EL MOTÍN DE RAMAGE – Dudley Pope

El motín de RamageLlueve en las afueras de la posada. Una construcción sólida de piedra y madera que ha resistido cientos de tormentas tropicales. El antiguo puerto de English Harbour, con su profunda rada orientada de sur a norte, se agita bajo un cielo inclemente.

Tan cruel como es el violento clima, sosegada y acogedora es la sala principal de la posada. Un buen fuego en el hogar, ron, ginebra, vino, pudín, aves, salchichas. Multitud de velas, sirvientes atareados. No es el gran comedor de un encopetado noble. Pero casi ninguno de los que se agolpan en torno a una gran mesa de recia madera lo son. Todos son marinos, y una buena parte, capitanes.

Uno de ellos es un hombre grueso que luce una larga coleta, capitán de la Marina Real, Jack Aubrey. Junto a el se alza un hombre delgado, un tanto encorvado, siempre ensimismado y aguzadamente inteligente, que no es otro que el doctor Stephen Maturin. Enfrente se sienta un hombre seco, eficaz, inflexible y audaz, otro capitán de la Marina Real, Horatio Hornblower. Al lado, sorbiendo lentamente su vino, servido en un elegante vaso de cristal tallado, bebe el único español del grupo, el Vicealmirante Don Francisco Martínez de Leñanza. A la derecha del español se sienta el mas experimentado de todos ellos. Al menos en lo que a batallas navales se refiere: el Almirante Richard Bolitho. Junto a él se sienta un francés, Louis Garneray.

Todos ellos han combatido unos contra otros en alguna ocasión. Pero en este momento hay una tregua. Una tregua literaria, o tal vez a causa de la tormenta. En todo caso, se han reunido para celebrar el último éxito de uno de ellos. El mas joven. El capitán de la fragata Calypso. Nicholas, lord Ramage.

Que decir de una sola de sus aventuras. El motín de Ramage empieza con uno de los acontecimientos mas trágicos de los que podían tener lugar a bordo de un buque de guerra de la época. Pero desde luego la cosa no se quedaba ahí. Ramage narró a sus acompañantes su historia de viento y mar. La quilla de la fragata rompiendo las olas, los cañones asomando sus bocas oscuras por las portillas. Los botes cruzando el mar proceloso en busca de objetivos arriesgados, las largas horas en el alcázar, esperando, caminando de un lado a otro. La historia de Ramage se extendía ágil, envolviendo a sus oyentes. Situaciones imposibles resueltas con habilidad, improvisación e imaginación. Ninguno de ellos se aburría, a pesar de las muchas historias de mar que habían oído narrar en sus vidas. Tan sólo había una cierta sensación de que Ramage tenía demasiada suerte. Al menos en este caso. También pensaban que era demasiado familiar con sus subordinados. Aquello era bueno para el barco, a la vista estaba. Pero iba en contra de las tradiciones de la Marina Real.

Se hizo el silencio. Ramage se sirvió un vaso de agua. El no bebía. Mientras observaba con cierto disgusto como Aubrey se servia una generosa copa de clarete. Los amigos siguieron con la conversación. La historia podría haberse perdido. Pero uno de los presentes en la sala tenía buena memoria. Y aquellos hechos se recordaron, para que en el futuro alguien los narrara.

Dudley Bernard Egerton Pope nació en 1925 en Ashford (Kent) Se unió a la marina con 16 años pero al año siguiente (1942) el buque en el que navegaba fue torpedeado y el sufrió heridas que le causaron la invalidez para continuar con su profesión.
Entonces se inició su relación con las letras. Primero como periodista, iniciándose en un periódico de Kent para convertirse, ya en 1944, en el experto en cuestiones navales del London Evening News.

Después de la guerra se iniciaría su producción de libros. Primero ensayo: “Flag 4: The Battle of Coastal Forces in the Mediterranean” (1954). A este libro seguirían otros seis, siendo los temas de su preferencia los combates navales de la segunda guerra mundial, la marina en la era napoleónica y la piratería en el S XVII. Uno de ellos “The Black Ship” (1963) tiene bastante que ver con la novela que hoy comentamos.

En el apartado literario la producción de Pope es igualmente interesante. Destaca la serie dedicada a las aventuras de Ramage, compuesta de 18 volúmenes. Este es el octavo así que los amantes de la misma pueden alegrarse, pues les quedan diez mas. Pero también la serie de cuatro volúmenes dedicada al Bucanero Ned Yorke, y los dos volúmenes centrados en la batalla del Atlántico, durante la segunda guerra mundial.

Vivió la mayor parte de su vida a bordo de un barco, principalmente desde 1953 a 1985, anclando en diferentes puertos del mundo.
La principal crítica que se le puede hacer es el pobre trato que da a los marinos españoles en sus novelas de Ramage, a pesar de que la española era una de las grandes marinas de la época, aunque este tipo de crítica suele ser un lugar común en la novela inglesa de aventuras navales.
Falleció en 1997.

En general debo decir que lo que mas me ha llamado la atención de la novela es la descripción del consejo de guerra, una novedad con respecto a otras que he leído. Las acciones navales son las acostumbradas en este tipo de narrativa, con mas espectacularidad en este caso, pues que las explosiones son mas destructivas, las presas mas importantes… Como que tiene mas morbo.

La puerta de la posada se abrió violentamente para permitir el paso a nuestro grupo de parroquianos. Ya no llovía. Mas bien empezaba a salir el sol. Todos tenían cosas importantes que hacer. Los barcos se mecían suavemente en la bahía, esperando a sus capitanes para hacerse a la mar en pos de nuevas aventuras.

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51 comentarios en “EL MOTÍN DE RAMAGE – Dudley Pope

  1. koldo dice:

    Lo siento Koenig, casi, casi. Soy lector de O´brian y tengo un par de libros de Delgado(Me encanta) y casi me animo a empezar con Dudley, pero tras leer la reseña de Temistocles me temo que son nones.

    Me voy a permitir la licencia de reproducir yo también la crítica de Pérez Rebert, como siempre soberbio.

    «Rara vez tiro un libro, pero el otro día hice una excepción. Navegaba con brisa de poniente, todo el trapo arriba: uno de esos días soleados y tranquilos en los que es innecesario andar con un ojo en el cielo y otro en el anemómetro, y puedes sentarte, relajado, con un libro en las manos. Éste era el último de Dudley Pope, un escritor de novelas sobre la marina británica en tiempos de Nelson, género del que soy veterano lector. No en vano, a dos palmos sobre mi cabeza, en el lugar donde ahora tecleo estas líneas, está enmarcada una de mis más valiosas posesiones: una foto del maestro Patrick O’Brian, con una carta autógrafa en la que me hace el honor de mencionar mi nombre con afecto.

    O’Brian, con su capitán Aubrey, es el clásico de los clásicos; y en mi biblioteca de novelistas navales –serie española sólo tenemos la de Luis Delgado, director del museo naval de Cartagena– brilla por encima del Hornblower de Forester y del Bolitho de Alexander Kent. En último lugar tengo a Dudley Pope, con su personaje Ramage, que antes traducía mi amigo Miguel Antón, experto en náutica del XVIII. Por eso, aunque Pope –fallecido en 1997– es el más torpe de todos, lo he ido leyendo también, pese a la poca calidad de su prosa y personajes, y al arrogante desdén que muestra hacia todo lo que no sea inglés. En sus novelas, los franceses son despreciables y los españoles cobardes y mugrientos, hasta el punto de que los valerosos ingleses, en los abordajes, llegan a percibir, entre sablazo y sablazo, el aliento con olor a ajo de los sucios spaniards. Por ejemplo.

    Pero son novelas marítimas. Al barco, por tradición y costumbre, sólo llevo libros sobre el mar. Y estaba leyendo uno, como digo. Pese a que admito sin complejos –escribí una novela sobre eso– que la marina española de la época no estaba en su mejor momento, esta vez ese tal Ramage empezaba a mosquearme en serio. Era la octava entrega de la serie, inspirada en un caso real: la deserción y entrega a los españoles de la fragata Hermione y su audaz recuperación por cien hombres de la Suprise. Pero aquella hazaña inglesa, arriesgada y heroica, se convertía, en las páginas de Pope, en camelo de superhombres patriotas frente a chusma latina repugnante, cobarde e incapaz: los marinos españoles no sabían orientar las velas o virar por avante, y sus barcos «estaban llenos de bichos, pulgas y piojos». También eran ladrones –dicho por un inglés tiene su guasa–, no sabían nadar y se pasaban el tiempo rezando, quemando incienso a los santos y tocando la guitarra. «Por eso siempre derrotamos a los españolitos, porque ellos no tienen disciplina», apuntaba un personaje. Por supuesto, cualquier centinela español podía ser degollado fácilmente porque estaba dormido, todos los capitanes españoles eran bajitos y morenos, y frente a un inglés «se les aflojaban las rodillas y les temblaban los labios». Para colmo, los españoles pasaban el tiempo ociosos, diciendo caramba, y escupiendo por la borda; y encima «ni tenían café de calidad ni tampoco sabían tostarlo», en opinión de los marinos ingleses: expertos de toda la vida, como se sabe, en tostar café.

    En ésas estaba, digo, página tras página, y de vez en cuando me ciscaba en los muertos de Dudley Pope, recordando el brazo que Nelson dejó en Tenerife, lo que a sus compatriotas les costó Trafalgar, Cádiz, Buenos Aires, o las muchas veces que les salió el cochino mal capado. Entonces, a punto de abandonar la lectura, mientras juraba que ése era el último libro de Pope que entraba en mi barco, leí: «Al español debía de resultarle difícil comunicarse en la mar: Su libro de señales sólo recogía cincuenta combinaciones». Afirmación hecha por el imbécil del autor sobre una época en la que ya, desde 1776, circulaba la Táctica Naval de Mazarredo –el mejor tratado de su tiempo–, y estaba a punto de publicarse el extraordinario Señales e Hipótesis sobre Ataques y Defensas, sin contar los reputados textos científicos de Jorge Juan, Ulloa, Mendoza y Ríos, Churruca y otros, o los espectaculares trabajos hidrográficos de Tofiño. Así que le van a dar al inglés, resolví. A él, a sus personajes y a la perra que los parió. Y entonces hice algo que nunca había hecho antes: bajé a la camareta, cogí de los estantes los otros siete volúmenes de la serie que allí tenía, y los tiré todos, uno tras otro, por la borda. Chof, hicieron. Gesto poco ecológico, cierto; pero de un alivio extremo. Demasiado honroso, pensé luego: el mar, tumba de tan infame prosa. Pero compréndanlo. No cabían ocho libros en el cubo de la basura. »

    Ignacio, en cuanto pueda te cuento algo de Delgado en el hilo comenzado por Temistocles, además tenía ganas ya puesto que ha aparecido de muy refilón en el foro.

    un saludo

  2. koldo dice:

    Perdón Ignacio, no me refería a ti sino a Marcelotodi. Se me fue el santo al cielo.

  3. hec dice:

    Koldo
    espero ese comentario.

    Koenig
    la presencia de los personajes de Forester y Obrian en esta novela solo tiene como fin «hacer de gancho» para los adictos a este tema?

  4. Epaminondas dice:

    Se agradece una crítica tan clara como la de Koldo. Yo creía que a uno se le medía según la grandeza de sus enemigos; ahora bien, estos ingleses (y en temas naúticos) no solo se han contentado con vencer, sino que nos tienen que escarnecer y rebajar, parecemos mexicanos vistos por vaqueros en un western de los 50!.

    Me parece una pasada lo de navegar y leer novela marinera!; una pregunta: ¿que puesto ocupa en esa biblioteca tuya «Trafalgar» de don Benito Pérez galdós?

    Saludos

  5. Koenig dice:

    Buenos días.

    A veeer. La presencia de otros personajes en la reseña no tiene mas objetivo que darle un poco de gracia a la misma, que no todas las que hago tienen que ser en tono serio y enciclopédico.

    Pero no aparecen en la novela.

    Que todo hay que explicarlo.

    Un saludo.

    Koenig.

  6. Koenig dice:

    Buenas tardes.

    La verdad es que es, un poco, repetir un hilo que ya existe en el foro.
    Pero como dije en su día…

    «He leído a O`Brian, a Kent y a Delgado, y hace poco tuve ocasión de leer el volumen 8 de la serie de Ramage.
    Como le he mandado la reseña a Richar no adelantaré acontecimientos.

    Estoy de acuerdo con Reverte en que Pope es poco respetuoso con otras naciones. De hecho en mi pequeña investigación me encontré con esta crítica incluso en páginas anglosajonas.

    Ahora bien, no se puede juzgar la calidad literaria de Pope, que tal vez tampoco sea sublime, sólo con las tripas. Como se mete con los españoles, entonces sus libros son merecedores de ser tirados. Me parece un planteamiento lamentable.

    Es mas. Tal vez el primero que tendría que hacer acto de contricción es el propio Reverte. Porque la verdad es que en su Trafalgar les mete un repaso a los franceses que ya le vale. Así pues, tal vez el primer novelista francés que navegue por el mismo sitio debería echar al mar el libro de Reverte, para que haga compañía a los de Pope, por el mismo motivo.

    Desde mi punto de vista. Puede uno pensar que un libro es irrespetuoso, incluso insultante. Puede decidir incluso no leerlos. Pero la historieta de libros arrojados al mar y el desprecio mostrado en el texto de Reverte me parecen comentarios igualmente irrespetuosos e insultantes. Desde mi punto de vista con esta reseña Reverte se está colocando a si mismo en el mismo nivel que Pope. Y es una pena. »

    En todo caso y para resumir. Si bien puedo entender y estar de acuerdo con parte de lo que dice Reverte. Creo que el tono está fuera de lugar. Y en cuanto a él personalmente, creo que debería ser mas exquisito con lo que escribe y menos con lo que critica.

    Opino, claro.

    A todos los efectos dejo el link al hilo: https://www.hislibris.com/foro-new/viewtopic.php?t=467

    Un saludo.

    Koenig.

  7. karateka dice:

    No es por añadir viento al velamen (o leña a la hoguera), pero lo que hace el tal Dudley Pope en su libro, esto es, denigrar a todo lo que huela a hispano, es norma común en muchos escritores anglosajones, pensemos en novelistas como Bernard Cornwel y su «superSharpe», o en historiadores como Charles Esdaile en su «Nueva Historia de la Guerra de la Independencia», por citar los más conocidos. Una pena, porque es echarse tierra (o agua, de mar, por supuesto) encima.

  8. Epaminondas de Tebas dice:

    Buenos días,

    El tema de Trafalgar y todo lo que rodea a las marinas contendientes del s. XVIII está lamentablemente y desde un principio muy intoxicado, es difícil encontrar historiadores (y menos escritores) que realicen un análisis imparcial de la situación; esta situación se ha mantenido increíblemente desde los estudiosos del XIX hasta nuestros días.

    No nos ayuda a los pobres españoles el haber quedado tan maltrechos, hundidos, moralmente exhaustos como país después de las guerras napoleónicas; los historiadores franceses nos han culpado tradicionalmente de su derrota extrapolando la desastrosa situación de España en el XIX y la mala imagen que nuestro país trasmitía al exterior, y asimilando esto a nuestra armada hasta Trafalgar (lo cual como sabemos carece de todo fundamento); los ingleses por otra parte continúan con su política tradicional (que deriva de la leyenda negra) de desprestigiar todo lo español como justificación moral de todos los ataques injustificables, rapiña, y presas que tradicionalmente hacían contra nuestros intereses y posesiones, además hay que contar la envidia que aún movía en los otros contendientes el extensísimo Imperio que entre ambos ayudaron a liquidar.

    Se puede constatar lo dicho anteriormente en el primer libro que sobre el tema yo leí, el que escribió José Ferrer de Couto en el XIX como refutación del famoso libro de Thiers sobre el mismo tema donde nos señalaba como razón del desastre (adornándonos de virtudes tales como la indolencia, cobardía, falta de pericia, etc…). Obras posteriores españolas, como la reciente del brigadier O’Donnell (obra que encontré interesantísima) también abunda en esta tendencia. Creo que para hacerse una idea de lo que fue la marina española del XIX hasta Trafalgar es difícil hacerlo a través de obras francesas o británicas, pero existen muy notables autores españoles que leer, esperemos que el tiempo y labor de nuestros historiadores acabe con la falaz visión de nuestra marina que desgraciadamente aún impera.

    ¿porqué no puede el Sr. Reverte tirar SUS libros al mar?, en mi opinión puede hacer lo que quiera mientras no traspase los límites de su libertad individual, como si quiere tirarse con el último de su libros.

    Saludos

  9. Koenig dice:

    Buenas

    A mi personalmente me parece una pena tirar libros: al mar, a la chimenea, a donde sea. Pero efectivamente, cada uno es muy libre.

    Por otro lado me parece mas cuestionable presumir de ello. Por no hablar de las intenciones de dicha presunción. Intenciones que pueden ser mucho mas discutibles.

    Un saludo.

    Koenig.

  10. Epaminondas de Leuctra dice:

    Sin duda es una pena, aunque el hombre es libre de hacerlo.

    No he leido a Pope (a Dudley) pero si las circunstancias son tales como el Sr. Reverte las cuenta no dudo que asquearan a cualquier español con un mínimo de amor propio y que valore la verdad en lo que es.

    ¿Cuales son a tu juicio las intenciones de dicha presunción?

  11. Koenig dice:

    Buenos días.

    ¿Porqué presumir de haber tirado un libro? (u ocho)

    En otro hilo de este blog hemos podido leer los comentarios de un autor que mostró su disconformidad con una crítica dura. Leído aquello me imagino lo que debe ser para un escritor que le digan (publiquen) que han tirado su obra al mar.
    Porque sobre un libro se puede opinar sobre el estilo, la amenidad, la ideología subyacente, o no tan subyacente. Y puede gustarnos o no gustarnos. Si es novela histórica además podemos comentar algún dato, pero sin olvidar que es «novela». Igual que otras novelas, aunque tenga una ambientación en hechos reales.
    El Sr. Pérez Reverte se enfada porque el libro de señales de la fragata española sólo contiene 50 combinaciones (entre otras). Puede ser que el autor desconociera el tratado de Mazarredo, o que quisiera ofender a los españoles del mundo entero con su comentario, o simplemente quiso ambientar su novela con hechos que no eran históricamente correctos, incluso puede ser que con estas afirmaciones describa una flota española que nunca existió, igual que con las exageraciones sobre Ramage hable igualmente de una marina británica que no existió.

    Extraído de «Cabo Trafalgar» de Pérez Reverte. (es un ejemplo)
    «-Nespá culpa nuestra, mon capitain -protesta el vigía de popa, creyéndose incluído en el paquete-. No se ve una auténtique merde con esta niebla
    – Ne te hé parlé a tuá, Berjouan. Méteté en tus affaires»
    (nuevamente es un ejemplo)

    Se me ocurren las mismas opciones. Puede ser que el autor no tenga ni idea de cómo hablan los franceses, o que quiera ofender a los francófonos del mundo entero ridiculizando su idioma, o simplemente quiso ambientar su novela con un lenguaje que no es del todo correcto, incluso es posible que con estas exageraciones describa una flota francesa que nunca existió.

    Ahora se me ocurre hacer un paralelo. Si el Sr. Pérez-Reverte se ofende por los comentarios de Pope, supongo que cualquier novelista francés tiene derecho a ofenderse por lo escrito por el Sr. Pérez-Reverte. Supongo que cualquier francés tendrá derecho a contar en público cómo tiró al mar su colección de libros de Pérez-Reverte.

    Volviendo al inicio de la cuestión, y tras estas disquisiciones, creo que la intención del Sr. Pérez-Reverte puede ser ofender, al presumir de haber tirado al mar los libros de otro escritor (claro que al Sr. pope ya no se le puede ofender), como se ofendería el mismo si otra persona publicara que ha tirado sus libros.
    También puede ser que quiera dar ejemplo. A partir de ahora, toda novela que tenga algún comentario ofensivo o inexacto contra los españoles ¡Al mar!. Claro que si todos los países siguen el mismo ejemplo vamos a complicar muchísimo la navegación.
    O colocarse como paladín de la crítica nacionalista. Prohibido escribir nada en una novela que ponga mal a los españoles. Prohibido si es falso, y prohibido también si es cierto. En todo caso el peor tipo de crítica que conozco.

    En fin. Personalmente no pienso seguir el consejo del Sr. Pérez-Reverte. Tengo una buena decena de libros suyos con los que he disfrutado mucho. Y las inexactitudes, burlas y ofensas que he leído en ellos, prefiero tomármelos como inocentes licencias literarias, carentes de mala intención.

    Un saludo.

    Koenig.

  12. Alan dice:

    Haber que no os enteráis, no solo habla por el payaso de Dudley sinó de toda la censura britanica en la historia en general, tanta manipulación da asco, y que solo 4 interesados conozcan la historia real da pena.

  13. Koenig dice:

    8-) No sabía que Dudley Pope se dedicara al circo. Hay que ver que cosas se aprenden.

  14. Jose Antonio dice:

    Yo también los he leido a todos.
    A Pérez Reverte, no sólo lo he leido sino que además le admiro.
    No creo que quiera inducir a nadie a hacer nada. Sólamente está explicando que hizo lo que le apetecía hacer con los libros de Dudley Pope, porque él si que puede permitirse hacer lo que quiera, ya que de estos temas entiende un rato. Además, en su barco, es Dios, como los personajes de estas novelas, y sólo le debe esplicaciones a Dios y al Rey. Yo lo veo más como un consejo de guerra al escritor. (ojo, aparte de todo, también disfruto con los libros de este inglés, salvando lo de ser español.)
    Con dos cojones, Arturo…..

  15. Koenig dice:

    Esperemos pues que los marinos franceses no decidan hacerle a el otro consejo de guerra, porque si no acabaremos todos aconsejados.

  16. Jose Antonio dice:

    Efectivamente, la guerra es así: todos colgando de un palo. El único consuelo es morir de pie o colgado, pero nunca de rodillas, que por desgracia es lo que se lleva. Nos quitarán la vida, pero la dignidad no. El que crea que por claudicar vivirá se equivoca. Ya no quedan muchos enemigos con códigos de honor, ni mucho honor en juego.

  17. Koenig dice:

    Interesante honor el que lleva a todos a morir, ya sea de pie o colgados de un palo ¿No sería mas honroso vivir en «harmonía»?.

    Desde luego sería mas práctico.

    Opino.

  18. Jose Antonio dice:

    Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible.
    El que pueda elegir, que elija. Lo único malo es que cuando te van a meter un palo por el culo no te preguntan si te va a gustar o no.-
    Ya lo dijo y cantó Lenon: «Imagin all the people living in harmony…:».

    Imaginar es muy bonito, pero solo es imaginar.

  19. Koenig dice:

    O, no. Es algo mas. Imaginar es tener imaginación. Que ya es un buen comienzo.

  20. Jose Antonio dice:

    Tener imaginación esta bien, al comienzo, durarnte y al final.
    Ir con la espada repartiendo mandobles al que lo merezca, además, es complementario.
    Ramage, Aubrey, Bolito, Gigante, también tienen imaginación, honor, valentía…..

  21. Koenig dice:

    Imaginemos pues desde el principio que no es necesario tener espada, ni colgar nada, ni tirarlo al mar, para tener honor. Y tal vez durante encontremos una nueva solución final.
    A fin de cuentas, una mediocre solución obvia puede esconder una buena solución mas pensada.

  22. Jose Antonio dice:

    Totalmente de acuerdo. Si se te ocurre algo, avisanos.
    De todas formas, no hay que negar las cosas por obvias. Lo obvio no es mediocre, es claro. ¿es mejor una posibilidad que una realidad? No estoy de acuerdo. Al pan, pan, y al vino, vino.

  23. Koenig dice:

    Pues si se me ocurre algo: evitemos tirar las cosas al mar porque son falsas, o tan sólo porque no nos gustan, y evitemos de paso dar motivos a otros para que hagan otro tanto. Así al menos conseguiremos evitar que el mar se contamine mas de lo que ya está.

    ¿A que es una buena idea?

  24. Jose Antonio dice:

    Vale. Es una buena idea. Sólo un comentario: yo no tiro libros porque valen una pasta (estos salen a veintitantos euracos).No obstante, sigue haciéndome gracia lo de Arturo. De todas formas, sería mejor tener tu e-mail para escribir, ya que esta página nada más que la vemos tu y yo, me parece.

  25. Koenig dice:

    A ¿Que este debate no es público? Entonces ¿Usted no es el otro candidato a la presidencia?

  26. Jose Antonio dice:

    Yo no soy el candidato. Soy EL PRESIDENTE

  27. juanrio dice:

    …de ésta nuestra comunidad…..que diría el Sr. Cuesta. ¿Quien le ha elegido, José Antonio?

  28. Jose Antonio dice:

    He sido elegido por voluntad divina, que es la única que no se equivoca.

  29. Aretes dice:

    Inapelable.

  30. Ascanio dice:

    Sr. Jose Antonio, sólo me gustaría hacer un comentario.
    El asunto no es que esta página sólo la vean usted y Koenig, sino más bien sucede que Koenig, como autor de la reseña, se ha visto abocado a contestarle. El resto de hislibreños asistimos como meros observadores y admiradores de Koenig, quien ha hecho ya bastante con responderle amablemente.

  31. Jose Antonio dice:

    Por fin te rindes, perro inglés…….
    (Dicho con cariño)
    Que trabajo me ha costado que arries velas y te pongas al pairo, vive Dios.

  32. juanrio dice:

    Y luego dicen que el Papa Santo de Roma es católico…..

  33. Jose Antonio dice:

    Ah, vale.
    De todas formas, la incursión no ha intentado ser belicosa, sino con cierto tono de broma que creo todos debemos de tener. Un abrazo para todos.

  34. juanrio dice:

    Corrección, donde dice católico leasé INFALIBLE.

  35. Ascanio dice:

    Oh, pues entonces pido perdón. He creído ver cosas donde no las había.
    Un saludo, Jose Antonio.

  36. Jose Antonio dice:

    Voy a hacer una reflexión en voz alta: lo que yo creo es que debemos de escuchar lo que los demás dicen con la mente abierta, y si alguien cree que tiene que tirar un libro, pues que lo tire, que no pasa nada, como el que escriba que olemos a ajo, pues que lo escriba, que tampoco pasa nada. Yo creo que dentro de lo de Artura hay mucha socarronería, y me resisto a pensar que tirara de verdad los libros. Yo creo que es más una manera de provocar una reacción y una toma de posiciones.
    No obstante, me alegra compartir espacios con gente que ama las mismas cosas que yo, como en este caso, el mar, los barcos, las aventuras…
    Espero que nadie se haya molestado con lo que he escrito, pues lo he hecho como simples duelos en papel, no para ofender a nadie.
    En cuanto a lo de que había más gente, pues es verdad…..

  37. Jose Antonio dice:

    Otra puntualización que no he hecho hasta ahora: me encantó leer el inicio de esta página.

  38. juanrio dice:

    Se agradece el nuevo tono, José Antonio. Espero leerle en otras reseñas, marineras o no.

  39. Ascanio dice:

    Es que somos como las setas, salimos en cuanto vemos un chaparrón…

  40. Arauxo dice:

    … o incluso cuatro gotas.

  41. Koenig dice:

    ¿Esto significa que se acabo el cachondeo?

    Un saludo pues, mi honorable oponente.

  42. Jose Antonio dice:

    Saludos a tí también, mi respetado rival.

  43. cavilius dice:

    Hola. ¿Llego tarde?

    Pues mira que hoy he traído paraguas…

  44. Arauxo dice:

    Pues es pa ná, porque hace un día excelente.

  45. Luis Barros de la Roza dice:

    Soy poseedor de todos los libros de la colección de Patrick O´Brian, C.S.Forester, Dudley Pope, Alexander Kent y algunos mas, pero de lo ultimo que leí, lo mejor, (con diferencia), me parece de Dewey Lambdin, por su tono desenfadado y ameno. Para mi, la pena es que lleguen todos ellos con tantísimo retraso respecto a su publicación en ingles. Respecto a Pope, me pareció entretenido como novelas de aventuras, sin entrar en el rigor histórico ni en sus opiniones. En cuanto al sr. Reverte, soy un rendido admirador suyo, con lo cual me parece licito que tire al mar lo que no le disgusta. Que lastima que no pueda hacerlo con todo, lo que nos libraría de muchos indeseables, parásitos y demás familia.

  46. Luis Barros de la Roza dice:

    Cometí un lapsus en mi comentario, sobra el «no» en el disgusto.

  47. Koenig dice:

    Buenas tardes.

    Por supuesto que tiene derecho a tirar lo que guste. No porque yo sea o deje de ser su admirador, sino porque es su derecho personal.
    Igualmente tiene derecho a -permítaseme la expresión- «fardar» de ello. Incluso a pretender convertir su acción en ejemplo.

    Y consecuentemente, y como contrapartida, supongo que sus lectores, entre los que me cuento, tendremos derecho a criticar su acción, a opinar sobre ella puesto que la ha hecho pública, y a exigirle que sea coherente y ya que tanto le molesta que escriban mal de los españoles, por considerarlo burla ofensiva, exigirle que no escriba él mal de otras naciones, pues puede igualmente considerarse su escrito como una burla ofensiva.

    Derecho contra derecho. El problema, es que no gana nadie.

    Opino.

    Saludos.

  48. Javier Monteagudo dice:

    Fantástica reseña Koening y hablando de Luis Delgado me parece el mejor novelista de tema naval español muy buen rigor histórico, muy buena calidad literaria,muy buenos personajes de ficción,muy amplio vocabulario marítimo aunque en sus libros pone poco y los términos complejos los pone a pie de página, en definitiva todas sus novelas de matrícula de honor las he leído todas las que ha publicado Noray.
    Quiero leer novela histórica marítima de «La Armada Inglesa» pero por lo que comenta Luis todos los novelistas británicos de tema naval no cuidan nada el rigor histórico en sus novelas. Si conoces alguna excepción me lo dices parece mentira que un género dominado por británicos todos se salten a la torera la historia.
    Sinceramente cuando se escribe sobre algo histórico creo que no se debe fantasear la historia hay que respetarla.
    Un saludo.

  49. Alfree dice:

    Hola! PAra el que le interese están en el CI de salfo a 5,75 cada volumen. Yo me he cogido unos cuantos para darle una oportunidad porque los de O’Brian me encantaron. Espero que no acabe tirándolos al water o a la pecera (no todos tenemos barquito jaja).

    Creo que lo de Reverte es mera exageración para la columna, no creo que los haya tirado en la vida real, y, si lo ha hecho, para algo son suyos y el papel es soluble. Paralelamente, me parece horrible tirar un libro, mejor donar que alguien le gustará

  50. Alfree dice:

    Hola! PAra el que le interese están en el CI de salfo a 5,75 cada volumen. Yo me he cogido unos cuantos para darle una oportunidad porque los de O’Brian me encantaron. Espero que no acabe tirándolos al water o a la pecera (no todos tenemos barquito jaja).

    Creo que lo de Reverte es mera exageración para la columna, no creo que los haya tirado en la vida real, y, si lo ha hecho, para algo son suyos y el papel es soluble. Paralelamente, me parece horrible tirar un libro, mejor donar que alguien le gustará

  51. iazisis dice:

    buenas, quiza pueda hacerme participe de las criticas referentes al trato despectivo que Pope utiliza cuando narra estas adaptaciones historicas, que tanto o nada nos puedan entretener, cuando en ellas menta a la madre de todos los guiris que por aquellas epocas surcaban los mares, yo, quiza, por ser de caracter comprensivo, lo veo mas como una licencia poetica que intenta en cierto modo ambientar ciertas actitudes existentes entre las naciones en aquellos tiempos, en un intento de plasmar como pensaban y se expresaban los marinos de entonces, casi siempre en una liza constante entre los que poseian cierto predominio de los mares y oceanos, no por ello voy a dejar de creer que entre ellos los hubiese honorables , que seguramente, sentian un notable respeto por sus contrincantes en la mar, eso creo, por ese motivo me produce cierto dolor que alguien, que seguramente aprecia la lectura, trate a un buen amigo como solo lo puede ser un libro, lanzandolo a las procelosas aguas, por favor si alguna vez siente de nuevo ese arrebato pongase en contacto con un servidor que aunque en mis estantes no sobre sitio siempre habra uno para un buen libro y asi con todos mis respetos me despido.
    Atentamente suyo Ivan.

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