EDICIÓN Y SUBVERSIÓN – Robert Darnton

Edición y SubversiónAcercarse a la historia política desde la historia cultural es una de las más interesantes vertientes que están teniendo lugar en los últimos años en la historiografía. Un enfoque distinto y novedoso que nos permite sentir con mayor cercanía el pasado que estudiamos, ya que se normalmente se basa en fuentes que todavía podemos admirar como lo hicieron en el tiempo que se estudia. Libros como Un palacio para el rey o La fabricación de Luis XIV ofrecen estimulantes visiones de la historia política a través de elementos que durante mucho tiempo han pasado inadvertidos o ignorados: el palacio del Buen Retiro como símbolo del fracaso del reinado de Felipe IV o la pompa y la suntuosidad de la corte del rey Sol como elemento necesario de su programa político.

Dentro de esta novedosa categoría podemos insertar Edición y subversión, de Robert Darnton, quién tuvo la suerte de hallar la tierra prometida de cualquier historiador: un archivo bien surtido de documentación que había permanecido virgen a través del tiempo: el de la Société typographique de Neuchatel, pequeña ciudad suiza cercana a la frontera francesa. En los archivos de esta editorial encontró la correspondencia que mantuvo esta casa con diferentes escritores galos durante los años anteriores a la Revolución Francesa.

Los nombres de éstos no nos dicen nada hoy en día: Brissot, el abate Le Senne o Mauvelain son los casos que nos describe, a modo de prosopografía, de lo que debió ser un grupo tan numeroso como lo son ahora las jóvenes rubias americanas que viajan a Hollywood pensando en convertirse en estrellas: durante los reinados de Luis XV y Luis XVI, los jóvenes franceses y del resto de Europa marchaban a París con la intención de remover las conciencias como lo habían hecho anteriormente Voltaire o Rousseau. Habían crecido en provincias, donde leyeron a los grandes filósofos contemporáneos, los cuales se habían hecho con fama inmortal gracias a su ingenio y su pluma. Sin embargo, una vez en París, el ingenio que podrían haber demostrado en sus tierras de origen no tardaba en resultar inútil para salir adelante. Estos aspirantes a filosófos terminaban rápidamente en la pobreza, marginados en Grub Street, donde sus ideas apenas eran escuchadas.

Estos personajes van a formar lo que Darnton denomina “baja literatura en la Ilustración tardía”. Frente a las obras de sus ídolos, las que estos escritores publicaran tienen un marcado carácter soez y difamatorio, un claro ejemplo del más bajo libelo: son los autores de los famosos libros y dibujos que denigran la figura de los reyes, la nobleza y el clero con, por ejemplo, las escenas sexuales que muestran la corrupción de las clases privilegiadas. Una muestra son Los fastos de Luis XV, que bajo la idea de ser una obra sobre la historia del reinado de este monarca, no era más que la descripción de sus aventuras sexuales. Así, donde antes la Ilustración ofrecía argumentos intelectuales, en los años inmediatamente anteriores a la Revolución se rebajaba a la crítica más burda. Eran el equivalente, para la época, del afortunadamente desaparecido Aquí hay tomate.

Analizando la carrera de estos personajes, dos son las conclusiones que se obtienen. Primero, y quizá más sugerente desde nuestro punto de vista, es que su carrera, junto al estudio de numerosas bibliotecas privadas del período, nos muestran que estas obras de escasa calidad y mucho escándalo estaban más presentes que la Ilustración más elevada y, a la postre, famosa. Si esto es así, sugiere Darnton la necesidad de revisar la historia triunfal que se transmite del Siglo de las Luces, que quizá pudo ser menos elevado de lo que imaginamos.

Un efecto más directo tuvo la otra conclusión del libro: la erosión de la popularidad de la Monarquía que produjo la continua avalancha de estos panfletos (y su éxito). Reconoce el propio Darnton que resulta complicado conocer exactamente el daño que recibió por estas obras, pero es muy probable que la imparable pérdida de prestigio de la Monarquía francesa en su propio país en la década de 1780 les deba mucho, sobre todo si tenemos en cuenta lo apuntado en el párrafo anterior. El odio que se manifestó durante los años de la Revolución se corresponde más con la indignación que pueden provocar estos libelos que con la reflexión que suscitaban, por el contrario, los ensayos de los “hermanos mayores” de estos panfletistas.

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27 comentarios en “EDICIÓN Y SUBVERSIÓN – Robert Darnton

  1. Incitatus dice:

    No conocía el libro pero parece francamente interesante, ¿de que editorial es? ¿es fácil de encontrar?

  2. pepe dice:

    Coincido con Incitatus en que la tesis de Darnton es cuando menos sugerente, y que Scouser ha elegido un tema original y muy atractivo, a pesar del poco interés que ha suscitado. El debate que plantea el autor en relación a cuál es la influencia que tienen los libros en los cambios políticos no está resuelto, me parece, y sería bueno conocer argumentos a favor y en contra. Creo que hay una historiadora americana, Elisabeth Eisenstein, que se ha interesado mucho en este asunto:
    http://en.wikipedia.org/wiki/Elizabeth_Eisenstein

  3. Javi_LR dice:

    A mí me sorprende también el poco interés (aparente) que ha suscitado. Me parece una obra muy interesante y una reseña muy acorde con el libro.

  4. pepe dice:

    Es que tenemos al personal debatiendo apasionantes cuestiones sobre la historia patria, a saber, si Isabel La Católica rezaba uno o dos avemarias cuando sofreía la cebolla y la gran pregunta de si era reina o madre. Ante incógnitas tan primordiales comprenderás que de poco valen interrogantes tan intrascendentes cómo qué carajo tuvieron que ver los libros con la revolución francesa.

  5. Javi_LR dice:

    ¡Hombre, Pepe! Que destensar tampoco está mal. Además, cada cosa tiene su interés.

  6. Scouser dice:

    Incitatus, las editoriales son Turner y FCE. Lo compré hace 4 años más o menos, pero en una buena librería lo deberían tener, sino seguro que lo consiguen si lo encargan.
    En cuanto al tema que plantea pepe, no se trata solo de España, sino que es un tema novedoso y que requiere todavía mucho estudio para saber cual es el impacto que ha tenido la imprenta. Junto a los trabajos de Eisenstein (traducidos algunos por Akal) y los del propio Darnton (nombre muy apropiado para acercarse a la Revolución Francesa), destacaría a Roger Chartier y Fernando Bouza, que han estudiado mucho el mundo del libro y su impacto.

  7. Laurita dice:

    Es que nos da vergüenza confesar que no sabemos qué es eso de Grub Street. Tal como aparece en la reseña, diríase que se trata de un lugar en París adonde envian a los malos escritores -como alguno de los que han aparecido reseñados en estas páginas- pero seguramente no se trata de eso. A lo mejor Scouser tiene a bien iluminarnos un poco sobre este punto …

  8. Koenig dice:

    Buenos días.

    Para dar satisfacción a Pepe, que ve esta reseña muy abandonada frente al tirón que están sufriendo otras, me paso por aquí para hacer este humilde comentario.

    No he leído la obra, y por ello debo agradecer, en primer lugar, a Scouser por reseñarla, ampliando así mis posibilidades de lectura futuras.

    Con respecto a «que carajo tuvieron que ver los libros con respecto a la revolución francesa», se me ocurre que por un lado mucho, y por otro muy poco.

    No niego la importancia de los libros como medio de difusión de ideas, pero creo que es un medio que a priori sólo podía influir en determinadas clases sociales. Las que sabían leer y tenían tiempo para ello. Dos requisitos cuya concurrencia en la población era escasa en Francia en 1789. Por ello se me ocurre pensar que la incidencia de los libros, cuantitativamente, fue poca, pues no llegaron a acceder mas que a una capa muy limitada de la población. Cualitativamente en cambio, es diferente. Esa capa de población, mayoritariamente burguesa, y mayoritariamente con sus necesidades básicas mas que cubiertas económicamente, fue la que arrancó e impulsó la revolución. Se me ocurre añadir que desde el primer momento al último. Debo aclarar que, «grosso modo», siempre he tenido la teoría de que el pueblo jamás «se levanta», sino que mas bien «lo levantan». En 1789 al pueblo no le interesaba saber si se iba a votar por estamentos o personalmente, sino si iban a tener que comer al día siguiente.

    Así pues por resumir: los libros llegaron a poca gente, pero con la suficiente influencia para poner en marcha, y dirigir en todo momento, el proceso revolucionario.

    Pero si ampliamos la categoría a la imprenta en general, la cosa cambia. A pesar del alto grado de analfabetismo los pasquines y las hojas volantes, los «diarios», en la acepción periódica de la palabra, tuvieron mucha importancia a la hora de reunir, calentar, impulsar y, utilizando una mala palabra, manipular al pueblo. Se empleaba en ellos un lenguaje rudimentario, directo, con ilustraciones y a base de latiguillos o chistes malos (alguno bueno), fácilmente recordables. Al que no sabía leerlo se lo leían y la facilidad para recordarlo hacía que circularan boca a boca con rapidez, difundiendose así ideas en absoluto complejas «La reina Maria Antonieta es lesbiana», «El rey es bobo» «vamos todos a la Bastilla»…, que tenían como fin movilizar al pueblo y llevarlo a uno u otro lugar, donde los sucesos acababan por «desencadenarse». Probablemente uno de los mejores ejemplos de esta actividad de imprenta fue «l´Ami du Peuple», del inolvidable Marat. Aunque hubo muchos mas.

    Así pues, supongo que puedo resumir mi, humilde, opinión con la conclusión de que los libros ejercieron una importante influencia en la difusión de ideas entre una élite social que arrancó, impulsó y controló la revolución francesa, cosa que hicieron en parte también gracias a material impreso, aunque seguramente no de la complejidad de obras como las de Montesquieu y Rousseau.

    Hala Pepe, te toca darme la razón :-)

    Opino.

    Koenig.

    P.D. Y además creo que Isabel la Católica fue reina antes que madre.

  9. Laurita dice:

    Pues no sólo te doy la razón sino que agradezco tu comentario casi como si la reseña fuera mía y añado que tu argumentación pone de manifiesto el desperdicio que supone tenerte dedicado a cuestiones tan banales como la de dilucidar si Isabel usaba panty o medias con liguero. Dado que era una adelantada a su tiempo, yo casi me inclino por lo primero…

  10. Koenig dice:

    Estimada Laurita. Agradezco sin medida tus amables palabras alabando mi intervención, que para nada merece ser enaltecida. Agradezco igualmente que me tengas en tan alta estima como para considerar desperdiciadas mis argumentaciones en temas banales, aunque no concordemos necesariamente a la hora de definir que es banal y que no, asunto que, por otro lado, podría ser origen de un interesante intercambio de opiniones, argumentos y conclusiones, siempre que sea posible llegar a ellas, a través del dificil camino que es siempre la emisión y recepción de puntos de vista. Por otro lado, y dado que Isabel no era nada ligera, ni ligona, me da que, para equilibrarlo, usaba mas bien medias con liguero, impresión que además se completa si efectuamos un análisis coherente y concienzudo de la inmensa dificultad que había en aquella época para conseguir pantys en Castilla, dado que las relaciones con París no eran demasiado buenas, y Nueva York aún no se había inventado.

  11. Incitatus dice:

    Koenig, muy intervención, pero creo que he de disentir, a Isabel le gustaban más los calcetines de rombos de lana de oveja merina, que ella era muy patriota.

    Muy interesante el tema de la importancia de los libros en la revolución francesa, a ver si luego puedo explayarme.

  12. Laurence dice:

    Pues sí, un tema muy novedoso y original, pero me quedo con la reseña que me ha gustado. El libro no lo conocía, por lo que no lo he leído. Y, aunque he de confesar que la exposición de Scouser me ha llamado mucho la atención, no termina a mi de motivarme eso de leer sobre historia política y menos si echo una mirada a la pila de libros que tengo pendientes de lectura y a las nuevas adquisiciones que están a punto de llegar. Manías de una…. por mucho que amplíe horizontes en mis lecturas hay materias a las que me da mucha pereza llegar.

    Pero como lo cortés no quita lo valiente, la reseña me ha gustado mucho y la originalidad del tema también.

    Un saludo.

  13. Scouser dice:

    Laurita, Grub Street es una calle de Londres en la que malvivían los escritores fracasados con impresores y libreros de esacasa fortuna. Por extensión, se aplica a todos los barrios o calles similares que pueda haber en una ciudad. Antes de leer el libro, evidentemente no tenía ni idea de su existencia, aunque parece ser que es bastante popular en el mundo anglosajón.
    Pienso de la misma manera que Koenig, fue más cualitativa que cuantitativa la importancia de los libros, aunque quizá hay que matizar que el número de personas que podían acceder era mayor a lo que tradicionalmente se piensa: a finales del siglo XVIII, y en Francia, la tasa de alfabetización era relativamente alta, alrededor del 50%, y en ciudades como París mayor, y el crecimiento económico había sido bastante importante, lo que aumentaba el número de potenciales lectores con lo que podría haber sido un siglo antes.
    Aun así, es evidente que, más que los libros, eran los manuscritos y hojas volanderas las que llegaban al grueso de la población (y así era desde tiempos de Demóstenes, por lo menos).

  14. Koenig dice:

    Buenas tardes Scouser.

    Precisamente porque, como dices, la tasa de alfabetización era relativamente alta, he conjuntado dos variables: alfabetización y tiempo. Aunque supieran leer, malamente podía un barquero, o una pescadera, o cualquiera de las muchas profesiones del pueblo llano, dedicar tiempo a la lectura durante el día. Y por la noche, no olvidemos que las velas eran relativamente caras (para hacer de ellas un uso constante, por eso digo relativamente).

    En cambio, las hojas volantes si, pues eran de fácil acceso y se leían rápidamente. De hecho, curiosamente empieza ha suceder algo parecido en nuestra sociedad, donde la aparición del periódico gratuito que reparten por la calle o en las bocas de metro, ilustrado con titulares de rápido impacto y noticias de lectura fácil, ha sustituido en parte a los periodicos tradicionales (que no siempre y necesariamente son mas serios), pero si, en general, mas completos.

    Opino.

    Koenig.

    P.D. Que por otro lado véome obligado a disentir con su excelencia el Sr. Senador, dado que si bien los calcetines de lana merina los usaba, ella se los ponía con cruces, por ser insignia mucho mas católica que el rombo infiel. Pero debo reconducir a su excelencia pues no es esta la cuestión que nos ocupa, sino qué se ponía por encima en ocasiones de boato y copete: pantys o medias de liguero, asunto sobre el que no me extenderé por haber indicado ya anteriormente mi punto de vista.

  15. Danielin dice:

    Gracias por la información sobre el significado del Grub Street, Scouser. La palabra panfleto también tiene, curiosamente, un origen anglosajón. Efectivamente, con su significado de opusculo agresivo y difamatorio nos llegó del inglés pamphlet que se incorporó a su vez al inglés medieval como pamphilet o panflet procedente de un poema amatorio del siglo XII que tenía un cierto carácter cómico y satírico, y se titulaba Pamphilus, seu de Amore. Laurita, cariño, si quieres saber el significado de algo también puedes pregúntamelo a mí, que me pongo celoso cuando andas flirteando con la gente.

  16. Incitatus dice:

    La importancia de aquellos libros tuvo que ser inmensa, si bien pocos eran capaces de leer, muchos eran capaces de escuchar aquellas ideas leídas por otros. recordemos que las lecturas en voz alta de libros fueron un entretimiento muy generalizado hasta hace bien poco.

    Por otro lado considero que la revolución fue completamente conducida por unas élites que buscaban ese cambio, que querían participar del poder político. Desde luego no creo que la revolucion fuera algo espontáneo en ningún caso. Ejemplo es que fuera Camile Desmoulins quien incitará al pueblo a asaltar la Bastilla y obviamente era un personaje muy influido por el tipo de literatura que nos atañe en esta reseña.

    saludos

  17. Incitatus dice:

    Ah mi querido galo, en caso de fiestas y otro tipo de recepciones de postin seguro que usaba leggins (entonces llamadas mallas) que ella era muy fashion ;-)

  18. Aretes dice:

    Definitivamente, hace falta un hilo de esparcimiento mental

  19. Koenig calzas largas. dice:

    Si, si, leggins, calzas…llámalo como quiera pero. ¿Se sujetaban en la cintura o a la cintura?. Ese es el quid.

    En cuanto al tema que sirve de divertimento, a ver si nuestro amigo Pepe se anima a pasarse por aquí a discrepar.

    Saludos.

  20. Clío dice:

    En el libro que estoy leyendo ahora, se habla de los «libritos azules» que los buhoneros llevaban por pueblos y villas, idea de un impresor librero de Troyes, baratos de precio, con novelas caballerescas, relatos fabulosos, leyendas etc… estaban hechos de papel de embalaje azul, y unidas las hojas por dos tiras de cáñamo, claro que hablo de la época de Luis XIV, pero bien podrian ser los inicios de los que hablais.

  21. Clío dice:

    Ah! Perdon Scouser, la reseña estupenda y la aclaraciones mejor, otra cosa es que cuando no se conoce el tema del libro en cuestion no opinemos, porque opinar «pa ná»….., Pepe que estas muy quisquilloso y el tema de Isabel tiene su «puntillo» tambien (se lo dices a esa simpática pareja que conforman laurita y danielín).Saludos saludables

  22. pepe dice:

    Estimado Koenig, ¿cómo se te ocurre pensar que una persona de trayectoria tan recta y formal en Hislibris como la mía se avenga a hablar de calcetines? Es ya momento de elevar el nivel de este hilo y de subir un poco más arriba …, porque hubo un episodio de alborotos en Segovia que Isabel supo resolver de modo admirable y que dio lugar a una frase que corrió por toda Castilla: ¡Brava hembra! ¡Bragas ha que non faldetas!. Podemos entonces, quizá, confirmar el uso regio de tal prenda y descartar el de tangas, pantaletas o bombachas, como propone el erudito profesor
    y estudioso de la lencería medieval J. Huguete.

  23. Incitatus dice:

    La discusión en este caso no está en la utilización o no de bragas, mi formal y recto Pepe. La cuestión está en si: ¿eran bordadas o no? o ¿de lana churra o merina?

  24. pepe dice:

    Muy interesante tu comentario, Clío. ¿Qué libro estás leyendo?

  25. pepe dice:

    Amigo Incitatus, tengo para mí que eran bordadas con yugos y flechas por doquier y de lana merina, por supuesto, que en los castillos de la época hacía un frío de cuidado. Fernando también las llevaba iguales. No es que fuera afeminado, pardiez, es que era un hombre muy bragado.

  26. Lucrecia dice:

    Creo q hay q rescatar una posicion intermedia, q es lo q quiere lograr Darton. El rescata la literatura de masas para entender q los ideales de la revolucion no solo tuvieron una representacion puramente elitista. Ademas aclara q va a centrarse en el estudio de ellas justamente para aportar a la historia desde abajo; encontrando en estas escrituras no una pura causalidad q llevo a la revolucion, sino, un aporte a la misma (como por ejemplo lograr un desprestigio de la monarquia y poner en cuestionamiento su poder). Todo esto mas halla de la manipulacion o no q haya hecho la burguesia o aristocracia.
    Me resulto interesante tb, como Darton analiza la conciencia de clase, la formacion y transformacion de aquella.En tanto: por un lado, los filosofos burgueses con el salon(quienes en muchos casos venian de familias muy humildes, pero por medio de lograr la aceptacion y el favoritismo del poder lograban ir ascendiendo socialmente); por otro, los filosofos de clase baja y su cafe. Ademas, describe el autor,como cada una de las instuciones contaba con una jererquia propia, codigos propios, comportamientos propios, ideologia propia….
    Hay mas para deci, pero creo q esta bueno leer el libro..o como en mi caso aunq sea la intro y el cap 7…. Saludos

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