BELGISTÁN. EL LABORATORIO NACIONALISTA – Jacobo de Regoyos

BELGISTÁN. EL LABORATORIO NACIONALISTA - Jacobo de Regoyos«La situación es desesperada… pero no grave», declara Horst Buchholz en la delirante película de Billy Wilder Uno, Dos, Tres (On, Two, Three, 1961). Dejando atrás la acción revolucionaria practicada en el Berlín Este de la posguerra, Otto Ludwig Piffl, el personaje en cuestión, aprende rápidamente las artes de la diplomacia y la política, sin las cuales no es posible cambiar de bando ni prosperar. Cuando se estrena el filme, Berlín está a un paso de ser dividida por un Muro infame. El sentido humor de Wilder convierte, no obstante, la tragedia en comedia, permitiendo que aquélla pueda hacerse más soportable. Hoy, algo semejante parece estar ocurriendo en Bélgica, ese otro país de nunca jamás. En situación integral inestable prácticamente desde su fundación como Estado, en estas últimas décadas, vive cada día al borde de la escisión. Separada en dos comunidades lingüísticas irreconciliables —la neerlandesa (Flandes) y la francófona/francesa (Valonia)—, las costuras fronterizas que fijan la unidad formal del Estado están cogidas con alfileres. ¿Hasta cuándo resistirán?

Bélgica sobrevive en precario en el corazón de Europa (casi podría decirse que ella misma es el corazón de Europa). Si Bélgica «cae», la Unión Europea seguirá sus pasos sin remedio. Bélgica no es, sin embargo, Kosovo, y una ruptura cruenta parece improbable. En suma, un escenario desesperante, pero todavía no inaguantable. ¿Qué hace que siga Bélgica tanto tiempo de pie en medio de la tempestad?

En Belgistán, Jacobo de Regoyos intenta descifrar el tremendo rompecabezas de Bélgica, el embrollo del origen del «problema belga» y el problema del origen y las etnias, las lenguas y las historias que están en la base de la crisis crónica en este país fracturado, que, sin embargo, se mueve. Aunque, ¿hacia dónde? El sentido del humor de los belgas permite, de momento, que la sangre no llegue al río. Hay, no obstante, otras causas que explican el «fenómeno belga».

Corresponsal en Bruselas para el área europea de la cadena radiofónica Onda Cero desde hace trece años, casado con una belga flamenca y galardonado periodista, Jacobo de Regoyos está en magníficas condiciones para aportar luz a quien penetre en el oscuro túnel belga. Sin rodeos, llama —irónicamente— a las cosas por su nombre. De ahí, y de entrada, el título del libro. Bélgica ya no es, en realidad, un país, no funciona como Estado nación unitario y prácticamente tampoco como una democracia. Tal es el deterioro reinante. En el espacio virtual de Belgistán, la anomalía es la norma.

Veamos algunos ejemplos. En las últimas elecciones de 2010, ha triunfado la opción política separatista flamenca. Asume así el mandato de gobernar una nación quien niega la propia condición nacional y porfía por quebrarla. Bruselas ya es capital de Bélgica y «de Europa». Pues bien, Flandes se ha puesto a su vez bajo su paraguas, contradiciendo la ordenanza del Consejo de Estado que no contempla que una región tenga la capital en una región distinta a la que pertenece. En este caso, Bruselas/región, ámbito administrativo que no reconoce (la tercera región es la francófona Valonia). El voto en Bélgica  es ¡obligatorio!; el votante, disciplinado y «programado»: Valonia vota siempre izquierda; Flandes, derecha. Desde hace décadas, resulta «imposible» que haya un primer ministro francófono, aunque sume más votos que su oponente. Las autoridades flamencas impiden tomar posesión de su cargo a varios alcaldes francófonos electos en la periferia bruselense (territorio flamenco) por haber hecho campaña… en francés. Las autoridades de la Unión Europea han exigido a las flamencas que rectifiquen, una imposición que éstas no aceptan. Bélgica, milagro de la multiplicación de administraciones públicas, tiene más de ochocientos mil funcionarios, en una población total de sólo diez millones y medio de habitantes. En territorio de Flandes —«La territorialidad es la forma de defender una lengua que no se impone por sí sola ante el francés» (pág. 128)—, está prohibido rotular un comercio en una lengua distinta al neerlandés. Las denuncias anónimas son aceptadas por las autoridades locales. Alquilar un piso a un francófono puede ocasionar al propietario serios problemas. Formalizar plaza en un colegio o guardería (por supuesto, en neerlandés) obliga al solicitante a jurar que el neerlandés es la lengua utilizada regularmente en casa (pág. 135).

Flandes niega, en fin, el estatus de minoría a los francófonos de la periferia de Bruselas. Pero, ¿quién es (o está en) minoría?: «Que el nacionalismo que se siente víctima conserve en realidad el control de la situación puede ocurrir en Bélgica. Los flamencos son el único nacionalismo del mundo que se siente “oprimido” por el Estado en el que son la primera fuerza económica, política, demográfica… e incluso últimamente en el plano cultural.» (pág. 278).

El «caso belga» es oportunamente comparado en el libro con otros países que han soportado conflictos semejantes —Kosovo, Bosnia, Checoslovaquia, Canadá (caso Québec)—, así como con escenarios parejos que los han resuelto de diferentes maneras: Estados Unidos de América, Suiza, los Emiratos Árabes Unidos. El último capítulo del libro, lleva por título «Comparación con los nacionalismos en España».

«¿Pueden evaporarse los países? Otros ya lo han hecho. Pero el caso belga no es cualquier Estado. Es un Estado central, un Estado fundador, el Estado que ejerce de capital de la Unión Europea. El Estado que tantas veces se ha puesto como ejemplo de que la construcción es posible porque Bélgica es un ensayo general de la Europa federal. Y ahora es Bélgica quien muestra una nueva vía a los nacionalismos centrífugos. La globalización podría haber matado al nacionalismo del siglo XIX, pero éste lucha por adaptarse dentro de su supuesto Armagedón, la Unión Europea. La construcción europea es como la tela de Penélope: alguien la teje desde arriba mientras otros las destejen por abajo. Y lo que es más irónico, en nombre de esa misma construcción europea.» (pág. 296).

La experiencia de Bélgica ha consagrado la expresión «compromiso a la belga», queriendo significar con ella el arte de despachar un conflicto recurrente sin satisfacer a las partes beligerantes, pero que sirve para llegar a la próxima reunión negociadora. De hecho, desde 1970, el estado natural de Bélgica no es otro que la negociación. Para bastantes analistas, el independentismo de Flandes es sólo un farol, una reivindicación permanente que le asegura ampliar el poder sobre la comunidad francófona, mientras mantiene el discurso victimista. De cualquier forma, sólo queda saber cuánto tiempo aguantará el país con esta mala salud de hierro y con ese peculiar sentido del humor que, hasta el momento presente, frena lo peor.

Ariodante
Mayo 2011

Título: Belgistán, el laboratorio nacionalista
Autor: Jacobo de Regoyos
Editorial: Ariel
Nº páginas: 304 pags
Lengua: castellano
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788434469464
Nº Edición:1ª
Año de edición:2011
Plaza edición: Barcelona

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34 comentarios en “BELGISTÁN. EL LABORATORIO NACIONALISTA – Jacobo de Regoyos

  1. Clodoveo11 dice:

    Qué asunto más interesante. Al libro le tengo echado el ojo pero hay tánto por leer y tan poco tiempo… lo cierto es que es un problema que lo tenemos en las narices y al que no se ha prestado, para bien o para mal, adecuada atención. Para bien porque puede ser un ejemplo de ruptura siempre tentada y nunca ejecutada, lo cual nos da esperanzas respecto a nuestros propios problemas separatistas. Para mal porque finalmente puede irse al garete un ¿puntal? de la UE y dar alas al separatismo ibérico como si aún necesitase más. Lo cierto es que desde su creación tras el congreso de Viena Bélgica parece un país unido a punta de escopeta de feria, casi un país de broma: quizá la cosa acabe sublimando, como en Quebéc, acabe en divorcio civilizado como en Checoslovaquia o algo peor. Sea como sea, un problema ignorado e interesantísimo, más allá de si el libro es bueno per se o no.

    Felicidades por tu elección del mismo. Dice mucho y bien de tu curiosidad, ciertamente.

  2. ARIODANTE dice:

    En efecto, Clodoveo, el asunto es interesante y de «rabiosa» actualidad. Libro altamente recomendable en el que, además, vemos un espejo de otros problemas más cercanos.

  3. Felicitaciones por la reseña Ariodante!!! El libro parece por demás interesante.

  4. ARIODANTE dice:

    Hombre, Ignacio, ¡cuánto tiempo! Gracias, sí, el libro es interesante.

  5. APV dice:

    Excelente reseña, el asunto es interesante, creó que pronto cumplen un año sin gobierno.

    Clodoveo11 en realidad Bélgica no nació del Congreso de Viena, en éste Bélgica pasó a Holanda; sería a raíz de la revolución de 1830 que las potencias establecerían el Tratado de Londres reconociéndo su independencia.

  6. Dánae dice:

    Felicidades por la reseña, un libro más que interesante!
    Al ver hoy la cabecera no he podido dejar de acordarme del famoso cuadro de René Magritte: Ceci n´est past une pipe.

  7. ARIODANTE dice:

    Sí, Danae, también yo me he acordado de Magritte….que, al fin y al cabo, era belga.

  8. Galaico dice:

    Muy buena y muy interesante reseña, Ariodante. Igual que el muro de Berlín ha caído por lo que nos cuentas también puede caer el de Bélgica y eso sería muy peligroso para la Unión Europea y no digamos ya para nuestro país, por aquello de ciertos nacionalismos independentistas de los que no hay que olvidarse. Una reseña y una obra que si se llevara a cabo lo que en ella dice su autor, no tardaría en producirse, desgraciadamente, el efecto dominó y el final de los añorados, por algunos, Estados Unidos de Europa. Crucemos los dedos para que eso no ocurra.

  9. Clodoveo11 dice:

    ¡Ahí estás, APV! Cierto es, fue tras la revolución del 30.

  10. Vorimir dice:

    Belgica es un polvorín político y sinceramente es algo de lo que no sabía nada hasta hace más bien poco. Sabía que había «rivalidades» entre valones y los «belgas-holandedes» pero no habría imaginado que un país pende de un hilo. y como han dicho muy acertadamente.. eso será la mecha que prenda el fuego de los nacionalismos más exacerbados… de los que este remedo de país que tenemos hay de sobra.

    Y el sueño de una Europa fuerte y unida se sigue posponiendo… ad eternum.

  11. David L dice:

    Algo había leído sobre este libro que parece muy atractivo para el lector interesado en las corrientes nacionalistas en Europa. El problema belga no es nuevo, no nació ayer, pero sigue siendo para mí un misterio que después de dos guerras mundiales, de los terribles conflictos bélicos ultranacionalistas en los Balcanes de hace cuatro días, los pueblos sigan apostando por el cierre chovinista, por la exaltación de lo propio frente a nuestros vecinos y compatriotas, porque eso es lo que son flamencos y valones, como lo son otras tanto poblaciones que no voy a nombrar y que todos sabemos. ¿Es que Europa no ha aprendido nada de todo lo terrible que ha sucedido en el siglo XX por los excesos nacionalistas? Aquí es donde debe jugar un papel muy importante la Unión Europea y demostrar la fortaleza del Viejo Continente frente a posiciones partidistas que puedan desestabilizar a la Europa abierta e integradora. En mi opinión, una Europa micro fragmentada en numerosos estados está conducida al fracaso político y económico.

    Un saludo.

  12. Urogallo dice:

    Tony Judt ya habló de Belgica en su momento, y su análisis sigue siéndo válido: El problema no es reciente, es permanente. Desde el inicio de su historia ambas comunidades han vivido separadas en un equilibrio precario que caminaba hacia su ruptura a largo plazo.

    El problema de los plazos, por largos que sean, es que terminan expirándo.

  13. APV dice:

    Hay que señalar que en caso de división la capital, Bruselas sería un punto problemático, además del palo económico si las instituciones europeas se trasladan.

  14. Urogallo dice:

    Que Portugal pague parte de su deuda con unos terrenos.

  15. Vorimir dice:

    Bufff, se me ha venido a la cabeza tras leer a Uro las discusiones en la cafetería de la facultad sobre el futuro del movimiento Iberista y sobre si sería viable económica y políticamente. Está claro que hoy día… ¡lo tendría muy negro!

  16. enrigine dice:

    Temo que el término «Nacionalismo», por manoseado en exceso, esté desvirtuado y caigamos en un error de conceptuación. Apuesto por utilizar en estos casos el vocablo Intransigencia, porque con ello podemos vislumbrar mejor los vasos comunicantes que hay entre los intransigentes de la periferia y los de la centralidad, aparentemente de intereses contrapuestos, pero de idéntica raiz conductual. A todos ellos les anima un espíritu excluyente o integrista por temor infundado a perder aquellas esencias identitarias con las que se protegen, y se rechaza de plano la opción integradora donde todos los individuos pudiéramos sentirnos cómodos con nuestras propias identidades en pie de igualdad con las de nuestros vecinos. Todo ello, lo reconozco, muy complicado, pero a mi entender una alternativa a los recurrentes llamamientos a la disgregación e independentismos que no hacen más que debilitar el andamiaje europeo.

    Felicidades al reseñador, un tema apasionante el que ha puesto sobre la mesa

  17. ARIODANTE dice:

    ReseñadorA, gracias!

  18. enrigine dice:

    Reseñadora, perdón.

  19. ARIODANTE dice:

    No te disculpes, es que el nombre engaña, ya lo sé.

  20. Josep dice:

    Como siempre, Fuensanta, brillante. Un libro que da para mucho debate.

  21. ARIODANTE dice:

    Josep ¡¡¡ha vueltooo!!!

  22. Antonio dice:

    Buenas tardes:

    Todo lo que nos cuenta Aridante de este libro ¡me suena tanto!

    Pero lo cierto es que hay naciones que han sabido enfrentar este tipo de problemas con más éxito que los belgas, y no digamos que los españoles, que arrastramos más de 1000 asesinados por el terrorismo nacionalista.

    El sometimiento a la ley es fundamental, lo que no puede ser es que «como yo hablo distinto», o «como tengo una historia distinta» o «como considero que hay un déficit histórico (deuda histórica) que se me debe», etc, pues entonces la ley no se me aplica a mí igual que a los demás.

    Y lo grave es que esto lo fomentan las instituciones «nacionales»como es el caso del Tribunal Constitucional en España, que dice «que Bildu no es Eta».

    Cordialmente.

  23. ARIODANTE dice:

    Por ejemplo.
    Sí, Antonio, a mí también me suena muchísimo.

  24. Paul dice:

    y tanto que en otros países el problema de los nacionalismos se ha afrontado mejor
    es el caso mismo de Francia, donde hay corsos, bretones, alsacianos…
    Todos ellos en algún momento han planteado reivindicaciones nacionalistas, pero el contraste con lo que ocurre aquí es desolador.
    El problema está en que el nacionalismo debería ser enbridado y sujetado por el Estado, precisamente porque es una grave amenza a su propia existencia, pero aquí, por lo que se ve parece que es algo políticamente incorrecto…al final parece que España fuera un invento o una imposición franquista…
    esa es la realidad, y hoy por hoy, a mi modo de ver, los nacionalismos periféricos están ganandole la partida claramente al Estado.
    Saludos

  25. Alfree dice:

    Hola!

    Me compré este libro después de ver la reseña y como calentamiento para mi segundo viaje a Bélgica. Lo terminé ayer y he de decir que me parece un libro realmente interesante para comprender la situación belga y las consecuencias que podría tener para el resto de Europa. No es una novela pero resulta muy ameno de leer, el autor ha conseguido que ten den ganas de leerlo de un tirón.
    5 cosas:
    1.- Creo que, como también señala el libro, es difícil hacer similitudes con la problemática catalana-vasca en España porque el grado de interrelación de estas 2 comunidades con el resto de España y el grado de conocimiento del idioma es muy diferente a lo que pasa en Bélgica. Obviamente, en caso de disolución de Bélgica, eso no sería óbice para los nacionalistas pero, siendo racionales y objetivos, la situación es muy distinta.
    2.- Sinceramente vaticino que Bélgica desaparecerá al estilo de Checoslovaquia. Aunque parece que la postura flamenca sea algo hipócrita me parece que, en el fondo, estamos hablando de dos comunidades (flamencos y valones) que nadie tienen en común, que se evitan mutuamente impidiendo toda mezcla. Para mi ése es el punto clave que causará que, pese a los probelmas financieros-de reconocimiento de la UE-etc…, Bélgica sea otra Checolosvaquia.
    3.- Después de leerlo me parece que el autor considera que el abuso se está produciendo más desde el lado flamenco (neerlandófonos) que desde el valón (francófonos). Por los hechos que describe es fácil pensar lo mismo, pero sería interesante que un flamenco refutara ciertas afirmaciones, como lo de los funcionarios que solo pueden hablar en neerlandés (aunque no sé cómo lo iba a hacer).
    4.- Que haya partes de España donde me cueste comunicarme o encontrar algo o ir a un ayunatmiento porque no quieren hablar mi idioma, me resulta inconcebible.
    5.- Europa casi se «autodestruye» con 2 guerras y ahora resulta que queremos volver a la situación que las originó. Pues hay que ser imbéciles, pero bueno, viendo el mapa 12 o 13 del libro, el de la Europa que propone una coalición de partidos nacionalistas, uno puede ver hasta donde llega el extremismo. (cada cual puede pensar lo que quiera, y es totalmente respetable ser nacionalista si no recurres a la violencia, pero ello no impide que los demás demos nuestra opinión)
    Enhorabuena por hacernos conocer este libro Ariodante ;).

    PD: Digo yo que aunque se parta Bélgica seguirán haciendo la cerveza y el chocolate igual de bien, así qque «Pas de problème» ;)

    Un saludo,
    Alfree

  26. Antígono el Tuerto dice:

    Bueno Alfree; el futuro de Europa dependerá de las distintas tendencias dentro de la UE, es cierto que el futuro será de grandes estados continentales como EEUU, China, India, Brasil o Indonesia; de Europa dependerá si quiere disgregarse en pequeños feudos o crear un estado grande para competir en el futuro.
    Si no veo su futuro como el de la Grecia helenística, un puñado de naciones envejecidas rodeadas de monumentos.
    Respecto al proyecto de esos nacionalistas, olvidan que en la Historia las naciones pequeñas siempre han sido los peones de las grandes potencias.
    Y un gran ejemplo de esto es la actual Macedonia, que no puede llamarse como quiere ni escoger su bandera…por presiones de países más poderosos.

  27. ARIODANTE dice:

    Gracias, Alfree, por tu amable comentario. A los belgas, como dice el autor de “Belgistán”, aún les salva el sentido de humor, lo que evita, de momento, su disolución como país. Aunque, la nación sobrevive como puede, con serios atropellos a la libertad personal y graves injusticias. Toda partición de un país siempre supone un drama social, además de político y económico. A veces, incluso una tragedia. El que se pueda producir en el “corazón de Europa”, significaría de facto, por su valor simbólico y sentido estratégico, el colapso de la Unión Europea. Ya de por sí bastante quebrantada. Seguir pensando que lo que une a un pueblo es la lengua y la etnia es volver a la noción política alemana del Volkgeist, de triste recuerdo e inquietantes consecuencias.

    Mi último viaje a Bélgica con mi marido fue en el año 2001. Lo cuenta él en su blog de viajes, por si te interesa echarle un vistazo.

    http://losviajesdegenoves.blogspot.com/search/label/B%C3%89LGICA%3A%20DEL%20IMPERIO%20A%20LA%20%28DES%29UNI%C3%93N

  28. Alfree dice:

    Hola!

    Antígono, yo siempre me he preguntado si la Unión Europea podría llegar a ser lo que dijo Churchill, «unos Estados Unidos de Europa» con lo que ello implica (mucha más igualdad fiscal, un único idioma oficial, un gobierno supranacional mucho más ejecutivo….). Creía que la UE era el primer paso hacia ello pero parece que los distintos Estados europeos no están por la labor de perder más soberanía y así nos va, embarcados en un proyecto en el que nadie quiere seguir avanzando.
    Es cierto lo que dices de los nacionalistas y las naciones pequeñas como peones, pero resulta evidente que hay gente que prefiere ser cabeza de hormiga a no ser «nadie». Aparte el hecho de que, quizás como en Flandes, hay mucho nacionalista que se asustaría si finalmente consigue la independencia y tiene que hacer frente a sus consecuencias, es una especie de juego a romper la cuerda solo para conseguir estirarla al máximo.

    Ariodante, gracias por el blog,, voy a echarle un vistazo y también al de Berlín, que ése viaje lo tengo en septiembre y no lo he preparado casi ;). Yo no tengo tan claro que la partición de Bélgica fuera un golpe tan duro para la Unión Europea o, mejor dicho, creo que habría vías para hacerlo sin que fuera tan traumático, dependiendo en gran medida qué se hiciera con Bruselas. No sé, pero de la lectura del libro parece evidente que ya casi actúan como 2 países separados. Efectivamente, parecemos cangrejos involucionando en ciertos conceptos que van a terminar creando una Europa de mil miniestados (yo estoy por declarar uno en mi calle que me conozco a la gente de hace 20 años y tenemos casi una identidad propia que los de la calle de al lado no tienen).
    Sinceramente ojalá pudiéramos avanzar e ir dejando atrás obstáculos que, históricamente, solo han producido guerras. Ahora bien, ?españoles, franceses, alemanes, …. estaríamos dispuestos a que nuestro lengua materna se convirtiera en un idioma secundario para priorizar el inglés (o cualquier otro) como única lengua europea? Por mi sí, pero creo que es una ilusión. (por supuesto considero que hay muchos más factores que el de la lengua, pero creo que es el más representativo en el libro).

    P.D.: En el cómic de Astérix chez les belges, en un banquete hay un guiño al problema lingüístico realmente divertido, del que no me había dado cuenta hasta ahora y eso que he leído y releído el comic muchas veces. Es lo bueno de Astérix, que a medida que creces y vas cogiendo algo de cultura vas descubriendo que es más profundo de lo que parecía ;)

    Un saludo y perdón por el ladrillazo ;),
    Alfree

  29. Antígono el Tuerto dice:

    Un único idioma no es necesario para crear un Estado, han existido estados modernos multilingües en Europa, mismamente el Imperio Austro-Húngaro, o la Monarquía Hispánica de los Habsburgo, o el Imperio Otomano.
    Por no hablar de países que a día de hoy tienen varias lenguas oficiales, Suiza por ejemplo tiene tres lenguas oficiales, y el país funciona bastante bien.
    Lo de la igualdad fiscal es aún más complicado, ya que dentro de los países hay diferencias entre regiones, y no sólo en España.
    Respecto a los «futuros EEUU de Europa» no es ese el proyecto de los fundadores de la UE, ellos mencionaron que su modelo para Europa sería lo que fue en su día la Confederación del Rhin, Kohl y Miterrand pusieron como modelo el Sacro Imperio, y Timothy Arton Gash propone el modelo del Imperio Austro-Húngaro; como se ve de EEUU no se traen inspiraciones.

  30. Alfree dice:

    Fallo mío entonces ;). De todas maneras a lo que yo me refería, simplificando mucho, es que no sé si algún día los europeos seremos capaces de pensar en Europa como nuestra nacionalidad. En plan soy europeo (y español o francés), como ahora eres español (de Canarias, Asturias, …).
    Quizás nuestra historia como Estados individuales hacen que eso nunca llegue a suceder. Por eso la comparación con EEUU (donde te dicen que son americanos, no de Connecticut).
    Más allá, como has dicho, de que ésa no fuera la intención primigenia de la UE.

    Un saludo,
    Alfree

  31. ARIODANTE dice:

    Antígono me ha pisado mi intervención.Efectivamente, el tema de la lengua no es tan dramático: pueden convivir lenguas diversas y además, si somos realistas, a niveles de trabajo, comunicaciones y economía en general, ya funciona de hecho el inglés, lo queramos o no.
    Lo de unos Estados Unidos de Europa ya es harina de otro costal. Los americanos crearon su Nación en unas condiciones muy diferentes. Un país sin historia apenas, y bajo unos presupuestos que en Europa no se encontraban muy claros. Europa tiene unas raíces muy profundas y muchos siglos de afinidades y odios, de guerras y de cambios de fronteras. Y está por ver que haya una única Europa: la eterna división entre el Norte y el Sur sigue flotando. No hay mas que ver el estado en que nos encontramos todos los países mediterráneos. Irlanda, a pesar de todo, superará antes sus problemas que nosotros. O Islandia! Pero aquí, mucho me temo que seguiremos con el compadreo y el «que inventen ellos», que decía Unamuno…

  32. Antígono el Tuerto dice:

    Para hacer una analogía; el proyecto de la Unión Europea y la creación de una estructura que englobe a todos los europeos sería como si se tratase de hacer una unión africana o una unión asiática; se trataría de unir a países de un mismo continente pero muy diferentes culturalmente entre sí. Es una especie de experimento único en la Historia…que no sabemos si funcionará o no.

  33. APV dice:

    Finalmente Bélgica consiguió formar gobierno.
    Se ha tenido que crear una coalición de 6 partidos (socialistas, liberales y cristiano-demócratas); quedando excluidos los nacionalistas flamencos y los verdes.

  34. Matrix dice:

    Bueno el caso belga es particularmente interesante, estuve en Belgica, yo soy del norte de Francia y estaba haciendo turismo, y fui a una ciudad llamada Brugges, en la region flamande, veran que tan solo hable francés en un museo y nos reprimandaron indicandonos que no se hablaba francés en esa zona …

    Eso me recuerdo cuando fui a Barcelona y no me quisieron responder dicendome que hablara en Catalan

    Increible estos nacionalsimos, ni siquiera los alsacianos, somos asi !

    Saludos desde Lille, capital de Walonia en Francia jajaja miento pero es cierto que estamos bastante influenciados

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