1776 – David McCullough

“La perseverancia y el ánimo han logrado, en todas las épocas, gestas asombrosas”. George Washington.

Los hechos. “La tarde del martes 26 de octubre de 1775, su Real Majestad Jorge III, Rey de Inglaterra, partió con regia magnificencia desde el palacio de St. James hacia el Palacio de Westminster, con la intención de abordar, en la sesión de apertura del Parlamento, el asunto cada vez más angustiante de la guerra en América”.

Así comienza “1776”, un relato apasionante de los acontecimientos sucedidos en las colonias norteamericanas durante los últimos meses de 1775 y a lo largo de 1776, es decir, durante los dos primeros años de la Guerra de la Independencia Norteamericana, que se inicia cuando Jorge III, soberano del Imperio Británico, declara a América en estado de rebelión. Y es que, aunque formalmente la guerra contra el Imperio Británico se declaró en julio de 1776, las hostilidades empezaron muchos meses antes.

El libro recorre, en tres partes bien diferenciadas, pero cronológicamente correlativas, los meses del asedio de Boston, donde se habían refugiado los británicos y colonos leales huyendo de “la chusma alzada en armas”; el traslado de los cañones del Fuerte Ticonderoga; las derrotas del Ejército Continental en Brooklyn, Kips Bay, White Plains y el Fuerte Washington, y , finalmente, la larga y penosa huída del ejército americano a través de New Jersey, que concluye con las rotundas victorias de George Washington en Trenton y Princeton, tras el célebre paso del río Delaware.

El autor. David McCullough ha recibido en dos ocasiones el Premio Pulitzer de Historia, por las biografías de Truman y John Adams, además de otros muchos galardones. Sin embargo, es este libro el que más elogios le ha deparado, además de numerosas ventas, ya que lleva más de un año en la lista de los más vendidos del New York Times.

El libro. Lo elegí principalmente por dos razones. La primera era el escaso número de comentarios en Hislibris acerca de la época y los acontecimientos narrados en él, y la segunda era mi casi total ignorancia sobre unos hechos que cambiaron el curso de la Historia.

Reconozco que tuve que vencer mis reticencias cuando leí que estaba entre las listas de los libros más vendidos en EEUU, ya que, un país que no se destaca especialmente por sus conocimientos sobre el mundo que lo rodea, y que generalmente no aparta la vista de su propio ombligo, debe estar más que predispuesto a la propaganda y el chovinismo. Sin embargo, a medida que fui avanzando en la lectura me di cuenta de que el autor, sabiamente, había sabido exponer los hechos de manera que, al mostrarlos tanto desde la perspectiva británica como desde el punto de vista “rebelde”, dejaba al lector la libertad de posicionarse junto a un bando o a otro.

El estricto relato de los acontecimientos se transforma en un llamativo fresco debido a las pinceladas de color intercaladas en el texto, como las descripciones de los principales protagonistas, George Washington, los generales Greene, Lee, Knox (el librero de Boston artífice de la epopeya del traslado de los cañones del fuerte Ticonderoga con sólo 25 años) en el bando americano; así como el Rey Jorge III, y los generales Howe, Cornwalis, o Grant en el británico. Pero en oposición a estos hombres relevantes, McCullough nos muestra todo un abanico de personajes anónimos, que vivieron y padecieron en primera persona unos hechos que quedaron plasmados con toda su crudeza en las cartas enviadas a sus familiares, y que nos ofrecen el lado más humano de toda la contienda. Así, frente a las grandilocuentes, a la vez que bellísimas, sentencias de hombres como Knox (Es en estos momentos cuando se ponen a prueba las almas de los hombres) o la que abre esta reseña, nos encontramos un torrente de emociones que muestran todo el horror de la guerra (unos cuantos hombres bajaron a tierra, y casi nunca se ha visto bajar gente en tal estado: algunos sin piernas, otros sin brazos; las ropas les colgaban como camisones demasiado grandes, tanto habían perdido por la enfermedad y la falta de alimentos, descripción de la llegada de un navío a Plymouth procedente de Boston; quiero que vengas a casa y nos veas, te espero casi cada día, pero no me permito contar con nada, porque veo que no hay nada con lo que contar aparte de problemas y decepciones, escribía una mujer a su marido, teniente del Ejército Continental; el soldado americano Martin, de sólo 15 años, describía su primera experiencia con los cañones enemigos como un sonido más bien musical, o por lo menos magnífico; mientras que el general Heath aseveraba, durante la marcha de los soldados americanos por New Jersey que, eran tantos los hombres que carecían de zapatos, que la sangre que dejaban en la tierra helada, en muchos lugares, señalaba el camino que habían tomado).

McCullough plasma en el libro su propia admiración hacia George Washington, a quien hace máximo y casi único responsable de las victorias del ejército americano, al que mantuvo unido y transmitió ánimos en los momentos de máxima desesperación, no olvidando lo que había en juego y no rindiéndose jamás. Sin embargo, tampoco tiene reparos en admitir que Washington no era un estratega brillante, ni un gran táctico, que en algunos momentos incluso llegó a despreciar a sus propios hombres, y que muchos de los reveses británicos en la contienda se debieron a golpes de suerte meteorológicos, como tormentas, ventiscas o densas nieblas.

Y ahora, los defectos. Se echa de menos alguna alusión a los hechos que desencadenaron la revolución americana, como las abusivas disposiciones británicas destinadas a asfixiar económicamente a las trece colonias y recuperar las mermadas arcas británicas después de la guerra franco-india (Stamp Act o Ley del Timbre, Tea Act o Ley del Té, o Coercive Acts, también conocidas como Leyes intolerables por los “Hijos de la Libertad”, como se autodenominaban los americanos), así como algo más de información sobre acontecimientos como la Masacre de Boston de 1770, o los enfrentamientos entre “casacas rojas” y “rebeldes” en Lexington, Concord o Bunker Hill en 1775, chispas que desencadenaron el incendio de la Revolución americana, y sobre los que pasa de forma muy somera y breve.

A pesar de la abundancia de láminas a todo color sobre documentos, personajes y planos de la época, también faltaría algún mapa más actual para mostrar con detalle los movimientos de las tropas y las batallas más significativas, ya que a mí, personalmente, me resulta difícil recrearlas si no tengo un buen plano delante, y más cuando algunos de los topónimos que se utilizan en el libro ya no existen como tales.

En resumen, un libro de historia ameno, ágil, interesante, que salta continuamente de un bando a otro del conflicto, con abundancia de anécdotas y citas textuales (sólo las referencias ocupan casi 100 páginas) y que enriquecen y dotan de relieve lo que hubiese sido una mera exposición plana de los hechos. A pesar de que sólo cubre los primeros meses del conflicto, ya se deja entrever el orgullo patriótico de un pueblo, que con sólo algo más de 200 años de historia se ha convertido en la primera potencia mundial, pese a quien pese. Satisfacción de pertenecer a una nación que yo, sinceramente, echo de menos en mi propio país y que me provoca dolor, ya que me considero profundamente española, y muy orgullosa de serlo. Y que conste que sé que esto último traerá cola…

Características técnicas: Editorial Belacqva, Colección “El ojo de la historia”. 1ª edición, septiembre 2006. Cartoné, 15×22,5 cm, ilustraciones a todo color, 503 pp. 34€.

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72 comentarios en “1776 – David McCullough

  1. Arauxo dice:

    Querida y siempre sorprendente Ascanio:

    Chapó.

    Mis más sinceras felicitaciones. La espera (demasiado larga) ha merecido sobradamente la pena. Y es una lástima que no te prodigues más. Es una excelente reseña, bien organizada, mejor redactada, con la suficiente información, enmarcada perfectamente entre sus coordenadas espacio-temporales, salpicada a quí y allá de tus interesantes valoraciones personales y rubricada, además, con tus íntimas convicciones personales expuestas con valentía.

    Poco puedo opinar sobre la época porque mi ignorancia me delataría. Precisamente por ello anoto convenientemente la recomendación, que agradezco muy sinceramente y dejo los comentarios para los especialistas de Hislibris en esta época y este entorno, que seguro que abundan.

    Sólo quisiera comentar que, en efecto y aunque en la mayoría de los casos el éxito de ventas suele ser síntoma de escasa calidad (por no decir nula), a veces el mercado sorprende por lo contrario. No sé si son las excepciones que confirman la regla o si es que en esto de la industria editorial no pueden establecerse axiomas, pero lo cierto es que ocurre, como parece que es el caso. Y es reconfortante que así sea.

    Enhorabuena, Ascanio. Da gusto leerte.

  2. cavilius dice:

    Magnífica reseña, Ascanio. Felicidades. Desconozco por completo ese período histórico y los hechos en cuestión, así que no puedo hacer ningún comentario salvo que ahora me pica la curiosidad.

    Sólo se me ocurre una pregunta: ¿Es pariente el autor de cierta escritora de tendencias enciclopedistas sobre la historia de Roma?

    PS: lo que hacen algunos con tal de aparecer en el «Quiénes somos»… ;-)

  3. Germánico dice:

    Otro que desconoce casi todo de ese conflicto pero que te felicita sinceramente. Muy buena reseña, de verdad. Y, mira, ya salió la preguntita que te temías…

    Hay que ver los yanquis la poquita Historia que tienen y lo bien que la aprovechan. Sobre todo en el cine. Recuerdo haber visto hace tiempo una película de Al Pacino (¿»Revolución»?) sobre el tema que me gustó mucho. Por no hablar de la serie de televisión que echaron hace la pus de años y que se titulaba… ¿»Jóvenes rebeldes»? Eran aquellos de «Malditos casacas rojas!».

    Otrosí digo de sus pintores e ilustradores. Sólo hay que ver ese de la portada del libro (Washington cruzando el Delaware, por Emanuel Leutze) para darse de cuenta de por dónde va lo que digo. Un amigo mío está suscrito a una revista norteamericana sobre la Guerra de la Secesión que trae unas láminas impresionantes. Nada que envidiar a alguno de nuestros iconos, la verdad.

    Y una cosilla: Washington, ¿traidor a la Corona o Joven Patriota?

    Saludos.

  4. Ascanio dice:

    Gracias, gracias. No sé si podré soportar tanto peloteo a estas horas…
    Arauxo, es todo un honor recibir un chapó de ti. «Emocionaíta m´as dejao». Es como cuando te pone una «Matrícula de honor» tu profe favorito.
    Cavilius, yo también me he preguntado lo mismo. Y palabrita que he removido cielo y tierra para saber si los dos McCullough son parientes, pero no he conseguido averiguar nada. Aunque, como me dijo un amigo hislibreño hace unos días, ese apellido debe ser como llamarse aquí Pérez . Y sí, me has pillado…que todo lo he hecho para aparecer en la lista de los padres conscriptos…afán de protagonismo que tiene una. Porque a mí, en el fondo, ni me gusta leer, ni la Historia, ni las novelas, ni ná de ná, lo único que quiero es «chupar cámara»…
    Germánico, amigo hislibreño, Joven Patriota sin duda alguna. Es que yo soy pro-yanki, qué se le va a hacer, y políticamente incorrecta. Y esta afirmación abre una nueva brecha por donde atacarme, jejeje.
    Totalmente de acuerdo en el partido que le sacan a su historia, digno de admiración, vamos, que ya podríamos aprender nosotros. Y la portada del libro fue lo primero que me atrajo cuando lo vi en la librería. El cuadro es impresionante.
    Y al igual que vosotros, sigo siendo una gran ignorante sobre la época que narra el libro. Lo que pasa es que lo disimulo bien. Si no os lo creéis, preguntadme algo de 1777, ya veréis como corro…
    Por cierto, voy a intentar que richar ponga entre comillas las citas textuales, porque han desaparecido las cursivas que yo puse, y se confunde con el resto del comentario. A ver si el jefe puede arreglarlo.

  5. cavilius dice:

    Anda, como yo, que hasta hace poco sólo usaba los libros para calzar sillas… No, si al final tendré que animarme yo a reseñear algo también. Pero es que tengo tan poquito tiempo libre…

    «preguntadme algo de 1777»
    ¿Es un número primo?

    Saludos

  6. Germánico dice:

    Yo prefiero lo de «traidor a la Corona», pero, más que nada, por una cuestión estética. Ya sabes, como en «Rebelión a bordo»: «¡Señor Fletcher, no pararé hasta veros colgar del palo más alto de la Armada británica!».

    Es curioso esto de los traidores o patriotas. Recientemente ha salido un libro sobre ello. El título es algo así como «Traidores que han hecho historia». Habrá que darle una oportunidad, supongo.

    Saludos.

  7. Tarquinia dice:

    Sniff!

    Yo quiero saber reseñar así…
    Incluso te permites el lujo de introducir un tema de debate de máxima actualidad en el último párrafo.

    No me va a llegar el tiempo para leer todo lo que aconsejais. Será vuestra culpa si debo abandonar el trabajo para dedicarme a la lectura!

    Tarquinia

  8. Uther dice:

    Felicidades por la reseña Ascanio, ya tenía en el punto de mira el libro, pero tus comentarios han hecho que me decida completamente. Cosa muy necesaria ante el desconocimiento que tengo sobre el tema. Que no todo va a ser Roma.

  9. Arauxo dice:

    Yo no tengo claro si QUIERO considerarlo un traidor o un patriota. La Historia, posiblemente, lo entienda mejor como lo segundo, porque aquélla la escriben los vencedores… Yo siento cierta predilección por los perdedores, entre los que siempre ocupamos un lugar privilegiado los vapuleados y maltratados españolitos… Pero confieso que a la hora de calificar a determinados «héroes» como una cosa o la otra, me tiemblan las piernas, porque me asustan ciertos abismos éticos que pueden abrirse ante ellas. Y temo que, si nos enredamos en semejante madeja, acabemos llamando «patriotas» a asesinos y canallas sin el menor escrúpulo, que dicen luchar por la libertad de un «pueblo» (que sólo existe en la imaginación de algunos) truncando vidas, destruyendo esperanzas y regando de sangre inocente y lágrimas amargas los campos que ellos llaman «de batalla».

  10. Ascanio dice:

    Y también acabemos hablando de «Proceso de paz» (manipulación del lenguaje donde la haya) cuando en realidad deberíamos decir «Cese del genocidio».
    Gracias, Tarquinia. Te aseguro que todo es ponerse.
    Uther, me alegro de que te haya «picado el gusanillo». Es lo que pretendía.

  11. Germánico dice:

    Bueno, bueno. Cuidado, no degeneremos en un abismo… Preferiría mantener la discusión en abstracto, aunque todos entendemos a qué se refieren las alusiones anteriores.

    Para mí, el término «Patriota» lleva siempre asimilada la categoría «Fanático». No me gustan las Patrias, la verdad, y considero el nacionalismo la más primaria de las ideologías: hasta los animales la conocen; ya sabéis, aquello del instinto territorial. Yo creo que sólo lo hubiera desarrollado en la Roma clásica…

    Saludos.

  12. Ascanio dice:

    Cierto, Germánico. Tienes toda la razón. Pero a veces se aprieta un resorte…y pasa lo que pasa. Salta uno como «un haba tostá».

  13. Urogallo dice:

    Muy buena reseña, aunque esto nos obligará a los demás a esforzarnos más con las nuestras.

    Yo sí se algo del conflicto (¿Hay algo de lo que yo no sepa?. ¡No!), y Whasington encaja mal en esas categorías, como casi todos los de su época. Los americanos no se rebelaron contra el rey Jorge por un problema territorial, ni siquiera por la independencia ( La guerra empieza en el 75, pero el acta de Independencia solo se firma en el 76 debido al curso de la guerra), se rebelaron por un problema político, por eso llamarla la Guerra de Independencia es muy europeo, para ellos ( recordemos la peli de Pacino), es LA REVOLUCIÓN AMERICANA, puesto que lo que buscan, es el derecho a una representación política propia cuando se decidan los asuntos que les conciernen.

    De hecho ellos ni siquiera creían en América, creían en sus deberes y derechos como hombres libres, miembros de asambleas de representantes. Tanto es así, que el problema sobre lo que es y deja de ser América, no se resuelve hasta casi 100 años después con la guerra de Secesión ( La segunda Revolución Americana, para los derrotados…).

    Es decir, ni patriotas ni rebeldes, eran revolucionarios, como revolucionarios se veían, republicanos con los ojos puestos en los valores de las democracias oligarquicas de Atenas y de la Roma primitiva ( Donde las clases altas, reunidas, decidían el destino de todos).

  14. Javi_LR dice:

    Yo seré más breve en mis alabanzas, Ascanio. Enhorabuena por tu reseña.

    Y que sirva mi lectura completa -y gratificante- de algo que desconozco por completo y que antes no me importaba lo más mínimo para rubricar mis felicitaciones.

  15. Ascanio dice:

    Tienes razón, Uro. De hecho, y como anécdota, hasta poco antes de la Declaración de Independencia, todavía Washington hacía brindis a la salud del Rey Jorge, quizás como último intento de parar lo inevitable.
    Y mis más sinceras gracias por las felicitaciones de Uro, Uther y Javi_LR (creo que no me salto a nadie).

  16. javier dice:

    Me uno a las felicitaciones.

    Patriotas, traidores, fanáticos…si no recuerdo mal es en «Agenda Oculta» donde Ken Loach hace decir a un miembro del IRA que George Washington era un terrorista, y que la consideración retrospectiva de patriota o terrorista dependerá de la victoria o derrota final. La comparación es disparatada y la justificación impresentable, pero el tema deriva fácilmente en este tipo de cosas, y es muy aburrido. Mejor lo dejamos y seguimos con el libro ¿no?

    Saludos

  17. Melmoth dice:

    Ascanio, mi enhorabuena también, una reseña clara, amena y muy completa, aunque el precio casi echa para atrás ;-).

    Saludos.

  18. Valeria dice:

    Bueno, pues otra época histórica sobre la que ponerme al día. Ascanio, Felicidades. Claro que después del informe que te ha hecho el noble Arauxo, las felicitaciones corrientitas queda un poco sosas, habría que hablar de «» para no quedar mal. Saludos a todos.

  19. Valeria dice:

    Quería de decir antes «sobresaliente cum laude», pero el éter se ha llevado las palabras entre las comillas.

  20. Germánico dice:

    Qué asquito, todos de acuerdo, ¿no?

    Saludos.

  21. Atilio dice:

    Suscribo las felicitaciones. Aparte del libro reseñado, ¿has leído (tú, Ascanio, y todos los demás) algún libro más sobre la época que merezca ser tenido en consideración?

  22. Urogallo dice:

    Hay muy poquilla cosa, casi todo diseminado en libros más generales sobre la historia de los EEUU. Sorprende que a pesar de la cantidad de material cultural yankee que consumimos, se publique tan poco sobre su historia.

  23. Ascanio dice:

    Coincido con Uro. Yo nunca había leído nada (a excepción de algún artículo perdido por ahí en alguna revista) sobre esta época. Precisamente por eso lo elegí (como dice Uther, no todo va a ser Roma, Germánico, que eres más pesao, venga columna de Trajano por aquí, hachazo por allá…).
    Miles de gracias por vuestras felicitaciones, Javier, Melmoth, Valeria y Atilio (richar, ¿les has pagado?). Valeria, me vas a hacer llorar…estoy por perdonarte lo de Connolly…snif, snif…

  24. Ainaga dice:

    Ascanio,
    Habitualmente no participo aunque sí os leo, sois interesantes, amenos y en muchas ocasiones vuestra erudición, lejos de la petulancia, es refrescante. Hoy he visto que la reseña, de un tema que no me interesa demasiado, la firmabas tú así que como eres una de mis favoritos la he leído y no voy a felicitarte efusivamente por algo que no me ha sorprendido, es una buena reseña, pero es que yo no esperaba menos de tí. Besos guapa

  25. richar dice:

    Bueno Ascanio… habrás visto que recibimiento el día del estreno, ¿no? Aunque es justo decir que tu reseña lo merece (a pesar de mi torpeza -ya subsanada- de dejarme las itálicas, perdón). Hasta Ainaga (bienvenida al blog, por cierto) se muestra públicamente para felcitiarte. Impresionante.

    En cuanto al tema de la reseña, tampoco tengo ni idea, pero me surge la preguntilla de saber cuáles eran los trece estados que mencionas…

    En fin, muy buen comienzo.

    Saludos,
    Richar.

  26. Germánico dice:

    Ah, eso lo sé yo: las trece colonias pasaron a constituir los trece Estados:

    – New Hampshire,
    – Massachusetts,
    – Rhode Island,
    – Connecticut,
    – Nueva York,
    – Nueva Jersey,
    – Pennsylvania
    – Delaware,
    – Maryland,
    – Virginia,
    – Carolina del Norte,
    – Carolina del Sur,
    – Georgia

    O sea, toda la costa Este salvo Florida, que por entonces, creo recordar, era española.

    Saludos.

  27. Ascanio dice:

    Vaya, Ainaga, me voy a ruborizar…es todo un honor que tu primera aportación (por lo menos yo no recuerdo haberte visto antes) sea para felicitarme. Con ese nombre, supongo que serás chica, ¿no?
    Richar, gracias por el arreglo. Eres un solete.
    Germánico, matrícula.
    Por cierto, a los habitantes de Massachusetts siempre se les consideró unos «estirados», pero a partir de las Coercive Acts apareció una corriente de «solidaridad» hacia ellos por parte de las otras colonias.

  28. Tarquinia dice:

    Los habitantes de Massachusetts ERAN unos estirados. Son el corazón puritano de Nueva Inglaterra, se consideran a sí mismos descendientes de los primeros colonos «de verdad», los del Mayflower y Thanksgiving Day, que fundaron la colonia de Plymouth.

    Digo «de verdad» porque consideraban a los que llegaron antes que ellos unos aventureros advenedizos. Los otros colonos, los que poblaban Virginia, se suponia que, o sólo buscaban riqueza ràpida para volver a la metrópolis, o eran delincuentes huídos o expulsados de Inglaterra.

    Los puritanos llegarion para fundar una sociedad nueva dejando atrás, en la corrupta Inglaterra, el vicio y la perversión. No olvidemos que Salem está en Massachusetts, y que los famosos juicios a las «brujas» ocurrieron unos 70 años (hablo de memoria) después del Mayflower.

    Las familias patricias de Boston son la aristocracia USA. Se consideran ellos, y así los consideran el resto de la «buena sociedad».

    Tarquinia

  29. Urogallo dice:

    Massachussets…¿O Tassachusets? ( Por los impuestos, chiste de Ally Mc Beal).

    No, Florida era Inglesa entonces, pero no formaba parte de las colonias por que era dominio directo de la corona ( Cómo el Canadá Francés).

    Chiste de los Simpsoms, George Whasington le habla a Lisa:

    «Sí, eres una cobarde, no tienes que disculparte, tuvimos gente como tú en la revolución.¡Los llamabamos Kentuckianos!.»

    :D

  30. Julio dice:

    Hey Ascanio, qué buena reseña has hecho, muy precisa y completa. De hecho este libro lo comencé hace unos años pero en inglés y se me complicó la vida. Su inglés es muy rebuscado para mi. De cualquier forma de lo que alcancé a captar comparto tu opinión acerca del mismo. Sobre todo tu punto de la falta de un mapa, que creo todos los libros de historia debieran tener.

    Gran idea de reseñar esta etapa de la historia que ya hacía falta en Hislibris.

    Saludos,

    Julio

  31. Ascanio dice:

    Gracias, Julio. Es una alegría recibir una felicitación desde ultramar…
    Pues es una pena que no pudieses leerlo en español, porque si te gustó lo que leiste en inglés (que ya imagino que la dificultad radicaría en las citas textuales de hace más de doscientos años), te aseguro que te encantaría en nuestro idioma. Una lástima, sin duda.

  32. nando dice:

    Yo de pequeño siempre sentí gran admiración por ese momento ,grandiosamente americano, que aparece en la portada del libro: un majestuoso Washington cruzando el Delaware congelado.
    Y de ahí vino mi interés por los rebeldes del Ejército Continental embutidos en las casacas azules y por su maravillosa Revolución.
    La época es apasionante y lo que estuvo en juego más.

    Me uno al coro de elogios ante semejante reseña; triple chapó Ascanio, un placer leerte y más por haber arriesgado con un tema que en España poco o nada atraé.
    Aquí apenas hay monografías sobre el tema; Mondadori sacó una sobre la Revolución Americana pero era espantosamente mala, la editorial San Martín publicó una historia militar de los EEUU que lógicamente cubría el periodo pero era bastante plúmbea y algo más por ahí en manuales bastante discretos. Me imagino que tiene que haber algo más publicado pero lo desconozco.

    Veo que el libro se centra en los acontecimientos más inmediatos y que deja de un poco de lado los precedentes y todo tipo de connotaciones ideológicas. Si te soy sincero Ascanio, el libro lo he requetehojeado en más de una ocasión, y me daba miedo el que fuese una especie de Historia novelada. Gracias a tu comentario no tardaré en comprármelo pero, lástima, no cubre todo el periodo.

    Yo, ya poníendome coñazo, diré que tengo cierta teoría sobre la Revolución Americana que conecta de lleno con toda la tradición política inglesa y con su historia no tan inmediata. Siempre que echo un vistazo a Washington subido a la barca o leo algo de Thomas Jefferson o de Benjamin Franklin inevitablemente me remonto a las revoluciones inglesas del siglo XVII.
    La conexión ideológica es tan patente y sus planteamientos de «Libertad» tan próximos a nosotros, porque los manejamos en el día a día, que sorprende el ver que muchos de ellos ya fueron defendidos por sectas de radicales que aspiraban a un tipo de orden político del que, en parte, surgió el nuestro.

    Para mí la Revolución Americana se fundamenta en tres principios básicos que todos conocemos por la sencilla razón de que vivimos de ellos:
    TOLERANCIA, LIBERTAD Y PROPIEDAD.

    El primero surge como una necesidad ya puesta en práctica en la Inglaterra de finales del XVII ( John Locke y su tramposo «Tratado sobre la Tolerancia») pero que en la joven República americana incluyó a los católicos. Ya nunca más hubo discriminación religiosa y prueba de ello es su ejemplar Constitución. Ahí ya les dieron el primer repaso a los ingleses aún siendo una nación profundamente protestante.

    El segundo es la expresión más pura de un ideal que lo vincula con el individuo, como hombre, y con el ciudadano como sujeto de derechos políticos inalienables al margen de cualquier tipo de corporación política o social.
    Resumiendo: la Libertad pasa a ser individual, o si se quiere, el individuo es libre en tanto en cuanto es Hombre. La República garantiza esa libertad porque reconoce la existencia de derechos inherentes en el individuo. Y estos no son dados por el Estado simplemente se le reconocen.
    El peso político de las corporaciones, estamentos, gremios… como garante y origen de derechos desaparece, el individuo ya no tiene derechos reconocidos por pertenecer a un grupo o estamento los tiene por el mero hecho de ser Hombre.
    … el cambio, como se vé, es profundamente radical.

    El tercero, la propiedad, es la clave de toda la ideología revolucionaria.

    Sin propiedad no puede haber libertad y sin ésta no puede haber ciudadanos.
    Este argumento fue el empleado precisamente cuando los americanos rechazaban de plano las imposiciones fiscales de la Corona y el mantenimiento de los monopolios comerciales.
    Al considerarse como propietarios de pleno derecho sobre las «posesiones coloniales» interpretaban los impuestos de la metrópoli como imposiciones que no contaban con el acuerdo de las asambleas de las colonias. Una vieja historia muy inglesa pero profundamente eficaz.

    … joer… me tengo que ir…

  33. nando dice:

    Al no existir ese acuerdo sobre la fiscalidad consideraban que se estaban vulnerando sus derechos como propietarios y que, el medio, para lograr ese acuerdo mútuo, los parlamentos coloniales, carecía de validez política.

    Al estar incapacitados políticamente para decidir, de común acuerdo con La Corona, sobre un tema que les afectaba directamente reclamaron para sí capacidad de decisión política al margen de la metrópoli. ¿ Como?:
    con una Declaración de Independencia.
    ¿Por qué?: porque eran propietarios libres.

    Si no se respetaba la propiedad colonial sobre la base de una relación contractual política que la garantizaba la ruptura estaba servida.
    Y más cuando se veía a la Corona como un usurpador que pretendía el patrimonio absoluto de las Colonias al margen de los derechos de los colonos y de su propiedad.

  34. Jerufa dice:

    Chica, ¡que exito!
    Amena reseña, muy clara y bien trabajada.
    A la vista de los comentarios, lo mejor es aparecer de forma discreta, al menos la primera vez. ¿A que me compro el libro?
    Un beso, mmmana.

  35. Ascanio dice:

    Vaya, vaya…¿Jerufa? Ya me explicarás de donde has sacado ese nombrejo raro. Y de aparecer de forma discreta, nada de nada, que nos conocemos y tú por estas páginas tendrías mucho que decir. Así que espero ansiosamente tus comentarios, jeje, que aunque «la sangre tira», ya me gustaría tener más de un rifi-rafe contigo en el mundo cibernético…
    Así que ataca. Y un beso muy grande, mmmano, que te estoy esperando.

  36. Ascanio dice:

    Se me olvidaba, gracias Nando, que no te he dicho nada, perdón…
    Pero veo que tú eres todo un especialista en el tema. Realmente creo que lo que comenzó la Revolución (sí, Uro, tienes razón, Revolución, no Guerra de la Independencia) fue que los colonos se consideraban un «cero a la izquierda» en cuanto a sus derechos de gobernarse a sí mismos, al carecer de representación ante el Imperio Británico. Porque, al menos al principio, creo que había más un fondo de protesta de los terratenientes privilegiados americanos que un deseo de libertad por parte de los colonos más humildes u «oprimidos».

  37. Arauxo dice:

    (Esto se ha puesto a un nivel que Arauxo está muuuuuuy escondidito esperando tiempos mejores para aparecer… si es que algún día hace falta. Hay que ver lo que he aprendido con esta reseña. ¿Habrá llegado ya el momento de autodisolverme?)

    Bienvenidos, Ainaga y Jerufa. Qué estimulante resulta la savia nueva. Prodigaos, hacednos el favor, prodigaos…

    Nando, Germánico, Uro: no me quedan neuronas para aprender tanto, joroba… estoy consternado por mi ignorancia.

    ¡Tarquinia, ¿porqué has estado tan escondida hasta ahora?!

    Enhorabuena, Ascanio: además de escribir magníficas reseñas, acumulas felicitaciones, concitas apariciones estelares, despiertas interés, avivas tertulias y debates de primera línea… Jo, qué barbaridad. ¡Y después hay que habla de admiración! ¡Fascinado estoy yo…!

  38. Ascanio dice:

    Gracias, gracias, Arauxo, pero no te autodisuelvas, prodígate tú también, hombre, prodígate! Que estos días estás más perdido…
    Y aviso a navegantes…cuidadito con Jerufa, que es otro descendiente de Eneas, como una servidora…

  39. Arauxo dice:

    Es verdad, Ascanio, que ando perdido. Pero a veces aparecen asuntos que te sorben el seso (con s, con s…)
    Así que Jerufa y Ascanio son, de veras… ¿mmmanos? ¡Richaaaaaar: esta página se está volviendo peligrosa!

  40. Jerufa dice:

    Bueno…yo sólo quería felicitar por algo bien hecho y bien bonito. Lo que no esperaba….mmmana, era que me pusieras bajo las patas de los caballos tan pronto. Aqui aprecio nivel y extraordinaria cultura, lugar no recomendable para medianos. Cada uno en su sitio. Y para mí, como no, ya es premio excelente disfrutar con vuestros comentarios y opiniones. Quién sabe…a lo mejor algún dia.
    Un saludo a todos/as y en especial a Ascanio…
    Besos.

  41. tizalaya dice:

    Mi querida Ascanio… solo unas letras para hacerte llegar mis más sinceras y cariñosas felicitaciones. Sólo hay que leer tus anotaciones como seguir las notas que les prosiguen, para comprobar que aún te queda mucha caña que dar por este mar de palabras.

    ¡¡¿Pues no que me están dando ganas de leer el libro?!! ;-)

    Muchísimos besos preciosa y… ¡¡hasta el infinito y mucho mássss!!

    Una consorte (de Jerufa) con suerte (vaya nombrecito se ha buscado tummmano, jamía).

  42. richar dice:

    jajajaja… Ascanio, que te has venido con toda la familia, por diox :-))

    En fin, bienvenidos al mmmmmaaaaaano (perdón si lleva alguna «m» o «a» de más o de menos) y a la consorte del mmmmmmaaaannnnoo.

    Y como dice Ascanio, arrancaos sin miedos, que aquí todos tenemos algo que aportar, incluso los mediocres como yo. Ea.

    Un saludo,
    Richar.

  43. Ascanio dice:

    Ojú…estoy apabullada…y eso que no han aparecido por aquí ni la quinta parte de la familia de Ascanio…
    Vaya, vaya, Tizalaya (oops! un pareado)…millones de gracias por los ánimos. Da gusto sentirse tan arropadita por la familia. Y como dice el jefe richar, ¡a prodigarse!
    Miles de besos.

  44. rociga dice:

    Estimada Ascanio:
    He leído la reseña que aparece en esta página referente a una fase importante de la historia del naciente pueblo norteamericano. Igualmente, he leído también algunos comentarios sobre esta publicación tuya y quiero felicitarte por este magnífico trabajo de investigación histórico que es una importante aportación a esa fase de la formación del actual pueblo norteamericano.
    Quiero hacer dos breves observaciones sobre tu referencia. En primer lugar, hablas de que los norteamericanos tienen obsesión por considerarse el ombligo del mundo, pero yo creo que ello se debe al protagonismo que realizan en la vida moderna en base a su capacidad económica y su afán de expansión. Debe tenerse en cuenta que son los pioneros en todo tipo de investigaciones científicas en todos los campos del saber. En segundo lugar, también realizas un breve apunte sobre el sentido patriótico que tienen los norteamericanos de hoy y de ayer, lo que contrasta con el escaso interés de los españoles de hoy por todo lo que se refiere a nuestro devenir histórico, tan rico en acontecimientos patrióticos que culminó con los Reyes Católicos, con la aparición del concepto de España y, posteriormente, con Carlos I y Felipe II la creación de un poderoso imperio en cuyo ámbito nunca se ponía el sol. Coincido contigo en destacar este aspecto y creo que deben de fomentarse los estudios referentes a novelas históricas como el que tú has realizado y que también en España tienen una gran tradición, como en el caso de Pérez Galdós. Creo que hay que retomar la formación de nuestros escolares en los valores tradicionales de la patria, la unidad de España y otros conceptos similares y evitar que las enseñanzas históricas de la España reciente, cada uno pretenda formularlas desde la óptica de una visión particularista, que oculta intereses nacionalistas, de poca ambición y futuro.
    Te envio un fuerte abrazo y te animo a seguir en esta línea.
    Roberto.

  45. Ascanio dice:

    Hola rociga (Roberto), muchísimas gracias por tu comentario. Yo estoy totalmente de acuerdo contigo. Ya me gustaría a mí que en España se invirtiese en investigación (por poner sólo un ejemplo) la centésima parte de lo que se invierte en EEUU. Mi admiración por ese país en ese sentido no tiene límites, así como también mi envidia hacia lo segundo que comentas, el sentimiento de unidad y de formar parte de una historia común que, desgraciadamente se está perdiendo aquí cada día más, y a pasos agigantados. De hecho, incluso ese sentimiento de unidad se está transformando en vergüenza en ciertos sectores y regiones. ¿Vergüenza de ser español? Hay que ser idiota y estrecho de miras, ¿no crees? Si los EEUU se miran su propio ombligo, en fin, ¿qué decir de ciertas autonomías? Esos no es que se miren el ombligo, es que nunca han salido de él. Peor para ellos.
    Un abrazo.

  46. Messala dice:

    Bueno, bueno, bueno. Menudo pedazo reseñón. Mis más sinceras felicitaciones. No sé nada sobre la historia de Estados Unidos, pero después de leerte me ha empezado a picar la curiosidad, en especial por hacerme con este libro. Lo voy a anotar en mi ya larga lista de futuribles. Una vez más, enhorabuena y a ver para cuando la próxima.

    Un saludo.

  47. pepe dice:

    Enhorabuena por tu excelente reseña, Ascanio, y por la claridad y valentía de tus opiniones. En algún sitio he leído que parte del éxito de la rebelión de las colonias se debió a la ineptitud del primer lord del almirantazgo, John Montagu. Es conocido hoy en día porque su título de nobleza da nombre a cierto invento culinario (se dice que Montagu era aficionado a las cartas y solía pedir a su cocinero que le sirviera carne estre dos rebanadas de pan para poder seguir más tiempo en la mesa de juego). Terminada su carrera política, parece que se dedicó a promocionar la música antigua.

    La admiración hacia los americanos, de la que se ha hablado en algunos comentarios, no es cosa nueva. Cuando se suscita ese tema de discusión no puedo evitar recordar esa ácida crítica (pero también muy tierna) de la España profunda que se hace en «Bienvenido Mister Marshall».


    Los yanquis han venido, olé salero, con mil regalos,
    y a las niñas bonitas van a obsequiarlas con aeroplanos,
    con aeroplanos de chorro libre que corta el aire,
    y también rascacielos bien conservaos en frigidaire.

    Saludos.

  48. richar dice:

    Saludos rociga y bienvenido al blog.

    Creo que estamos todos bastante de acuerdo sobre el punto de vista que comentas de los yankis y su «ombliguismo», así que tampoco voy a repetir lo dicho… entre otras cosas porque si no, nuestra querida Ascanio se va a inflar como un pavo real con tanto movimiento y felicitaciones en su estreno como reseñadora :-)

    Un saludo y esperamos verte a menudo por aquí.

    Richar.

  49. David L dice:

    Felicidades Ascanio, una gran reseña que incentiva a la lectura del libro. Es un libro que he tenido en la mano, la portada ayuda visualmente a echarle un vistazo. Este puede ser el primer éxito dentro del área de marketing.

    En cuanto al tema he de reconocer que solamente tengo alguna noción básica sobre la Guerra de Independencia norteamericana, pero entre lo señalado por Ascanio, y alguna que otra aportación de los compañeros, creo poder entender que estamos ante un inicial problema fiscal-económico que deriva en político y, que acaba en una guerra revolucionaria que sirve de gemen inicial de lo que han llegado a ser los EEUU.

    Cuando se habla de nacionalismos, de patriotas oprimidos, o de colonias sujetas a una presión fiscal que creen injusta como parece el caso que muestra este libro de David M’Cullough, ¿no estamos ante una perspectiva que se sale de lo político utlizando como excusa un problema monetario?..ahí dejo la pregunta a la cual creo tener una respuesta.

    Un saludo.

  50. Germánico dice:

    Bueno, David, a ver si coincidimos: toda reclamación de tipo nacionalista, toda, viene por lo general encubierta con un asunto de alta presión fiscal (cierta o falsa). Me da la impresión de que estamos pensando en lo mismo…

    Saludos.

  51. Ascanio dice:

    Muchas gracias por las felicitaciones, Messala, Pepe y David L. Y richar, no seas aguafiestas, que Ascanio todavía puede inflarse mucho más, jejeje…
    Pero difiero un poquitín de Germánico. Si bien es cierto que toda reclamación nacionalista tiene un fondo económico/fiscal, creo que a veces no sólo se reduce a eso, sobre todo cuando dicha reclamación viene acompañada de un desprecio total y un sentimiento de vergüenza hacia un país entero. Pero en fin…creo que estamos ya saliendo por las tangentes, para variar…

  52. Germánico dice:

    No, Ascanio, yo no digo que se reduzca a eso, sino que ese es el principal argumento que su utiliza públicamente (cuando no el único). Para mí (y ojo que es sólo una opinión) con una profunda y evidente carga demagógica-populista. No en todos los casos, obviamente, pero sí en muchos. Y en la actualidad, es algo que escucho en todos los medios de comunicación para protestar contra las más diversas instituciones.

    Pero como bien dices… evitemos las tangentes.

    Saludos.

  53. cavilius dice:

    No sé si toda reclamación nacionalista viene encubierta por una cuestión de presión fiscal, pero aunque fuera así, ello no deslegitimaría ni desmerecería a dicha reclamación, seguramente. En todo caso la cuestión fiscal sería un instrumento (que puede estar bien o mal empleado, es cierto) al servicio de lo que se reclama.

    Creo yo que los sentimientos nacionalistas son legítimos todos ellos, ya que son ni más ni menos que eso: sentimientos, del verbo «sentir». Por tanto todos los nacionalismos, grandes y pequeños, políticamente normalizados y no normalizados, son tan absurdos e irracionales como cualquier otro sentimiento humano, y tan válidos cuando señalan al norte como cuando señalan al sur.

    El dinero, la política, el poder, siempre lo enturbian todo, incluso los sentimientos. Pero ello no ha de impedir que veamos lo que realmente hay en el trasfondo, que es algo tan puro, natural, legítimo y absurdo como el apego a una tierra o a una cultura. Evidentemente, si nos embarramos con conceptos como «desprecio» o «vergüenza», hay que andar con pies de plomo y no generalizar. En todas partes cuecen habas pero no todos las cuecen. No hay que matar al rebaño porque haya una oveja enferma.

    Saludos

  54. pepe dice:

    Caviluis: vale, es cierto que los sentimientos humanos son todos absurdos e irracionales, pero unos lo son más que otros. Y todos son legítimos mientras permanezan en el ámbito de lo privado. No todos son, sin embargo, igual de puros y naturales. Ahí están el sentimiento de amor a la raza, el sentimiento de amor a los paisanos o el sentimiento de amor a las propias ideas. Si uno se los guarda para sí, no pasa nada. Pero si pretende hacer política con ellos, hablamos de racismo, xenofobia y fanatismo.

    El nacionalismo, como doctrina política, resulta un poco rancia. En los peores casos ha sido la causa de varias guerras, algunas grandes, otras más pequeñas, todas horribles. En los mejores, en la práctica, es una teoría poco tolerante con la diversidad y con el pensamiento libre. Como sentimiento, insisto, es admisible. Yo no lo comparto porque amo más lo que me une a los demás que lo que me distingue de ellos.

    El dolor de alguien que ha perdido un ser querido, la alegría de un niño, la ternura o el miedo de un anciano, el llanto, la risa, me conmueven. Puedo entenderlos, hacerlos mios y emocionarme con ellos. No importa que sean palestinos, israelies, senegaleses, americanos, chinos, mejicanos o esquimales. Al lado de eso, el orgullo de hablar una lengua o de vivir en un pais es algo muy secundario.

    Un abrazo.

  55. Javi_LR dice:

    Me resulta difícil estar más de acuerdo con Pepe. Una postura humanamente irreprochable.

  56. cavilius dice:

    pepe,

    De nuevo, como ya me ha sucedido otras veces, creo que no se me ha entendido bien, o soy yo el que no entiende algunas de las cosas que dices. Vaya por delante que coincido con la idea de fondo que se deja entrever en tus palabras, si es que he sabido leer bien entre líneas.

    Sin embargo no puedo convenir en algunas cosas puntuales: dices que los sentimientos son legítimos siempre que sean privados. ¿No hemos de expresarlos entonces? ¿Hemos de ocultarlos, o anularlos, o disimularlos, como si fuéramos los personajes de Aldous Huxley en “Un mundo feliz”? ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice, nunca se ha de decir lo que se siente? Seguramente no es a eso a lo que te refieres. Probablemente usas “privado” no como lo contrario de “público”, sino como lo contrario de “político”; entonces sí coincidimos: ya dije antes que, en mi opinión, la política lo enturbia y contamina todo. Aunque creo también que los extremos que mencionas (racismo, xenofobia, fanatismo) son algo más que una contaminación de los sentimientos: son una enfermedad del alma, y ahí el sentimiento nacionalista ha desaparecido por completo, empujado por otro que desgraciadamente nace y crece con una facilidad pasmosa dentro del ser humano: el sentimiento del odio. Pero el sentimiento nacionalista no es odio, sino amor, a una tierra y una cultura (al menos tal como yo lo entiendo -y no estoy diciendo que lo comparta, sólo que lo entiendo-). De un racista sólo se puede decir que siente odio, no que siente amor.

    La única cortapisa, el único límite que tienen los sentimientos, no es la “privacidad”, ni siquiera el que se usen como arma política; el límite es el mismo que tiene todo lo que el ser humano haga, diga o piense: el respeto. Un nacionalismo que no respete al individuo, a las ideas, que no respete incluso a otro nacionalismo, sí es un sentimiento corrupto e ilegítimo. Pero el mero hecho de expresar el apego a una lengua propia, si la hubiera, o a la tierra en la que se ha nacido y crecido, ¿en qué puede perjudicar o molestar a quien no lo sienta así? Ciertamente, ha habido muchas guerras a causa de los nacionalismos, pero tú mismo lo dices: entendidos como doctrina política, no como el sentir de un pueblo. Elimina las ansias de poder, el odio, la ambición, el desprecio, elimina todo eso en el ser humano, y acabarás con las guerras; pero no las achaques a un sentimiento que, no es que sea “admisible”, como dices, es que es tan legítimo como la tristeza o la alegría. Ningún nacionalismo es mejor que otro, ni ha de prevalecer por encima de otro; cuando es así, es porque ha entrado en juego algo más que el sentir nacionalista.

    Dices también que amas más lo que te une a los demás que lo que te distingue de ellos. Esta frase (y, por favor, entiéndeme bien, no creo en absoluto que haya mala intención por tu parte al usarla) es una clase de falacia del lenguaje no formal (el lenguaje cotidiano, el coloquial) que se conoce como falacia del falso dilema. La explicaré, y espero no salirme demasiado del tema: un dilema es aquel razonamiento en el que, para llegar a una única conclusión, se plantean dos opciones exhaustivas (no es posible que haya más opciones) y excluyentes entre sí (no pueden darse ambas; o se da una, o se da la otra). Por ejemplo: si estudio me dolerá la cabeza porque se me hará pesado, y si no estudio también me dolerá, porque tendré remordimientos, así que haga lo que haga me dolerá la cabeza. Pues bien: la falacia del falso dilema consiste en plantear dos opciones que no son excluyentes o no son exhaustivas, o bien no llevan a la misma conclusión.
    En tu planteamiento das a entender que lo que te une a los demás no es la misma cosa que lo que te distingue de ellos, ya que amas más una cosa que la otra. Y sin embargo sí son la misma cosa: todo lo que nos une a algo, inevitablemente nos separa de lo que no se nos une, es decir: si yo pienso tal cosa y me uno a los que piensan lo mismo, entonces estaré separándome de los que no lo piensan, se habrá establecido una distinción entre ellos y yo; luego lo que me une también me distingue. Si amas lo que te une a los demás, estás amando también, inevitablemente, lo que de distingue de ellos. A menos que te refieras a grupos de personas diferentes; en ese caso se trataría de otra falacia del lenguaje no formal: la anfibología. Pero ya me he ido demasiado de la cuestión; simplemente quería argumentar la idea de que los nacionalismos, entendidos como ya he dicho que creo que hay que entenderlos, unen tanto como dividen, de manera inevitable. Incluso creo que la idea de unión es una causa del sentimiento nacionalista, mientras que la de distinción o división es consecuencia.

    Respecto a lo último que dices, no puedo estar más de acuerdo. El orgullo de tener una lengua, cualquier lengua, o vivir en un país, en cualquier país, es algo absolutamente secundario, amén de inútil, si lo comparamos con todo lo que mencionas. Me parece algo obvio. Pero no acabo de entender la relación entre esto y el tema de que estábamos hablando.

    Saludos, y siento la incontinencia.

    PS: Por personalizar un poco: como he dicho, el sentimiento nacionalista es algo que comprendo pero que no comparto. La verdad es que no me siento “afiliado” a ningún territorio ni a ninguna cultura en concreto. Me gusta considerarme “ciudadano del mundo afincado en Kallipolis”.

  57. Javi_LR dice:

    Cavilius:

    Tengo la impresión de que has forzado tu discurso y has retorcido el de Pepe, pero eso está bien, pues nos da la posibilidad de analizar conceptos que de otra manera sería difícil hacerlo.

    Tu primera duda acerca de la intervención de Pepe versa alrededor de la opinión de un sentimiento, y del derecho y la necesidad de cada uno a expresarlo. Bueno, como bien sabes, la opinión es el intermedio existente entre la ignorancia y la ciencia. Las hay más acertadas y menos, al igual que los sentimientos. Lo malo es que tendemos a confundir sentimiento con opinión del sentimiento y con opinión del concepto. ¿Son todas lícitas? ¿Son todas procedentes? ¿No acaba este derecho cuando un semejante se siente agredido por la misma, como tú mismo señalas? La cuestión no es que no podamos expresarnos, pues a nuestro alcance tenemos mil vías de sublimación, de catarsis (aun en estos tiempos melodramáticos) y de escape, incluso de libertad de expresión, sino que el problema estriba en qué punto empiezan a ser estas opiniones irrespetuosas para con los demás. Esto, como bien verás, está muy alejado de ser un “epsilon”. Además, tú mismo lo observas. Por supuesto, ser irrespetuoso en cuanto a lo que la común inteligencia recomienda. En este punto es bien cierto que el sentimiento nacionalista no tiene por qué ser ofensivo, aunque tiende a ser excluyente y diferencial.

    En cuanto a tu exposición del falso dilema, en mi opinión no ha sido muy acertada, y por favor, corrígeme si me equivoco. El falso dilema es algo muy cercano al maniqueísmo y tiende al discurso capcioso, en cuanto a que sólo te da una serie de opciones excluyendo otras muchas, a la manera de Descartes. Pepe tan sólo da dos, y elige en mayor medida una que otra. Entre “A” y “Z” elige “Z”, pero ni oculta la “B” ni la “C” ni la “V”, por la sencilla razón de que ha vertido una opinión personal alejada de la querencia al engaño y a la falacia. Un ejemplo más claro de este término sería: “¿está usted a favor del diálogo con ETA o está en contra del terrorismo?” Comprendo que esto está muy alejado de la frase de Pepe. A mi modo de ver, en tu explicación de la consideración falsa del enunciado de Pepe, caes en un silogismo sofista. Es más, caes en la anfibología que mencionas:

    “Si amas lo que te une a los demás, estás amando también, inevitablemente, lo que de distingue de ellos. A menos que te refieras a grupos de personas diferentes;…”

    Pepe no dice amar a ellos, a unos y a otros, ni siquiera a unos, dejando a un lado a los otros. Pepe dice amar a aquello, a las acciones, no a las personas. No veo clara la premisa por la cual si amas algo que te une y que efectivamente te distingue, a la vez te separe. Máxime cuando te están uniendo sentimientos generales; él no se une a nadie, es unido por una serie de sentimientos. Pero lo que te separa de los demás es ese amor que es la frase activa, no la acción de unir que es la pasiva. Repito: fuerzas el falso dilema, a mi parecer.

    Y pido perdón por el ladrillo y por la digresión del tema principal.

  58. cavilius dice:

    Estimado Javi_LR:

    Que nos perdone Ascanio si el tema del hilo se ha desviado un poco de su leit motiv original, pero es lo que tienen estas cosas: haces una reseña, y la gente se te sube a la parra.

    No creo haber forzado mi discurso en ningún punto, aunque es posible, claro está. En cualquier caso, no sería ésa una razón ni a favor ni en contra del contenido, sino sólo de la forma. Y sí es verdad que he retorcido el de pepe, pero cual si fuera una toalla, para escurrirlo y dejarlo secar, no como se retuerce el cuello de un pollo. Vamos, que no he tenido ninguna intención malévola o alevosa, sino clarificadora. Pero se ve que me ha ido mal, ¿no?

    Vuelvo a lo mismo: respeto. Podemos hacer, decir, pensar, opinar, sentir, lo que nos venga en gana, si lo hacemos respetuosamente. Claro está, el concepto de respeto no es universal para todo el mundo, así que hemos de aceptar lo que nos dicta el sentido común, que es la cosa mejor repartida del mundo, ya que nadie renuncia al que tiene y nadie desea el de los demás (como dice Descartes, a quien tú has hecho venir a mi memoria). Ciertamente por aquí le entra agua a mi barco, pero al mío y al de cualquiera. ¿O no?

    En cuanto al falso dilema (y repito lo que ya dije y tú corroboras: que no hay intención de engaño en el uso que pepe ha hecho de él; pero ello no evita que sea un argumento falaz): su quid consiste en tomar por exhaustivas o por mutuamente excluyentes dos premisas (dos: eso es lo que significa el término griego dílemma) que realmente no lo son, porque hay más opciones a tener en cuenta o porque no se excluyen la una a la otra sino que pueden darse al mismo tiempo. En el caso que nos ocupa sucede lo segundo, es decir: las dos opciones que se citan (y la cuestión no es que no pueda haber más, yo no he entrado en si las hay o no, sino en que, habiéndose planteado dos, se da el caso de que se ha producido un falso dilema), esas dos opciones no sólo pueden coexistir sino que son la misma y única opción. El ejemplo que propones me parece más válido para la falacia de la pregunta compleja, la que nos fuerza a responder A o B sin decirnos que también hay C, D…

    Me explico (si puedo): si yo amo lo que me une a un grupo humano (pongamos por caso: amo el ajedrez, lo que me une a los demás que también lo aman), esto que amo indefectiblemente me está distinguiendo de X (esto es, de los que no les gusta el ajedrez), por tanto, no puedo amar más lo que me une (el ajedrez) que lo que me distingue (el ajedrez otra vez), porque son la misma cosa. Es decir, que no sólo es que las dos opciones se puedan dar al mismo tiempo, sino que son la misma y única cosa.

    Nunca he querido decir que pepe se refiera a amar a las personas y no a las acciones, sino que ama lo que le une a ellas. Mi argumento es: si yo amo X (en este caso: lo que me une a los demás) más que Y (en este caso: lo que me distingue de ellos), parece que X e Y son cosas distintas y no es así: lo que me une a los demás es exactamente lo mismo que lo que me distingue de los demás. La amistad me une a los demás, pero inevitablemente me separa, me distingue de los demás (concretamente: de los que no son mis amigos). Amar la amistad es amar lo que une y separa, no puedo amarla en cuanto une y no amarla en cuanto separa. El nacionalismo me distingue de los demás (de los que no son nacionalistas como yo), pero también me une a los demás (a los que sí lo son). Solución: ser amigo de todos, tener una única nación para todos.

    De todas formas, creo que la dificultad de la cuestión estriba en lo escurridizo del concepto “los demás” ¿Quiénes son en cada caso? ¿Los que piensan como yo, los que no lo hacen así, o sencillamente cualquiera que no sea yo (por ello hablé de anfibología)?

    En fin, por mi parte dejo aquí la cuestión porque ya no estamos hablando de lo que se supone que deberíamos hablar en estas páginas.

    Mis disculpas, Ascanio.
    Pero ¿a que ha sido entretenido?

  59. Ascanio dice:

    ¿Disculpas? ¿Y lo entretenido que está este hilo?
    Seguid, seguid…

  60. cavilius dice:

    Cómo sois las mujeres…

  61. Casio dice:

    Entretenido y edificante, aunque he tenido que releer algún artículo para entenderlo del todo, no por estar mal expresado, si no por la complejidad del mismo.

  62. pepe dice:

    Caviluis: no me veo capaz de discutir sin haber comido todavía sobre premisas, inferencias, causalidades, razonamientos y teoría de la argumentación. Javi lo hizo muy bien más atras. Sólo puedo añadir que, en mi comentario, lo que me une a los demás está dicho en el sentido de lo que tengo en común con el género humano frente a lo que me distingue, que viene a ser lo que no tengo en común con el género humano. Quizá me expresé mal o quizá lleves razón y lo primero y lo último vengan a ser una misma cosa.

    Lo que escribí está sustentado por una idea un tanto pueril: si un individuo de un grupo humano A es testigo del sufrimiento de un individuo del grupo B -que es antagónico al grupo A- y, en lugar de pensar que él es de A, el otro de B, y por tanto aquello no es asunto suyo, es capaz de pensar en que el sufrimiento es algo común a ambos, entonces vamos bien. Vale, ya sé que los dos pensamientos no son excluyentes: también puede pensar en qué cenará esa noche, en si el Atlético empezará a jugar bien de una puñetera vez, en qué estarán poniendo en otra cadena o en cualquier otra cosa…

    Más arriba dices que no compartes el sentimiento nacionalista pero que lo comprendes. Eso me ha gustado porque yo también suelo a veces adoptar puntos de vista que no comparto con el fin de promover una buena discusión (es muy aburrido cuando todo el mundo está de acuerdo) o, simplemente, como dice mi mujer, con el fin de llevar la contraria. Es algo que nos une y, al mismo tiempo, que nos separa de otros -si he entendido bien tu teoría-. Esta tarde nos reunimos algunos hislibreños. No sabes cuánto siento los kilómetros que nos separan y que no estés hoy con nosotros para poder seguir discutiendo y poder darte un abrazo. Tendré que conformarme con enviarte uno cibernético que hago extensivo a todos los que hoy no van a estar en la cita pero les hubiera gustado estar.

  63. Melmoth dice:

    Ni sé quien tiene razón ni me importa, pero cavilius, pepe, Javi_LR, seguid por favor; por un momento me he sentido teletransportado hasta La Escuela de Atenas.

    Saludos.

  64. cavilius dice:

    pepe, en ningún momento te has expresado mal (¿quién soy yo para juzgar eso?), lo que pasa es que me pareció que tu frase era un lápiz sin punta y quise afilarlo. Te pido disculpas, porque además creo que capté, como por cierto también dije, el sentido de lo que decías, y me dediqué a analizar la forma en lugar del fondo. Creo que, en realidad, en ese punto radica lo ilógico de la lógica: en que se dedica a las formas, no al sentido en el que se emplean.

    Por otra parte, esa idea pueril de que hablas ojalá estuviera en la mente de todo el mundo. Quizá a muchos les pase lo que a mí, que se pierden en formas y no van al fondo.

    En cualquier caso, abogo por lo que dije por ahí arriba: amistad universal y nacionalismo universal. En la forma y en el fondo.

    Saludos noctámbulos, y un abrazo cibernético para ti también.

  65. George dice:

    Hola a todos
    Entro en este hilo por invitación de Ascanio, pues participo ocasionalmente en el de grandes batallas de RBA y allí dije, casi de pasada que tengo un casi total desconocimiento de le Guerra de Independencia Norteamericana excepto del año 1776.
    Fuera de todo propósito político y a pesar de mi poca simpatía a los americanos (lo único que admiro de ellos es que se sientes orgullosos de lo poco que tienen y son capaces de dar de ello una inmensa publicidad) me interesa este hecho como historia bélica y por ello he comprado este libro, del cual a pesar de su elevado precio no me arrepiento de heberlo hecho:
    Es un libro escrito con pasión pero sin excesivo partidismo (lo cual es raro, me esperaba casi un panfleto de propaganda). Describe los hechos de una forma muy amena y se lee casi como una novela describiéndonos no solo los grandes hechos «miticos» si no las vivencias de gente común: desde luego no es un novela por el rigor con que describe los hechos pero casi se lee como tal.
    Unicamente tiene para mi dos defectos: uno de ellos es que sería imprescindible algún mapa mas, con los que hay al ser de época es muy difícil seguir los movimientos, cosa que para mi es imprescindible cuando leo este tipo de libros (para uno de Nueva York no creo que hubiera problema, pero para mi sí ya que desconozco aún mas la geografía que la historia americana).
    El segundo fallo (si se le puede nombrar así) es que se limita a una época demasiado limitada en el tiempo y cuando llegas al final del libro te quedas con la miel en los labios: debería continuar hasta el final de la guerra y ya que eso no es posible sería de agradecer un epílogo en el que al menos de forma general describiera el desarrollo siguiente de la guerra: es como si te pones a ver una película y te la cortan a la mitad.
    Sin embargo creo que a pesar de su precio es un libro muy recomendable de leer, tanto por los hechos históricos que narra como por la forma de hacerlo y todo ello, sorprendentemente, sin caer en las típicas americanadas.

  66. Ascanio dice:

    Gracias George, por aceptar mi invitación (richar, perdóname esta licencia…).
    Veo que tus comentarios son muy parecidos a los míos: la escasez de mapas, fundamentalmente, y la ausencia de comentarios sobre otros períodos aparte del que narra el libro. En mi caso, echo más en falta alguna referencia sobre los hechos previos a 1776 que sobre los que le siguieron. Y es que bastante ladrillo es ya el librito como para haberle añadido los años siguientes…
    Bueno, a lo mejor tenemos suerte y el autor nos sorprende con más libros de los años posteriores.
    Y ahora, una curiosidad. Además del libro que ha comentado Uro en el hilo de Grandes Batallas (creo) sobre la Revolución americana (Ed. Mondadori, y que me regaló el pitufo hace unos meses) he encontrado una curiosidad en una librería de viejo. Se titula Los Estados Unidos y su Presidente, de J. M. Massip, del año 1952 y de Ediciones Destino. ¿Alquien tiene alguna referencia de este autor?

  67. Para los interesados en este libro, la época de la independencia norteamericana y sus egregios protagonistas recomiendo la serie de tv, recién salida en dvd en España: «John Adams», que como ya se ha escrito previamente, es una biografía del mismo David McCullough. Personaje delicioso el de este escritor como se puede constatar por la entrevista con él, incluida en uno de los «especiales» de la citada serie.
    Saludos cordiales.

  68. Ascanio dice:

    Gracias, Mariano, por el aviso. Esa serie la tenía en el punto de mira desde hace tiempo, y estaba esperando su salida en DVD. Habrá que echarle el guante, porque visto como está el patio televisivo, hay que alimentarse de series buenas en DVD para poder usar el aparato de TV y que no se oxide ante la ausencia de una programación decente.
    Un saludo.

  69. Ascanio dice:

    Vuelvo a entrar en esta mi querida primera reseña para comentar que ya me he comprado la serie John Adams. Son 7 capítulos (me he visto los dos primeros) y tengo que decir que estoy disfrutando muchísimo. Ay, Dios, qué alegría es encontrar de vez en cuando series de calidad (ésta está producida por Tom Hanks, por cierto).
    Y barriendo para casa diré que, a los interesados en ver la serie, les encantaría (y les pondría en antecedentes) la lectura de 1776 que, como ya dijo Mariano un poco más arriba, es del mismo autor (premio Pulitzer, por cierto) en el que está basada la serie de John Adams. Su biografía no sé cómo estará, pero supongo que, si está a la altura de 1776, será magnífica. Lástima que no se encuentre editada en España.

  70. Antonio dice:

    Buenas noches:

    Gracias a Ascanio me interesó es libro. Ya lo hubiera leído si no fuera por el retraso en las lecturas pendientes. Esto no tiene remedio, ¿verdad?

    El precio también desanima, pero en esta obra menos.

    Agradecidamente.

  71. Ascanio dice:

    Hola, Antonio. Efectivamente, el retraso en las lecturas pendientes y la pila de libros que crece y crece sin parar son males endémicos de los hislibreños.
    Es cierto que no es un libro barato; sin embargo, es frecuente ver algunos ejemplares de Belaqva de oferta en sitios como Carrefour. Es cuestión de estar atento y mirar de vez en cuando. De hecho, gracias a Juanrio, yo tengo un libro estupendo de esta editorial (que costaba más de 30 euros) y que conseguí por el módico precio de 6 euretes.
    Bueno, es todavía mejor: me salió gratis, porque todavía no se lo he pagado… Un chollazo, vamos.
    De todas maneras, 1776 vale lo que cuesta. Aunque la calidad del papel podría haberse mejorado. Es por meter un poco el dedo en el ojo, para variar.

  72. juanrio dice:

    ejem….la verdad es que el de 1776 sólo se encuentra de segunda mano, y no barato precisamente….A lo mejor algún día lo pido en préstamo….

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