UN ESPAÑOL FRENTE AL HOLOCAUSTO – Diego Carcedo
Quien salva la vida de un hombre, salva al mundo entero (Talmud)
No solo hubo un Oskar Schindler. Gracias a Dios, no solo hubo un ángel que socorriera a los judíos frente al horror nazi, pues frente a la esvástica también se levantó otro ejército de personas buenas y caritativas que arriesgando su vida y sus profesiones optaron por salvar su conciencia por un ideal: rescatar a todos los judíos que pudieran frente al exterminio sin sentido. Éste es el caso también de muchos españoles que no se sabe por qué desgracia han caído en el olvido y que deberían tener un recuerdo muy especial en el corazón de sus compatriotas.
No lo tuvieron fácil desde sus legaciones en el extranjero, pues se encontraban entre la espada y la pared, ya que por un lado tenían a la horrible maquinaria nazi destruyendo las almas de cualquier persona que fuera distinta a ellos, y por otro estaban respaldados por un gobierno, en este caso el franquista, que simpatizaba en esos momentos con los ideales hitlerianos. No lo dudaron un momento y decidieron militar en el bando del bien luchando con sus posibilidades contra el mal absoluto, el nazismo.
Curiosamente, muchos de estos diplomáticos tuvieron como herramienta un antiguo decreto caducado que decidieron utilizar para salvar a tantos judíos como pudieran. Se trataba de un documento que otorgaba la nacionalidad española a todos los judíos que demostraran que provenían de la rama sefardí (judíos expulsados en 1492 durante el reinado de los Reyes Católicos). Este documento estaba fechado en 1924 en tiempos de Primo de Rivera y había caducado en 1930. Muchos de los diplomáticos no dudaron en utilizarlo y expendieron cientos, tanto de transito como de entrada, a miles de judíos, fueran estos de origen sefardí o no, para que pudieran huir a España.
Este es el preámbulo inicial que Diego Carcedo toma para hablarnos de la figura un tanto desconocida de Ángel Sanz Briz, quien nada más llegar a la legación de Budapest en 1943 se dio cuenta de lo que tenía que hacer y el modelo que había que seguir. Su predecesor en el cargo, Miguel Ángel de Muguiro había sido destituido por criticar abiertamente el trato que estaban soportando los judíos de Hungría por parte de sus representantes y por haber expedido más de 500 visados a las personas que se lo habían solicitado.
A principios del año 1944 el clima era poco razonable, pero en Marzo, con la llegada de las tropas alemanas se recrudeció la persecución de los judíos. Por ello Sanz Briz decidió abrir la embajada y dar alojamiento a aquellos desdichados, lo que le costó una dura pugna con Ferec Saláis, jefe del partido pronazi de la cruz Flechada, e incluso con su propio ministerio de asuntos exteriores en España. Después de un tira y afloja bastante fuerte consiguió el permiso para que se emitieran 200 visados solamente para personas de origen sefardí. Mediante una inteligencia sin igual los expidió para 200 familias completas, y mediante otro ardid consiguió «estirarlos» y hacer múltiples visados nunca superando el número permitido, es decir, el 199. Igualmente consiguió hacer otras tantas cartas de protección para 200 judíos no españoles afirmando que estaban bajo la protección de la embajada española.
El tiempo fue pasando y en Noviembre del mismo año la situación empeoró, dándose una autentica cacería al judío húngaro. Nuestro diplomático, fuertemente presionado, tuvo que hacer salir a los judíos de la embajada, pero para protegerles compró 8 casas y las auspició bajo protección diplomática. Allí pudo alojar a cientos y cientos de judíos, ayudado también en esta peligrosa misión por el cónsul suizo Carl Lutz, el cónsul sueco Wallenberg y el Nuncio papal Ángelo Rota.
Cuando las tropas rusas iban a llegar a Budapest tuvo que dejar la embajada en manos de Giorgio Perlasca, pero antes de partir consiguió liberar a otros 71 judíos que estaban a punto de morir. En total se cree que salvó el número increíble de 5200 judíos, por lo que generaciones enteras le estarán agradecidas. Tuvo otros cargos como embajador y murió con la conciencia limpia en 1981. Como es natural en 1991 fue incluido entre los «Justos entre las Naciones» por el pueblo israelí, e incluso hace poco, en 2008, fue homenajeado de manera muy sentida en la embajada de Budapest.
En verdad se ganó el nombre que le pusieron aquellos judíos que con agradecimiento le tocaban el rostro llamando «el Ángel de Budapest».
En verdad ha sido una maravilla haber tenido la oprtunidad de leer la historia de este hombre sin igual. La obra de Diego Carcedo se lee de manera amena, ya que tiene el justo equilibrio entre el ensayo histórico y la novela más emocionante. Es difícil dejar de leerla, se lo aseguro. A mí por lo menos me ha causado una gran impresión. El autor ha sabido imprimir a cada frase un sentimiento de esperanza frente al mal absoluto que hace que el lector sepa apreciar cómo la buena voluntad de una sola persona es más valiosa que cualquier tipo de ignorancia general.
Con Un español frente al Holocausto les aseguro que se emocionaran y aprenderán lo que es verdadera ley de vida.
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Muy bien que se recuerde la memoria de hombres como estos, que lo arriesgaron todo por ayudar a los demás. Y bien por Balbo por traernos esta reseña.
Gracias por la reseña Balbo. Recuerdo que pusieron en TV una película sobre él que no pude ver entera y nunca han repuesto.
Está muy bien la reseña porque nos acerca al personaje y a la época. Y muy oportuna porque, no sé donde he leído que andan preparando una película sobre su figura.
Tan solo una duda: ¿Diego Carcedo, su autor, es el periodista corresponsal de televisión en Portugal?
Una reseña muy oportuna, Balbo.
Recuerdo que se preparaba una miniserie española sobre Sanz Briz en la que el intérprete del cónsul era Francis Lorenzo y se rodaba en la propia Hungría. No me consta que se haya emitido.
Y, sí, Rosalía, Diego Carcedo es el añorado y genial corresponsal español en Portugal y otros lares. Tuve el libro en las manos este sábado – aunque no lo compré – y ví su fotografía en la solapa.
La verdad es que la obra hace buena pinta por el personaje y por el autor. Es de justicia contar estas y otras historias de héroes – la mayoría, anónimos – que se jugaron el pellejo para salvar a seres inocentes del exterminio.
Como dice el Talmud: «Quién salva una vida salva a toda la humanidad».
Entretenido libro, lástima que no se exceda en la polémicas con Giorgio Perlasca ( supongo que la pelicula a la que hace referencia Davout es la que se centra en la actuación de éste último ).
Bernd Rother lo recoge de una manera un poco rápida y sin mucho detenimiento en su obra Franco y el Holocausto, además de una valoración un poco menos positiva de dicho diplomático español.
Pd. Como apunte, hay que ver como son las editoriales epañolas, el libro de Bernd Rother en realidad se titula España y el Holocausto……curioso ¿ eh ?
Saludos !!
Hola buenas tardes. Solamente ahora me llegaron a mis manos dos de sus libros. No se si le podria interesar que mi padre, un joven viceconsul en un puerto de Espana, ariesgo su vida y carrera haciendo «pases» para un gran numero de hebreos que escapando de los horrores de sus tierras contaban con aquel ejercito de mini-heroes, y no fueron pocos, solo que solo se hablaba en familia.
YO LE CONOCI A EL A SUS HERMANOS Y HERMANA EN ZARAGOZA .INDUDABLEMENTE FUE UN HONOR