A HARD WAY TO MAKE A WAR – Ian Gooderson

La campaña italiana de la Segunda Guerra Mundial ha sido, en muchas ocasiones, una de las grandes olvidadas en el mundo editorial. Los escaqueados del Día D, como se les llamó entonces, siguen sufriendo el ninguneo al que los relegó el famoso desembarco de Normandía. Dicho esto, hay grandes libros sobre el tema, como el que Carlo d’Este dedicó a la campaña de Sicilia, o el segundo volumen de la Trilogía de la liberación de Rick Atkinson, sin olvidar, nobleza obliga, el Camino de la victoria, de Douglas Porch, pero encontrar libros sobre la campaña italiana que puedan entusiasmar a un viejo aficionado (¿aficionado viejo? ¡Comodín del público!), es difícil.

Llegados a este punto, no hace mucho tuve ocasión de colaborar con Ian Gooderson, un especialista, sobre todo, en la guerra aérea entre 1943 y 1945, pero que había publicado, en 2008, este A Hard Way to Make a War (Una forma difícil de hacer la guerra), una historia de la campaña italiana a la que me resultó difícil resistirme. El propio título adelanta lo que el lector se va a encontrar antes incluso de levantar las tapas del libro: una historia plagada de problemas. Enseguida, la imaginación se enciende con roquedos y secarrales, por no hablar de mares de fango causados por lluvias torrenciales y carreteras cortadas a pico sobre vertiginosos precipicios. Eso era Italia entonces, y además, si no andabas con cuidado te disparaban. Pero la primera sorpresa es que no se trata de un libro sobre soldados. En la obra de Gooderson, el ubicuo soldado Johnson apenas pinta nada, los que importan son sus jefes, o más concretamente, las decisiones tomadas por sus jefes.

A Hard Way to Make a War es en realidad la historia de la campaña italiana –desde el asalto a Sicilia a las llanuras del Po– desde el punto de vista de las decisiones de los mandos, tanto para la conducción de la guerra como para la preparación de los soldados. Aviso a navegantes: para explicar la primera de estas afirmaciones, voy a enrollarme un poco y voy a remontarme bastante en el tiempo. Cuando los Estados Unidos fueron metidos, un tanto brutalmente, en la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido resistía tenazmente en un rincón del norte de África, y no se planteaba (ni de coña) la posibilidad de llevar la contienda a territorio enemigo. Como mucho, Winston Churchill estaba encantado de no tener que luchar sobre suelo inglés. La llegada del nuevo aliado y de sus recursos provocó un cambio radical de la situación y, a finales de 1942, la campaña norteafricana había dado un vuelco tal que ahora los aliados occidentales tenían que decidir qué hacer a continuación. La conferencia de Casablanca –con la que empieza este libro– fue crucial. Durante la misma se enfrentaron dos posturas: el imposible ataque a Francia en 1942 o 1943 (punto de vista mayoritariamente británico) y la indeseable asignación de recursos imprescindibles para dicho ataque a Francia a la campaña mediterránea (punto de vista mayoritariamente estadounidense). Al final el premio se lo llevó “Sicilia y luego ya veremos”, y empezó el proceso de planificación de la Operación Husky. Como en aquel momento todos los mandos relevantes estaban ocupados dirigiendo la lucha en Túnez, se encargó la planificación a un equipo de mindundis, y claro, cuando Montgomery (y no solo él) vio el plan de operaciones resultante, sacó a relucir su llamativo carácter, mandó a todo el mundo a cierto sitio y se encargó de replanificarlo todo al frente de su propio equipo. Para entonces, claro está, lo de Túnez ya estaba resuelto. Esta anécdota, situada al principio mismo de la historia, es solo un ejemplo de las tensiones, problemas, dudas, discusiones y presiones que plagaron la campaña italiana a nivel del alto mando.

Ahora bajemos unos pocos escalones. Durante la campaña de Sicilia –de nuevo nos quedaremos con un ejemplo temprano y dejaremos que los eventuales lectores descubran lo que sucedió más adelante leyendo la obra–, los centros de entrenamiento de los ejércitos anglo-norteamericanos enviaron observadores al frente para ver que tal iba la cosa. El resumen de sus observaciones puede ser muy escueto: mal. Si un soldado se ha entrenado haciendo largas marchas por una llanura, los ascensos y descensos en terreno montañoso lo agotarán mucho antes de lo previsto; Si un soldado no sabe distinguir el sonido de una ametralladora propia del de una ajena, se tirará al suelo en cuanto sus propios compañeros traten de apoyar su avance (por si las moscas); y si no sabe que la artillería del enemigo evitará a toda costa disparar muy cerca de las líneas propias, tenderá a correr de vuelta al punto de salida en cuanto caiga el primer pepinazo, sin considerar que cuanto más se acerque al objetivo más se alejará del punto de llegada de los proyectiles (de artillería, las balas son otra historia). Quien mejor resumió lo que sucedía fue el teniente coronel Wigram (británico): los combatientes aliados estaban pésimamente entrenados. Sin enrollarme más, un segundo aspecto interesante de este libro es la que se refiere, sin personalizar en exceso, a las tácticas empleadas por los combatientes: asaltos, minas, colocación de la artillería, comunicaciones… Gooderson lo explica magistralmente, partiendo de lo que se esperaba en los campos de entrenamiento para llegar a lo que sucedió en la realidad, exponiendo así el proceso de mejora que sufrió la táctica de los aliados occidentales durante la campaña.

No voy a insistir mucho más –creo que quien me animó a reseñar de nuevo ya se arrepiente bastante–, salvo para recomendar un libro tan ameno como instructivo. Ahora va a ser todavía más difícil encontrar un buen libro sobre la campaña italiana en la Segunda Guerra Mundial. Dicho esto, es un placer estar de vuelta. Opino.

Ian Gooderson. A hard to make a war. Editorial London-Conway, 2008, 352 pp.

     

7 comentarios en “A HARD WAY TO MAKE A WAR – Ian Gooderson

  1. Valeria dice:

    Es un placer que vuelvas.
    Opino
    Pero hasta que no lo traduzcas, igual no me animo. ;-)

  2. Koenig dice:

    Interesante opinión… Gracias.

  3. Iñigo dice:

    Bienvenido veterano… Ya sabes, qué no sea la primera… Espero la siguiente. ;-)

  4. Farsalia dice:

    Interesting… y rebienvenido.

  5. APV dice:

    Bienvenido de vuelta.

    Sobre el libro ¿Qué tal trata las campañas de 1944-45? Porque por lo general tras la toma de Roma los libros dejan de lado el resto de las operaciones en Italia.

  6. Iñigo dice:

    Éste no se, pero «El camino hacia la victoria» de Douglas Porch, publicado antes del verano por Desperta Ferro, dedica unas cuantas páginas al avance aliado hasta la ruptura de la Línea Goliat en el norte de Italia en 1944. Por cierto libro muy recomendable.

  7. Koenig dice:

    Hola APV.

    La campaña posterior a Roma no es el grueso del libro, desgraciadamente.
    Sobre este último año de la guerra en Italia recomendaría Italy’s Sorrow, de James Holland. El autor no es santo de mi devoción, pero en este caso el trabajo es bueno.
    Opino, claro.

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