EL VANO AYER – Isaac Rosa

Ya tenemos aquí otro 20-N, y este año parece que la fecha viene a sumarse a la moda que desde hace un tiempo nutre los quioscos, las librerías y hasta el parlamento. Señores, estamos de revival, aunque sólo sea para coger municiones. Hace unos años le tocó a la Transición – así, con mayúsculas antonomásticas- y ahora es la guerra civil la que parece ser redescubierta, entre otras razones porque a los narradores de siempre se han sumando los Moas y Vidales, a quienes por cierto tampoco faltan altavoces, contradiciendo los argumentos «de siempre» – para los que nacimos en los 70, quiero decir- aunque para ello no hagan sino rescatar los argumentos de ese otro «siempre» que nosotros, en nuestra infancia feliz y recién democrática, no conocimos. Y quiero pensar que ese redescubrimiento también obedece a un interés de las nuevas generaciones por saber por si mismos la historia de todos nosotros, pero eso ya es otro tema.

El caso es que una vez más nos encontramos con el pasado, con la memoria, la que nos han contado y la que hemos aprendido. Mejor dicho, con el discurso de la memoria, con la forma en que éste se construye y la manera en que la asumimos. De esa memoria construida y de cómo nos ha sido legada trata esta novela, escrita por un autor – me parece relevante decirlo- nacido en 1974.

Ya lo hemos dicho: nos salen por las orejas los libros que tratan la guerra y la figura de Franco. Pero tengo la sensación de que del 39 se pasa con bastante facilidad a la transición democrática y de que se despachan los años del franquismo con una serie de tópicos recurrentes (los cimientos del desarrollo, la modernización, la represión inicial y el aperturismo, etc) que no responden a todas las preguntas. Es precisamente en esos años en los que transcurre esta novela, ambiciosa en cuanto que pretende ser necesaria, y que se aleja tanto de la cómoda descripción costumbrista y jovial de la familia en 600 como de la cargante rebeldía de verano de la gauche divine y sus excursiones parisinas.

La trama, básicamente, es la que sigue: hojeando los libros que tratan la represión del franquismo, el autor escoge arbitrariamente el nombre de uno de los represaliados, un nombre entre muchos, y rescata así del olvido a Julio Denis, profesor expulsado de la Complutense en los años 60, para a partir de él desmadejar una historia en la que aparecen grises, guardias civiles, comisarios, torturadores, chivatos y universitarios, destacando entre ellos un líder estudiantil desaparecido en las vísperas de una huelga general, y visto por última vez en la famosa Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol, presentada como casa de los horrores del régimen y que en la novela tiene más realidad que muchos personajes.

Hay que decir que la novela es también un juego de espejos en el que el narrador nos presenta la historia desde distintas perspectivas, construyendo una novela en marcha y mostrando a cada paso el andamiaje y las trampas de rigor. Utilizando distintos registros, pretende mostrar cómo puede contarse la historia para que todo sea cómodo, hilarante o macabro según se quiera. El riesgo que tiene es que, como avisa el propio autor, cuando alguien señala algo, la atención se fije en el dedo, y algo así creo que pasa con las críticas que he visto de este libro, más centradas en el estilo, en lo literario – y metaliterario, que lo hay y mucho -que en el fondo histórico, verdadero objetivo del libro. ¿Será por comodidad? De ser así, la propia reacción al libro confirmaría su tesis.

Esta tesis es para mí la siguiente: así como los medios pueden crear e imponer la agenda política, la literatura crea su propia agenda paralela, menos inmediata pero más duradera, y con ella moldea la memoria que heredan las siguientes generaciones. Aplicado a nuestra historia, y a lo que hemos leído tantas veces, se nos invita a cuestionar las visiones complacientes del pasado, con parada feliz e inevitable en la perfecta transición, a poner nombres (y siglas, pues se reivindica insistentemente al PCE) a los muertos, a recordar que el tardofranquismo seguía torturando, aún después del 75, y sobre todo a preguntarnos lo evidente: Franco no hizo la guerra él solito, como si del Mío Cid se tratase. En resumen, a mirar detrás del escenario de la memoria que nos ha venido dada y de la que somos meros usuarios.

El autor no se sitúa en la equidistancia precisamente, sino que se moja: el libro es una acusación al franquismo oficial y a ese que llaman «sociológico», si bien más que en la guerra – más de moda entre escritores y cineastas, quizá otra vez por comodidad- o en la figura de Franco, se centra en el aparato represivo, desde los que aplicaban los cables hasta los delatores, que le mantuvo y le sobrevivió. Teniendo esto en cuenta, y más allá de algunos juicios discutibles del autor -en dos palabras, la represión en el bando nacional era buscada y organizada y la del bando republicano espontánea y no querida- creo que el libro es muy recomendable porque intenta huir de la comodidad, porque trata al lector como si fuese inteligente y le exige un esfuerzo, haciéndole recorrer los caminos trillados para reconocerlos como tales. Y es también recomendable porque nos obliga a cuestionar cómo se construye el discurso de la memoria, de la nuestra, la que hemos aprendido – en cualquier lado menos en la Universidad, dicho sea de paso- y que hace referencia a un tiempo que no vivimos pero que parece que, cada día más, nos pasa factura.

Y porque como punto de partida para la discusión en un blog, es un filón.

     

21 comentarios en “EL VANO AYER – Isaac Rosa

  1. nando dice:

    La memoria, la permanente memoria que ahora se nos hace pasar como Historia pura y dura.
    Una cosa es recuperar vivencias y testimonios olvidados o reprimidos y otra cosa es elevarlos a categoria histórica.

    Desconozco si el libro pretende este objetivo, lo dudo pues es una novela, pero si es cierto que se le podría encuadrar en todo este revival memorialista tan a gusto de una sola de las partes.

    Por lo que cuentas el libro pinta bien y pinta mejor lo que comentas sobre como la literatura puede moldear nuestro conocimiento de la Historia a través de «memorias» de ficción. Ya, ya sé que no es un libro de «memorias» pero recrea todo lo que es la «Memoria Histórica» ¿no?.

    Como recreación de una época me parece lógico y necesario que la novela, en general, tenga ese propósito; lo que ya empieza a ser una especie de moda son los libros de ficción que pretenden desbordar todo un género mediante la aproximacion a otros y no precisamente como mero experimento literario sino como forma de decir algo más… tal vez toda una tesis.

    Desconozco si el libro va por ahi… pero estoy convencido de que el autor ha leido, y salvando todas las distancias, a Houellebecq. Incluso algunos pestiños infumables de Juán Manuel de Prada ( que desperdicio de escritor) en donde buscaba la superación del género introduciendo el ensayo dentro de la novela.

    Desarrollar tesis históricas o sociológicas, como las del terrible francés, en una novela está muy bien, el problema es que el espacio se queda demasiado corto… aunque el impacto sea mucho mayor.

    Comentas que hace uso de juegos metaliterarios, a mi me gustan pero también he leido a algunos autores que haciendo un uso desmedido de ellos lo que acaban consiguiendo es que todo se reduzca a un mero artificio literario que no deja de encubrir sus carencias como narradores.

    ¿ No es más dificil contar algo sin un extra de recursos literarios, de forma que la narración sea más directa y convencional?
    ¿ Acaso no es bastante frecuente que los escrtitores nóveles recurran a un exceso de artificio, muchas veces metaliterario, para que se les reconozca que escriben «bien»?
    …. me da la impresión que por ahi van las críticas de la Crítica…

    Con todo, parece ser toda una lectura a tener en cuenta.

  2. javier dice:

    Estoy de acuerdo con que los juegos metaliterarios son un recurso tan efectista como socorrido para encubrir carencias que en una narración más convencional quedarían al descubierto. Dicho así, lo comparto. En este caso, sin embargo, lo que hace el tal Rosa es presentar a cada paso el recurso que va a utilizar, la trampa que pude servirle para que la historia adquiera cierto tono o resulte más verosímil. Así, ejemplifica el método que crítica para desvelar sus artimañas. Supongo que estás pensando en argucias tipo Oliver Stone, que se recrea en la violencia para denunciarla, cuando sabe que el espectador verá la violencia, y no la denuncia. En este caso, creo que el objetivo sincero del autor es denunciar la trampa, y no el entretener al lector con un juego de estilo. No me parece incapacidad o engaño disfrazado de honestidad. Dirás que eso no es más un acto de buena fe, pero creo que es así.

    En cuanto a la actitud de escritores noveles, yo agradezco que no se vean obligados a recordarnos su currículum de lecturas en la trama, con referencias más o menos forzadas, para que se les considere como tales. En este caso, hay una bibliografía con las lecturas del autor, que parece más centrada en el análisis político e histórico español que en las corrientes literarias de moda, Houellebecq incluído. Pero otra vez, puedo pecar de ingenuo.

    Dejando a un lado opiniones del autor – no me interesa Paracuellos sino Málaga y Badajoz, viene a decir- y aparte también de que (comprensiblemente) te canse el juego de géneros y (más comprensiblemente aún) estés hasta la boina de la avalancha de desenterramientos, creo que esta novela – que no manual ni memorias – funciona como crítica de la manera de asumir el pasado a través de ficciones recurrentes y actitudes complacientes. En ese sentido, es interesante.

  3. richar dice:

    Madre mía, qué cantidad de matices le sacáis a un libro… no os ofendáis, pero leyéndoos en este post, parecéis un poco el programa de Garcí :-))

    Perdón, si os sienta mal, pero es que se me escapa tanta profundidad y tecnicismo… si es que soy demasiado joven aún.. je je…

    Saludos,
    Richar,

  4. javier dice:

    Ya que lo dices es una pena que en su segunda etapa Garci olvidara a su mejor tertuliano: Di Stéfano.

  5. Mambrú dice:

    Al paso:

    El libro ha sido muy bien recibido por la progresía y ha recibido el premio Rómulo Gallegos: en la Venezuela de Chavez y con un jurado que ha dado que hablar.

    En el libro hay, si no recuerdo mal, un capítulo sencillamente ilegible, en el que se juega a utilizar un castellano de Cantar del Mío Cid y que yo no entendí ni siquiera en la propia estructura narrativa de la novela.

    El libro está escrito con dignidad y con oficio y también por eso ha merecido elogios merecidos, un poco exagerados en mi opinión, tal vez por la escasísima vegetación del páramo tal vez por la proclamada filiación izquierdista del autor, que de otro modo hubiera sido menos aplaudido. Sirva como ejemplo otro libro también digno La muerte del héroe y otros relatos fascistas (me parece) en Debate, al que nadie hizo el menor caso.

    El autor habla de lo que cuenta de oídas o de leídas. &Eacuote;l no estuvo allí pero aún así quiere contar una historia de la que se considera legítimo narrador por herencia ideológica. La novela encaja como un guante en el relato dominante sobre la República, la Guerra Civil y el Franquismo, cuyo mejor exponente es el rojo ZP que nada quiere saber de los que no sean de su cuerda (confesión propia) y cuya mayor limitación, entre tantas, es su parcialidad y su falta de compromiso con la verdad: parece el reverso matemático de la versión unilateral que sostuvieron los vencedores mientras pudieron hacerlo y como en su precedente no se admiten dudas sobre quiénes son los buenos, que lo son sin tacha, y quiénes los malos, que no desfallecen en lo suyo. Tuñón de Lara en lugar de Ricardo de la Cierva.

    En 1975 yo tenía 14 años. Recuerdo a los grises, que daban mucho miedo incluso a esa edad, y recuerdo, porque las he visto, las colas de los ciudadanos que sentían la muerte de Franco. Isaac Rosa viene a decir que todos aquellos hombres y mujeres no existieron, que eran residuales, que no tenían ninguna cualidad moral y que deben ser condenados. Isaac Rosa es solo el heredero de una voz. Y yo he visto lo que he visto.

  6. richar dice:

    Como ya he demostrado mi incapacidad mental, sólo puedo aportar una calurosa bienvenida a Mambrú.

    ¡Saludos y bienvenido a tu blog!

    Richar.

  7. javier dice:

    Hola Mambrú, así al paso te han salido varios comentarios muy interesantes, así que te voy a intentar responder por si recaes por estos lares.

    He oído lo del premio y algo del revuelo que se montó, con acusaciones de chavista y una crítica a la manera en que EL PAIS dio la noticia por parte de Belén Gopegui, en la que defendía al autor. Supongo que esa es parte de la progresía a la que aludes. La verdad es que no presté mucha atención, así que si la cosa tiene miga y no te resulta muy aburrido, nos podrías decir qué paso, ya que lo mencionas.

    El capítulo del Mío Cid yo lo entendí como una burla de esa interpretación simplona pero tan del gusto de unos y otros, que parece mantener que Franco hizo las cosas él sólo, y así una vez muerto se acabó el franquismo y todos somos inocentes. Esa intención a mí me gustó, quizá más que el resultado, porque creo que encaja como una más de las ópticas desde las que han contado la historia, y en cuanto a su ubicación, la verdad es que la estructura no lineal de la novela hace que quepa casi todo.

    No me cabe duda de que su izquierdismo le habrá valido más de un aplauso, pero yo no reduciría su «éxito» sólo a eso, ni tampoco estoy tan seguro de que las interpretaciones «contrarias» sean permanente e injustamente silenciadas. Desde luego no por parte del público (basta ver las listas de ventas), pero tampoco por parte de los medios, depende de quien los mande, y aunque me parezca lamentable ese juego. Por eso creo que el relato «dominante» no lo es tanto, por mucho que sea el oficial y el que yo mismo tuve que estudiar.

    Dicho esto, estoy de acuerdo en la parcialidad del autor – confesa, por otra parte- y en que no admite dignidad ni vida inteligente al otro lado de la raya. Es una visión simplista que no comparto. También en que puede ser útil a esa visión revanchista de la historia tan de moda estos días, y desde luego no pondré en duda lo que ha vivido alguien. Pero creo que más allá de esto, y de la verosimilitud de los hechos narrados – y por eso lo sigo recomendando- el libro resulta útil para cuestionar la manera en que esa memoria nos ha llegado a los que no vivimos esos años, y en esa invitación encuentro yo su valor.

    Al menos yo lo he querido ver así, como parte de un esfuerzo por gente de mi generación por saber qué pasó y compararlo con lo que hemos oído y leído. No como un libro definitivo, ni el único posible, pero sí parte de ese intento necesario.

    Saludos.

  8. lewis dice:

    En Septiembre de este año » La Vanguardia » publicó un artículo titulado «Franco, una renuncia por dinero», una información extrañísima procedente de notas desclasificadas de la CIA. Según el autor, ( Eduardo Martín de Pozuelo ), la CIA negoció con la familia Franco una renuncia al poder. Si estos documentos son ciertos, la Central Intelligence Agency no tenía intenciones de esperar a la muerte de Franco para que el régimen desapareciese . ¿ En quién pensaban como sustituto ?

    http://www.lavanguardia.es/res/20050901/51191884832.html?urlback=http%3A%2F%2Fwww%2Elavanguardia%2Ees%2Fweb%2F20050901%2F51191884832%2Ehtml

    Lewis

  9. javier dice:

    No estoy suscrito y no puedo leer el artículo…

  10. richar dice:

    Yo tampoco, pero suena curioso.

  11. calimero dice:

    Javier…y demás lanzadores de incienso: ¿Os habeis planteado alguna vez lo que hubierais durado de haberos tocado vivir en aquel régimen de libertades y tan democrático que tanto admiras, en donde todo era felicidad y musica celestial, llamada Segunda República?.

  12. javier dice:

    Calimero, no creo haber dicho que la II República fuese como la pinta Trueba en "Belle Epoque", por decir algo. Pero ya que lo dices te reconozco que en algún momento la tuve, digamos, idealizada, y que cuanto más leo más dudas tengo. Sigo pensando que ahí había algo valioso que si hubiese podido crecer hubiera sido bueno, y que no es ni la perpetuación de las oligarquías de siempre ni el estalinismo. Algo que merece ser recordado y que lamento que fuese aplastado. Otra cosa es que ese "algo", una forma de democracia liberal y abierta, se haya exagerado y realmente tuviese un respaldo significativo como para asociarlo a la II República. Ahí están mis dudas, y siento ser poco claro en la respuesta.

  13. Germánico dice:

    La II República estaba sufriendo una fortísima crisis. Las fuerzas moderadas se vieron aplastadas, por un lado, por la izquierda exaltada revolucionaria, que se negó a llegar a un acuerdo con la llamada «izquierda burguesa», y por otro por las fuerzas reaccionarias y fascistas. Pero la solución no pasaba indispensablemente por un golpe militar y una guerra; había, como hay siempre, otros muchos caminos.

    En cuanto a superviviencia, yo, la verdad, veo más factible sobrevivir a la República que sobrevivir a la terrible represión de posguerra.

    Saludos.

  14. Mambrú dice:

    Dije y mantengo que la novela me pareció digna y que el autor tiene oficio. Para mi gusto es mucho mejor que las de Gopegui, que de siempre me han parecido flojas, cursis y pedantes, siendo ésta una de mis mayores distancias con Umbral cuando ejerce de crítico, que lo hace con mucho tino en varios libros sobre literaura. Por cierto que Gopegui consiguió el mismo premio con su primera novela, que es lectura obligada en la Facultad de Filología de alguna Universidad y que ahora está muy significada en la defensa de Castro de la mano de Alfonso Sastre, Lidia Falcón, Gara e Hiru. Para quien suscribe no son buenas compañías. No me interesa Gopegui.
    Mi experiencia de estos últimos años, o sea la narración del presente vital, apenas coincidiría con la del autor como no coincide hoy con la de Caballero Bonald que es otro progre de manual. Llevo 20 años aguantando lecciones de los progres y estoy harto. Si no nos ponemos de acuerdo en quién es ZP o Aznar, que está ahí delante, es improbable que podamos coincidir en Azaña o Gil Robles, en Girón o la Pasionaria, un poco menos nítidos en la retina.
    Un estudio cabal de los progres en estos años sería un bonito ejercicio intelectual, de mucho poder de iluminación.

  15. Javier dice:

    No he leído nada de Gopegui, aunque sí he leído buenas críticas, y en cuanto a las compañías que mencionas – te ha faltado mencionar a la Forest, otra que tal baila-, tampoco son las que yo elegiría, pero por lo que tengo entendido son las mismas que han acogido a Rosa. La verdad es que esos mundillos ni los conozco ni me interesan. Como decía Marsé el otro día, una cosa es la literatura y otra la vida literaria.

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  17. Cabeza Borradora dice:

    Mirad, chavalines, he tenido la santapaciencia de acabar !Otra maldita novela de la guerra civil! basada en la primera novela del propio Isaac Rosa: La Malamemoria (Y digo Santapaciencia porque las 400 páginas de la Malamemoria, no hay dios que las soporte: que cosa más horrorsa, cursi, descabellada, cutre-progre, en fin… una puta mierda). Però lo peor es que el chaval, por lo que leo en diferentes foros, etc, sigue en sus trece, con el rollito històrico de no olvidemos la guerra civil ni la represión franquista, que la derecha es mu mala y puede jodernos cualqiier dia de estos… Eso sí, después del bodriazo de la Mala Memoria el señor Isaac Rosa, aparte de aprender a escribir un poco, se dio cuenta de que tenia que ir de progre sin parecerlo, disimular un poco que, oiga, ya no estamos en el 68, y hay que parecer modernos. En fin, penoso.
    PD: Señor Isaac Rosa deje la historia a los historiadores. Lo primero que me enseñaron en la facultad de geografia historia es que no se puede ser tan tendencioso, ni tan subjetivo. Leer a Carr i a Cioran; también le puede ayudar.

  18. Magis dice:

    ¿Qué tal si para escribir en un blog de literatura en español aprendemos a escribir español? Las faltas de Cabeza Borradora et alii corresponden en la forma a lo que es su fondo: ideología, prejuicio arraigados en bastante ignorancia. Isaac Rosa escribe muy bien. No sé aún cómo narra, pero los que aquí escriben parece que tampoco saben leer. He entrado por el autor Isaac Rosa, pero el nivel cultural del blog es ínfimo. Adiós.

  19. Farsalia dice:

    Pues adiós, si te vas a quedar en la superfície casi mejor que recibas un cordial saludo por parte de una comunidad como la hislibreña y que, quiera el tiempo, vuelvas con un poco más de tolerancia y respeto en tu zurrón.

  20. Farsalia dice:

    Y permiitidme que os recomiendo muy encarecidamente la última novela de Isaac Rosa, La mano invisible (Seix Barral, 2011;
    reseña en mi blog).

  21. Rosa dice:

    Me falta una pocas pàginas para terminar la novela, encuentro un modo de escribir distinto, no sè se serà modernismo. Pero me ha entretenido, no sè si las tintas estan exageradas.

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