TREASURED: HOW TUTANKHAMUN SHAPED A CENTURY – Christina Riggs

Como se sabe bien, en este 2022 al que ya le queda poco se conmemora el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamón por parte de Howard Carter y su equipo, financiados por el aristócrata británico Lord Carnarvon. Muchas son y serán las publicaciones que se centra(rá)n en la biografía del personaje, su entorno familiar, la controversia religiosa de Akhenatón y el final de la XVIII Dinastía, y en los trabajos que llevaron al que quizá sea el hallazgo más famoso de la historia de la egiptología; y sobre estos temas se han reseñado libros en nuestra página. Treasured: How Tutankhamun Shaped a Century de Christina Riggs (Public Affairs, 2022; la edición británica, a cargo de Atlantic Books, se publicó en noviembre de 2021) es un libro que en cierto modo se aparta de estos temas y narra el legado del descubrimiento de la tumba. Cómo la de Tutankamón se convirtió, desde el hallazgo de su tumba y las «maravillas» que contenía, en una historia que fascinó a generaciones de apasionados por la egiptología y en especialistas de diverso tipo. La distribución en los medios de comunicación de las fotografías del sepulcro, la máscara del faraón y los objetos que albergaba la tumba, realizadas por Harry Burton, ya dieron pie a una primera imagen sobre la tumba del joven y misterioso rey egipcio. Empezaron a aparecer las primeras publicaciones académicas, pero hasta pasada la Segunda Guerra Mundial, y al margen de una primera «tutmanía» en la década de los años veinte y treinta (estimulada también por la leyenda de la «maldición de Tutankamón»), no sería cuando empezó un interés de masas por lo que rodeaba a este faraón.

El libro de Riggs, que contagia al lector con su pasión infantil y juvenil por Tutankamón, y que con el tiempo le ha llevado a convertirse en una especialista en la materia, muestra cómo paulatinamente se multiplicaron las publicaciones sobre el rey Tut, su corte, su muerte y las excavaciones para encontrar su tumba. Novelas, monografías para adultos y niños, una primera mercadotecnia con objetos de todo tipo y un interés que no decreció a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. De ahí el interés de la autora por destacar las exposiciones, a menudo itinerantes, que con objetos de la tumba se presentaron desde los primeros años sesenta; para entonces, el objetivo era recaudar fondos para ayudar a sufragar el traslado de los templos de Nubia (a destacar Abu Simbel), a causa de la construcción de la «faraónica» presa de Asuán, uno de los principales proyectos de modernización de las infraestructuras de Egipto por parte del presidente Gamal Abdel Nasser.

[Nota: recuerdo especialmente en mi primer año de carrera, hace casi treinta años, en una asignatura sobre arqueología del mundo antiguo, un documental que nos pusieron, y que debía de ser de los años ochenta, sobre el traslado del templo de Abu Simbel. No he logrado encontrarlo.]

Como nos tememos que no llegará una traducción castellana, vamos a resumir sus contenidos por si algún lector curioso quiere acercarse al original. Tras una introducción en la que la autora recuerda su pasión por la egiptología, estimulada desde niña, el libro se centra en lo que ha significado el descubrimiento de la tumba de la tumba de Tutankamón para la egiptología y los interesados en ella. Así, en el primer capítulo, se traza la biografía de Howard Carter (y una panorámica general de la egiptología) y sus trabajos hasta el descubrimiento de la tumba de Tutankamón. En el segundo capítulo, además de introducir a Harry Burton y el impacto que tuvieron sus fotografías de la tumba y los objetos hallados en ella en los medios de comunicación de la época, muestra el hallazgo de la tumba y los trabajos de Carter para vaciar la tumba (y catalogar esos miles de objetos) en la casi década siguiente. En el tercer capítulo, Riggs incide los trabajos posteriores a Carter y durante la Segunda Guerra Mundial para publicar los resultados del descubrimiento de la tumba; aparte del libro ya clásico de Carter, La tumba de Tutankamón, publicado antes del fallecimiento del arqueólogo en 1939 (¿para cuándo una edición crítica en castellano con un estudio previo a cargo de un especialista en la materia?), Riggs nos habla de trabajos posteriores, como el de Penelope Fox, Tutankhamnun’s Treasures, publicado en 1951 y que constituye un catálogo de fotografías (a partir de Harry Burton) de los tesoros de la tumba. En cierto modo, estos tres capítulos conforman una primera parte que muestra estudios sobre el faraón y los objetos que sólo podían visitarse en El Cairo. A partir de aquí se abre un segundo bloque con las “visitas internacionales” de objetos de la tumba.

El cuarto capítulo presenta la vida y los trabajos de una gran arqueóloga, Christiane Desroches Noblecourt, autora de una biografía de Tutankamón (publicada en 1963) y especialmente sus esfuerzos en el CEDAE (Centre des études et de documentation d’archéologie égyptienne) y en colaboración con la UNESCO para salvar las monumentos egipcios en Nubia, en particular los templos de Abu Simbel, que se verían inundados (y perdidos) con la construcción de la faraónica presa de Asuán por parte del Gobierno egipcio de Nasser desde 1957. Para ayudar a salvar esos templos, Desroches Noblecourt, en colaboración con el ministro de cultura egipcio Tharwat Okasha, planteó montar una exposición en Washington de algunos de los objetos de la tumba de Tutankamón, que saldrían de Egipto por primera vez desde su descubrimiento. Dicha exposición, “Tutankhamun Treasure”, inaugurada por Jacqueline Kennedy en la National Gallery of Art de Washington en noviembre de 1961, también se presentaría en Chicago y otras ciudades estadounidenses en 1962; las ventas de entradas y catálogos de la exposición ayudarían a financiar el traslado del yacimiento de Abu Simbel entre 1964 y 1968, que también contó con ayudas de diversos países europeos (España incluida, aunque la autora apenas lo menciona). Para agradecer la colaboración internacional, el Gobierno egipcio regaló algunos templos menores a esos países (de ahí el traslado del templo del Debod a Madrid); además, y con la mediación de Desroches Noblecourt, se inauguró en Francia la exposición “Tutankhamun and His Times”, inaugurada en el Petit Palais de París en febero de 1967 y que también tuvo un enorme éxito, pues contó con objetos como la máscara funeraria del faraón.

Si las primeras exposiciones con objetos de la tumba en Estados Unidos y Francia tuvieron éxito, en el quinto capítulo Riggs se centra en la organización de la exposición “Treasures of Tutankhamun”, desde finales de los años sesenta, y que fue inaugurada en el British Museum en 1972 y que durante nueves meses, y en ocasión del quincuagésimo aniversario del descubrimiento de la tumba, atrajo la visita de 1,6 millones de británicos y reunió más de 600.000 libras de la época (equivalentes a casi 7 millones de libras de 2021). Una exposición que permanece aún hoy en día como una de las más importantes con objetos procedentes de la tumba y que la reina Isabel II visitó a finales de marzo de ese año, hecho que aún favoreció más el caudal de visitantes; como escribió un reseñador pata la revista Country Life, «If Tutankhamun visited the British Museum this summer he might well think that some new temple had set up un his honour», citado en p. 209. El éxito de esta muestra permitió que, en acuerdo con el Museo Egipcio del Cairo, una nueva exposición (“Treasures of the Tomb of Tutankhamun”) se presentara en el Museo del Hermitage de Leningrado, en Moscú y en otras ciudades soviéticas entre finales de 1973 y marzo de 1975.

El capítulo sexto trata sobre la gira por siete ciudades estadounidenses, titulada “Treasures of Tutankhamun”, entre 1976 y 1979, y en ocasión del bicentenario de la independencia de los Estados Unidos de América. Como menciona la autora, en relación con estas y anteriores exposiciones, fueron también el estímulo para la publicación de diversos catálogos, novelas y libros sobre el faraón y su época, y de programas especiales de televisión, como el documental de la NBC Tut: The Boy King, emitido en junio de 1976 y que ganó un premio Peabody como mejor documental. Y todo ello en un contexto de convulsión política en un país en el que la dimisión de Nixon estaba fresca en el recuerdo y las luchas raciales marcaban la agenda del día, además de promocionar las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y el Egipto de Anwar el Sadat.

Por su parte, el séptimo capítulo pone el foco en un aspecto controvertido, ya en época de Carter: el análisis de la momia de Tutankamón, ya fuera con rayos X en la década de 1920, ya con técnicas más modernas (escáneres) en las décadas posteriores. El tratamiento del cuerpo de un faraón, de un ser humano en última instancia, generó polémica en su momento y Riggs detalla las diversas autopsias que se realizaron del cadáver del joven rey Tut en 1925. Documentales televisivos de los años setenta ofrecieron una imagen hasta cierto punto macabra del trato que se dio al cuerpo del faraón, pero también abrieron la puerta a concienciar sobre un mejor y más respetuoso manejo de las momias egipcias desde finales de la década de 1970 con tomografías axiales computarizadas (los TACs) y que también llegaron en 2004, y con patrocinio de National Geographic, a la propia momia de Tutankamón; un escaneo que tuvo derivaciones en los años siguientes, además de estudios de ADN, y que fueron “vigilados” por el mediático egiptólogo egipcio Zahi Hawass.

El octavo y último capítulo se centra en la conservación de la tumba de Tutankamón y de sus objetos en el Museo Egipcio del Cairo desde los años veinte del siglo XX y en el impacto del turismo extranjero en el país siguiendo el rastro de este y otros faraones a lo largo del siglo XX. Hawass, que se convertiría en director del Consejo Supremo de Antigüedades del país durante casi una década (2002-2011) y brevemente en Ministro de Antigüedades (que asumió el cargo anterior) durante poco más de un mes a principios de 2011, aprovechó el turismo para promocionar proyectos e incluso organizar una exposición, “Tutankhamun: The Golden Hereafter”, en museos de Basilea y Bonn en 2004 y 2005, y que sería reformulada, con copias de objetos de la tumba, en la muestra “Tutankhamun and the Golden Age of Pharaohs” que estuvo de gira en Estados Unidos durante dos años, regresó a Londres, volvió al país transatlántico y finalizó en Melbourne en 2011. En 2018 una nueva gira, “Treasures of the Golden Pharaoh”, recorrería diversas ciudades del mundo, y probablemente no será la última. Se también pone énfasis en los robos que se produjeron durante la Revolución de 2011 y que asaltaron el Museo Egipcio del Cairo a finales del mes de enero.  El libro se cierra con un epílogo que trata sobre el proyecto del nuevo Gran Museo Egipcio del Cairo, y que se espera para este 2022 (aprovechando el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamón), y en el futuro que le espera a la propia tumba del rey y la conservación de sus objetos.

Como podemos observar, estamos ante un tema muy interesante, pues también se tratan las relaciones de políticos egipcios con homónimos del Reino Unido, Francia, Estados Unidos y la Unión Soviética, pues organizar esas exposiciones se convirtió en operaciones propias de la diplomacia. Se comentan los proyectos para salvar los templos de Nubia por mediación de la UNESCO. A su vez, se mencionan los frutos de esas exposiciones, mediante catálogos y publicaciones de todo tipo, y se resiguen los pasos de exposiciones, algunos de sus principales objetos y la repercusión mediática que tuvo; muchos británicos nacidos en los años cincuenta y sesenta hoy en día recuerda las colas que hicieron durante horas para acceder a la exposición de 1972, por ejemplo. Se tratan cuestiones más específicas como las autopsias a la momia y la utilización de técnicas modernas que van de los rayos X a los TACs, y en la necesidad de tener un «respeto» por los restos de un ser humano. O cómo la pasión por Tutankamón ha ido a más en las primeras dos décadas del siglo XX con exposiciones de réplicas de objetos de la tumba del faraón y que también han tenido un éxito masivo por todo el mundo. Hoy en día, en vísperas de que se inaugure el Gran Museo Egipcio, y tras los efectos de la pandemia de coronavirus, el interés por el legado del descubrimiento de la tumba de Tutankamón sigue más vivo que nunca.

La autora, especialista en el faraón y los trabajos en la tumba –a destacar trabajos previos relacionados con las fotografías realizadas a los objetos de la misma y sobre los que se basan un par de capítulos de este libro: Tutankhamun: The Original Photographs (Rupert Wace Ancient Art/The Gower Press, 2017) y Photographing Tutankhamun: Archaeology, Ancient Egypt, and the Archive (Bloomsbury, 2019)–, también nos habla de su propia biografía: la pérdida de su padre cuando era adolescente y la pasión que ambos tuvieron por Tutankamón y la egiptología en general, sus estudios universitarios y primeras experiencias académicas, lo cual también aporta un plus de historia personal con el que muchos lectores en cierto modo se sentirán identificados. Es cierto, no obstante, que serán sobre todo lectores anglosajones quienes conocerán muchas de las publicaciones divulgativas que la autora menciona a lo largo del libro.

Estamos ante un libro específico para lectores ya avezados en la materia, pero que otros, curiosos por este tema, también podrán disfrutar: a fin de cuentas, todo lo que rodea a Tutankamón y el descubrimiento de su tumba, de Howard Carter y los trabajos en la misma durante los años veinte a la exponencial «tutmanía» de las décadas posteriores, genera un enorme interés. Hay que destacar el enfoque al legado cultural que surgió a raíz de este hallazgo: de las primeras publicaciones académicas a la organización y presentación de diversas exposiciones con objetos de la tumba en, sobre todo, las décadas de 1960 y 1970, y que requirieron de muchas filigranas diplomáticas. Cuestiones que el libro de Riggs trata con detalle, así como el perfil de figuras destacadas de  la egiptología como Carter y Christiane Desroches Noblecourt. Añadamos que el volumen pone también el foco en el trasfondo del salvamento de los templos nubios por la construcción de la gran presa de Asuán en los años cincuenta y sesenta, y cómo se movilizaron diversos países e instituciones internacionales para sufragar su traslado y conservación. Las exposiciones formaron parte de esa campaña para salvar unos templos que iban a quedar sumergidos para siempre bajos las aguas de una presa; unas exposiciones, que aunque hoy en día ya no puedan visitarse (quedan enlaces a vídeos y catálogos publicados), Riggs describe, al menos las principales, poniendo énfasis en la pasión que generaron en sus visitantes (incluida la propia autora del libro) y en la imagen que ha perdurado.

Así, pues, alicientes tiene este interesantísimo libro, que relata cómo el descubrimiento de la tumba de Tutankamón en noviembre de 1922 y la fiebre mediática despertada entonces continuaron en las décadas siguientes. No en balde, en este 2022 y con el centenario del hallazgo, seguimos aún «enganchados» a la «tutmanía».

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Christina Riggs, Treasured: How Tutankhamen Shaped a Century. Public Affairs, 2022, 432 páginas.

     

3 comentarios en “TREASURED: HOW TUTANKHAMUN SHAPED A CENTURY – Christina Riggs

  1. Farsalia dice:

    Leo por ahí que a finales de febrero de 2023 se publica una biografía de la egiptóloga francesa Christiane Desroches Noblecourt: Empress of the Nile: The Daredevil Archaeologist Who Saved Egypt’s Ancient Temples from Destruction, de Lynne Olson (Penguin Random House). Estaremos muy atentos…

  2. Garnata dice:

    Interesante reseña de un tema que, como tú bien dices, llama la atención.

    Me pregunto si la nueva película «Tutankamón: el último viaje», no se habrá inspirado de forma especial en este libro. Lo digo porque no es un guión al uso, sino un seguimiento por las diferentes exposiciones del tesoro, y una recreación del mismo. Creo que el libro es anterior a la grabación de la película.

    Pero si no fuera así… también reflexiono acerca de cómo todo lo que rodea al hallazgo y la tumba y sus tesoros es en sí como un guión de película. Es tan fascinante que no necesita una trama especial más allá de la propia historia real.

    Ya veo que este libro que reseñas toca más temas, lo que le otorga aún más interés y más valor.

    1. Farsalia dice:

      De hecho, Riggs aparece como asesora del documental, si no recuerdo mal al leer los títulos de crédito finales.

      Es un libro muy interesante sobre cómo el hallazgo de la tumba Tutankamón caló en las décadas siguientes ens cultura popular, tema que también se trata en el libro: libros (también para niños), juegos, documentales, etc., llegaron al mercado anglosajón y fascinaron a generaciones de interesados en en antiguo Egipto… incluyendo a la propia aurora.

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