Vaya por delante que me ha provocado varias discusiones internas y el hecho de reseñarlo ha sido harto difícil.

Empecé a leerlo con buena predisposición pues me interesaba el tema. También es verdad que nunca, nunca, ojeo ni hojeo un libro. Me gusta que me sorprenda, que me lleve al ritmo que marque el autor, en éste caso la autora. Así que no sabía qué esperar exactamente de él. Sí que era ensayo y, por el tamaño (231 páginas), fácil de digerir.
Básicamente el libro se divide en cinco capítulos, uno por hijo. La extensión de los mismos es de distinta brevedad, desde las setenta y dos páginas que dedica a Juana hasta las dieciocho en las que resume la vida de María.

Aquí viene la primera discusión:

– Demasiado breve, demasiado obvio.
– Habrá quien busque esa brevedad. Porque lo que sí es cierto es que menciona cada hecho vivido.
– Sí, pero ¿no parece que leemos la Larousse? (traducido para los más jóvenes, algo así como la Wikipedia, pero de verdad.)
– Hummm.

Porque sí que es un estudio de sus vidas, sí sigue los pasos desde su nacimiento hasta su muerte, sí documenta cada momento y con una amplia bibliografía, por cierto,… pero con esa rigidez de documental, de voz en off, evitando cualquier juicio o interpretación, pero también toda explicación que pudiera imbuir algo más al lector en estas biografías. No engancha. Esa sobriedad desprovista de toda amabilidad para con el que se acerca a conocer a tan ilustre familia, hace que tenga que ser él mismo el que ponga todo su interés en imaginar el ambiente de la infancia (por cierto que uno de los aciertos es la portada), la juventud y de las distintas cortes extranjeras que se mencionan. Ni una sola descripción de ellos ayuda a esta labor.

– Siempre se cargan las tintas en los tinteros más agradecidos. Me hubiera gustado algo más extenso los capítulos de María e Isabel.
– Igual tampoco fueron tan importantes…
– ¡Dejar pasar la corte de Portugal, la inglesa, Flandes…!
– Si es que tiene lo que tiene y punto.
– Que no, que no, que siempre se tira uno a lo fácil. Además se repite, ¡calca un párrafo en una hija para ponerla en la siguiente!
– Desde luego lo más brillante se lo lleva Juana y Catalina.
– A mí me sigue sabiendo a poco.
– Hummm.

Algo que sí se agradece, por lo novedoso, es la correspondencia literal tanto de los Reyes, como de sus hijos. Algunas se brindan a releerse con calma y cuidado, casi con placer se puede asomar uno a esa intimidad plasmada en un papel. Por aportar mi granito de arena en uno de los misterios de Hislibris, Isabel la Católica impregna esas epístolas de un amor maternal a la vez que majestuoso.

– Y teniendo todo ese material al alcance ¿no podía haberse exprimido más, haber sacado más jugo?
– Al menos lo cita tal cual, sin cortes ni corchetes.
– Pero, no sé… algo más de pasión por los personajes, por otro lado a cual más interesante…
– Es que está eso del rigor histórico, mujer.
– Hummm

Y una terrible duda… ¿lo reseño?, ¿no lo reseño? La de siempre que surge al colocar una obra en una librería.
No sé si es ésta la estantería adecuada, pero siempre se puede reubicar a gusto del consumidor.

[tags]El trágico destino de los hijos de los Reyes Católicos, Vicenta Márquez de Prada[/tags]

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Esta entrada fue enviada el viernes, 23 d+02:00 mayo d+02:00 2008 a las 12:00 y está archivada bajo Biografías. Puedes seguir las respuestas a esta entrada a través de la fuente RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu propia página.