LAS CONFESIONES DE NAT TURNER – William Styron

31somBcfiVL._SX341_BO1,204,203,200_Despierta para castigar a todas las gentes, no tengas piedad de los que obran pérfidamente. […] No los mates, para que mi pueblo no olvide; hazlos andar vagabundos por tu poder y abátelos, ¡oh, Señor, escudo nuestro! […] Acábalos en tu furor, acábalos y dejen de ser, y sepan que hay un Dios que domina en Jacob (Salmo 59)

Hace unos días se ha estrenado en los cines de España la película El nacimiento de una nación, pero no la de D. W. Griffith, sino la de Nate Parker, en la que nos narra la fallida insurrección de esclavos negros capitaneados por el mesiánico Nathaniel “Nat” Turner en 1831. Yo todavía no la he visto, aunque tengo intención de acudir a echarle un vistazo en breve, y no sé si será buena o mala pero lo más importante que nos puede aportar este film es que nos trae a los espectadores españoles una de esas historias perdidas, pequeñas o empequeñecidas por el paso del tiempo, que vale la pena conocer. Como mucho tenemos constancia de ella porque aparece en alguna nota a pie de página en libros sobre la historia de la esclavitud en Norteamérica, o sobre la Guerra de Secesión (que tampoco hay muchos, también hay que decirlo) y es por eso por lo que me alegré mucho hace unos días cuando visitando una biblioteca me encontré, por pura casualidad, con un libro titulado Las confesiones de Nat Turner, escrito por William Styron en 1967, y que al año siguiente fue Premio Pulitzer.

La obra de Styron se asienta sobre las confesiones, o pequeño folleto, que escribió el propio Nat Turner antes de ser ejecutado en la ciudad de Jerusalem (Virginia) en 1831 (siento el spoiler). En él nos habla sobre la rebelión de esclavos que se produjo en el condado de Southampton ese mismo año y en el que durante tres días y tres noches un total de 50 o 60 esclavos arrasaron las haciendas de los alrededores y acabaron con la vida de 55 personas blancas. Según el abogado que defendió a Nat en el “supuesto” juicio, un tal Thomas Ruffin Gray, Nat y sus allegados solo querían robar y escapar, y que durante los escarceos estos principios iniciales se les fueron de las manos en una orgia de fuego y sangre, pero fue el propio Turner quien en el alegato final declaró que eso no era cierto y que lo verdaderamente los llevó a rebelarse contra sus amos fue esencialmente una llamada divina, una orden directa de Dios:  “Un día, en el campo, oí un ruido en el cielo, y el Espíritu se me apareció y me dijo… que yo debía luchar contra la Serpiente y que se aproximaba el día en que los últimos serían los primeros”.

Ahora nos hemos de preguntar ¿quién era Nathaniel Turner (1800 – 1831)? Según parece, gracias a los pocos datos que existen sobre esta rebelión, y al fabuloso trabajo de documentación que hizo el autor, Nat ya era durante su infancia todo un portento de inteligencia. Hemos de olvidarnos de la figura del esclavo embrutecido a base de latigazos desde su nacimiento, pues nuestro protagonista no solo llegó a aprender a leer por su cuenta, sino que fue todo un esclavo ilustrado, un esclavo domestico, que no paraba de leer todo lo que caía en su mano. Sobre todo la Biblia. Y de las lecturas que hizo de las Santas Escrituras hizo un símil muy curioso: que su condición de esclavo era la misma que habían sufrido los israelitas a manos de los egipcios y que llegaría el día en que los liberaría de la opresión del hombre blanco. A ello contribuyó además que cerca del condado donde moraba se encontraba la ciudad de Jerusalem, de fuertes resonancias bíblicas, y que no sería hasta que tomara dicha ciudad cuando todos los negros serían libres. Tal era su ascendente religioso sobre los esclavos que muchos le llamaban “El Profeta”, y tanta era su sumisión entre los suyos que incluso era llevado ante sus amos a las horas de comer y cenar para que, de pie, les bendijera la mesa.

A través de la vida de Nat Turner, Styron nos permite ver cómo era la vida de los esclavos en las plantaciones de Virginia, cuál era su condición y las penalidades que sufrían por parte de amos y capataces brutales. No solo eran tratados como puros animales obligándolos a trabajar hasta 18 horas al día, sino que eran meros muebles y cosas con los que se traficaba y jugaba. Pero no solo nos habla de atrocidades sin límites sino que también vemos como se interrelacionaban las personas blancas (ya fueran buenas o malas) con los negros, o sus lazos de unión dentro de una plantación. Es decir, el día a día en el infierno. Nat  en cambio, en un principio, fue un esclavo afortunado pues desde su aceptación como esclavo doméstico (aquella condición que tanto despreciada Malcom X) podía estar más tranquilo y con menos peligro de sufrir los castigos corporales de los capataces. Era en sí el negro de confiaba del amo. Tanta tenía que, dándose cuenta de lo inteligente que era llegó a prometerle que cuando pasaran 25 años lo liberaría. Acuerdo que no pudo cumplir tiempo después debido a una crisis económica que sufrió la  plantación. Y ya fuera por esto, o por las condiciones que sufrían sus hermanos esclavos, Nat no aguantó más y supo que debía  alzarse frente al opresor.

Hemos de recordar que Nat Turner se creía un visionario, un instrumento de Dios, un iluminado que iba a liberar a su pueblo. Así pues cuando el 13 de Agosto de 1831 observó en el cielo un eclipse solar supo que la hora de la venganza había llegado. Días después, el 21, con unos pocos esclavos, a los que fueron sumándose poco a poco más unos cuantos más, fue de casa en casa asesinando a los amos blancos y sus familias portando cuchillos y otras armas afiladas para no llamar la atención. En aquellos momentos de sangre debió sentirse como el Ángel de la Muerte que acaba en el Éxodo con los primogénitos de Egipto. A nadie se le perdonó la vida pues sabían que era la hora de ajustar cuentas. Ninguna suplica de piedad aplacó la furia desatada. Aun así la rebelión no duró más de cuarenta y ocho horas ya que en cuanto actuó la milicia local ésta se diluyó como lagrimas en la lluvia. El día 30 un aparcero blanco descubrió a Turner morando en un pantano, y tras denunciarlo fue capturado por las autoridades del lugar. Fue en aquellos momentos cuando escribió Las confesiones de Nat Turner. Fue llevado a Jerusalem (ironías de la vida) donde fue juzgado y ahorcado el día 5 de Noviembre. Y aunque su cuerpo, nada más ser bajado del patíbulo, fue desollado, decapitado y descuartizado para que su memoria se perdiera, ésta no se olvido por completo. Las autoridades, y los amos en particular, empezaron a darse cuenta que tal vez aquellos esclavos, aquellos enseres del hogar, aquellas máquinas que se podían exprimir hasta la muerte, no eran tan dóciles como se podía observar a primera vista. Tomaron constancia del polvorín sobre el que estaban sentados y comenzaron a sentir miedo. Un sudor frio les hizo empezar a imaginar cuchillos azulados en la oscuridad. Ante aquella situación se endurecieron las leyes sobre la esclavitud y en muchos casos se prohibió a los propios esclavos que pronunciaran su nombre, bajo pena de escribir un mapa en sus espaldas a base de latigazos. Pero aunque se les prohibió hablar de él, la gesta increíble de Nat Turner, la espita de esperanza que les había dado no se les olvidó, y es por eso que su nombre se convirtió en leyenda, y la leyenda en mito. Sabían que la pesadilla podía tener fin, y como decía el Salmo 96 que tanto gustaba a Nat: “¡Canten al Señor un canto nuevo…” Algo empezaba a cambiar.

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3 comentarios en “LAS CONFESIONES DE NAT TURNER – William Styron

  1. Antígono el Tuerto dice:

    Interesante reseña Balbo; la rebelión de Turner no es muy conocida, pero tiene ecos de la gran rebelión de esclavos que se produjo en Haití contra el poder colonial francés. La mayoría de los blancos de las Antillas temían una rebelión similar en sus territorios (rebelión que exterminó a casi todos los blancos haitianos) y que hizo que se endurecieran las condiciones de los esclavos…al menos donde se mantuvo el sistema esclavista, ya que la mayoría de las jóvenes repúblicas hispanoamericanas liberaron a los esclavos y decretaron la abolición de la trata. En esto, los americanos de habla hispana se adelantaron a los norteamericanos.

  2. Vorimir dice:

    Buena reseña Balbo y muy bien traída por el estreno de la película. :D

  3. alexander dice:

    Interesante reseña, y no solo los afroamericanos estaban en contra de la esclavitud en la década de los cincuenta del siglo xix un partidario blanco de la abolicion John Brown llevo adelante en Kansas una pequeña pero sangrienta guerra civil contra los granjeros esclavistas. Un sangriento prólogo de la guerra que se iniciaría en 1861. El tema de la esclavitud polarizó a los estadounidenses tanto como un siglo después la guerra del Vietnam.

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