LA BATALLA QUE CONMOCIONÓ EUROPA – Peter Englund

9788499184883«Pudieron apreciar un movimiento en el muro verde que estaba delante de ellos. Las primeras filas rusas se arrodillaron. Los mosquetes se elevaron. Los soldados suecos estiraron las piernas para atravesar la maloliente niebla de pólvora. Corrieron el último tramo, derechos hacia la eternidad».

Tras una extenuante campaña y el infructuoso asedio de la ciudad fortificada de Poltava (Ucrania), lo que quedaba del otrora campante ejército sueco de Carlos XII dio cara a una poderosa hueste rusa. Corría el año de 1709, y en lo que pasó a la posteridad como la batalla de Poltava (8 de julio), se enfrentaron una delgada línea azul –el ejército sueco- y una gruesa línea verde –los rusos-, tan gruesa que hacía el efecto de un murallón. La desproporción entre ambos contingentes era abrumadora. No se produciría un segundo Agincourt, cuando una fuerza inglesa derrotó a una francesa numéricamente superior. No, esta vez el triunfo correspondió a la mayor cuantía, favorecida además por una serie de circunstancias propicias. El resultado de la batalla estaba prácticamente decidido de antemano, el mismo no podía ser otra cosa que una masacre de soldados vestidos de azul: por cada ruso fallecido hubo cinco suecos muertos. Su comandante, el general Adam Ludwig Lewenhaupt, que sobrevivió al desastre, dejó en sus memorias una elocuente caracterización: el ejército sueco, aquel aciago día, era un tropel de “pobres e inocentes corderos que acudían a la matanza”. Casi tres siglos después, el historiador Peter Englund lo sobrepuja en crudeza. Los infantes de línea suecos, apunta, «serían sacrificados en una batalla que no era suya. Serían inmolados por las aduanas del estado sueco, por las grandes fincas de los aristócratas en los países bálticos y por el aumento de los beneficios de los capitalistas del comercio. Sus vidas no valían ni su peso en agua (…)». El libro que nos convoca es el relato pormenorizado de la batalla, uno de los jalones decisivos de la denominada Gran Guerra del Norte (1700-1721), la que precipitó el ocaso de Carlos XII y de Suecia como potencia europea y que, de paso, consolidó el ascenso de la Rusia de Pedro I, llamado El Grande. 

Peter Englund (Suecia, 1953) debe su notoriedad internacional precisamente a su libro sobre la batalla de Poltava, publicado originalmente en 1988 y traducido al inglés en 1992. La versión en castellano fue precedida por la de La belleza y el dolor de la batalla (Roca Editorial, 2011). Entrando ya en materia: si algo caracteriza a La batalla que conmocionó Europa, ello es la notoria influencia de John Keegan y su obra clásica El rostro de la batalla. En buenas cuentas, esto significa que el tratamiento del asunto por Englund incorpora elementos afines al objetivo de acercarnos del modo más fidedigno posible a la experiencia del combate, de su desarrollo y sus consecuencias inmediatas. Los factores sicológicos y el contexto socio-cultural desempeñan un rol importante en la obra, en el entendido de que tales componentes se subordinan al esquema tradicional de la narrativa historiográfica militar: antecedentes, desarrollo y resultado del combate, sin olvidar lo concerniente a táctica y estrategia y los desafíos del mando militar (todo ello desde el punto de vista sueco). El relato de las operaciones militares, plasmado en un estilo tan ágil como vigoroso, es complementado por consideraciones en torno a la dinámica compleja de la batalla –comprendido el factor tecnológico- y el comportamiento y percepción de los hombres conforme progresa la misma, aspectos en los cuales el contexto histórico proporciona un marco fundamental; semejante perspectiva, que cabe calificar de inmediatista, es reforzada por variados testimonios escritos en sueco (preferentemente en forma de verso, según la moda de la época). Es sin duda esta faceta del estudio, en la que Englund se revela discípulo aventajado de John Keegan, lo que amplía el radio de interés del libro en términos de público lector.

Ejemplifica esta línea expositiva el tema de la brutalidad en la guerra, a propósito del cual el autor delinea apuntes sobre la escasa o nula disposición a tomar prisioneros y la consiguiente matanza de soldados heridos o capturados; la violencia ejercida por los oficiales sobre los hombres bajo su mando, modo usual de apremiarlos para el combate; contrario sensu, la conducta caballeresca imperante entre los oficiales de bandos contrarios, propiciada por un similar origen aristocrático y por los códigos de conducta asociados a la carrera militar. Respecto de la motivación para el combate, siguiendo a nuestro autor, no sólo contaba el apremio brutal de los oficiales, también una disciplina férreamente inculcada y una cultura de la guerra que enaltecía el honor y el coraje y en la que se percibían algunos vestigios del ideal caballeresco medieval, aunque matizado por elementos modernos. En el caso de los oficiales, el concepto de gentilhomme se combinaba con la práctica del guerrero profesional, del militar de carrera, ingredientes ambos que contribuían a inhibir el fanatismo en el campo de batalla (y en la conducción de la guerra). En otro orden de cosas, Englund destaca la forma en que modelaba la guerra el empleo de armas de fuego como las de entonces. «Los combates con armas de fuego personales –escribe el autor- estaban condicionados por el hecho de que los soldados siempre apuntaban bastante mal. (Incluso había estrategas militares que opinaban que resultaba superfluo apuntar, ya que no hacía más que demorar los disparos.) Los mosquetes no estaban fabricados para una puntería demasiado afinada: la trayectoria de la bala era muy curva y nunca se podía hablar de tiros de precisión. Las descargas coordinadas implicaban que los soldados se limitaban a actuar como soportes para sus mosquetes; en la batalla, las unidades funcionaban como una especie de ametralladora primitiva que vomitaba grandes cantidades de balas contra el enemigo de forma intermitente. No obstante, la mayoría de las balas no daban en el blanco, ya que pasaban por encima o impactaban por debajo del enemigo —el fuego de descargas podía llegar a ser un auténtico derroche de proyectiles; hay cálculos que han determinado que, por cada tiro certero, hacían falta cerca de 300 balas— aunque la dispersión aseguraba que por lo menos algunas balas daban en el blanco».

La mentada cultura de la guerra hallaba su singular expresión en aspectos como la disposición de las tropas, el uso de uniformes coloridos y llamativos, maniobras específicas de la época y el empleo de bandas militares. El conjunto de estos y otros factores afines revela tanto un sentido plástico como uno dramático de la guerra, en que reverberan las características de una sociedad rigurosamente jerarquizada y de una cultura, la del Barroco, obsesionada por las formas geométricas y por la dimensión escénica de la vida (la vida como un teatro). Englund, que en todo momento rehuye los juicios anacrónicos, ilustra esta cuestión asegurando que «todos estos colores, trajes, banderas decoradas y movimientos artísticos acompañados de música formaban parte de un embellecimiento de la guerra. La contienda adquiría dimensiones estéticas y se convertía en una obra de arte. También una persona de nuestros tiempos podría apreciar la cruel belleza del orden de batalla, lleno de colores, música y movimiento, una especie de grotesca obra de arte total. El embellecimiento brotaba de una mentalidad distinta a la nuestra, una mentalidad en la que el aspecto estético de la realidad era mucho más importante que en la época actual, más utilitarista». Naturalmente, el historiador no deja de constatar el cariz caótico y atropellado de las acciones una vez desencadenada la batalla, la cruda contraparte del ideal estético que la inspira. Más adelante, escribe lo siguiente: «La batalla había cobrado vida propia. Ya no era un juego entre dos entidades humanas, sino más bien un fenómeno natural incontrolable, un terremoto en el cual todo el mundo corría mareado de un lado a otro, tirando o empujando en una confusión ciega. Estas eran las circunstancias que ahora afectaban a los suecos. La falta de coordinación y de acciones conjuntas por parte de la caballería resultó fatal. Cuando los escuadrones galoparon hasta el interior de la nube de humo y fuego, no hubo ningún asalto masivo con hojas de acero y pezuñas, sino una serie de puñetazos aislados, dirigidos a diferentes partes del gran cuerpo verde de la bestia». (Los rusos, recordémoslo, vestían de verde.)

El mismo relato de Englund está impregnado de dramatismo, acorde con un acontecimiento que reviste la condición de desastre histórico para Suecia. Poltava puso fin a la meteórica carrera del rey Carlos XII, con un costo en vidas humanas elevadísimo: pereció alrededor de un tercio de los casi veinte mil guerreros suecos que tomaron parte en ella, sin contar las bajas sufridas por los aliados cosacos. (Cosacos los hubo de lado y lado.) La posterior retirada de los supervivientes fue también terrible, cayendo finalmente y casi en su totalidad en poder de los rusos. Muy pocos regresaron del cautiverio.

– Peter Englund, La batalla que conmocionó Europa: Poltava y el nacimiento del Imperio ruso. Roca Editorial, Madrid, 2012. 452 pp.

[tags]Peter Englund [/tags]

Compra el libro

Ayuda a mantener Hislibris comprando LA BATALLA QUE CONMOCIONÓ EUROPA – Peter Englund de Peter Englund en La Casa del Libro.

     

24 comentarios en “LA BATALLA QUE CONMOCIONÓ EUROPA – Peter Englund

  1. José Sebastián dice:

    Gran reseña Rodrigo. Emotiva entradilla «…Corrieron el último tramo, derechos hacia la eternidad» y magnífico desarrollo de tu reseña de una obra muy interesante pero que ya no puedo abarcar. Me la anoto «por si las moscas» pero la pila de pendientes no hace más que crecer y crecer.

    La descripción de la batalla con los uniformes coloridos, las bandas militares, las grnades maniobras, la infantería como «carne de cañón» y la caballería dispuesta a abrir la brecha decisiva en las defensas contrarias, me ha recordado la magnífica descripción de la batalla de Borodino – un siglo después – entre la Grande Armée y el ejército ruso – pírrica victoria que supuso el «canto del cisne» de la formidable y heterogénea fuerza napoleónica, donde también había suecos -, que efectúa magistralmente David Chandler en su mastodóntica pero imprescindible obra «Las Campañas de Napoleón».

    Posdata: Los cosacos, históricamente, siempre están en un lado y en el otro.

    Saludos y felicidades Rodrigo

  2. alexander dice:

    Rodrigo, muy buena la reseña y muy interesante el tema Carlos XII fue el primero de los invasores occidentales que tuvo la Madre Rusia, ya para aquella época Polonia-Lituania había iniciado su decadencia como potencia báltica y Pedro el Grande (el Putin de la época) haría de un pantano la hermosa San Petersburgo, desde esta guerra Rusia aparece con fuerza en la escena europea eclipsando a Suecia y Polonia-Lituania y perturbando hasta hoy el escenario geopolítico del Viejo Continente.

    Y tal y como dice José Sebastián, los cosacos históricamente han estado en ambos lados de hecho fueron leales servidores de Polonia-Lituania durante mucho tiempo, la única constante en la historia cosaca es su antipatía hacia las comunidades hebreas de Ucrania de hecho ellos fueron los autores desde hace muchos siglos de los horribles pogromos que han afectado a esa comunidad.

    Cordialmente,
    Alexander.

  3. Rodrigo dice:

    Gracias, compañeros.

    El libro lo tiene todo para cautivar a los amantes de la historia militar, pero también resulta atractivo para un público no particularmente interesado en relatos de batallas. La verdad es que si lo he disfrutado ha sido sobre todo por el enfoque asumido por el autor, notoriamente deudor del paradigma establecido por John Keegan. Pero también cuenta lo que destaca José Sebastián, el toque de emotividad y dramatismo que impone Englund. Un buen libro.

    Y sí, lo de los cosacos es todo un caso. Después de la caída de la URSS estuvo de moda entre ellos la reafirmación de la identidad por la vía del “imaginario salvaje”. Ya saben: el cosaco como pueblo eternamente libre e indócil, pueblo primigenio, cosa que suele ser un pretexto para el gamberrismo y la barbarie. Quienes más lo sufrieron fueron, por supuesto, los judíos que quedaban en Ucrania, pero también los armenios y los vecinos de confesión islámica.

  4. APV dice:

    Hace bastante tiempo ya había realizado algunos comentarios sobre ese libro.

    Aunque el relato es correcto y detallado, echó de menos algo de más desarrollo sobre la campaña previa a la batalla.

    También la sensación de que el libro se basa demasiado en fuentes suecas y en la perspectiva sueca (despliegue regimiento a regimiento) mientras que los rusos son ese muro verde; me dió incluso la sensación de pensar ¿los rusos estaban presentes?

    También la falta de citas es un detalle que no me gusta.

  5. Rodrigo dice:

    Bueno, ya digo que Englund asume el punto de vista sueco…

    ¿Falta de aparato bibliográfico? Una licencia que el hombre se ha concedido, y funciona.

    Es obvio que Englund no ha tenido intención de escribir historia académica. La piedra angular está en el enfoque inmediatista, en la aproximación a la experiencia concreta de la batalla y su contextualización cultural. Es esto lo que me ha gustado del libro, mucho más que la descripción minuciosa de los movimientos militares.

  6. ARIODANTE dice:

    Excelente reseña, Rodrigo, aunque a mí el tema militar, fuera del agua, me interesa menos…Quiero decir que prefiero un combate naval a otro terrestre (literarios, claro), si bien por lo que cuentas y los párrafos que citas, las guerras de esa época eran de lo más coloristas: pienso en Barry Lyndon, por ejemplo, o en Los duelistas…el siglo XVIII tiene una concepción especial de las guerras, plástica, como bien citas.
    Qué drama, sin embargo, para estos países que marcan la frontera de Occidente con Oriente: Polonia, Ucrania, países bálticos… frontera móvil, demasiado móvil a lo largo de la Historia. Y sufridos los habitantes de esos territorios.

  7. Richar dice:

    Saludos,

    yo por llevar a contraria a Rodrigo diré que el libro se me hizo bola y que no pude terminarlo. Demasiado detalle sobre un acontecimiento concreto, que además me sonaba a sueco…

    Venía con unas expectativas tan altas de su anterior libro sobre la IGM (uno de los pocos 5/5 que he puesto en mi vida lectora) que quizás esperaba otra cosa.

    No digo que sea malo (faltaría), pero no encajó con el tipo de lectura que me gusta, quizás menos detallista cuando se trata de un hecho puntual.

    En cualquier caso la reseña sí que me ha gustado ;)

    Un saludo,
    Richar

  8. ARIODANTE dice:

    Y no digamos la cabecera…Sandrita, ¡ahí le has dado!

  9. Rodrigo dice:

    Vale, Ario. Ciertamente, la historia de aquella región es de las más zarandeadas.

    Comprendo, Richard. Es verdad que la narración de Englund es detallista, y confieso que si su planteamiento se ciñera estrictamente al modelo tradicional, difícilmente lo hubiera terminado; no soy lo que se dice un aficionado a la historia militar… De hecho, sólo me acerqué al libro porque me lo refirieron como un trabajo influenciado por John Keegan.

  10. Rodrigo dice:

    Muy buena la cabecera, sí.

    A todo esto, acabo de recordar que hay una novela sobre el asunto, lo de Poltava y la retirada de los suecos. Los paladines de Carlos, se titula, escrita por un sueco de nombre Verner von Heidenstam. A la Academia debió hacerle gracia porque le dieron el Nobel de Literatura… La cosa es que la leí hace siglos y no me pareció tan mal, aunque tampoco me deslumbró. Hoy sólo se la encuentra en bibliotecas, me figuro.

  11. APV dice:

    «Englund no ha tenido intención de escribir historia académica.»

    Cierto, pero lo que hecho de menos es un trabajo un poco más logrado (y el tamaño del libro con papel normal bastaría).

    Las citas lo considero necesario, y respecto al enfoque inmediatista podría haber dado algo de la visión desde el otro lado de colina, porque los rusos también estaban presentes y también escribirían algo (si puede profundizar tanto en el bando sueco algo debería dar del bando ruso).

  12. Nuruialwen dice:

    Se intenta, se intenta ;) Gracias a los dos y enhorabuena una vez más por tu buen hacer, Rodrigo.

  13. Rodrigo dice:

    Muchas gracias, Nuru.

    Sí, APV, podría haberlo hecho, el considerar el bando ruso, en cuyo caso hubiese resultado un trabajo mucho más completo. Pero no es imprescindible, y no lo es precisamente por el enfoque. Tampoco necesita John Keegan hacer mucho más que privilegiar el punto de vista británico para vislumbrar el “rostro humano de la batalla”.

  14. Urogallo dice:

    Tengo el libro empezado y pendiente, y ahora si que avanza hacia la gloria que supone avanzar en la lista de pendientes.

  15. Rodrigo dice:

    Ya contarás…

  16. Iñigo dice:

    Lo he tenido en mis manos en varias ocasiones y no me he decidido nunca. Además a buen precio. A partir de ahora lo tendré que tener en cuenta, a pesar de Richar ;-)

  17. Sila dice:

    Excelente reseña.
    Muy buen libro. En mi opinión Englund pretende aportar algo diferente a lo habitual, quiere sumergir al lector en el estruendo de la batalla, en las entrañas del enfrentamiento. De su lectura saqué la conclusión de que una batalla era puro desorden y azar, a lo que luego los libros de historia pretendían dotar de lógica y estructura. Y no estoy de acuerdo con Richar, sí veo muchas semejanzas con «La belleza y el dolor de la batalla», donde llegué a la misma impresión de desorden y descontrol gracias a los testimonios directos.

  18. Rodrigo dice:

    Debiera cautivarte, Iñigo.

    “En mi opinión Englund pretende aportar algo diferente a lo habitual, quiere sumergir al lector en el estruendo de la batalla, en las entrañas del enfrentamiento (etc.)”.
    Muy de acuerdo, Sila. En cuanto al otro libro de Englund, la verdad es que estoy muy tentado de conseguirlo. Desde hace un tiempo me he aficionado mucho a la literatura de tipo testimonial.

  19. Sila dice:

    Puedes caer en la tentación porque no te defraudaría. La visión que ofrece Englund de la I Guerra Mundial en «La belleza y el dolor…» es muy interesante, y me pareció «tridimensional».

  20. Richar dice:

    Rodrigo, igual no te gusta, que a mí me encantó… ;)

    Saludos,
    Richar

  21. Rodrigo dice:

    Pues yo creo que me va a gustar…

    Ya está en “the pila”. :-)

  22. alexander dice:

    Tambien lo interesante de la reseña es que nos permite revivir las causas de la antipatía entre rusos y polacos, así como el origen del antisemitismo en la zona como las matanzas de 1648 en la rebelión cosaca de Stenka Razin, de los cosacos contra las comunidades hebreas una constante que seguiría durante la zona de asentamiento de Catalina la Grande, 1791, y que culmino con la grave masacre de Kishniev en Moldavia en 1905, perpetrada principalmente por cosacos, fieles seguidores del zar y de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

  23. yesaúl Lopekán Stepánovich dice:

    «Los infantes de línea serían sacrificados en una batalla que no era suya. Serían inmolados por las aduanas del estado, por las grandes fincas de los aristócratas y por el aumento de los beneficios de los capitalistas del comercio. Sus vidas no valían ni su peso en agua.»

    Es la historia de la guerra condensada en un párrafo.
    Las reseñas de Rodrigo son la inmersión en un baño de desconsolada pero necesaria cordura.

  24. Rodrigo dice:

    No pretendo tanto como eso, pero si así resulta, bien estará.

    Gracias, Lopekan.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Hislibris te informa de que los datos de carácter personal que nos proporciones rellenando el presente formulario serán tratados por Ediciones Evohé, S.L. como responsable de esta web. La finalidad de la recogida y tratamiento de los datos personales que te solicitamos (nombre y correo electrónico) es únicamente gestionar los comentarios que realices en este blog y jamás serán compartidos con terceros (salvo requerimiento legal). Legitimación: Al marcar la casilla de aceptación estás dando tu legítimo consentimiento para que tus datos sean tratados conforme a las finalidades de este formulario descritas en la política de privacidad. Como usuario e interesado te informamos de que los datos que nos facilitas estarán ubicados en los servidores de Factoría Digital (proveedor de hosting de Hislibris) dentro de la UE. Ver política de privacidad de Factoría Digital. Podrás ejercer tus derechos de acceso, rectificación, limitación y suprimir los datos en hislibris@hislibris.com e info@edicionesevohe.com, así como el derecho a presentar una reclamación ante una autoridad de control.