EL CASTILLO DE LOS BÚHOS – Ryōtarō Shiba

libro_1420709193Rufianes, mercenarios, bribones, espías, ladrones… hay muchos términos con los que los japoneses de hace muchos siglos se referían a los ninja. Otro de ellos era llamarlos búhos, un animal nocturno, de vista aguda a la que nada escapaba y que volaba en silencio para atacar a su presa desprevenida sin piedad. Y de ahí el nombre de esta novela, en la cual el famoso ninja Tsudura Juzo debe volver a su oficio tras pasar 10 años en un templo remoto expurgando sus crímenes. Y su nueva misión no se presenta nada fácil: ni más ni menos que el asesinato del anciano Toyotomi Hideyoshi, señor de todo Japón como sucesor del temido Oda Nobunaga. 

Viajará así hasta Kyoto para llevar a cabo su encargo, en el cual se enredaran varios personajes tales como su antiguo compañero Gohei, un ninja ambicioso y sin escrúpulos, el maestro de ambos, Jirozaemon, y Kisaru, la joven y crédula hija de éste, entrenada como kunoichi (mujer ninja); completa el elenco la figura de la femme fatale en las carnes de la misteriosa Kohagi. Con el paso de los capítulos Juzo se percatará de que una gran conspiración envuelve su misión y que está siendo usado como un simple peón, cosa a la que para nada está dispuesto.

Comienza así una novela trepidante, repleta de aventura, intriga y combates a muerte entre ninja. Alabar la traducción y adaptación al castellano del original japonés, dándole un aire mucho más moderno sin perder su antigua esencia. Acompaña a la novela un prólogo sobre el autor y su obra, un mapa del Japón de finales del XVI, y un glosario del armamento usado por los ninja. Todo un acierto estos añadidos. Sin embargo, lo peor de la novela sigue siendo —como en otras de Quaterni— la edición final del texto, con algunas erratas en él (alguna palabra o letra que desaparece), donde la más llamativa es encontrarte un pequeño párrafo de tres o cuatro líneas compuesto con trozos de palabras y letras sin ningún sentido, quizás producto de un corta y pega durante la corrección o de un texto corrupto. De nuevo, una revisión final habría hecho un enorme favor al producto (y al lector que paga sus 20 euros con cincuenta céntimos), pero ni estos errores pueden empañar la calidad de la novela, toda una delicia para los que gusten de la ambientación del Japón feudal, siendo también una buena elección para acercarse a la temática por por primera vez.

Y es que estamos ante uno de los títulos de esta temática más conocidas de todo Japón, muy popular en los años 60 cuando fue premiada con el premio Naoki y adaptada al cine, película que fue a su vez objeto de un remake en 1999 (titulada en una edición en español como El castillo de la lechuza, hoy día casi imposible de conseguir). El tratamiento de la figura del ninja es mucho más realista aquí que el que se le da en otras novelas famosas como Shigurui y Los ninjas de Koga y su código secreto, y en El castillo de los búhos vemos muchos de sus trucos y artimañas, alejados de esos poderes sobrenaturales que poseen en otras adaptaciones. Son hombres, extremadamente hábiles, pero hombres al fin y al cabo. Y como todo hombre, pueden morir… o ser engañados.

Título: El castillo de los búhos (Fukurō no shiro)
Autor: Ryōtarō Shiba
Editorial: Quaterni (2015)
Páginas: 372

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18 comentarios en “EL CASTILLO DE LOS BÚHOS – Ryōtarō Shiba

  1. Urogallo dice:

    Pardiez que esta reseña se ha hecho esperar. Pero ha llegado al fin y al cabo, asegurándote una reencarnación como samurai.

  2. Rodrigo dice:

    El primer párrafo de esta interesante reseña me recuerda una cuestión que a ratos me ha llamado la atención y que por diversas razones (pereza sobre todo) no he indagado: la percepción por los japoneses de los ninja. Es decir, en el imaginario occidental, al menos en la cultura popular de Occidente, parece prevalecer una suerte de culto de esos tipos como si fueran unos héroes de acción, incluso admirables por sus destrezas en el arte de matar de manera furtiva y sigilosa (¡diantre!). A lo mejor es que soy un ignorante de lo japonés, mi conocimiento de la cultura nipona apenas pasa de unos cuantos escritores de prestigio (Kawabata, Mishima, Oé y algún otro), lo cierto es que mi impresión de los ninja es que son unos asesinos súper adiestrados y temibles, en nada comparables a unos guerreros como los samurái (de los que tampoco sé gran cosa, a decir verdad, salvo que se atenían a un estricto código de honor).

    ¿Dices, Vorimir, que los japoneses percibían a los ninja como unos rufianes y unos bribones? Bueno, a esto me refiero precisamente…

  3. Iñigo dice:

    Eres un especialista… Estupenda reseña.

  4. Vorimir dice:

    Gracias Uro e Iñigo.
    Rodrigo, ten en cuenta que muchos clanes ninja eran mercenarios, servían al mejor postor. El señor de la guerra Oda Nobunaga lanzó una gran campaña militar contra los ninjas de Iga -quienes apoyaban a su rival- pero, tras derrotarlos, acabó perdonándoles. Años después, estos ninjas salvaron a Tokugawa Ieyasu. El líder era Hattori Hanzo, quién pasó a ser el jefe del «servicio secreto» Tokugawa (y el título fue pasando a sus descendientes). Los ninjas de Iga acabaron protegiendo al shogún en su palacio de Edo y el propio clan Hattori controló parte de Edo (Tokyo)…
    Pero para el japonés medio de esos años, muchas veces los ninjas estaban envuelto en el misticismo y la leyenda, a veces era una figura tan sobrenatural como los fantasmas o los monstruos, una noción que seguro los ninjas alentaba. Por eso muchas veces solían referirse a ellos con eufemismos como bandidos, ladrones o mercenarios. O búhos. No eran samurais -o no solían serlo- ya que sus labores iban en contra del ideal de los samurais.
    Un ninja podía ser el tipo de negro que entra de noche en un castillo para incendiarlo o asesinar a un importante general, pero también el espía que sirve como uno de los criados, o el que viaja como monje o leñador recabando información.
    Y en cuanto a la palabra ninja, se popularizó en occidente y así se han quedado, pero también eran llamados shinobi, pero ambas palabras significan lo mismo (de hecho, ninja surge de leer shinobi al estilo chino).

  5. Vorimir dice:

    Por cierto, gran cabecera. Cuando me la imaginé era tal cual, con esa imagen del autor y justo ese trozo de la portada con el ninja sobre el tejado. :D

  6. Nuruialwen dice:

    Pues genial entonces, Vori, la coincidencia y la reseña ;)

  7. Publio dice:

    Atractiva reseña, Vorimir, queda anotado el libro y ahora a ser paciente pues por ahora no está accesible.

  8. Sombra dice:

    Los ninja considerados rufianes en contraposición a la figura honorable del samurái, ¿es esto? Tal vez por eso se movían en la oscuridad. Y tal vez por eso nos resultan más cercanos a la mentalidad occidental y más llamativos que los samurái. Como curiosidad, más que de negro vestían de azul.
    Estupenda reseña, señor Vorimir.

  9. Rodrigo dice:

    Leía ayer que los ninja provenían de las clases bajas…

    Los samurái eran de origen noble, ¿no? Seguramente las actividades furtivas o clandestinas de los ninja eran incompatibles con ese origen.

    Gracias por la respuesta, Vorimir.

  10. Vorimir dice:

    Exacto, los samurais eran la casta noble y si alguno fuese descubierto ejerciendo de ninja caería en desgracia. Es por ello que no había problema en entrenar como ninjas a gentes de baja extracción social.

  11. Antígono el Tuerto dice:

    Gran reseña Vori; e interesante tema el de los ninjas. Una figura que a mí siempre me atrajo más que el del samurái con todos sus códigos y monsergas sobre el honor.
    Por cierto, a día de hoy ¿siguen siendo una figura con mala fama en el Japón actual?; porque al samurái lo ha mitificado mucho la cultura contemporánea japonesa.

  12. Vorimir dice:

    El ninja es ya una figura de la cultura popular: anime, manga, literatura, cine… todos le han dado una pátina heroica a la figura. Tan popular y romántica es la visión de unos y otros. Incluso tenemos un trasunto de Harry Potter en el archifamoso Naruto. :D

  13. Rodrigo dice:

    Y bueno, precisamente eso es lo que no acierto a entender: la celebración de unos asesinos furtivos, sea cual sea el grado de mitificación –o de tergiversación- que recaiga en la figura del ninja. Lo de los samurái no me motiva demasiado, ya que estamos, pero pienso que esas “monsergas” sobre el honor les confieren un aura de dignidad y de nobleza en absoluto despreciable. Me refiero a que si hay un ideal caballeresco y heroico del guerrero, la figura del samurái sería una de sus encarnaciones más acabadas.

  14. Hagakure dice:

    Magnifica reseña Vori de un libro clave del tema Ninja.

    El ninja es la antítesis del samurai, pero era una figura necesaria en el Japón feudal, por el simple hecho de que la guerra es la guerra en todas partes y épocas. Era más que nada una cuestión técnico-práctica y de especialización de funciones. Todo el mundo sabía que el vecino recurría a los ninjas por mucho código de honor que hubiera. Pero hay que entender el modo de pensar japones, tan distinto al occidental. Era y es la lealtad al clan (y no a los demás) lo que tenían como sagrado. El (los) código de honor se fundamentaba en dos cosas principales: la lealtad y la profesionalidad, y ahí entra cualquier tipo de guerrero fuera samurai, ninja o simple bushi de tropa. La idea del ideal caballeresco occidental no es válido al cien por cien para definir al samurai, por raro que pueda parecer.

  15. Rodrigo dice:

    No, Hagakure, nada de raro. Estoy consciente de que uno debe irse con mucho tiento al afirmar algo como aquello, precisamente por lo de las diferencias culturales. Quede como analogía, nada más.

  16. Hagakure dice:

    Nos entendemos amigo Rodrigo. ;)

  17. Quaterni dice:

    Muchas gracias por la reseña. «El castillo de los búhos» es la novela ninja más leída de Japón.
    Lamentamos el error en ese párrafo, en ninguna de las 2 revisiones que pasó el libro aparecía, y en las pruebas de imprenta no lo detectamos, dimos por hecho que estaba bien.
    Un saludo y gracias por leer y comentar uno de nuestros libros.

  18. Vorimir dice:

    Gracias. La verdad que la novela está muy bien y la adaptación está muy trabajada. Lo de las líneas raras no sé si habrá sido un fallo de imprenta en mi ejemplar o en alguna tirada, pero bueno, un mal menor en una novela bastante notable.

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