ESPÍAS DE FELIPE II – Carlos Carnicer y Javier Marcos

Espías de Feliupe IIEspías de Felipe II de Carlos Carnicer y Javier Marcos (Editorial La Esfera de los Libros) es un libro fabuloso, apabullante, completísimimo, con un solo «pero», que sus autores no se han esforzado en novelar al estilo «Ian Fleming» algunos de los pasajes más fabulosos de esta recopilación. Partimos de una época en que las conciencias nacionales (exceptuando a Francia y a España) apenas se habían desarrollado, y los espías, como los hombres, cambiaban sus motivaciones en favor de intereses a veces personales, cuando no religiosos y casi siempre económicos.

Nos sumergiremos en el entramado del, sin duda, mejor y más poderoso servicio de inteligencia europeo. Dicho sea de paso, los ingleses en esa época sólo tenían embajada permanente en París, mientras que las representaciones españolas se extendían por todos los Estados influyentes. Claro, que muchas veces, la única razón de existencia de una embajada, era dar cobertura legal a las actividades de inteligencia.

Conoceremos la intrigas de Bernardino de Mendoza, embajador-espía en la corte de Isabel I, expulsado de la Corte por conspirador reincidente («Vayase, señor Mendoza»), que luego continuaría su eficaz labor desde la capital parisina, captando a su servicio al propio embajador inglés en Francia y al embajador francés en Inglaterra!!! Este «M» de la CIA española es uno de los personajes clave de la época, aparte de un reputado experto en el cifrado de las comunicaciones.

Sabremos del hábil proceder del gran jefe del espionaje, el mismísimo Felipe II, que teje sus redes tal cual araña, por sus dominios propios y los ajenos, muchas veces a golpe de billetera, pese a los esfuerzos por controlar el despilfarro de los fondos reservados, digo, gastos secretos…..

Seguramente el lector se quedará con ganas de saber cómo se fraguó el asesinato del taciturno Guillermo de Orange, o por qué planes similares contra el secretario traidor Antonio Pérez, el exiliado Antonio prior de Crato, o la mismísima reina de los piratas, Isabel Tudor no llegan a consumarse.

Tampoco se profundiza en los fracasos ante el enemigo turco, aparte quizás de los acuerdos pactados para una tregua, acuerdos que se mantuvieron en secreto a fin de no disgustar al resto de la Cristiandad……

Conoceremos planes descabellados como el intento de incendiar la armada turca en Constantinopla, inverosímiles como la ignominiosa entrega de la fortaleza de La Goleta a los turcos por parte de capitanes españoles traidores a su rey, o inmorales como los siete intentos frustrados de asesinato (por la gracia de Dios y de los servicios secretos) del propio monarca Felipe II.

El lector se asombrará al conocer la lentitud de las comunicaciones de la época, el contínuo asalto a los correos, la venta de secretos de Estado, el oscuro papel del traidor Antonio Pérez o la ingerencia de los servicios secretos pontificios. Nos cruzaremos con pícaros que venden supuestos servicios por un puñado de monedas, con agentes doble de lealtades más que cambiantes, con renegados cristianos y con inquisidores católicos…

Y al final, el sabor nostálgico de un siglo de oro que fue español, donde los servicios secretos filipinos sirvieron a su rey con una dedicación que nada tiene que envidiar a la de los hollywoodianos servicios secretos anglosajones.

Ficha del Libro
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ESPÍAS DE FELIPE II,
Carlos Carnicer
Javier Marcos
Precio: 26,00 euros
Páginas: 564
ISBN: 849734278X
EAN: 9788497342780
Fecha: 08/3/2005
Formato: 16×24 Rústica

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32 comentarios en “ESPÍAS DE FELIPE II – Carlos Carnicer y Javier Marcos

  1. Urogallo dice:

    Una excelente oferta, no hace mucho conseguí un libro sobre un espia vallisoletano de Felipe II que no paraba de hacer referencias al profundo entramado de espionaje de Felipe «El Grande».

  2. Sekaiza dice:

    Interesante reseña, posiblemente no compré el libro, mas que nada porque tengo 15 libros por delante, pero no dudo que en un futuro lo «pille» porque el argumento me atrae un motón.
    Por cierto que sabemos de los autores? Me refiero a si son periodistas,historiadores, expertos en conspiraciones…

    Un saludo

  3. jerufa dice:

    Hola Sanpifer.
    ¿Es la primera vez que publicas?. Es que no recuerdo ninguna anterior.
    La reseña me atrae mucho. Es cómoda de leer, sumamente amena y, además, con su justa dosis de intriga. ¡Bravo!

  4. Epaminondas dice:

    Enhorabuena Sanpifer, la reseña es magnífica, el libro tiene una pinta estupenda, sin duda me lo compraré en cuanto pueda.

    ¿Dice algo de Walshingham? (creo que se escribía así).

  5. sanpifer dice:

    Saludos a todos

    Jerufa, pues si, es mi primera reseña, y estuve a punto de no enviarla porque me parecia extraño que nadie antes hubiera hablado de este libro.

    Epaminondas, pues si que menciona a Francis Walsingham, aunque obviamente no profundiza en exceso, sino mas bien lo utiliza como referente sobre las actividades de Mendoza en Inglaterra….. si tienes mucho interes te lo miro en unos dias pues ahora no tengo aqui el libro.

    Sekaiza, de los autores no tengo ninguna referencia aparte, aunque parece que han revuelto bastante en los archivos historicos para poder escribir este titulo.

    Por cierto, que me extraña que aun no se haya editado la version de bolsillo….

  6. Epaminondas dice:

    Encuentro el libro muy interesante; resulta estimulante pensar en Walsingham y Bernardino enfrentados cada uno al frente de sus servicios secretos, vamos ni le Carré!

    saludos

  7. Epaminondas dice:

    Recuerdo (más o menos) su famosa frase dirigida a la reina virgen cuando Isabel I lo expulsa de Inglaterra por espía (y én esto llevaba toda la razón):

    «don Bernardino de Mendoza no nació para remover los reinos, sino para conquistallos»

    Que huevos!!, hay que ser español y en s. XVI para decir algo así!

    saludos

  8. Koenig. dice:

    Si, porque un nepalí, en el siglo VIII, seguramente hubiera dicho otra cosa.

  9. Epaminondas dice:

    Si, aunque yo reconozco que no hubiese entendido lo que decía….

    incluso si lo miras bien, Nepal en s. VIII no era primera potencia mundial, así que dificilmente hubiera dicho nada.

  10. Ascanio dice:

    Bienvenido al club de reseñadores, sampifer, con un libro que parece muy, pero que muy entretenido.
    Sin embargo, echo de menos que nos cuentes el estilo en el que está escrito. Si es «trepidante», si sólo narra los hechos de una manera «aséptica», si hay interpretaciones personales o hipótesis propias de los autores, si abunda en detalles de la época…en fin, cosillas así.
    Expláyate, hombre, no nos dejes con la intriga…
    Por cierto, y desde mi ignorancia más supina, además de Felipe II, ¿quienes son los otros personajes que salen en la portada?

  11. sanpifer dice:

    Saludos de nuevo

    Ascanio, respecto a tu pregunta, como he dicho, es poco «peliculero» (lo que lo habría hecho mucho más comercial), la narración es algo fría (por ejemplo, cuando cita secamente el asesinato de Guillermo de Orange, yo me imagino que en Madrid se echarían las campanas al vuelo ¿tirarian confeti?)

    No hay interpretaciones ni valoraciones de los propios autores, todo es del estilo «Felipe II mostraba su preocupacion por el asunto tal» y cita como referencia la carta de Felipe II a fulano…

    Casi todas las fuentes son españolas, bastante normal, porque mucha documentación que generaban los embajadores acababan almacenadas en los archivos de Madrid….

    Los detalles de la época son numerosísimos (tiempo que tardaba una carta en llegar desde Nápoles o Génova a Madrid, ruta que seguía, minutas por los servicios prestados….)

    Si no he querido entrar más en los detalles ha sido para evitar posibles «spoilers» del libro, pero vamos, si el público lo pide, no me importaría destriparos algunos capitulos….

    Saludos

  12. sanpifer dice:

    Pego el primer capitulo del libro (es gratuito en Internet). Fijaros en el parrafo final en la comparacion con el servicio secreto britanico:

    Espionaje y política internacional

    La lucha entre protestantismo y catolicismo que dominó Europa en su época guarda muchos paralelismos con la guerra fría de los tiempos recientes […] la misma abierta u oculta declaración de simpatías, las mismas organizaciones de espionaje y acumulación de inteligencia política por ambos bandos tanto en el interior como en el exterior, la misma caza de brujas, las mismas fuerzas de propaganda y trabajo para convertir al de un bando al contrario, y el mismo empeño en proteger a las minorías que habían quedado en territorio enemigo.

    Herbert Lom

    Una Edad de Oro del espionaje

    Aunque, según afirma el lugar común, el de espía es el oficio más viejo de la humanidad después del de prostituta, las condiciones de la coyuntura histórica y de la situación internacional durante el siglo XVI, y muy especialmente en la segunda mitad de esa centuria, llevaron al espionaje a lo que tal vez podría considerarse su primera Edad de Oro.

    Por un lado, a mediados del siglo xvi, en algunas de las principales naciones europeas, el Estado autoritario había alcanzado ya un primer grado de madurez por medio del desarrollo de los instrumentos de poder propios del Estado moderno: sistemas de gobiernos incipientemente centralizados e institucionalizados por medio de consejos reales, prestigio incontestado de la Corona, creciente identificación religiosa y nacional con la monarquía, sistemas de control ideológico de la población, ejércitos y representaciones diplomáticas permanentes.

    Por otro, la lucha por la hegemonía en Europa y en un mundo de ultramar en continua expansión (y su opuesto: la tendencia, que se convertirá en secular, a un equilibrio de poder en el continente) pone en primer plano las relaciones exteriores entre unas monarquías en pugna por el poder y el prestigio de sus dinastías -pero también ya de sus naciones- y complicadas por la lucha religiosa entre protestantismo y catolicismo, haciendo de la guerra abierta o encubierta un estado no meramente coyuntural, sino prácticamente permanente. En la «época de Felipe II», en efecto, más que nunca, resulta imposible considerar la política exterior de los Estados europeos como un capítulo separado de la política interior, pues el peso de la guerra y de los conflictos exteriores alcanza un protagonismo singular y condiciona toda la política de los gobiernos.

    No es casualidad que Felipe II se convirtiera, ya entre sus contemporáneos, en objeto de la controversia internacional y que haya pasado a la Historia como uno de sus grandes protagonistas. La proyección exterior de su reinado justifica sobradamente que se identifique su nombre con su época, y revela, a la vez, la dimensión mundial de su política. Su dominio sobre las Indias occidentales y orientales, la posesión de toda la Península Ibérica, de más de media Italia directamente y de buena parte del resto de la península bajo la Pax Hispánica, de Flandes y el Franco-Condado; los enfrentamientos con el Imperio otomano y sus satélites berberiscos del norte de África, la vinculación con la rama austriaca de los Habsburgo y, por tanto, con los problemas del Sacro Imperio, sus intensas -y a menudo conflictivas- relaciones con el Papado, la lucha contra Inglaterra, Holanda y Francia, y su menos conocida política en el extremo norte y el este europeo, le convierten en el centro de la política europea, de manera que no hay nación que no sienta de cerca el peso de la gigantesca Monarquía hispánica, que no deba situarse frente al coloso «español» y frente al monarca que lo rige.

    La época de Felipe II es una etapa particularmente turbulenta en la historia de Europa. Desde una perspectiva religiosa, tanto católica como protestante, es la época de la reacción de la Contrarreforma; de las guerras religiosas y el cambio de dinastía -los Borbones suceden a los Valois- en Francia; de la guerra de independencia contra el rey de España para los holandeses; de la consolidación del protestantismo y el despegue de Inglaterra como gran nación bajo el reinado de Isabel I; del punto álgido del poderío turco sobre la Europa sudoriental y el Mediterráneo y, a la vez, el comienzo de su ocaso. Para España, se trata del período en que su monarquía multinacional acrecienta su dependencia respecto de la base castellana y lleva su poder militar y su expansión territorial a su cenit, pero su política exterior crea también tales condicionantes y cargas, que terminarán por agotarla y conducirla a la «decadencia», tras un siglo de esfuerzo épico en conflictos continuos. Una «edad de hierro», pues, de guerra y conflicto casi permanente, agudizado y envenenado por una lucha religiosa que recuerda bastante a los conflictos ideológicos del siglo xx: «un período en el que las ideologías se interfieren con otras lealtades y los hombres se sienten más próximos a los extranjeros que adoptan los mismos principios que a sus propios conciudadanos que no los adoptan».

    En la segunda mitad del siglo XVI se produce, por tanto, la confluencia de estos tres elementos: primero, las monarquías autoritarias, que adoptan la forma de Estados más modernos con capacidad de imponer un orden interno coherente y una proyección exterior consecuente; segundo, la dimensión e intensidad que cobran los conflictos internacionales, por la convergencia de intereses variados (dinásticos, hegemónicos, de prestigio, de control de rutas y mercados comerciales, relacionados con la expansión ultramarina, e ideológicos, espoleados por el temor al dominio universal de una Monarquía hispánica que amenaza con imponerse en todos los frentes); y, por último, la dramática fisura que produce en la cristiandad la consolidación de la Reforma, seguida de una segunda oleada representada por el calvinismo, y que se encuentra ahora ante una Iglesia católica rearmada tras el Concilio de Trento y dispuesta no sólo a frenar al protestantismo, sino también a recuperar el terreno perdido en los decenios anteriores.

    Los tres factores se refuerzan entre sí. Los Estados autoritarios disponen de los medios para crear sistemas exclusivos de obtención de información acerca de los enemigos que amenazan, tanto en el interior como en el exterior, a los gobiernos. Pero, además, se ven impulsados a crear tales servicios secretos por la propia amenazante coyuntura internacional. Y por fin, encuentran un terreno idóneo para las guerras secretas que van asociadas al espionaje en un continente dividido y en unas sociedades, a la vez, polarizadas por el enfrentamiento ideológico, y con lealtades borrosas y ambiguas, en las que se multiplican las «fronteras».

    En cuanto a lo primero, la mayor capacidad de los Estados autoritarios se manifiesta en varios aspectos que afectan a la inteligencia. Desde la creación de una estructura permanente de correos con rutas, postas, correos y jefes de postas nombrados por el gobierno, y que suponen un control efectivo del territorio por parte de la Corona (aunque éste se eclipsara en momentos de crisis, como en Francia durante las guerras de religión), hasta la permanencia de esas redes de espionaje en el exterior o de contraespionaje en el interior y su relativa institucionalización, adscritas por lo general -y como mínimo- a las tareas de los secretarios de Estado.

    Los gobiernos tienen ahora la posibilidad, por ejemplo, de impermeabilizar sus fronteras (nunca de manera completa, pero eso tampoco se consigue del todo, ni siquiera hoy), contra el paso de agentes hostiles, de propaganda subversiva, el contrabando o la transmisión de noticias. Es el caso recurrente del cierre de puertos en Inglaterra cada vez que una nueva conspiración descubierta o la preparación de una expedición naval contra las posesiones españolas aconsejaban tomar esta medida para obstaculizar la filtración de noticias hacia el exterior. También el del empleo de espías y agentes de la Inquisición en las fronteras españolas con Francia con objeto de impedir la entrada de agentes extranjeros y de literatura herética o la salida ilegal de caballos. O el de la vigilancia de las llegadas a los puertos ingleses para evitar el arribo de sacerdotes misioneros formados en los seminarios católicos ingleses de Roma, Reims o Valladolid.

    La consolidación de unos servicios de inteligencia permanentes, en realidad, sigue la misma lógica que la de la creación de una diplomacia y un ejército permanentes. Pero en algunos casos, ese proceso va ligado aún a cierto clientelismo o patrimonialización de la función de jefe de espionaje por parte del que la ejerce, aunque sea al amparo de su cargo oficial de secretario de Estado. Es el caso del famoso secretario de Estado inglés Francis Walsingham, que configuró un servicio de inteligencia tan ligado a su persona que su muerte en 1590 dejó a sus agentes en una situación incierta. Sobre todo, porque sus funciones las asumiría a continuación su rival político, lord Burghley, y más tarde el hijo de éste, Robert Cecil, que tendría que ver cómo, al margen de él, el nuevo favorito de la reina -el conde de Essex- iba a crear su propio servicio de espionaje paralelo.

  13. Ascanio dice:

    Vaya, muchas gracias, sanpifer.
    Peeeeero…te has olvidado de la portada…

  14. Arauxo dice:

    Pues ese tipo de detalles se agradecen en un libro como éste. Porque la temática se presta a cometer el tan reiterado error del anacronismo; como es lógico, el lector se ve tentado a extrapolar el concepto y la dinámica actuales del espionaje al siglo XVI. Para evitar esos indeseables equívocos, el autor debe desplegar toda su capacidad didáctica, tratando de situar al lector en la época, explicando pormenorizadamente los medios con los que contaban los espías, sus limitaciones técnicas, sus condicionantes morales, políticos, religiosos, etc.

    Así que creo, por lo que cuentas, Sanpifer, que el autor ha redoblado esfuerzos para transmitir al lector una idea adecuada del momento histórico y para invitarlo, al menos, a abandonar sus ideas preconcebidas al respecto. ¿Me equivoco?

    Un saludo, Sanpifer y enhorabuena por tu más que interesante estreno.

  15. sanpifer dice:

    Pues te confieso Ascanio que desconozco los protagonistas de la portada y tampoco recuerdo que en el libro lo indicase….

  16. Ascanio dice:

    Pues debe ser cosa de La esfera de los libros, porque yo tengo otro libro de la misma editorial con un personaje en portada y tampoco dice en ninguna parte quién es.

  17. sanpifer dice:

    Aquí una entrevista al autor:

    http://www.belt.es/noticiasmdb/home2_noticias.asp?id=3059

    ….

    P.- Felipe II, ¿muy dado al espionaje o…?
    R.- Sí. Le gustaba tenerlo todo controlado. Y su personalidad era «secretiva».

    P.- ¿Qué tal pagaba Felipe II a sus espías?
    R.- Mejor que sus rivales. Los ingleses eran más tacaños. El sueldo fijo era el equivalente al de un capitán del ejército.

  18. Valeria dice:

    Carlos Carnicer, uno de los autores del libro que comentais, es también el autor de la novela «Forcada. Un espía español al servicio de Felipe II. El secreto de la reina virgen», y que también ha sido reseñado.
    Y doy fe de que todos los conocimientos del autor sobre el espionaje español de la época se vislumbran en la novela, especialmente en los primeros capítulos. Puedo deciros que incluso Don Bernardino de Mendoza aparece por esas páginas.

  19. Vorimir dice:

    El libro tiene pinta de ser muy interesante, aunque 26 euros se me hacen largos.

    Lo apuntaré en la lista de «lo mismo más palante…».

    Enhorabuena por la reseña.

  20. solharis dice:

    A mí me pasa lo mismo que a Voromir, el tema me interesa y Felipe II es uno de mis personajes históricos favoritos pero el precio… Si fueran tan majos de sacar la edición en bolsillo la compraría con ganas. Intentaré hacerme con él de segunda mano.

    Muy interesante la reseña.

  21. Aretes dice:

    Vorimir, Vorimir. (yo cai en lo mismo, Solharis)

  22. cavilius dice:

    ¿Herbert Lom, sanpifer? Pero si ese es el actor que interpreta al jefe del inspector Clouseau, el de La Pantera Rosa. Estupenda actuación en esa película, para morirse de risa.

    Perdón por el inciso.

    Saludos.

  23. richar dice:

    Sanpifer,

    enhorabuena por el estreno, tanto por la reseña como por el tema del libro, que pinta realmente bien.

    Y no te extrañes de encontrar libros sin reseñar, porque realmente nos faltan unos cuantos… pocos, pero unos cuantos :-)

    Saludos,
    Richar.

  24. Epaminondas dice:

    Por tratarse de la reseña más próxima en el tiempo y el espacio a lo que quiero comentar utilizo con la venia de micer Sanpifer este espacio para expresar una humilde opinión.

    He tenido ocasión últimamente de contrastar diversas informaciones en diferentes medios sobre el próximo estreno de la película “Elisabeth: la edad de oro” y me quedo patidifuso como era de prever.

    Por lo visto la película se nutre –otra vez- de lo más pútrido de la leyenda negra antiespañola para ensalzar heroicamente a la reina difícilmente virgen. Así encontramos por un lado al terrible tirano inhumano (stalincito español) rey Felipe II y a su oscuro (de tez, por supuesto) y fanático pueblo que planean la invasión de la libre e idílica Inglaterra gobernada en el otro lado por la no muy virgen pero si muy justa y valiente hija de Enrique VIII.

    Bueno, ya está bien, incurriendo la película en graves atropellos históricos (según críticas) y falsedades manifiestas, ¿cómo es posible que muchos medios y críticos (españoles) la califiquen de “película que por su calidad podría ganar muchos oscar”, “gran actuación de Mollá”, «hermosa historia sobre esta valiente reina», etc… sin reparar en el insulto que supone en general para el español mínimamente instruido?.

    saludos

  25. Valeria dice:

    Hombre, Epaminondas, entiendo que aún en el peor de los casos, suponiendo que desde el punto de vista de la veracidad histórica la película sea una verguenza, un atropello y una canallada (tendría que verla para poder realizar esas aseveraciones) eso no quita que se pueda alabar la actuación de un actor o la calidad de la película en cuanto a lo que es : una producción cinematográfica.

  26. Arauxo dice:

    Pues… nos lo tenemos merecido, Epaminondas. Mientras los anglosajones se dedican a ensalzar sus grandes figuras nacionales, nosotros nos dedicamos a vilipendiar las nuestras, a pedir perdón por lo que hicieran o dejansen de hacer los abuelos de nuestros abuelos y a producir películas sobre la guerra civil y sobre lo peor de nuestra Historia. Eso, sí, de vez en cuando, rodamos una sobre la Inquisición o sobre los conventos de monjas, más que nada para dar color.

  27. Epaminondas dice:

    Eso es evidente, pero que un crítico español obvie lo uno para desacerse en halagos con lo otro, pues no lo entiendo…cortito que es uno.

  28. Epaminondas dice:

    Arauxo, eso ya lo sé; yo creo que por lo menos cuando se nos ataca y se nos deja a la altura del betún (color que para los britanicos por lo visto tiene nuestra piel), deberiamos como mínimo defendernos.

    Yo no iré a ver la película, no ir y criticarla es todo lo que puedo hacer; gente más autorizada quizá pueda hacer más si quiere.

  29. Reny dice:

    Saludos a todos. Llego tarde al asunto, porque para mi desgracia no conocìa la página. Espero que lean esto los interesados.
    El tema de portada es la muerte del infante don Carlos, el heredero de Felipe II. El cuadro se titula «Los últimos momentos del príncipe don Carlos, hijo de Felipe II», fue pintado por Antonio Gisbert Pérez a finales del XIX, en plena era romántica. También son suyos el fusilamiento de Torrijos y la ejecución de los Comuneros.
    En cuanto a los autores son dos profesores de Historia de instituto, aunque los dos son de Ciudad Real, uno da clases en su ciudad natal y el otro en Valladolid (Viva Pucela ).
    Me falta poco para acabarlo y os puedo decir que me lo pienso pillar en cuanto pueda. De la misma temática son «Espionaje y traición en la época de Felipe II. La historia del vallisoletano Martín de Acuaña» y «Sabastían de Arbizu, espía de Felipe II. La diplomacia secreta y la intervención en Francia.»
    Saludos.

  30. montse forcada dice:

    BUEN DIA SEÑORES:

    Molesto su atencion porque estoy buscando desde hace meses un libro del autor CARLOS CARNICER, que se llama «forcada» el secreto de la reina virgen. Yo vivo en México, D.F. y por conducto de mi prima que vive en Sant Marti Sarroca, lo ha pedido en diversas librerias y le dicen que esta agotado.

    Dondo puedo conseguirlo ????, por razones obvias MI APELLIDO ES FORCADA, tengo mucha ilusión de leer el libro y si además soy una enamorada de la historia, pues ya se imaginaran la ilusión que tengo de tener el libro.
    Muchas Gracias. de antemano por su información Montse Forcada

  31. sanpifer dice:

    Supongo que lo puedes comprar via Internet en casi cualquier libreria española. No sé cuales sirven pedidos fuera de España:

    Te pongo dos de las mas grandes, fnac y casa del libro:
    http://www.casadellibro.com/fichas/fichabiblio/0,,2900001226034,00.html?codigo=2900001226034&nombre=EL%20SECRETO%20DE%20LA%20REINA%20VIRGEN%2E%20FORCADA%2E%20UN%20ESPIA%20ESPA%D1OL%20AL%20SERVI%20CIO%20DE%20FELIPE%20II

    http://www.casadellibro.com/fichas/fichabiblio/0,,2900001157075,00.html?codigo=2900001157075&nombre=EL%20SECRETO%20DE%20LA%20REINA%20VIRGEN%2E%20FORCADA%2E%20UN%20ESPIA%20ESPA%D1OL%20AL%20SERVI%20CIO%20DE%20FELIPE%20II

    http://www.fnac.es/dsp/?servlet=extended.HomeExtendedServlet&Code1=1766720392&Code2=308&prodID=631726

    http://www.fnac.es/dsp/?servlet=extended.HomeExtendedServlet&Code1=4040650425&Code2=300&prodID=692380

  32. Sirjames0007 dice:

    Excelente reseña. Coincido con Sanpifer en lo relativo a los déficits de la obra. Añadiría que, quizás por la estructura en esos capítulos, al final se hace reiterativa en muchos casos y personajes. Por tanto, algo pesada, aunque en el conjunto la considero un gran trabajo. Gracias por la reseña.

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