PRESENTACIÓN DE ÁNGELES CUSTODIOS, DE ALMUDENA ARTEAGA – HEA

PRESENTACIÓN DE ÁNGELES CUSTODIOS, DE ALMUDENA ARTEAGA - HEAEl pasado día 17 se presentó en Madrid la novela histórica de Almudena de Arteaga «Ángeles custodios». Con tal motivo, su editora Ediciones B organizó una comida de prensa a la que tuvo la gentileza de invitar a Hislibris. Así, haciendo uso de este don ubicuo y omnipresente que le va caracterizando, Hislibris Estuvo Allí.

El almuerzo se llevó a cabo en un acreditado restaurante que puso a disposición un saloncito privado y recoleto, casi íntimo, pero con holgado acomodo para los dieciocho comensales que integrábamos la selecta concurrencia (la propia autora, tres miembros de la editorial y catorce representantes de la prensa cultural, dos de cuyos puestos estaban reservados para los enviados de Hislibris). La mesa única de proporción cuadrada propiciaba la conversación participativa de quienes la circundaban. En ese clima de invitación al diálogo se desarrolló la gastronómica asamblea.

A los entrantes, Almudena de Arteaga nos expuso las motivaciones que la han llevado a la concepción de esta nueva obra literaria: negativas, las unas, por lo saturada que manifestó sentirse de tanta inmersión en el medievo como le había supuesto la investigación y escritura de gran parte de sus anteriores novelas históricas, tales como El marqués de Santillana, María de Molina, La Beltraneja, La princesa de Éboli (reseñada aquí) y Catalina de Aragón, entre otras, lo que le impulsó a quebrar el mantenido rumbo y recalar en los albores del siglo XIX en las colonias españolas de América y Oceanía; positivas, las más, por lo sugerente y atractivo del argumento que en esta ocasión aborda y que llegó a fascinarla, a saber: la expedición filantrópica que, costeada por el erario de Carlos IV y dirigida por el médico alicantino Francisco Javier Balmis, partió de La Coruña el año 1803 recorriendo durante once años diversos países sudamericanos, las Islas Filipinas y hasta la misma China. El objeto de la expedición no era otro que llevar la vacuna contra la viruela a aquellos alejados territorios siendo portadores de la misma 22 niños que, a falta de otro modo de transporte, la franquearon inoculada en sus infantiles organismos (para saber más, leer el libro).

El desarrollo de la pausada comida, los postres y cafés que le sirvieron de colofón y la consiguiente sobremesa dieron para una distendida tertulia que, sin apartarse demasiado del tema central que nos había convocado allí, permitió abordar otros aspectos literarios y de variada índole. Almudena de Arteaga se mostró en todo caso receptiva a nuestras preguntas y a nuestra curiosidad que satisfizo con franca amabilidad.

     

12 comentarios en “PRESENTACIÓN DE ÁNGELES CUSTODIOS, DE ALMUDENA ARTEAGA – HEA

  1. Balbo dice:

    H.E.A y su don de la ubicuidad. Magnifica y directa reseña. Me dan ganas de leer el libro pero ya… ahora mismo. Felicidades por el articulo a ambos representantes de Hislibris, gente maja donde las haya. Enhorabuena.

  2. Megalos dice:

    Saludos a todos de uno nuevo. Acabo de leerme el libro «Ángeles Custodios» de Almudena de Arteaga -me ha durado un día-, y la verdad es que he terminado con un sabor agridulce. No había leído obras de Arteaga anteriormente, y de hecho elegí este por la época que trata y la temática: la expedición filantrópica de la vacuna del doctor Balmis, que dio la vuelta al mundo de 1803 a 1806 en la que fue la primera campaña médica a escala mundial de la historia de la humanidad. Algo digno de ejemplo que culminaba el trabajo de las expediciones científicas españolas el siglo XVIII y la «Expedición Malaspina» de unos años antes.

    Una historia con un veterano médico eminente, otro más joven como su mano derecha, un capitán de barco que no completa el viaje, una mujer, unos niños y una misión al servicio de la Corona en la que darán la vuelta al mundo en favor de la Humanidad con mayúscula. Un escritor anglosajón hubiera escrito una obra épica donde unos personajes decididos y heroicos que cumplen la misión superando toda adversidad, mientras a la vez compiten como caballeros por el amor de la dama que tampoco se queda atrás en ningún aspecto. Pero esta novela no es así. Los autores anglosajones tienen que inventarse héroes modélicos y los lectores compran sus historias, mientras nosotros los tenemos condenados al olvido y cuando se les trata se les impone una sordidez que acaba con cualquier ejemplaridad.

    Por no hablar de la tópica imagen negra de España negando su normalidad en el contexto europeo del momento: la esclavitud seguía siendo normal en la época, y no un residuo español como dice la autora, ya que siguió siendo legal en todo el mundo hasta mediados del siglo XIX. Igual que una mujer respetable podía ir a una botillería igual que a una cafetería o una chocolatería, pero donde no entraría sería en una taberna que era un tipo diferente de local que sí solía ser masculino y bastante sórdido.

    Bueno, no añadiré más a la espera de vuestra crítica.

  3. Megalos dice:

    Hola, soy yo de nuevo. Igual cogí el teclado demasiado en caliente, después de un día entero conviviendo con Isabel, José, Balmís… Supongo que es el estilo de Arteaga, más de relaciones personales y algún defectillo histórico es aceptable -lo mío es un poco extremo, lo sé-. El libro se lee bien, no hay duda, y siempre es una manera de dar a conocer un hecho poco conocido que merece ser celebrado y no olvidado. De cualquier forma aconsejo su lectura, que conste. Saludos y espero no haber enfadado a nadie, que partidarios de Arteaga hay unos cuantos. Saludos y hasta la próxima.

  4. Napoleon dice:

    Dilo claramente Megalos, que no te presionen, lo he comprado y ya me arrepiento de haberlo hecho, menudo panfleto. Lastima de no haber buscado nada con mas rigor histórico. Es un cuento y nada más, a mayor gloria del bolsillo de la aristócrata que lo escribió. Tirar el dinero.

    Atentos pollos:
    Casa del Infantado Cuando en 1932 se censaron los bienes agrícolas de los Grandes de España, la Casa del Infantado era todavía la novena propietaria del país con 17.171 hectáreas. (Wikipedia)

    ¿Filantopia monarquica?, nuestros chicos llevaron alegremente la viruela al nuevo Mundo, lo quiera Dios que fuese accidentalmente, inconscientemente, aunque recordemos como era una táctica militar comun durante toda la antiguedad el catapultar los cadaveres putrefactos por encima de las murallas de ciudades sitiadas para propagar enfermedades. Las fuentes históricas parecen indicar que fue accidental, esperemos que así sea pues a millones debió morir la población.

    ¿Filantropia monárquica?, durante 300 años nuestros galeones cargaron todos los metales preciosos que se pudieron obtener de las minas americanas a mayor gloria de nuestros milikos, los prestamistas europeos, los constructores militares y una orgia de nobles y leguleyos que se fundieron la plata en guerras, fiestorros, sobornos al vaticano y palacetes que salpican la geografia europea. El populacho basicamente no vio un duro y de nada le aprovechó, pues siguio tan analfabeto y servil como siempre como lo atestigua nuestra situación actual.

    Pues eso, saludos REPUBLICANOS.

  5. Megalos dice:

    Hola Napoleón. El trabajo de cualquier escritor, guste o no y sea quien sea, no puede ser menospreciado. Mi opinión es que el tema merece ser tratado de otra manera.

    En cuanto a la presencia española en América, la propagación de enfermedades infecciosas empezó a conocerse entre finales del siglo XVI y principios del XVII, así que la propagación deliberada a gran escala no era posible y lo máximo que se podía hacer era lanzar cosas vía catapulta a lugares aislados como poblaciones asediadas. Nada más. No fue hasta el siglo XVIII cuando se empezó a utilizar como arma, por los británicos en Norteamérica, repartiendo mantas infectadas de viruela entre los indígenas. Por cierto, que en la América española buena parte de la población es de origen nativo, mientras en la anglosajona casi han sido exterminados. O sin el casi, y encima hacen películas glorificando el genocidio: ¿por qué ese ensañamiento con los españoles?

    Además la pérdida de la población indígena era antieconómica para el modelo español, donde el conquistador no aspiraba a ser campesino sino señor de vasallos: si los vasallos mueren de qué sirve tener la tierra que no puedes cultivar. Además estaban las «Leyes de Indias» ya desde los Reyes Católicos, que por ejemplo hicieron volver a Colón de su segundo viaje encadenado por esclavizar indígenas. Por estas leyes los nativos eran súbditos de la Corona como los peninsulares, y las «encomiendas» eran la aplicación en América del modelo económico feudal europeo que era la norma en la época con todos sus excesos.

    Por otro lado estaba la pacificación del territorio sin más «guerras de las flores» a la caza de víctimas para los sacrificios humanos de los aztecas, por ejemplo, así como el desarrollo urbano, comercial y económico del territorio también según modelos europeos que era lo que había en el momento. Y evidentemente, como han hecho todas las hegemonías de la historia, se utilizaron los recursos de todos los territorios de la Corona para mantener una política internacional enormemente costosa: España, la península, aportó dinero y también hombres hasta quedar desangrada. Es el precio de la grandeza, y por ahí han pasado todos. Que se lo digan a la Francia de Napoleón, que quedó empobrecida y diezmada tras apenas veinticinco años de Revolución e Imperio.

    Por otro lado el comienzo del dominio español se basó en la atracción de la aristocracia indígena, que ya era de tipo feudal en los pueblos desarrollados como el azteca o el inca, promocionando los matrimonios mixtos. Así aparece el «inca Garcilaso», hijo de un conquistador y de una aristócrata indígena, escritor de la primera historia de los incas y oficial de los tercios españoles en Europa. Eso era implanteable en casi cualquier país europeo, y este mestizaje uno de los argumentos principales de la propaganda antiespañola de la época.

    A partir de todo esto puede verse que habían razones, humanitarias y económicas, para que la Corona financiara expediciones científicas como en 1535 la de Suárez en Perú enviado por Felipe II. Más aún en el ilustrado siglo XVIII y su colofón en la «Expedición Balmís» o «Expedición filantrópica de la vacua» que unía todo lo anterior y además se hacía sin precedentes por primera vez en la Historia.

    En cuanto al tema de las aristocracias, qué país no las ha tenido. Hoy sólo han cambiado de nombre. ¿Acaso no siguen existiendo ricos y pobres? Aún nos falta mucho para alcanzar la Arcadia dorada, y ensañarse con un país silenciando los mismos defectos en los demás es abiertamente injusto y difamatorio.

    Es una opinión, claro. Saludos.

  6. Megalos dice:

    Esto me pasa por escribir de memoria: la expedición botánica de Felipe II fue dirigida por Francisco Hernández de 1571 a 1577, para la Biblioteca Lorenzana de San Lorenzo de El Escorial, y es una de las primeras expediciones científicas europeas si no es la primera de ellas.

    Gómez Suárez de la Vega es el «inca Garcilaso» (1539-1616), con una vida de novela digna de más fama. Un pequeño lío de términos, que no soy perfecto.

    Bueno, que hay que hacer las cosas bien. Empieza a ser costumbre esto de los post-data. Saludos a todos.

  7. Megalos tu crítica de 28 de marzo es totalmente acertada. Te recomendamos, a tí y a todos los que han tenido la mala idea de leer «Ángeles custodios» la lectura del último número de nuestra revista «La novela antihistórica» (http://lanovelaantihistorica.wordpress.com)
    Veréis que los especialistas estamos con los que pensáis así sobre estas novelas pseudohistóricas.
    Es verdaderamente inaceptable que en la primera década del siglo XXI se sigan colocando como «grandes novelas históricas» semejantes bodrios sobre la Historia de España, sin la más mínima veracidad, fruto, en realidad, de la incultura funcional y las retorcidas obsesiones políticas de cierta burguesía pacata -desgraciadamente muy habitual en España- llena de complejos y de mala baba que con argumentos de la índole de los que aparecen en «Ángeles custodios» han justificado desde guerras civiles hasta dictaduras. La última, muy reciente, por ejemplo, sostuvo, y jamás enmedó, esa versión sórdida de los hechos para justificar lo injustificable. Es decir, su propia existencia… ¿No os parece que va siendo hora de exigir a las editoriales una renovación de plantillas y de contenidos?, ¿o es que esto de la novela histórica es también un tema que quedó, cierto día de 1975, «atado y bien atado»?.

    Os recomendamos también que le echéis un vistazo a algunas de las publicaciones asociadas a nuestra página, «Alcolea» (enlace en el primer número de «La novela antiohistórica») y los relatos de «Chronicae Guetariae». Allí uno de nuestros colaboradores os ofrece una buena muestra del abismo que hay entre lo que se publica bajo el marchamo de «novela histórica» en España y lo que en realidad se podría publicar de estar las puertas de nuestro mundo editorial menos anquilosadas, por no decir ancladas en cierto funesto pasado que debería haber quedado enterrado y bien enterrado hace 35 años.

    1. Javi_LR dice:

      «Especialistas».

      Siempre quise conocer a uno. Norman, ¿Hay que estudiar mucho para eso? ¿Uno «nace» o «se hace»?

      Es tan emocionante.

  8. megalos dice:

    Hola, Norman Moriarty. He accedido a tu enlace y me parece interesante reclamar rigurosidad. Pero la obsesión ultramasoquista por el autoflagelo en España no es cosa de hace solo cincuenta años, sino desde ya hace dos siglos y con todos los pelajes políticos sin distinción.

    Ya el mero hecho de llamar «Guerra de la Independencia» a la invasión napoleónica de 1808 a 1814 no tiene sentido, ya que España no se independizó de nadie, sino que los pseudo historiadores liberales de la segunda mitad del siglo XIX: impusieron la imagen de la España preliberal que presentaban los independentistas antiespañoles latinoamericanos, y así cualquier tiempo pasado tenía obligación de ser peor por fuerza. Para ello se apoyaban en la extensa propaganda antiespañola después llamada «leyenda negra» que llevaban haciendo circular desde el siglo XVI todos los que se habían enfrentado a la Corona española -con los británicos y franceses a la cabeza-. Eso lo acompañaban haciendo lo opuesto que el resto de los países: hacer desaparecer y olvidar los triunfos y victorias mientras se ensañaban con los problemas y fracasos exagerándolos hasta la hipérbole. Los liberales impusieron en la segunda mitad del siglo XIX el capitalismo salvaje, con las repercusiones sociales que ya empezó a denunciar Dickens en Inglaterra poco antes o Victor Hugo y Emile Zola en Francia a finales de siglo por poner unos ejemplos poco discutibles. Por cierto que en su propia época a la guerra contra Napoleón se le llamaba «La guerra del francés» o más popularmente «la francesada».

    Claro que después el tratamiento de la Historia española no ha cambiado lo más mínimo, con cartas otorgadas, constituciones, dictaduras, democracias, conservadores, progresistas, derechas, izquierdas o lo que se ha terciado llamar en cada momento. Quizá porque un pueblo que se cree un perdedor nato que siempre ha estado gobernado por incompetentes acepta cualquier cosa y no es capaz de exigir nada. Pero si cualquier gobernante ha de competir con grandes figuras del pasado conocidas de todos que ocuparon ese mismo puesto antes que ellos quedan enseguida en evidencia.

    Pero volviendo al tema original, lo principal es que una novela histórica ha de ser también histórica y no sólo una novela. Ambas cosas no sólo no son incopatibles, sino necesarias para alcanzar la credibilidad. ¿Alguien ha oído hablar de la función social y cultural de la literatura? Pues eso. Saludos a todos y ánimo.

  9. Hola Megalos, veo que básicamente estamos de acuerdo. La descripción que haces es más o menos la que pretendemos dar en «La noevala antihistórica». Te recomiendo «No siempre lo peor es cierto» hay se sistematiza por otra historiadora, Carmen Iglesias, mucho de lo que dices en tu acertada respuesta.
    En cuanto a las preguntas de Javi LR, pues verás, para ser especialista en el campo de la Historia hace falta estudiar una carrera superior, concretamente la de Filososfía y Letras, sección Geografía e Historia -el caso de los que escribimos o colaboramos en «La novela antihistórica»-. Además suele ser conveniente obtener el doctorado en la misma materia. Ese es también el caso de algunos de los que colaboramos en «La novela antihistórica».
    Ya ves que el especialista no nace sino que se hace. No ocurre lo mismo con el novelista supuestamente histórico. El caso de Almudena de Arteaga es patente. como tiene los contactos precisos y los bienes de fortuna también precisos se dedica a emborronar papeles con su ideología «ultra» y, voila, los hace pasar por «novela histórica» y no necesita más para ser la gran dama de la novela histórica española y decirnos, como se hacía durante la dictadura franquista, que los ilustrados no son españoles sino unos miserables como Balmis que, vale, extendieron la vacuna, pero los muy perros trajeron ideas antiespañolas y, en definitiva, la invasión napoleónica y un caos que, en definitiva, tuvo que venir a arreglar aquel militar bajito de El Ferrol. Nada menos.
    ¿Qué le parecería a ella si nosotros nos ofrecrieramos a la puerta de los Juzgados como abogados?. Pues eso es lo mismo que ella hace con la Historia.
    Ya ves Javi, lo que hay que estudiar para que no te la metan doblada.

    1. Javi_LR dice:

      Vaya. Lo que aprende uno. Mil gracias, porque consideraba que para escribir uno tiene que ser escritor, no historiador. A partir de ahora me fijaré bien que no me metan gato por liebre y solo leeré dentro de este «género» a historiadores, aunque no sepan qué es una trama ni la construcción de personajes novelescos. En cuanto a la novela policíaca, también, solo leeré a policías y detectives que me presenten su hoja de expediente. Y si tienen un doctorado y un máster bajo el brazo, tanto mejor. Ídem con los temas médicos, sociológicos, políticos, filosóficos, etc. No sé qué hacía tanto analfabeto filósofo antiguamente sin la carrera de Filosofía y Letras. Pandilla de ignorantes no titulados. Anda que Herodoto, sin un mísero doctorado en historiografía…

      De hecho, ahora mismo voy a coger mis títulos de Robert Graves y Mika Waltari, que estudió Filosofía sección Teología, y los voy a tirar a la basura. Por intrusos.

  10. megalos dice:

    Saludos a todos. Paz y amor, Moriarty y Javi LR. Entre hacer Novela y hacer Historia, creo que lo principal es tomarse en serio ambas cosas. No es nada fácil y no existen atajos para conseguirlo si se busca hacer calidad. Personalmente creo que es posible hacerlo, y la prueba es que a veces la realidad histórica incluso supera a la ficción de la novela. La Historia no tiene por qué ser aburrida, y la Novela no ha de ser sólo ficción.

    Una novela permite acceder a un público que un ensayo de Historia no puede, pero a la vez la Historia bien tratada le da una solidez a la novela que la hace trascender en el tiempo. También creo que la titulación por sí sola no es la panacea, ya que una cosa es saber y otra saber transmitir y para eso en este tipo de literatura la técnica de la novela también es básica. Es el caso de Valerio Massimo Manfredi, historiador y arqueólogo que sabe escribir novelas… pero a veces no es todo lo riguroso históricamente que yo le exigiría. Por otro lado la obra de Carmen Iglesias «No siempre lo peor es cierto» que comenta Moriarty, que efectivamente tengo, es un conjunto de conferencias publicadas en forma de ensayo de un nivel magnífico pero sólo la pasión por el tema permite superar lo árido de su redacción. Realmente es complicado conseguir una buena novela histórica, como novela y como histórica.

    Mi opinión es que la novela histórica permite «poner de pie» y hacer vivir a los personajes en una época real: el personaje puede ser ficticio, pero ha de ser congruente con la época y tanto su entorno como los sucesos históricos en los que vive han de ser auténticos y rigurosos. Eso exige saber hacer guiones, desarrollar personajes, redactar… y conocer también el lenguaje y la sociedad de la época, la vida cotidiana y el mundo real histórico en el que han de «vivir» esos personajes. Todo ello hay que tomárselo en serio, y tanto para una cosa como para otra hay buena bibliografía que hay que estudiar. Si amamos la Historia hay que entender que al escribirla en forma de novela estamos «devolviéndole la vida» que tuvo en su momento.

    De todas formas como tanto la Historia como la Novela son mis dos pasiones personales, me alegra no ser el único y poder disfrutar de estos mensajes. Aunque las opiniones puedan ser diferentes, como las diferentes escuelas históricas o los estilos y escuelas literarias, creo que hay un sentimiento común.

    Saludos y ánimo.

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