BLANCOS CONTRA ROJOS: LA GUERRA CIVIL RUSA – Evan Mawdsley
«Y su color era el rojo; su nombre era guerra.»
Apocalipsis. VI. – 4
Existe un relato tradicional que los historiadores han construido sobre la Revolución Rusa. En él, se considera como un suceso marginal la Guerra Civil , oscurecida frente al brillo del acontecimiento que la provoca: La Revolución de Octubre de 1917.
A grandes rasgos, dicho relato comienza con una exposición de la situación de la Rusia Zarista (por aquello de que todo relato necesita una introducción), para luego pasar bastante por encima de la Primera Guerra Mundial, convertida en una serie de desastres militares fruto de la falta de competencia del alto mando ruso (obviando que, normalmente, los rusos derrotaban a los ejércitos Austro-Húngaros, algo en lo que tuvo bastante responsabilidad Alfred Redl, uno de los espías más rentables de la historia. También que la oficialidad aristocrática, por debajo del rango de coronel, ya había sido sustituida para 1917 por oficiales de procedencia burguesa). Estos desastres, que provocan hambre y privaciones, determinan la llegada de la incompleta revolución burguesa, incapaz de firmar la paz. Por eso es superada por la inevitable Revolución Bolchevique.
La lógica de la historia avanza de modo inflexible.
El relato aún se vuelve más estereotipado. La guerra civil se resume a un gran mapa con un puñado de confusas flechas. Se destaca la gran eficacia y visión estratégica de Trotsky, que diseña y construye el Ejército Rojo (un personaje al que se añaden tintes positivos, aunque su único mérito para tal caracterización fuese su enemistad con Stalin).
Un último capítulo para la NEP, y ya tenemos el estado soviético sólidamente establecido.
No hablo de memoria. He revisado mis apuntes.
Esto es más o menos lo que nos van a ofrecen todas las publicaciones que, oportunamente, salpicarán las estanterías de las librerías. Eslava Galán y Julián Casanova ya nos han ofrecido las suyas.
En el caso de Eslava Galán, encontramos una obra deliciosa, llena de jugosos detalles, pero que no pretende “revolucionar” la bibliografía sobre el tema. En el de Casanova, un libro pequeño y correcto, del tipo que se espera en las conmemoraciones. Dudo que ninguna otra obra pueda superar a la de Figes, y en general el mercado tampoco ha sido generoso, ya que hasta en Rusia se va a obviar toda conmemoración de un aniversario.
La necesidad del relato es evidente , puesto que permite publicar libros bastante gruesos sobre un suceso breve y casi marginal. Los bolcheviques no eran más que un partido minoritario, que trataba de capitanear un proletariado industrial aún escaso, y que sólo consiguió hacerse con el poder debido a las circunstancias catastróficas que la Primera Guerra Mundial había ocasionado. Su único mérito, fue el oportunismo.
Pero al fin y al cabo, no hay mayor mérito que saber aprovechar una buena ocasión cuando se presenta.
La tesis del autor sigue esta línea de pura objetividad. Plantea la guerra civil cómo el auténtico crisol en el que se forjó el estado soviético, que se construye y se perfila precisamente en la oposición a sus rivales. La naturaleza de la URSS, con su obsesión por el poder militar, está en su propia génesis. No solo es un medio necesario para defenderse. Sobre todo, se trata una herramienta política vital para extenderse. Para derrotar a los ejércitos blancos que ocupan enormes zonas del país, y para tratar luego, con nulo éxito, de someter a las «provincias rebeldes». El único caso en que Rojos y Blancos coincidieron, es en la obsesión por recuperar a las naciones cautivas, que habían proclamado su independencia gracias al apoyo militar alemán.
El bolchevismo consigue en el Octubre Rojo (Un suceso más bien breve, apoyado en la descomposición de los poderes fácticos) imponerse gracias a sus alianzas con los soviets en las partes más industrializadas y urbanizadas del bloque ruso del imperio zarista. La organización de su nuevo poder, y la necesidad de oponerse a sus rivales es lo que va a obligar a la «construcción» de un estado, algo de lo que los líderes bolcheviques se habían preocupado más bien poco anteriormente, obsesionados por teorizar sobre el modo de hacerse con el poder.
El relato tradicional tampoco menciona apenas a los ejércitos blancos.
Hasta ahora, en castellano solo existía un libro que se dedicase a esta materia. Un libro totalmente descatalogado, publicado en los 70: Los Ejércitos Blancos, de Grey y Bourdier.
En el resto de obras, los ejércitos blancos no tienen voz ni protagonismo.
Son una sombra ominosa, un rugido lejano, una nube oscura que se cierne sobre la redención bolchevique.
En realidad, nuestra visión de los Ejércitos Blancos, es la que los soviéticos nos transmitieron.
Y un libro como este, va a aportar muchas novedades al relato tradicional.
Frente a la ortodoxa visión bolchevique de sus rivales, también existió otra, edulcorada por el exilio y apenas entrevista en algunas obras literarias cómo simples evocaciones. Recuerdos en los que los Guardias Blancos son retratados casi como ángeles, adalides románticos de una causa perdida de antemano.
No podemos olvidar la famosa escena en «Doctor Zhivago» en la que los cadetes zaristas, casi niños, ángeles vestidos de blanco, al mando de un torpe anciano, seguramente un aristócrata, son segados por el fuego de los endurecidos soldados rojos. También está la imagen del martirio, con Kokchak arrojado a un lago helado… como persiguiendo, incluso en la muerte, regresar al mar al que pertenecía.
El autor huirá de ambas visiones, exponiendo la naturaleza de cada uno de los ejércitos blancos. Y digo bien, ejércitos, puesto que existen cuatro núcleos de resistencia, que nunca tendrán una conexión territorial entre ellos. Eso, por no decir, que la conexión estratégica también era muy débil en su planificación.
La guerra civil rusa tiene una denominación, que como todo en este suceso de consecuencias globales, restringe mucho su verdadera naturaleza. El origen de dicha guerra es la rebelión de la Legión Checa contra los soviets, que han abandonado la guerra contra las potencias centrales. Y la única fuerza militar cohesionada que protege la naciente revolución es, por encima del mito, un regimiento de letones. Porque la revolución y la guerra civil también supone, para los soviets, el fracaso en absorver a los territorios occidentales del Imperio. Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia. Todas lograrán consolidarse cómo naciones independientes, pese al empeño de Lenin en someterlas. Empeño que alcanza unas proporciones enormes en el caso de Polonia, finalmente victoriosa.
La épica no es un asunto ajeno a un conflicto en el que se enfrentaban dos modos de entender vida, pensamiento y universo. Más aún cuando las fuerzas más decisivas de ambos bandos terminaron siendo las de caballería. La caballería, que se había considerado superada por las lecciones de la PGM, tuvo una nueva era de gloria en el Este. La vinculación de los cosacos con la causa de la propiedad y la religión, permitió a los blancos, con el Barón Negro de Wrangel cabalgando al frente, amenazar decisivamente a los soviets.
Pero estos aprenderían rápido, y tras abandonar sus prejuicios políticos hacía la más aristocrática de las armas, pasaron a apoyar la decisiva creación de su propia fuerza de jinetes. Una fuerza que se convertiría en mítica: La caballería Roja.
Y al fin y al cabo es lo que tenemos entre manos. Un libro entre el mito y la historia.
Blancos, rojos, negros, verdes, azules, alemanes, chechos, italianos, polacos, estadounidenses, japoneses, británicos,…
La guerra civil rusa fue confuso lío de conflictos (véase las veces que Kiev cambió de manos por ejemplo), en los que aunque sorprenda la URSS podría haber sucumbido o la revolución pudo haberse extendido a media Europa.
Una guerra cruel y dura en un pueblo que había hecho la revolución porque estaba cansado de luchar y quería la paz, y que se extendería en sus remanentes hasta finales de 1923 e incluso por parte de los Basmachi (que daría lugar en el futuro a los Eastern) hasta mediados de la década de los 30.
Como apuntaba el oto día, el libro tiene buenísima pinta. El tema se merece ciertamente una monografía, y al parecer lo de Mawsdley está a la altura.
Ansío verlo por estos lares…
Octubre Rojo de 2017
Queridos camaradas del soviet de intelectuales y devoradores de cultura.
Los italianos se me escapan APV. Recuerdo que se comenta que se les ofreció un buen trozo del Caucaso…si estaban dispuestos a conquistarlo y mantenerlo.
Excuso decir que hoy no se habla italiano en Azerbayán.
Muy buenas observaciones camarada APV. El mismo autor reconoce que un golpe audaz podría haberlo cambiado todo. Conquistar una de las dos capitales bolcheviques, incluso temporalmente, habría supuesto un triunfo moral que debilitase la resistencia interna de los bolcheviques, provocando alzamientos populares que lo condenasen.
Aplaudo la reseña y con permiso, la complemento con la que publiqué en mi blog recientemente… buen libro, lleno de detalles y diferentes escenarios, como en la propia guerra civil rusa, tan compleja como extensa. http://elpuentelejano.blogspot.com.es/2017/10/blancos-contra-rojos-la-guerra-civil.html?m=1
Ya que lo comentas…¿Por qué «Blancos»? No era el color natural de los zares ni de Rusia…
¿Un color apostólico? ¿Angélico?
Urogallo, en esa guerra aparecieron ejérfcitos de todas partes, incluso serbios, griegos,…
Igual que con los checos, trataron de movilizar a los prisioneros de origen italiano de los territorios de Austria-Hungría como «redentos» para unirse a la Entente, al estallar la guerra civil rusa quedaron por allí y algunos formaron la Legione Redenta.
Al mismo tiempo Italia envió el Corpo di Spedizione Italiano in Estremo Oriente y el Corpo di Spedizione Italiano in Murmania.
Aquí tienes la historia: http://www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?f=35&p=627373
Me encanta lo de la Legione Redenta.
Veo que los italianos de Siberia hasta dispusieron de una unidad de Arditi. En la wiki italiano los señala, convenientemente, nativos de Venecia Julia y de Trentino.
Pero los Griegos apoyaron, supongo que por razón de su colonia allí, la fallida intervención francesa en Crimea. Todo un Cuerpo de Ejército al mando del General Nider.
Lo que no encuentro es donde operaban los 2.000 serbios. (Más que los italianos de Arcángel)
Hubo un Cuerpo de Ejército serbio en el ejército ruso formada por la 1ª y luego la 2ª divisiones de voluntarios serbios (aunque ahí metieron a otros también). Su cuartel general era Odessa, combatiendo en el frente rumano y de Dobruja.
Cuando estalló la revolución estaban trasladando a parte al frente de Salónica vía Arkangel. Con la guerra civil hubo algunos que se unieron al ejército rojo.
Así, en la toma de Kazan en agosto de 1918 por los blancos (checos y el Ejército Popular de Komuch) entre las tropas rojas había un batiburrillo de unidades (musulmanes, el batallón Internacional Karl Marx, fusileros letones,…), entre ellas un batallón de serbios que se cambio de bando en mitad de la batalla: cuando los checos estaban atacando a los letones pasaron a atacar a los letones por el flanco.
En el libro la participación extranjera se concentra en la inglesa, ya que la de los «presentes» (Letones, Polacos…) se considera parte consustancial del conflicto.
Interesante que señale que los franceses ya estaban retirándose de Ucrania antes del motín de su flota. Un suceso al que no se le ha dado la importancia debida, con independencia de que lograse o no resultados.
Como si el espíritu maldito del «Potiomkin» (Potemkin en la grafía antigua) siguiese flotando por el Mar Negro, parece ser que los amotinados tenían menos interés en proteger a la Revolución que en quejarse por la pésima calidad de las raciones de a bordo.
¿La carne podrida de nuevo?
Está claro que los marineros tienen el estómago delicado.
El Giorgios Averoff casi no llega a Grecia porque su tripulación se amotinó…cuando se les sirvió queso Gonrgonzola.
Aunque siempre hay que cuestionar estas historias tan redondas…cómo el queso.
https://history.stackexchange.com/questions/9159/what-was-the-reason-for-the-near-mutiny-on-the-georgios-averof-in-1911
En el acorazado Justice el problema eran las patatas, que estaban congeladas o podridas.
https://libcom.org/history/black-sea-revolt-tico-jossifort
¡»Francia» iza la bandera Roja!
Tras leerlo, he de decir que es muy interesante (aunque su letra es pequeña).
Hay que destacar la falta de competencia de Kolchak, sobre todo al elegir subordinados, y el enorme fiasco de avanzar (por motivos políticos) sin lograr consolidar una línea en el Volga y no adoptar una estrategia más adecuada: los bolcheviques no creían que pudieran trasponer la línea de los Urales (fácilmente defendible) y penetrar en Siberia hasta el año siguiente y en cambio lo hicieron con rapidez.
Un detalle Urogallo, en tu ejemplar en los mapas ¿la parte derecha (Ucrania y el oeste) de los mismos es igual invierno 1918 y el de verano-otoño 1919?