CIVILIZACIÓN: OCCIDENTE Y EL RESTO – Niall Ferguson

En 1405 zarpaba desde Nankín, China, la primera de las siete grandes travesías marítimas comandadas por el almirante Zheng He, el navegante más célebre de la historia china. Se trataba de una empresa pasmosa, por la cantidad de hombres embarcados, el número de naves involucradas y el tamaño de éstas: el barco del tesoro tenía una eslora equivalente a casi cinco veces la de la Santa María, la futura carabela de Colón. Durante una treintena de años, enormes flotas de juncos surcaron las aguas orientales, llegando en tres ocasiones hasta las costas occidentales de África; toda una demostración de empuje y poderío, acorde con el esplendor de la civilización china. El contraste con la Europa de entonces, un puñado de pequeños estados depauperados por las guerras y las epidemias, apenas podía ser más dramático. Menos de un siglo después, la realidad era muy distinta: el gigante chino optaba por dar la espalda al mundo, encerrándose en sí mismo, y una porción de Europa se ponía a la delantera en términos de desarrollo y expansión. Mientras en China se destruían los archivos de los viajes de Zheng He y se prohibían los viajes transoceánicos y la construcción de barcos de más de dos mástiles, españoles y portugueses competían por  el descubrimiento de rutas marítimas y por la conquista de tierras de ultramar, iniciando una era de predominio occidental que se  extendería hasta nuestros días.

Desde las pautas de organización económica hasta las modas en el vestir, pasando por la expansión geopolítica, la regulación de la vida social y el florecimiento de las artes y las ciencias, Occidente se ha erigido durante medio milenio en el modelo civilizacional por excelencia: una era de hegemonía que parece estar llegando a su fin. China se perfila en el horizonte como la nueva gran potencia económica, presta a tomar el relevo de los Estados Unidos y Europa –sin olvidar al Japón-. Otros países de la periferia, como India y Brasil, podrían secundar la hegemonía china. Empero, no nos salgamos de tiesto, porque el tema central del que se ocupa Niall Ferguson en su último libro es el auge de la civilización occidental. ¿Por qué este auge?, ¿cuáles son las claves que lo explican? Tales cuestiones sugieren una similitud pronunciada con el planteamiento basal de El imperio británico, obra del mismo autor, pero en este caso la síntesis de narración e interpretación -ceñida a una estricta secuencia cronológica- deja lugar al análisis en sentido estricto, plasmado en un esquema de tipo temático. En efecto, el libro consta de seis grandes capítulos en los que Ferguson aborda cada una de las que considera claves de la supremacía occidental, a saber, las siguientes:

a) la competencia, no solo entre estados sino en el seno mismo de cada estado: la fragmentación y descentralización político-económica de Europa echó las bases de los estados-nación y del capitalismo, generando un contexto propicio al dinamismo, el ansia de cambio y el  espíritu de innovación;

b) la revolución científica, que expandió el conocimiento y el dominio de la naturaleza y cuyas aplicaciones tecnológicas –en transporte, comunicaciones y armamento, por ejemplo-  supusieron una enorme ventaja para las potencias occidentales;

c) el imperio de la ley y el gobierno representativo, marco de resolución pacífica de conflictos y resguardos fundamentales de la propiedad privada;

d) la medicina moderna, que mejoró las condiciones de sanidad y aumentó la esperanza de vida;

e) la sociedad de consumo, en que la productividad y la demanda se retroalimentan, favoreciendo el origen y desarrollo de la revolución industrial;

f) una ética del trabajo, de raigambre protestante, que estimula el incremento de la productividad y la postergación de las gratificaciones, condiciones necesarias para la acumulación de capital mediante el ahorro y la inversión (idea que proviene de la célebre tesis de Max Weber sobre el vínculo entre la ética protestante y el espíritu del capitalismo; se trata de una tesis que no adolece de pocos fallos, como el propio Ferguson admite.)

Según el ángulo desde el que se mire, puede afirmarse que la diferencia entre Occidente y el resto del mundo es una cuestión de instituciones, pero también lo es de actitudes, de mentalidad. Las travesías de Zheng He obedecían a varios propósitos, uno de los cuales era ciertamente el comercio, pero el objetivo principal era impresionar “a los bárbaros” que poblaban las costas lejanas y obligarlos a rendir tributo. En cambio, las exploraciones europeas estaban motivadas de modo primordial por la apertura de nuevas rutas y la búsqueda de enclaves comerciales; por de pronto, los portugueses que circunnavegaron África estaban enfrascados en una competencia feroz con los venecianos. Se trataba de una rivalidad en todos los niveles y de rango continental, la que favoreció  tanto la iniciativa como la eficacia (administrativa, económica, tecnológica, militar, etc.).

Que Occidente ha sido el modelo a imitar es de sobra evidente. La importación de una cantidad de instituciones occidentales por el Japón sentó un precedente duradero, incluyendo el carácter selectivo de la copia –pues de copiar se ha tratado, en rigor-: una cosa es imitar el modelo económico y las modas en el vestuario, otra las instituciones políticas y las creencias religiosas.  Como para dar fe de la importancia del factor “competencia”, las sociedades no occidentales llegaron a disponer de una variedad de cosmovisiones y modelos de desarrollo en los que inspirarse, todos de origen occidental: capitalismo, comunismo, fascismo. Ahora bien, ¿en qué medida cabe escindir las fuentes morales o las bases legales de la vida social, por un lado, de las formas de organización económica, por el otro? ¿En qué medida se puede atribuir el éxito de una economía a una cierta ética de la convivencia y del desempeño individual? ¿Es verdaderamente indispensable la asociación entre libertad de mercado, por un lado, y libertad de pensamiento y de expresión en todos los niveles, por el otro? En términos de eficacia y rendimiento económico,  el explosivo auge de la China actual, con su combinación de capitalismo y despotismo, parece servir de aprobación a la imitación selectiva y de paso a la separación de esferas (económica, política, social, cultural).

Con respecto a Occidente puede argüirse, y es la opción del muy weberiano Ferguson, que su progresiva declinación se debe en buena parte a la pérdida de confianza en sí mismo (en Occidente es la crítica acerba de la hegemonía occidental lo que dicta la pauta en el discurso académico y político), pero sobre todo a la descristianización de la sociedad. Los europeos se han secularizado hasta un extremo que disgusta a nuestro autor, quien se lamenta de que las iglesias británicas estén cada vez más vacías. Estados Unidos parece un caso anómalo, con su arraigada cultura religiosa, aunque lo cierto es que la religiosidad de muchos estadounidenses parece ceñirse en demasía a los patrones del consumismo (una proporción significativa de la población de ese país ha cambiado de religión al menos una vez en su vida). Como fuere, Ferguson acusa que los europeos son los más holgazanes del mundo, y no desbarra quien piense que el fantasma de Max Weber se espantaría al observar el estado espiritual de las sociedades occidentales, en las que la austera ética cristiana del trabajo parece una antigualla, desbancada por el hedonismo y el relativismo, y en que las viejas creencias religiosas son reemplazadas por una abigarrada oferta de cultos rayanos en la superstición. Circunstancia que para uno como nuestro autor es deplorable pues, según afirma, ninguno de esos cultos –desde el tarot hasta la aromaterapia- “ofrece ni de lejos nada tan vigorizante económicamente o socialmente cohesivo como la vieja ética protestante”.

– Niall Ferguson, Civilización: Occidente y el resto. Debate, Barcelona, 2012. 509 pp.

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22 comentarios en “CIVILIZACIÓN: OCCIDENTE Y EL RESTO – Niall Ferguson

  1. Urogallo dice:

    ¡Libro interesantísimo Rodrigo! ¡Cuantas cuestiones candentes! ¡Cuantos asuntos sin resolver!

    Citando a un pensador oriental, al que acaso Clausewitz citó sin saberlo, y que coincide con las Sagradas Escrituras, una guerra se pierde antes de dar el primer paso en el alma de los hombres.

    Occidente se desangra al carecer de alma.

  2. Lopekan dice:

    Esa «vieja ética protestante» va a ser la responsable última de que en la vieja Europa —como en el resto de la vasta área de influencia europea por el mundo— se beba más cerveza que vino, se consuma más mantequilla que aceite, se coma más hamburguesa de vaca que paella de conejo…
    Con la caída del imperio romano, el empuje cultural del mediterráno cayó en declive y cedió su posición de privilegio a los vecinos del norte. Desde entonces, la supremacía del occidente protestante abarca muchos más campos que el intelectual (siendo el económico no el menos importante). ¿Por cuánto tiempo más? Quizá dentro de poco estemos abandonando el ketchup por la salsa de soja.

  3. Urogallo dice:

    La ética protestante es un asunto relativo. ¿Acaso Baviera, Bélgica, Austria y Milán, católicas y tradicionales, no han sido zonas de progreso y riqueza? La comunidad religiosa más abundante de Alemania es la católica, predominante en sus zonas industriales y comerciales, por oposición a la protestante, más habitual en las zonas tradicionalmente agrarias.

  4. Lezo dice:

    Que interesantísima reseña! Me ha recordado mucho al inicio de «Auge y Caida de las Potencias», de Kennedy, cuando decía que la fragmentación del poder en Europa impulsó la competencia económica, comercial y armamentística, y que en cambio en Oriente un único déspota podía en un momento determinado cercenar cualquier avance en un área determinada… Claro que eso sólo era la introducción al libro, y este libro esta dedicado por entero a desarrollar esa tesis… Aunque claro, digamos que esto es aplicable al final de la Edad Media-principios de la Edad Moderna… Puesto que después a lo que tendieron todas las grandes pontencias es a centralizar sus gobiernos y recursos… ¿o no estoy del todo en lo cierto?

    Por otro lado, me gustaría preguntaros eso de la ética protestante. He oído muchas veces el concepto, pero digamos que de una forma indirecta, es decir, que la ética protestante predispone a la gente a ser más honrada y trabajadora y tal y tal. (y muchas veces lo contraponen a la decadente ética católica) ¿Hasta qué punto pensais que es acertada esta imagen? ¿De verdad el Mundo Mediterráneo pierde pujanza tan pronto como con la caida del Imperio Romano? Mi idea (preconcebida) es que esto no es sino hasta despues de la Derrota de Napoleón ( o tal vez hasta despues de la guerra de Sucesión Española, cuando Inglaterra adquiere bases para sustentar su posterior política marítima…) ¿Es cierto que los paises del Norte deben su mayor desarrollo tan sólo o en gran parte a esta ética? Yo creía que se debía más bien a su clima y al simple devenir de los hechos históricos (y a que la revolucion industrial tuvo un mayor impacto en esas zonas)
    Muchas gracias por adelantado y por la reseña!

  5. Rodrigo dice:

    Tratándose de pujanza económica, ingleses y holandeses tomaron la delantera en el siglo XVII. Y bueno, la revolución industrial no es simplemente que tuviese un mayor impacto sino que empezó en Inglaterra.

    Hace mucho que no le he dado vueltas al asunto, aparte que no soy ningún experto, pero creo que no es tan simple como lo pinta Weber; y que sí es muy relativo, como dice Uro. Por descontado que en estas cosas hay que descartar las explicaciones monocausalistas y las teorías deterministas, la de tipo geográfico entre otras. El problema es que Weber planteaba una relación de estricta causalidad, un vínculo genético por así decir, entre protestantismo y capitalismo, y ya esto resulta problemático considerando que los orígenes del capitalismo son anteriores al protestantismo. Las prácticas bancarias llevaban largo tiempo desarrollándose en las ciudades italianas y en Flandes antes de la aparición de Lutero; lo mismo puede decirse del comercio a gran escala en las ciudades nórdicas –del Mar del Norte al Báltico-. Otro detalle importante es que los fundadores del protestantismo fueron muy severos en su crítica del cobro de intereses y del afán de ganancias, y sus sucesores no aflojaron en esta postura por largo tiempo; se puede dudar por tanto de que los empresarios de los siglos XVI y XVII actuasen inspirados por las palabras de Lutero y Calvino. Y no es solo la cuestión de los orígenes, sino también de los desarrollos posteriores. Incluso un intelectual de la talla de Weber puede forzar las evidencias y dejase llevar por los prejuicios. ¿Qué pasaba con los empresarios judíos, por ejemplo? Esto lo refiere el mismo Ferguson, calificándolo expresamente como la mayor excepción al argumento weberiano. Hombre de su tiempo, Weber cometió la estupidez de reducir las prácticas económicas de los judíos a simple especulación, catalogándolas de capitalismo paria o parasitario. Y en general era obstinadamente ciego al éxito de empresarios católicos. ¿Es acaso el protestantismo una condición ineludible del desarrollo económico? Uro menciona algunos ejemplos que vienen a decir lo contrario. Y ¿qué hay de China y Japón?

    De acuerdo a Weber, la conexión entre una mayor capacidad de obtener ganancias y la racionalidad instrumental propia del capitalismo debía hallarse en el ascetismo cristiano, específicamente protestante. Pero es difícil imaginar dos elementos más antitéticos que el ascetismo y la racionalidad de medios a fines. Aparte esto, existen estudios empíricos sobre el crecimiento económico en diversos periodos y diversas regiones del mundo, y en general las conclusiones distan bastante de confirmar el esquema causal de Weber. Incluso Ferguson menciona un estudio histórico que abarca una gran cantidad de ciudades alemanas a lo largo de más de medio siglo de vida económica, sin hallar un efecto directo y contundente del protestantismo en el desarrollo económico.

    Gracias por los comentarios, estimados.

  6. Urogallo dice:

    Quería añadir más leña al fuego, y comentar algo de lo que hablan otros autores respecto a otros temas, y que no por ello deja de ser cierto.

    Suecia era un país de emigrantes a finales del XIX, y un país pobre y atrasado hasta prácticamente el siglo XX. Los alemanes del Este y el Norte, protestantes, siempre han sido mirados por encima del hombro como agrarios y belicosos por sus compatriotas del sur y el Oeste, más imbuidos de la cultura francesa.

    Ni que decir tiene, que la religión en estos casos contradice la afirmación general.

    Y muy bueno lo de los empresarios judios Rodrigo, creo que es el argumento definitivo.

  7. Lezo dice:

    Muchas gracias por las respuestas. Verdaderamente se aprende simplemente leyendo las conversaciones que surgen en torno a los libros…
    Claro, el ejemplo de los judios no se me había ocurrido y es muy interesante. Por otro lado, siempre que pienso en el final de la edad media no pienso en las ciudades alemanas, sino en Florencia, Venezia, la expansión portuguesa etc, y no en las ciudades inglesas. Ahora bien, se que es una idea tal vez sesgada o influenciada por lecturas parciales del asunto, puesto que en Flandes si que había una gran actividad económica… ahora bien, como muy atinadamente referís, esto había empezado ya antes de la llegada de Lutero. Y eso que dice Rodrigo del estudio de ciudades alemanas a la llegada del protestantismo es significativo tambien.
    Por otro lado, desconozco un tanto la historia de los estados Alemanes/Prusia antes de la época Napoleónica. Si que, en parte leyendo a Kennedy, me queda más o menos claro que Alemania sucedió a Inglaterra como gran potencia industrial porque tenían una gran reserva de carbón con el que impulsar la susodicha industrialización (por ejemplo, creo que era Francia la que tenía mucho menos y por ello le costaba más el ponerse a la altura de Inglaterra y Alemania)…
    Y… ¿tal vez no influenciaría algo el hecho de que Inglaterra estaba en el cénit de su Imperio, y Alemania era un país joven reción unificado y con gran ímpetu?
    En general es un tema muy interesante, muchas gracias de nuevo!

  8. Urogallo dice:

    Alemania sucedió a Inglaterra como gran potencia Industrial, pero muy avanzado el XIX, gracias a las ventajas que derivaban de un gran mercado interior proporcionado por la unificación y un programa de armamento masivo.

    En 1913 por fin Alemania producía más acero que Inglaterra y EEUU juntos, pero esta super-producción no era ajena a sus necesidades militares.

  9. Rodrigo dice:

    Eso que dices es cierto. Tanto se priorizó el armamentismo que en artículos de consumo diario la economía alemana estaba muy por detrás de Estados Unidos y el Reino Unido.

  10. lanta dice:

    Que facil es leer este tipo de reseña. Gracias Rodrigo, y por favor permiteme una pregunta.
    ¿Como crees tu que se tomará occidente, a medio u largo plazo , la perdida de ese papel preponderante en la economia mundial?
    Teniendo en cuenta que «occidente» no es ningún niño bueno, es decir estamos muy bien armados, ¿Crees que el resto del mundo o potencias emergentes, trataran de mantener cierto statu cuo similar al actual, o aprovechará la mas minima oportunidad de darle absolutamente la vuelta a la tortilla? Que se estudie chino o portugues, en vez de ingles o francés en las escuelas, por ejemplo de España.

  11. Rodrigo dice:

    Vaya preguntas tan difíciles, Lantaquet. Con respecto a la primera, quién sabe. De todos modos, creo que anticipar una reacción unitaria, con “occidente” como un todo cohesionado e indisoluble, no tiene mucho sentido. Y esto porque occidente dista mucho de ser ese todo, siendo como es una categoría un tanto laxa que designa a un conjunto bastante fragmentado y disperso. No es solo que el papel de cada una de sus partes en la economía mundial sea muy diverso, sino que el conjunto es demasiado extenso como para atribuirle reacciones solidarias, por así decir. No es lo mismo que si se preguntase uno por la reacción de los EE.UU. o de la Unión Europea a una situación como la que refieres. Por demás, se me ocurre que el precedente más directo es el del Reino Unido después de la SGM, aunque la comparación puede resultar demasiado gruesa.

    Con respecto a la segunda. Es una cuestión que habría que precisar porque, así planteada, con armas e idiomas en el mismo saco, no le pillo el hilo. Igual, apostaría a que al inglés le queda mucha vida como lingua franca de los negocios, la ciencia y la tecnología.

  12. Antígono el Tuerto dice:

    Interesante reseña sobre un tema candente y de actualidad; el de la decadencia de Occidente (¿o sólo de Europa?).
    Respondiendo a lanta, diré que Rodrigo tiene razón, Occidente son muchos países; EEUU, Europa, Latinoamérica, Rusia, que actúan según sus criterios geopolíticos y no coordinadamente ya que sus intereses muchas veces no coinciden.

  13. Rodrigo dice:

    Occidente en general, Antígono.

  14. lanta dice:

    Gracias Rodrigo, por contestar. Verás, en mis dos cuestiones lo que sugiero es la posibilidad real de conflicto que existe. Si las perdidas de negocio por parte de la UE y USA sigan en aumento y con ello el crecimiento asiatico se dispare, ¿como sería la reacción todos los estados que actualmente las componen? ¿Como la de GB en postguerra? Curioso.
    Pienso que algo que va a suavizar este cambio en la polaridad economica mundial será la emigración. Supongo que millones de de personas empezarán a salir de America, Europa y Africa hacia distintos lugares de donde lo hacen ahora repectivamente; por supuesto con el destino indicado en tu reseña.

    Y ya que sacas el tema, ¿cuanto y como suele costar que un idioma se convierta en lingua franca a lo largo de la historia? ¿Y ahora?

    Gracias. Es un placer charlar contigo.

  15. lantaq dice:

    Espero que nadie quiera bombardear a nadie en los proximos 35 años.

  16. Antígono el Tuerto dice:

    Eso nunca se puede saber o predecir…de todas formas ya no hace falta bombardear un país para destruirlo, hoy hay otros métodos:
    http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_en_red
    http://es.wikipedia.org/wiki/Ciberguerra

  17. Rodrigo dice:

    Con bastante sentido crítico, Mario Vargas Llosa reseña y comenta el libro de Ferguson:
    http://elpais.com/elpais/2013/01/10/opinion/1357832274_367312.html

  18. Antígono el Tuerto dice:

    Lo leí en su día, aunque discrepo con Vargas Llosa, Fergusson se refiere más a la decadencia de Europa que a la de Occidente en general.

  19. Rodrigo dice:

    En realidad, el libro es en buena medida una continuación de Coloso, en que el autor aborda la decadencia de lo que llama el «imperio americano». En Civilización Ferguson se refiere a la decadencia de Occidente en general, encabezado por los EE.UU.

  20. Antígono el Tuerto dice:

    Entonces sí discrepo con Ferguson, porque no veo la decadencia de EEUU por ningún lado, sí la de Europa, pero esta viene desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

  21. Enrique Morata dice:

    Es un libro muy bueno y le habrá costado al autor la lectura de miles de libros para poder escribirlo. Sus tesis son que los alemanes ya eran nazis antes de Hitler porque en sus colonias en África ya exterminaban a los negros, Galton con su teoría de la eugenesia surge porque la microbiología progresa mucho en el siglo XIX, Hitler y sus ministros eran de los gestores más incompetentes, ignorantes y vulgares que haya tenido ningún país nunca: destruyeron casi toda Europa en vez de aliarse con ucranianos y otros que estaban dispuestos a trabajar para los alemanes , mientras éstos los trataban como los «negros » del este de Europa , a exterminar. Darwin estaba muy influido por la Revolución industrial en Inglaterra que, a su vez, era totalmente darwinista en la manera en cómo los empresarios ingleses trataban a sus trabajadores. La Revolución Francesa fue cosa de aristócratas y burgueses y no del pueblo francés. Las guerras, especialmente la Primera Guerra Mundial, fueron beneficiosas en el sentido de que trajeron una gran candad de avances en muchos campos, como la medicina. La colonización de África por los europeos en el siglo XIX también sirvió para un gran progreso en las ciencias.

  22. Antígono el Tuerto dice:

    ¿La Revolución francesa fue cosa de aristócratas?, ¿la colonización y explotación de África un gran progreso?, las guerras mundiales beneficiosas?
    ?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?¿?

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