EL TURNO DEL ESCRIBA – Graciela Montes y Ema Wolf

El turno del escribaDe la época y el argumento. Durante los siglos XII y XIII Génova representó un papel fundamental como centro económico y comercial de primer orden rivalizando con Pisa –a la sazón gran potencia económica del Mediterráneo occidental- y con Venecia. Con su genio mercantil volcado en el comercio marítimo, los genoveses extendieron su domino por Córcega y Cerdeña, y su influencia por buena parte del Mediterráneo oriental. Aunque el máximo esplendor de la República no llegaría hasta el siglo XVI -conocido después como el siglo de los genoveses-, ya en el siglo XIII Génova era un temible adversario que ganaba guerras a pisanos y venecianos y que encarcelaba a sus enemigos para dejarlos languidecer después en un calabozo a la espera de un eventual rescate o un trueque de prisioneros, como era uso y costumbre en la época. En una celda del Palazzo del Mare coinciden Rustichello de Pisa, escribano que alguna vez copió manuscritos para las casas reales más importantes de Europa, ahora amanuense de la Aduana genovesa, y Marco Polo, viajero y mercader veneciano. El primero concibe el sueño de escribir un libro que recoja los fabulosos viajes del segundo, le restituya el favor de los príncipes cristianos y saque a ambos de la prisión.

De los detalles formales y el contenido. La novela se escribió durante varios años de arduo trabajo de investigación y redacción para conseguir un estilo deslumbrante, en la tradición de Borges, Carpentier, Mújica Laínez o Benítez Rojo. El argumento no es sino una extensa metáfora de los sueños y la lucha por conseguirlos, de la diferencia que hay entre dejarse morir lentamente o ser poseedor de lo que los franceses llaman, con elegancia, la joie de vivre. Un planteamiento que, sin ser original, es acertado. Se le ha criticado a la novela un excesivo gusto por el detalle y por la descripción; encuentro, sin embargo, que las precisiones sobre los útiles de escritura y sobre cómo se arreglaba Rustichello para escribir, enmendar y ordenar los textos, por poner sólo un ejemplo, son deliciosas. Se le ha reprochado también que los personajes estén poco desarrollados. A mi parecer lo están tanto como requiere la trama y, en particular, el retrato psicológico del escriba resulta insuperable. El personaje está impregnado de una profunda humanidad, en tanto que el veneciano queda en un segundo plano y es descrito con trazos más sombríos. Cuando concibe su proyecto, Rustichello se siente al mismo tiempo tan feliz y tan asustado como cualquiera que se haya puesto alguna vez a la tarea de escribir. No es posible leer estas líneas sin experimentar alguna simpatía por el escriba:

Quiere empezar por el principio y advierte que no sabe cuál es. Elegirá uno cualquiera y más adelante pondrá todo en el orden debido. Vacila entonces sobre cuál es el mejor, si el asalto de los bandidos en Trebisonda o lo que el veneciano le ha contado de la tierra maldita de Isfahan, que enferma a quien la pisa con el veneno de la discordia. Agoniza de pronto ante la idea súbita de que el libro ya esté escrito, y la espanta como a un mal pájaro. El problema es otro. ¿Con qué ha de encender la curiosidad del lector?¿Con qué palabras va a sorprenderlo, que sean a la vez persuasivas y poderosas como para atraparlo en la primera línea y retenerlo hasta el final sumergido en un encantamiento del que él mismo no quiera liberarse? Aspira hondo y escribe:‹‹Existen dos Armenias: una grande y otra pequeña ››.

Es digno de mención el proceso mediante el cual Rustichello va trocando su oficio de escriba por el de escritor, en lo que parece un anacronismo completamente intencionado. Al principio no es más que el efecto natural del olvido -no puede escribir al dictado, sino cuando encuentra un hueco en su trabajo uno o dos días después de la narración nocturna-, pero luego es ya absolutamente voluntario, en parte por su desacuerdo con el afán de precisión del veneciano. Al fin y al cabo, ‹‹¿qué rey, vivo o muerto, daría su beneplácito a un libro que acabara siendo un inventario de nombres y distancias sin un solo pasaje emocionante?››.

De las autoras y exhortación final. Ambas escritoras se han dedicado durante décadas a la literatura infantil, la edición, la traducción o la teoría literaria. Al cabo de varios años de un trabajo que comenzó, curiosamente, en un café del barrio de Belgrano llamado por azar Marco Polo, se presentaron con el divertido seudónimo de Mark Twin al VIII Premio Alfaguara de Novela y lo ganaron. A pesar de ser éste un premio de cierto prestigio, en nuestro país la novela no obtuvo el éxito que merecía y cosechó críticas más bien tibias, del estilo de prosa con mucho oficio o novela muy bien documentada que, en mi opinión, no le hacen ninguna justicia. Bien al contrario, me atrevo a decir que no hay página en ella que no depare alguna felicidad al lector, de modo que… duques y marqueses, condes, caballeros y burgueses y personas de toda condición que deseéis conocer cómo la creación literaria puede otorgar la libertad y encerrar en un calabozo el mundo real y el de los sueños, leed este libro y pedid que os lo lean… porque este libro es un libro verídico y sin engaño.

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81 comentarios en “EL TURNO DEL ESCRIBA – Graciela Montes y Ema Wolf

  1. cavilius dice:

    Qué gusto de reseña, Pepe. Y qué curioso el giro que propone el libro, haciendo protagonista al que sale de secundario: no a Marco Polo sino a su amanuense. Sólo por eso ya es un libro diferente a la mayoría.

    Saludos.

  2. Urogallo dice:

    Tiene muy buena pinta, alguién me estuvo hablando de ella en una reciente cena.

  3. Arauxo dice:

    Menos mal que en Hislibris todavían quedan poetas que gustan de hacer reseñas con encanto sobre libros más que sugerentes por la época, por la historia que narran y por la manera en que lo narran.

    Y me llama la atención nuestra reciente afición a la metaliteratura. No sé si es producto de la casualidad o de la causalidad, pero la novela que propones, Pepe, vuelve a utilizar este recurso literario (en mayor o menor medida) para recrear un argumento en el que el escritor -y, por extensión, el propio libro- se convierte en protagonista de su propia historia. Si se sabe emplear adecuadamente, este tipo de «juegos» o enfoques suelen despertar el interés del lector, trasladando empáticamente a éste las emociones o los pensamientos del autor y creando entre ambos un río de complicidad que fluye a lo largo de toda la novela.

    Si a eso se añade el atractivo de la época en la que se desarrolla la trama y la propuesta se formula en una excelente reseña… es difícil resistirse a la lectura de una novela que, por algún género de encantamiento cuya naturaleza ignoro, ya tenía en mi lista de pendientes…

  4. Arauxo dice:

    Me dejaba en el tintero una breve reflexión que ya compartimos en otro momento el excelso reseñador y este humilde comentarista. Y es que resulta cuando menos sorprendente la autoría conjunta de dos escritores en una novela. Este tipo de trabajos en equipo suele ser muy frecuente en ensayos y libros académicos, pero ¿en una obra de ficción? ¿Cómo se escribe una novela entre dos autores? ¿Cada uno escribe un párrafo, una página, un capítulo? ¿Uno recopila información y el otro redacta? ¿Uno escribe y el otro corrige? ¿Uno crea la trama y el otro le proporciona cuerpo literario? ¿Uno escribe en bruto y el otro depura el estilo? La verdad es que no deja de ser chocante; pero lo realmente asombroso es que el resultado sea satisfactorio. ¿Es de verdad una obra conjunta? ¿O será un espejismo? Misterios de la literatura…

  5. pepe dice:

    Cavilius: creo que una entrevista realizada al poco de ganar el premio, una de las dos autoras venía a decir que encontrarse con Rustichello fue para ellas un feliz descubrimiento y una gran sorpresa. Como señalas en tu comentario, gran parte de la eficacia de la novela radica precisamente en hacernos a los demás partícipes del descubrimiento y de la sorpresa.

  6. Ascanio dice:

    Querido Pepe, tu estupenda reseña -y hay que ver lo poco que te prodigas-, no podía ser más oportuna, porque casualmente estoy en pleno proceso de lectura de esta novela.
    Sólo he llegado a la mitad, pero coincido contigo en la recreación de los protagonistas, perfectamente definidos con sólo algunos trazos, algo que me recuerda a lo que ya mencioné en la reseña de Los Lamb de Londres. No hacen falta florituras, descripciones apabullantes o largas historias para conseguir unos personajes creíbles. En esta novela tenemos la prueba, no sólo con los dos principales, sino con personajes secundarios como Tribulí o Carabó.
    Perfecta la descripción de los escenarios –a veces parece oirse la marea golpeando los muros de la prisión o sentir el olor de la humedad de la celda-, y maravillosa la ternura que despierta Rustichello, el amanuense que descubre la manera de escapar del hastío y la desesperación –hasta entonces sólo aliviada por sus meditaciones o las partidas de mosca con su carcelero- gracias a la oportunidad que le brinda el destino.
    Muchas gracias por la reseña, Pepe, y por lo otro que tú ya sabes.

  7. Uther dice:

    Si el libro reseñado está a la altura de su reseña, sin duda alguna será una gozada leerlo. Felicidades Pepe por tu crítica y por mostrarnos este maravilloso libro.

  8. pepe dice:

    Arauxo: efectivamente, hay mucha complicidad entre el escriba y el lector. Por ejemplo, te arranca más de una vez una sonrisa cuando es capaz de escuchar al veneciano y de pensar, casi al mismo tiempo, cómo le va a meter mano a ese material para darle emoción a la narración.

    A Ema Wolf le preguntaron cómo se conseguía escribir a cuatro manos y respondió que, en el caso de esta novela, cada una escribía un capítulo sóla, en su casa, y que después se sometía el borrador a una revisión por parte de la otra. En mi opinión, el resultado final es muy llamativo porque han conseguido dotar al texto de una unidad asombrosa.

    Urogallo: tienes que elegir mejores compañías para cenar…

  9. pepe dice:

    Ascanio: qué hermosa coincidencia que estés leyendo ahora esta novela… Haces dos observaciones muy oportunas en tu comentario. La primera es que hay un aspecto de Rustichello, que podríamos llamar de naturaleza onírico/filosófica/religiosa que no he mencionado en la reseña para no buscarle a nuestro escriba problemas con el Santo Oficio. La segunda es tiene que ver con las descripciones tan vívidas de olores marinos y ruidos de oleajes, que te trasportan al Palazzo del Mare. Por cierto, al parecer las autoras no han estado nunca en Génova…

    Uther, muchas gracias por tu cariñoso comentario.

  10. Ojos hidrópicos creo
    que mis ojos deben ser;
    pues cuando es muerte el leer,
    leen más, y desta suerte,
    viendo que el leer me da muerte,
    estoy muriendo por leer.
    Pero léate yo y muera;
    que no sé, rendido ya,
    si el leerte muerte me da,
    el no leerte qué me diera.
    Fuera, más que muerte fiera,
    ira, rabia y dolor fuerte;
    fuera muerte; desta suerte
    su rigor he ponderado,
    pues dar vida a un desdichado
    es dar a un dichoso muerte.

    Enhorabuena, Pepe, por la reseña.

  11. pepe dice:

    Con asombro de mirarte,
    con admiración de oírte,
    ni sé qué pueda decirte,
    que lo tuyo sí que es arte.

    Un abrazo, Javi.

  12. Clío dice:

    Buena y esperada reseña, Pepe, ya mismo se lo pido a los Reyes Magos de Oriente que he sido buena y confio en que me lo traerán.
    Con respecto a lo de escribir al alimón dos autores, existe otro caso, ya comentado en el foro,creo, el de Fran Zabaleta y Luis Astorga, el uno historiador y el otro marino, estuvieron por lo visto 5 años dedicados a la creación de su libro » La Cruz de Ceniza» que no esta mal por cierto, según comenta les fue fácil porque eran amigos.
    ¡Ah! que grandes poetas tenemos en Hislibris..

  13. pepe dice:

    Gracias por tu comentario, Clío. Algo de la moraleja del libro, que lo más cercano a la felicidad se encuentra sólo cuando luchamos para conseguir algo y que es mucho mejor que el placer que se obtiene una vez conseguido me recordó un libró que recomendaste hace tiempo y que me gustó mucho: El sol de los Scorta.

    Con respecto a la escritura en común, el caso más notable es el de
    Luther Blisset, que es un seudónimo colectivo y, sin embargo, consiguieron una notable novela, Q, que aún no he leido y que tiene como trasfondo también las guerras de religión, como creo que sucede con la que tú mencionas.

  14. (Yo sigo)

    Arte, amigo mío, es un trabajo bien definido,
    admiración, producto de un objeto deseable,
    que nace sin que sea pretendido,
    ni pretendiendo ser brillante.
    Pero lo es, de eso no hay duda,
    y es más, es amigable,
    que no por mucha verdura
    el puré es más deseable.
    Un placer que perdura,
    Pepe, ni qué decir tiene,
    es compartir la lectura,
    mayor si el compartimiento viene
    de tan hermosa cabalgadura:
    de mano tan poco corriente.
    Y no peco de impostura
    al reconocer, en esas letras tuyas,
    buena marca cuando asientes
    y cuando niegas, mejor costura.

  15. pepe dice:

    Versos de tanta hermosura
    tiempo ha que no he leido.
    Confieso verme corrido
    de tamaña desmesura …

  16. richar dice:

    Jodo cómo andamos… geniales versos, y ya parece que se convierte en tradición :-)

    Por cierto Pepe, muy buena reseña y buena pinta la del libro de marras (a mí también me suena de alguna cena reciente…).

    Y en cuanto a Luther Blisset, la diferencia es que los cuatro autores escribieron cuatro partes del libro diferenciadas, cuatro historias diferentes.

    Un saludo,
    Richar.

  17. pepe dice:

    Y otro reciente ejemplo de autoría a cuatro manos es la serie de siete novelas (ya van publicadas tres) de los italianos Rita Monaldi y Francesco Sorti, dedicadas a contar las andanzas del abate Melani y diferentes tejemanejes eclesiásticos en el siglo XVII. La serie se inició con Imprimatur, suiguió con Secretum (publicadas ambas por SALAMANDRA) y continúa ahora con Veritas (editorial ROCA). He leido sólo la primera y me gustó. ¿Ha leido alguien la segunda o, mejor aún, la tercera y quiere hacer una reseñita…?

    Saludos.

  18. Ascanio dice:

    Yo sólo he leído la primera y…me decepcionó. Tanto, que la dejé a mitad. Me pareció muy lenta y aburrida. ¿Debería replanteármelo otra vez? Convénceme, Pepe.

  19. Ascanio dice:

    Por cierto, richar, gracias por cambiar las alcachofas de la cabecera, que llevábamos dos meses con lo mismo, jomío…

  20. pepe dice:

    Ascanio: me gustó Imprimatur a pesar de que hay varias cosas que no acaban de funcionar bien en la novela y por eso no me parece que sea absolutamente recomendable. Una de las cosas que no se digieren bien es la pesada carga de erudición que lastra la acción. Por ejemplo, hay numerosas recetas, con todos sus ingredientes bien enumerados, remedios contra la peste elaborados con toda precisión y electuarios diversos descritos hasta en el más mínimo de sus componentes. Hay extensas explicaciones sobre historia y diplomacia, sobre adivinación y, especialmente, sobre música. En su favor hay que decir que está muy bien escrita y que, si no te aburren las erudiciones, disfrutas mucho con ellas. No sé si ALdebarán habrá empezado ya con su lectura y tiene ya una opinión al respecto…

  21. Valeria dice:

    Pepe, viniendo de ti, la recomendación se convierte casi en mandato. . Enhorabuena. Y felicitaciones también a Javi_LR, por sus rimas.

  22. Javi_LR dice:

    Gracias, Valeria, pero he de decir que la primera rima cuenta con la inestimable ayuda de Calderón. En la segunda me dejó colgado y, así solito, el bajón rítmico es evidente.

  23. pepe dice:

    Valeria, viniendo de ti, cualquier elogio es casi una apología. Estoy de acuerdo contigo en que los versos de Javi, los segundos, son muy inspirados.

    En cuanto a la cabecera que ahora disfrutamos, se trata de una vista de Génova del pintor italiano Ippolito Caffa, amante de la arquitectura, los paisajes y la arqueología (estuvo en Turquía, Palestina y Egipto). Fue un luchador por la independencia de Italia y murió en una batalla naval entre austriacos e italianos. La composición de la portada del libro, sin embargo, reproduce una vista de Venecia de Canaletto, exactamente The Riva degli Schiavonni, en el fondo, y el pájaro en primer plano es un Winter Hawk del famoso ornitólogo y naturalista John James Audubon.

  24. Epaminondas dice:

    Excelente reseña don José. Me recuerda el terrible crimen de poseer una vieja edición de «El libro de las maravillas» y jamás haberla hollado.

    Quizá lea uno y después el otro…

    Enhorabuena en todo caso.

  25. pepe dice:

    Pues yo no lo tengo, pero intentaré solucionar esa carencia este domingo. A pesar de ser un libro tan famoso, no creo que haya mucha gente que lo haya leido. Fue escrito originalmente en una mezcla de francés, italiano o provenzal que no debía ser fácilmente inteligible. Aunque el título original fue Le divisament dou monde, después se le conoció popularmente y en tono de mofa como Il Milione, debido quizá a que esa cantidad aparece con cierta frecuencia en el libro (que se decía estaba lleno también de un millón de mentiras) o por ser Emilione un sobrenombre con el que se conocía a los Polo en Venecia. Los manuscritos originales (los de Rustichello) se perdieron. A mediados del siglo pasado se descubrió un manuscrito en la biblioteca de la catedral de Toledo que contenía pasajes que no estaban en las otras versiones medievales que hay por ahí.

  26. Paco T dice:

    Muy buenas. No puedo empezar sin coincidir con los que me preceden en apreciar la excelente reseña. Dicho esto, y ya que ha aparecido previamente la comparación con la serie de Monaldi y Sordi, es curioso que a mí me haya pasado lo mismo que a Ascanio… y por los motivos que aduce el propio Pepe como incitadores al abandono de «Imprimatur». Sólo una pregunta, Pepe: ¿se mantiene la posada como escenario principal durante toda la novela, dejando aparte los pasadizos subterráneos?
    Respecto al «Libro de las maravillas», lo empecé en cierta ocasión, pero no tuve voluntad suficiente para terminarlo. Se me hizo muy, muy farragoso.
    Saludos

  27. pepe dice:

    Gracias por tu comentario, Paco. A partir de la mitad del libro más o menos (hablo de Imprimatur) lo importante es lo que se desarrolla en los subterráneos y fuera de ellos, a pesar de que la posada se mantiene como escenario recurrente (no se levanta la cuarentena casi hasta el final de la novela). Tendremos ocasión de volver sobre la serie, si Dios quiere, cuando aparezca la reseña sobre la tercera novela, Veritas.

    En cuanto al Libro de las maravillas, nadie sabe realmente cómo se redactó pero, si hemos de creer en el planteamiento que se hace en El turno del escriba, hubo de ser en circustancias harto dificiles. Rustichello tendría que hurtar los pergaminos y después, una vez escritos con lo que recordaba que le había contado Marco Polo la noche anterior, ocultarlos lo mejor posible. El resultado fue, como hoy sabemos, un absoluto desorden.

    En mi opinión, es difícil que un libro de viajes, por muchos relatos fantásticos que contenga, resulte tan interesante como una novela. A menudo no son sino una sucesión de trabajos y sufrimientos más o menos repetitivos (recuérdese, por ejemplo, los Naufragios, de Cabeza de Vaca). Y ahora que hablo de viajes y relatos fantásticos me viene a la memoria Baudolino, de Umberto Eco, que contenía ambas cosas. En su momento no me entusiasmó pero quizá sea ocasión de intentar una relectura …

  28. Aldebarán dice:

    Pepe, mis felicitaciones por la reseña. Dan ganas de salir corriendo a la librería más próxima.
    En cuanto a «Imprimatur» (gracias pro tu préstamo), llevo leída más de la mitad de la obra y mi juicio coincide más o menos con el tuyo: El ritmo es ágil, la trama intrigante, la ambientación lograda y la prosa fluida.
    Sí es cierto que algunas de las situaciones que plantea son decididamente absurdas y otras, pretendidamente cómicas (especialmente las relativas a los dos simpáticos semimonstruos buscadores de reliquias), se repiten demasiado.
    En cuanto a la profusión de datos eruditos, a mí personalmente no sólo no me molestan sino que me reconfortan, que eso va en gustos. De cualquier forma, siempre queda el recurso de saltárselos.

  29. pepe dice:

    Gracias por tu comentario, Aldebarán. El turno del escriba es, en efecto, una novela magnífica, de esas que justifican nuestra pasión por la literatura, cuya lectura proporciona un placer que uno no debe callarse.

    En el caso de Imprimatur, una de las cosas que me parecieron más absurdas fue que el mozo tuviera tiempo para sus andanzas nocturnas, para la preparación de guisos y emplastos, para la atención de los enfermos y, además, para llevar un diario que luego le permitió escribir el relato. Lo de los buscadores de reliquias me parece un feliz hallazgo, de lo mejor que hay en la novela, burrflughf …

  30. Arauxo dice:

    Hurgando un poco en la herida y echando algo de leña al fuego, yo me atrevería a aseverar que el defecto principal de Imprimatur que andáis comentando, es decir, la exhibición impúdica de erudición, es uno de los peores vicios en los que puede incurrir el escritor de novela histórica en los tiempos que corren. Ese afán pedagógico del género (sobre el que quiero recordar alguna protesta formulada por ti, Pepe…) fue muy practicado en la narrativa histórica del siglo XIX, pero, en mi opinión, huelga absolutamente en la novela del siglo XXI. La narrativa es narrativa y el ensayo, ensayo. No entiendo porque los autores se empeñan en enseñarme Historia -especialmente, menudencias tan interesantes como las que comentáis- a toda costa, cuando lo que adquiero en la librería es una novela. Por supuesto, cuando leo una novela histórica, la adecuada ambientación es un requisito indispensable; pero la reconstrucción de un tiempo concreto debería ser -insisto, claro: en mi opinión- lo suficientemente sutil como para pasar inadvertida o, al menos, como para no estorbar al relato. Aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid para incluir seis párrafos sobre el funcionamiento de unas termas romanas -en las que transcurre una sola escena y no tienen ninguna importancia en el desarrollo del argumento- es un pobre recurso que desvirtúa el carácter novelesco, dotando a la obra de un marcado carácter enciclopédico, plano, académico y aburrido, y que pone a prueba la paciencia del lector. Es un defecto muy frecuente, demasiado frecuente. Y son muy pocos autores los que consiguen no aburrir al lector con esas digresiones absurdas y perfectamente prescindibles.

    Ayer mismo dejé de leer una novela construida únicamente para enseñar al lector todo lo que debiera saber en torno a un protagonista de la Historia real. La trama se retuerce para convertirse en una excusa para la disertación y la pedagogía, llegando incluso al extremo de redactar conversaciones que resultan completamente absurdas entre personajes de la época o de narrar fortuitos encuentros inverosímiles para provocar la aparición estelar de otros protagonistas de la Historia. Eso no es una novela, es… una mala crónica. Porque insisto en que la introducción del lector en la época en la que se ambienta un relato debe ser sutil, progresiva y, sobre todo, elegante. Lo contrario, en mi opinión, causa un daño irreparable al género y es uno de los motivos por los que, en muchos ambientes literarios, se considera un género de segunda clase, sin altura o nivel suficiente para ganarse el calificativo de «literatura».

    Como lector, quiero tener entre mis manos un relato con un marco adecuado en el que los protagonistas desarrollan su acción, expresan sus sentimientos o expliquen sus pensamientos; un relato con un escenario coherente donde los «actores» amen, sufran, rían, lloren, vivan o mueran; pero líbreme Dios de los autores que quieren demostrarme cuánto saben de la manera más burda, concediendo al escenario más importancia que al propio relato.

  31. Clío dice:

    Cuanta razón tienes Arauxo, por eso me gusta Nuñez Alonso porque como tu bien dices:
    «los protagonistas desarrollan su acción, expresan sus sentimientos o expliquen sus pensamientos; un relato con un escenario coherente donde los “actores” amen, sufran, rían, lloren, vivan o mueran».
    Cosa que no ocurre la mayoria de las veces, de ahí que ciertos autores nos sigan encandilando a traves de los años y muchos no lo consigan (yo tambien estoy desilusionada con la novela que estoy leyendo aunque no por motivos pedagógicos)Saludos

  32. pepe dice:

    Gracias Arauxo por tu comentario y por avivar la discusión. En efecto, más de una vez he protestado por el afán pedagógico de algunas novelas y también, en una reseña de Ascanio, le decía:

    ¿De modo que un autor nos sorprende cuando descubrimos que su novela es esencialmente divulgativa? En mi opinión, la divulgación es un recurso de malos escritores que no saben cómo llenar páginas: anda, Ignacio, ve a las gradas de San Felipe a ver si te enteras de algo. Para que se ubiquen los lectores, en las gradas de San Felipe se reunían bla, bla, bla … y siguen una o dos páginas copiadas de una o dos enciclopedias.

    En realidad sigo pensando lo mismo y estoy esencialmente de acuerdo con tu comentario, que puede interpretarse como el enunciado de un axioma general. Sin embargo, y no sólo en literatura, hay artistas que rompen la regla y producen como resultado una obra de arte. A mi entender, este es el caso de El turno del escriba.

    Debo añadir, dicho esto, que Imprimatur no es una obra de arte. Para explicar por qué la erudición en esta otra novela me ha resultado tan agradable de leer simplemente me voy a remitir a la teoría de las dos erudiciones, elaborada por el famoso profesor Fischering de la universidad de Moenchengladbach (que viene a decir, para no entrar en tecnicismos, que la erudición es como el colesterol: hay una buena y una mala).

  33. Arauxo dice:

    Tomo nota, Pepe. Espérate, que estoy apuntando el nombre de la Universidad, a ver si me lo aprendo…

  34. Clío dice:

    Pues yo tenía un comentario, pero sigue en moderación, luego lo lees Arauxo, cuando me den la venia

  35. pepe dice:

    Aunque todavía no podemos transcribir entonaciones, lo del «Tomo nota» me ha sonado con la misma retranca con que lo decía el maravilloso Juncal: Tomo nota, búfalo, tomo nota …

  36. Arauxo dice:

    Pero… ¿tu comentario era interesante, Clío? ¿O es como el resto de los tuyos?

  37. Clío dice:

    Más o menos, solo era un apreciación al tuyo, para engordar tu ego y tal…

  38. Ascanio dice:

    Muy bien, Clío. Ahí le has dado, en toda la frente.

  39. Arauxo dice:

    Ah, bueno… en ese caso lo leeré, Clío. Y a Ascanio, esa criatura violenta que pulula por estas páginas, ni caso, oye.

  40. Germánico dice:

    Pepe: sería más bien: «Tomo nnnnnnnnnnnota», ¿no? Una serie genial, por cierto.

  41. pepe dice:

    Juncal era un caradura entrañable, Germánico, yo también disfruté mucho con la serie. De un modo u otro, los pícaros han gozado siempre en nuestro país de la simpatía popular. Ahí tienes a Cavilius, sin ir más lejos.

  42. Germánico dice:

    Razón tienes.

  43. Ascanio dice:

    Pensamientos de Rustichello:
    De pronto, confundida con el misterio de la eucaristía, lo asalta la idea de comerse al veneciano. Si el veneciano muriera, si sucumbiera a la fiebre y se muriera, él se lo comería para que las historias no se le perdieran. Como esos hombres de aquel reino -¿cuál era?, el pisano ya no recuerda- que al saber que un amigo iba a morir lo mataban ellos mismos, y luego lo cocinaban y se lo comían trozo a trozo sin dejar más que los huesos pelados.
    ¿Se puede expresar mejor la angustia de pensar que lo único que mantiene tu esperanza puede desaparecer en cualquier momento?

  44. cavilius dice:

    Vaya fama…

    Bueno, pensemos que antes se coge a un cojo que a un pícaro, y que el que se pica ajos come, y que al que se pique pues que se arrasque, y que un pícaro y un picarón se parecen tanto como un cojo y un coj…

    Bueno, ejem, volvamos al tema. Buen libro parece, sí, El escriba de turno este…

  45. Ascanio dice:

    Cavilius, anda y que te pique un pollo.

  46. Arauxo dice:

    A Drácula, hombre, a Drácula

  47. Pepe dice:

    Por cierto, Arauxo, ¿cuál es la novela que dices en un comentario anterior haber dejado de leer?

  48. Arauxo dice:

    El retrato, de P.M. Lamet. Y me falló el diagnóstico de la primera página, porque sonaba francamente bien.

  49. cavilius dice:

    Pues vaya, yo que había llegado a pensar que era una prueba infalible…

    A lo mejor habría que hacerlo con la última página. Nos ahorraríamos una de dinero…

  50. Arauxo dice:

    Pues no, no es una prueba infalible. Porque, en este caso, la primera página denota una constante en la novela: está bien escrita. Y esto es muy de agradecer, sobre todo en los tiempos que corren. Pero… no es lo único importante.

  51. pepe dice:

    Pero Arauxo, no puedo creer que te estés refiriendo a la nueva y fascinante novela de Pedro Miguel Lamet —fruto de toda una vida de investigación y lectura— que nos traslada con viveza y rigor a la tumultuosa historia del país de Jesús bajo el dominio del Imperio romano… y que, además, es un relato de ficción que atrapará a creyentes, agnósticos y a todo lector avezado

  52. Ascanio dice:

    Volviendo al tema de la reseña, he de decir -a puntito de acabar el libro-, que cada vez me gusta más, y que ayer incluso estuve un rato riéndome sola en el AVE.
    Lo que parece increíble es que esta novela sea realmente fruto de dos autoras, y que además no escriben «a la par», sino cada una capítulos diferentes. Porque lo cierto es que el libro es de una gran homogeneidad en cuanto a su calidad, desde el principio hasta el fin.
    Resumiendo, una auténtica gozada. Lástima que lo esté acabando.

  53. Arauxo dice:

    Sí, exactamente esa, Pepe. Pero no me dejo guiar nunca por el textito de marras de la solapa, porque es lo más engañoso que existe, como tú bien sabes. Y se me ocurre un ejemplo grandioso. En la contraportada de La prueba del laberinto de Sánchez Dragó (ese libro que tanto le gustó a Cavilius y que es una de las tonterías más solemnes que he leído en mi vida, dicho sea sin acritud), decía:

    «Detective español de cincuenta y tres años se ve obligado por los dioses, por la Confederación de Fuerzas del Más Allá y por las circunstancias, a partir en busca de Jesús de Galilea, predicador judío que desapareció misteriosamente en el trigésimo tercer año de nuestra era. No podía encontrarse un tema mayor ni un personaje de interés más hondo y universal: En su vida hay misterio, viajes, tensión, incertidumbre, emboscadas, buenos y malos, mujeres hermosas y mujeres piadosas, traidores, exotismo, ocultismo, tiranos, luchas políticas y religiosas, entrechocar de espadas, conspiraciones, Reyes Magos, leprosos, prostitutas, adúlteras, amor, dolor, muerte y hasta una resurrección. ¿Qué más se necesita? Están todos los ingredientes de las películas de Indiana Jones.«.

    Pues dos tercios del libro están dedicados a plantear las dudas que tiene el protagonista sobre el viaje de marras a Palestina (hasta que uno acaba por decir en voz alta «pero vete yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, j*der, de una puñetera veeeeeeeeeeez, que se me acaba el libro y no te has ido, cagondieeeeeeez) y el último tercio es un diario escrito aprisa y corriendo sobre su viaje y los problemas burocráticos y de seguridad que se le presentan por llegar a una región en guerra. Y se acabó. Eso sí, dejando la puerta abierta a posibles secuelas -que nunca fueron escritas, afortunadamente- para poder seguir quedándose con el personal. Y fue Premio Planeta en 1992, por cierto, que manda lo que dijo Trillo. Recuerdo, eso sí, que fue el último Premio Planeta que compré.

  54. Pepe dice:

    Gracias por tu comentario, Ascanio: lo único comparable al placer de leer un buen libro es que alguien a quien se lo has recomendado te diga que lo está disfrutando.

    Arauxo, el texto de solapa que reproduces en tu comentario es antológico. Tendríamos que rescatar más a menudo estas reseñas en miniatura que en realidad son pequeñas obras de arte olvidadas…

  55. Arauxo dice:

    Bueno, Cavi, no te entristezcas, hombre. Ya sabes el lema de Hislibris: para colorear un libro en blanco, utiliza el plastidecor de los gustos… (¿esto era real y literalmente así o me falla la memoria?)

  56. Arauxo dice:

    Si, Pepe, sí. Soy consciente de que yo tuve la culpa por comprar un libro con ese «resumen», pero en el pecado va la penitencia…

  57. Cornelia dice:

    Me da que el libro de Dragó me lo leí en mi tierna adolescencia, y por suerte mi cerebro lo ha borrado por completo. Bendito cerebro.

  58. pepe dice:

    Bueno, yo no he leído un libro de Dragó, aunque alguna vez sí he leído articulos suyos o recomendaciones literarias. En su página web tiene una sección de recomendaciones que no está mal. En ella aparecen, por ejemplo: Fuego persa, Rubicón o Sinuhé el egipcio. También está Los cipreses creen en Dios, el inicio de la trilogía (que luego se extendió un poco más) de Gironella sobre nuestra guerra y posguerra civiles. Comparto con él ésta última recomendación: fue una de las obras que leí con más placer en mi temprana juventud. Joder, me he pasado un rato pensando qué adjetivo ponerle a juventud porque dejarlo así, sin nada, se me hacía un poco cuesta arriba…

  59. Arauxo dice:

    No, no, si yo no tengo nada contra el autor o contra sus recomendaciones, sólo contra el tostón ese que me coló por creerme, hasta entonces, lo del Premio Planeta.

  60. nando dice:

    Joder Pepe, que reseña tan buena. La llevo apuntada en la agenda.
    Tírate el rollo y saca alguna más.
    Te leo con atención y sorpresa.

    saludos

  61. Valeria dice:

    Lo he terminado anoche. Sigue pareciéndome incríble que este novela haya sido escrita entre dos, no he podido encontrarle una costura por ninguna parte. Es una novela para disfrutar del lenguaje, para evocar sensaciones más que para provocar emociones. Muy reseñable lo que ya ha señalado Pepe sobre su estilo deslumbrante y prolijo, y le atención por los detalles. Sólo dos observaciones: me hubiera gustado que algunas palabras en italiano hubiesen tenido su traducción en un pequeño apéndice final. Porque puedo captar enseguida toda la riqueza y la poesía de un término como pediseca, pero hay otras palabras cuyo significado se me escapa, y me quedo coja. Y eché de menos, al finalizar la lectura, algo más sobre Tribulí. Un detalle, una palabra.

  62. pepe dice:

    Gracias por el comentario, Valeria. Es cierto que cuando leí la novela una de las cosas que más me gustó fue la riqueza del lenguaje. Sin embargo, con el paso del tiempo, lo que mejor recuerdo son los nervios y el miedo que siente Rusticello cuando se enfrenta por primera vez con la tarea de escribir. Cualquiera que haya tenido ante sí alguna vez un folio en blanco sabe lo que se sufre en ese momento y ese pasaje en el libro me pareció verdaderamente emocionante.

  63. Ascanio dice:

    ¿Tú has tenido ante ti un folio en blanco, pepe? ¿Y qué pasó?

  64. pepe dice:

    Bueno, casi todo el mundo ha tenido alguna vez el folio en blanco delante. Recuerdo cuando, de pequeño, tenía que escribir una carta. Nunca sabía como empezar y mi madre, a la que nunca le ha faltado decisión, me decía «pero si todas empiezan igual, hombre: Espero que a la llegada de ésta os encontreis bien, nosotros aquí bien gracias a Dios».

    No sé si he contado ya alguna vez que mi madre me enseñó a leer y que ése es uno de los recuerdos, aunque borroso, más felices de mi infancia. Había una palabra en la cartilla que me costaba mucho trabajo leer y luego nos reíamos mucho cuando por fín conseguía pronunciarla. Un día muchos años después, sin venir a cuento, la recordé: Sisebuto.

  65. Ascanio dice:

    Pues mi hermana Arwen estaba empeñada en que la primera palabra que yo consiguiera articular fuera ésta: «oblicuo». Y así se pasaba las horas; mientras yo babeaba y la miraba con cara de pasmo, ella me decía «oooo-bliiiii-cuuuuuu-ooooo», una y otra vez.
    Supongo que acabé diciendo «gugu», o «papa», o «mama», o «tata», como cualquier otro bebé, pero ella nunca perdió la esperanza.
    Hoy, las palabras que más me cuesta pronunciar son éstas: «declaración de la renta», pero por razones bien distintas, claro.

  66. Aretes dice:

    Claro, ya sabía yo que algo tenía que haberte pasado a ti en la infancia.

  67. Valeria dice:

    Eso mismo pensaba yo.
    Claro que vistos los daños, hubiera imaginado que la palabra causante del daño era más espeluznante.

  68. Ascanio dice:

    Anda, mira las dos qué simpáticas, y qué bien avenidas, y qué monas, oye.
    Peazo pécoras…

  69. pepe dice:

    Sí, Ascanio, y luego van las dos de sensibles, de «por encima de todo lo que se cuenta en él, es una belleza, esa belleza irracional que hace sonreír, recordar, incluso llorar». Pues que sepan que el de la tienda a mi mujer no le está gustando mucho. Lo más que dice es que «se deja leer». (Aretes, entre tú y yo, como ves no es necesario hacer hincapié en que soy muy rencoroso)…

  70. Valeria dice:

    Yo no he leído el de la tienda. Es más, aún debo su importe, ahora que lo pienso. Y que sepas que mi sensibilidad se ha visto zarandeada por esa exhibición rencorosa tan impropia de tí, Pepe. Te castigaré con el látigo de mi indiferencia.

  71. pepe dice:

    Valeria, que lo de las dos era por Aretes y Clío, mujer, que han sido las culpables de tener a medio Hislibris a vueltas con que si Josafat le dijo a Jonás que Jonatan se había liado con Jezabel, la prima hermana de Job…

  72. Clío dice:

    ¿no le está gustando? ¡vaya! cuanto lo siento, es el primer caso que encuentro, hasta ahora toda persona que lo ha leido le ha encantado, incluso llorado, como le pasó a una amiga, que terminó llorando a lágrima viva, fué una catarsis ¡vámos!.

  73. Aretes dice:

    Pero si seguro que es que Pepe no se ha enterado bien. ¿No ves que nombra a todo quisqui con J y no está Jacob, que es el único que aparece en la novela?

    Si es que como no le hagan un esquema con A, B y C…

  74. Ascanio dice:

    Pues que conste que, en mi caso, lo de «peazo pécoras» iba por Valeria y Aretes. Las inefables Valeria y Aretes. Las ínclitas Valeria y Aretes.
    Las peazo pécoras Valeria y Aretes.

  75. pepe dice:

    Me he enterado bien porque se lo he preguntado diez veces. Terminada la lectura insiste en el veredicto: «se deja leer, pero dile a los del Hislibris (léase esto con ligero retintín) que no es para tanto». A ver si, con suerte, consigo que vaya el sábado a El Caldito y os lo diga en persona.

  76. Ascanio dice:

    Seguramente también estará de acuerdo en que la primera parte de la novela es bastante mejor que la segunda.
    Pregúntale, pregúntale…

  77. alemayehu yalew dice:

    yo no entiedo de que habla el libro el turno del escriba.

  78. Valeria dice:

    Sólo hay que leerlo. O repasar la reseña, que te da una pista: En una celda del Palazzo del Mare coinciden Rustichello de Pisa, escribano que alguna vez copió manuscritos para las casas reales más importantes de Europa, ahora amanuense de la Aduana genovesa, y Marco Polo, viajero y mercader veneciano.

  79. rfrasdkkl dice:

    estubo muy bueno me gusto muncho ema wolf

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