EL ENIGMA DE LAS CATEDRALES – José Luis Corral
La más fuerte impresión de nuestra primera juventud -teníamos a la sazón siete años- de la que conservamos todavía vívido un recuerdo, fue la emoción que provocó, en nuestra alma de niño, la vista de una catedral gótica. Nos sentimos inmediatamente transportados, extasiados, llenos de admiración, incapaces de sustraernos a la atracción de lo maravilloso, a la magia de lo espléndido, de lo inmenso, de lo vertiginoso que se desprendía de esta obra más divina que humana. (Fulcanelli, El misterio de las catedrales)
Las moradas de la luz. Así es como las imaginó en un principio el abate Suger en Saint-Denis allá por el siglo XII. Quiso atrapar los rayos de sol dentro una catedral esbelta y bella para que todo el mundo que entrara en allí se diera cuenta que Jesucristo es la luz que ilumina el camino de la vida y disipa las tinieblas. Pero su idea chocaba al ver la realidad de las arquitecturas religiosas del momento. La mayoría de ellas eran algo achaparradas, gruesos sus muros y con ventanas tan estrechas que no dejaban entrar la luz haciendo que fueran en muchos casos, a ojos del abate, más una especie de santa sanctorum oculto y secreto que una iglesia donde residía Dios. Y es aquí donde entra la leyenda, pues se dice que un día, mientras el buen religioso se devanaba los sesos sobre cómo reformar su abadía, apareció entre los operarios un maestro de obra desconocido que le enseñó los secretos del arte posteriormente conocido como “gótico”. A partir de ese día, como champiñones que revientan a la vida tras una dulce lluvia, comenzaron a surgir por toda Europa Occidental un buen número de catedrales efectuadas a la nueva manera. Los muros, gracias a las bóvedas de crucería, que hacían que las fuerzas corrieran hacia arriba, fueron más gráciles; los arbotantes hicieron que los muros soportaran techumbres más altas y espectaculares; y sobre todo este estilo permitió abrir continuos vanos entre pilares lo que hizo que la luz entrara a raudales y que la gente se extasiara al contemplar las maravillas arquitectónicas que las asemejaban a una Jerusalén terrenal hecha a imagen y semejanza de la celestial. El sueño de Suger se había cumplido.
La historia de las catedrales góticas siempre ha sido apasionante, y si te la explican de una manera sencilla y lógica se puede convertir en una aventura inolvidable. Esto es lo que ha conseguido José Luis Corral con su libro El enigma de las catedrales, mitos y misterios de la arquitectura gótica. Antes de abundar en datos sobre la obra hay que aclarar que no es solamente un libro sobre la historia de la arquitectura gótica, sino sobre cómo se llego a pasar del románico a este nuevo estilo, cuales fueron las catedrales más relevantes de aquellas siglos en que se hicieron, XII al XVI, cómo se construyeron, los materiales y artes utilizadas y sobre todo la significación que tuvieron aquellos titanes de piedra entre la población. Para las personas que tienen algún miedo a acercarse a este tipo de ensayos sobre catedrales o iglesias, ya que albergan algún temor a ahogarse entre datos y términos arquitectónicos, le diré que no teman pues el autor ha hecho una obra esencialmente didáctica y comprensible a cualquier nivel.
Todos los datos que aparecen sobre este tipo de iglesias, llamadas curiosamente “góticas” cuando nunca se llamaron así en su tiempo, sino que fueron tildadas de tales (a la manera goda, es decir bárbara) por los críticos posteriores del Renacimiento y de la época del racionalismo dieciochesco, siempre están enmarcados en el contexto histórico-político, desde sus orígenes allá por el siglo XI, su plenitud entre el XII y mediados del XIII (época que se le denomino “siglo de las catedrales”) y su decadencia desde entonces hasta el XVI en el que empiezan a germinar junto al gótico flamígero un tipo de iglesias más acorde con los nuevos tiempos renacentistas y que miran más a la antigüedad clásica. Por tanto la historia medieval, contada de la manera más rigurosa, se funde con la evolución de esta arquitectura de una manera magistral. Pero es en este punto donde he de formular mi queja. Pero no dirigida al autor sino a la editorial, pues si se han dado cuenta cargan bastante el peso de la promoción del libro en el tema de los misterios y los enigmas. Ha llegado el momento de revelar los grandes secretos que esconden las catedrales, reza la publicidad de Planeta en su página web. José Luis Corral tiene algunos capítulos dedicados a este tipo de materias, es decir la simbología de las catedrales, sus mitos e incluso el esoterismo que las rodea en algunos momentos. Me parece normal que este ensayo dedique algunos momentos a estos asuntos pues desde mi punto de vista no se puede hablar de arquitectura gótica y olvidarse de ellos, ya que entrar en una de estas iglesias es recorrer también un mundo de sensaciones, lecturas pétreas de la Biblia y viejos símbolos de canteros y maestros de obras. La luz produce imágenes que a veces los ojos pueden describir como maravillosas, pero quedan ahí. Es por ello que rogaría a los lectores que se acerquen a sus páginas que no vayan pensando en encontrar misterios insondables ni conspiraciones malvadas para conquistar el mundo. El misterio existe, sí, los símbolos están ahí, también, y eso es lo que hace verdaderamente maravilloso a estas catedrales, y lo esotérico aparece por deformación de la mente humana, lo admito, pero lo que niego rotundamente es que el libro solo trate de estos temas de manera morbosa. Es toda una lección sobre la creación de estos edificios, su desarrollo y fabricación, y la sabiduría que se desprende de cada piedra o vidrio de fantástico color, ya sea en Notre-Dame, Chartres o Toledo.
Reconozco, y esto lo puede ver cualquier persona que haya visto más reseñas que he hecho sobre este autor, que tengo hacia sus libros sensaciones contradictorias, unos me gustan más que otros, hay que ser franco, pero este último lo tengo que clasificar entre los primeros, pues es toda una lección de historia medieval de primer orden. Se puede ser ateo o creyente pero creo que todos estamos de acuerdo en que lo recintos religiosos de las catedrales góticas tienen “algo” que va más allá de nuestras diferencias y que en cambio nos acercan más hacia el mundo de la cultura, la ciencia y la sabiduría. Como decía el erudito historiador francés Jacques Le Goff dos son los edificios que recrean en nuestra memoria la Edad Media: la esbelta catedral y el protector castillo de almenadas torres. Ambos son dos tesoros que nos retrotraen a aquellos años, y José Luis Corral lo que ha hecho con El Enigma de las Catedrales es volver a transportarnos a ellos de manera fantástica.
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Imprescindible obra traída aquí por un reseñador con solera.
Magnifica por cierto.
Parece un libro muy interesante sobre un tema que me gusta mucho, así que lo apunto. Seguro que este libro de divulgación es mejor que muchas de sus novelas.
Yo tengo a este escritor en cuarentena después de leer «El número de Dios». La verdad es que no me gustó nada y además trata sobre los constructores de las catedrales de Burgos y León… Uff, fué un decepción.
Por eso he dicho que este libro parece mejor que muchas de sus novelas. Más que nada por las malas críticas que he leido de muchas de ellas. Yo sólo he leído «El Cid» y «El Invierno de la Corona» y las dos ni fu ni fa.
He leído este libro al poco de salir al mercado y tengo que decir sobre el que me ha gustado mucho. Te adentra en la arquitectura del gótico en las catedrales y lo hace de forma magistral. Un buen trabajo recomendado para todos aquellos como yo, amantes del gótico.
Corral, tan original como siempre, hasta en la elección de título (Trafalgar, etc)… ¿Es que nadie ha leído aquí «El misterio de las catedrales», de Fulcanelli? ¿O «El enigma de la catedral de Chartres»?… ¿O es que Corral cree que esas obras clásicas sobre esoterismo gótico sólo las conoce él y puede asombrarnos con lo original de sus pesquisas?… ¿O es que Corral y sus habituales seudónimos elogiosos varios, con otra de sus estafas habituales, vuelve a tomarnos por tontos?
Por cierto, Layma, si el adjetivo «magistral» se lo dedicas a Corral, dejale algo a Fulcanellii, a Charpentier o a uno de ésos. En su modestia, esos chicos algo sabían también del asunto.
Bueno Soldadito Pepe, sólo hay un comentario «anónimo» en el sentido de que no conocemos al autor(a) del foro y tal, los demás somos hislibreños 100%.
En el fondo, me parece que hacer un repaso general al mundo de las catedrales es fácil pq ya está todo visto: tanto históricamente como hablando del esoterismo y tal (otra cosa es que haya fusilado tal cual los libros, pero bueno…), pero si al menos como libro de divulgación-entretenimiento cumple ya es más de lo que muchos comentáis sobre sus novelas.
Vorimir, respeto tus reseñas y las de Balbo y las de otros como si fueran la Biblia, pero la caradura de Corral, que no ha escrito una línea original desde el Cid, es un juntaletras mediocre corta y pega cutre y ha perpetrado infamias como Numancia y Trafalgar es de juzgado de guardia. Apelo si no al juicio de los habituales de Hislibris que lo han sufrido como yo. En este libro, que no he leido entero pero al que le dediqué media hora sentado en una librería cercana a mi casa, porque el tema me intereada desde que lei el libro de Pawels y Bergier donde hablaban de Fulcanelli y del esoterismo en la piedra, hace lo de siempre: apropiarse de cosas ajenas que presenta como propias pero rebajándolas inevitablemente en su mediocridad sin respetar nada. Y de momento sólo hay un comentario «anónimo», pero me apuesto el morrión y el mosquete a que aparecen más, todas elogiosísimas como suele pasar. De cualquier modo te admito humildemente que la sola visión de un libro de este estafador sin talento de la novela histórica me despierta instintos asesinos. Ya sabes que tengo dos polos opuestos por dos escritores opuestos: mi pasión por el cabrón genial del Reverte (puede gustarte o no, pero nadie le niega el curro minucioso y el éxito) y mi desprecio por este barato charlatán de feria fracasado que es Corral.
Soldadito Pepe, a mi los libros de Corral no me gustan nada de nada, y menos aún. No obstante, solemos hablar de libros y no de personas. Es más, ¿no te molesta que en hilos de obras de Reverte se hablé de él y no de lo que escribe? Lo mismo no, pero daría igual parael caso ;o)
Yo es que de sus últimas novelas no he leído nada. Si ya digo que sólo he leído suyo El Cid y El Invierno de la corona (que es anterior) y no me disgustaron pero tampoco me entusiasmaron. Pero en las reseñas de otras novelas suyas aquí como en Numancia o Independencia lo ponen a caldo por la cantidad de errores que hay.