EL ARQUITECTO DE LOS CIELOS – Jacques Cardona y Gérard Soliveres

EL ARQUITECTO DE LOS CIELOS - Jacques Cardona y Gérard Soliveres

«Un solo pez en el agua
que a las dos Córdobas junta:
blanca Córdoba de juncos.
Córdoba de arquitectura.»

(F. García Lorca)

 

«Cuando los reyes quieren que se hable en la posteridad de sus altos designios —escribió—, ha de ser con la lengua de las edificaciones. ¿No ves cómo han permanecido las pirámides y a cuántos reyes los borraron las vicisitudes de los tiempos?» (Abderramán III).

Y esto es, precisamente, lo que nos cuentan estos dos autores -J. Cardona y G. Soliveres- de forma novelada; esto es, cómo surgieron las edificaciones que los Omeyas exiliados de Damasco realizaron en Córdoba, ciudad en la que instauraron un nuevo califato.

EL ARQUITECTO DE LOS CIELOS - Jacques Cardona y Gérard Soliveres

Nos presentan, en síntesis, a un Abderraman I, exiliado de su patria por los Abasíes, que han matado a toda su familia. Tras recorrer el norte de África llega a la península ibérica, conquistando un vasto territorio e instaurando, en Córdoba, su emirato. Una vez ha logrado deshacerse de sus enemigos, comenzó la planificación de la Gran Mezquita, que no pudo ver terminada, a pesar de lo dilatado de su reinado (32 años), siendo, no obstante, su hijo Hisham I quien la inaugurara en el 793 de la era cristiana. La construcción sufriría modificaciones posteriores, a cargo de los siguientes Califas, siendo la ampliación de Alhaquen II, durante el máximo esplendor del Califato, la más relevante y significativa.

De fácil lectura, el relato se vuelve, al final del mismo, un tanto críptico, cuando el Califa procede a explicar la concepción geométrica sagrada de la mezquita que tiene su origen en el nombre y en el número, introduciéndonos en las complejas y simbólicas concepciones arquitectónicas de los Omeyas cordobeses. Se trata, pues, de una obra que ofrece al lector la oportunidad de disfrutar de un momento histórico, caracterizado por su tolerancia religiosa, en donde se mezclan la aventura, un cierto aire «romántico», debates filosóficos y una buena dosis de esoterismo. La novela, como todas las de este género, me incitó a indagar en la amplia bibliografía sobre la época, y encontré el siguiente pensamiento del autor Antonio Muñoz Molina: «…Pensé que tal vez, Córdoba es, en sí misma un zahir, y también  un aleph, pues hay  lugares en ella que parecen contener, escondida e intacta, la  integridad del Universo.»

Como lectora, este libro me ha servido para recordar la grandeza y belleza de la Córdoba Califal, de su edificio emblemático -la Mezquita-, que  en el siglo XVI sufriría su mayor y más «radical» modificación -diría, más bien, profanación-, cuando, cual puñalada en mitad del corazón, se construyó la Catedral  cristiana. Proyecto que, en su momento, suscitaría una ardua polémica y enfrentamientos, siendo el monarca Carlos V quién al final diera su aprobación, arrepintiéndose más tarde, cuando, si es verdad lo que recogen las crónicas, pronunciara la siguiente frase: «Habéis destruido lo que era único en el mundo y habéis puesto en su lugar lo que se puede ver en todas partes» (frase atribuida al propio emperador por un tal J.B. Alderete).

Como historiadora del Arte no puedo estar más de acuerdo con lo que Antonio Muñoz Molina dice en su obra, Córdoba de los Omeyas (Barcelona, Ed. Planeta, 1998),  a propósito de esta edificación: «La catedral, esa torpe maquinaria insolente de la que dice Titus Burkhardt que es como una gran araña agazapada sobre las columnas de la mezquita, fue construida sobre ella para declarar la victoria de la Iglesia católica sobre el Islam, pero esa intrusa cercanía manifiesta, por comparación, la infinita superioridad del edificio vulnerado, la transparencia misteriosa de su geometría. La catedral es un prolijo establecimiento religioso: la mezquita es un espacio sagrado». Y cuando más adelante comenta:

«Pero ya no es posible deleitarse con plenitud y perderse sin remedio en la mezquita de Córdoba: la delictiva catedral incrustada en ella desfigura y oscurece irreparablemente su espacio y abunda en la peor escoria de las imaginerías barrocas, como si el único propósito de quienes la construyeron hubiera sido escarnecer la convicción islámica de que la divinidad no puede ser representada sin sacrilegio». Yo no podría expresarlo mejor.

Con respecto a los autores, me ha llamado la atención que Jacques Cardona, muerto antes de ver editada su obra, fuera un autor y compositor francés que, entre otras originalidades, diera voz, en los años 80, al famoso inspector Gadget, así como un estudioso de los temas esotéricos; y que G. Soliveres fuera un gran entusiasta en descifrar misterios ocultos en los templos más relevantes, y un profundo admirador de los grandes constructores de la historia. El encargado de la documentación histórica en la que se basa la novela fue, al parecer, este último, experto en Turismo internacional y en historia de la Edad Media.

EL ARQUITECTO DE LOS CIELOS - Jacques Cardona y Gérard Soliveres

EL ARQUITECTO DE LOS CIELOS
Jacques Cardona y Gérard Soliveres
Temas de Hoy
Barcelona, 2009
Premio Hislibris 2009 a la mejor
portada histórica.

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34 comentarios en “EL ARQUITECTO DE LOS CIELOS – Jacques Cardona y Gérard Soliveres

  1. Balbo dice:

    ¡Muy chula la reseña Clio! hace muchos años que no me paso por esa tierra califal, y gracias a ti me ha entrado el gusanillo de volver a ver las maravillas de la mezquita. Libro interesante, intentaré echarle una lectura, ya te diré.

    Un saludo ;-)

  2. Koenig dice:

    Bonita reseña, que me lleva a reflexionar que, a veces, la ceguera de lo nunca visto es la que permite disfrutar plenamente de la belleza de lo que se ve.

    Porque la catedral sobre y en medio de la mezquita es una pena, seguramente. A saber cómo me hubiera sentido paseando sólo en medio de la mezquita. ¿Igual que puede uno sentirse en cualquiera de esos rincones desde los que sólo se ve una sucesión de arcos con destino a la penumbra? ¿Diferente?

    Pero quien sabe. Tal vez la catedral salvó la mezquita, que eran aquellos tiempos un tanto fanáticos, y tal vez la belleza actual del conjunto sirva para salvar la catedral.

    Un saludo.

  3. Balbo dice:

    Interesante pensamiento Koenig lo de que la Catedral tal vez salvo la Mezquita… nunca lo habia pensado, de verdad. Interesante. me has hecho reflexionar ;-)

  4. Javi_LR dice:

    A mí, tras leer tu reseña, Clío, me queda la original duda y nunca leída en Hislibris de si es tratado, ensayo, novela o mezcla. Me inclino por un ensayo posiblemente dramatizado, ¿puede ser?

    Por cierto, bellísima construcción, bellísima ciudad y bellísima portada la del libro, a mi juicio justo ganador del premio de portadas del pasado año.

  5. Valeria dice:

    Si no me falla la memoria, la mezquita se construyó a su vez sobre los restos de una una iglesia visigoda dedicada a San Vicente, que a su vez creo recordar (esto ya es una nebulosa en mi cabeza) que se había asentado sobre un recinto paleocristiano. Es que hace mucho que estuve en Córdoba. Preciosísima.

    Es muy habitual que espacios dedicados al culto en tiempos pretéritos sean elegidos para alzar nuevos templos a nuevos dioses.

  6. Akawi dice:

    Este libro también lo tengo en mi pila de pendientes, como tantos otros.
    Fue un regalo de una buena amiga hislibreña y me has despertado el apetito por leerlo cuanto antes.

    Clío, qué reseña más completa con tu aportación de arte incluido, te ha quedado perfecta.

    Abrazos.

  7. Aretes dice:

    Un lujo tener la opinión de alguien que sabe de lo que habla, de ahí la valentía de exponerla con esa seguridad.

    Tengo la misma duda que Javi ¿novela o ensayo? Y, aunque parezca prosaico, ¿de cuántas páginas hablamos?. Es que me voy a Córdoba en breve y si me diera tiempo, dosificado en cinco preciados minutos al día, la buscaba.

  8. Urogallo dice:

    Qué curioso es el mundo de los sentimientos, y como caen en el hasta los expertos. La catedral está preciosa tal y como es, como lo que es, como lo que era en origen, como lo que volvió a ser.

  9. Akawi dice:

    ¡Qué bien habla este muchacho, oye!

  10. Ascanio dice:

    Gracias por esta reseña, Clío, que me ha hecho retroceder a mis años cordobeses (que fueron muchos, por cierto).
    La verdad es que no puedo estar más en desacuerdo con la opinión de Antonio Muñoz Molina (un escritor que me merece todos los respetos, por cierto), quien afirma que la delictiva catedral incrustada en ella desfigura y oscurece irreparablemente su espacio y abunda en la peor escoria de las imaginerías barrocas.

    Disiento por varias razones:
    1º Opino, como ya ha comentado Koenig, que la Mezquita se ha conservado gracias a la Iglesia católica. ¿Dónde estaría ahora si no fuera porque se ha preservado como templo cristiano? Pues, seguramente, sus sillares, columnas y arcos policromados estarían formando parte de los cientos de patios cordobeses que, como cualquiera que se acerque en mayo a esta ciudad, puede ver cargados de columnas, frisos y capiteles de Medina Azahara, o bustos romanos, exhibiendo con desfachatez, provocación y detestable impudor el expolio al que fueron sometidos durante siglos por aquellos que ahora denostan la presencia cristiana en la Mezquita.

    2º El arte, en la historia, está construido a base de superposiciones. ¿Qué pasa con la portada barroca de la catedral de Santiago de Compostela? ¿Acaso no ha preservado el románico Pórtico de la Gloria de las inclemencias del tiempo? ¿Alguien duda de la impresionante belleza de esa portada que recibe a los peregrinos en la plaza del Obradoiro? ¿Quita valor, simbolismo y belleza esta portada al resto de la catedral románica? ¿Qué pasa con la Basílica visigoda de Alcuéscar, en Cáceres, por ejemplo? ¿Las superposiciones artísticas a través de los años restan algo de su valor? Ese ábside, ¿es menos hermoso por eso? Lo que sí es cierto, es que, debido a que se abandonó y que sufrió robos y expolios ahora no está en las condiciones en las que podemos disfrutar de otros monumentos como, por ejemplo, la Mezquita.

    3º Que los gustos del observador no comulguen con distintas tendencias artísticas (en este caso, el barroco) no significa que otros estilos estén prostituidos por su presencia simultánea en el mismo espacio y en el mismo tiempo. Esta afirmación de Muñoz Molina Pero ya no es posible deleitarse con plenitud y perderse sin remedio en la mezquita de Córdoba me parece falsa y totalmente desafortunada. El visitante de la mezquita del siglo XXI, si tiene algo de sensibilidad artística, se perderá y se trasladará en el tiempo exactamente igual que el siglo X. Y disfrutará de su belleza por igual, entre otras cosas porque la mezquita musulmana y la catedral cristiana, artísticamente hablando, están perfectamente separadas en el espacio, y el disfrute de una no impide el de la otra.

    4º No comprendo a los que critican a la Mezquita-Catedral y al mismo tiempo alaban otro tipo de edificaciones, en las que se han superpuesto otros estilos y tendencias. ¿Por qué hay un doble rasero? Seamos entonces consecuentes y serios: denostemos también todas aquellas iglesias y edificios civiles que no sean cien por cien puros. ¿Con qué nos quedamos? ¿Quedaría algo?

    5º Y sí, Valeria, la Mezquita se levantó sobre una basílica cristiana. ¿Por qué no protestamos y nos rasgamos las vestiduras ante la profanación musulmana de un edificio cristiano visigodo? ¿Por qué tiene la Mezquita preferencia ante lo demás? Aquellos que ahora la reclaman como centro de culto musulmán quizás debieran pensar que, antes que ellos, otros estuvieron allí. Y, seguramente, antes de los cristianos, los romanos también estuvieron allí. ¿Debemos ceder la Mezquita-Catedral a Berlusconi por ello?

    Y ya para acabar: la belleza de la Mezquita-Catedral ha sobrevivido a los siglos gracias, sin duda, a la Iglesia católica. Ese patrimonio impresionante se conserva para todos los que quieran ir a verlo gracias a que se ha conservado abierto al culto. Y después de la última restauración no se lo puede perder todo aquel que visite la ciudad. La iluminación es magnífica, y su conservación es excepcional.
    Disfrutémosla tal y como está, igual que disfrutamos de otras cosas peor conservadas. Considerémonos afortunados de que siga en pie, y no parezca un puzzle con miles de piezas desparramadas por el suelo (las pocas que no fueron robadas) como ocurre, por ejemplo, con Medina Azahara.

  11. Vorimir dice:

    La visité hace dos semanas, cosa que no hacía desde mis tiempos del colegio (ha llovido ya…) y es digna de toda admiración. A mi particularmente no me gusta demasiado la mezcla catedral/mezquita, pero teneis toda la razón de que si no hubiera sido por eso no se habría salvado de ser una auténtica ruina, así que… ¡que gran catedral tiene Córdoba!

    De J.Cardona creo que tengo un libro de mitología romana… pero lo del inspector Gadghet me ha llegado. :D

    Bonita reseña Clio.

  12. Koenig dice:

    Bueeeenos días.

    La verdad Ascanio es que, personalmente, me considero purista. Vamos, que no me van las mezclas de estilos, con lo cual tiene cierta gracia que no me parezca mal la inclusión de la catedral en la mezquita.

    Supongo que ese purismo se ve atenuado por dos factores: cercanía en el tiempo de los estilos y resultados prácticos de la superposición. Citabas la catedral de santiago, y supongo que desde mi punto de vista lo que la hace menos «chirriante» es el «relativo» parecido de los estilos (no me degolleis aún). Si me citas la pirámide del Louvre, seguramente «me se revolverán lah entrañajh» (ahora es más fácil de entender, supongo).

    Con respecto al lado práctico ya lo dije y concordamos. Es posible que la catedral salvara la mezquita. Quien sabe, incluso es posible que en el futuro sea la mezquita quien salve ala catedral. Por otro lado, que ambas estén unidas sin que ninguna le tire piedras a la otra no deja de ser una bonita imagen. Tal vez un día se pueda compartir… En fin. Modo hereje off.

    Opino. :-)

    Un saludo.

  13. Ascanio dice:

    Vaya, Koenig, pues si un día la mezquita tiene que salvar a la catedral, mal vamos. Eso significará que tú y yo no podremos ocupar el mismo lugar, sino que estaremos separados (los niños con los niños y las niñas con las niñas), y que yo, probablemente, tenga que llevar velo… o algo peor.
    No, por favor, que ese día no llegue nunca.

  14. Ascanio dice:

    Pero es que releyendo otra vez los epítetos que Muñoz Molina dedica a la Catedral, no tengo más opción que asombrarme (en el mal sentido): ««torpe maquinaria insolente», «araña agazapada», «prolijo establecimiento religioso» -en contraposición con la mezquita, como si los musulmanes fuesen puros de espíritu y los cristianos que acuden allí a rezar una jauría de mercaderes y ladrones-, «delictiva catedral» y, como remate a tal sarta de barbaridades «la peor escoria de las imaginerías barrocas». ¡La peor escoria de las imaginerías barrocas! ¿Pero este hombre ha visto la imaginería barroca de Sevilla, Córdoba o Andalucía en general?

    Nunca me hubiera imaginado saliendo de la pluma de Muñoz Molina estas palabras, lo cual me decepciona profundamente porque, en mi opinión, sólo muestra una concepción paupérrima del arte, una mente llena de prejuicios, una falta de consideración y una inquina personal hacia una religión que, evidentemente, ni comprende ni respeta.

  15. Ascanio dice:

    ¡¡¡Escoria de las imaginerías barrocas!!!

    Lo que hay que oír… Perdonadme, pero es que no salgo de mi asombro…

  16. cavilius dice:

    Ascanio, que te pierdes…

  17. Koenig dice:

    Eso.
    Tu piensa que son meras licencias poéticas.

  18. Ascanio dice:

    Pero-pero-pero…¿licencias poéticas?

    (Qué escoria, ni qué araña, ni qué niño muerto… que manda narices la cosa…)

  19. Ascanio dice:

    Aretes de mis entretelas, cuando estés en Córdoba, mira por los rincones de la Mezquita, a ver si ves a la dichosa araña ésa agazapada en la cabeza de la imagen «escoriosa» de algún santo.
    Con la de veces que he estado yo allí y no me la he tropezado, mecachis…

  20. Aretes dice:

    ¿Es la novatada a los turistas?

  21. Koenig dice:

    No, es otra licencia. Cabreística en este caso :-)

  22. Urogallo dice:

    Esta mujer tiene sangre en las venas y ojos en la cara.

  23. Urogallo dice:

    Por cierto, que la Catedral del XVI que conocemos no salvó a la mezquita. No deberíamos mezclar términos. Desde el mismo momento que Fernando III recupera Córdoba de los invasores musulmanes deja de existir esa mezquita. El edificio se consagra como templo católico, concretamente como Catedral, sin ningún cambio estructural de importancia. Ergo, queda «salvada» automáticamente, sin que esa transformación tenga relevancia artistica alguna.

    Lo que estamos discutiéndo no creo que sea la consagración de la Catedral al único Dios verdadero y a su Santa Iglesia, sino las grandes reformas del siglo XVI que le dan su naturaleza y aspecto actual. El edificio se usó durante cientos de años con su aspecto original.

    Estas obras del XVI, dejando aparte de la supuesta declaración de Carlos Iº ( Carente de sentido en un personaje como el citado, que lo primero que decidió al ver la Alhambra fué pedir que le construyesen un palacete renacentista en la misma y construirse habitaciones improvisadas al estilo castellano dentro de los palaciones nazaries. Menudo ejemplo de pasión conservadora) lo que era evidente en aquel momento era que el templo no cumplía su función, y que en los siglos transcurridos el edificio necesitaba reparaciones urgentes. Igual que en muchos otros casos se actuó como se actuaba entonces, recurriéndo a los conocimientos del momento, al renacimiento y a la funcionalidad. Se estaba trabajando sobre una estructura en uso, y se trabajó desde esa base.

    El producto resultó una sintésis mágica de un estilo superado y olvidado con el arte del momento, un ejemplo auténticamente único, como lo era el edificio y la época, de simbiósis.

    Luego, naturalmente, se puede huir de lo estrictamente artístico para convertirlo en una opción por una cultura concreta y por el estilo que supuestamente la representa. Sin éxito, por supuesto, ya que la antigua mezquita se limitó a adaptar a un modelo foráneo de edificio las formulas artísticas locales.

    Avanzando la cuestión, hay quién afirma que la primitiva mezquita, por su original disposición, era directamente el templo católico original de San Vicente Martir, que se adaptó ligeramente para el culto musulmán, siéndo el famoso bosque de columnas una originalidad del arte hispano-romano/visigodo previo. Refuerza esta cuestión que este edificio no estuviese orientado hacia la Meca…

    Por cierto que el destrozo de todo tipo de edificaciones que se realizó para construirla fué notable. En esta parte casi todo es material recuperado de construcciones más antiguas, cuyos admiradores también podrían tener sus propias opiniones sobre este canibalismo…

  24. Urogallo dice:

    Por cierto, respecto a Muñoz Molina, creo que ha quedado claro por la simple cronología que su juicio tiene un pequeño lapsus cronológico…300 añitos de nada…Una minucia.

  25. Ascanio dice:

    Claro, Uro, es que lo que comentas de la basílica de San Vicente es el quid de la cuestión.
    Se ha hablado de que la catedral cristiana «profanó» la mezquita. Aplicando este mismo término podríamos decir que, anteriormente, la mezquita musulmana «profanó» el templo de san Vicente. Y así podíamos seguir hasta el infinito y mucho más.

  26. Ascanio dice:

    Por cierto, que sepáis que esta noche he tenido pesadillas con esta frase: «La peor escoria de las imaginerías barrocas».
    Y la araña… la dichosa araña agazapada… y la delictiva catedral llena de ladrones…
    Qué barbaridad, todavía estoy con un esperrengue en las calandracas. No me lo puedo endecreé.

  27. Akawi dice:

    No te lo tomes tan a pecho, querida Ascanio, si no luego tendrás que visitar a un psicólogo.

  28. Melissa dice:

    Polémicas aparte, me ha gustado mucho la reseña, dan ganas de cogerse un AVE e ir ahora mismo a visitar la mezquita… ; )

  29. Urogallo dice:

    Vaya, me gusta más el título original: El testamento del Omeya

  30. Clío dice:

    Ya sé que es tarde, pero como aquí en Hislibris el tiempo es elástico o ¿quizás relativo? voy a intentar contestar a los comentarios surgidos en torno a la Mezquita

    Bueno, parece que el personal se ha visto afectado por la visión, que sigo compartiendo, de Muñoz Molina con respecto a la Catedral cordobesa
    Empecemos por partes:

    El libro no es ensayo, es una especie de novela sobre la llegada de los Omeyas, el comienzo de sus construcciones, con dosis de esoterismo, manuscrito salvado en la guerra yugoeslava (esto al principio desconcierta un poco, luego hacia el final se entiende), en fin, no es una gran novela, pero se puede leer pues además es cortita.

    Con respecto a la salvación de la Mezquita gracias a que se convierte en Catedral, pues es posible, no lo pongo en duda. Pero para mí, la catedral que se construye en el siglo XVI es mediocre y aún parece más mediocre enfrentada a la belleza de la construcción Omeya, porque no podemos dudar de que ésta es muy, muy bella.

    Aún he recopilado otra opinión del que fuera arquitecto e historiador Fernando Chueca Goitia que en el Vol. XI del Ars Hispaniae dedicado a la Arquitectura del s.XVI nos dice con respecto a la Catedral de Córdoba:

    “En el año 1523 se produjo en Córdoba un hecho luctuoso para el arte español. La tenacidad y mal entendido orgullo de los obispos cordobeses, que quisieron sobrepujar al monumento más insigne del Islam español, hicieron que al fin triunfara el deseo de erigir una catedral desproporcionada en el centro mismo de la Gran Mezquita. Fue la obra más impopular que pudiera darse y el Concejo Municipal y el pueblo todo de Córdoba hicieron denodados esfuerzos para evitar que se perpetrara el atentado, y sólo se doblegaron a la voluntad del Emperador, que sentenció el pleito a favor de la Iglesia. Más tarde, cuando el Emperador vio por primera vez la Mezquita, le dijo al obispo Fray Juan de Toledo la conocida frase: “si yo hubiera sabido lo que era esto, no hubiera permitido que se llegase a lo antiguo: porque haceís lo que hay en otras muchas partes, y habeís desecho lo que era único en el mundo”. El pleito de Córdoba nos deja por lo menos la consoladora impresión de un pueblo sensible a sus glorias artísticas”

    Efectivamente, la Mezquita fundacional de Abderramán I, se realiza sobre el complejo basilical de San Vicente, que al parecer fue comprado por el Emir a los mozárabes en 1000 dinares.
    Esto es normal, numerosos son los ejemplos: la Catedral de Sevilla se construye sobre la antigua mezquita, de la que solo se salvó la maravillosa Giralda, pero claro: ¡Que catedral! Una preciosidad del gótico tardío. Y que me decís de la de Toledo, también construida sobre la antigua mezquita, ¡Otra maravilla! Realizada a lo largo de muchos siglos. En éstas la comparación con la antigua mezquita no es posible, pues los restos que nos han llegado son pocos, en cambio la mezquita cordobesa podemos verla en casi todo su esplendor.

    Puede que alguno me recuerde la construcción del Palacio de Carlos V junto a la Alhambra, y efectivamente lo que pudiera parecer una incongruencia queda superada por la belleza singular del edificio que Machuca crea como residencia del Emperador.
    Pero ya sabemos que todo, en cuestión de gustos, es muy subjetivo y más en el arte, y cuando además se une la religión….. Así que solo me queda emular al insigne galo y decir:
    Opino, gracias a todos.

    1. Javi_LR dice:

      Merece la pena haber esperado con tal de haberte leído, Clío.

  31. Clío dice:

    ¡Gracias, galante caballero!

  32. Urogallo dice:

    Lástima, esperaba que hablase más de la caída de los Omeyas…La verdad que pasa por encima, despachándolo en un par de frases.

    En cuanto a la huída de Abderramán I…También me esperaba más.

    Espero que se vaya animándo.

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