EL SOCIALISMO TRAICIONADO – Roger Keeran y Thomas Kenny

El colapso de la Unión Soviética en 1991 abrió una nueva etapa en la Historia Mundial del ser humano. La denominada Guerra Fría terminó finalmente con la desaparición de todo el Bloque Socialista entre el periodo que va desde 1989 hasta 1991. La desaparición del gigante soviético, que había estado en pie durante décadas, abrió una gran cantidad incógnitas y preguntas que necesitaban respuestas. Entre todas ellas destacó la que se planteaban los analistas, políticos e investigadores, ¿por qué cayó la Unión Soviética?,. Esta es la pregunta a grandes rasgos que quieren responder los autores Roger Keeran & Thomas Kenny en su título El socialismo traicionado. Tras el colapso de la Unión Soviética, obra editada por la editorial ecuatoriana Edithor.

El volumen fue originalmente publicado en 2004 por la editorial International Publishers, mientras que la edición castellana apareció en Edithor en 2017. Desde su primera publicación hace ya más de dieciséis años, el Socialismo traicionado ha sido publicado en numerosos idiomas alrededor de todo el mundo y se ha convertido en una obra clásica para estudiar la caída del socialismo soviético. Sus dos autores, Roger Keeran (historiador y profesor) y Thomas Kenny (Economista) se han consolidado como expertos en este tema durante los últimos años. Ambos son asimismo activos militantes en diversos movimientos sociales.

El libro de aproximadamente trescientas páginas se nos presenta con una estructura sencilla y simple. Después de una serie de apuntes, que la editorial hace al comienzo, sobre la situación actual de los movimientos de izquierda y el capitalismo comenzamos a entrar en materia. Los tres primeros capítulos del libro (pgs. 25-111) están dedicados a la historia soviética desde la década de 1920, pasando por Stalin y Kruchev, hasta llegar a los años de K. Chernenko. Son unos capítulos sobre la evolución política y económica soviética a lo largo del siglo XX, comenzando con las reformas de Lenin, el afianzamiento de Stalin y el resquebrajamiento que se inició en el periodo de Kruchev a finales de la década de 1950-1960. En estas líneas Keeran & Kenny nos muestran una Unión Soviética política y económicamente viva, no a nivel productivo sino mental. Se detallan como existían diversos grupos de pensamiento y de debate en todas las épocas mencionadas anteriormente, incluida la de Stalin. Esto nos lo exponen como evidencia de que la URSS no era un estado monolítico como la creencia popular afirma.

Son unos capítulos muy interesantes que como digo chocan y rompen los mitos que se habían impuesto durante la Guerra Fría. Los autores exhiben esta situación como previo paso para comprender la crisis que surgió tiempo más tarde ya en 1980, cuando Gorbachov se hizo con el poder. Historiador y economista desgranan de manera específica el periodo de Kruchev sobre todo en su vertiente económica, donde sus decisiones llevaron al traste mucho esfuerzo anterior. A destacar las campañas para volver cultivable grandes zonas de Siberia o la reestructuración de la industria ligera en detraimiento de la industria pesada. Hay que recalcar que los autores jamás son deterministas y subrayan hasta el final, incluso con Gorbachov, que las medidas erróneas tomadas bien pudieran haberse revertido. No obstante, y en una secuencia lógica a posteriori si afirman que con Nikita Kruchev se inicia esta temprana decadencia en ciertos sectores.

Tras Kruchev llegó Leonid Brézhnev quien ocupó el liderazgo hasta su muerte en 1982. Es una etapa en la que todo en la URSS parece estancarse sin realizar apenas cambios, y si los hubo fueron superficiales. Las expectativas se renuevan con la llegada Yuri Andrópov. Keeran & Kenny se muestran muy interesados en este corto periodo de la URSS que acabó en quince meses debido a la muerte del líder soviético. Sin embargo, los autores desarrollan su argumentación para acabar afirmando que este dirigente podría haber solucionado los errores que comenzaban a manifestarse ya de forma evidente. Lo que le faltó a Andrópov fue tiempo para llevar a cabo las reformas necesarias. Continúan de pasada con K. Chernenko y finalmente llegamos a nuestro protagonista: Mijaíl Gorbachov. Antes de comenzar a estudiar el periodo de Gorbachov, el historiador y el economista se centran en la Segunda Economía en la Unión Soviética. Es un capítulo muy chocante para el lector debido que se revela que grado de corrupción, economía sumergida y crimen organizado existía en las últimas décadas del gigante socialista. Es sorprendente, y se muestran incluso testimonios al respecto de varias exautoridades, tanto políticos como fuerzas de seguridad.

A partir de aquí siguen otros tres capítulos de mucho más grosor (pgs. 111-242) que están divididos en tres periodos de tiempo diferentes: 1985-1986, 1987-1988 y finalmente 1989-1991. En el primero de los periodos se narra lo que significó la llegada a la política de la “joven” promesa encarnada en Gorbachov. Fue un año sobre todo de esperanza, parecía que este miembro del PCUS podría revertir de una vez por toda la situación de crisis que azotaba ya a la URSS para entonces. Es un periodo en el que Gorbachov dio la sensación de querer salvar el socialismo, aunque como nos enseñan los expertos, estaba poco preparado y no tenía un plan que seguir. El periodo de 1987-1988 seguramente fue el momento crucial como bien se indica en la obra. Todavía se podía dar la vuelta, pero Gorbachov al final optó por una vía que a él le pareció correcta, convertir la URSS en un estado parlamentario al estilo de los países occidentales. La idea era mantener la integridad territorial pero sin la influencia del partido comunista, al que habría que destronar para ser un país basado en un ente estatal con un parlamento y no en un único partido.

Toda la situación se fue deteriorando a partir de aquí también por la presión exterior. Estados Unidos a todo esto siguió con su gran ofensiva de intentar socavar los apoyos de la URSS y su estabilidad. Ejemplo de ello era vender sistemas electrónicos defectuosos o apoyar a los mujahidín en Afganistán. Ante esta situación Gorbachov se retiró de la lucha, aunque esta no había acabado e hizo capitular las posiciones soviéticas después de décadas de statu quo, o de intento de ello. Sin olvidar que todo esto fue aumentado por una cuestión más, el nacionalismo incipiente que ya estaba apareciendo alrededor de las repúblicas populares. Por último, nos adentramos en 1989-1991 donde la Unión Soviética entró en caída libre y el paracaídas se negaba a abrirse. La idea de Gorbachov de mantener la territorialidad sin partido comunista fracasó estrepitosamente y fue desbordada por multitud de problemas mencionados anteriormente que llegaron a su culmen en esta etapa. Finalmente, en 1991, Borís Yelstin dio la patada final y la URSS colapsó y desapareció ante la expectación de millones de personas y la sorpresa de los movimientos de izquierdas.

El último capítulo (pgs. 242-288), junto al epílogo, son unas largas conclusiones en donde Roger Keeran y Thomas Kenny recapitulan toda la situación que se creó en la Unión Soviética entre 1985 y 1991. No solo se centran en la URSS, sino en las consecuencias que hubo para las llamadas democracias populares, para las repúblicas de Asia Central y Oriental, para la famosa RDA y para la sociedad y clase obrera rusas. Entre todas las conclusiones ambos norteamericanos tienen clara una cosa, que el bloque socialista no cayó por la inviabilidad del sistema sino por la acción de sus dirigentes y otros agentes internos y externos. Como colofón sobre todo lo expuesto, los dos autores dejan una cita del difundo líder cubano Fidel Castro que resume muy bien todo lo explicado en el libro: “El socialismo no murió de causas naturales: fue un suicidio”.

Pasando a un nivel técnico la obra esta estupendamente bien editada, he de decir que la edición me parece exquisita y que me han encantado la dimensiones, el tipo de letra y la estrambótica portada. La obra no contiene ninguna imagen más a parte de la de portada, pero incluye diversas tablas para comprender los datos económicos que se mencionan. La lectura es bastante amena y rápida, la narración se sigue de manera perfecta. Por último, la bibliografía y las citas, que son bastante abundantes, se citan a pie de página.

Roger Keeran & Thomas Kenny. El socialismo traicionado. Tras el colapso de la Unión Soviética, Quito, Ed. Edithor, 2017.

     

10 comentarios en “EL SOCIALISMO TRAICIONADO – Roger Keeran y Thomas Kenny

  1. Antígono el Tuerto dice:

    Libro interesante donde los haya, y que a buen seguro causará polémica. Aunque, en mi humilde opinión, el principal problema de la URSS ya venía de base, desde su fundación por Lenin y sus acólitos, y que Gorbachov fracasó al pretender reformar lo irreformable. El sistema de la URSS no estaba diseñado para ser democrático, y, de hecho, nunca pretendió serlo. Su antecesor, la Rusa zarista, tampoco lo era. Era un inmenso conglomerado acostumbrado a ser dirigido por una élite autocrática, y su, breve, período democrático (el que va desde la revolución de febrero hasta la de octubre) solo produjo un caos inmenso en aquel estado monstruoso, caos que volvió a repetirse con la caída del régimen soviético..y que ahora ha sido estabilizado por otro autócrata, Putin. Aún así, pudo acabar peor, ahí tenemos los precedentes del imperio austro-húngaro, o la Yugoslavia post-Tito.

    1. Juan dice:

      ¿Por qué era irreformable? Tu tesis contrasta con el éxito de China. Sigue siendo un país hermético, donde el partido comunista controla todos los mecanismos del poder, y sin embargo su modelo económico ha cambiado a la sociedad china de arriba a abajo. En cualquier caso jamás se me pasaría por la cabeza leer un libro que pretenda poner paños calientes a lo que es el comunismo y la falta de libertades que le acompaña allá donde gobierna o ha gobernado.

      1. Marcos M. dice:

        Pero tampoco hay demasiada libertad en los países donde rige el capitalismo. Piense en la empresa capitalista: sus principios contravienen no solo la libertad, sino todos los otros supuestos principios que rigen en nuestras sociedades. En la empresa capitalista hay jefes, es decir, no se puede morder la mano que te da de comer porque, entonces, las consecuencias pueden ser peligrosas. Desde el momento en que hay jefes, no hay libertad porque libertad es emancipación, independencia, y la condición de subalterno poco tiene de independiente (tu vida depende de cobrar una nómina). En cuanto a los otros principios que rigen nuestras sociedades: se subvierten en la empresa capitalista. No es una empresa democrática donde se delibere en asambleas, sino que deciden los jefes, las juntas de accionistas, las juntas de directivos. No hay, obviamente y por lo antedicho, igualdad. No hay fraternidad, también por lo dicho: fraternidad es independencia civil, es decir, la no existencia de amos. Al final, los comités de empresa y los sindicatos no sirven porque la fuerza la tiene el patrón: no son herramientas con la suficiente fuerza como para constituir algún tipo de contrapeso que, de manera efectiva, otorgue al trabajador verdadera capacidad de deliberación.

        Usted dirá: la gente es libre de tomar decisiones. Puede asalariarse o no asalariarse. ¿De verdad? Si no te asalarias, te mueres de hambre. Cuando el hambre es la otra opción, sostener que existe libertad me parece incorrecto: libertad es posibilidad efectiva de decidir, y cuando se decide entre el hambre y otra cosa, la mayoría elige la otra cosa (pedirles elegir el hambre no sería de recibo). Pero también podrá decirme que la gente puede, no sé, tener un huerto del que vivir; vender tomates para subsistir… ¿Eso se puede hacer en nuestro mundo? Solo se podrá hacer para obtener ciertos ingresos extra, de ningún modo los principales. Pero también podría decirme: que la gente se haga autónoma. Dejando de lado el hecho de que muchos autónomos trabajan para empresas, no todo el mundo tiene la posibilidad de ser autónomo porque es imposible…

        En fin, por resumir: la empresa capitalista es una excepción enorme a los principios rectores de las sociedades democráticas y libres, un gran agujero negro, una gran laguna en nuestro mundo. Si no hay independencia económica, si sigue habiendo amos (los empresarios) y «esclavos» (los trabajadores, por mucho que cobren o por cómodos que sean sus puestos) no hay libertad. Conclusión: el ser humano no ha conocido un solo régimen en que haya libertad verdadera, emancipación verdadera de los individuos. Siempre tenemos que rendir cuentas ante alguien. En los países comunistas es el partido; en los capitalistas, la empresa. Tenemos que inventarnos algo mejor…

      2. No tengo nada que decir sobre la primera parte de tu comentario, porque es totalmente cierta.

        Pero sobre la segunda, discierno totalmente. El libro, y lo subrayo desde ya, no pretende poner ‘paños calientes’ a lo que es el comunismo. Pretende sincera y llanamente explicar como colapsó el sistema socialista soviético a finales de 1980 y principios de 1990. Utilizando para ello una amplia bibliografía citada y comentada.

        Cierto es que los autores en algunos capítulos vuelcan sus perspectivas o pensamientos sobre el movimiento comunista, pero algo que es lógico. Son opiniones con las que se puede estar de acuerdo o no. Los autores sin sesgo ideológico no existen, son animales mitológicos como Cthulhu. Todos los autores tienen sesgo, el caso es que en sus análisis sean lo más objetivos posibles. Keeran & Kenny lo son en alto grado.

        Con esto no pretendo ofenderte, pero no me ha gustado el regusto que ha dejado en tu comentario ese ‘paños caliente’. Me parece despachar un gran trabajo de manera simple y rápida sin darle una oportunidad.

        Saludos cordiales.
        Isma

      3. Antígono el Tuerto dice:

        Irreformable en el sentido de que no se puede volver democrático algo que, en esencia, no lo es. La Alemania nazi era irreformable, la Italia fascista también lo era. Y China…veremos, la situación china puede dar muchas vueltas, veremos en que acaba el experimento chino, de aquí a 60 años.

      4. Antígono el Tuerto dice:

        Respecto a la diferencia con el capitalismo, democrático porque capitalismo ha existido en dictaduras, es que, si un obrero no acude a su trabajo, la empresa le despide, y ahí se acaba el tema. En la URSS de Stalin, si un obrero no acudía a su trabajo se le ejecutaba, o se le mandaba a los campos de esclavos del Gulag. Diferencia hay bastante.
        Que sí, que también hay jefes, también los había bajo el nazismo, y no era lo mismo los EEUU de los años 30 que la Alemania nazi coetánea. Hay comparaciones que son odiosas.

  2. APV dice:

    Interesante.

    Tradicionalmente Kruchev ha sido visto como alguien eficiente, pero su política económica cometió errores. Aunque no veo que la política de Stalin fuera mejor en el sentido de centrarse en la industria pesada e imponer resultados mediante la fuerza (se logró resultados durante la guerra pero a una enorme reducción de calidad).

    Brézhnev si fue un error en lo político y en lo económico, como bien se señala el país se atascó. Lo que es absurdo en el mejor momento que tuvieron: la crisis del petróleo, siendo un país exportador.

    En los 80 la situación si estaba deteriorada, y realmente no había una salida clara, agravado por el problema de las exportaciones, pues sus productos eran inferiores a los occidentales y el petróleo había caído mucho.
    China por su parte hizo una reconversión tras haber quedado agotada para muchos la vía comunista en las políticas de Mao, la acción de Deng hacia una liberalización controlada se apoyó en mantener el control político y en cubrir el nicho de la industria a bajo coste para Occidente.

    1. Antígono el Tuerto dice:

      El caso de Stalin es aún más sangrante, porque se dedicó a sanear las cuentas soviéticas vendiendo al exterior gran parte de la cosecha de cereales mientras la población soviética se moría de hambre.

  3. APV dice:

    Te voy a dar la razón en algunos aspectos.

    La “economía de comando administrado” o planificación, ciertamente ha sido tomado por ciertos modelos empresariales, pero no es más que la reedición actualizada de modelos de planificación derivada de la logística militar, de la estructura empresarial helénica y romana (el Egipto lagida era realmente una empresa organizada y planificada) e incluso se podría remontar al origen civilizatorio mesopotamico del Palacio y Templo.
    Aunque bajo la administración sovietica se le daría un impulso importante.

    China ciertamente desarrollo una vía propia, pero no tan alejada de sus propias tradiciones, en un país donde las pasadas dinastías controlaban aspectos importantes (aunque el campesinado chino curiosamente estaba menos proletarizado que el europeo) e incluso gestionaban el comercio internacional del país (también en sentido propio porque veían el intercambio no tanto como comercio sino como regalos de sumisión correspondidos).

    El NEP es la superación del Prodrazvyorstka ante el desplome lógico de la producción, lógico para un campesinado que había tenido unos años buenos tras estar tradicionalmente en problemas (las necesidades de la guerra mundial habían aumentado los precios agrícolas). Es interesante ver un ejemplo similar en la contraevolucion de la reforma agraria de Vietnam del Sur tras 1975 donde tras una inicial colectivización se pasó con la Directiva 100 y la Resolución 10 a volver a modelos semiprivados.

    Sobre una evolución a modelos “cibercomunistas” no lo sabemos, pero ya la naturaleza de la estructura sovietica lo hace complicada pues como has señalado los occidentalistas quedaron marginados por Stalin que a fin de cuentas asentó su ascenso al poder en los que habían permanecido en Rusia y por tanto menos internacionalistas. La propia inercia gerontocratica (que no es exclusivo de la URSS, véase en otros lugares,…) tiende a frenar los cambios.

  4. APV dice:

    Veo complicado la planificación en los 80 a los niveles que se señala, y el problema del desbalance se generalizaba no solo por los ítems ajenos sino también en los mismos controlados. Además la URSS sufría un problema de divisas grave en ese momento ante la caída de los productos exportados (cereal, petróleo,…).

    Una medida era mantener artificialmente alto el rublo, pero es una medida que se ha usado en otros lugares y solo mientras se mantenga mercados cautivos es eficiente (o dando la apariencia de una solidez en ocasiones irreal en ciertas divisas conocidas por todos).

    Respecto a conseguir la industrialización, el matiz es doble por un lado la Rusia zarista ya estaba algo industrializada y el ejemplo británico no vale porque es la primera y por tanto iba dando tanteos, mejor comparar con la rapidez de Japon en la era Meiji o con la Francia de Napoleon (sus guerras sirvieron para proteger su naciente industria) o incluso China.

    De todas formas para los 50 hay el cambio de modelo productivo mundial, con la desindustrializacion y el reajuste de los flujos económicos (si vemos los siglos XVIII-XIX habían sido raros en el modelo comercial mundial pues antes la «industria» estaba en China y la India). Ejemplo es la venta del propio mercado de algodón de Liverpool a inicios de los 60.

    No estoy seguro de cómo hubiera gestionado Stalin o Beria un cambio de modelo «cibersocialista», pues el primero no dejaba de ser alguien bastante tradicional en muchos aspectos y el segundo quizás a nivel de planificación. Kruchev intentó el cambio parcial pero en casos con decisiones algo erróneas o tratando de adaptar de plano modelos ajenos (el asunto agrario).

    ¿Deberian haber seguido en la industria pesada? ¿Una reestructuración a la china? Hay muchas dudas …

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