EL ROSTRO DE SAN JUAN. UN CUADRO PERDIDO DE ALONSO CANO – Fernando de Villena
El autor granadino Fernando de Villena (Granada, 1956), poeta y novelista, vuelve a la ficción con un nuevo libro, donde aúna su pasión por el siglo de oro español, su pasión por la historia y unas pinceladas de contemporaneidad, con toques de intriga policiaca. Con magistral mano, sabe entrelazar el pasado con el presente, la realidad con la ficción.
La realidad es ésta: José Pellicer de Ossau Salas y Tovar, (1602-1679), historiador, filólogo y poeta español, en una de sus obras, los Avisos Históricos, que relatan sucesos de actualidad ocurridos de mayo de 1639 a noviembre de 1644, cuenta cómo murió, asesinada, la joven esposa del pintor Alonso Cano (Granada, 1601– ibÃdem, 1667) .
En una noticia de 1997 recogida de El PaÃs se destaca el robo y posterior recuperación de las tablas componentes de un retablo del artista granadino, que se hallaban en un viejo palacete de Fuentidueña del Tajo, palacete cuya propiedad habÃa ido pasando de una a otra generación en la familia y finalmente acabó en manos de un banco.
La noticia despierta la curiosidad de Fernando de Villena, llevándole a investigar sobre Alonso Cano y posteriormente a desarrollar esta historia, imaginando lo que no sabe a partir de lo que sabe. Delicioso juego ficción/realidad que se plasmará, ya amasado, cocido y bien aliñado, en este libro.
La trama se divide en tres partes muy diferenciadas: la primera, que sumerge al lector en pleno Siglo de Oro, consta de tres capÃtulos, en los que presenta a tres personajes que marcarán el comienzo del eje de esta historia: el retablo de los cuatro evangelistas, pintado por Alonso Cano, y de los cuatro, el rostro de San Juan, bellÃsimo pero con un cierto matiz perverso. Adquirido por Don Francisco de Garcerán para su residencia de Fuentidueña, el retablo quedará allà durante siglos, oculto a miradas extrañas e incluso evitado por la propia familia.
La segunda parte, que conforma el tronco principal del libro, trata de una saga familiar, la de los sucesivos propietarios del palacete, y por tanto, del retablo. En estos nueve capÃtulos, el autor deja volar su imaginación para desarrollar las vidas y circunstancias, de estos personajes, lo cual brinda la navegación a través de la Historia, navegación plena de anécdotas, aventuras, amores, lances de honor, diversos escenarios a uno y otro lado del océano. De una generación a otra, el retablo permanecerá en la oscura y algo tétrica capilla del palacete en Fuentidueña, con la tabla de San Juan que a todos provoca cierto malestar.
La tercera y última parte ocurre ya en nuestros dÃas, en los años noventa del pasado siglo. Tres personajes narran los hechos; dos en primera persona y un tercero es narrado por un narrador objetivo, invisible. Esta última parte desarrolla un ambiente de novela negra, de intriga o policial.
Esta novela, repartida en tantas partes que podrÃa pensarse que generarÃa confusión, no sólo no confunde, sino que el lector transita de modo ameno por ella como en un barco fluvial, cuya travesÃa le va mostrando, en su lento fluir, las orillas cambiantes del paisaje que le rodea. Paulatinamente el lector, al sumergirse en su lectura, notará que el lenguaje va modificándose, a la par que los siglos, los ambientes, los personajes y los hechos. AsÃ, empezamos a leer en lenguaje cervantino, pero acabamos con el español de los noventa, incluso la jerga barriobajera de las chabolas y la de los altos niveles de la economÃa y la polÃtica de la joven democracia española.
El rostro de San Juan, magnÃficamente pintado en la tabla junto a los otros tres evangelistas (Marcos, Mateo y Lucas) parece, por su origen y la persona que posó para él, traer una maldición que se transmite a lo largo de generaciones y que trae la desgracia a aquellos que sin saberlo o sin ser conscientes de ello, han mantenido el retablo en su casa…o a los que se han apropiado de él.
De Villena, a su vez, ha compuesto un gran retablo con sus textos, engarzándolos de modo que las piezas se complementen y ayuden al lector a un viaje en el tiempo y en el lenguaje.
EL ROSTRO DE SAN JUAN. UN CUADRO PERDIDO DE ALONSO CANO.
FERNANDO DE VILLENA
Ed. Port Royal, 2017
Ariodante
Lectura y reseña muy en tu lÃnea, Ario. Enhorabuena. Del autor leà el bonito poemario publicado por Evohé, años atrás. Da la impresión de ser un escritor versátil, que lo mismo se maneja en diferentes géneros y diferentes registros, y con un profundo amor por la historia, tal cual apuntas. A tener en cuenta.
Gracias, Rodrigo. Si, con los años nos hacemos una cierta lÃnea lectora. Y hay autores que, una vez conocidos y apreciados, repetimos una y otra vez. Barnes, por ejemplo, lo leà durante una época conforme publicaba. Luego le dejé, y gracias a ti,lo retomé y ahora estoy or leer unas cuantas suyas que aún me faltan por leer. De Villena es otro de ellos (Dejando aparte su poesÃa, ya que yo no soy buena apreciadora para la poesÃa, quizás pro mi carácter demasiado pragmático, no sé), al cual le voy siguiendo en sus novelas con verdadero interés. José Vicente Pascual es otro que tal. Y asà unos cuantos…