Entrevista a Javier Negrete

Tras larga espera, aquí tenemos las respuestas a la entrevista que realizamos hace unos meses a Javier Negrete. Respuestas jugosas a cuestiones interesantes. Quiero agradecer el tiempo que nos ha dedicado el autor, ya que anda inmerso entre escritura e investigación, entre clase y claustro, sin que apenas Cronos se apiade de él.

Yo le preguntaría cuales van a ser sus próximas incursiones en el mundo griego, no sólo con novela histórica sino también con ucronías o con novela fantástico-mitológica.
Al final ha habido un cambio de planes con Espasa. Así, no continuaré por el momento Salamina. No porque no haya funcionado, ya que mientras contesto esta entrevista está saliendo la cuarta edición. Pero tras conversar con mis editoras, he decidido volver a nuestra época por una vez. Creo que no lo hacía desde Buscador de sombras.
Eso sí, la novela tendrá relación con el mundo griego, puesto que trata sobre el mito platónico de la Atlántida. Y no me la voy a llevar a la Antártida, como se ha hecho últimamente en bastantes novelas, sino que me voy a mantener en las cercanías del mundo griego.
Pero sigo pensando en escribir sobre la historia de Grecia y Atenas después de Salamina. Y con Minotauro, cuando termine la saga de Tramórea, tengo pendiente El último viaje de Alejandro Magno, donde resolveré el enigma de Néstor, el cometa y otros asuntos.

¿Qué sintió matando a Pérdicas con la novela “Alejandro Magno y las águilas de Roma”?
Bueno, obviamente aquí hay spoilers…
Preguntado así, me siento como un auténtico asesino… La verdad es que los novelistas matamos a menudo a los personajes. (En la primera novela, una de romanos que escribí de niño, me los cargué a todos.) A veces, los que caen son los de relleno, como esos porteadores de las películas de Tarzán cuya única función parecía ser ésa, la de morir. En cierto modo, es lo que hace la Rowling en la última novela de Harry Potter; aunque la disculpo, porque son libros en principio para niños y no es cuestión de traumatizar a los lectores cargándose a personajes principales.
Pero si un autor quiere echar toda la carne en el asador, a menudo debe asesinar a personajes a los que quiere. Dicho esto, un escritor quiere a todos sus personajes, y sobre todo a los que cree que le funcionan. En ese sentido, quizá me fue más complicado prescindir de Roxana.
En cualquier caso, mi Perdicas era un personaje con mezcla de virtudes y defectos, que intentaba ser grande pero no tenía ese brillo interior de Alejandro. Por lo menos quise compensarlo por sus errores otorgándole una muerte heroica.

Al tratar la personalidad de Alejandro Magno y al haber leído otras novelas, ¿con cuál te quedarías: con el Alejandro de Valerio Máximo Manfredi, el de Gisbert Haefs o el de Mary Renault?
Como novela sobre Alejandro, la que más me gusta es El muchacho persa de Mary Renault. Aunque es todo lo opuesto, sobre todo en su tratamiento de la homosexualidad, me gusta el retrato que hace Pressfield en La conquista de Alejandro (me gustaba más el título original, por cierto, The Virtues of War), aunque no deja de ser algo manco por estar centrado sólo en lo militar.
La novela de Manfredi tenía buenos momentos, pero en general no me gustó. Siempre le noto algo de ingenuidad en los diálogos, en las motivaciones de sus personajes, en sus escenas de amor…
En cuanto al Alejandro de Haefs, me parece abrumador, para lo bueno y para lo malo. Hay momentos sublimes y una ambientación que no sólo se ve, sino que se palpa y se huele, tal es la abundancia de detalles. Pero reconozco que ciertos fragmentos me los tuve que saltar. Aparte, ese “Gran Juego” político entre Cartago y el Imperio Persa no me acababa de funcionar. Dicho esto, estoy esperando con impaciencia que salga el César de Haefs. Sé que también será excesivo, pero seguro que su lectura merece la pena.
Y, añado, Gisbert Haefs es un tipo muy simpático y que habla español que da gusto. Fue un lujo compartir una mesa redonda con él en la Semana Negra de 2007.

Una de las incorporaciones que les pones a tus personajes son algunas enfermedades mentales (por ejemplo la de Euctemón autista) que me maravillan, porque son inusuales. ¿Cómo se te vino esta idea o quién te inspiró?
Me interesan mucho las enfermedades mentales, las capacidades cerebrales anómalas, etc. Por dos veces he utilizado a psiquiatras como protagonistas de mis novelas: en Estado crepuscular (en realidad, David Milar era un psiquiatra de pega, que analizaba a una inteligencia alienígena) y en Buscador de sombras.
En ese sentido, un autor que me apasiona es Oliver Sacks, de quien he leído sus descripciones clínicas en Un antropólogo en Marte y El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. En ambas obras se ven retratos de autistas. Por supuesto, para Euctemón procuré informarme con otros libros y páginas web sobre el autismo y el Asperger. Me atraía la idea de utilizar a un personaje de estas características en una época en que esos síndromes no estaban diagnosticados, y ver cómo Euctemón, con su incapacidad para las relaciones sociales, interactuaba con los demás.

Y una pregunta personal, ¿cómo siendo profesor de instituto tienes tiempo libre?
La mayoría de los escritores tienen que compaginar la literatura con otros trabajos. Incluso los que aparentemente se dedican a esto a tiempo completo colaboran con periódicos, hacen “bolos” por provincias, participan en tertulias, son jurados de premios… Para mí el ideal sería dedicarme exclusivamente a escribir, pero los derechos de autor no dan para tanto. Al menos de momento:—)
Dicho esto, me toca ir corriendo a todas partes, sacrifico a menudo mi vida social, a veces tengo que pedir permisos no remunerados, etc. Es complicado.

Según internet, “La espada de fuego” la escribió en la adolescencia. ¿Tiene más novelas guardadas en el cajón?
En realidad empecé La Espada de Fuego siendo adolescente, pero no la terminé. Luego la retomé en el último año de carrera y esta vez sí acabé, allá por 1987. Pero no conseguí publicarla, y fue entonces cuando la guardé en el cajón. La versión que apareció en 2003 está reescrita por completo, porque no en vano habían pasado más de quince años: cambié la estructura, varios personajes, algunos escenarios, lo redacté todo de nuevo, etc.
Dicho esto, no tengo más novelas inéditas. Bueno, no cuento las que escribía a mano cuando estaba en el colegio. Ésas se quedarán bien escondidas, donde tienen que estar :—)

Para escribir, ¿empieza a escribir y punto o sigue el método anglosajón de trabajar antes en un esquema general y una guía de personajes?
No creo que sea sólo el método anglosajón, aunque ellos (sobre todo los americanos) son seguramente quienes más lo han sistematizado.
Lo cierto es que antes de empezar a escribir acumulo bastante material. Todo depende de la novela. A veces tengo los personajes tan claros en la cabeza que no necesito tomar notas sobre ellos. Otras veces preparo hojas de Excel para ellos. También utilizo este programa para estructurar las escenas, anotando los puntos de vista, los personajes que intervienen, los avances en información, acción y emoción que suponen dentro de la trama, etc.
Por supuesto, conforme escribo voy haciendo cambios. A menudo una escena que parecía imprescindible luego sobra, o bien hay que introducir otra en la que no había pensado. Hay buena parte de planificación previa, pero luego más de la mitad del resultado final se consigue durante la fase de “escritura” concreta.

¿No ha tardado mucho en decidirse por la temática clásica, sobre todo siendo profesor de una lengua clásica? (Y sobre todo viendo el éxito de sus últimas novelas ambientadas en dicha época)
Bueno, mi primera novela fue de romanos. Pero, como decía antes, no cuenta, ya que yo tenía entonces diez años…
Quizá sí que he tardado en decidirme. Allá por 1993 o así andaba tomando notas para una novela sobre Alcibíades, pero creo que aún no estaba preparado para la novela histórica. Luego, desde el año 2000, me decidí por el personaje de Temístocles y la batalla de Salamina, pero surgieron otras cosas que me retrasaron. Curiosamente, antes de lanzarme a la novela histórica abordé el mundo clásico desde géneros, digamos, tangenciales, como el erótico en Amada de los dioses o el fantástico en Señores del Olimpo.
De todos modos, en el futuro mis novelas seguirán tocando otros campos, porque soy bastante inquieto. Me apasiona el mundo clásico, sí, pero también me gustan los temas científicos, sobre todo los relacionados con la astronomía, la geología (siento una fascinación morbosa por los volcanes) o, como decía antes, la psiquiatría.

¿Para cuándo la continuación de ‘Alejandro y las águilas de Roma’?
Primero, como decía, terminaré la saga de Tramórea. Después, la segunda de Alejandro. Me habría gustado acabar antes con ella, pero se me acumula el trabajo :—(

¿Devoción por Alejandro o antipatía por Roma?
Ninguna de las dos cosas. Yo creo que cualquiera puede ver en mi novela que siento admiración por los romanos. Además, fue muy interesante escarbar en lo poco que se sabe sobre Roma en aquella época. Hasta el latín era diferente, como trato de reflejar.
Y añado que mi Alejandro no está exento de defectos. Eso sí, en una historia épica siempre hay que dar a los protagonistas sus momentos de gloria.

¿Se te cansó la pluma al final de ‘Alejandro y las águilas de Roma’ y por ello el final es quizá demasiado apresurado?
Hombre, al final de una novela uno siempre está emocional y físicamente exhausto. Por otra parte, me cuesta mucho separarme de mis libros, y seguiría retocando y reescribiendo durante dos meses más si pudiera. Pero el mundo editorial no deja de ser una industria, con sus plazos, sus planificaciones…
En cuanto al final de Alejandro, no sabría decir. Creo que, una vez que se llega al momento culminante de una historia, el resto hay que liquidarlo rápido. Así lo comentaba William Goldman, el maestro de guionistas. Es un problema que tiene la película El retorno del rey, que decae bastante tras la batalla de Minas Tirith. Por otra parte, irresoluble, ya que tiene que respetar la novela de Tolkien.

¿Qué metodología usas para intercalar realidad con ficción a medida que configuras una novela histórica? Me refiero a si, por decirlo de alguna manera, tienes un bloc con datos, hechos, anécdotas, etc. y otro bloc con el argumento de la novela, y vas “cosiendo” de manera simultánea cosas de un bloc con cosas del otro. O si redactas la novela y luego la “vistes históricamente”, digámoslo así. O si redactas la historia con tus propias palabras y luego le inyectas la jeringuilla de la ficción. O sencillamente lo tienes absolutamente todo en la cabeza y simplemente va naciendo un todo fusionado a medida que escribes. O qué diablos haces, en fin.
Por Zeus, creo que has sugerido todas las posiblidades. No tengo un único método, pero más o menos procedo así: primero leo y picoteo muchos libros sobre la época que voy a tratar. Todo eso me va ambientando y a la vez me da ideas para el argumento. Por ejemplo, para incluir personajes que al principio no se me habían ocurrido, o nuevos escenarios.
Después, cuando ya estoy escribiendo, procuro comprobar de nuevo sobre la marcha los detalles de cada capítulo. A menudo descubro cosas nuevas…, y me descubro a mí mismo encargando un nuevo libro por correo :—(

¿Cuando escribes te imaginas “visualmente” las escenas, las situaciones, etc. en plan película? ¿O no? Lo pregunto porque ahora estoy leyendo Salamina, y estoy teniendo continuamente la impresión de estar “leyendo” una película.
Sí, pienso en imágenes que luego intento convertir en palabras. Salvo en los diálogos, claro. No sé cómo lo hacían los novelistas del XIX, pero creo que desde hace ya bastante tiempo todos los escritores estamos muy influidos por el cine.

¿Queda sitio para la fantasía después de “Canción de Hielo y Fuego”?, ¿no está ya todo contado?
Por supuesto. Además, Canción de hielo y fuego es una gran serie gracias al talento como narrador de George R. Martin, no porque en sí el escenario ni el argumento sean tremendamente originales.
Quiero dejar claro esto: admiro mucho a Martin, y antes de esta serie ya había leído sus cuentos, las novelas Sueño del Fevre, Los viajes de Tuf y Muerte de la luz. Pero existe ahora una especie de papanatismo martiniano (tomo prestada la expresión de Miquel Barceló para referirse a los devotos de Dick, entre los que me cuento), igual que antes existía el tolkieniano. Hay vida antes, durante y después de Canción de hielo y fuego. Porque, además, no sólo existe la fantasía épica, sino muchos otros tipos de fantasía.
Para demostrar que se pueden contar más cosas y de muchas maneras distintas, recomendaré una novela de un buen amigo, José Miguel Pallarés: El tejido de la espada. De hecho, escribí una crítica en Fantasymundo. Hay ambientación medieval (porque a Pallarés le apasiona la Edad Media, no por seguir a Martin, cosa que no hace), hay batallas, hay magia, pero todo en un mundo muy personal. Sí, se pueden contar más cosas, como digo, y a veces incluso se pueden contar en español :—)

¿Qué le parece “Canción de Hielo y Fuego”?
En parte ya he contestado antes. Me gustaron mucho los tres primeros libros: tras leer el primero, me compré los otros dos en inglés, y luego escribí una crítica muy elogiosa de Tormenta de espadas para la revista Gigamesh. Martin es un magnífico narrador, un gran pintor de escenas, retrata personajes y emociones de forma magistral… El trabajo que hay detrás de esta serie es inmenso. Los infinitos detalles son esos “ladrillos” de los que habla él, las piezas que construyen este monumento.
¿Qué pegas le pongo? En la primera escena del primer libro aparecen esa especie de muertos vivientes… y aún no sabemos prácticamente nada sobre ellos. Aparentemente han ocurrido muchas cosas, y lo cierto es que ha habido tremendos golpes de efecto, sobre todo en el tercero. Pero para llevar miles de páginas creo que la acción no ha avanzado demasiado. Me gustaría ir recibiendo respuestas ya.
Reconozco, además, que con el cuarto volumen, que compré en cuanto apareció en EEUU, me atranqué. Creo que me lo leeré cuando salga por fin el quinto, pero es probable que me salte las tramas que menos me interesan.

¿Cuánto tiempo, de calendario, le ha ocupado la confección de la novela “Salamina”?
Había preparado material para la novela mucho antes. Pero en dedicación exclusiva, unos diez meses, desde que entregué Alejandro Magno y las águilas de Roma hasta que entregué, a su vez, Salamina.

¿Y cuál es su libro favorito del género histórico (general)?¿Y sobre esta época (la Edad Antigua clásica)?
Puff, nunca sé contestar muy bien esas preguntas. Creo que contestaré a la vez a ambas preguntas. Los libros que más veces he leído son los de la serie de Benasur de Judea, de Alejandro Núñez Alonso. Sobre todo los primeros, El lazo de púrpura y El hombre de Damasco. Creo que ya se ha hablado de ellos en esta misma página, y que El lazo de púrpura se ha reeditado. Me parece un acierto. Si lo hubiera escrito un americano o un inglés, se habría llevado al cine y sería un best—seller mundial.
Así, de pronto, sobre otras épocas, me viene a la cabeza la serie artúrica de Bernard Cornwell. Tambien he empezado su serie sobre la Guerra de los Cien Años, y me parece excelente.

No he leído ninguno de tus libros de género fantástico, así que supongo que si lo hiciera me podría responder yo mismo. Hasta que llegue ese momento, ahí va: ¿qué mentalidad, qué código de valores, qué seguridades y miedos, etc., aplicas a los personajes de esos mundos que inventas?
Mis mundos se parecen bastante a los de la Antigüedad. Intento imaginarme a mí mismo en ellos, como intento imaginarme en Grecia, por ejemplo, y ver cómo reaccionaría a los acontecimientos, averiguar cuáles serían mis necesidades y mis impulsos. Luego depende de cómo sea cada personaje, más o menos egoísta, más o menos idealista, activo o pasivo, valiente o medroso… En general, creo que mis personajes intentan descubrir cuál es su nicho en su mundo, y ocuparlo. Reivindicarse ante los demás también es importante para ellos: la imagen que los demás tenían de uno en el mundo antiguo era vital. Aunque me temo que, por más que digamos lo contrario —“me da igual lo que digan de mí”, solemos afirmar—, las cosas no han cambiado tanto.

¿Crees que es lícito tomar los parámetros mentales, los esquemas culturales, la concepción de la realidad de una determinada época, y extrapolar todo eso a otra época o a otro mundo?
Si lo hacemos con otra época incurriríamos en un anacronismo. Puede ser lícito si se hace a propósito como experimento y para conseguir un efecto determinado. Por ejemplo, se ve algo parecido en una novela muy curiosa de Bertolt Brecht: Los negocios del señor Julio César, donde hasta se menciona “la City”.
Si lo hacemos con otro mundo, que es inventado, me parece santo y bueno. Yo mismo lo he hecho con Tramórea, que es una especie de collage de distintas épocas y culturas de nuestro mundo.

¿Cómo me intentarías convencer para que lea un libro tuyo?
Después de escribir Salamina en diez meses, ¿creéis que me quedan fuerzas para convencer a nadie de nada? Espero que esta entrevista despierte tu interés… y, por otra parte, le voy a robar una frase a mi amigo Pallarés:
“Las he pasado canutas escribiendo con el único fin de que tú disfrutes”.
Desconfío un poco de los que se divierten y se relajan demasiado escribiendo. Creo que así es fácil caer en la autocomplacencia, y escribir es un trabajo muy exigente. Yo sudo tinta con mis libros, pero lo que intento es que todo mi esfuerzo se convierta en fluidez para el lector. Y también en emociones, por supuesto.

¿Qué época de España encuentras más atractiva si tuvieras que escribir un libro? (Javier, felicidades con el éxito de ‘Salamina’, que por cierto me lo llevé firmado por ti en la Feria del Libro de Madrid. Me recorrí todas las casetas buscándote. Gracias.)
Me alegro de habértelo firmado, y gracias por la enhorabuena. En cuanto a tu pregunta, como siempre me han llamado la atención las gestas épicas, si tuviera que elegir escribiría algo sobre Hernán Cortés y los aztecas, o sobre los almogávares en Anatolia y Grecia. Por supuesto, en ambos momentos hay muchas sombras, quizá más que luces, pero eso es lo que hace las grandes historias.

Yo quiero que haga una valoración sobre el panorama actual de la narrativa histórica en conjunto y, más particularmente, sobre los escritores españoles.
Se está escribiendo mucho, o más bien muchísimo, y entre tantas novelas hay bastantes obras que me parecen flojas narrativamente, pero también hay muchas otras excelentes. Prefiero no opinar demasiado sobre los autores españoles, del mismo modo que no lo he hecho en otras entrevistas sobre mis colegas del fantástico y la ciencia ficción.
Si nos salimos de nuestras fronteras, la novela histórica se hace todavía más inabarcable. A raíz de escribir “Salamina” he leído o releído algunas obras sobre Grecia y esa época en concreto. He encontrado

Después de la lectura simultanea de ‘Salamina’ en el foro nos surgió una pregunta… ¿por qué esa obsesión con los pezones? Dicho de otro modo… ¿le han servido algunos pasajes de ‘Salamina’ para escribir como “novelista erótico”?
¡Qué bueno! Que conste que intenté quitar en alguna ocasión la palabra “pezones” por dar mayor variedad, y tras conversar con una editora —femenina, sí— acabamos reintroduciendo de nuevo la palabreja.
Por supuesto que hay erotismo en Salamina, como en tantas obras mías. El sexo es un impulso muy fuerte, y además en una narración aporta un toque sensorial y también tensión emocional. Aunque creo que no conviene ser demasiado concreto ni alargarse demasiado en las descripciones sexuales, porque eso sacaría a los lectores de la historia. La sugerencia siempre es más excitante.
(A no ser que uno escriba para la Sonrisa Vertical, me apresuro a añadir.)

¿Por qué hay tan pocas novelas sobre batallas sangrientas y héroes míticos, cuando sabemos que a los lectores nos encantan?
¿Pocas novelas? Yo creo que cada vez se encuentran más, y he tratado de aportar a ellas mi granito de arena. Ahora, si uno quiere leer exclusivamente sobre ese tema, es posible que los libros se le agoten. Es como el que sólo lee novelas de fantasía en las que haya elfos oscuros, por ejemplo. ¡Espero que los lectores de histórica no caigan en el frikismo exagerado de algunos fans de la fantasía!

Me fascinó la visión del Leontóforo (el descomunal “catamarán”) en “Alejandro y las Águilas de Roma”. Entre eso, la visión in situ del artefacto de Antiquitera y los sugerentes comentarios que hizo Carl Sagan al respecto de la inminente Revolución Industrial griega y todos sus posibles “what if”, me pongo a hiperventilar cosa mala; ¿le atrae la idea de escribir una ucronía sobre el desarrollo tecnológico en un mundo donde los reinos helenísticos consiguieran sobreponerse tanto a Roma como al resto de amenazas (mayormente ellos mismos)? Vamos, una especie de “Roma Eterna” de Silverberg pero bien llevada.
Todavía no he leído “Roma eterna”, aunque es cierto que las críticas que me han llegado no me animan demasiado. En cuanto a la ucronía que me comentas, sí que sería interesante. Uno de los libros que utilicé para Alejandro es The Forgotten Revolution, traducción de un original italiano de Lucio Russo, que postula con sólidos argumentos que los griegos de la época helenística alcanzaron una auténtica revolución científica. En realidad, casi me atrae más la propia época que experimentar con una ucronía.

Obviando el hecho de que en buena parte su interés se centra en el mundo griego, me parecería interesante saber cuál es el procedimiento que lleva a Javier Negrete a elegir los temas de sus novelas. ¿Chispazo divino? ¿Datos disponibles? ¿Posibilidades comerciales(por ser un poco malvado)? En otras palabras, ¿Por qué Temístocles y no Ptolomeo?, ¿por qué Alejandro y no Pericles?
Todo se junta a la hora de elegir una novela, pero suele ocurrir que cuando ya la he escrito no recuerdo por qué pensé en ella. Un ejemplo: “Alejandro y las águilas…” procede de una novela corta que presenté al UPC, “El mito de Er”. En este caso, lo que me interesaba era la astronomía griega. Al situarla en el tiempo, me salía obligatoriamente el siglo IV a.C. o más adelante. Había en esta novela una aventura de exploración, así que pensé: “¿Un explorador dispuesto a llegar hasta los confines del mundo, aunque sea una locura? ¡Alejandro!”. Lo que en ese relato era tan sólo un apunte sugerido al principio, la lucha contra Roma, se convirtió en el argumento central de mi novela.
Dicho esto, creo que Alejandro es más comercial que Ptolomeo, y que las Guerras Médicas atraen más que, por ejemplo, la Pentecontecia. Si tengo varias historias posibles, intento consultar con mis editores para ver cuál tiene más posibilidades.

En los últimos años parece que, de las guerras médicas, el episodio del que más se habla es del de las Termópilas, y no sólo por “300″, sino también por novelas tan alabadas como “Puertas de Fuego”, de Pressfield. Sin embargo, hay quien afirma que Salamina fue la batalla más decisiva no sólo de las guerras médicas, sino de la historia, por cuanto supuso la pervivencia de la civilización occidental. La elección de la temática de su última novela ¿trata de contrapesar esto y poner el acento en la batalla de Salamina y en el personaje clave de dicha batalla, Temístocles?
Supongo que siempre se han elegido las Termópilas porque las historias de sacrifico heroico tienen mucho gancho. De hecho, hay pueblos que celebran sus derrotas, y no sus victorias.
Personalmente, prefería un relato en el que hubiese una victoria. Por otra parte, las Termópilas añadieron aún más lustre a lo que se suele llamar el mirage o “espejismo” espartano, pero no influyeron demasiado en la historia posterior de Esparta.
En cambio, Salamina fue una inyección de confianza brutal para Atenas. Gracias a esa batalla, se convirtió en la principal ciudad de Grecia. De no ser por Salamina, no tendríamos el Partenón —aunque sea a trozos—, ni buena parte de la literatura, la ciencia y la filosofía que se crearon en esa orgullosa e intrépida ciudad.

¿Tú eres de los que piensas que efectivamente Salamina decidió el destino de la civilización occidental toda —y por ende, de la oriental—, o no era tanto lo que se jugaron allí griegos y persas?
Creo que el mundo habría sido distinto. Supongo que, si los persas hubieran vencido en Salamina, no se habría producido el esplendor de Atenas, y seguramente no habríamos tenido, para bien o para mal, un Platón ni un Aristóteles. Tampoco un Alejandro Magno, ni el mundo helenístico… ¿Qué habría sido de Roma? ¿Habría llegado a lo más alto, pero sin helenizarse? ¿O el Imperio Persa habría llegado aún más al oeste y habría devorado a una Roma que todavía estaba en pañales?
Es imposible saberlo, desde luego. Pero la civilización occidental que conocemos no existiría. Aunque por otras causas (la Peste Negra en su caso), creo que quien mejor ha especulado sobre un mundo sin Europa es Kim Stanley Robinson en Tiempos de arroz y sal.

Si una novela tuya no tuviera el éxito esperado (y acabo de leer que te han concedido un premio en Gijón, así que enhorabuena), ¿crees que eso te haría replantearte tu manera de escribir, o pensarías en que la culpa la tendría la mala promoción de la obra, los lectores que no han acabado de entender la novela, etc.?
Mis novelas nunca obtienen el éxito que he esperado, porque yo siempre quiero más :—) Sí, soy un inconformista. Y el caso es que no me puedo quejar (como decía antes, Salamina va por la cuarta edición)…, pero al final siempre me quejo.
De todos modos, procuro estar atento a lo que comentan los lectores para saber qué elementos de una novela funcionan mejor y cuáles peor. Por supuesto, la promoción es muy importante, y es algo que todos peleamos con nuestras editoriales.

¿Afecta de alguna forma su faceta de escritor en la actividad docente? Y ¿a la inversa?
Como escritor que soy, trato de contar historias incluso cuando doy clase. Por supuesto, es más fácil si cuento el nacimiento de Zeus o la batalla de Salamina que cuando tengo que explicar los problemas del aumento en aoristos e imperfectos. Creo que no aburro demasiado a mis alumnos, que ya es algo: si ahora me sentaran a mí seis horas seguidas a escuchar los rollos de otra gente, por interesantes que fueran, me daría algo.
A la inversa… No sabría decirlo. Cuando escribo intento ser didáctico, en el sentido de que lo que cuento sea asequible y cada idea vaya bien separada de las demás. Supongo que los lectores opinarán cuando lean algo mío de no ficción.

¿Por qué, bajo tu punto de vista, perdieron los persas? No pido una ucronía, sólo un razonamiento…
Los grandes imperios siempre acaban llegando a una frontera donde se quedan detenidos. Les pasó, por ejemplo, a los romanos en Germania. (En realidad, tampoco les interesaba mucho conquistarla.)
Aun así, creo que los persas podrían haber vencido y convertido Grecia en una satrapía. Salamina fue, probablemente, una batalla innecesaria: si los persas hubieran esperado unos días, los griegos se habrían dispersado. Otra cosa es si los persas podían esperar. Jerjes no podía quedarse tanto tiempo alejado del corazón de su imperio, y me temo que los gastos de la expedición, con el fasto que siempre acompañaba al Gran Rey, debían de ser exorbitantes. Quizá eso precipitó la gran batalla que Jerjes deseaba: ésa es la hipótesis que planteo en mi novela, y que se parece bastante a la de Cawkwell en The Greek Wars.
Incluso después del error de Salamina, los persas pudieron haber vencido por tierra en Platea, ya que la batalla estuvo bastante igualada. Pero, en general, hubo un problema desde entonces que los persas nunca llegaron a superar: llegados al combate cuerpo a cuerpo, los hoplitas se demostraban superiores. De hecho, la forma de resolverlo de los reyes persas posteriores fue contratar mercenarios griegos para formar el grueso de su infantería de línea.

¿Guerras púnicas o guerras médicas? ¿Cuál tuvo mayor trascendencia?
Pufff, ¿a quién quieres más, a mamá o a papá? Creo que en la historia cualquier cambio puede desatar consecuencias imprevisibles. Estoy leyendo ahora mismo un libro sobre ese tema, El cisne negro, que me está pareciendo apasionante. Uno puede jugar a novelar un mundo en que vencen los persas, o los cartagineses, pero el resultado es tan sólo uno de infinitos estados cuánticos que podrían haberse producido.
No es que me escaquee de la pregunta, de veras. Es que no sabría contestar.

¿Prefiere que los protagonistas de las novelas históricas sean personajes históricos en vez de completamente ficticios?, ¿le parece algo arriesgado de escribir, por las expectativas de los lectores sobre tal o cual personaje?, ¿o por el contrario, más sencillo por estar el personaje ya diseñado, sólo a falta de darle un mayor desarrollo?, ¿qué personaje le ofreció más dificultades, Temístocles, Alejandro… ?
Me gusta mezclar ambos tipos de personaje. Cuando uno retrata a alguien ya muy conocido, como Alejandro, corre un gran riesgo, por supuesto. Hay muchas expectativas, como bien dices. Pero a mí me gusta ser osado en ese sentido. Lo bueno de escribir novela es que resulta bastante barato, comparado con rodar una película. Así que ya que me pongo, me gusta hacerlo como una superproducción, y eso incluye un reparto estelar.
A Temístocles lo retraté más desde dentro. Sabemos lo que piensa él, y en ocasiones lo que piensan o dicen los demás de él. Con Alejandro, en cambio, preferí no mostrar nunca su punto de vista: todo lo que sabemos de él es por cómo lo ven los demás personajes. Y el propio Alejandro adopta papeles distintos según las situaciones y los interlocutores. Lo hice así porque en realidad no nos ha llegado un solo Alejandro, sino muchos: tantos como biógrafos e historiadores.

Hola, en el mundo literario se encuentra con problemas con sus editores, ¿hay alguien que le diga que ese capitulo esta de mas o no debería publicarlo, siente que tiene carta abierta a la hora de publicar? Por ejemplo en su libro de Salamina hay una relación amorosa entre hermanos, ¿por un momento tuvo presión sobre la publicación de este episodio? Y siguiendo con la esplendida pregunta de Vorimir sobre los Pezones, ¿alguna novela erótica ambientada en la antigua Grecia para un futuro cercano?
La única presión que tengo a veces, y no es presión, sino sabio consejo, es cuando la acción se atranca o ralentiza en alguna escena. Nadie me dijo nada de esa relación entre hermanos, que por otra parte era una comidilla de la época. No voy a decir que el incesto entre Cimón y Elpinice sea una verdad histórica, porque nunca se puede asegurar que esas anécdotas lo sean, pero sí que está documentada.
En cuanto a la novela erótica, fue una experiencia interesante escribir “Amada de los dioses”, pero no creo que repita.

¿Cómo comenzó su fascinación por la Antigua Grecia?
El recuerdo más antiguo que tengo es el de leer la Odisea en un librito pequeño, de hojas muy finas, con la traducción de Segalá y Estalella. Yo debía de tener siete años, tal vez ocho. Me gustó tanto que empecé a dibujar un cómic sobre ella. Lo dejé a la primera página: falta de material gráfico para ambientes y vestuarios, y falta de habilidad técnica.
Esta fascinación iba de la mano con la que sentía por Roma. Mi primera novela, escrita a los diez años —en realidad me pasé a la novela porque lo de dibujar cómic no se me daba muy bien— era de romanos. Si luego me decanté por Grecia fue porque la lengua griega me pareció más rara y exótica todavía que el latín, y me especialicé en ella.

¿Herodoto es el padre de la historia o padre de la mentira?
Creo que mentirosos ha habido muchos antes de Heródoto. Historiadores como él, no parece, o no nos han llegado. Con todos sus defectos, sus inexactitudes e ingenuidades, seguiré proclamándolo “padre de la historia”. ¡Qué sería de nosotros sin él!

¿Como profesor cree que ha decaído el estudio del mundo clásico?
Todo lo contrario. Sí, en los planes de estudio el latín y el griego se han reducido. Pero existe cada vez más interés por Grecia y Roma, como se puede comprobar acudiendo a cualquier librería o entrando en Internet en foros como el propio Hislibris.
Lo cual quiere decir que alguien tendrá que seguir estudiando griego y latín para traducir y analizar los textos clásicos y ofrecérselos a los demás lectores.

El éxito—fracaso—indiferencia de una novela, ¿en qué medida depende del lector y en cuál del propio libro? ¿Hay lectores determinados para libros determinados, o todo el monte es orégano? Puesto que es evidente que la tortilla de patatas ha de ser sin cebolla, ¿crees que añadirle unas ralladuras de ajo alteraría mucho su esencia tortillera?
Con ajo no la he probado, pero a mí me gusta con cebolla. En cuanto al éxito de una novela, creo que pasa lo mismo que con el cine. Como decía William Goldman, al que ya he mencionado, “en Hollywood nadie sabe nada”. Pues lo mismo pasa con el mundo editorial. Todos andamos buscando la fórmula mágica.
Ahora bien, aunque hay auténticas patatas —y no en tortilla— que triunfan, creo que la calidad es importante para triunfar. Y, sobre todo, crear personajes que le importen al lector lo suficiente como para que se olvide de la tele o de la consola por un rato.
XXXIX. ‘Salamina’ está dirigida al lector no especializado, ¿escribiendo ‘Salamina’ se ha encontrado con algún hecho que lo dan como cierto las fuentes clásicas (o incluso los historiadores actuales) difícil de hacer creíble al lector actual? Si es así, ¿cómo resolver el problema sin necesidad de recurrir a largas explicaciones?
Creo que lo que más puede extrañar es el uso de la dioptra, esa especie de catalejo. Tal como lo he contado, hablando primero de los cristales de roca para quemar, parece que los lectores lo han aceptado. De todos modos, en el apéndice dejo bien claro que sólo es una hipótesis.
De haber seguido a Heródoto al pie de la letra, habrían aparecido elementos más inverosímiles. Ejércitos de millones de hombres, tempestades milagrosas desatadas por los dioses… Pero he procurado racionalizar bastante.

El ágil desarrollo de la trama y la atractiva personalidad de los personajes en sus novelas le hace sentir a uno que está leyendo una [buena] película… ¿Qué opinión le merecen las “últimas” producciones históricas de Hollywood en términos generales (Troya, Alexander, King Arthur, El Reino de los Cielos…)? ¿Cuál sería su receta para que una película de este género guste a los espectadores y no escandalice a los historiadores?
De las que mencionas, sólo me gustó Troya. No entro en lo histórico, sólo en la película en sí. Me gustaron las interpretaciones, la mayor parte del guión (el final un poco menos).
Alejandro me pareció un poco tostón. Sólo salvaría la batalla de Gaugamela. Históricamente había alguna que otra patadita, como esa mezcla de la batalla del Hidaspes con la toma de la ciudad de los malios, pero creo que la ambientación estaba bien.
La del rey Arturo me pareció más mala que la carne de pescuezo, y con El reino de los cielos me aburrí un poco.
300, si no la consideramos cine histórico, me resultó entretenida. Me da un poco de miedo, por cierto, lo que pueda hacer su director con Watchmen, aunque por supuesto iré a verla en cuanto se estrene.
Lo de escandalizar a los historiadores no me preocupa demasiado. Hay muchos de ellos que abominan de las novelas históricas per se, así que… Prefiero que haya rigor histórico, por supuesto, pero lo más importante en cualquier película es lo que menos cuesta y, paradójicamente, más falla en estos tiempos: el guión.

¿Por qué escogió un pasaje de la historia especialmente importante en el tema naval cuando usted reconoce que no es su punto fuerte?
Hombre, no es mi punto fuerte porque no soy marino, pero creo que eso le pasa a la mayoría de la gente. Tampoco nací siendo hoplita :—) Todo es cuestión de documentarse, preguntar… Hemingway decía: “Escribe de lo que conozcas”, pero a veces un novelista, si no quiere escribir siempre lo mismo, tiene que meterse en berenjenales complicados. Por supuesto, los auténticos expertos en algo suelen arrugar la nariz cuando leen una novela que toca su campo. Pero como, precisamente, existen expertos, los novelistas podemos aprovechar su sabiduría y sus consejos. En el caso de la marina y la guerra naval en Grecia, creo que he podido manejar los textos más importantes, como el Ships and Seamanships in the Ancient World de Casson, The Age of the Galley o el estudio sobre la construcción de la nave Olimpias.

En los últimos años autores españoles relacionados con el género fantástico se están acercando al género histórico, bien abordándolo directamente o bien fusionando en cierta medida ambos géneros. ¿Crees que se debe a una transformación natural del interés de los autores o es que el Fantástico, como el crimen, “no paga”?
Los autores con los que más he hablado, como León Arsenal o Juan Miguel Aguilera, son tipos inquietos, como yo, a los que les gusta experimentar con todas las posibilidades de la literatura de género. Es verdad que los lectores tienden a encasillar a sus autores, pero a nosotros nos gusta hacer como a Houdini y escaparnos de los grilletes de vez en cuando :—)
Aparte, por el momento la novela histórica en España tiene un público más amplio que la fantasía. Lo cual no quiere decir, ojo, que el fantástico no pueda vender.

En la Feria del Libro tuve la maldad, lo reconozco, de pedirte que me recomendases uno de entre dos de tus libros: “Señores del Olimpo” o “Alejandro y las Águilas de Roma” (es lo que tiene encontrar la caseta a última hora y con el bolsillo esquilmado). Tu respuesta me llamó la atención:”Alejandro, porque desparramo menos”. ¿Necesitas hacer un ejercicio de contención al escribir? ¿O es solo que piensas que el lector medio es menos proclive a disfrutar de ese tipo de “excesos”?
Sí, sin conocer personalmente a alguien doy por supuesto que los elementos más fantásticos pueden espantarlo. De todos modos, al escribir no me contengo demasiado. Cierto que en “Salamina”, por ejemplo, no vemos a dioses superpoderosos ni a nadie con poderes mágicos. Pero si se me ocurre un giro de la trama que a primera vista puede parecer descabellado, en vez de apartarlo de mi mente procuro explorar adónde me lleva. Y al final suelo elegir ese camino.

Por favor, a bote pronto, los primeros que te vengan a la cabeza… recomiéndanos un par de libros; O tres…
El tejido de la espada de J. M. Pallarés, que ya he comentado. Es fantasía, pero con toques de novela histórica y buenas batallas.
La boca del Nilo, de León Arsenal. Creo que sus premios y sus varias ediciones la avalan.
La serie sobre Roma de Colleen McCullough. Tiene sus detractores, lo sé, y como toda obra de tal ambición y volumen hay defectos en ella. Pero en pocas novelas históricas me he sentido tan dentro de la época.

¿Con qué parte o aspecto del libro ‘Salamina’ quedó menos contento?
Creo que debería haber más sexo, ¿no os parece? ;—)

FRIKI-TEST:

1. Tus tres libros favoritos
No sabría decir si son mis favoritos, pero los he leído muchas veces:
El señor de los anillos.
El lazo de púrpura.
La colina de Watership.
Dune.
¡Vaya, he dicho cuatro!

2. Un libro que no hayas podido terminar
Con el Ulises debí batir el récord: leí siete páginas. Si me reencarno en vigilante de faro, a lo mejor me lo leo. No voy a negar su importancia literaria, que es un monumento, etc. Pero no me lo voy a leer.

3. ¿Cuántos libros tienes?
Demasiados. Antes los contaba, pero ahora prefiero no hacerlo. La doble fila ocupa ya todo mi despacho, y tengo libros embalados en el desván de un amigo. Pero no dejo de comprar…

4. Un libro que te ha gustado pero te da vergüenza reconocerlo
Como me da vergüenza no lo digo…
La verdad es que no lo sé.

5. El último libro que has leído
Predictably Irrational, de Dan Ariely, un estudio a medias psicológico y a medias económico sobre el comportamiento humano.

6. El que estás leyendo ahora
En no ficción, Volcanoes in Human History. En novela, tengo empezados uno de la Atlántida que no me está gustando nada y El sindicato de policía yiddish de Michael Chabon, que será el que acabe. Me gusta mucho cómo escribe Chabon.

7. El último que has comprado
Ayer mismo compré La sociedad de la mentira, publicado por Zenith.

8. Tapa dura o bolsillo
Me gustan los de bolsillo, pero no éstos que se empeñan en cerrarse y que para mantenerlos abiertos hay que hacer tanta fuerza que uno acaba con calambres en las manos.

9. El libro escrito por ti del que te sientas más orgulloso
Aparte de Salamina, que es el último, El espíritu del mago.

10. ¿Dónde lees?
En el sofá del salón, sentado en mi despacho con un atril o en la cama. Cuando voy a la playa, tumbado sobre la toalla. En todas partes.

11. ¿Cómo ordenas los libros?
Ah, pero ¿los libros se ordenan? Ya decía yo que a veces no los encuentro… Intento juntar en mi despacho, lo más cerca de mí, los que tienen que ver con Grecia y la Antigüedad, o con lo que estoy escribiendo en ese momento. Los demás los destierro a otras habitaciones. Pero todo de forma bastante caótica.

12. Tu libro más valioso
No soy realmente bibliófico. Tengo La Historia de España de Modesto Lafuente, que heredé de mi rama materna, los Medina. Luego, algunos libros que me han costado un dinerillo, como los seis tomos del Corominas.

13. ¿Qué usas para marcar la página?
Todo lo que pillo a mano. Últimamente, tengo un paquetito de marcapáginas de Señores del Olimpo, así que veo a Zeus por todas partes.

14. ¿Escribes anotaciones en los libros?
A veces sí. Procuro hacerlo con portaminas, pero si sólo tengo un rotulador no me corto. Compro muchos libros de segunda mano, y siempre es interesante ver las anotaciones de otros.

15. La tortilla de patata, ¿con o sin cebolla?
Con cebolla.

     

42 comentarios en “Entrevista a Javier Negrete

  1. juanrio dice:

    Gracias Javieres. Interesantísima entrevista. Encima le gustá La colina de Watership….Ojala todas fueran como esta y la de Haefs. Ojo a su recomendación sobre la novela de Pallarés que me parece que este hombre tiene buen gusto.

  2. Marbenes dice:

    Ah, cómo alegra el espíritu que una celebridad comparta gustos (por lo del Ulises, no por la tortilla de patatas que ha de ser sin cebolla por supuesto).

    Un placer de entrevista que hay que agradecerle mucho disponiendo de tan poco tiempo porque es larga, muy larga, y enjundiosa. Gracias!

  3. Incitatus dice:

    Buena entrevista con buenas respuestas. Enhorabuena Javier, gran novela Salamina, para mi la mejor del año.

    (Coincido con lo del Ulises, y con la tortilla, sin cebolla es como un pan sin sal)

  4. cavilius dice:

    Estupendas respuestas, a la altura de no menos estupendas preguntas. Buen trabajo, Javi, y gracias a Javier Negrete por su tiempo.

    (Por cierto, en una de las preguntas, creo que la número 22, parece que la respuesta se ha quedado a medias…).

  5. Vorimir dice:

    Jejeje, que buenas respuestas, me gusta como ha respondido a lo de los pezones.

    Impaciente por leer la próxima…

  6. Clío dice:

    Vaya! no he leido nada de Javier, pero prometo empezar, me ha gustado la entrevista, me ha gustado que haya leido a Nuñez Alonso tantas veces como yo (aunque creo que le gano) y que se quiera convertir en Plinio con eso de los volcanes, aunque espero que con más cuidado que «el viejo». En fin, ¿he dicho ya que me ha gustado la entrevista y las respuestas?….

  7. Urogallo de Nivaria dice:

    Puede que sea cierto que hay vida después de Martin…¿Pero la había antes?.

    Terrible cuestión.

  8. Valeria dice:

    A mí sólo me queda agradecerle el tiempo y el interés que le ha dedicado, que se le nota. Pues ¡Gracias, Javier!. Y apunto «El tejido de la espada».
    Y Cavi, por más que sutilmente lo intentes con tus preguntas, no conseguirás que algunos dejen de echarle cebolla a la tortilla.
    Uro, me alegra leerte de nuevo por acá.

  9. Atilio dice:

    Si algo ha conseguido es que me entren unas ganas repentinas de ir a la librería más cercana. ¡Ojalá, Juanrio, ojalá todas fueran como ésta!

    A ver cómo ser porta Reverte…

  10. Koenig dice:

    No quiero quedarme sin agradecer a Javier Negrete sus respuestas, así que allá va.

    GRACIAS.

    Curiosamente sus libros favoritos, menos el de «La Colina de Watership», que no he leído pero me lo pensaré, alcanzan un alto nivel en mi lista de favoritos. Me pensaré eso de escribir una novela.

    Y con respecto a la tortilla, o con cebolla, o sin patatas.

    Saludos.

  11. Messala dice:

    Unas respuestas muy jugosas. Sólo ¡diez meses! para escribir Salamina. Uff.

    Por supuesto, la tortilla de patata con cebolla.

    Un saludo.

  12. Fran dice:

    GRACIAS por esta interesantísima entrevista (y larguísima: santa paciencia la tuya, Javier).

    Por cierto, hace unos meses regalé a mi novia «Señores del Olimpo» y disfrutó muchísimo. Ella adora la fantasía y la mitología, así que terminó tu novela entusiasmada.

  13. ¿Que le gustó Troya?
    Válgame el cielo, y lo único que le gustó de Alejandro fue la batallita.
    Pues vaya.

  14. Javier Negrete dice:

    Qué le vamos a hacer, ya se sabe que con las películas, como con la tortilla, todo es cuestión de gustos :-)

    Troya me parece entretenida, aunque se tome muchas libertades, y en algunos momentos, sobre todo en la rivalidad Héctor – Aquiles, me transmite espíritu homérico. Con el Alejandro de Stone no conecto en ningún momento. Como me decía mi amigo Poli Sánchez, profesor de historia antigua, en una fiesta: «Si Alejandro entrara aquí ahora mismo y nos dijera que lo siguiéramos al fin del mundo, lo haríamos. Pero si lo hiciera Colin Farrell…»

    Como que no, vamos.

    Por lo demás, muchas gracias por vuestros comentarios. Es verdad que se me quedó una contestación a medias. Pero va a seguir así, porque no tengo ni idea de qué pensaba decir luego :-(

    Un saludo.

  15. Sinceramente, creo que Troya es una broma pesada.
    Un asedio que duró años y años y que en la película se resume en un par de días, por poner un ejemplo, y Brad Pitt (que es un actor que me encanta) poniendo posturitas y morritos…
    Efectos especiales al margen, si excluimos el corta y pega de las embarcaciones griegas en el mar (todas separadas exactamente por la misma distancia), creo que lo demás no vale mucho, y sólo me quedo con la actuación (digo personajes) de Príamo, Hector, Agamenón y Menelao.

    En cuanto a Ajejandro, sinceramente me encantó la sensación de claustrofobia de la batalla ante el Rey Poros, aunque lo más interesante fue que no se centró exclusivamente en las batallas, y trató de refugiarse más en los personajes.

    No obstante, reconozco que el profesor Sánchez tiene toda la razón del mundo.

  16. pepe dice:

    Enhorabuena por la entrevista, creo que Javier Negrete ha ganado admiradores por el interés y la seriedad con que se la ha tomado. Me alegra especialmente, como a Valeria, volver a leer a Urogallo después de una larga ausencia.

  17. Anraman dice:

    Muy buenas Javier, gracias por la entrevista y, por cierto, enhorabuena por el premio Utopiales que le han dado los galos a Señores del Olimpo :-)

  18. Uther dice:

    Gracias por las respuetsas tan detallas que nos has dado. El otro día tuve en mis manos El Tejido de la Espada, de haber leido antes tu recomendación sin duda habría caido, porque por si sóla ya me atraía.saludos.

  19. Anraman dice:

    Ah, yo lo tengo en la pila, caerá pronto, aunque lo he hojeado y pinta bien. Ni la fantasía «anglo» se acaba en Martin ni la española en Javier Negrete ;)

  20. Javier Negretee dice:

    No os arrepentiréis de leerlo, eso seguro. Por cierto, en Fantasymundo podéis leer la reseña que hice sobre «El tejido de la espada», y también una entrevista con el autor. Sabe un egg de la Edad Media.

  21. Antonio Penadés dice:

    Enhorabuena a ambos Javieres por la entrevista, ha estado muy bien.

    Eso sí, me he quedado cuajado con lo de los diez meses…

  22. cavilius dice:

    Diez meses de dedicación exclusiva, o sea, tal como yo lo entiendo, delante del ordenador, termo de café a la derecha, bocadillo de tortilla de patatas a a la izquierda, y teclapacá-teclapallá. Porque de preparación documental previa, supongo que bastante más tiempo.

  23. Antonio Penadés dice:

    Hombre, el bocadillo te lo comes y ya está, no lo tienes todo el día a la izquierda del ordenador…

  24. cavilius dice:

    «Te lo comes y ya está», «te lo comes y ya está»… Hombre, dependerá de si lleva cebolla o no, digo yo…

  25. Antonio Penadés dice:

    Seguro que el teclado se te pringa de aceite.

  26. Clío dice:

    Que sensación tan…..pringosa!

  27. Aretes dice:

    ¿y las miguitas metiéndose en el teclado? Claro, luego no sale la letra en cuestión…

  28. Germánico dice:

    Oye, Javier, no sé cuántas veces he estado a punto de comprar «El sindicato de la policía yiddish» (hoy mismo, sin ir más lejos). Pero no sé… el argumento me parece que busca tanto la originalidad que desconfío. ¿La recomiendas? ¿Qué tal «La solución final», del mismo autor? Es que no he leído nada de él, pero veo que tú sí.

    Y la tortilla sin, por supuesto.

  29. Laurence dice:

    Sí que es de agradecer una entrevista así, sí. Y sí que me han gustado las respuestas. Y sí que me han entrado ganas de irme directamente a la librería a por un par de libros. Y sí que esto es una ruina…. jajaja. En cualquier caso, ya tenía a Salamina y Señores del Olimpo en la lista de compras, pero después de leer la reseña que ha hecho de «El tejido de la espada» habrá que añadirlo a la lista también.

    Saludos.

  30. Javier Negrete dice:

    Corrijo:

    De momento me he atrancado con «El sindicato…». Pero será porque no tengo mucho tiempo para leer, supongo.

  31. Germánico dice:

    ¿Y el que te pregunto de «La solución final», del mismo autor? ¿Los has leído?

  32. Javier Negrete dice:

    No, sólo he leído «Chicos prodigiosos» -creo que era así el título del libro- y «Cavalier y Klay».

  33. Germánico dice:

    Vale. Gracias.

  34. Tiopúas dice:

    Bueno, quiero empezar felicitando a mi nuevo descubrimiento, el para mí (y sólo he leído una novela y sus participaciones en los foros -también me gustan sus respuestas-), grande Javier Negrete. Todo un feliz hallazgo. Es desde hace poco que estoy enganchado a todo lo que huele a batallas del mundo griego (ya he comentado en algún otor hilo que tras la lectura casual de La Campaña Afgana) y estando en una librería buscaba algo de ese estilo y vi Salamina con ese pedazo de portada impactante. Leí la contraportada y me dije «esto es lo que estoy buscando». El resultado es que he disfruta do como un enano leyéndola y no hago más que recomendarla.
    Ahora, me fío al cien por cien de sus recomendaciones y este fin de semana he comprado El tejido de La Espada, que se lo regalará a mi hermano en navidades y más adelante se lo pediré :-)
    Estando allí comprando pregunté or Vientos de Guerra, La Conquista de Alejandro, Armas de Grecia y Roma y Alejandro y las Agilas de Roma y…¡No tenían ninguno! Encima, cuando le pregunté a la señorita por «La conquista de Alejandro Magno», me preguntó ¡si Alejandro era el autor! En fin…

  35. Germánico dice:

    Bueno, no es de lo peor que he escuchado. Una vez pregunté en una librería por «El cuervo», de Poe, y me mandaron a la sección de Zoología…

  36. Messala dice:

    En el Corte Inglés tienen «Alejandro Magno y las águilas de Roma» en la sección de biografías…

  37. Germánico dice:

    Me voy a colar en alguna librería y voy a poner los libros de «El encantador de perros» en la sección de Autoayuda.

  38. Tiopúas dice:

    Bueno, ayer me compré Alejandro y las Águilas de Roma (y La Conqusta de Alejndro Magno). Empecé a ojearlo y tiene muy buena pinta, ya en la segunda página quieren cargarse a Alejandro :-)
    Espero impaciente a terminar lo que tengo entre manos para meterme con él.

  39. carcaba dice:

    Felicidades y gracias Javier por escribir un libro como Salamina.

    En estos tiempos que tan de moda se ha puesto la novela histórica y salen libros de dudosa calidad el tuyo me ha hecho disfrutar y algo que considero importante cuando leo, he aprendido mucho sobre unos acontecimientos que pienso fueron fundamentales para lo que hoy conocemos como mundo occidental.

  40. Pamplinas dice:

    Vaya, yo buscando por interné y tenía la respuesta en casa :)

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