Bueno, no es esta una reseña al uso, ni siquiera al uso de Atenas o de Micenas, la rica en Oro. Y no puede serlo, cuando hablamos de tantos autores y de tan distintos relatos. Será pues una reseña multiforme, bifronte y plural.

Ojalá tuviese cien lenguas y cien bocas, todas de bronce, para poder contarlo todo. Pero como entonces no os dejaría nada que leer, habrá que conformarse con lo que hay, y sacarle provecho a estos mortales dedos.

El campo de la mitología clásica es tan amplio como pudieran serlo las olímpicas moradas de los inmortales, y precisamente lo que la hacía tan poco competitiva como teología, sin duda la ha dotado de enormes ventajas como recurso literario. En su complejidad y en nuestro conocimiento fragmentario se encuentra sin duda una fuente de inspiración prácticamente ilimitada. Cuando Claudio II el Gótico hizo ejecutar a San Valentín, asegurando con ello siglos de rentabilidad para floristerías y fábricas de peluches, sin duda no imaginaba que el cumplimiento riguroso de la ley elevaría a los altares a un Santo Cristiano. Pero en cambio no debió sorprenderle que, tras sus abrumadoras e imprevistas victorias sobre los godos, su pueblo le elevase al Olimpo y le considerase una divinidad tras su muerte, incluso antes del ritual de la apoteosis. Era lógico considerar a los grandes hombres poseídos de la esencia divina, y singularmente fácil ser un Dios en la antiguedad clásica. Bastaba propiciar las cosechas, sembrar la discordia entre los hombres, gobernar con singular acierto o derrotar de modo aplastante a algún enemigo extranjero. Las dos últimas nos explican cierta sobre-abundancia de seres divinos entre los romanos.

En fin, de un campo tan fértil, con o sin intervención de las diversas legiones de dioses de la fertilidad, tenían que surgir crecidas cosechas de relatos, con o sin intervención de las miríadas de musas, y aquí tenemos la segunda recopilación de ganadores y finalistas del concurso internacional de LA REVELACIÓN. No se ciñen todos ellos a la mitología clásica, ni ambientan necesariamente sus relatos en la antigüedad, pero hacen honor al viejo dicho que afirma que en las novelas hay pocas ideas, plasmadas en mucho papel, y en los relatos poco papel que contiene muchas ideas.

Las recopilaciones de relatos tienen una ventaja y una desventaja, como en las propias leyendas. La ventaja es que entre tanta variedad es imposible no encontrar varios relatos de nuestro agrado. La desventaja es que los que nos gusten serán necesariamente más breves de lo que desearíamos. Nos queda confiar, como parece que es el caso, que los mejores relatos sean el preludio de obras más largas, en las que el autor pueda desenvolverse más cómodamente.

Casi tan interesantes como los relatos pueden serlo las mini-biografías de los propios autores, que dejan claro una vez más como la pasión por la escritura y por los temas clásicos no se circunscribe solo a los elegimos las ramas de letras. En todo caso quizás esta variedad de formación, trabajos y procedencia explique la amplia variedad de enfoques y temáticas.

En cualquier caso, el público ya emitió su opinión en su día. Si su juicio fue o no acertado, que lo juzgue cada lector cuando consiga este libro, que el premio superaba bien los tres óbolos que cobraban los miembros de la Asamblea de Atenas, aunque acaso no llegase al nivel de la manzana de la discordia.

No dejeis que se os acumule el trabajo. Aún habrá de llegar EL CAMINO DE LOS MITOS III, y es que para basarse en la adoración de falsos dioses cuyo culto se olvidó hace siglos, la mitología clásica pervive con singular fuerza. Y además, mucho más caro sería tratar de ganar los favores de una hetaira corintia, o de un joven de buena familia, de aquellos que disfrazan el precio de sus favores exigiendo buenos caballos o perros de caza . Con estos libros ganareis en virtud, no lo dudeís. O al menos no perderéis mucha.

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