CONSTITUCIONES POLÍTICAS GRIEGAS – VVAA

Constituciones políticas griegasLo que es informarse poco antes de iniciar la lectura de un libro. Me esperaba yo poco más o menos que un cursillo de derecho constitucional clásico (me refiero a clásico helénico, claro). El libro no es nada de eso. El libro es más que eso, es un clásico, o mejor, se compone de tres clásicos.

En primer lugar, y es el texto mas extenso. “La constitución de Atenas”. Escrita por el mismísimo Estagirita. Se trata de un interesantísimo texto que podemos dividir fácilmente en dos partes: por un lado nos narra la historia de los regímenes políticos que se fueron sucediendo en Atenas desde Dracón hasta la restauración de la democracia tras el gobierno de los treinta tiranos. Después pasa a describir las instituciones atenienses contemporáneas al propio autor. La división entre ambas partes es clara, ocupando la primera los capítulos I a XLI, y la segunda los capítulos XLII a LXIX. En conjunto es un texto denso, que merece la pena leer con cuidado y atención, ya que si no corremos el riesgo de perdernos entre tantas instituciones, votaciones, auditorias…

El segundo clásico es otra vez “La Constitución de Atenas”. Aunque se trata de un texto totalmente distinto. Si el primero era un tratado sobre la constitución, este segundo adopta una forma mas epistolar. Y es mas una crítica que un tratado. El autor establece desde el principio su desacuerdo con la constitución ateniense, y dedica el corpus del texto a explicar porqué, no obstante, a los atenienses les conviene y les interesa su constitución.

El tercer texto es, seguramente, el que mas de moda pueda estar hoy en día. Se trata de la Constitución de Esparta. Los capítulos I a X los dedica Jenofonte a narrarnos algunas de las características costumbres espartanas. Sobre educación, igualdad entre hombres y mujeres, etc. Los capítulos XI a XIII se centran en el ejército espartano, descripción, campañas, papel de los reyes. En este texto nos encontramos con todas las “interesantes” instituciones que tan de moda se han puesto con la película “300”, pero explicadas por el mismísimo Jenofonte.

De los autores
No me voy a extender, ni sobre Aristóteles ni sobre Jenofonte. Creo que son de sobra conocidos.

Algo mas se puede decir sobre el autor de la segunda (en orden) Constitución de Atenas. Parece que el texto sobrevivió por haber sido atribuido a Jenofonte, aunque hoy en día la mayoría de los expertos lo atribuyen a otra persona, a la que llaman el “El Viejo Oligarca”. El problema de la autoría es interesante, y el editor lo explica con gran claridad en el prólogo.

Sí quiero terminar el apartado dedicado a los autores rompiendo una lanza a favor de Antonio Guzmán Guerra, el traductor y editor de los textos (figura a menudo olvidada cuando de clásicos se trata). Además de traductor y anotador de este volumen, ha escrito otras obras, sobre Alejandro Magno: “Alejandro Magno” y “Alejandro Magno: de la Historia al Mito”. También libros sobre literatura: “¿Cómo Estudiar Filología?”, “Manual de Métrica Griega”, “Introducción al Teatro Griego”. También es suyo el prólogo del libro, muy recomendable por interesante, sucinto y bien explicado.

Me ha llamado la atención.
Todos los libros que leemos nos hacen pensar, de alguna manera, y siempre hay párrafos o cuestiones interesantes. En especial puedo decir que me ha llamado la atención esta ley que fue aprobada por Solón: “Cualquier ciudadano que durante una revuelta civil no empuñe las armas a favor de un partido será incurso en pérdida de sus derechos cívicos y considerado indigno de derechos políticos”. Viene a ser mas o menos como si hoy en día, todos los que no acudieran a las urnas, perdieran el derecho al voto. Nótese que no dice a favor de qué partido deben empuñar las armas.

Suelo acabar comentando si el texto me ha gustado o no. Pero claro ¿Quién se atrevería a decir que no le han gustado Aristóteles o Jenofonte? Así que no diré nada, pero eso no significa que no me haya gustado, porque ¿A quién no le gustan los clásicos?

Opino, claro.

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6 comentarios en “CONSTITUCIONES POLÍTICAS GRIEGAS – VVAA

  1. Ditirambo dice:

    El libro promete, además imagino que las leyes de Esparta radican en aquellas que dio Licurgo y perduraron por siglos hasta la decadencia de la Polis, en cambio en el mismo periodo Atenas tuvo grandes cambios, que van desde la oligarquía, la tiranía, la plutocrasia hasta llegar a la Democracia con Clistenes

  2. Paco T dice:

    ¿Qué tal está el libro en cuanto a las anotaciones se refiere? Creo que, como muy bien expresó Cavilius, las notas deben tener la misma virtud que las lentejas, pero para ello deben estar ahí y tener cierto nivel. Y ya puestos, Koenig, ¿conoces los otros libros del autor que mencionas? ¿merecen la pena? Saludos calurosos (en todos los sentidos).
    Gracias por la reseña

  3. cavilius desde la cuna de la civilizacion dice:

    Hey, que libro mas interesante. Se me ha ocurrido entrar en Hislibris desde el aeropuerto Eleutherios Venizelos de Atenas mientras espero el avion de vuelta, y mira que sorpresa me llevo.

    Me voy, que se me escapa el avion, pero volvere. Buen trabajo, Koenig, como siempre.

    Saludos.

    (Perdonad que no haya acentos, es que en este teclado no se como se ponen. Cosas del directo).

  4. Verdoy dice:

    Curiosa ley. Desde luego te obliga a comprometerte. Tiene buena pinta el libro.

    Saldudos

  5. cavilius con las maletas aún por deshacer dice:

    Pues eso:

    Buen trabajo el de Alianza Editorial al rescatar en un volumen estas 3 obras, que hasta ahora se habían de conseguir cada una por su lado, o dos por un lado y una por otro (como fue mi caso). Tras la exposición de Koenig poca cosa queda por decir, aunque me gustaría hacer algún apunte, por deformación devocional, sobre la situación histórico-política en la que se enmarcan esos 3 escritos. Por orden cronológico:

    – La Constitución de los atenienses es un panfleto que comenzó a circular en Atenas a los pocos años de iniciarse la guerra del Peloponeso, allá por los primeros años 20 del siglo V a.C. Su autor, llamado el Pseudo-Jenofonte pero también conocido como el Viejo Oligarca, pertenecía según la crítica moderna a la nobleza ateniense, a la aristocracia poco amiga de las ideas democráticas y más favorable a la oligarquía. En Atenas el gobernante Pericles tuvo una dura oposición durante todo su mandato por parte principalmente de ese sector aristocrático, el cual al iniciarse la guerra contra Esparta trató de encauzar a su favor el descontento de las clases pobres campesinas, las más afectadas por el conflicto. Por otro lado, siempre hubo en Atenas corrientes filoespartanas y antidemocráticas, que también trataron de aprovechar la guerra en su beneficio. En este ambiente pro-oligarca y antidemocrático se gestó la Constitución de los atenienses, breve texto que pretendía atacar el sistema político ateniense. Conviene recordar que democracia y oligarquía se alternaron varias veces en los años sucesivos, hasta que finalmente el régimen democrático se impuso en el cambio de siglo y se mantuvo estable durante décadas, hasta el advenimiento de Alejandro Magno.

    – La Constitución de los lacedemonios, escrita por el ateniense Jenofonte probablemente a principios del siglo IV a.C., es una clara alabanza a Esparta y sus costumbres. Jenofonte pertenecía a esa corriente filoespartana que antes mencioné (por ello, como dice Koenig, tradicionalmente se le atribuía la autoría de la anterior obra, cosa imposible por una simple cuestión cronológica). La guerra hacía poco que había terminado y la victoria espartana había impuesto en Atenas una oligarquía que apenas duró un año; la democracia dio un golpe de estado y de nuevo prevaleció, pero impregnada de conservadurismo, recelosa y temerosa de todo. Fue esa democracia la que condenó a muerte a Sócrates, por ejemplo. Probablemente pocos años después, Jenofonte, discípulo del filósofo, escribiría el panegírico sobre el modo de vida espartano.

    – Bastantes años después, unos 70 u 80, Aristóteles, como parte de su proyecto de abordar todas las ramas del saber, decidió recopilar todas las constituciones existentes en su tiempo, y comenzó por la única que se nos ha conservado: la Constitución de los atenienses. Posiblemente Aristóteles estaba en Atenas cuando redactó la obra, en unos años en los que el aire olía a Macedonia y a Alejandro, ya fuera a favor o en contra. Sin embargo en su libro no se percibe ningún “olor”. Como bien dice Koenig, la primera parte de la obra (al menos lo que se nos ha conservado) recorre la historia política de Atenas desde poco antes de Solón hasta poco después de la guerra del Peloponeso (es decir, un período de más de 200 años). En esa historia hay 4 nombres propios: Dracón, Solón, Clístenes y Pericles; tras este último no hubo ya nadie, ni anterior ni posterior a Aristóteles, digno de ser mencionado. Del legislador Dracón se sabe más bien poco: algo sobre su ley que castigaba a los homicidas, y su definición de la ciudadanía ateniense, que me parece interesante mencionar: ciudadano era todo aquél que pudiera pagarse una panoplia de hoplita (es decir, una armadura de soldado). De Solón sabemos bastante más: tuvo un papel difícil como mediador entre ricos y pobres, tratando de legislar al agrado de unos y de otros y no contentando finalmente a nadie. Cambió el concepto de ciudadanía, ampliándola a todos los nacidos en el territorio sin atender a su riqueza, e incluso a extranjeros que quisieran afincarse en Atenas; puso fin a la esclavitud como pago de las deudas, las cuales abolió sin excepción… La ley que cita Koenig hay que situarla en el contexto de ese descontento de los campesinos pobres hacia los aristócratas ricos, como un acicate para hacer oposición ante eventuales abusos de los ricos. Y si Solón sentó los cimientos de la futura democracia, Clístenes levantó el edificio y con Pericles éste alcanzó su máximo rendimiento. Pericles, por cierto, volvió a cambiar el concepto de ciudadanía, restringiéndola sólo a los nacidos de padre y madre atenienses.

    En la segunda parte de su obra, Aristóteles describe el funcionamiento político y administrativo de la democracia en la Atenas de su tiempo, que era prácticamente idéntico a como lo había sido 80 años atrás. Un funcionamiento que fomentaba hasta el extremo la participación de todos los ciudadanos, que permitía que personas normales y corrientes, como lo fue Sócrates, pudieran ser “jefes de estado” al menos por un día, y con una enorme cantidad de cargos públicos escogidos la mayoría por sorteo. Interesantísimo, creo yo.

    En fin, que muy buen libro éste, cuya lectura, altamente recomendable, podría complementarse con otros clásicos: para las Constituciones de los atenienses, las Vidas de Solón y de Pericles de Plutarco, y algún capítulo de la Política de Aristóteles. Y para la Constitución de los lacedemonios, la Vida de Licurgo de Plutarco y también algún capítulo de la Política de Aristóteles. Como bibliografía secundaria, en el lado espartano hay poca cosa en castellano: recomendables los siempre citados Esparta de César Fornis y Esparta y sus problemas sociales de Pavel Oliva. Del lado ateniense, en cambio, la bibliografía es enorme: Solón de Atenas, de A.J. Domínguez Monedero, hace un minucioso examen de la figura de Solón y de los fragmentos conservados de sus poemas (lástima, gran lástima, que no los incluya en el libro); Historia de una democracia: Atenas, de Claude Mossé, hace un ameno recorrido histórico desde Solón hasta los diádocos; más antiguo es La democracia griega. Del 800 al 400 a.C., de W.G. Forrest, donde no sólo se trata de la evolución política en Atenas, sino también en Esparta y en Corinto; aún más antiguo pero siempre válido es Instituciones griegas, de Maisch & Pohlhammer; y volviendo a la actualidad, La democracia ateniense, de F. Rodríguez Adrados, es sin duda un libro de fiar.

    Saludos.

    PS: Perdona Koenig, es que todavía tengo encima el síndrome postvacacional.

  6. Koenig dice:

    Nada que perdonar eminentísimo Cavilius.

    «Tras la exposición de Koenig poca cosa queda por decir»

    Casi soy yo quien me sonrojo.

    Y por cierto, un comentario muy interesante el tuyo.

    Saludos.

    Koenig.

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