LA COCINA DEL CID – Miguel Ángel Almodóvar

La cocina del CidAllá por el mes de junio acudí al acto de presentación por parte de la editorial Nowtilus del libro objeto de esta reseña. De ello di cuenta en su momento y puede verse aquí. Más tarde he leido el libro y de él he extraído en primera instancia esta insospechada conclusión: el Cid comía. El Sid de los árabes, el Señor, el Campidoctor, el vencedor de moros y cristianos -más de éstos que de aquéllos-, el Héroe, en suma, comía. Nadie lo diría observando junto al puente de San Pablo, en Burgos, su ecuestre figura, un bronce colosal de Juan Cristóbal González Quesada que representa al infanzón de Vivar con imponente arrogancia y gélida fiereza, la barba luenga e hirsuta, calado el casco oval, la capa al viento, la Tizona firmemente empuñada, espoleando a Babieca como queriendo cruzar de un salto el Arlanzón. Todo un guerrero, un caudillo, un héroe de gesta, un mito que, sin embargo, comía.

¿Y qué comía? Pues no se sabe, pero se conjetura. Y esto es, precisamente, lo que hace el autor del libro al recopilar un suculento recetario de las comidas propias de la época, de las que, sin duda, debió nutrirse el Cid. Una colección de 73 recetas medievales que pueden experimentarse en las cocinas de hoy. ¿No cabrá reputar esta práctica como anacrónica? Anacronismo sería vestir, hablar o vivir como entonces, pero ¿comer como en el siglo XI? ¿O es que la culinaria se mantiene en peremne vigencia y nunca pierde actualidad? Lo dejo así y me ofrezco a discutirlo en profundidad con cualquiera de vosotros que me invite a su mesa a un ejercicio de degustación de alguna receta cidiana.

Sucede que, abstracción hecha del recetario, lo que se puede decir sobre los yantares del Cid no da para un libro, así que el autor se ve en la necesidad de rellenar más de una página con escarceos de ambientación histórica que van desde el modelo urbano del Islam o la ciudad cristiana hasta las primeras cruzadas o los conflictos entre el Sacro Imperio y el Papado. Y es aquí donde, a mi modesto juicio, el libro hace agua. No es fácil exponer en un párrafo todo lo que entrañó la «Querella de las Investiduras», cosa que se intenta aquí y, repito que a mi entender, con poco acierto. Y es que Miguel Ángel Almodóvar, «licenciado en Ciencias Políticas y Sociales, periodista y escritor», además de divulgador gastronómico, según reza la nota biográfica de la contraportada, a quien hay que reconocer que habla con conocimiento y amenidad de verduras, carnes y pescados, no es historiador.

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32 comentarios en “LA COCINA DEL CID – Miguel Ángel Almodóvar

  1. Valeria dice:

    Anthos, esperaba que hubieras puesto en práctica alguna de las recetas y que nos describieras el resultado con la misma expresividad con la que nos hablas de la estatua ecuestre del infanzón. ¿Seguro que no lo has hecho ya? Mira que me he fijado que hablas de «suculento recetario».

    Un abrazo.

  2. Ascanio dice:

    Muchas gracias por tu reseña, Anthos, tan estupenda como siempre. Breve (lo cual se agradece en estos días de pesadas digestiones) pero no por ello menos útil, ya que vas al grano y sintetizas lo verdaderamente importante del libro: sus aciertos y sus defectos.

    Se me ocurre preguntarte: Los ingredientes que se utilizan en las recetas se encuentran con facilidad? ¿O hay que buscar lengua de serpiente, escupitajo de dragón y verruga de bruja piruja? (Y ahora veo venir a Arauxo con la escoba, diciéndo eso de: ¡¿Ya estamos con la leyenda negra de la Edad Media?!).

    Por cierto, el autor es un «tertuliano» habitual de programas de televisión en los que se habla de todo pero no se dice de nada.

    PS: considérate invitado a nuestra mesa cuando te acerques por el sur. Pero por favor, sé benevolente, que una no es precisamente una gran chef…

  3. Incitatus dice:

    Gracias Anthos, habrá que ver que tal es como recetario, ya que como libro de historia no merece la pena… Si te pones a cocinar algún plato ya nos dirás.

    Incitatus

  4. Epaminondas dice:

    Enhorabuena Anthos por la crítica. ¿Existe pues algún buen libro sobre cocina medieval europea o española?

    saludos

  5. Anthos dice:

    He de admitir que mi absoluta incompetencia en materia culinaria es proverbial entre quienes me conocen. Siento defraudar así, Valeria, tus esperanzas de que hubiera puesto en práctica alguna de las recetas cidianas, o las de Incitatus a quien no podré dar cuenta de ningún plato cocinado por mí. Esta misma confesión me sirve para justificarme ante Ascanio por la falta de información sobre los ingredientes recetados; en todo caso, no me suena que utilice brujeriles ingredientes ni esotéricas pócimas.

    ¿Que si existe algún buen libro sobre cocina medieval europea o española? Pues no lo sé, Epaminondas; ya te habrás percatado de lo circunstancial que ha sido para mí el que me haya tocado glosar esta obra. Espero tener ocasión en otro momento de reseñar algún libro sobre el que pueda hilvanar al menos cuatro palabras coherentes.

  6. Atilio dice:

    El Sid de los árabes, el Señor, el Campidoctor, el vencedor de moros y cristianos -más de éstos que de aquéllos-, el Héroe, en suma, comía.

    Muy buena la reseña, Anthos. Para el próximo encuentro hislibreño, ya sabemos lo que hay que hacer, lo que hay que yantar, en fin.

  7. Ladrón_De_Versos dice:

    He decidido abrir nuevo blog después de un año completo sin escribir apenas nada valioso y cuantioso. Si deseas pasarte entre mis letras para pasar un rato agradable aquí tienes la dirección, no te arrepentirás: http://ladrondeversos.blogspot.com/
    Aprovecho para felicitarte las navidades y un prospero año nuevo. Cuídate mucho y sé feliz. Qué los reyes magos te traigan mucha creatividad para éste largo año que se avecina. Muakss.

  8. Recetas de la cocina valenciana .
    A TODOS LOS QUE SE INTERESAREN POR LA GENUINA PAELLA
    FUNDAMENTO DE LA PAELLA VALENCIANA
    (Fragmentos)
    Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin autorización escrita del autor Juan B. Viñals Cebriá. Inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual, V.- 1-08-2007.
    Según podemos saber por medio de la documentada “Agencia Valenciana del Turisme”.-La gastronomia valenciana está basada históricamente en:- «Los diez libros de agricultura del famoso Columela, el Libro de Cocina del romano Apicio, las Etimologías de San Isidoro (siglo VIII), el Libro de Cocina Hispano- Magrebí. Traducido por Ambrosio Huici Miranda (siglo XIII), incluidos muchos párrafos metafóricos de la poesía arabito andalusí surgidos de la imaginación de Ben al Talla y Cafar Ben Hutman, entre otros literatos, además del libro Arte de Cozina del valenciano Diego Granado, cocinero de Felipe II, configuran un gigantesco antecedente cultural que de una forma directa o velada posee un fiel reflejo en muchos de los hábitos alimenticios de estas tierras». Por mi parte decir, que mis meritos, o conocimientos gastronomicos, caso de poseerlos, son debido, a los continuados consejos y a las meritorias confidencias que en la década de los años sesenta, con tanta paciencia me revelaba mi tia Maria, la hermana de mi madre, poseedora de la autentica “recepta” (receta) de la paella de la Parreta.
    ***
    La idea o FUNDAMENTO de la PAELLA VALENCIANA, tiene entre otras razones, dar ha conocer el origen de la genuina receta nacida en la loada alqueria de la Parreta, que se encontraba situada en un luminoso lugar del septentrión de extramuros de la ciudad de Valencia. Además proyecta encaminar para que este Fundamento sirva de guía y estricta observancia de cuales son las materias primas que se ajustan a la verdadera formula de la paella reina y señora de la gastronomia valenciana. Se le llama paella, no paellera, ni caldero, por que a sí lo decidieron con acierto los ricos huertanos, y los labradores valencianos; en todo caso, paellera es la mujer que cocina la paella. Como ocurrió con muchas de las recetas gastronómicas tradicionales, la paella surgió como un plato condimentado por las servidumbres para agasajar a sus señores, dueños de las acrisoladas alquerias consideradas autenticas mansiones rurales en el antiguo reino de Valencia. Los servidores o cocineros de los ricos huertanos, en las celebraciones más significativas, condimentaban «paella sense mànec», un recipiente que ahora los valencianos llamamos sencillamente paella. En principio, esta palabra designa el condimento y el recipiente; esa confusión de significado, provocó para deshacer la ambigüedad, la lógica aparición del término «paella sense mánec». Fue en ese recipiente cóncavo donde germinó la deliciosa paella de la Parreta, soberana de la gastronomia mediterránea.
    ***
    Expuestos cuales son nuestros propósitos, brevemente nos referimos aunque solo sea de pasada y para dejar constancia del anacronismo que supone el caso de las paellas llamadas mixtas, las otras, las de cuanto más, mejor, las multitudinarias, donde se preparan un sinfín de raciones, y de esas otras, las llamadas “populares” que se condimentan con unos hierros triangulares en el suelo de las calles. Antonio Vergara, siempre tan oportuno, tiene escrito algo que viene muy apropósito.- “Cocinar cualquier cosa no debe entenderse como una expresión despectiva; antes al contrario. Cocinar cualquier cosa quiere decir exactamente que los falleros le dan menos importancia al resultado de su atrevimiento culinario que al hecho social de que mucha gente coma del mismo caldero –independientemente de su bondad-, pues creen que una paella desastrosa, una fideuà ídem, un arròs amb fesols i naps, o unas chuletas a la brasa, valen en tanto en cuanto las personas se arraciman en torno a la lumbre callejera”.
    Por lo tanto todas las mencionadas irreverencias culinarias, nada tienen que ver con aquellas paellas que antaño se elaboraban con tanta solemnidad, ceremonial, y boato. Con el rigor histórico que merece tan preciado manjar, la paella valenciana nació, en principio, para solemnizar los grandes acontecimientos de índole santoral, o familiar de los señores huertanos, después de la mano de la burguesía capitalina, se integró en los círculos artísticos y culturales de Alicante, Castellón y Valencia. Por aquellos mismos tiempos los dueños de tan magnas alquerías y predios, seguían siendo en su mayoría los herederos de aquellos caballeros que formaron las mesnadas que acompañaron al rey Don Jaime I, durante la reconquista del antiguo Reino de Valencia. Esos mismos poderosos huertanos asumían plenamente el célebre consejo del ensalzado Brillat-Savarin. Siglo XVIII-XIX, el no va más del refinamiento, autor de «Fisiología del Gusto o Meditaciones de Gastronomía Trascendente»: su máxima: «Convidar a una persona es encargarse de su bienestar durante todo el tiempo que esté en nuestra casa.”
    ***
    La difusión de este tan exquisito plato entre los más exigentes del mundo de la gastronomia, lo haremos entrando con la paella condimentada con la ortodoxa receta de la Parreta, y por lo tanto nos incorporaremos con buena salud para llegar hasta el gusto y fomentar así la cultura gastronomica a través de este plato tan singular. Acompañando a la dieta mediterránea daremos a conocer en todo el mundo, el plato más universal de la Comunidad Valenciana.
    El nacimiento de tan singular condimento, lo debemos de situar en el siglo XVIII, data que nos la viene a confirmar la crónica del Doctor. Gregorio Marañón, hombre justo, humanista y liberal, considerado como uno de los más brillantes intelectuales españoles del siglo XX. Además de su erudición, destacó por su elegante estilo literario. En la década de los años cincuenta, dejaba escrito este interesante parágrafo, que sirve como veraz confirmación de la partida de nacimiento, de tan exquisito plato, ya que don Gregorio, que nunca escribía a humos de paja, nos deja constancia que la paella era la comida con que se agasajaba a la nobleza, y era por lo tanto, el rico manjar, con que eran obsequiados los más ilustres visitantes del viejo Reino de Valencia.-
    “En todas las tierras valencianas reina, con rutilante y variada gloria, la paella. Maravillosa es la valenciana. Nadie puede poner reparos a su calidad, que se mantiene sin desmayos a través de los siglos: desde los días en que un embajador de Luis XIV (1638-1715), sabio en todas las artes culinarias, moría, empero, a los tres días de desembarcar, ahíto de paella valenciana, hasta nuestros horas de hoy, en que uno de los grandes cirujanos de América me confió que por una paella como la que acababa de degustar en Valencia cambiaria todo el Museo del Prado (…)».
    Para subrayar el boato que rodeaba la elaboración de este condimento, baste recordar, que en pleno siglo dieciochesco, las paellas se condimentaban en unas artísticas cocinas recubiertas con artísticos azulejos. Otra muestra de la importancia que concedía la nobleza capitalina y la huertana a la gastronomía autóctona en esa centuria, nos lo prueban las señoriales cocinas todas éllas de una gran belleza, decoradas artísticamente con policromados azulejos procedentes de entre otros lugares de la ciudad de Alcora, donde se encuentra la Real Fábrica de Loza y Porcelana que fundó en 1727 el Conde de Aranda en esta ciudad castellonense; o bien de la no menos famosa cerámica originaria de Manises, o Paterna: azulejos fabricados diestramente con pigmentos y polvo de vidrio sobre arcilla, repletas de escenas culinarias, y ornamentos religiosos donde sus paneles representaban por lo general personajes con vestimentas de aquellos siglos. Estas vistosísimas cocinas exhibían en sus artísticos azulejos un amplio muestrario de utensilios típicos propios usados en las mismas. En el Museo Nacional de Cerámica «González Martí» (Palacio del Marqués de Dos Aguas), Valencia, en el segundo piso se ha reconstituido una de esas artísticas cocinas valencianas, igualmente se exhibe otra cocina basada del siglo XVIII valenciano, ha sido reconstruida en su totalidad en el Museo de Artes Decorativas en Madrid. En parecida cocina es donde germinó la Paella en la alqueria de la Parreta. Posteriormente en otras más modestas para condimentarla se adaptaron “els ferros” o trébedes, aro, o triángulo de hierro, que es con lo que ahora se condimentan toda clase de paellas. Más modernamente se utilizan los nuevos aparatos de gas.
    ***
    Ingredientes naturales, únicos e inalterables, arroz, aceite de oliva virgen, pollo, conejo, ferraura o judía verde ancha, garrafón, judía o tavella, tomate natural, pimentón rojo dulce molido, azafrán de hebras, agua, infusión de romero.
    PAELLA DE LA PARRETA O PAELLA VALENCIANA
    ESTRICTOS Y EXACTOS INGREDIENTES
    (Para 4 personas):
    300 gr. Arros Bomba, Senia, o Bahia.
    600 gr. de Pollo
    500 gr. de Conejo
    250 gr. de Bajoca (judía verde ancha)
    200 gr. de Garrofó (judía blanca ancha)
    100 gr. de Tavella (judía blanca)
    100 gr. de Tomate natural
    100CC.de Aceite de oliva virgen
    Azafrán hebras
    Sal
    Pimentón colorado dulce
    Agua.
    Infusión de Romero. (No coloquen tal cual la rama de romero en la paella, hace vulgar y, sus briznas desagradan al buen gourmet).
    ***
    Todo lo tendremos apunto y limpio, excepto el arroz que no se enjuaga. Aparte tendremos el agua templada con infusión de romero, sustituto natural de los caracoles. Los arroces de entre todas clases, el grano de tamaño medio es el más recomendado para la elaboración de la paella de la Parreta.
    1. -Colocaremos la paella bien estabilizada es decir que siente bien sobre las trébedes, o mecanismo de gas, esta función es fundamental para que luego quede bien distribuido el arroz y hierba de igual manera por todo el recipiente. Como medida preventiva espolvorearemos sal, por el borde exterior para evitar que se nos pueda quemar el receptáculo.
    2.-Rociaremos el aceite en frío para que este “moje” solo el centro de la paella, de esa manera se demuestra que el recipiente se encuentra bien nivelado, y que la cantidad del aceite es la debida.
    3.-Se enciende el fuego, se calienta el aceite (fuego lento), se extiende el aceite. Cuando empieza a humear, pondremos la sal, y lo removeremos con rapidez para que quede mezclados el aceite y la sal, esta operación es muy importante para que después cuando pongamos a sofreír no salpique.
    4. – Con fuego lento, pondremos en la paella la carne de pollo y conejo troceado ligeramente salados (trozos no grades), para que estas absorban el sabor del aceite y de la sal, hasta que queden dorados (procurando comenzar por la parte de la piel), las carnes estarán siempre a la vista pero nunca secas. La carne es uno de los alimentos que le da el sabor, pero quien después proporciona las delicias al paladar son el arroz y las verduras.
    5. -Si cuando sofreímos las carnes las llamas del fuego nos parecen excesivas rebajaremos la intensidad del fuego (Podemos espolvorear con sal los espacios libres del fondo de la paella. La importancia de que toda la carne esté convenientemente dorada, dependerá mucho en el sabor final tanto de los granos del arroz como las verduras.
    6. –Se aparta las carnes a los lados de la paella (con menos fuego) y en el centro se verterá todo el contenido de verduras (judías verdes anchas, el garrofó y la tabella). Se sofreirá bien las verduras dándoles vueltas constantemente (tres, a seis minutos,)
    7.-Nuevamente haremos un hueco en el centro de la paella y añadiremos el tomate natural, bien fraccionado (nada de turmix). El tomate originario de Méjico, empieza a usarse en la paella valenciana, en salsas y otras clases de aderezos en el s.XVIII. Removeremos el tomate insistentemente con la paleta para que quede bien frito y el arroz no quede después blando.
    8.- Añadiremos dos cucharadas de pimentón colorado dulce, que se revolverá (durante un minuto) para evitar que se apiñe, o que se nos pueda quemar o apelotonar, por lo cual resultaría de un gusto desagradable.
    9.-Añadiremos rápidamente agua templada hasta alcanzar el caldo próximo al borde mismo de la paella. Previamente habremos vertido la infusión de romero (Deshacemos un mito ancestral, por todas las pruebas realizadas estamos en condiciones de asegurar que toda el agua potable es buena para condimentar la paella).
    10.-Pondremos las hebras de azafrán que deben secarse, no tostarse, le dará grato color y sabor.
    11. Dejáramos hervir aproximadamente entre treinta y cinco y cuarenta y cinco minutos más o menos para que queden adsorbidos los delicados sabores por el arroz y las verduras.
    12.- Levantada la ebullición, continuar hirviendo pero a fuego lento para que continúen empapándose de todos los sabores naturales.
    13-. Cuando nuevamente hierva el agua, su medida exacta es alcanzar los remaches posteriores de las asas. Si el caldo ha bajado de los niveles recomendados, puede añadirse un poco más de agua.
    14.- Es ahora un buen momento para probar el caldo y ver si hace falta añadir sal. El caldo lo debemos de encontrar gustoso. Ligerísimamente salado, ya que el arroz durante la cocción, absorberá parte de la sal.
    15.- Mojar nuevamente (caldo), hasta los remaches de las asas del recipiente.
    16. Los arroces de entre todos los tipos, el grano de tamaño medio es el más recomendable para cocinarlo en paella valenciana. Este arroz cuece en un tiempo suficiente y apropiado para armonizar con los sabores de las materias primas sin excesos, en una justa medida. -Poner el arroz, que lo colocaremos formando un caballón que ocupará el diámetro de la paella, hemos de procurar que sobresalga el arroz ligeramente por encima del caldo; se distribuye rápidamente el arroz por todo el recipiente, terminado de realizarlo, no se volverá a remover.
    17. El mencionado caballón (saliente) es una manera sencilla de acertar la cantidad de arroz para cualquier tamaño de paella. Debemos de procurar que no queden granos de arroz sobre la carne o la verdura sin estar sumergidos en el caldo, se mantendrá de 6, a 8, minutos. El fuego en esos momentos será muy vivo, seguidamente se rebajara su intensidad hasta que el arroz lo encontremos cocido.
    18. En estos momentos el caldo quedará reducido a menos de la mitad. Como medida preventiva tendremos siempre agua a parte (templada), por si acaso nos vemos obligados añadir.
    19. El arroz nos quedará listo, entre veinte, y veinticinco minutos.
    20. El arroz no debe quedar caldoso. Si se agarra ligeramente en el fondo de la paella, se le llama “socarrat”, este arroz, según en opinión de algunos comensales es el que tiene mejor sabor (cuestión discutible). Tanto si el arroz nos parece que está casi cocido pero todavía nos queda mucho caldo, o por si al contrario el arroz continua estando duro bajaremos la intensidad del fuego y a fuego lento lo mantendremos hasta que nos quede evaporado el caldo.
    21. Si los granos de arriba, los encontráramos resecos por perder antes el agua que los recubría, los terminaremos de hacer, dejándolos reposar en lugar a ser posible húmedo.
    Nota.- En la antigüedad se retiraba del fuego la paella y se colocaba a reposo sobre el círculo del suelo arenoso cercano al pozo.
    En el Fundamento de la Paella de la Parreta, no se acepta en su elaboración el empleo de la palabra truco por posible concomitancia con engaño, pues todas las materias primas que se emplean para la elaboración de este plato serán naturales e impolutas. Por el origen de esta comida, su elaboración solo admite la consideración de arte efímero.
    Mi tía, la hermana de mi madre, la persona que conocía todos los secretos de la receta, me dijo esto para mí, tan trascendental.- “Que esta fórmula nació como todo plato regional: de la conjunción de los alimentos que proporcionaba la mencionada alqueria: Arroz, guisantes, tomates, pollos y conejos que se criaban en este predio, así como una amplia variedad de judías verdes. Para completar la suculencia de este guiso se procuraba el aceite de oliva, característico de esta hondonada mediterránea”.
    Nota.- La Parreta fue galardonada con el titulo y la medalla otorgada por el Centenario (1896-1996) de la Cámara de Comercio de Valencia.
    Disponen de mi autorización, para que puedan mostrar, comentar, etc, estos fragmentos.
    Atentamente.
    Fdo.- Juan B. Viñals Cebriá.
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  9. Epaminondas dice:

    Excelente. Por mi parte doy fe de que es la paella auténtica la que este señor describe en su receta.

    saludos

  10. Arauxo dice:

    Aunque acudo un poco tarde a la degustación, Anthos, y pese a haberme perdido ya seguramente los canapés, los entrantes y gran parte del menú, espero llegar al menos a los postres con este comentario, para poderte agradecer tan suculenta reseña… sobre una obra mal condimentada. Y es que conviene haber sido cocinero antes que fraile (o cocinera antes que fraila, que diría algún Calvo) para embarcarse en guisos y menesteres -que no en menestras- un tanto rebuscados como estos que, por muchas especies que se añadan, suelen resultar sosos. Con todo, siempre nos quedarán los caldos; porque no sé yo si los de Vivar serán buenos, pero los de las muy cercanas tierras del Duero y sus riberas…

    Un sabroso saludo.

    (PS para Epaminondas y Juan B etcétera: ¿No se os quema la paella mientras leéis la receta? ¿O es que empezáis a leerla una semana antes?)

  11. Epaminondas dice:

    ¡Hombre no!, yo la receta la sé de memoria, ahora bien, para medir el tiempo de cocción del arroz tarareo mentalmente diez veces «Paquito el Chocolatero!.

    Y cuando acabo tiro una traca por el balcón….oye, siempre queda buena…

  12. Valeria dice:

    ¿Pero las paellas no hay que hacerlas en el campo, con fuego de leña?

  13. Germánico dice:

    Yo sólo sé comérmelas. Pero que conste que soy muy agradecido.

  14. Epaminondas dice:

    A ver, a ver, si alguna vez podemos hacer una buena paella en mi alquería…

  15. pepe dice:

    Magnífica reseña, Anthos, como siempre. Ahora que Epaminondas menciona los tiempos de cocción se me ocurre preguntar cómo aparecen éstos indicados en el libro. Lo usual es medirlos en avesmarias, padrenuestros o rosarios. Recuerdo ahora una entretenida novela de Antonio Durán, La luna de nisan, en la que el protagonista prepara un «arroz con su polvo» creo que lo llamaba, en el que la forma de medir el tiempo era de otra naturaleza más prosaica.

  16. Anthos dice:

    Siento decepcionarte, Pepe, pero los tiempos de cocción, cuando las recetas los demandan, no vienen dados ni en avemarías, ni en padrenuestros, ni en rosarios, sino en horas y minutos, esta unidad de ponderación temporal a que nos tiene acostumbrados nuestra laica sociedad en detrimento de la más piadosa, cuanto menos exacta, que utilizaban nuestras abuelas.

  17. pepe dice:

    Yo hago unas patatas con sepia muy ricas, de las que no pienso dar la receta por ser yo muy celoso con todo lo mío. Ahora bien, si Epaminondas pone la alquería, me comprometo a guisarlas allí por si queda hambre después de la paella.

  18. Epaminondas dice:

    Eso está hecho Pepehillo.

  19. Clío dice:

    Pepe que callaito lo tenías, y nosotros comiendo arroces por ahí, Epaminondas, ¿dónde tienes la alquería?, digo para ir organizandolo todo, madre mia: patatas con sepia, hummm, auténtica paella valenciana hummm, y alguna recetilla de este apetitoso libro que nos reseña Anthos, hummmmmmmm (y que no se me haya ido el hambre despues de las navidades, ya es delito) y mira, me he quedado más tranquila con lo de que el Cid tambien comía….

  20. richar dice:

    Eso, eso, mucho ofrecer, ¿¿pero dónde y cuándo?? ¿o hará falta pronunciar el mítico desencadenante de «no hay huevos»?

    Venga, que los encuentros en los madriles ya están muy vistos.

    Saludos,
    Richar.

  21. Arauxo dice:

    Eso digo yo. A ver si os animáis los de provincias, hombre.

  22. Epaminondas dice:

    Hay huevos, jamón, habas y alcachofas, todo productos de la tierra.

    ¿Como coordinamos el sarao?, ¿que fechas son las mejores?, propongo mayo-junio, ¿cuantos seremos?.

    Por cierto: ¿alguién sabe hacer la paella?…

  23. Epaminondas dice:

    ¿Me matará mi mujer por meterme en estos líos?…

  24. Clío dice:

    Casi seguro…, pero le podemos llevar un regalito…

  25. Germánico dice:

    A ver… ¿Por qué no abrís un hilo en el foro para esto? Si es que hoy funciona, claro.

  26. Arauxo dice:

    ¿Pero qué mejor sitio que esta reseña para hablar de manjares y de tierras valencianas?

  27. Clío dice:

    ¡Que desagradable te pones, German, hijo! si estamos en un libro de cocina….

  28. Germánico dice:

    Jo, cómo eres… Yo lo decía por lo de la invitation de Epaminondas.

  29. richar dice:

    Estoy de acuerdo con Germánico, en cuanto arregle el foro (a saber…), recuperamos la invitación de Epaminondas y en mayo-junio estamos en tierras valencianas jartándonos a arrocito bueno. Epa.

    Saludos,
    Richar.

  30. Barsa dice:

    ¡Hola! He leído la reseña – una maravilla! Además me servirá para el trabajo que hago sobre la comida en el Cantar (por cierto, soy la estudiante de Hispánicas). Lo curioso del caso es que en el texto los únicos alimentos mencionados son el pan y el vino (aunque con frecuencia): «Comed , conde , deste pan & beued deste vino».
    Pregunta: ¿de dónde saca sr. Almodovar estas recetas medievales?

  31. Anthos dice:

    Hola, Barsa. Gracias por tu elogioso juicio sobre la reseña. En efecto, el Cantar de Mio Cid hace diversas referencias al pan y al vino y no a otros alimentos, por ejemplo:

    Martín Antolínez,
    el burgalés cumplido,
    a mio Cid y a los suyos
    abastéceles de pan y de vino…

    El pan y el vino se han tenido siempre por alimentos paradigmáticos y representativos de toda comida y bebida y en este sentido lo utiliza el Cantar. Es seguro que el Cid no se alimentaba sólo de pan y vino pero, como bien dices, no existen otras referencias a los menús que llegaban a su mesa. Lo que ha hecho el autor del libro es recopilar recetas medievales en general, en la suposición de que el Cid comería algo parecido.

    Buen provecho.

  32. paola estrada torres dice:

    esta muy bonito todo lo que yo quiero saber como puedo hacer un pato pero salir de lo comun

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