ENTREVISTA A JAVIER VERAMENDI B (KOENIG)
Javier Veramendi B –la B es su segundo apellido, tiene miga la historia– es en estos lares, y desde sus inicios, Koenig, con el avatar de un caudillo galo en nuestro foro. Desde siempre ha «opinado» con convicción y ha viajado por esta página y su foro con unas alforjas bien provistas sobre lo humano y lo divino, especialmente lo primero, que lo ha llevado por muchos vericuetos de la historia, en particular la historia militar. Ha escrito artículos diversos (son muchos: véase una relación, también aquí) y reseñas en esta página nuestra, ha traducido libros como este (espléndido, por cierto) y desde hace un tiempo combina su profesión de abogado con la dirección de una de las cabeceras de Desperta Ferro Ediciones, en concreto la revista Desperta Ferro Contemporánea. Es Javier, es nuestro Koenig, es todo un señor.
Aunque la fama te preceda en estos lares, ¿cómo te presentarías a nuestros queridos lectores?
Presentarse es complicado. Cuando la gente no te conoce corres el riesgo de quedar como un vanidoso, y cuando “la fama te precede” acabas dando información innecesaria. Tal vez la mejor forma de presentarme debería ser algo como: “Hola, soy Javier”, y luego si eso seguimos hablando. Por otro lado, cuando tienes el incurable defecto de apuntarte a un bombardeo y acabar metiéndote en más sembrados de los que eres capaz de cosechar, pues eso de decirle a la gente sucintamente a qué te dedicas tampoco es fácil. Tal vez lo más evidente sea hablar de proyectos. Los que se han ido comiendo mi tiempo a lo largo de estos años han sido fundamentalmente tres (hay muchas cosas pequeñitas, pero voy a ahorraros ese sufrimiento). Por orden de antigüedad: el Grupo de Estudios de Historia Militar, que he de reconocer que tengo bastante abandonado, cuyo objetivo era promover el conocimiento sobre esta materia; el podcast Histocast, este sí a toda vela y con el que llevamos ya doce temporadas; y la dirección en Desperta Ferro Ediciones, primero en la revista de Historia Moderna –algo más de un año– y luego en Contemporánea, que es mi hábitat natural. Y, para terminar, cuando doy alguna charla o evento concreto y tienen que presentarme, les digo que estoy especializado en la revolución militar de la centuria 1850-1950, y más concretamente en cuestiones de organización, mando y control y comunicaciones, y, consecuentemente, en el estudio de la gestión de acciones tácticas, operacionales y estratégicas. Y así nadie hace preguntas.
Como interesado y experto en Historia Militar. ¿Crees que se están publicando buenos libros sobre la temática en España?
Sí. Estoy convencido de ello, básicamente porque los he visto (y adquirido, por supuesto). Tengo el privilegio de conocer a la gente que trabaja editando libros tanto en Desperta Ferro Ediciones como en Salamina, dos editoriales estupendas, y también conozco y he leído a expertos de verdad (no como yo) que han publicado trabajos de muchísimo valor tanto en las editoriales que he citado como en otras. Por otro lado, creo que también se publican muchas cosas no tan buenas, –me he encontrado con libros terribles–, ya sea porque se pone poco cuidado en la edición, o simplemente porque el libro está mal escrito. Con las temáticas no me meto porque lo que para algunos puede parecer muy básico para otros es un excelente punto de partida. En todo caso, me atrevería a afirmar que desde el cambio de siglo el nivel ha ido mejorando, aunque todavía nos falta mucho para equipararnos con los países anglosajones, donde hay autores que pueden ganarse la vida investigando y escribiendo sobre temáticas de historia militar.
Tu trabajo como director de Desperta Ferro Contemporánea es conocido, pero ¿podrías contarnos algo más sobre esta labor?
Podría hablar durante horas de lo que hacemos los directores de Desperta Ferro. Planificar los números, contactar a los autores, diseñar ilustraciones y mapas, evaluar y traducir los textos cuando llegan, buscar fotografías que muestren lo que cuentan los artículos y que sean lo más espectaculares posible, redactar unos pies de foto –talluditos– que complementen lo que nos dicen los especialistas, corregir, corregir y corregir… Puede parecer agotador pero tiene una gran virtud, que al hacer una revista distinta cada dos meses algunas veces es más fácil porque tenemos la oportunidad de trabajar temas que conocemos bien, y otras veces supone un desafío mayor porque nos enfrentamos a temas de los que a priori no sabemos mucho –o casi nada–, pero nos da la oportunidad de descubrir acontecimientos y personajes alucinantes. Por otro lado, también tiene sus momentos estresantes. El dato que no encuentras –algo que leíste una vez, pero a saber dónde…–, o cuando pasas horas buscando y no aparece “la” fotografía, o esa ilustración que no acaba de cuajar; por no hablar de las insuperables dos semanas previas al envío a imprenta, cuando todo tiene que cuadrar y no lo hace, a veces hay una página de más, o falta un artículo, o cualquier otra catástrofe parecida, aunque al final todo se arregla. También es importante decir que todo esto los directores no lo hacemos solos, sino que tenemos un magnífico equipo de maquetadores, cartógrafos, ilustradores, revisores, coordinador de publicaciones. Nada sería posible sin ellos, por no hablar de todos aquellos que, sin participar directamente en la elaboración del número, son fundamentales para que este tenga vida más allá de la imprenta: ventas, márketing, administración…Desperta Ferro es una labor de equipo.
La revista cuenta con muchos y muy variados autores. ¿Alguna anécdota interesante o divertida al contactarles para encargarles artículos?
En general la acogida de los autores es buena. O bien nos contestan que si, que es lo ideal, o bien que no pueden por diversos motivos, entre otros el tiempo. Ahí intentamos negociar. Luego hay un porcentaje significativo que no contestan. O bien porque ya no utilizan ese correo, o porque no les interesa, o a saber. Finalmente están los que intentan cambiar las condiciones, pero sobre eso tenemos reglas bastante estrictas, con lo que no solemos llegar a nada. Con respecto a anécdotas interesantes, cada número tiene las suyas. En uno que estamos preparando ahora dos de los autores, extranjeros, conocían la revista y se han mostrado encantados de que les contactáramos. También nos ha tocado algún “divo”, que te acepta el artículo que le has encargado dentro de la estructura del número –siempre les mandamos el plan– y te manda lo que quiere. En estos casos intentamos reconducir la situación, pedirle que modifique el texto, pero no siempre es posible. Finalmente, lo más dramático suele ser ese artículo que no llega. Revisas las fechas que has dado al autor por si te has equivocado, escribes un correo que sirva de recuerdo, ¡dos!, ¡¡tres!! Y entonces empiezas a pensar en un plan B que esperas no tener que aplicar, hasta que lo aplicas, y entonces aparece el autor original, o se retrasa el plan B y tienes que llegar al último minuto con la lengua fuera. En ocasiones tenemos también un plan C, que somos los propios directores, pero no podemos saber de todo. Dicho esto, no quiero dar una imagen negativa de los autores. Responden preguntas, encuentran fallos en las maquetas, hacen sugerencias, aportan información extra… en general no hay queja, aunque a veces pasan cosas. A uno, por ejemplo, le dio un infarto. Si bien no fue grave, el artículo, claro está, no llegó; otros son especialmente puntillosos con algunas cuestiones de la edición. En fin, la vida misma.
Gracias a Desperta Ferro hoy podemos disfrutar en español de trabajos de primer nivel. ¿El trabajo de traducción es tan importante como la propia redacción en el idioma original?
La traducción es fundamental. Por poner un ejemplo reciente, no son lo mismo los bolcheviques ucranianos que los bolcheviques en Ucrania. Hay muchos matices, y muchas dudas, que en general consultamos con los autores. Además, no se trata solo de hacer una traducción literal sino de que el texto tenga sentido, que fluya en castellano, que esté adaptado a nuestra forma de expresarnos. Un ejemplo muy claro lo tenemos en las repeticiones, aceptadas en el ámbito anglosajón pero poco elegantes si escribimos en español, por lo que es conveniente buscar sinónimos o perífrasis, y que además contengan el matiz que tiene que tener la frase. En general esto se consigue con paciencia, revisiones y buenos diccionarios, y el resultado suele ser que un texto de tres mil quinientas palabras se te va a cuatro mil quinientas y entonces no hay quien lo encaje en la maqueta.
De todos los números que has coordinado, ¿cuál sería tu top 5? ¿O llevas todos con orgullo?
Hombre, yo quiero a todos mis niños por igual… Dicho esto, siempre hay alguno con el que quedas más satisfecho. A ver cómo lo explico. Cada número de Desperta Ferro es como una lucha contra fuerzas invisibles: el tiempo, la temática, los conocimientos. Consiste en encajar en sesenta y ocho páginas no solo los artículos, sino toda la información de apoyo que queremos transmitir. A veces esa información está muy clara, y también el modo en que se transmitirá –mapas, cuadros–, pero otras veces no tanto y como el tiempo nunca se detiene, vas trabajando con la desagradable sensación de que, por decirlo de alguna manera, las cosas se difuminan según te alejas del centro. Así que redoblas las lecturas, buscas soluciones –en esto es fundamental el equipo que trabaja en los números– para ese mapa que no encaja, o como meter la foto a gran formato sin necesita una página extra. Cosas como esa. Y al final hay números con los que quedas satisfecho, en general aquellos cuyo tema conocías menos, y otros con los que te queda el resquemor de no haber metido toda la información que tenías. Y en cuanto a números concretos. Me gustó mucho la experiencia del 38 y 39, los dos números consecutivos que sacamos sobre la batalla de Berlín; o el 57, que dedicamos a la figura de El Raisuni, un personaje fascinante. Habíamos dicho cinco ¿verdad? Añadiría el 51, sobre la Guerra de las Malvinas, otro tema del que no sabía mucho con anterioridad; y el 18, sobre la Guerra Ruso-Japonesa.
Aparte de todo lo anterior, también eres ‘podcaster’ en Histocast. ¿Cómo nació esta plataforma? ¿Os reclutó Goyo como al Equipo A?
Estaría bien que nos hubiera sacado de distintos antros, como a los siete magníficos. Bueno, bien pensado, se acerca bastante a la realidad. Histocast nació donde tienen que nacer los grandes proyectos, en un bar. Aunque no todos a todos, en general nos conocíamos de antes, de foros, de algún proyectillo compartido o de toda la vida, pero fue Goyo quien propuso la idea, un día que estábamos tomando unas cervezas. Él había participado como invitado en otro podcast, le gustó la experiencia y propuso que lo intentáramos “por echarnos unas risas”. Básicamente se trataba de mantener las mismas conversaciones frikis que cuando quedábamos a tomar una cerveza, pero grabándolas y subiéndolas a Ivoox. Y funcionó. Primero en programitas de menos de una hora, luego nos fuimos alargando –enrollando, en mi caso– y al final la cosa reventó. Tuvimos que cambiar un poco el ritmo porque al principio emitíamos todos los lunes, pero después de la primera temporada nos dimos cuenta de que no íbamos a poder y lo dejamos en uno de cada dos. Y aquí seguimos por ahora, con 277 programas emitidos, con algunos proyectos nuevos y las mismas ganas de divertirnos que teníamos al principio, que es lo más importante porque nos hace invulnerables a muchos de los cambios que ha sufrido el podcasting.
¿Cuáles son tus planes de futuro respecto a la Historia? ¿Nunca has pensado en escribir un libro?
En cuanto a planes de futuro. Para empezar, seguir con los proyectos en los que ya estoy metido. Ahora mismo en Histocast estamos terminando de grabar el último episodio de tres sobre las campañas de Stonewall Jackson en el valle de Shenandoah, una fricada que alcanzará las quince horas de programa y con la que llevamos dos años. En Desperta Ferro Ediciones acabamos de lanzar una nueva serie de especiales muy interesante, Ejércitos de la Guerra Civil, que también es un proyecto estupendo con el que voy a aprender mucho, sin minusvalorar por ello los números ordinarios. En cuanto a escribir, no solo me lo he planteado muchas veces, sino que me he puesto manos a la obra en más de una ocasión, con resultados no demasiado malos, quiero pensar. Sin embargo, hoy por hoy creo que un proyecto de este tipo tiene que tener una orientación, no necesariamente una tesis, pero sí un enfoque que vaya más allá de la mera descripción de los acontecimientos, porque libros descriptivos hay muchísimos. Con esto no quiero hacer una crítica a este tipo de obras, para nada, pero a título personal no quiero ser uno más contando la misma historia. Así que sí, primero acumulé información sobre un tema que me apasiona y luego me puse a buscar un enfoque que pudiera merecer la pena y ahora mismo creo que lo tengo. Ahora solo me hará falta tiempo para juntarlo todo. ¡Si no fuera tan dormilón!
Para nuestros amigos lectores, ¿qué piensas de una plataforma como Hislibris?
Una panda de tarados, sin duda, es el mejor elogio que se me ocurre, a la que tengo el inmenso honor de aportar mi granito de taradura, cuando tengo tiempo. Pasando de lo serio a lo más liviano. En su momento Internet hizo realidad el refrán ese de que Dios los cría y ellos se juntan y creo que no solo hablo por mí cuando digo que nos ofreció, a los interesados en la Historia, ya sea como ensayo o como novela, la posibilidad de reunirnos y de compartir experiencias. Es verdad que desde entonces el tema de las redes sociales ha sufrido un crecimiento exponencial, tanto que es difícil mantener una conversación en medio del ruido de muchos foros, y en cuanto a opciones como Facebook y Twitter (o X), van tan deprisa, son tan limitadas en espacio y tan efímeras en el tiempo que es imposible utilizarlos para sostener una conversación pausada y pensada. En medio de toda esta vorágine, diría que Hislibris es como un faro. Nadie se sienta a conversar en un faro, pero, primero, emite una luz potente, a fuerza de reseñas y propuestas de actividades, que nos recuerda a todos que ahí hay algo que nos gusta y que merece la pena; y segundo nos permite encontrarnos, físicamente, para tener esas conversaciones tan interesantes. En este sentido, todo mi respeto y agradecimiento a aquellos que desde la parte técnica y no tan técnica se encargan de que ese faro siga girando y emitiendo luz. No hay palabras suficientes como para agradecérselo.
FRIKI TEST
- ¿Cuáles son tus tres libros favoritos?
¿Solo tres? ¡Eso es una crueldad! Mis tres libros favoritos son el que me enseña algo que no sabía, el que me entretiene hasta que se me olvida el transcurso del tiempo y el que me excita la curiosidad y la imaginación.
- Un libro de tu biblioteca que no hayas podido terminar
Decía Danniel Pennac que uno de los “derechos del lector” es el de dejar un libro cuando le venga en gana. No suelo terminar los ensayos que son una mera pila de datos sin digerir y los que no me aportan nada; o las novelas que se pierden en erudiciones innecesarias o que me aburren.
- ¿Cuántos libros tienes en tu sacro santa biblioteca?
En su momento pasaban de los cinco mil, hace ya de eso algunos años. Los únicos que están contados a fecha de hoy son los de Historia, que suman un total de 1778, sin contar los que estén repetidos o los que por alguna razón sigan ejerciendo de maquis en algún lugar recóndito de la biblioteca. Allí las fuerzas del orden son bastante laxas, la verdad.
- ¿Qué libro te ha gustado, pero te da vergüenza reconocerlo?
Uno no debería de avergonzarse de lo que lee, sino de lo que saca de sus lecturas. En su momento disfruté mucho de los libros de la colección de Historia del Siglo de la Violencia, de la extinta Editorial San Martín, que ahora están un tanto desfasados. En cuanto a novela, recuerdo emocionarme especialmente con Bosque Mitago, de Robert Holdstock.
- ¿Cuál es el último libro que has leído?
Dark Waters, Starry Skies. The Guadalcanal-Solomons Campaign March-October 1943, de Jeffrey R. Cox.
- ¿Y qué estás leyendo ahora?
La batalla del Marne. La última campaña del siglo XIX en Occidente. Un trabajo muy interesante de un tal Ismael López Domínguez.
- ¿Sigues la tradición hislibreña de comprar muchos libros? ¿Cuál ha sido el último?
Es una enfermedad que acabará en el piso de la vecina de abajo por exceso de peso. Lo último que he comprado ha sido Civil War Logistics, a Study of Military Transportation, de Earl J. Hess. Un trabajo sobre la siempre desdeñada logística en la Guerra de Secesión.
- Qué prefieres: ¿tapa dura, bolsillo o digital?
A mí los libros me gusta maltratarlos, así que digital lo menos posible.
- ¿Dónde sueles leer?
En todas partes, como puede atestiguar una señal de Stop que hay en la Ciudad Universitaria.
- Cómo ordenas los libros: ¿según compras, por colores o temática?
Lo de los colores es coña, supongo. Por temática, es la única forma de encontrarlos en un plazo de tiempo razonable.
- ¿Cuál es tu libro más valioso y dónde lo conseguiste?
Tengo un libro de Robin Hood con ilustraciones de la película clásica de Errol Flyn que fueron coloreadas a mano por una judía refugiada en casa de mis bisabuelos –en Francia– en 1942. Lo heredé de mi abuela.
- ¿Qué usas para marcar la página?
¿Doblarle una esquinita? También tengo una enorme colección de marcapáginas de un solo uso distribuida por el interior de los libros que hay en la biblioteca.
- ¿Escribes anotaciones en los libros?
Y los subrayo. Como decía Danniel Pennac –otra vez él–, los libros son lo más parecido a un esclavo que tenemos hoy en día. Los compras, los prestas, los colocas en fila, los abandonas, los desdeñas, los pintarrajeas…
- Y, por supuesto, la tortilla de patata, ¿con o sin cebolla?
No es que me entusiasme la tortilla de patata, pero me gusta mucho la cebolla.
Pedazo entrevista. Eres lo más Koenig. Bravo.
«Especializado en la revolución militar de la centuria 1850-1950, y más concretamente en cuestiones de organización, mando y control y comunicaciones, y, consecuentemente, en el estudio de la gestión de acciones tácticas, operacionales y estratégicas.»
No hay ninguna duda, es nuestra inimitable galo :-) Un abrazo, Koenig.
Si me declaro culpable. ¿Podemos llegar a un acuerdo?
Un abrazo.
Negociar, siempre. Se te echa de menos, galo.
Buena entrevista, sí. Además, hay que decir que un tipo como Koenig, que siempre tiene a mano el «opino», no funcionaría bien como tertuliano en Telecinco.
Es que el «opino» de Koenig es legendario. Uno de los masters de este santuario. Me alegra un montón haber leido esta entrevista y de verle en la fotico tan orgulloso con su Desperta Ferro. Desde que le ví la ultima vez (creo que España no había ganado el mundial de fútbol) no ha cambiado en nada… debe ser del clan del de Saber y Ganar, jejeje. Un abrazote ;-)
Estupenda entrevista…
Fantastica entrevista.
Hacía ¿años? que no pasaba por aquí, pero he visto la entrevista a Koenig y no he podido resistirme. Qué interesante. Qué tío más majo.
Saludos.
Quizás es el momento de quedarse por aquí, ¿no te parece? :-)
Pues debería, la verdad. Disfrutaba mucho de todo esto.
¡Hombre! Curistoria ¡qué alegría volver a leerte! Espero que estés bien ;-) Ostras, esto se va pareciendo a la reunión de los míticos Avengers, «La Garde meurt, mais ne se rend pas» jejeje
Saludetes.
Todo razonablemente bien, gracias, amigo :)
Un abrazo.
¡No se parece a Abraracúrcix! Me siento estafado…
¡Gran entrevista!