología. La sencillez y lo elemental del ejército en las guerras de Marruecos, su intento de ascenso social junto con Carmen Polo y sus decepciones monárquicas y republicanas al serle negada varias veces sus propias aspiraciones (y eso que era uno de los ojitos derechos de Alfonso XIII) hace que al final, en el último momento, se enganche al alzamiento nacional en donde a la chita callando y gracias a su familia consigue convertirse en el Caudillo soñado por él mismo.
Todas estas vivencias le marcan continuamente (recordemos que es una persona con un gran carácter vengativo que no olvida una ofensa) y le hacen ser como es. Andrés Rueda, en este ensayo, realiza una soberbia investigación histórica en la que la vida de Franco y sus logros van de la mano en los momentos más íntimos que ha vivido y que le han marcado el alma a fuego. Por un lado vemos a un Caudillo en todas sus etapas de crecimiento pero por otro tenemos a un «cerillita» atormentado, inseguro, astuto, muy oportunista y lleno de traumas que no duda en abrir su corazón y enseñarnos sus intimidades y su manera de pensar, demostrando la teoría del autor al decir que es imposible conocer a los grandes personajes de la Historia si los despojas de sus perfiles psicológicos. En este trabajo, en cambio, ambos campos están fusionados en uno solo haciendo que la lectura de este libro no solo sea grata al lector, además de didáctica, sino que también necesaria para comprender en todas sus facetas a una de las figuras más destacadas del siglo XX.
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Un libro más que se suma a la «psicosis» franquista y que me imagino su autor habrá expurgado con vistas a relatar otros hechos de la figura de Franco no repetidos –hasta la saciedad– por historiadores que han hecho del «antifranquismo» su fuente de negocio. ¡Y qué negocio! De seguir así, no es de extrañar que, agotados los filones o puestos en barbecho, todo hay que decirlo, nos descubran a un Franco que en la intimidad de su dormitorio gastaba prendas interiores de encajes y puntillas. Tiempo al tiempo. Y es que hoy, la figura de Franco, es la de un muñeco al que maltratar sin rigor histórico alguno. Vivimos –curiosamente se recrudece conforme se aleja del hecho histórico, lo cual es de extrañar en grado sumo—una época donde la figura de Franco alcanza cada vez mayor relieve, y en la que se le ha elegido como una especie de figura representativa del “mal”, al que de manera interesada se recurre constantemente quizás con la intención de hacer viable una gran parte del sistema actual que, sin duda alguna, hemos retrocedido en muchos aspectos y amenaza con descarrilar. Y me atrevo a comentar, a tenor de todos los indicios, dada la realidad económica, social, política e internacional de España, que de reproducirse las mismas circunstancias que consiguió amortiguar gracias a sus grandes dotes de estadista, a buen seguro, la realidad española sería de un dramatismo inconmensurable. Sin “animo de ser exhaustivo”, quisiera señalar que la figura de Franco, se ha estudiado y se estudia en las principales academias militares del mundo, que resulta extraño que un individuo de tan escaso valor personal, auténtico, “mascaroso”, dictador cruel, –para Paúl Preston, impresentable, hasta genocida—hubiese fallecido en la cama de un hospital de “su” Seguridad Social (donde los “curritos”), en momentos, 1975, en que era la figura española más estimada y de mayor dimensión popular. Esto dicho por publicaciones internacionales y no por el diario Arriba. Que además, gracias a sus extraordinarias dotes, en unos momentos extremadamente difíciles, le evitó al pueblo español verse inmerso en la Segunda Guerra Mundial cuyos resultados hubiesen sido de una verdadera catástrofe. Además fue capaz de crear un estado moderno, eliminando –ahora vuelve a reproducirse y veremos como acabamos—el separatismo que, coinciden todos los historiadores no apesebrados, resultó unos de los principales asuntos que terminaron con la experiencia republicana. Y lo que es fundamental, fue capaz de crear una sociedad prospera, con logros sociales en beneficio del pueblo trabajador desconocidos en la historia (esos mismo que hoy están siendo eliminados sistemáticamente), habiendo alcanzado un nivel de convergencia con los países europeos que HOY NO TENEMOS y con algo además importante, las rentas salariales en relación al PIB eran un 14% más que en la actualidad. La juventud española era la de menor consumo de drogas del mundo y hoy, triste record de las “democracias”, somos uno de los mayores consumidores.
Eduardo, no venga usted con milongas a dictadores asesinos. Lo mejor que hizo Franco por la gente de este país lo hizo un 20 de noviembre, aunque hubiese estado mejor de haberlo hecho antes. Y por un poco quiero decir unas cuantas décadas. Pero bueno, si no Franco otro general ambicioso y sin escrúpulos habría ocupado «su puesto» en la historia negra de España como «líder» de las élites militares, conservadoras, ultra-derechistas, de los terratenientes y la Iglesia.
Y si algo lo salvó de ser pateado de la poltrona en la que estuvo esos 40 años fue su anticomunismo, que tan bien casó con los americanos y su dinero.
Pasó de ser el amiguito de Adolfo y Benito a colega del Tito Samuel.
Pero en fin, 40 años de dictadura dan para mucho, sobre todo a la hora de lavar cerebros y crear estómagos agradecidos.
Menudo chasco me he llevado con su «critica a mi critica, critica» (contra Andrés Rueda y sus consortes). Parodiando al maestro de Treveris con un toque de humor que sin duda alguna rebajará en algo lo crispado de su furibunda réplica. Parece mentira que confronte usted opiniones históricas, interpretaciones y datos objetivos con artilugios panfletarios, con argumentaciones de tan grueso calibre como «milongas a dictadores asesinos», «lo mejor que hizo Franco por la gente de este país lo hizo un 20 de noviembre» y otros «calambres» que demuestran la utilización de método de análisis histórico de tan «brocha gorda» que asusta. Enjuicie usted la historia en base a datos objetivos, a realizaciones en todos los campos de la actividad de un país en una determinada fase histórica, constate, compare situaciones, niveles, indicadores, progresos sociales, económicos, convergencias entre naciones, etc y saque conclusiones, si se lo permite su nómina. Pero los «apiola» usted escandalosamente y se relega, incomprensiblemente en personas que deben poseer cierto nivel intelectual, al de triste agit-pro de la fenecida III Internacional. Una octavilla antifranquista digna de estudio por el charlatán de Viena. Pero es que además no tiene usted ni idea. Y repite papagayescamente los mismo grititos (resultaron inútiles) de los «luchadores» contra la «dictadura» (insignificantes hasta tal punto de que la conversión a la democracia fue obra del propio franquismo). Uno de ellos el de las «elites» militares. Cuesta contestarle pues en realidad es descubrir sus carencias. Mire, si en algo se caracterizaba el Ejercito Español es por ser uno de los mas progresista de Europa, cuajadito de elementos masones e izquierdistas hasta tal punto, que la mayoría de los Generales con mando en plaza se pusieron al lado de la República. Y con anterioridad, sus “golpes militares”, llevaron incluso a formar gabinetes ministeriales con miembros destacados del propio PSOE. Imagínese. Hasta la propia Guardia Civil el 60% no secundó «el golpe», como usted denomina a un movimiento de millones de españoles que se resistían a caer en manos de la Internacional Comunista. Sin ir más lejos, el asesinato de Calvo Sotelo (fíjese que democracia y que legalidad se disfrutaba que es asesinado por los propios cuerpos de seguridad de la republica) fue perpetrado por un Capitán de la Guardia Civil y hasta el propio «demonio» (Franquito) quiso disolver el cuerpo. Le falta a usted academia, señor mio. Termino «fusilándole». Me refiero a «fusilar» su frase, no se altere. Dice usted: «Pero en fin, 40 años de dictadura dan para mucho, sobre todo a la hora de lavar cerebros y crear estómagos agradecidos». Cambie usted «dictadura» por «democracia» y aplicase el agradecimiento a su propio estómago, que sin duda alguna le viene a usted como el aceite a las espinacas. Los lavados de cerebro –a las pruebas me remito– son de hoy mismo y los estómagos agradecidos radiografia del suyo, pues los del “tirano del Pardo” hace tiempo que crían malvas.
Y llegó el club de la comedia con frases como:
«…gracias a sus grandes dotes de estadista
…gracias a sus extraordinarias dotes, en unos momentos extremadamente difíciles, le evitó al pueblo español verse inmerso en la Segunda Guerra Mundial
…fue capaz de crear una sociedad prospera, con logros sociales
…el Ejercito Español es por ser uno de los mas progresista de Europa, cuajadito de elementos masones e izquierdistas…»
Joer como está el patio…
Es que los Pio Moaistas son carcajeantes x)
Por cierto interesante reseña Balbo, aunque he de decir que Preston tampoco es que sea muy santo de mi devoción.
Jo, jo, jo, jo! Gracias, Eduardo, me he reído mucho con sus comentarios. Estoy por enmarcar especialmente este:
«Además fue capaz de crear un estado moderno, eliminando –ahora vuelve a reproducirse y veremos como acabamos— el separatismo».
Ja, ja, ja, ja! Eliminando el separatismo. Creo que se ha equivocado de concepto. Creo que quería decir «alimentando el separatismo». O no, o quizás quería decir usted eliminando separatistas. Eso sí lo hizo muy bien, sino que se lo pregunten al sr. Lluís Companys…
Felicidades por la reseña Balbo.
En cuanto a las «aportaciones»de Eduardo, estoy con Horus. Hay que agradecerle las risas que nos hemos echado. En fin…el mundo al reves.
Eduardo, una puntualización: a Calvo Sotelo lo asesinaron miembros de la Guardia de Asalto, no de la Guardia Civil.
En cuanto a lo de «crear una sociedad próspera», digamos que Franco tomo parte esencial en un alzamiento contra un país en vías de desarrollo y en un momento de extraordinario progreso (perdón por lo de progreso), contribuyó activamente a hundir el país en la miseria y, 40 años después, el país llegó a ser de nuevo un país en vías de desarrollo. Digo que «el país llego a» y no «Franco lo llevó a» porque en gran medida fue a su pesar y por la presión política y económica que supone estar geográficamente situados en Europa. Hombre de pocos matices, la visión política y económica de Franco era la autarquía.
Enorme estadista.
Lea usted convenientemente «Democrito». No he dicho lo que usted dice que he dicho.
«a Calvo Sotelo lo asesinaron miembros de la Guardia de Asalto, no de la Guardia Civil». Yo he dicho: «Sin ir más lejos, el asesinato de Calvo Sotelo (fíjese que democracia y que legalidad se disfrutaba que es asesinado por los propios cuerpos de seguridad de la republica) fue perpetrado por un Capitán de la Guardia Civil». que no es lo mismo. D. Fernando Condés, que fue su asesino, era miembro de la Guardia Civil. Los demás comentarios, carentes de rigor histórico, no merece replica. Es una patologia. Radica más en el terreno de la psicología que en el de la historia. Pero solo el tiempo cura esta enfermedad indicativa de espiritu acritico y borreguil.
Verá, «Eduardo». Usted dice que el asesinato de CS fue perpetrado por un Guardia Civil. Está bien, con los miembros de la Guardia de Asalto había otros que no pertenecían a dicho cuerpo. En cualquier caso, lo que usted dice sigue siendo falso. Incorrecto si lo prefiere.
En cuanto a la patología. Los hecho que he señalado, vistos a la distancia y simplificando:
1.- España país en vías de desarrollo.
2.- Alzamiento (que deriva en guerra civil).
3.- España subdesarrollada.
4.- Casi cuatro décadas después (¡cuatro!), España vuelve a ser un país en vías de desarrollo.
¿Piensa usted que los hechos son patológicos? ¿Puede la realidad ser patológica? ¿Todo lo que no sea opinar como usted es patológico?
Verá Eduardo, si los hechos no se adaptan a sus ideas preconcebidas, tampoco se pueden modificar. Se pueden ocultar o interpretar, claro. Y de forma patológica por supuesto. Ahora mire esos números que he escrito arriba: 1, 2, 3, y 4. No entro en la Sanjurjada, en la revolución del 34, en la violencia callejera, no hablo de genocidio ni de justificaciones de ningún signo, no hablo de los comportamientos inmorales ni de represiones. Tampoco defiendo el libro de la reseña, que no he leído y no tengo interés en leer. Tampoco voy a ser yo quien defienda a Paul Preston. Tan sólo señalo que a los españoles se los hundió en la miseria y que ese gran estadista, Caudillo de España por la Gracia de Dios, tardó casi cuatro décadas en volver a ponerlos en la vía del desarrollo.
Hágase el favor de pensar sobre ello.
Y perdona por desvirtuar, Balbo. Gracias por la estupenda reseña.
Eduardo: «…el Ejercito Español es por ser uno de los mas progresista de Europa, cuajadito de elementos masones e izquierdistas…”
Puede que el ejército español del siglo XIX (concretamente del reinado de Isabel II) fuera así, pero en el siglo XX era un reducto del conservadurismo en España…al igual que en otras naciones europeas.
Demócrito: «1.- España país en vías de desarrollo.
2.- Alzamiento (que deriva en guerra civil).
3.- España subdesarrollada.
4.- Casi cuatro décadas después (¡cuatro!), España vuelve a ser un país en vías de desarrollo.»
El inicio de la industrialización española tiene lugar durante la Restauración, al igual que las primeras leyes laborales de nuestro país. La República simplemente siguió el camino que le había marcado la Restauración…lo que es lógico, ya que muchos de sus políticos habían sido hombres de la Restauración o hijos de políticos de esa época.
Ciertamente, España seguía siendo un país pobre de Europa, y lo sería hasta el desarrollismo de los años 60, obra de los ministros del Opus, no de Franco.
Y actualmente España no es un país en vías de desarrollo, es evidente para todo el mundo. India o China sí lo son, pero España no.
PD: No sé porque el tema de Franco atrae a tantos adláteres suyos a los foros.
Yo no sé cómo perdéis el tiempo y las teclas…
Es que nos aburrimos :-))
Hola Antígono, no digo que España sea un país en vías de desarrollo ahora. Sí digo que lo era en los setenta. Con desarrollo sí, y coincido que en gran medida gracias a los tecnócratas del Opus. Tan sólo quería resaltar las dotes de gran estadista del sujeto de una forma aséptica. Sin entrar en los típicos insultos y menosprecios que se suelen soltar a toro pasado (o enterrado) hacia Franco que, aun considerándolo uno de los personajes más nefastos de la historia de España, a mí personalmente no me gustan. Como le sucede a Eduardo, me temo, aunque intuyo que por diferentes motivos.
Por lo demás, supongo que Farsalia tiene razón.
¡Cuanta razon -como siempre-Farsalia!
Aclarado entonces Demócrito. Por cierto, añadir que es cierto que Calvo Sotelo fue asesinado por miembros de la Guardia de Asalto, un cuerpo que ya tenía historial con actos similares, como sucedió en Casas Viejas.
Vaya como os lo lo estáis pasando aprovechando que estaba de vacaciones.
Sin comentarios a las parrafadas que he leído… Franco fue un dictador… Punto en boca. Con esto está todo dicho. Donde hay dictadura falta democracia.
Por lo demás, como siempre, enhorabuena Balbo. Buena reseña. Ya estoy en casa!!!
No sé, parece que esta biografía de Franco intenta acercarse al perfil psicológico del dictador algo que siempre da mucho juego. Ya que se ha mencionado el libro de Prestón, -el gran manipulador- yo estuve en la presentación del mismo en Barcelona y tal y como lo planteo el autor británico me sonó a cierto sensacionalismo, esa fue al menos la impresión que me causó, y decidí que no iba a ser una de mis próximas lecturas. La biografía de Franco que publicó Paul Prestón allá por finales de los 90 me encantó, de hecho sigue siendo para mí uno de mis libros favoritos, y yo la recomendaría de verás para conocer la figura del general Franco, pero el libro mencionado sobre las mentiras de su vida no terminó de convencerme.
No quiero desmerecer para nada este trabajo de Andrés Rueda, el cual reconozco que no he leído, pero para hablar de Franco y aportar alguna novedad interesante hay que hilar ya muy fino. Seguramente el autor habrá querido ofrecer una obra de carácter didáctico, bienvenidas sean siempre, para todos los públicos. Hay que reconocer también que eso a veces no es tampoco nada fácil.
Sobre Franco… ¿qué decir? Bueno… no fue un gran estudiante, pero demostró valor en África, hizo de las guerras de Marruecos, como muchos otros de sus contemporáneos, parte indisoluble de su vida y aunque intentó lo menos posible “meterse en política” acabó siendo nada más y menos que dictador de un país casi 40 años. Durante la República no dio excesivamente mucho que hablar, hubo muchos otros que hicieron más ruido que él, aceptó ésta como mal menor…él parecía tener cierta ideología partidaria de las Monarquía..pero sin mucho entusiasmo tampoco. Se unió al golpe militar a última hora, para desespero de Mola y compañía, aunque se dejó querer y actuó entre bambalinas contra el Frente Popular. En la guerra tuvo también su parte de fortuna, la muerte de Sanjurjo, el hecho de que mandará las tropas legionarias y de Regulares, las mejores preparadas del momento, acabó por auparlo “temporalmente hasta que finalizase la contienda” como jefe máximo del bando nacional…..aunque acabó por quedarse para siempre. Durante la SGM estuvo a punto de meter a España en guerra, se acercó mucho a ello, pero desde el desembarco norteamericano en Afríca, Operación Antorcha nov de 1942, empezó a calcular todavía más qué paso dar. Gracias a hombres como su ministro de Exteriores, general Jordana, su alejamiento silencioso del Eje y el mantenimiento de un mínimo de deferencia con los Aliados acabó por evitar la entrada de España en guerra.
Tras la victoria Aliada…su anticomunismo acérrimo le libró de males peores…y el resto del tiempo ya fue una dictadura de corte tradicional…llena de desfiles militares, procesiones y demás parafernalia…como bien auguró el que fuera Presidente de la II República, Sr Manuel Azaña.
Un saludo.
Es una pena que el mal que corroe a la historia en España llegue a este foro, el maldito vacilo de la política.
Nadie lía estos rollos con Julio Cesar o Napoleón, por poner dos ejemplos entre cientos y fueron hombres aun más matarifes y dictadores que Paquito.
«Y actualmente España no es un país en vías de desarrollo, es evidente para todo el mundo. India o China sí lo son, pero España no.»
Jé, casi yo diría que actuamente es un país en vías de subdesarrollo…
Completamente de acuerdo con Milius. Personajes históricos con los que tenemos una distancia temporal suficiente y que no nos afectan personal o emocionalmente nos parecen tan salados siendo igualmente asesinos y criminales en masa, reverenciando sus obras literarias o artísticas e inmortalizándolos en nuestra memoria. ¿Cómo consideraríamos a Franco con la distancia temporal que nos separa de Alejandro Magno o Ramsés II, por ejemplo? La historia no sólo hay que leerla verticalmente, sino comprenderla horizontalmente.
Es muy distinto, Alejandro y Ramsés eran reyes, eran el poder legítimo de su época…hicieran lo que hiciesen (que también era lo normal en su época).
Franco no era rey, ni el poder legítimo, era un dictador aupado por un golpe de Estado.
¿Cómo que eran el poder legítimo? ¿Se puede saber quién les legitimó para el cargo, aparte de sus santas narices? ¿Es un rey heredado consuetudinariamente un «poder legítimo»? ¿Qué es un poder «legítimo» entonces? O mejor dicho, ¿quién o qué determina cuál tiene que ser el poder «legítimo» en cada época?
Todos estos señores «legitimaron» el ejercicio del poder por medio de la violencia y la coacción, y sin la aceptación de sus gobernados. Igual es que eso es el «poder legítimo», quién sabe…
Legítimo en base a las leyes. Si nos metemos en filosofías y metafísica ningún poder es legítimo.
Una pregunta que surge en mi cabeza… ¿comemos igual un centollo que un churrasco?
Sí Miluis, toda la razón, es una pena que la politica acabe embarrandolo todo. Me acuerdo que hace años fuí a Zaragoza y entre varias visitas turísticas estuve en la Aljafería con mi mujer. En un grupo nos enseñaron como era el edificio por dentro, su historia y curiosidades varias. La visita iba bien, todo el mundo era amable con todo el mundo, hasta que llegamos a la parte final de tour que era el Parlamento de Aragón, situado en la misma Aljaferia. Nos informaron donde se sentaban unos y otros… y por arte de magia aquel grupo tan «unido» se separaron cada uno segun su filiación politica. Los que antes se llevaban tan bien, que incluso hacian chascarrilos, ahora ni se hablaban y se miraban mal por encima del hombro.¡Que curioso! Y es que el problema de este santo país es la política. Desde la època de los cartagineses y griegos el mal de la politica y la envidia ha corroido la Peninsula. Se dice que un viajero griego cuando llegó en barco a Anmpurias quiso caminar hasta Lusitania y al pasar por cada pueblo le advertían que no visitara el siguiente porque era gente mala. Y así todo el viaje. Cuando volvió a Atenas quedó constancia de que los íberos estaban como cabras.
Legítimo en base a las leyes. ¿Vale cualquier ley formulada en cualquier momento por cualquier procedimiento? Porque por esa regla de tres de las leyes franquistas también emanarían normativas legítimas. Leyes siempre ha habido, que se sepa, y pretendiendo ser legítimas, hasta las recibidas divinamente.
No es un asunto de filosofías o de tocar las narices, sino de ser consecuentes con lo que aceptamos a menudo alegremente. Porque si tomamos por legítimas las leyes de la II República, por ejemplo, habría que preguntarse por el proedimiento que la instituyó como régimen: una autoproclamación arbitraria tras la marcha de un rey.
Hablar de Franco no es sólo es una cuestión de política, carajos. Es tan reciente en la historia que lo hemos vivido, leñe. Algunos directamente, otros (como yo, que soy del 74) indirectamente. Te afecta a nivel personal, política a parte. Si tu abuelo te explica que ha tenido que emigrar, que las pasó canutas, que a algunos compañeros suyos los fusilaron (da igual el bando, no tengo ganas de empezar de nuevo en debates políticos), estamos hablando de asuntos PERSONALES. Si un tío tuyo que perdió la pierna en la batalla del Ebro te explica que fue metido vivo en el depósito de cadáveres, sin asistencia médica, por haber combatido en el bando «equivocado», y que se salvó de milagro por la piedad de algunos soldados… Eso, compadres, no me pasa con Alejandro Magno. Por tanto, es lógico que pase eso. Eso no sucederá dentro de bastantes años, cuando esté tan lejos en la historia que nadie pueda recordarlo en primera persona.
A ver, legítimo en cuanto a las normas, leyes y tradiciones admitidas en ese momento por la mayoría. Los campesinos egipcios admitían al faraón como líder, monarca y dios, por lo tanto éste estaba legitimado a sus ojos. Lo mismo pasaba con Alejandro, era miembro de la dinastía argéada y por lo tanto legítimo dueño del trono (siempre que sobreviviera a los otros pretendientes).
Franco se saltó la legitimidad, usurpó el poder, gobernó como un dictador (vale con leyes y normas eso sí) pero sus actos y acciones no tenían cabida en el mundo del siglo XX…quizás en el siglo I a.C sí, pero en 1936 no.
Desde mi punto de vista habría que separar la visión de las actuaciones de la guerra civil, en la que ambas partes cometieron gran cantidad de barbaridades, de la visión de Franco como tal. Como personaje político, es ineludible calificarlo como un dictador, y esto en el fondo y forma le desacredita totalmente. Al respecto de la guerra civil, efectivamente, todos tenemos persona cercanas que han vivido la guerra en sus carnes, y opiniones al respecto de un bando u otro las habrá todavía durante muchos años, y todas de manera subjetiva. Pero es necesario no mezclar una cosa con la otra. A fin de cuentas Franco solo era uno de los componentes del levantamiento del 36, y por cierto, a saber que habría pasado si no hubiera muerto Mola o Sanjurjo…
Pues yo Horus tuve un tatatatatatarabuelo en Tiro que tuvo que emigran por culpa de Alejandro. Nos tuvimos que mudar a Babilonia, y ¡zaca! allí también llegó el macedonio… (es broma)
Cierto, Iñigo. No se trata de que toda la culpa (por así decirlo) recaiga en Franco. Es sencillamente que cuesta mucho mas mantener una postura objetiva. Pero no creo que a esa «visceralidad» debamos llamarle política.
Y Balbo, yo me remonto aún más: a mi padre Osiris lo descuartizaron allá por el 5000 a.C… :-)
Bueno Horus, pero es fue una cosa de familia por cuestiones de herencia y tal…
«…legítimo en cuanto a las normas, leyes y tradiciones admitidas en ese momento por la mayoría». Tampoco veo muy claro eso. Las dictaduras y regímenes autoritarios eran mayoritarios en la Europa de los 30, y eso no sé si los hace más o menos «legítimos». En cuanto a la aceptación de leyes por la mayoría se hacían por costumbre, coacción, temor divino, etc, y desde tiempo ha; claro que lo aceptaba la mayoría, pero a ver qué remedio tenían. Según eso, la implantación de la democracia ateniense nos parecerá violentar tal tradición y norma heredada, y sin embargo nos parece la repera.
Y las mayorías también aceptan o alientan dictaduras: si no, no se explica cómo en Cuba o China no se derrocan sus regímenes, coacción violenta aparte.
Muy fácil. Los faraones no derrocaron ningún régimen democrático previo para tomar el poder. Fue una evolución natural de las estructuras, clanes y nomos egipcios.
Osea que tú consideras legítimas cualesquiera dictaduras o regímenes autoritarios de la calaña que sean siempre que sean heredados por costumbre, tradición o evolución «natural» (por lo menos, natural para los vencedores) y que sean previas a cualesquiera experiencia democrática. Interesante.
Es decir, los tiranos de la Grecia arcaica eran legítimos (todavía no había democracia previa).
Alejandro Magno, también (bueno, a los griegos del Atica supongo que no, puesto que allí hubo democracia previa).
Julio César, también, porque no hubo democracia parlamentaria previa. Cómo accediese al poder, no importa.
Napoleón ¡NO! porque ya hubo la experiencia democrática previa de la Convención y del Directorio.
Claro que si por democracia se entiende la que disfrutamos actualmente de sufragio universal y parlamentarismo, no la ha habido casi hasta el siglo XX en la mayoría del mundo… y aún así los regímenes previos resultarán ser todos ellos MUY legítimos, hicieran lo que hiciesen.
Curioso, ¿verdad? :-)
Hombres, Clodoveo11 y Antígono, que legítimo significa ni más ni menos que legítimo, es decir, conforme a las leyes. No le deis otros matices. De ahí que las irrupciones más o menos violentas o no conforme a «ley» hayan buscado legitimarse siempre y cuando no hayan sido revoluciones, porque estas en la mayoría de las veces buscan cambiar esas leyes por otras (así que la «legitimidad» anterior se la trae al pairo), por lo que no hay que buscar ya el término legítimo sino justo.
Donde se lee «justo» léase también «bueno», o «conveniente», o… a gusto del lector.
Por ejemplo: habrá lectores hijos de Mordor que podrían leer «maldad».
Otra pregunta que me viene a la cabeza… ¿el centollo se come con salsa legítima o más bien hervido y con un poco de sal? Porque el churrasco a la parrilla se sirve con otra salsa, de hecho es lo más apropiado para ese tipo de asado.
Yo creo que el churrasco va con su propia salsa. Luego si sobra algo se puede guardar en un tarrito y utilizarlo para otra comida como aderezo ;-)
¿Modor? ¿Maldad?… Ahora hablamos de Jeoffrey Baratheon-Lannister. El primero de su nombre. ;-)
Es que no es lo mismo comerse un centollo que un churrasco, Balbo. No saben ni se cocinan igual… ;-)
Al centollo hay que aporrarlo para comerselo… o sacarlo a pasear como Homer con Tenacitas, jejeje ;-)
Mensaje 1 millón o sobre el tatarata de Balbo y el centollo de Farsalia.
Balbo, ¡seguro que fue tu tatatatatatarabuelo de Tiro el que dejó las deudas impagadas a mi tatatatatatarabuelo! Por su culpa Alejandro mandó cortar la cabeza a mi tatatatatatarabuelo dejando a mi tatatatatatarabuela y su hijo, mi tatatatatatarabuelo-menos-un-ta, en la indigencia… Tenemos una deuda histórica.
Farsalia, con esas inquietudes estivales que tienes te recomiendo un libro (a ti y a todos los hislibreños): «A History of Food in 100 Recipes», de William Sitwell. Un libro delicioso que estoy leyendo justo ahora. Merecería una reseña hislibreña.
En cuanto al centollo, sin duda Arquestrato (s. IV a.c.) aconsejaría sabiamente comerlo sin salsa, únicamente con un poco de sal.
Democrito…¡SOLO PUEDE QUEDAR UNO!
«Es decir, los tiranos de la Grecia arcaica eran legítimos (todavía no había democracia previa).
Alejandro Magno, también (bueno, a los griegos del Atica supongo que no, puesto que allí hubo democracia previa).
Julio César, también, porque no hubo democracia parlamentaria previa. Cómo accediese al poder, no importa.
Napoleón ¡NO! porque ya hubo la experiencia democrática previa de la Convención y del Directorio.»
A ver, no liemos el tema que la reseña va de lo que va. De todos los que has nombrado solo Alejandro Magno sería monarca legítimo ya que lo fue en base a las leyes. Los demás violentaron las leyes de su época para ocupar el poder.
No le busquemos tres pies al centollo…digo al gato.
Por cierto Balbo, buena reseña.
Bueno, Demócrito, en realidad… no hablo de centollos ni de churrascos. ¡Pero imagino que os los los habéis zampado, malandrines :-P
Cualquier ocasión es buena para recomendar un libro ;)
Balbo, ha sido leer tu comentario y oír la voz de Freddie Mercury.
Bueno, con lo hidep… que fue Paquito, tal vez pasen 3.000 años y a nuestros tataratataratataratataranietos aún les lleguen narraciones de sus «hazañas»… :-P
…pues no sé que decir, Farsalia, de los centollos y el churrasco, pero por aquí en Hondarribia y Donostia los pinchos están de muerte. (Haciendo las maletas de vuelta).
Yo prefiero los oricios a los centollos, que se le va a hacer :-)
«no liemos el tema que la reseña va de lo que va». Me parece que ni tu ni yo hablábamos de la reseña, sino sobre legitimidades. Así que tú verás quién lía el tema, pero no tiene nada que ver una cosa (reseña) con otra.
«Los demás violentaron las leyes de su época para ocupar el poder.» Por un lado dices que los faraones son legítimos porque no violentaron democracia alguna (¿era la democracia una ley de la época, por cierto?) y por otra los demás no te lo parecen pese a violentar leyes ya previamente impuestas violentamente. Y Alejandro, por acatarlas, te parece legítimo. No me parece consecuente, pero allá tú.
«No le busquemos tres pies al centollo…digo al gato.»
No, los tres pies al gato se buscan cuando se afirma campanudamente que las leyes tradicionales, consuetudinarias y admitidas en una época son legítimas (a saber quién decidió eso, el pueblo seguro que no) y están la mar de bien. Precisamente desde la época moderna hay un debate sobre la conveniencia de acatar o no leyes que moralmente sean injustas o violenten nuestras conciencias, lo que demuestra que no es tan fácil ni cómodo decir que tal o cual ley es legítima. Si la sociedad ha evolucionado algo en estos últimos cientos de años ha sido reconociendo por las buenas o a las bravas que las leyes tradicionales, «legítimas» y adaptadas a la época eran injustas y perniciosas. Y a eso me refería cuando había que mirar la historia horizontal y no verticalmente.
El tema de las leyes justas o injustas es un tema que atañe a la ética y a la moral no al derecho. Como todos los manuales de derecho reconocen es una discusión absurda el asunto de la legitimidad de las leyes en base a su categoría moral. Una ley podrá parecernos justa o injusta, pero siempre es legítima en base a quien lo dictó. Una ley tradicional es tan legítima como una constitución actual. El debate ético es otra cosa que depende más de las categorías morales del individuo y de la época que de un punto de vista objetivo.
El manual de Ángel la Torre explica muy bien este asunto.
Luego por esa regla de tres las leyes republicanas serán igualmente legítimas que las franquistas y viceversa, y la legitimidad de la misma vendrá dada por la voluntad de quien la dicta aunque sea instalada por la violencia. Puesto que si la legitimidad de la ley es algo que depende de quien la dicta quienes la sufren son libres para considerarla legítima o no, aunque no para acatarla, cosa generalmente realizada por vía coactiva. Y asimismo para instaurar legitimidades nuevas incluso por violencia pero tan legítimas como las anteriores en base a quienes las dictan.
Tan interesante como absurdo.
Efectivamente: bajo un punto de vista absoluto y universal, ético, es absurdo que una ley sea injusta o provenga de… no sé (ay Platón). Pero así son las leyes, que no tienen por qué tener nada que ver con la justicia (deberían, desde luego, a mi juicio). Pero de igual modo es absurdo decir que un noble medieval estaba ilegitimado para explotar a su vasallo o un romano para castigar a su esclavo. Legitimados, desde luego, lo estaban.
Si al final voy a tener que poner el párrafo entero del libro de Introducción al Derecho. Como dice Javi, legitimidad es una cosa. Es algo objetivo, depende de la ley. Lo moral o inmoral, justo o injusto, es algo subjetivo, depende de cada sujeto.
Una persona puede considerar inmoral el matrimonio homosexual, pero es legítimo en base a las leyes.
Antígono, ahora es el momento de recordarte el debate acerca de la diferencia entre moral y ética ;o)
Sutil diferencia, creo que surgió en el Foro en su día…¿por dónde andará? :-)
«…legitimidad es una cosa. Es algo objetivo, depende de la ley. Lo moral o inmoral, justo o injusto, es algo subjetivo, depende de cada sujeto.»
Ya lo he leído, todavía no voy cantando coplas de ciego. Pero la legitimidad emana de la voluntad subjetiva de cada uno, que es lo que he dicho antes. Sólo la coacción hará que se respete tal legitimidad. Y si otros no la respetan y se la cargan para imponer su propia legitimidad, ésta será para ellos la legitimidad. E igualmente para los demás por vía coactiva, que es como se imponen todas las legitimidades. De lo que se deduce que todas son idénticas.
En todo caso será la ley la que emana de la voluntad subjetiva de cada «legislador» (eso si no hay milagro y el legislador es un tipo morrocotonudo que ha alcanzado la sabiduría y busca la justicia y la objetividad/universalidad). La legitimidad emana… de esa ley.
Y para muchos, esa vía coactiva es uno de los elementos de lo que se viene llamando «política».
Ya sabía yo que tendría que recurrir a mi manual de Angel Latorre, a ver, leamos:
«El Derecho Injusto:
El Derecho es autónomo en el sentido en que se basta a sí mismo para su sanción. El que viola la norma jurídica ha de sufrir las consecuencias legales de ello, aunque lo haga en nombre de los más elevados ideales. Nos encontramos así con el problema que en las relaciones entre Derecho y Moral (o Ética) del que el actual no es más que una faceta. Podemos preferir infringir el Derecho a vulnerar lo que creemos principios básicos de justicia. Y al obrar así afirmamos que el Derecho no es el valor supremo de nuestra sociedad actual y que por encima de él hay otras normas que debemos obedecer. Puede surgir una acción colectiva para acabar con un Derecho «injusto» y, si obtiene éxito, establecer una nueva legalidad.
Pero en tanto esa norma «injusta» esté vigente, nada se gana con negar que sea jurídica o carezca de legitimidad, ni encontramos otro término para calificarla»
Más claro agua.
«Puede surgir una acción colectiva para acabar con un Derecho “injusto” y, si obtiene éxito, establecer una nueva legalidad.»
Lo que confirma que todas las legislaciones se legitiman a sí mismas, son iguales y decir que una es legítima y otra no como se ha afirmado antes es falaz.
¡Enroque! La retórica, o más propiamente dicho: la dialéctica, a veces es igual que las leyes. Debería de valer para otras cosas.
Por cierto, qué chasco tendrán todos los que lleguen a Hislibris, vean una reseña sobre una biografía de Franco con más de 65 comentarios, piensen «Uf, aquí se ha armado, leamos a los cainitas remover de forma maniquea nuestra guerra civil» y comprueben de lo que hablamos. Hislibris…
Es que para ponerse verdes hay foros a punta pala. Son más interesantes las disertaciones educadas.
Lo que pasa es que en historia hay que aplicar un escepticismo sobre lo que conocemos que habitualmente no se practica, y no dejarse llevar por la subjetividad pasional. Y en historia contemporánea pasa eso día sí y día también, como se ha reconocido en los comentarios. Todos arrastramos historias personales o genealógicas, pero eso debe dejarse a un lado y ver los acontecimientos con perspectiva y en paralelo; si no, ahí sí que dejamos de hacer historia para hacer política o, más generalmente, demagogia…
Solo un apunte volviendo a la figura de Franco: En una encuesta realizada en el país, la opinión mayoritaria de la ciudadanía era que se habían obtenido grandes logros, como acabar con el desempleo, la construcción de infraestructuras, rehabilitar el nombre de la nación, castigar y eliminar la delincuencia…
Bueno pues estoy hablando de una encuesta realizada en Alemania en los años 50 sobre la figura de Hitler… (Información que acabo de leer del libro «La Alemania Nazi» de Alvaro Lozano).
Por favor no caigamos en la trampa de decir lo mismo de Franco, que además ni siquiera llegó al poder de manera democrática, como si lo hizo Hitler, conforme a una legislación vigente en la República de Weimar y con un importante apoyo popular.
Insisto, una cosa es hablar de la guerra civil, con todo lo subjetivo y objetivo que tiene el tema en la actualidad y otra tratar sobre un dictador que estuvo anti – democráticamente en el poder casi 40 años. En este caso poca objetividad puedo encontrar.
Al decir una encuesta realizada en el país, obviamente me refiero a Alemania, no al periódico.
Buscando información sobre un libro e vuelto a este hilo, jeje, y no puedo evitar la tentación de hacer un pequeño comentario sobre la legitimidad de los conquistadores de la antigüedad: vale, eran legítimos en su casa, lo damos por válido, pero ¿donde está la legitimidad de su gobierno sobre los territorios conquistados? ¿Es legitimo el mando de Alejandro sobre Babilonia o sobre Egipto.. Es legítimo el de Cesar sobre la Galia? Definitivamente SÍ, son reyes, emperadores o dueños por la LEY de las Armas, hala ahí queda eso, quien no se consuela es porque no quiere.
Aun mantenemos, por cierto a un partido y un sindicato que también se rebelaron contra la República y no pasa nada, vencidos por cierto por el mismo inútil General objeto de tanta ceguera y en aquel momento defensor de la legitimadísima República.
De los centollos, me gustan en changurro o bien al estilo de la zapateira portuguesa. Y recordad, como dijo Fraga parafraseando a Rosalía: un home que come centolla, non dorme ben, se non folla.
Buena reseña Balbo. Y lo demás, también bien y de acuerdo.
Ya sabemos que con Franco vivíamos mejor, donde va a parar.
Alguien ha leido el libro y puede hacer una crítica apolítica y no irse por los cerros del guadarrama ni hablar de belén Esteban? Alguien puede situar al historiador en un contexto idelógico, academico y epistemológico (y no quiro soltar tacos) y dejarse de zarandajas!
¿Y si lees tú el libro, Etari? Comento. Así podrás crear una crítica totalmente a tu gusto. Un saludo.
Buena respuesta, Nuru ;o)
;)
Desde que conozco Hislibris disfruto mucho leyendo las reseñas y críticas que se escriben y las discusiones que se generan. Algunas las busco de acuerdo a mis intereses y otras las enlazo de los últimos comentarios para obligarme a leer reseñas sobre temas que quizá yo no buscaría. Como es el caso de la reseña de Balbo sobre el libro de Franco. La reseña, como otras de Balbo que he leído, es correcta, amena y bien escrita pero no me acabo de sentir cómodo con la actitud que toman algunos de los comentaristas. Podemos compartir o no la opinión de Eduardo pero no podemos negarle que su argumentación es correcta y respetuosa y no faltó gente que al defender su «franquismo histórico» le saltara al cuello con ataques y burlas. Otros optan por introducir distractores (no sé si con la buena intención de evitar una lucha dialéctica que se salga de control o por el simple hecho de hacernos saber que el tema o la discusión no le interesa o le aburre). Otras veces simplemente se opta por ignorar un comentario como si nadie lo hubiera escrito. He leído en Hislibris discusiones apasionantes sobre la Antigua Roma, la Segunda Guerra Mundial o la Historia de España… pero cuando se trata un tema delicado de actualidad parece que una regla no escrita (o sí) los invita a desarmar al adversario injustamente o simplemente ignorarlo. Yo pienso que la función de la historia es enseñarnos a entender nuestro presente y el debate histórico-político bien argumentado debería ser bienvenido.