BERLÍN 1961 – Frederick Kempe

Sobre Berlin final.inddNoche del 12 al 13 de agosto de 1961. En las calles que separan Berlín Este del Oeste, militares de la RDA levantan kilómetros de alambradas, separando materialmente en dos a la ciudad. Miles de hombres, con material ingente y una disciplina impactante, serán capaces en pocas horas de levantar una separación que, para el día 24 del mismo mes, se convertirá paulatinamente en el muro de hormigón que dividirá a Berlín en dos durante casi 30 años. Este brillante ensayo de Frederick Kempe trata de explicar las causas, los protagonistas y las consecuencias de un hecho que llevó a Europa y el mundo al borde de una nueva guerra mundial. 

Varios factores incidieron en esta situación y todos ellos están vinculados a una serie de personajes que serán el centro político y diplomático del momento. Kennedy, Jrushchov, Adenauer, Brandt y Ulbricht mantendrán durante los primeros ocho meses de 1961 un pulso dramático y vital por mantener y defender su cuota de poder correspondiente en sus diferentes ámbitos de actuación. Kennedy, recién elegido Presidente de EEUU, deberá demostrar al mundo su capacidad al frente del país durante los cuatro años de su mandato, así como gestionar la herencia de la política fuerte y agresiva de Eisenhower. Jrushchov tiene abiertos dos frentes que le presionan sin piedad. Por un lado su propio partido le vigila, tras su decisión de relegar la figura de Stalin de la memoria soviética, y por otro, enfrentarse al creciente poder, en el entorno comunista, de la naciente y poderosa China. Adenauer, Presidente de RFA, se presentará a unas elecciones en las que su máximo contrincante es el alcalde de Berlín Oeste, Brandt. Ambos mantienen un pulso sobre cómo combatir la presión comunista en la frontera y en Berlín. Adenauer, con un perfil más blando, pero avalado por la buena situación económica del país, frente a Brandt, con un espíritu más belicoso, rodeado por el continuo contacto y vecindad con la poderosa Unión Soviética y su protegida, la Alemania del Este. Precisamente el Presidente Ulbricht es el que peor lo lleva. La creciente salida de ciudadanos hacia el Berlín occidental, debido a la mala situación económica de RDA, hace que presione a los rusos para que bloqueen la frontera y firmen con su país el tratado de paz unilateral, tan deseado por su gobierno, lo que rompería toda relación con los aliados occidentales.

Varios hechos dieron confianza a Jrushchov para dar una serie de pasos desafiantes hasta llevar a los hechos sucedidos en Berlín. En 1960, la Unión Soviética derribó una serie de aviones espías norteamericanos en su territorio, apresando a sus pilotos. Además Kennedy, nada más llegar a la Casa Blanca, heredó de su predecesor el plan de invasión de Cuba, de terribles consecuencias. Por si fuera poco, la Unión Soviética logra mandar al espacio al primer hombre, adelantándose en la carrera espacial frente a los EEUU. Todo ello conllevó una presión especial y fue un examen definitivo, ante el que Kennedy no supo reaccionar como se esperaba. Ya sea por los procedimientos de comunicación entre los elementos norteamericanos y soviéticos, bastante inseguros y poco claros, como por la nada acertada interpretación de los discursos y planteamientos de Jrushchov por parte de los servicios de inteligencia de EEUU, la cuestión es que Kempe considera que Kennedy siempre fue a remolque de los soviéticos y sus actuaciones y decisiones marcaron su incapacidad para abordar los acontecimientos de agosto de 1961.

A pesar de la señal de buena voluntad del Premier soviético al liberar a los pilotos detenidos en Rusia, Kennedy no supo interpretar algunos mensajes de cierto apaciguamiento de Moscú. Tras la fallida invasión de Cuba, el encuentro en Viena entre los dos presidentes fue una plena y total victoria del soviético, que calibró bastante acertadamente la poca decisión y cierta blandura de un Kennedy débil físicamente y alicaído moralmente. Si a esto unimos las presiones de Ulbricht para provocar el cierre de la frontera en Berlín, el camino hacia lo que sucedió se aclaraba a favor de los soviéticos. Además Kempe quiere remarcar las continuas declaraciones de Kennedy sobre el hecho de que EEUU no entraría en conflicto con Moscú, siempre y cuando el cierre de fronteras en Berlín solo afectara a los ciudadanos del Este y no interviniera ni modificara la situación en la zona Oeste. Esto dio alas a la operación de cierre de la frontera. Es más, durante los días de agosto, tras el levantamiento de las alambradas y el Muro, las tropas aliadas no realizaron ningún esfuerzo por evitar esta situación.

A pesar de ello, Kennedy debió reaccionar enviando al general Clay, héroe de la operación del puente aéreo de Berlín en 1948, para dar un aliento a sus aliados, los alemanes occidentales. Sin embargo, esta decisión casi provoca el estallido de la guerra, cuando los alemanes orientales pretendieron dificultar los movimientos de los aliados en la zona. En el momento de máxima tensión, cuando tanques de ambos contendientes se apuntaban, entre ellos en el Checkpoint Charlie, los dos presidentes retiraron sus tropas, dejando la situación en tablas y el Muro levantado definitivamente.

Por supuesto, Kempe hace ver que la situación de la crisis de los misiles de Cuba fue una consecuencia directa de la situación un año antes en Berlín. Jrushchov, envalentonado, dio un paso ante la decisión de Kennedy de no utilizar la amenaza nuclear frente al levantamiento del Muro. Sin embargo, en 1962 Kennedy había aprendido la lección y endureció su discurso frente a la agresión rusa, evitando la llegada de misiles a Cuba, pero retirando, por otro lado, sus misiles en Turquía. Aun así, la tensión se enfrió tras dos años en los que la paz mundial dependió de las decisiones y juegos geopolíticos de estos dignatarios. La consecuencia, un Muro infranqueable durante tres décadas, que no cayó hasta el derrumbamiento de la Unión Soviética.

El resultado de este estudio pormenorizado, y contado prácticamente día a día por Frederick Kempe, llega a una serie de conclusiones bastante clarificadoras al respecto de la crisis en Berlín. El durísimo primer año de mandato de Kennedy superó sus expectativas y le desbordó diplomáticamente hablando. Como el propio Presidente dijo: «¿Por qué iba alguien a querer escribir un libro sobre una administración que tan sólo ha cosechado una ristra de desastres?». Sus decisiones siempre fueron por detrás de las soviéticas. Además el autor remarca la disposición de Kennedy a no utilizar la amenaza nuclear en 1961, y por ello a declarar varias veces que el líder soviético podría hacer lo que quisiera en el territorio que controlaba en Berlín Este, siempre que respetara el status quo en Berlín Oeste y el acceso aliado a la ciudad. Los alemanes orientales y Jrushchov sabían perfectamente que Kennedy no respondería dentro de estas limitaciones y así actuaron con  la construcción del Muro.

Espléndido trabajo documental del autor, donde se desgranan las discusiones, decisiones y declaraciones de todos los protagonistas nombrados, más las de otros secundarios como De Gaulle, MacMillan, asesores, intermediarios y un buen número de diplomáticos, todos ellos piezas de un ajedrez sobre el que se jugaba la supervivencia del mundo actual. Siempre quedará la duda de si una posición más rocosa de Kennedy hubiera evitado el levantamiento del Muro y la Crisis de Berlín o habría desencadenado una nueva guerra convencional o incluso nuclear. Nunca lo sabremos. Sin embargo, este completo y detallado ensayo de Kempe aclara alguna de las actuaciones, opciones y posiciones de los líderes mundiales de aquellos años. Un estupendo ensayo recomendable por su claridad y cercanía al lector que, sin demasiadas complicaciones, podrá vislumbrar detalladamente la debilidad de la línea que separó aquellos años la guerra de la paz.

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17 comentarios en “BERLÍN 1961 – Frederick Kempe

  1. ARIODANTE dice:

    Tema interesantísimo y reseña excelente. Aunque no esté en mi linea de lecturas actual, me parece que el libro promete. Enhorabuena, Iñigo.

  2. Urogallo dice:

    ¡Por Zeus Soter que si está en la mía! Que apasionante la guerra fría.

  3. Weiss dice:

    Interesante…. y poco tratada…..

    Pd. La reseña como el libro, de mucha calidad

  4. Farsalia dice:

    Libro que tengo pendiente desde que se publicó… a ver si cae pronto. Un tema muy interesante y un episodio candente de la guerra fría, sí señor.

  5. Iñigo dice:

    Un libro que efectivamente, vale la pena por lo detallado de la información, la profundización en los protagonistas, especialmente Kennedy, y un seguimiento ordenado y claro de los hechos. Buen ensayo, oigan.

  6. Iñigo dice:

    El alemán tiene su aquel. Los berlineses no se tomaron en cuenta. Un tropezón con el idioma lo tiene cualquiera, a pesar de lo importante del momento.

  7. Farsalia dice:

    De hecho, estrictamente no fue un tropezón, el detalle estuvo en el uso del artículo «ein» («un»), que depende del punto de vista de quien lo pronuncia, da un matiz distinto a «Berliner» (ciudadano berlinés o la berlinesa rellena de crema). Lo curioso del caso es que Kennedy tenía el discurso que pronunció delante del muro con la transcripción fonética de las palabras en alemán (o del latíon de «sum civis romanus» al inicio de esa alocución), pero al llegar a la famosa frase, la leyó sin darse cuenta (ni él ni sus asesores ni el traductor) de lo que significaba decir una cosa u otra. Los alemanes presentes no dejaron de verle la gracia al asunto…

  8. Rodrigo dice:

    Pensar que Honecker escogió Chile como último refugio…

    Estupenda reseña, Iñigo. Habrá que hacerse con el libro.

  9. Iñigo dice:

    Gracias. Me ha sorprendido muchas cosas de lo leído en el libro. El estado físico de Kennedy en su viaje a París y a Viena, terriblemente aquejado de dolores y muy medicado, la incapacidad de los servicios de inteligencia de los aliados, que ni siquiera se olieron la preparación del cierre de la frontera, a pesar de las toneladas de material recopilado semanas antes y sobre todo la presencia de Konev, para respaldar la operación de las tropas de la RDA, a la que no dieron importancia. Difícil de creer.

  10. Balbo dice:

    Ich bin ein berliner… (Soy un berlinés)

    http://www.youtube.com/watch?v=pUOKihH5hmY

    (Segundo 30)

  11. Farsalia dice:

    Kennedy siempre tuvo una salud quebradiza, pero desde mediados de los años cincuenta (operación importante mediante), especialmente. Iba «dopado» con tanta medicación que le ponían cada día. Oficialmente, durante su presidencia se negó sistemáticamente que padeciera el síndrome de Addison e incluso los médicos perjuraron que no le pasaba nada grave, que todo eran secuelas de la guerra. Que el presidente prácticamente fuese un inválido era algo que no se podía confirmar.

  12. Iñigo dice:

    Estando en París en 1961, se tuvo que dar cinco baños diarios de agua caliente para calmar su espalda. Incluso La mecedora que sale en algunas fotos de la Casa Blanca no era un capricho, sino una necesidad.

  13. Farsalia dice:

    Y no hablemos ya de su compulsión sexual, con sus numerosos affaires extramatrimoniales, que se decñia que le «calmaban» los dolores…

  14. Urogallo dice:

    El estilo de vida «Judy Garland» ya lo había inaugurado en su momento Hitler. Abusar de la medicación era habitual entre los grandes líderes. No ha dejado de serlo del todo, y tenemos ejemplos sobrados del empleo masivo de estimulantes y somníferos para aprovechar al máximo el tiempo disponible al mando.

    Que a todo gobernante parece siempre muy corto.

  15. Claudia dice:

    Es una de las lecturas que más me ha ayudado a la hora de escribir mi novela en mi blog, basada también en la Segunda Guerra Mundial.
    La Guerra Fría es algo interesantísimo, apasionante, y en lo que a mí respecta un tema poco tratado.

  16. Urogallo dice:

    Excelente libro para el aniversario. Yo lo leí en un Berlín de clima irracional.

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