A TRAVÉS DEL ISLAM – Ibn Battuta

A la búsqueda de testimonios históricos de primera mano, tarde o temprano nos encontraremos con el tangerino Ibn Battuta, quien durante veinticinco años, saliendo de su ciudad natal, recorrió todas las tierras a donde había llegado el Islam, y que encaja en la descripción que hizo Homero del más astuto de los aqueos, cuando dice que «conoció las ciudades y el pensamiento de muchos hombres».

Su nombre real era Shams ad-Din at-Tanyí (obviamos aquí su larga genealogía, que en esta época se adjuntaba al nombre, pero de la que saldría el nombre por el que sería conocido, Ibn Battuta), y entra en la Historia en el año 1325, cuando decide poner el primer pie en el camino hacia La Meca para realizar su primera peregrinación. Ibn Battuta. Aquel primer paso, del que tal vez él mismo no se daría cuenta de la importancia que tendría, hace siglos que fue borrado por el polvo y la lluvia. Y, sin embargo, la huella de Ibn Battuta permanece indeleble en el tiempo.

Sus viajes le llevaron por el norte de África hasta Egipto y luego Arabia. A la vuelta de su primera peregrinación, recorrió el resto de la península arábiga. Luego siguió viajando, recorriendo Egipto, Anatolia, la parte de Rusia dominada por la Horda Dorada, la estepa hasta llegar a la Transoxiana, la India, las Maldivas, la costa oriental de África, Mali y Al-Ándalus. Curiosamente fue a su vuelta, en Granada, cuando comenzó a dictar su obra a Ibn Yuzayy, que se da cuenta del valor de estos relatos asombrosos, y que dedicó sus últimos meses de vida a copiar todo aquello que el ya casi anciano Ibn Battuta fue extrayendo de su prodigiosa memoria. Pues el tangerino quiso también dejar registro de su periplo con una intención: traer noticias del resto del mundo al sultán meriní Abu ´Inan. Y vaya si lo hizo.

El mundo que recorre Ibn Battuta, en pleno siglo XIV, no es moco de pavo. El norte de África está dominado por las qabilas. En Egipto ya está instaurada la primera dinastía mameluca, que fueron los únicos capaces de detener a los mongoles, y que además dominan Siria, Palestina y protegiendo los teóricamente «autónomas» Meca y Medina. En Irak e Irán gobierna el Il-Khanato, y las estepas al norte y noroeste están gobernadas por la Horda de Oro. La parte norte y central de La India está dominada por los árabes, que tienen muchísimos problemas para controlar a la hostil problación india (Ibn Battuta dejará muchos testimonios de lo peligroso que era viajar por La India, donde en más de una ocasión estuvo a punto de morir). También nos deja Ibn Battuta uno de los escasas referencias que hay de la costa oriental de África y de la ruta de las caravanas que cruzan el Sáhara hasta Mali, por la ruta que usaría más tarde Yuder Pachá, que incorporaría aquellas tierras a Marruecos. Mientras, en Al-Ándalus, la presión cristiana aumenta, y en esos años se lanzan los grandes asedios, como el de Algeciras.

La maravillosa memoria de Ibn Battuta deja registro de numerosos temas: itinerarios que recorre; construcciones singulares que visita; sabios y dignatarios a quien conoce; costumbres de los pueblos y ciudades que va conociendo y jugosísismas anécdotas, tanto sobre acontecimientos como observaciones personales. También nos deja, por ejemplo, un valiosísimo testimonio de la Peste Negra que asolaría Europa, de la que él da noticia en Siria. La cantidad de información que proporciona, todo ello en un tono ameno, nos atrapa y nos arrastra con él a aquellas interminables jornadas de viaje entre las caravanas o los grandes carros de los mongoles que se mueven por la estepa, o a través de los huertos que rodean Samarcanda, o las preciosas islas Maldivas. Allí diría el tangerino que habitan las mujeres más hábiles en las artes amatorias. De allí diría también que conoció a un pescador que vivía en una pequeña isla, en la que sus hijos crecían en la playa, y confesaría que envidió tanto a aquel hombre que a punto estuvo de interrumpir su viaje y quedarse a vivir allí. ¿Queréis saber qué oculta la tela negra de la Kaaba que se ve en la Meca? Pues Ibn Battuta nos lo cuenta, porque por aquella época, la Kaaba no estaba cubierta. Hay tanto por destacar: en La India no cesa de relatar peligros; en Al-Ándalus, de nombrar sabios a los que llega a conocer. ¿Queréis saber cuál era la infraestructura que existía para las caravanas a través de las distintas rutas? ¿Quién mandó construir la gran mezquita de Balj? Todo eso y miles de cosas más (sin exagerar) podemos aprender con este maravilloso libro entre las manos. Y para que veáis que realmente es un testimonio de otra época, y que aspira a extender el conocimiento del mundo que adquirió Ibn Battuta, finalizaré esta reseña con las palabras que cierran la obra: agarráos.

«Se acabó de redactar en Shafar del año 757 de la Héjira. Dios bendiga a quien copie este libro».

La edición que hizo Alianza Literaria es excelente. Se añadió un interesante estudio inicial sobre Ibn Battua, su mundo y su viaje, que sirve para situarnos perfectamente en el momento, y adjuntaron una colección de siete excelentes mapas para seguir sus viajes, y un completo índice onomástico, que para alguien que, como yo, no solo utiliza estos libracos para el placer de leer, sino que trabaja con ellos para documentarse, resulta esencial. Y teniendo en cuenta sus novecientas paginazas, después de cinco años de trabajo habitual con él, debo decir que todas las costuras están perfectamente y no se ha perdido ni una hoja. Ibn Battuta viajó durante veinticinco años y su copista dedicó los últimos momentos de su vida a escribirlo todo. Esta obra se merece una edición como esta, por dios.

Título: A través del Islam
Autor: Ibn Battuta
Editorial: Alianza Editorial (colección Alianza Literaria)
Año: 2005
Páginas: 890

     

7 comentarios en “A TRAVÉS DEL ISLAM – Ibn Battuta

  1. Farsalia dice:

    ¡Bienvenido, Caliban, a la «horda» de reseñadores hislibreños! Y qué mejor presentación que seguir los pasos de Ibn Batutta…

  2. Iñigo dice:

    Bravo Cali…. bienvenido!!!

  3. APV dice:

    Gran viajero, sus relatos nos cuentan como era parte del mundo de su época.

    Ahora bien Ibn Baturra también caía en cierto etnocentrismo comparable a la de exploradores posteriores y en el comportamiento de turista. Destacando en su viaje a Mali donde no para de criticar sin entender las condiciones sociales y culturales internas, y mostrando un orgullo excesivo (lo de quejarse de los regalos de bienvenida a la cara).
    https://youtu.be/YPytwp5ll9g

  4. caliban66 dice:

    Gracias, colegas! Vamos a por esos libros perdidos!

  5. Urogallo dice:

    ¿Ya tiene su ejemplar de Von Juntz? Espero que no sea la venal y mal traducida edición inglesa.

    Por cierto que siempre asocio a este buen hombre con sus imágenes especulares, como el Capitán Burton y otros que disfrazados o no, imitaron su periplo desde el lado cristiano.

  6. caliban66 dice:

    O Arminius Vambery…

  7. Antígono el Tuerto dice:

    Gran reseña Caliban, de uno de los grandes viajeros de todos los tiempos, que en nada tiene que envidiar al legendario Marco Polo…y que tan ignorado ha sido en Occidente durante largo tiempo, de hecho, su libro no fue traducido completamente hasta el siglo XIX, si no me falla la memoria. Y es una prueba más de que el mundo medieval estaba más interconectado entre sí de lo que se pensaba.

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