EL INFORME DE BRODECK – Philippe Claudel

Hace un año que la guerra ha terminado y Brodeck, superviviente de la mayor matanza organizada de la historia, debe redactar el informe de un asesinato. Empleadillo de aldea cuyo cometido es pergeñar reportes de dudosa utilidad, tan dudosa que la distante Administración olvida remitirle su salario, Brodeck no tiene más remedio que acometer la penosa tarea que le han encomendado sus vecinos: el alcalde, el herrero, el tabernero, los granjeros, los hombres del pueblo en suma, todos ellos responsables del crimen. Lo que necesitan es un informe tan fidedigno que su lectura conlleve comprensión y perdón, pero ellos no son diestros lidiando con las palabras, menos si es por escrito; Brodeck, en cambio, ha cursado estudios en la capital y aporrea rutinariamente el teclado de su máquina de escribir. Por añadidura, él no se cuenta entre los asesinos. ¿Acaso es uno de ellos, en verdad? De origen foráneo, casado con una mujer traída de la capital (otra foránea), había sido el chivo expiatorio en los días de la ocupación y, cuando ya se lo daba por muerto, había retornado del infierno de los campos de concentración. El mismo hecho de mantenérselo al margen del crimen es ya una señal decidora. Así pues, con la impericia de alguien que no está versado en las prácticas forenses, Brodeck redacta el informe y de paso realiza un descubrimiento inesperado.

Si algo distingue de entrada a El informe de Brodeck, novela del escritor francés Philippe Claudel, es su calculada indeterminación. Sólo por ambiguos indicios podemos suponer que el escenario en que se desarrolla la trama es, tal vez, una aldea centroeuropea (¿austríaca?). Que el narrador-protagonista cuyo nombre figura en el título es judío y que su origen se sitúa en la Europa oriental (de cuyas pasadas calamidades ha sido rescatado por una mujer que, años después, sigue siendo el ángel bueno de su hogar). Que la guerra aludida es la Segunda Guerra Mundial. Que los uniformados que invadieron la aldea en cuestión eran nazis, y que el lugar de reclusión del que Brodeck ha salido -con vida, sí, pero con la dignidad quebrada- es un campo de concentración alemán. La misma naturaleza del encargo, el susodicho informe, rebosa ambigüedad. ¿Está autorizado el improvisado escriba a recabar todos los detalles que conciernen al crimen? ¿Quién habrá de leerlo, y, más decisivo aún, por qué están tan seguros los criminales de que serán perdonados? La verdad es que la faceta policial del asunto no importa demasiado, Brodeck sabe de antemano lo que hay que saber y no tiene más que ponerlo en blanco y negro. La víctima era un individuo extraño, alguien que se había instalado en la aldea poco después de la guerra, venido al parecer de la nada y resuelto a permanecer en el anonimato. Alguien a quien los aldeanos designaron con multitud de sobrenombres preñados de desconcierto, imponiéndose muy significativamente el de Der Anderer (el otro, en alemán). Su aspecto y sus maneras, su completo desinterés por encajar en el lugar: todo en él parecía esconder el propósito de suscitar recelo, de activar el atávico miedo a lo desconocido. Acaso inevitablemente, la tensión crecía conforme se prolongaba la estancia del extraño, enrareciendo el ambiente hasta lo intolerable.

El Otro. Uno que, con fatídica presciencia e inusitados -¿inocentes?- métodos, había removido la inmunda ciénaga en que reposaba la vida de la aldea, su apócrifa estabilidad y sosiego. Sin llegar a trabar conocimiento con nadie, ni siquiera con Brodeck, que había tratado de intimar con él, el individuo iba de un lado para otro con un cuaderno en que tomaba misteriosos apuntes. Un día, el Otro había decidido retribuir a la paciencia con que se lo soportaba, para lo cual organizó una exhibición de paisajes y retratos de propia mano. ¡Un artista, pues, y lo que hacía era trazar croquis del lugar y sus gentes! Inicialmente halagados y aliviados por lo que venía a explicarlo casi todo, pronto percibieron los lugareños que la iniciativa del personaje no era sino una bofetada a su autocomplacencia. Los dibujos del Otro mostraban lo que escondía la piel de cada uno de ellos, devolviéndoles una imagen repulsiva de sí mismos. ¿Qué poder era el de aquel intruso, que veía lo que todos se esforzaban en ocultar? ¿Con qué derecho revelaba lo que todos pretendían olvidar? Irritados, los aldeanos «vieron lo que eran y lo que habían hecho», y no lo soportaron. «Él era el espejo –dice un personaje-. Y los espejos (…) acaban rompiéndose».

Lo que eran y lo que habían hecho. Llevando adelante sus pesquisas, escribiendo el informe y en paralelo una crónica o memoria que, como él admite, «avanza, retrocede, se salta el hilo temporal como quien salta una cerca, se va por las ramas», Brodeck descubre que no lo sabía todo, que el significado de ciertos matices y detalles inscritos en los dibujos del Otro se le había escapado (a fin de cuentas, sus dos años en el campo de concentración suponían una laguna en su conocimiento del pueblo). Descubre, Brodeck, que la podredumbre moral de los verdugos cunde por doquier y que, en lo sucesivo, la cohabitación con sus vecinos es imposible.

Philippe Claudel ha moldeado una inquietante novela en que la indeterminación referida y el empaque alegórico del personaje conocido como Der Anderer amplifican su efecto metafórico o, si se quiere, la moraleja. Si ya en Almas grises, novela anterior, el autor se revelaba excepcionalmente dotado para la indagación en el lado sombrío de la condición humana (valiéndose además de un patrón narrativo vagamente similar: un asesinato, una crónica redactada por mano inexperta, la amenaza de un secreto terrible), El informe de Brodeck lleva a un nivel superlativo el potencial perturbador de su literatura, obsequiándonos una parábola rica en matices y planos de significado. Por medio de sutiles pinceladas y estampas hábilmente insertadas en la corriente principal del relato (precisamente aquellos saltos e idas por las ramas a que alude la voz narradora) se hace el recuento de las enormidades del siglo que debía ser el del progreso y la razón: la guerra («La guerra es una mano inmensa que barre el mundo. Es la coyuntura en que el mediocre triunfa y el criminal recibe la aureola de santo, ante quien todos se arrodillan, a quien todos aclaman, a quien todos adulan. ¿Tan insoportablemente monótona es la vida para los hombres, que desean la matanza y la destrucción de ese modo?»); la segregación y la persecución devenidas sistema («Me llevaron, como a miles de personas, porque teníamos nombres, caras o creencias distintas de las suyas»); el tormento y la deshumanización metódicos de los campos de concentración («Las siluetas y las caras huesudas que poblaban el campo eran siempre las mismas. Ya no éramos nosotros mismos. No nos pertenecíamos. Ya no éramos individuos. Sólo una especie»); la hybris retorcida de quienes se creían llamados a dominar en razón de su raza («Los Fratergekeime –entiéndase, los nazis- seguían siendo los amos, pese a que habían perdido. Eran dioses caídos, grandes señores presintiendo que no tardarían en despojarlos de sus armas y corazas. Con la cabeza todavía en las nubes, pero sabiéndose colgados boca abajo»); la vesania corrosiva del hombre despersonalizado, del hombre-masa expuesto al delirio colectivo, al odio coreografiado por los ideólogos y caudillos de turno («La muchedumbre en sí es un monstruo, un enorme cuerpo que se engendra a sí mismo. (…) Detrás de las sonrisas, las risas, las músicas y los eslóganes hay sangre que se calienta, sangre que se agita, sangre que gira y enloquece al verse revuelta y removida en su propio torbellino»). La síntesis de una época entera, ya se ve.

Súmese a lo anterior la vertiente simbólica que brota del tema del Otro y su violento final: confrontación con lo enigmático, con aquello desconocido que rompe con las convenciones establecidas, reduce a nada el autoengaño y hace aflorar los odios y los miedos latentes. Por su parte, el tema del terrible secreto que redondea el sentido de la historia y precipita su desenlace viene a potenciar el carácter de parábola del mal de la novela. Lo que se obtiene en definitiva es el equivalente de un clásico mayor de la literatura: El corazón de las tinieblas, la novela de Joseph Conrad. Claudel, como Conrad, es un maestro en la construcción de una trama que progresa sin prisas, trama de ritmo sincopado y atmósfera atosigante, capaz -con todo- de mantener constantemente en vilo al lector. En ambos casos, narrativa de imágenes sobrecogedoras, palabra precisa y tremendo poder de sugestión; narrativa cuya interpretación se desdobla en planos simultáneos (en la novela de Conrad, recuérdese, hay el plano de la denuncia de la explotación del Congo y el plano alegórico del descenso a las tinieblas morales del individuo). Como en El corazón de las tinieblas, aunque muy condensado, tenemos en la novela de Claudel el trayecto azaroso y su similar degradación espiritual (véase el episodio del traslado en tren de los deportados al campo de concentración).

No hay concesiones a la banalidad ni a los facilismos en El informe de Brodeck. Al tiempo que se siente uno conmocionado por la crudeza de la historia, también se ve seducido por el sortilegio de una prosa bella y envolvente como pocas. Cabe destacar que no todo en esta novela es pesimismo y desaliento. Como candil en la oscuridad, y tan esperanzador, resplandece el episodio del anciano que acoge al protagonista en su camino de retorno a la aldea, tras su inesperada liberación. Tenemos a Fédorine, la entrañable anciana (presumiblemente rusa), alma del hogar de Brodeck y su salvadora en la infancia y en la adultez. Muy especialmente, tenemos la hermosa historia de amor que subyace a todo y que sobrevive a todo, incluso a las peores vicisitudes. El amor de Emélia, la mujer de Brodeck, es ni más ni menos que la razón por la que el protagonista no se ha doblegado en el mismísimo infierno erigido por los hombres.

En lo personal, una de las mejores novelas que he leído en mucho tiempo.

El autor nació en la ciudad de Nancy, en 1962. Cineasta, guionista de cine y televisión, se ha desempeñado como docente universitario de Antropología Cultural y Literatura. Autor de varias novelas y volúmenes de relatos  frecuentemente premiados, en castellano disponemos de sólo tres de sus títulos: además de la obra reseñada, publicada originalmente en 2007, están las novelas Almas grises (2003) y La nieta del señor Linh (2005). Éstas también son muy recomendables.

– Philippe Claudel, El informe de Brodeck. Salamandra, Barcelona, 2008. 280 pp.

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38 comentarios en “EL INFORME DE BRODECK – Philippe Claudel

  1. Valeria dice:

    Si después de esta reseña no fuese corriendo a por la novela, es que me habría convertido en estatua de cartón piedra. ¡Chapó, Rodri!

  2. Holden dice:

    A ratos desgarrador, a ratos conmovedor. Las novelas de Claudel son, para mí, hipnóticamente bellas. Una belleza que duele.

    Gracias por tan formidable reseña.

  3. Publio dice:

    Estupenda reseña, Rodrigo, un gusto leerla. Un libro que queda apuntado para su lectura que espero que me sea pronto posible.

    De este autor también tengo muchas ganas de leer Almas grises y esta novela sí que la tengo a tiro.

  4. Rodrigo dice:

    Gracias, Valeria. En materia de recomendaciones, es una de mis apuestas más seguras.

    Lo mismo, Publio. Almas grises es también muy buena. De esta novela, reseña por J. M. Guelbenzu, cortesía de Derfel:

    http://www.jmguelbenzu.com/index.php?s=criticas_detalle&id=1

  5. Lopekan dice:

    ¡Qué cautivadora manera de escribir la de Rodrigo! El Tiziano de los reseñadores.

  6. Goiriena dice:

    Muy buena reseña. Yo leí primero «Almas grises», que me pareció excepcional y luego este otro, que es tan un muy buen libro, ambos con unos planteamientos parecidos y que provocan el mismo efecto en el lector: ese deseo de seguir leyendo hoja tras hoja hasta llegar al desenlace. Imprescindible.

  7. Publio dice:

    Muchas gracias Rodrigo por poner a nuestra disposición la reseña de Almas grises.

  8. Rosalia deBringas dice:

    Yo, como siempre, solo puedo dar muestras de admiración hacia Rodrigo…

  9. Rodrigo dice:

    No hay por qué, Publio. Gracias a todos.

    “… Hipnóticamente bellas. Una belleza que duele.” Imposible describir mejor el efecto que producen las novelas de Claudel. Maravilloso escritor.

  10. Lucía dice:

    A mi me ha ocurrido lo que comenta Valeria, leer la reseña y salir a comprar el
    libro. Ya está encargado. Estupenda reseña, Rodrigo, como es habitual, da gusto
    leerte.

  11. toni dice:

    Lo acabo de conseguir en e-book! Tiene buena pinta.

  12. Rodrigo dice:

    Pues qué gusto, amigos.

    Ya dirán qué les parece la novela.

  13. Hahael dice:

    Lo leí hace un tiempo y me pareció excelente. Lo recomiendo. Aunque pueda parecerlo por el título no tiene nada que ver con Borges.

  14. Rodrigo dice:

    ¿El informe de Brodie? Ciertamente no encuentro relación entre el relato de Borges y la novela de Claudel, ni siquiera estirando el alcance simbólico de ambas narraciones. ¿Homenaje, tal vez, o simple parecido? No lo sé.

  15. ARIODANTE dice:

    Estupenda, como siempre, esta reseña, Rodri. Y ya he conseguido hacerme con Almas grises, (aun a la espera de ser leída) así que ahora iré a por ésta, porque después de leer la reseña, me has dejado interesadísima. Me habías hablado de este escritor y como tomo muy en serio tus recomendaciones, he hecho lo posible por conseguirlo. También me he conseguido y empezado a leer el de Mauricio Wiesenthal, «El esnobismo de las golondrinas», y me parece un encanto de libro.

  16. Rodrigo dice:

    Encantado, Ario. Creo que al menos Almas grises te gustará.

    ¿Que ya estás leyendo el libro de Wiesenthal? Diantre, y yo que lo he dejado en espera… Pero luego, muy luego le llegará su turno.

  17. ARIODANTE dice:

    El libro de Wiesenthal, al estar compuesto de un montón de ensayos más o menos largos, permite leerlo compaginándolo con otras lecturas. He leído el de Viena. Ahora, cuando tenga otro rato, leeré el de Orient Expresss. pero la impresión ha sido excelente.

  18. Hahael dice:

    En una entrevista de televisión le preguntaron por el título de su novela a Philippe, si tenía alguna relación con Brodie, pero como bien dice Rodrigo negó cualquier relación entre ambas obras. Yo me pregunté ¿porqué ese título? y corrí a una librería. El libro me engachó, aunque no obtuve respuesta a la pregunta.

  19. Rodrigo dice:

    Confirmado entonces. Ninguna relación.

    El título se explica por la historia misma, Hahael.

  20. Derfel dice:

    Haced caso a Rodrigo: este escritor merece mucho la pena.

    Yo sólo he leído «Almas grises» y he de reconocer que se trata de una lectura a ratos incómoda, pero que varias semanas después aún sigue dándome vueltas en la cabeza, sobre todo determinados pasajes y determinados detalles. El libro se asienta sobre impresiones, lo que a mi juicio explica que Guelbenzú le empariente con Simenon.

    Creo que, en cierto modo, es lo que busca uno cuando lee un libro, al menos en mi caso…

  21. Rodrigo dice:

    Pues me pena no haber leído más a Simenon…

    Es una lectura inquietante, en eso coincido contigo, Derfel. Y deja poso.

    Luego nos dirás qué tal lo de esta otra novela.

  22. Publio dice:

    He acabado ya Almas grises. Es una novela extraordinaria de lectura desasosegante, perturbadora y pesimista que te mantiene en vilo en espera del desenlace final. Claudel sabe penetrar muy bien en el lado más oscuro de la condición humana y por ende de la sociedad dejando escasos resquicios al optimismo.

  23. Rodrigo dice:

    Aciertas, Publio.

    La de Claudel es una literatura perturbadora y, sin embargo, muy bella. En este sentido, apenas recuerdo otra obra que sea comparable. De lo que he leído en los últimos años, sólo Vasili Grossman; en menor medida, Andrei Makine.

    Hace poco leí lo más reciente de Jonathan Franzen, uno de los mayores créditos de la narrativa estadounidense actual. Me refiero a la novela Libertad, también publicada por Salamandra (y muy publicitada). Se dirá que las comparaciones son odiosas, o improcedentes, pero qué insustancial y qué inflada resulta la novela del gringo…

  24. Toni dice:

    Ya hace más de un mes que acabé Almas grises y es verdad que deja poso. La forma de narrar engancha, el autor te va llavando a donde quiere y al final…
    Se me hizo tan dura que decidí aplazar la lectura de El informe Brodeck un tiempo.

  25. Rodrigo dice:

    Muy bien, Toni. Pero ya estás advertido: en El informe… la intensidad dramática aumenta exponencialmente.

    Salud.

  26. Toni dice:

    Anotado queda…Un día-mes de éstos lo comienzo…

  27. Toni dice:

    Ya ha caído. Muy bueno y efectivamente de gran dureza pero prefiero este final al de Almas grises (mi peque tiene tres años).
    Creo que intentaré conseguir su última novela (que también recomienda Rodrigo).

  28. Rodrigo dice:

    Vale, Toni.

    La nieta del señor Lihn… La verdad es que ésta me ha parecido inferior, sin ser mala en absoluto. Y ya se tarda Claudel en publicar algo nuevo, y Salamandra (o cualquier otra editorial) en editar sus primeros libros.

  29. Lanuza dice:

    ¿Aldea austriaca? Ni de lejos. Claramente se trata de un pueblo de Alsacia.

  30. Carmen dice:

    Yo también conocí a Claudel a través de Almas grises, que me pareció bueno pero llena de desasosiego. Como quise mas, al leer el argumento de El informe Brodeck, preferí seguir con La nieta del señor Linh, que a mí si que me ha gustado mucho. Me ha parecido de una gran ternura. Y, como siempre, en el trasfondo, una guerra.
    Llevo veinte páginas de El informe… Y ya siento opresión en el pecho.
    Realmente escribe maravillosamente y ha sido un gran descubrimiento que espero seguir en el futuro.
    Y la reseña, simplemente soberbia. Si no lo tuviese, lo compraría ¡Ya!
    Saludos

  31. Publio dice:

    Finiquitado ya El informe de Brodeck. Perturbador, duro, crudo y profundamente bello. Pero que maravillosamente bien escribe Claudel.

    Una lectura de las que deja poso, inolvidable. De lo mejor que he leído en los últimos tiempos.

  32. Rodrigo dice:

    Impresión que comparto, Publio, y con el mismo entusiasmo.

    Pues sí, Lanuza, debe ser un pueblo de Alsacia. No lo tuve en cuenta.

  33. juanrio dice:

    Un libro que tenía pendiente hace mucho tiempo y al que al final le ha llegado su momento. Impresionante novela, te mantiene entre la curiosidad por lo que vendrá en la próxima página y la angustia que sientes al leer la precedente.

  34. Rodrigo dice:

    Eso mismo. Echaba en falta tu comentario, Juanrio.

    Qué bueno es Claudel.

  35. juanrio dice:

    Uno de los grandes con cuatro novelas….ahora voy a por Aromas.

  36. Rodrigo dice:

    Supe que tiene a su haber varias más, Juanrio. Pasa que las primeras no han sido traducidas al castellano.

    Aromas es un bonito libro. Ahí Claudel plasma una peculiar forma de revisitar sus años mozos. Muy evocador.

  37. bell.che dice:

    primero leí la nieta del señor linh! no conocía a Claudel pero después de esa leí el informe! desgarrador, melancólico, gran narrativa, lloré mas de un par de veces y sigo recreándolo en mi mente, ampliamente recomendado, de hecho ya lo he prestado, la gente no puede ir por la calle y perderse de esta joya, comencé a leer almas grises pero el informe es impactante aun no sale de mi mente y creo que en mucho tiempo! es maravilloso! me demuestra que no importa la devastadora que pudo haber sido tu vida, tu pasado, el con su hija, con su esposa y su Mamá! vive tranquilo, sin busca de venganza al tener en sus manos los nombres de los que afectaron a Emélia! es un libro que enseña mucho! llena la mente y el alma! =)

  38. Edgardo dice:

    He leído Almas grises y ahora estoy con el informe, ¡enorme escritor que no sabe de anestesias!

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