EL MAR EN RUINAS – David Torres

El mar en ruinas“… y supo al fin, antes de que la isla se hundiera para siempre, que su memoria, su pasado, su vida, no eran más que agua.”

Odiseo rey de Ítaca vivió en un tiempo habitado por héroes, dioses y seres mitológicos; Odiseo Laertíada vivió en un tiempo destinado a servir de espejo, fuente e inspiración para los siglos venideros; Odiseo fecundo en ardides vivió en un tiempo que daría origen a cultos, creencias, patrones morales, normas de conducta, un sentido de lo justo y lo injusto, de lo bueno y lo malo, de lo que se debe hacer y lo que no. Ese tiempo, acomodado entre la historia y el mito, había de ser cantado para ser recordado; Homero tuvo el honor, y la Ilíada y la Odisea se convirtieron en la memoria del pueblo griego, reminiscencia de una época gloriosa, de una edad dorada. Pero la voz de Homero rescató del olvido sólo el canto del cisne de esa edad gloriosa, cuya luz se apagó repentinamente al poco de haber regresado Odiseo a Ítaca, y cuyos héroes sucumbieron ante los hombres como el bronce se quiebra ante el hierro. Sobre la tierra griega se abatió una edad oscura, un tiempo sombrío en cuya negrura Homero dejó oír su canto rememorando la luz del pasado, cuando la tierra estaba sembrada de palacios y el mar era surcado por hábiles marinos y bellas sirenas. Aquel sí era un mundo que merecía ser recordado, pero no el que le siguió, un mundo sin héroes, una tierra lúgubre, un mar en ruinas.

Ese tiempo oscuro fue olvidado y en la memoria de los griegos Odiseo quedó plácidamente instalado para siempre en su palacio itacense tras diez años de guerra y diez más de regreso al hogar. Aunque es cierto que, siglos después de la Ilíada y la Odisea, el poeta Eugamón de Cirene compuso una Telegonía en la que se cantaba cómo Odiseo acababa sus días de forma gloriosa, trágica y sublime, en perfecta armonía con la época en la que había vivido: muerto accidentalmente a manos de su desconocido hijo Telégono, concebido en sus amores con Circe, que había partido en busca de su ignorante e ignorado padre. Lo que no podía de ningún modo ser pensado, ni por tanto recordado, es que Odiseo el héroe se convirtiera en Odiseo el hombre. Si tal envilecimiento sucedió o no es algo que habría de quedar en el olvido. Si la historia que se narra en El mar en ruinas hubiera sido contada hace 3000 años, nunca habríamos sabido de ella.

Esta novela no nos ofrece una nueva perspectiva de la manida guerra de Troya o del regreso de Odiseo a Ítaca, sino que su historia comienza donde aquellas acabaron. No nos muestra el vigor ni la fuerza ni el empuje ni la desmesura de un héroe homérico, sino el declive de un hombre que ha de vivir en un mundo sin épica, un mundo real, un mundo que ahora es el suyo. La “odisea” que nos presenta en sus páginas no tiene nada de homérica, nada de “odiseica”, ni por los sucesos que la van articulando ni por los personajes que se pasean por ella. El patetismo que envuelve toda la andadura de Odiseo provoca en el lector un sentimiento de lástima y compasión inéditos para con el personaje que nos cantó Homero. Con pena y sin gloria, Odiseo se embarca de nuevo, como el Odiseo épico, en un periplo para buscarse a sí mismo (y no sólo en sentido metafórico), periplo del que él ni siquiera es protagonista. Porque este Odiseo es bajito, calvo, entrado en carnes y en años; cómo podría tal individuo ser protagonista de nada, ni tan sólo de sus propias hazañas pasadas, pues nada tiene ya que ver este hombre con el héroe que conquistó Troya. Tanto es así que el personaje ni siquiera merece ser el centro de la narración, sino que el eje en torno al cual se construye la historia es Penélope, su mujer, que se erige en voz narradora y protagonista de un relato en el que su marido es zarandeado por los acontecimientos y ultrajado por el paso y el peso de los años.

El lenguaje de esta Penelopeida es envolvente, rico en imágenes, sugerente y evocador; ello no impide que la lectura sea ágil sino todo lo contrario. La atmósfera que se respira durante todo el relato está en consonancia con el mundo que pretende reflejar y en el que Odiseo ha de vivir: un mundo de engaños, traiciones, crímenes horrendos, impotencias insuperables; un mundo de maldad que en realidad difiere poco del pasado mundo heroico, salvo en un aspecto esencial: ahora ya no hay héroes sino hombres, no hay tragedia sino drama, no hay bronce sino hierro, no hay épica sino patetismo. Sólo Penélope se eleva por encima de esa ciénaga de miseria; tejedora incansable, sus tapices retratan, cual oráculo tardío, el pasado y el presente, de modo que a través de ellos la reina escribe para sus coetáneos la misma historia que le está contando a su hijo aún no nacido, y en definitiva también a nosotros, sus lectores. Penélope se convierte así en punto de referencia para éstos y para aquéllos, y en el único personaje heroico de la historia.

El autor, David Torres, juega en esta novela la normalmente buena baza que supone la referencia a un texto clásico como la Odisea, y apuesta fuerte al combinarla con la del antihéroe. Las humillaciones que sufre el glorioso Odiseo son constantes, pero no mayores que las que sufre el universo épico de Homero. Indicador de esto es el hecho de que, si en la Ilíada y la Odisea el mundo pertenecía a los dioses inmortales, que estaban siempre presentes ya fuera implícita o explícitamente, ahora el mundo pertenece a los hombres, seres rastreros con cuyas manos son asesinados unos dioses tan mortales como ellos.

El buen hacer del autor da como resultado un relato en el que cada párrafo invita a la reflexión onírica. El tono es ciertamente duro de principio a fin, y no puede ser de otro modo ya que el escenario es un mundo que se desmorona y los hombres que lo habitan seres crueles y sin alma (la figura de Telémaco encarna el horror y la maldad desquiciada llegando a unas cotas pocas veces alcanzadas en una novela). Pero esta dureza es expresada y puesta de manifiesto sin perder una coherente musicalidad poética, lograda a través de una perfecta elección de palabras e imágenes. Prueba de ello es el propio título, que sirve como cebo y anticipo de esta magnífica novela.

Conviene por tanto no dejar de conocer la nueva y definitiva andadura de Odiseo, andadura que le lleva por un sendero más transitado y conocido por nosotros, pero también más retorcido y enfangado que el que le hiciera recorrer el ciego Homero.

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40 comentarios en “EL MAR EN RUINAS – David Torres

  1. Clío dice:

    Vaya Cavi, que desasosiego al leer la reseña, y no por lo bien que está, como todas las tuyas, sino por la temática de la novela, ¿no has sentido cierta nostalgía de las antiguas aventuras al leer esto? los mundos que se desmoronan, los héroes que no son ya héroes, triste; pero si dices que es buena la novela tendremos que hacerle un hueco. Gracias, siempre un placer leer tus reseñas.

  2. pepe dice:

    Excelente reseña, Cavilius, amigo mío. Hace tiempo estuve considerando la posibilidad de comprar el libro y al final olvidé hacerlo. Si lo recomiendas diciendo que es una magnífica novela tendré que encargarla a los Reyes. El subgénero de la continuación tiene algunos ejemplos bien hermosos. Hace un par de años leí Al morir Don Quijote, de Trapiello, y me gustó bastante. Y ya que Dumas ha aparecido por aquí hace poco, su continuación de Los tres Mosqueteros también merece la pena (digo continuación porque desconozco si en su ánimo estaba escribir una trilogía, como de hecho hizo). Pero no quiero desviarme más del motivo de la reseña. Enhorabuena de nuevo.

  3. Arauxo dice:

    Qué delicia de reseña, Cavilius. Yo no sé si el libro estará a su altura; por tu descripción, parece que sí, pero aunque no lo estuviera, incitas a su lectura sin que en la mente del lector asome el menor atisbo de duda.

    Y desde luego, el tema elegido es absolutamente original. Y demuestra que este género, el de la narrativa histórica, sigue ofreciendo a los autores imaginativos excusas para escribir auténticos novelazos, en los que los personajes del pasado, luminoso o lleno de brumas, vuelven a reencarnarse en historias de la Historia, para ofrecer a los hombres del presente un espejo en el que mirarse y apuntarles el camino para encontrarse a sí mismos.

    Felicidades, maestro, y si caben, más que nunca.

  4. Arauxo dice:

    J*der, acabo de volver a leerla, Cavi. Y ya puestos en plan fino, solo se me ocurre añadir que vaya tela, vaya tela, vaya tela, amigo. Vaya tela.

  5. Epaminondas dice:

    También de Dumas es la supuesta continuación de «El conde de Montecristo» llamada «La mano del muerto» y a parte del sugerente título no se acerca ni remotamente a la primera en parámetro alguno.

    Las continuaciones venden aunque solamente sea por inercia.

    A propósito, enhorabuena por la magnífica reseña Cavi, leerte es un placer, muy descortés he sido de comenzar con esto. Yo personalmente prefiero dejar a Odiseo tal y como lo conozco y no convertirlo en un antihéroe más acorde con estos poco heroicos tiempos que nos toca vivir.

    saludos.

  6. cavilius dice:

    Gracias por los comentarios. Sinceramente creo que la novela es más que buena, y que vale la pena apuntarla en la lista de los Reyes. La verdad, Clío, es que la sensación que yo tuve mientras la leía, por lo que recuerdo (soy muy desmemoriado para esas cosas, y el libro lo leí hace ya casi medio año -es que richar ha tenido en moderación la reseña una eternidad, el muy felón- ) fue de impotencia al ver que un héroe como la copa de un pino (Odiseo) era pisoteado por todos. Se resfría, le duelen las muelas, le dan una paliza, se burlan de él, le humillan… Y hacia el último tercio de la novela su personaje da un giro sorprendente (que no desvelaré, claro) y prácticamente desaparece. Realmente es una novela original, aparte de muy bien escrita.

    Arauxo, si me estás sugiriendo que me haga sastre igual me lo pienso. Y como me vuelvas a llamar maestro te meto un suspenso que te enteras.

  7. Valeria dice:

    Mi lado irracional, Cavi, me pide que no me deje tentar por tus cantos de sirena y que deje a Odiseo victorioso. Mi lado irracional quiere seguir creyendo en el mito, esperando la intervención de los dioses, la proeza del héroe, la moraleja de la historia. Mi lado irracional quiere que Odiseo venza y convenza, que sus penalidades finalicen después de tantos años, que Penélope teja para aquel que , por fin , ya está en casa.
    Mi lado racional me dice que confíe una vez más en tu criterio; que un libro que ha inspirado esta tu aportación no se merece que le castigue con el látigo de mi indiferencia. Miento, no es indiferencia, que es pavor de enfrentarme a la humanidad del héroe.
    Pérfido reseñador, que en tales dilemas me pones.

  8. Ascanio dice:

    A mí me pasa como a Valeria. Eso que me tiren los mitos por el suelo no me atrae mucho, aunque si el libro es tan bueno como la reseña (¿de verdad el libro es tan bueno como la reseña?) igual habrá que pensárselo, pero no sé, no sé…

    Todavía recuerdo cuando ví la película «Robin y Marian», con un Robin Hood con la cara de Sean Connery con 50 años largos. Aún no me he recuperado de la impresión.

    Oye, Arauxo, ¿no te recuerda este Odiseo ( bajito, calvo, entrado en carnes y en años) a Rolfe-Johnson en la ópera de Monteverdi?

  9. cavilius dice:

    Vale: si finalmente sucumbes a tu lado racional, ese será un acto irracional del que no creo que te arrepintieras.

    Koenig: estoy de acuerdo. Es más: estoy de acuerdo.

    Ascanio: el libro es vergonzosamente mejor que la reseña. Ya sé que el tema «¿y qué fue de…?» no es muy atractivo en sí mismo, pero este caso es una buena excepción.
    (¿Y qué fue del Rolfe-Johnson ése?)

    Saludos

  10. Arauxo dice:

    Pues sí. Y no por eso deja de ser un auténtico mito en la Música Antigua…

    Y es que, al contrario que lo que le ocurre a Valeria y a Ascanio, a mí me atrae y mucho el argumento de la novela. Igual que los periodos de crisis en la Historia son siempre más interesantes que los de estabilidad (para los que nos acercamos desde el futuro, se entiende, no para los que tuvieron que sufrirlos), creo que las etapas de decadencia en la vida de los grandes protagonistas de la Historia (o del Mito) pueden proporcionar interpretaciones, reflexiones y situaciones mucho más interesantes desde la perspectiva literaria que las «normales» y más conocidas épocas de esplendor de esos personajes.

  11. Ascanio dice:

    Pero es que tú eres muy rarito, Arauxo.

    Cavi, Rolfe-Johnson es un tenor que, con aproximadamente 60 años, ha interpretado la obra de Monteverdi «El retorno de Ulises a su patria».
    Eso de ver a Ulises con el michelín y las carnes colgantes no pega demasiado con el mito, sino más bien con el abuelito.

  12. jerufa dice:

    Felicidades, cavi.
    Menos mal que la reseñaste, porque yo aún ando pendiente.
    Este libro, por primera vez me llamó la atención cuando leí los extraordinarios comentarios que suscitó en el hilo de ¡Puertas de Fuego, sí!. Allí se hicieron alusiones tan elogiosas de esta novela que me dicidieron a comprarla. Y cada vez que empezaba un libro nuevo, me acordaba de ella, peeeero….me frenaba el hecho de una tarea pendiente. No he leído ni la Iliada ni la Odisea. Ambas las tengo, pero me da un no se qué raro en el cuerpo meterle mano a la obra de David Torres sin antes machacarme al propio Odiseo en su salsa.
    Y aquí sigo, cavi…y después de tu bella reseña, aqui sigo, cavi.
    ¿Me puedes ayudar?…ya lo hablamos por mail hace meses…
    Arauxo, no hace falta que la compres , te la presto. Es lo menos que puedo hacer por tí, aunque con la de faena que tú tienes pendiente mejor no insisto, ¿no?
    Cavi, eres grande, muy grande.

  13. cavilius dice:

    Bueno, ya tengo una edad pero tampoco hace falta ofender, ¿eh?

    Y lo que has de solucionar rápidamente es ese problema tan gordo que tienes: tienes que leer a Homero antes, durante o después de esta novela, pero tienes que leerlo. ¿No te duele a veces el riñón izquierdo y los higadillos se te revolucionan un poco? Pues es de eso.

    Saludos.

  14. Aretes dice:

    Cavilius, nos dejas sin palabras porque dan ganas de leerlo y da gusto disfrutar de una reseña tan bella y embaucadora.
    Desde luego el tema me parece de lo más llamativo y casi me atrae más el Odiseo que pintas, con tantas miserias y desventuras, que el de Homero.
    Creo que sí, que caerá en estas Navidades.

  15. Aquiles dice:

    Estoy con aquellos a los que el argumento les parece atractivo. La humanización de Odiseo tras su vuelta a casa está acorde con ese momento de decadencia, de ocaso, de una época heróica que toca a su fin. Al fin y al cabo no se trata sino de una transición a otra época distinta en la que el mundo se humaniza y esos héroes semidivinos que estaban muy por encima de los hombres ya no tienen razón de ser. Creo que la novela retrata muy bien este tránsito en la persona de Odiseo, a quien la vida acaba pasando factura por algunos de sus comportamientos (no podemos olvidar que la base de su actuación se distingue por una gran capacidad para urdir engaños y alguna que otra traición, solo que en los poemas homéricos esto adquiere connotaciones positivas por venir de quien viene). Y efectivamente, la auténtica protagonista del libro, la heroina, es Penélope, que ha sabido mantenerse constante y sin necesidad de estridencias de ningún tipo en su actitud, y a la que todavía le resta un buen tramo de sufrimiento que va a soportar con más dignidad de la que hubiera sido capaz cualquiera de los héroes que combatieron en Troya.

  16. Paco T dice:

    Me encanta la propuesta, y sin duda me haré con la novela. La humanización de este héroe en concreto no me parece tan atrevida como si se hubiera hecho con otros, porque desde jovencito (desde mi primera lectura de las obras de Homero) me habitué a contemplar a Odiseo Laertíada, fecundo en ardides, como el más humano de todos los héroes épicos del gran poeta. Su propio nombre (el «provocador de odio», si mal no recuerdo) ya remite a la que tal vez sea la más baja de las humanas pasiones, junto con la envidia. Le adornan grandes virtudes, su ingenio fecundo, su capacidad de respuesta a lo imprevisto y, sobre todo, su extraordinario afán de supervivencia. Por eso las imágenes más claras que tengo de Odiseo son dos, que ilustran sus dos caras: la del Odiseo valiente y decidido, ingenioso a más no poder, que urde y pone en práctica su plan de escape de la cueva de Polifemo (esas inmortales palabras: «Me llamo Nadie, Nadie me llaman mis compañeros y la madre que me alumbró»…); y la del Odiseo implacable con sus enemigos, decidido a la venganza a toda costa, incluso aunque ésta sea tan sangrienta que desafía a los dioses, aunque implique matar hasta a las desvergonzadas criadas que han servido de concubinas improvisadas a los odiosos pretendientes de Penélope (la imagen de «Odiseo, mirando con torva faz»).

    Excelente reseña, Cavilius. Merece la pena ser leída una y otra vez. Muchas gracias por escribir así. Saludos.

  17. cavilius dice:

    Si lo lees no te arrepentirás, Aretes. Y si te arrepientes no olvides que el arrepentimiento hace a la persona mejor de lo que era antes; y habrá sido gracias a mí. (¿?).

    Desde luego, Aquiles: Penélope es la protagonista de la novela de principio a fin, y de hecho es la narradora durante casi toda ella hasta que en la última parte aparece un narrador que relata el final de la historia. El cambiar de primera a tercera persona descoloca un poco, pero ha de tener algún objetivo. Quizá después que el autor nos ha metido en la piel de Penélope, en su pensamiento y su sufrimiento, quizá después que nos ha hecho conocer a Penélope hasta tal punto, quiere que contemplemos los sucesos finales «desde fuera», para que aún padezcamos más.

    Paco T, el Odiseo que tú recuerdas (que todos recordamos) de la Ilíada y la Odisea aparece sólo al principio; luego se difumina hasta desvanecerse completamente. Sólo hay un momento en el que vuelve a surgir, un momento de esos en que si se tratara de una película aplaudiríamos emocionados y la carne se nos pondría de gallina. Pero dura bien poco.

    Y gracias, hombre; lee la reseña tantas veces como quieras. Yo también te quiero.

    Saludos.

  18. Melkart dice:

    ARAUXO:¿que quieres decir con vaya tela, vaya tela…?
    ¿ES BUENO O ES MALO?

    Por cierto la reseña es MAGNIFICA.

  19. Aquiles dice:

    Cavilius: en mi anterior intervención no te felicité por tu reseña. No solamente está bien escrita, sino que – lo más importante – incita a leer la novela. Espero que el foro hislibreño se anime y la lea, porque es de esas obras que no dejan indiferente. Esa edad heróica que agoniza es una alegoría del auge y caída de las civilizaciones, y las últimas páginas del libro nos recuerdan que en la propia tragedia que supone el fin de una época está incluida la semilla de otra que comienza.

  20. cavilius dice:

    Gracias, Aquiles, y gracias, Melkart. No te preocupes, Aquiles: suelo sobreentender que las felicitaciones vienen tácitas con cada comentario. Es lo que hace mi suegra cuando nos invita a comer a su casa: si nadie dice nada y nos comemos lo que nos pone, es que nos ha gustado.

    Saludos

  21. cavilius dice:

    Vaya, por cierto, Aquiles: en el hilo del cómic 300 te hice una consulta sobre un libro que ha salido hace poco. Pásate por allí cuando puedas, please.

  22. Arauxo dice:

    Confieso, Melkart, que mis «vaya tela» de más arriba eran simplemente una manera ordinaria y vulgar de felicitar al autor de la reseña por su excelencia.

  23. Ariodante dice:

    Bueno, Cavi: ahora que he tenido un rato (más vale tarde que…) he leído tu magnífica reseña. ¡Enhorabuena!
    Comparto opinión con Valeria y Ascanio, ciertamente después de ver a Robin y Marian hechos unos zorros, se le baja a una la moral mítica por los suelos. Hubo una época en la que yo estaba en contra de los mitos, y entonces me encantó ver a Sean Connery (al que siempre es un placer verlo) derribando por los suelos el mito Robinhoodiano. Pero no; creo que lo mitos tienen su función, y muy importante, por cierto. Con esto no quiero decir que el libro no sea de interesante lectura, y probablemente me lo apunte en mi lista. Pero, insisto: los mitos griegos, concretamente, son la base de nuestra cultura y a mi me encanta que se les tome como base literaria, pero no tengo claro su acoso y derribo. Es cierto, como dice Arauxo, que las épocas de decadencia producen grandes reflexiones y personajes más interesantes.
    Y también estoy con lo que dice Aquiles (¡qué estupenda elección de nombre!) sobre lo del protagonismo de Penélope. Me imagino que el autor del libro recoge un poco y aplica lo que podemos observar en estos últimos decenios: es decir, la decadencia del varón y la emergencia de la parte femenina de la humanidad. Que esto sea positivo o no, es otra historia. Pero ciertamente, es asi, y conlleva una revolución a todos los niveles de nuestra sociedad, querámoslo o no. No me extraña, por tanto, que sea Penélope la que cuente la historia.
    Yo quería traer a colación un libro que leí hace muchísimo tiempo, pero que podría ser objeto de una relectura a cuento de éste que comentamos: se trata de Las Mocedades de Ulises, de Alvaro Cunqueiro. Es una obra que toma el mito, lo humaniza, pero a la vez lo sigue manteniendo en el terreno misterioso y brumoso del mundo mítico y poético.
    Porque precisamente en la época en que vivimos, destructiva y violencia, de decadencia de los patrones habituales a todos los niveles, lo que necesitamos son modelos, a modo de las ideas platónicas, modelos a imitar, para tratar de superar nuestra condición humana, frágil y quebradiza, y tratar de asemejarnos a los dioses o a los héroes, dando lo mejor de nosotros mismos y tratando de alcanzar las nubes, no regodearnos en el fango, y justificar muestra mediocridad.
    Uuuh, me he puesto un pelín demasiado filosófica, ja, ja. Bueno, pues eso es lo que quería decir, aparte de volver a felicitar a Cavi y pedirle que siga escribiendo tan estupnedamente.

  24. cavilius dice:

    Gracias, Ariodante. Quizá convenga (o quizá no, pero ahí va) hacer una aclaración sobre cómo es tratado en la novela este asunto de derribar los mitos o de desmontarlos: en el libro no se pretende, creo yo, quitar mérito, o desmantelar, o ni siquiera humanizar el contenido mítico de las hazañas de Odiseo. Éstas forman parte de un pasado en el que la historia que se cuenta no entra más que para hacer algún que otro flashback; forman parte de un pasado mítico, y esto no es discutido ni puesto en duda. Es el presente el que se revela como no mítico, como antiépico, humano, mortal, degenerado. Es en este proceso de desvelar un tiempo presente normal y corriente en el que, inevitablemente, Odiseo es descrito como una persona normal y corriente. Es decir: que la idea no es la de que las hazañas pasadas de Odiseo no fueron para tanto porque en el fondo él es un mortal de carne y hueso como cualquier otro, sino la de que aquel tiempo, aquellas hazañas u otras similares, ya nunca podrán repetirse porque ese tiempo del mito y de la épica acabó y no regresará.

    Me temo que empecé a leer Las mocedades de Ulises hace ya bastante tiempo y no pude con él, se me atragantó.

    Y por mí puedes ponerte todo lo filosófica que quieras, qué sería la vida sin la filosofía (y creo que pocos sabrían responder a esa pregunta, por cierto).

    Saludos.

  25. richar dice:

    Buf, vaya tela (que dice Arauxo)…

    la verdad es que con hilos como este, da gusto seguir entrando en Hislibris cada día e intentando hacer que esto crezca poco a poco. No sólo la reseña es de 10 (joer, cavi, te estás saliendo), sino que los comentarios la enriquecen y aupan aún más.

    Por cierto, ¿y el autor por dónde anda? Voy a ver si lo localizo, porque esto no se lo debería perder.

    Un saludo,
    Richar.

  26. Aquiles dice:

    En lo que respecta al carácter heróico de los personajes homéricos, creo que puede ser oportuno contextualizar los dos poemas. Estas obras son transmitidas oralmente en un momento en el que en Grecia el modo de vida se rige fundamentalmente por el «oikos», una estructura socioeconómica que tiende a funcionar de forma autosuficiente, de resultas que cada oikos – al frente del cual siempre hay un miembro de la «nobleza» de la época – procura autoabastecerse de todo lo necesario sin depender de los demás, a pesar de lo cual sí se produce un cierto – y lógico – nivel de intercambio comercial. En este sistema de cosas los aedos, cuya función es aprender y transmitir estos y otros poemas, tienen una consideración especial – como sucede con los herreros y los físicos – porque son depositarios de un conocimiento que muy pocos dominan; de esta consideración se deriva que no pertenecen a ningún oikos, son independientes, van y vienen de un lugar a otro según quién demanda su presencia. Pero esta independencia solo es teórica, porque en la práctica su trabajo depende de quién les paga, en este caso la mencionada «nobleza» dominante; y como estos «nobles» se autoproclaman herederos de los héroes míticos y dignos depositarios de su legado, pagan por que se les narren hazañas en las que éstos derrochan valentía, generosidad, capacidad de mando…. todos ellos valores positivos que justifican su «statu quo» privilegiado en la sociedad a la que pertenecen. Por supuesto, los aedos crean composiciones que se adecúan a los deseos de sus oyentes; hacer lo contrario supondría la pérdida de «contratos». El resultado es que estos heróicos personajes responden a modelos arquetípicos, casi ideales, pero mediatizados por la ideología dominante en la época en la que los poemas se desarrollan; por eso la capacidad para el engaño que caracteriza a Odiseo no es considerada como un defecto, sino como un signo evidente de superioridad intelectual, por poner un ejemplo.

  27. David Torres dice:

    Bueno, un amigo me había dicho que entrara en esta página y veo que merecía la pena. Cavilius, muchas gracias por tu entusiasta y generosa reseña. Veo que incluso comparan mi libro con esa maravilla que es Robin y Marian: yo también lloré mucho antes de que Robin lanzara la flecha. Personalmente, creo que los mitos están para contarlos una y otra vez, con humildad, con paciencia, con amor y tesón, y que una simple novela más no va a desmantelar, ni mucho menos, el mundo homérico.

  28. Jerufa dice:

    Bienvenido David a este bello mundo.
    Yo tengo tu libro. espero leerlo en cuanto acabe unos pocos que tengo por aqui pendientes.
    Y te diré que me lancé a su compra no por la reseña que ha publicado Cavilius ahora, sino por los comentarios que en su momento se hicieron en el larguísimo hilo de Puertas de Fuego de Presffield. Desde aquel momento ya me picó el gusanillo.
    Queda leerlo, pues.
    Ya comentaremos.
    Un saludo y te reitero la bienvenida en nombre tod@s.

  29. cavilius dice:

    Hombre, el autor. Bienvenido y encantado de saludarte, David. Y honestamente te digo que si la tuya es «una simple novela más», te pones el listón muy muy alto.

    Por otro lado, tienes toda la razón: los mitos están para contarlos porque así ha sido siempre. Los griegos no estudiaban mitología; la religión griega (y conste que siempre me ha dado un poco de repelús usar la palabra «religión» refiriéndome a los griegos), el culto a sus dioses, los mitos, en definitiva, no eran una «asignatura» que aprender y memorizar sino que se contaban continuamente de unos a otros. Era una religión eminentemente oral, no existían «catecismos» ni libros sagrados.

    Saludos y pásate por aquí siempre que quieras, David. Un placer saludarte y leer tu libro.

  30. akawi dice:

    Muchas felicidades a David Torres por su libro, el que espero leer pronto y muchas felicidades a Cavilius por esta magnifica reseña.
    Es un privilegio para mí poder leeros a ambos. Gracias.

    Un abrazo.

  31. Aquiles dice:

    Me uno a Jerufa y Cavilius en el saludo a David. Ha sido una sorpresa muy agradable que te hayas decidido a intervenir.
    Cavilius: estoy bastante de acuerdo con tu apreciación acerca del concepto de «religión» en la cultura griega. No hay libros sagrados, «catecismos»… ni clero profesional para divulgarlos. De todos modos, tengo la impresión de que el concepto «religión» en el sentido etimológico del término, se ajusta más a la concepción de las civilizaciones del Próximo Oriente Antiguo y de la egipcia.

  32. cavilius dice:

    Claro, Aquiles, el de los pies ligeros. Por eso digo que me da cierto repelús usarla dentro de un contexto griego. Vamos, es que los griegos ni siquiera tenían una palabra que equivaliera a «religión», que es un término que «inventaron» los romanos.

    Y hablando de etimología, parece cosa probable que «religión» provenga de «religare«, algo así como «volver a atar», en el sentido de estar fuertemente atado y vinculado con la divinidad. Pero otra versión, que ya enunciara Cicerón en su Sobre la naturaleza de los dioses, lo hace derivar de «relegere«, «volver a leer», «releer», o incluso «recopilar», «recolectar», «acumular», refiriéndose al acto de leer, de asimilar, de recopilar todo lo relativo a los cultos de los dioses para poder así llevarlos a cabo de manera eficiente y diligente.

    Saludos.

  33. David Torres dice:

    Gracias también, Jenufa, Aquiles.
    Cavilius, no es que yo tenga una pobre opinión de El Mar en Ruinas, al contrario, es el libro al que más tiempo he dedicado (diez años) y el que más esfuerzo me ha costado, hasta el punto de que muchas veces estuve a punto de arrojar la toalla y mandarlo todo al Hades. Pero ocurre que ni el tiempo ni el esfuerzo garantizan el resultado y al final uno se encuentra con un objeto real entre las manos. Debo decir que El Mar en Ruinas, tal y como quedó, se parece bastante a aquel sueño que tuve un día en la Facultad donde el viejo Ulises de regreso a Itaca se encontraba en alta mar con el joven Odiseo de camino a Troya.
    Luego quería decir «una simple novela más» de entre todas las páginas que se han sumado al ya largo itinerario homérico: Dante, Tennyson, Kazantzakis, Cunqueiro, Graves, Savater… Es muy interesante eso que apuntas sobre la oralidad esencial de la cultura griega: yo lo sugiero hacia el final del libro, cuando Odiseo empieza a contar en voz alta su propia historia como si no fuera suya, una prefiguración o una encarnación del propio Homero. Es Penélope, es la mujer, quien necesita la palabra escrita para fijar los recuerdos al hogar y para eso utiliza sus telas. Esa dicotomía femenino/masculino baña toda la novela pero eso, claro, ya lo había visto Homero.
    Por cierto, hay una novela maravillosa de Alberto Moravia, El Desprecio, donde un guionista de cine tiene que hacer un guión de la Odisea al mismo tiempo que su matrimonio se deshace. Tiene la lectura psicológica más atrevida e interesante que yo haya leído sobre la Odisea y, al mismo tiempo, es un libro delicioso. Lo recomiendo a todos aunque no sea estrictamente histórico.

  34. cavilius dice:

    Pues es cierto, David: en la novela se respira en todo momento aquello de «cualquier tiempo pasado fue mejor», ya que Odiseo está continuamente rememorando y comparándose con quien él mismo fue veinte años antes.

    Sobre el carácter oral de la cultura griega: efectivamente así era. Cuando el mundo griego adoptó el alfabeto fenicio, allá por el siglo VIII a.C., lo hizo con la intención de reforzar y respaldar la oralidad, no de sustituirla. Los poetas cantaban sus poemas, los trágicos, filósofos, logógrafos, sofistas, publicaban sus obras escritas cuando las representaban o leían en voz alta ante el público (de ahí lo de «publicar»). El cambio de mentalidad, el paso de la cultura oral a la cultura escrita, el considerar la grafía como algo independiente de lo oral, no se produciría hasta los romanos.

    No conocía ese libro de Moravia; habrá que buscarlo, pues.

    Saludos.

  35. Valeria dice:

    He tardado un poco en leer «El mar en ruinas», aunque hacía meses que lo tenía en espera. Lo terminé hace un par de días. Desde entonces, estaba esperando encontrar un rato tranquilo para releer la reseña de Cavi. ¡Qué bemoles para reseñar esta novela!¡ Qué novela!. Me ha gustado mucho, pero me ha dejado sin palabras. El lenguaje es indescriptible, riquísimo , y como dijo Cavi, evocador. Me temo que ningún comentario que pueda hacer esté a la altura de lo que he leído. Una historia embaucadora y sorprendente.

  36. Petar dice:

    la pelicula de godard basada en el libro de moravia esta muy bien.

  37. juanrio dice:

    Gran reseña Cavilius, me ha gustado tanto como la novela, acabo de leerla en estas vacaciones. Un gran autor David Torres, al menos las tres novelas suyas que he leído y espero poder leer alguna otra.

  38. cavilius dice:

    Gracias, juanrio. Nueve años hace ya que leí el libro y aún recuerdo su prosa envolvente y sugerente. Una gran novela.

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