EL COLISEO: HISTORIAS DE SANGRE Y ARENA – Fernando Lillo Redonet

Dentro del inabarcable universo de la civilización romana destaca el de por sí manido tema de la gladiatura, que, gracias a la novela histórica, el cine –especialmente, de Espartaco (1960) a Gladiator (2000)– y la televisión, se ha convertido en uno de los elementos más popularizados sobre el mundo romano. Denostada ya por algunos romanos de su época, pero también idealizada, demonizada con posterioridad, hiperbolizada y, desgraciadamente, muy divulgarizada, la gladiatura es uno de esos fenómenos que no dejan indiferente y que han dejado una huella indeleble en el imaginario colectivo durante siglos –basta mirar el famoso cuadro Pollice verso de Jean-Léon Gérôme (1872)–, así como una visión a menudo simplista de los juegos gladiatorios, por no decir de la imagen de los romanos como una “civilización” sanguinaria y sádica. Quizá el exceso visual alrededor de los gladiadores, con chorros de sangre a lo 300 –en este caso, a lo Spartacus serial (Starz: 2010-2013), ha permeado más en ese imaginario colectivo que un estudio concienzudo alrededor de la gladiatura, que goza de una amplia tradición y en la que, en obras de divulgación, más bien es parco en comparación con unos estudios académicos que suelen llegar con cuentagotas o directamente no salir de su propio ámbito.

Estudios que parten de tesis doctorales, como la de Alfonso Mañas en Gladiadores, el gran espectáculo de Roma (Ariel, 2013; 2ª ed. revisada, 2018), u otros, como el de Mauricio Pastor Muñoz, Gladiadores: el fascinante espectáculo de los munera gladiatoria (Universidad de Granada, 2018), por mencionar un par de títulos en este ámbito; pero también obras concebidas para la divulgación, como el reciente volumen de Amparo Mateo Donet, Gladiadores: una breve introducción (Alianza Editorial, 2021) o el breve tomo de quien protagoniza esta reseña, Fernando Lillo Redonet, Gladiadores: mito y realidad (Ediciones Evohé, 2011). Y si abrimos el objetivo a no sólo los espectáculos gladiatorios, tenemos el delicioso librito de María Engracia Muñoz-Santos sobre las venationes, Animales in Harena: los animales exóticos en los espectáculos romanos (Editorial Confluencias, 2017); una especialista que ha defendido recientemente su tesis doctoral, Animalia in spectaculis. Animales, fieras y bestias en espectáculos romanos (Universitat de València, 2022) y que también hace poco publicó un volumen para un público (aunque no únicamente) universitario, Gladiadores, fieras, carros y otros espectáculos en la antigua Roma (Editorial Síntesis, 2022), y en el seno de una ya prestigiosa colección. Y no cito más, pues hay más libros interesantes y que muchos lectores reclamarán su mención, para no alargar la cosa. Como primera conclusión, que es un tema muy divulgado –también muy divulgarizado– y al que ahora llega El Coliseo: historias de sangre y arena del citado Lillo Redonet (véase su blog) y que acaba de salir del horno de la mano de Editorial Confluencias. Así que vamos al lío.

Quien pase habitualmente por las mesas de novedades de las librerías quizá este libro, en un formato casi de bolsillo y con apenas 200 páginas, quizá se le escape este título. “Otro libro sobre gladiadores…”, quizá remugue por lo bajo. Probablemente se fije en la atractiva cubierta (es preciosa), lo cogerá y leerá el índice de contenidos, hojeará aquí y allá, y quizá se lo lleve. Puede que no sea lo que busque cuando piensa en el tema, pero desde luego, si lo lee, no podrá decir que no trata sobre gladiadores… y otros espectáculos del Coliseo. El título evoca en este lector el magnífico librito, inédito en castellano, de Keith Hopkins y Mary Beard, The Colosseum (Harvard University Press, 2005), una historia cultural del edificio y sus “gentes”; pero el subtítulo, “historias de sangre y arena”, incide especialmente en el contenido del libro. Historias ficcionadas a partir de personajes y hechos reales –en el capítulo XII del libro, “Realidad y ficción”, se dan muchas pistas al respecto– y que, en muchos aspectos, evoca un anterior (y estupendamente delicioso o deliciosamente estupendo) libro de Lillo Redonet, Un día en Pompeya (Espasa, 2020); de hecho, por decirlo casi en lenguaje de marketing, si te gustó y disfrutaste con el libro pompeyano, también lo harás con este.

Diez historias, tras la presentación de María Engracia Muñoz-Santos, compañera de arena –como dice ella en el prólogo, yo también me declaro públicamente un fan de Fernando Lillo, y envidio su capacidad para divulgar–, y un capítulo inicial sobre el propio espacio, el Coliseo, son los que jalonan este librito ideal para una tarde de solaz; y que sigue un orden cronológico a la par que amplía el objetivo de la cámara, pues no sólo va de gladiadores la cosa. Y es que son los que pasan por el Coliseo, desde su inauguración en unos extendidos juegos en el año 80 de nuestra era (y tras casi una década en construcción) y hasta avanzado el siglo V, cuando los munera gladiatoria ya estaban prohibidos y otros espectáculos, con animales y con números acrobáticos, se realizaban en un espacio que ya no era “símbolo” de una civilización romana en constante transformación, en una Roma ya no capital de un finito gobierno imperial y en una ciudad que ya era de segunda fila. Diez puntos de vista, si se quiere, entre la ficción y la “realidad” que nos aportan las fuentes –como siempre, y a tenor de ese capítulo XII y de la bibliografía referida al final del volumen, estamos ante un trabajo de altura que combina la divulgación, la de verdad de la buena, con el rigor académico–, y que a lo largo del tiempo nos cuentan historias que, además, trascienden el propio espacio físico del Coliseo.

Historias como las del poeta Marcial, que acude a los extensos juegos de inauguración del anfiteatro y escribirá un librito de poemas, el Liber Spectaculorum (Libro de los espectáculos), dedicada al fallecido emperador Tito: una breve colección, treinta y siete epigramas, sobre los espectáculos que vio Marcial en uno o varios días, especialmente venationes (los shows matutinos), algunas de ellas con el bravo cazador Carpóforo, pero también naumaquias, algunos combates netamente gladiatorios y loas a la dinastía Flavia; léanse las traducciones de Antonio Ramírez de Verger en Gredos (varias ediciones y formatos desde 1997) o las de Rosario Moreno Soldevila y Alberto Marina Castillo en Akal (2019). Historias como la del prisionero David, ficcionalización de los muchos judíos que trabajaron en la construcción del Coliseo y que después pudieron servir en naumaquias como la que se desarrolla en el capítulo correspondiente; como la de la gladiadora Aquilia (versión femenina de Aquiles) o el obispo Ignacio de Antioquía, martirizado en unas venationes a las que se entregó dispuesto.

Historias que sabemos por las fuentes de la época (Dión Casio, Herodiano, más ficcionalizado en la Historia Augusta) que fueron “reales”, como las andanzas de Cómodo como cazador de animales exóticos en el anfiteatro o como gladiador al que se trataría con cuidado en la arena (¡es el césar, no le hagáis daño!); o las también ciertas, a partir de menciones, como la del secutor Batón, “el perseguidor”, al que Caracalla hizo luchas en tres combates consecutivos. Historias de animales, pues eran uno de los atractivos del programa diario (en sesión matutina), como la caza de la osa Calisto y el negocio de la captura de animales, ya fuera en Germania o ya en África, para entretener a los espectadores con briosas cacerías. Historias de cuando el espectáculo gladiatorio era objeto de crítica por parte de los cada vez más numerosos (y escandalizados) cristianos, como la del monje Telémaco, que se atrevió a interrumpir un combate en medio de la fruición del público, o la del acróbata Rufo, que cierra el libro y ya anticipa que el Coliseo, sin juegos que puedan ser sufragados por un Gobierno desinteresado o una élite que ha trasladado el patronazgo a otras actividades, poco a poco será abandonado y a la postre convertido en cantera local.

Diversos tipos de gladiadores, mosaico de Zliten, hallado cerca de Leptis Magna, siglo II d.C. Fuente: Wikimedia Commons.

Son historias que nos permiten ver más allá de lo trillado y del mero escenario, poniendo énfasis en el la atención del público, que no sólo quería ver un combate de gladiadores, sino a poder ser un buen combate de gladiadores; en quienes organizan los juegos, del emperador a patrocinadores de la élite con agenda pública, y que muestran que no sólo hay que dar panem et circenses, sino escuchar también al pueblo que, como diría Jerry Toner, hacía ver su particular “opinión pública” cuando la libertas, si alguna vez la gozaron, era cambiada por el mero entretenimiento; en quienes luchan (o cazan) en la arena, en que no son solamente carne de cañón para entretener con su muerte, sino que tienen un oficio, al que en algunos casos se han entregado “libremente”, que desempeñan con ahínco y profesionalidad, y que si han de morir lo harán según unos códigos no escritos y unas actitudes determinadas; en quienes escriben sobre, discuten o rechazan directamente este tipo de espectáculos, a lo largo del tiempo y de cómo las mentalidades cambian (aunque no siempre) alrededor de unos juegos que surgieron como ofrenda religiosa a los muertos y que alcanzaron el estatus de cultura de masas; o en quienes nutren con animales (decenas de miles, quizá más, a lo largo de varios siglos), ofrecen otros entretenimientos (enanos, acróbatas) o son carne de castigo, en este caso condenados a muerte o mártires de esa extraña secta que se hacen llamar cristianos. Pues son muchos los que los pasaron por ese edificio a lo largo de cinco siglos y cada uno ejercía –o “representaba”– un papel en el espectáculo diario del Coliseo.

El resultado es un amenísimo librito que ofrece nuevos, si es posible que se pueda aportar algo “nuevo” sobre un tema a menudo tan manoseado, alicientes sobre los espectáculos gladiatorios (y otros), en un espacio que sigue manteniéndose en pie y sigue alimentando imágenes en el imaginario y la cultura popular. Un estudio que combina la ficción literaria con el rigor y el estudio de las fuentes y la bibliografía secundaria más especializada –servidor se ha apuntado algunos títulos para futuribles lecturas–, que atrapa prácticamente desde el principio, incluso cuando a estas alturas ya no esperas sorprenderte, y que certifica, si acaso hacía falta, que Fernando Lillo Redonet sabe divulgar y sabe hacerlo muy bien. Ojalá hubiera más libros como este… y más buena divulgación y no tanta divulgarización con fecha de caducidad.

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Fernando Lillo Redonet, El Coliseo: historias de sangre y arena. Antequera, Editorial Confluencias, 2023, 208 páginas.

     

9 comentarios en “EL COLISEO: HISTORIAS DE SANGRE Y ARENA – Fernando Lillo Redonet

  1. Iñigo dice:

    Tengo en mi biblioteca alguno de sus libros y siempre aportan. Divulga bien, sin eternizarse en rellenos inútiles y lo hace de forma clara y concisa. Bienvenido sea.

    1. Farsalia dice:

      Uno de los mejores divulgadores que tenemos en España y de los que ennoblecen el oficio. Combina el rigor y la amenidad, y no de conforma con refritos: la bibliografia que emplea, de los grandes clásicos a las aportaciones más recientes, es una mina de la que sacar buen provecho.

  2. Balbo Décimo Meridio dice:

    A mi me gustó mucho el anterior, el de Hotel Roma. Espero poder leer este también. A ver cuando lo traen a la biblio, porque ¡menudos precios!. Me lo apunto en mi eterna lista de futuribles.

    1. Farsalia dice:

      De sus diversos libros, disfruté especialmente con Un día en Pompeya. Fantástico…

  3. Muy interesante. Lo pongo en mi lista, muchas gracias.

  4. helsinki dice:

    Buen marcador de artículo para futuras lecturas también

  5. Rodrigaz dice:

    Gracias por la reseña. Tenía pendiente «Gladiadores, mito o realidad» pero creo que empezaré por este. Los libros de este autor no suelen superar las 200 páginas, creo que con buen criterio si de divulgación se trata.

  6. Ricardo dice:

    Leer al Dr. Fernando Lillo es siempre un placer.
    En El Coliseo: historias de sangre y arena, a parte de su habitual profusión de conocimientos, Fernando nos hace sentir.
    Por ejemplo, podemos experimentar la curiosidad del poeta Marcial, la fuerza de Aquila la gladiadora o como se convierte en ursarius un legionario de la Legio XXX Ulpia Victrix.
    Un libro absolutamente adictivo.
    Mi enhorabuena.

  7. Farsalia dice:

    Esta semana charlamos en la radio con Fernando acerca de este libro y otro también publicado en 2023, Ecología en la antigua Roma (Editorial Rhemata); desde 1:21:07.

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