EL INFINITO EN UN JUNCO – Irene Vallejo / Tyto Alba

“No robaré, dañaré ni desfiguraré ningún libro. No prenderé fuego a la biblioteca ni ayudaré a provocar un incendio para contemplar con placer diabólico cómo las llamas rugientes engullen sus tesoros hasta reducirlos a cenizas”.

Juramento requerido a quienes desean consultar los libros de la Biblioteca Bodleiana.

Aún se oyen los ecos del éxito cosechado por el libro que publicó Siruela hace ya cuatro años, y que desde entonces no ha dejado de reeditarse. Con El infinito en un junco, Irene Vallejo se inscribió con letras de oro en la lista de autores que se mueven entre el ensayo de alta divulgación y el relato personal. Un libro escrito en tono amable y cercano, que sin embargo nos conduce a lugares tan lejanos y recónditos como los talleres donde con pasta y hojas de papiro se fabricaban rollos utilizados para trazar jeroglíficos, o los oscuros monasterios medievales en cuyas bibliotecas se copiaban a mano, anotaban e ilustraban las obras de los griegos y los romanos.

La invención del libro y su devenir a lo largo de los siglos es un relato mil veces contado. La historia de ese objeto tan perfecto y acabado ya desde su nacimiento, según Umberto Eco, ha sido abordada en muchas ocasiones y por multitud de autores, desde un punto de vista histórico, social, tecnológico, filológico… Desde aquella lejana Historia social del libro en 3 volúmenes que publicó, entre otras obras sobre el mismo tema, el bibliotecario e incansable escritor Hipólito Escolar allá por los años 70 del siglo pasado; o el compendio de artículos Libros, editores y público en el Mundo Antiguo, editado por Guglielmo Cavallo (Alianza Universidad), Los primeros libros de la Humanidad de Fernando Báez (Fórcola Ediciones) o los magníficos La Historia de la Escritura de Ewan Clayton (Siruela) y Copistas y filólogos de L. D. Reynolds y N. G. Wilson (Gredos); u otros más curiosos como De cómo los irlandeses salvaron la civilización, de Thomas Cahill (Debate) o los interesantísimos trabajos de Luciano Canfora sobre la aparición y transmisión de los textos antiguos. Todos ellos y muchos otros, tantos que sería imposible nombrarlos porque la tarea sería infinita, son libros que hablan sobre la historia del libro. Sin embargo, quizá ninguno ha sabido (y probablemente tampoco lo han pretendido) conjugar de una manera tan acertada el relato íntimo y privado, con el propósito informativo como El infinito en un junco. Este libro, cuyo tono distendido y personal, según la propia autora ha manifestado en alguna ocasión, le fue sugerido por el escritor y filósofo Rafael Argullol, permite conocer muchos datos acerca de la historia del libro, pero también acerca de Irene Vallejo. Ahí radica gran parte de su originalidad y, seguramente, de su éxito. El público hislibreño, además, tuvo la oportunidad de conocer un poco más a Irene gracias a la entrevista que se le hizo hace ya unos años.

La editorial Debate ha decidido ahora, cuatro años después del boom del libro, sacar al mercado una nueva edición, pero esta vez se trata de una adaptación gráfica en la que se cuenta lo mismo. O casi. ¿Qué se gana y qué se pierde cuando un libro es adaptado al formato de viñetas? Como es obvio, la pérdida más importante es la del texto: son poco menos de doscientas páginas de imágenes, cuando el original tenía más de cuatrocientas de texto. Pero en fin, no estamos descubriendo la sopa de ajo: en esto consiste hacer una adaptación gráfica de un libro. La letra en esta nueva edición de la obra es minúscula, más que en el formato habitual. Y abundante: las viñetas están cargadas con densos párrafos, de modo que, aun siendo una adaptación gráfica, el libro se lee casi tanto como se ve. Pero es evidente que Irene Vallejo ha tenido que recortar mucho para esta adaptación. A cambio, se gana el atractivo de la imagen, del que en general carecen los ensayos y las novelas. El encargado de las ilustraciones es Tyto Alba, cuyos trabajos son bien conocidos gracias a Norma Editorial, por ejemplo, y sobre todo a la editorial Astiberri. Es un dibujo naturalista, de tonos sepias y oscuros, que acompaña muy bien al texto de Vallejo, y viceversa. Hay pocos globos de diálogo, porque lo que abunda, ya lo dije, son los párrafos en off, donde el narrador, que no es otro que la autora, reproduce, resume o evoca lo que ya escribiera años atrás.

Podemos por tanto volver a recorrer la historia de los libros, los papeles, los pergaminos, las bibliotecas, esta vez con el acompañamiento de las imágenes; toma forma, ahora sí, el hombre que inventó el alfabeto, según lo imaginan Irene Vallejo y Tyto Alba. Y volvemos a viajar por las tierras de Egipto, Mesopotamia y la Grecia clásica, por los monasterios medievales y la Biblioteca Bodleiana; volvemos a saber de Aristófanes, Platón, Heródoto, Ovidio, Borges, Kavafis, El nombre de la rosa, El cielo sobre Berlín, Antonio Machado, los campos de exterminio nazis y un larguísimo etcétera. Y es que la adaptación gráfica sigue, como es evidente, la misma estructura que el libro, y su periplo comienza y acaba donde aquel.

Quien ya haya leído la obra de Irene Vallejo no perderá nada, sino que probablemente ganará, si echa un ojo a esta traducción en imágenes de lo que leyó en el original. Y si aún hay quien no se ha acercado al éxito de ventas y crítica El infinito en un junco, esta es su nueva oportunidad; sin duda disfrutará con los textos y con las ilustraciones, al tiempo que, esa es la idea, se le despertará, en algún caso, o se le avivará, en otros, el amor por los libros.

 

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Irene Vallejo & Tyto Alba, El infinito en un junco. Barcelona, Editorial Debate, 2023, 188 páginas.

 

     

4 comentarios en “EL INFINITO EN UN JUNCO – Irene Vallejo / Tyto Alba

  1. Arturo dice:

    Gracias, Cavi. El libro me pareció maravilloso; si el cómic ayuda a llevarlo a nuevos públicos, y nos permite volver a disfrutarlo a los que lo leímos, será más que bienvenido.

  2. cavilius dice:

    Y al parecer hace unos días la editorial ha editado una nueva versión, con texto más ligero y letra más grande.

  3. Balbo dice:

    Llevo tiempo pensando en releermelo de nuevo (lo tengo por ahí en bolsillo) y a lo mejor también me leo el cómic, aunque lo de la letra pequeña me echa un poco para atrás. Y es que ya los ojos no son los de antes (ahora utilizo gafas para leer de cerca). Habrá que sopesarlo. ;-)

    1. cavilius dice:

      Según la propia Irene Vallejo, en la nueva edición de Debate el texto respira más. Échale un vistazo si puedes, y así decides.

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