EL CÓDICE SECRETO DE PLATÓN – José María Íñigo

9788490600115Tú que has buscado mi secreto, por fin lo has encontrado”.

Esto es sumamente serio
y encierra un sentido grave.
Los rojos tienen un libro
que quieren… los nacionales.
Ellos lo saben, y atentos
a lo que habla el profesor,
tienen lleno el pensamiento
del discurso de Platón.
Pero tú no entenderás
esa historia paralela.
Eso no se sabe más
que leyendo esta novela.

Manuel Machado: Romanza sin palabras: niños en el parque.
(Bueno, una adaptación un poco libre, claro.)

Tenía José María Íñigo ganas de hacer una novela. Autor de más de 50 libros sobre viajes, gastronomía, televisión, etc.; director de varias revistas online, con un bagaje televisivo seguramente inigualable, conferenciante y colaborador en Radio Nacional de España, presentador oficial para nuestro país de la gala de Eurovisión… En fin, que al Sr. Íñigo le faltaba algo, y ese algo era una novela. Pues aquí la tenemos. De misterio, aventuras, historia, intriga, todo eso. Y no será la última. 

Hay que reconocer que José María Íñigo, novel en el oficio de crear ficción literaria pero no en el de hacer libros, y desde luego tampoco en la vida (tiene 73 años muy bien llevados) ha escrito lo que le ha pedido el cuerpo. Tenía Íñigo algo de tiempo, quiso ocuparlo escribiendo una novela, y al resultado lo tituló El códice secreto de Platón. “Códice”, “secreto”, “Platón”: ¿por qué? Bueno, es fácil: el eje de la historia es un códice medieval desaparecido durante siglos que reproduce un libro desconocido del filósofo Platón. Y cuando sale a la luz ha de permanecer en secreto porque encierra un ídem que podría cambiar el destino de la humanidad. Ahí es nada, un argumento digno de una superproducción hollywoodiense.

La historia se sitúa en la España de las dos Españas. Perdón, que España ha sido siempre así, es verdad, entonces corrijo: en la España de la guerra civil, en 1937. Como se anuncia en la contraportada, y hasta ahí puedo leer para no desvelar más de lo desvelable, un profesor de filología de la Universidad de Salamanca llamado George Rojo es “contratado” por el bando nacional para que descifre, desencripte, descodifique y/o traduzca el mensaje que el filósofo Platón, el del trío Sócrates-Platón-Aristóteles, dejó oculto en un libro del que nadie ha sabido nada jamás, pero que fue copiado por un monje medieval y pasado de mano en mano, siempre de manera oculta y subrepticia, a lo largo de los siglos. Sucede que ahora ese códice medieval está en poder del bando republicano. ¿Y por qué tanto interés en lo que pudiera haber dejado escrito un platónico como Platón, autor que jamás ha interesado a nadie (salvo a los que tienen aburridas ocupaciones esdrújulas, y tampoco a todos)? Al margen de una noticia que conmovió los cimientos del mundo hace unos años, la verdad es que Platón solo se pone de moda en las librerías cuando aparece en títulos de libros que, curiosa pero afortunadamente, no ha escrito él: Más Platón y menos Prozac (el filósofo como medicina terapéutica, ejem), Pregúntale a Platón (más filosofía homeoplatónica, ejem ejem), Platón en Anfield (el filósofo y el mundo del fútbol, más ejem), Platón y un ornitorrinco entran en un bar (el filósofo y los mamíferos con pico de pato), Platón y yo (el filósofo y el vecino de enfrente), La gastritis de Platón, Más Chaplin y menos Platón, Matar a Platón… ¿Por qué Platón, entonces? Bueno, quizá porque el filósofo tiene las espaldas tan anchas (nunca mejor dicho) que lo mismo sirve para un ensayo sobre el mundo del fútbol que para una novela de intriga. O quizá porque puede que algo de cierto haya en el asunto… En fin, quién sabe, el caso es que el libro de Platón relata su encuentro con una misteriosa mujer extranjera (¿no griega?) que le revela un saber prodigioso y extraordinario, a la par que espantoso y turbador. Recuerda esto de la mujer sabia al Banquete, el diálogo de Platón en el que la bella Diotima ilustra al torpe Sócrates y a todos los comensales presentes, sobre ciertos conocimientos en un tema de importancia extrema para la vida humana: el amor.

Tenemos por tanto un códice medieval que reproduce un libro secreto de Platón, y que está en poder de los republicanos; a los nacionales, que también ansían conocer el misterio oculto en sus páginas, no se les ocurre mejor plan que infiltrar al ya citado George Rojo en el ejército enemigo para que haga de espía y descifre para Franco el misterioso códice platoniano. “Un Rojo entre rojos” podría haber sido el subtítulo de la novela. Paralelamente, la novela también relata en breves capítulos alternos el periplo histórico del códice, desde que lo escribiera en 1666 un monje medieval hasta su desaparición en el subterráneo de una pequeña ermita de Gerona, allá por los inicios del siglo XIX.

Y habiendo dicho todo esto, en realidad esta reseña no ha desvelado más que lo que cualquiera podría encontrar en la contraportada del propio libro o en cualquier búsqueda googleana de El códice secreto de Platón. No ha ido más allá, por tanto, acerca del contenido del libro, ni tiene intención de hacerlo, ni mucho menos debe hacerlo. Pero tampoco desvelaría nada que cualquiera no pudiera descubrir por sí mismo si dijera que uno de los propietarios del susodicho códice fue el conde de Saint-Germain, misterioso alquimista francés del siglo XVIII, de quien se decía que estaba en posesión del conocimiento de la piedra filosofal, es decir, del poder de transformar el plomo en oro. El conde (y ahora ya sí que me estoy saliendo de la novela) se reencarnó 200 años más tarde en un tal Richard Chanfray, individuo que también presumía de poder convertir en oro todo lo que tocaba. ¿Y a qué viene este desvarío reseñístico? Pues a que José María Íñigo, allá por 1975, siendo presentador de un programa que algunos recordarán llamado Directísimo, invitó al señor Chanfray a hacer una demostración de su sapiencia. Y lo hizo, vaya si lo hizo. Y quedaron los presentes tan maravillados como irritados al contemplar con sus propios ojos la posibilidad de lo imposible. Volviendo ya a la novela, uno de los secretos que oculta el famoso códice, el cual no olvidemos que es una copia medieval de un libro de Platón, el cual no olvidemos que es un relato de su encuentro con una extraña mujer, no es otro que ese mismo: la piedra filosofal (¿sería por eso que Platón se hizo filósofo?). Y sin embargo, ese secreto no es ni mucho menos el más importante…

La novela de Íñigo incluye dosis de intriga, enigmas criptológicos, romanticismo (hay por ahí una historia de amor a dos bandas y media), muertes violentas, buenos y malos, algunas pinceladas que rememoran argumentos de películas de espías (Cortina rasgada, El premio)… Un poco de todo, vaya. Navega como buenamente puede (el lector lo juzgará, si quiere jugar a eso) entre los dos bandos enfrentados en la guerra española sin poner etiquetas morales más que a nivel individual. En fin, se trata de una novela sin más pretensión (digo yo) que la de, en cuanto al autor, pasárselo bien escribiéndola, y en cuanto al lector, entretenerle con una lectura a la que no hay que someter a demasiadas exigencias literarias. Como bien dice el propio autor en una entrevista, una cosa es escribir libros y otra ser escritor. Sinceridad que le honra, ciertamente, y opinión que comparto. Quien busque esto, aquí lo tiene; y quien no, pues que lea otra cosa, caramba.

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12 comentarios en “EL CÓDICE SECRETO DE PLATÓN – José María Íñigo

  1. Caballero dice:

    Una reseña muy divertida, Cavilius. Se agradece en un día como hoy un texto ameno y diferente. Será que no llevo muy bien esto de la depresión navideña pero tu reseña me dibujó una sonrisa que espero me dure hasta la noche. Un abrazo.

  2. Trecce dice:

    Creo que con tu entretenida reseña, la doy por leída. Aunque nunca se sabe.

  3. Likine dice:

    Entre las anchas espaldas de Aristocles, el monje medieval que escribió un códice en 1666 (¡sería de la estirpe de Matusalén, digo yo!) y el resto de divertidos juegos de palabras, esta reseña casi me provoca la lectura de un libro que, de no ser por ella, nunca hubiera pensado ponerme a leer, aunque bien pienso que el libro reseñado no alcanzará los niveles de entretenimiento que me ha proporcionado la reseña de Cavilius.

  4. cavilius dice:

    Me llena de orgullo y honda satisfacción que en estas fechas tan señaladas se haya publicado esta humilde reseña en este pequeño gran portal que es Hislibris. Perdón por la ausencia, pero el que está ausente en un sitio es porque está presente en otro, y ayer y hoy he estado bastante ocupadillo.

    El libro es un puro intento de entretener sin más pretensiones. No hay que darle más vueltas, es lo que es y no engaña a nadie. Me resulta más interesante el caso del tal Richard Chanfray, que cual rey Midas convertía en oro todo lo que tocaba (siempre que fuera de plomo, claro). Cosas veredes…

  5. Antígono el Sofista dice:

    Genial y graciosa reseña, Cavilius.

    Pero ahora vamos a lo importante, si descubrió la Piedra Filosofal, ¿significa eso que Paltón es inmortal, sigue vivo y está forrado?…he aquí un enigma digno de Expediente X…Expediente Platón, podría ser un buen nombre para una secuela, ahí lo dejo.

  6. Balbo dice:

    ¿Pero la Piedra filosofal no la había encontrado Harry Potter?

  7. Antígono el Tuerto dice:

    ¿No la había encontrado antes Lord Voldemort?

  8. Balbo dice:

    Uisss, ha dicho pronunciado el nombre del Innombrable

  9. Valeria dice:

    Leía recientemente en el foro de esta misma web un enlace a un artículo de APR (Patente de Corso del 13 de diciembre pasado) en el que Don Arturo relataba la natural inclinación de cualquier ser humano a escribir una novela, porque cualquiera puede escribir, pero para otras cosas ya hay que valer. Y es verdad, ahora el que no escribe una novela es un don nadie.

    Aquí el mérito está en leerse una novela de este hombre con semejante título, sobrevivir al intento y además conseguir una reseña que, no tengo duda, supere el interés general que por término medio inspira la obra reseñada. Y además, ilustra.

    Lo flipas, que dirían los niños. Cavi, tu vales mucho. :-) Compañero, pudiera llegar el día en que olvidáramos que tenemos otras lecturas más atractivas pendientes y acabáramos leyendo esta novela…. pero hoy no es ese día.

  10. cavilius dice:

    Bueno, muchachos, tengamos en cuenta que todo novelista ha cometido el pecado de escribir su primera novela.

    Por otro lado, a ver si nos aclaramos: la piedra filosofal no es otra que el Áuryn de la Emperatriz Infantil, y quien diga lo contrario miente como un pecador de la pradera.

  11. Balbo dice:

    El Auryn… dios mio, todavía me pongo triste pensando en la muerte del caballo de Atreyu (se llamaba Artax, ¿no?)

  12. Antígono el Tuerto dice:

    ¿El Áuryn no era el Ouroboros?…inquiero.
    Y sí, el caballo de Atreyu se llamaba Artáx.

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