ENIGMÁTICO EDIPO. MITO Y TRAGEDIA – Carlos García Gual

En el principio fue el mito… Conocemos el mito de Edipo: hijo de Layo, rey de Tebas, y de Yocasta, se había profetizado que mataría a su padre, por lo cual fue abandonado, con los pies lacerados (de ahí su nombre), y recogido por Pólibo, rey de Corinto. Una vez adulto, temiendo cumplir la profecía con quien pensaba que era su padre, abandonó Cornto. En un encuentro preparado por el destino, en una encrucijada, Edipo mató a Layo y, tras resolver el enigma de la Esfinge (que asolaba Tebas con su mal), salvó la ciudad y se casó con Yocasta, sin saber que era su madre. Pasaron los años, Edipo y Yocasta tuvieron hijos, pero los dioses castigaron a Tebas por el parricidio cometido trayendo la peste y el dolor. Se descubrió la verdad, Yocasta se suicidó y Edipo se arrancó los ojos, desterrándose de Tebas para morir en la ignominia. Este era el mito. Reinterpretado. Reinventado. Como lo hizo Sófocles con Edipo rey, reinterpretando el mito. El mito se convertía en «la conquista de la verdad –el conocimiento de uno mismo– a costa del propio sufrimiento y en eso estriba la peripecia [péripeteia] trágica de su protagonista, inocente y criminal» (p. 245).

Con este texto «polifónico», en palabras del propio autor, Carlos García Gual nos acerca al mito y la tragedia de Edipo. El mito subyacía, desde antiguo, recitado y transmitido de generación en generación, y luego pasó a la tragedia. Sófocles escogió una parte del mito y nos legó una tragedia que veinticinco siglos después puede leerse de muchas maneras: una investigación policíaca, en la que el detective, el asesino y el castigador son la misma persona (Edipo); una lectura del adagio délfico «conócete a ti mismo», que el protagonista experimenta en su propia persona; una historia del dolor soterrado que sobresale inevitablemente y que nos lleva a interrogarnos sobre la propia condición humana; un drama familiar en el que la culpa y el castigo son ineludibles y en los que el culpable es al mismo tiempo una víctima. La tragedia de Sófocles trata también sobre el destino (y la caída) de un héroe no épico, sobre la «inversión de la fortuna. El héroe que al comienzo está en lo alto de su poderío ve cómo, en un brusco viraje, por sus errores, su gloria acaba en una citación catastrófica» (p. 128). El hombre sabio que por culpa de su hybris cae en la arrogancia; el hombre que se consideraba clarividente y que al descubrir la verdad se arranca los ojos y queda ciego; el hombre que «avanza en una cierta penumbra» y que, ignorante de su destino, cae en el error (hamartía) para luego asumir la anagnórisis, el reconocimiento del sentido real de las acciones pasadas.

Enigmático Edipo. Mito y tragedia (Fondo de Cultura Económica, 2012) parte, pues del mito, que García Gual desentraña y desgrana para que el lector conozca el origen del texto de Sófocles. Edipo rey es quizá la obra maestra del trágico ateniense y García Gual la presenta, en la primera parte del libro, otra vez traducida, para posteriormente analizarla –en relación con el mito– y escudriñar cuál es el proceso creativo de Sófocles, la grandeza de su obra, la perfección de su estructura dramática, el legado que ha dejado en la posteridad (con sus reinterpretaciones, adaptaciones y desviaciones, de Séneca a Dürrenmatt, pasando por Freud y el peso del psicoanálisis). Comprender el mito –«el de un héroe que intenta escapar a su destino y triunfa y fracasa a la vez; que vence al monstruo y al mismo tiempo descubre su propia monstruosidad; que descifra en enigma y es para sí mismo un enigma»– supone llegar a la tragedia de Sófocles. Es precisamente la reinterpretación del mito la base de todo aquello que conocemos de Edipo, que nos conmueve y que remite a su cruel destino. Es la historia del hombre que se buscaba a sí mismo y que se encontró con el dolor: «el drama de la búsqueda de la verdad, que comienza por la investigación de un lejano asesinato no vengado y concluye en el descubrimiento de la verdadera identidad de Edipo. El contraste entre la apariencia y la verdad –doxa y alétheia en términos griegos– es uno de los grandes temas del pensamiento filosófico antiguo, y también es el núcleo de esta versión sofoclea del mito. El final catastrófica de Edipo rey envuelve una cruel paradoja: la verdad se ha abierto camino, y al fin Edipo sabe quién es y su busca concluye con éxito; Layo queda vengado, y la ciudad liberada de la peste; pero es a costa de la muerte de Yocasta y la ceguera y expulsión del noble buscador de la verdad. Esa es la lección trágica que extrae Sófocles a partir del antiguo relato; la grandeza se paga con dolor» (pp. 272-273).

Este libro, de lectura ágil, de sustrato eminentemente antropológico, nos muestra a Edipo una vez más, o quizá por primera vez. Nos atrapa y nos empuja a conocer las raíces de un mito, su adaptación, sus múltiples interpretaciones, su poso en el imaginario colectivo. Su peso en la cultura occidental, en última instancia.

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16 comentarios en “ENIGMÁTICO EDIPO. MITO Y TRAGEDIA – Carlos García Gual

  1. Javi_LR dice:

    Si terminabamos el año con Rodri, ¡qué mejor que empezar con Farsalia! Repetimos costumbres del pasado año ;o) Además, Edipo…, Carlos García Gual… Debilidades de un servidor.

    ¡Saaalud!

  2. Vorimir dice:

    Gran elección Javi. Aun no he leído nada malo o aburrido del sr García Gual y parece que esta no sería tampoco el caso.
    Enhorabuena a Farsalia por la reseña.

  3. Farsalia dice:

    Gracias, maj@s. ;-)

    El libro, como el de Prometeo también en FCE, es una delicia.

  4. Josep dice:

    Edipo, Layo… Me suenan de algo, pero ahora no caigo ;)

  5. Nausícaa dice:

    Estupenda reseña, Farsalia. Muy interesante esta visión del mito; :) entran muchas ganas de echarle un ojo ;)

  6. cavilius dice:

    Lo tengo ojeado y a tiro, a ver si acabo de decidirme. Sin duda Edipo Rey es, en mi opinión y aunque confieso que tengo aún alguna obra de Eurípides pendiente de leer, la mejor de las tragedias griegas que nos han llegado. Una obra redonda, circular, esférica… o sea: perfecta.

  7. Farsalia dice:

    Un ojo… o dos, Nausicaa. ;-)

  8. Clodoveo11 dice:

    Nunca he comprendido qué enseñanza moralista sacaban los griegos de mitos como éste, en el que el hombre es un guiñapo al antojo de las decisiones de los dioses. Los dioses marcan su destino, le llevan a tomar decisiones aparentemente libres pero en el fondo teledirigidas por ellos y encima le hacen sentirse culpable. Algo parecido al asunto de Adán y Eva y la manzana, en el que de nuevo la omnisciencia divina le lleva al hombre por la calle de la amargura. Y en el trasfondo, así como en el mito prometeico, una inquina de los dioses al hombre nunca suficientemente explicada. En fin, no es extraño que con cosas como éstas naciese la filosofía para explorar alternativas más lógicas y realistas.

    Feliz año a todos, o por lo menos más alegre.

  9. Antígono el Tuerto dice:

    Hombre, Clodoveo, en primer lugar el concepto de divinidad que tenían los griegos es muy distinto del que podemos tener en la actualidad, en nuestro universo cultural la divinidad es fuente de todas las virtudes y actúa siempre bondadosamente. Pero entre los griegos los dioses no tenían porque ser virtuosos, justos o bondadosos, eran dioses y no había nada más que discutir.
    En el mito de Edipo hay una crítica velada a la hybris y como los dioses ciegan (metafóricamente como físicamente) a aquellos que transgreden las leyes divinas (aún sin conocerlas).
    Por cierto, gran reseña Farsalia de este mito sólo tenía la versión que Graves daba en sus (para mi) muy escuetos Mitos Griegos. Y del autor tengo por casa una breve introducción a la mitología griega que es muy buena (al menos en mi humilde opinión).

    1. Javi_LR dice:

      Ay qué ganas de entrar en la conversación, ay qué ganas… Apasionante el debate que se está empezando a forjar, sin duda. Además, estoy completamente seguro de que Carlos lo estará leyendo.

      Clodoveo11, tan solo un apunte, que por poco desarrollado resultará muy simplista: sin eso que comentas, precisamente, no hubiera existido ningún tipo de tragedia. Esa, y no otra a mi juicio, es la esencia más diferenciadora del «género», si se me permite llamarla así. En cuanto a la enseñanza moralista, no veo por qué un mito ha de tenerla.

      En cuanto al concepto de culpa griego, que podríamos simplificar (de nuevo, perdonad) como «sin excusas», daría para otro debate entero.

      En fin, ya digo, apasionantes cuestiones. Incluso para un romano.

  10. Vorimir dice:

    Ni para los griegos, los romanos, los egipcios, los israelitas, los pueblos nórdicos y celtas… :D

  11. Clodoveo11 dice:

    Precisamente por eso, Antígono, los cerebros helénicos se pusieron a trabajar en un momento dado: un universo en el que unos dioses poco o nada diferentes a nosotros imponen unas reglas desconocidas o arbitrarias dejó de ser convincente para ciertos reflexivos. O jugamos todos, o rompemos la baraja. Aparte de que resulta muy poco fiable como generador de una naturaleza crecientemente compleja. Precisamente fue posteriormente al nacimiento de la filosofñía y pensamiento lógico en que la religión se escabulló por el monoteísmo «dual» que diferenciaba la contradictoria y caduca condición humana en dioses buenos (creadores, benefactores humanos) y malos (demonios, trasgos diversos, etc) igualmente inaccesibles pero diferenciados en su arbitrariedad.

    Javi: por lo que yo sé, sí que un mito cumplía una función moralista. Los mitos se escenificaban en el teatro para educación (paideia) popular y ciudadana, para la «catarsis», cosa por la que a Platón le parecían peligrosos (excepto los que diseñaba él, claro). Resultaban ser trágicos para el hombre por sus consecuencias, pero seguramente para un pensador reflexivo esa auto-atribución de culpa sin justificación llegaría en un momento dado a parecerle absurda. Y, sin embargo, las religiones han seguido agarrándose al concepto de culpa como sistema de control sobre el hombre. Como ya sabemos, la religión griega no era dogmática, pero quizá por la estructura atomizada de la sociedad griega o ciudadana que lo dificultaba: sin embargo, la manía de acogotar al personal con la culpa autoimpuesta ya existía, así como la necesidad de ritos absurdos para aplacarla.

    Perdón por el rollo pre-epifánico.

    1. Javi_LR dice:

      Clodoveo11, sí, efectivamente si hablamos de moral como una serie de costumbres, los griegos de época clásica le daban ese uso, pero nunca hay que olvidar que para un heleno no existían categóricos morales. Creo que eso es fundamental en todo este tema, y si leemos todo esto bajo nuestro prisma actual posiblemente nos quedemos lejos de tan siquiera intuir (dichoso el que conozca) cómo pensaban aquellos hombres y, sobre todo, la importancia real del mito y sus potenciales funciones, ya sean explicativas, consecutivas, causales…

      En cuanto a la «auto-aplicación de culpa sin justificación», no la veo tal, a no ser que la juzgue bajo esos parámetros categóricos antes expuestos. Ellos eran pesimistas, eran parte de un juego llamado mundo, inmersos en una lucha por ser dueños de su destino, un destino que se les escapaba y que marcaba todo, pero del cual eran responsables. Los dioses manipulaban aquel tablero a su antojo, y el hombre se sentía dueño solo de lo que le rodeaba, de lo que veía, de lo que hacía, y a veces ni de eso. Para un griego de esta época, lo que le cercaba moralmente hablando era potencial, accesorio, sin proposiciones necesariamente verdaderas. La fuerza de la tragedia griega reside ahí mismo, en ese juego de dioses, destinos y contingencias.

      Dices también: «Resultaban ser trágicos para el hombre por sus consecuencias», pero las consecuencias no son trágicas. Son malas, terminales, mortales, etc., pero no trágicas ni fatalistas, entiendo. Lo fatalista, lo trágico, es el proceso. El destino como hado no es el futuro, no es una meta, sino un camino de cadenas. Un pensador reflexivo, como tú dices, no sé bien si es capaz de salir de este embrollo, pues en todo esto hay más reflexión y sabiduría que la aparente. Que el hombre moderno se crea dueño de su destino no quiere decir que tenga razón. A veces, y es algo que ya hemos hablado en el foro, la causalidad se impone irremediablemente en el hombre, y uno se ve efectivamente como un guiñapo. Quizá no en manos de dioses, pero sí, como diría Ortega, en manos de las circunstancias, o de fuerzas que ni entendemos ni lograremos conocer. Y esto no es religión, sino una inquietud humana profundísima a mi entender. Vivimos, en este aspecto, una época poco trágica. Hemos cogido las riendas de nuestra vida, pero ¿en realidad o en apariencia? Y, paradójicamente, nos hemos librado de responsabilidades.

      En fin, disculpadme a mí ahora por mi rollo seudo-de-todo. Y un placer, Clodoveo11.

  12. Antígono el Tuerto dice:

    La filosofía no cambió mucho, el período helenístico vivió una explosión de nuevas religiones y nuevos cultos que sustituirían a los viejos, es más, las nuevas religiones se hicieron filosóficas, con lo cual la filosofía se veía absorvida por los nuevos cultos.
    Además, muchos filósofos eran hombres increíblemente religiosos y supersticiosos, el mito del filósofo racionalista es eso, un mito. Pitágoras es un buen ejemplo.

  13. Clodoveo11 dice:

    Estoy de acuerdo con lo que decís sobre el pensamiento religioso de los griegos, y con que su incipiente filosofar era muy parcial. Pero sigue pareciéndome que llegó un momento en que pugnaron por romper ese fatalismo que ofrecía el mito en pos de un consuelo que éste le negaba. Y lo hace tanto por la vía religiosa (salvacionismo) como por la reflexiva. Sí, aceptaban la muerte como algo inevitable, pero no les hacía gracia morirse, igual que a nosotros; otra cosa es que lo asuman como parte del juego. Por eso creo que el mito, que cumpliría una función social o religiosa en su momento, resultó absurdo para algunos cuando entrevieron que ya era bastante aleatorio el transcurrir humano como para que vinieran dioses arbitrarios a marcarlo. Las religiones posteriores sí que ofrecían una esperanza al hombre en el sentido de que marcaban reglas (dogmas) que cumplir con las que cargar el mochuelo al pobre hombre si la ciscaba, y por ello fueron más consoladoras y seguidas masivamente, aunque no sé si para mejor.

    Interesante debate y reflexiones, sin duda.

  14. Antígono el Tuerto dice:

    Las religiones mistéricas fueron muy seguidas, aunque su gran boom sería durante el helenismo, ya existían previamente. Tenemos el culto a Dionisos, el orfismo, el pitagorismo, etc….
    Pero por mucho que se diga, no hay una gran ruptura entre los filósofos griegos y la religión griega, la mayoría de ellos eran hombres provenientes de la aristocracia, y muy conservadores.

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