SANCHO, EL MERCENARIO – Javier González Zaldumbide

La muerte de Almanzor (†1002) no significó inmediatamente el final del Califato Omeya ni del predominio musulmán, pero sí evidenció las tensiones políticas internas que condujeron a su descomposición. Entre 1009 y 1010 las revueltas y sublevaciones protagonizadas por Muhammad II al-Mahdi, con la intervención de mercenarios cristianos, iniciaron la crisis final del Califato. Aunque oficialmente no desapareciera hasta la muerte de Hixam III (1031), con anterioridad muchos territorios se independizaron por iniciativa de los gobernadores provinciales de las koras (ya administradas desde el emirato con mucha autonomía y diversidad étnica y tribal) que se denominaron taifas (palabra que en árabe significa «bando» o «facción»). Hubo taifas gobernadas por bereberes (taifa de Badajoz, taifa de Toledo, taifa de Granada) y por saqaliba o eslavos (las de Levante). Las élites burocráticas, terratenientes o de origen militar, se rodearon de séquitos armados y llegaron a formar una nueva aristocracia que, independientemente de su origen étnico real, se arabizaban o presentaban como árabes, prestigiándose sobre la mayoría de la población muladí y sobre los de origen bereber.

Es precisamente en este momento convulso de nuestra historia peninsular cuando se desarrolla la trama de la novela. Sancho, alférez de un conde castellano, se ve obligado a exiliarse a tierra de moros después de haber cometido un crimen pasional. Su intención es postularse como mercenario, pero los musulmanes lo apresan y lo enrolan dentro de la milicia eslava en condición de esclavo. Participará en diversas acciones en territorio africano. Después, ya en Córdoba, asistirá a los últimos momentos del califato cordobés, consigue huir de la ciudad acompañado de varias concubinas del califa Hissan II y al llegar a Toledo es reclutado por el conde de Carrión para mandar una tropa de mercenarios moros con la que quiere invadir el reino de León. Aquella aventura resultó un fracaso para los de Carrión, pero a Sancho no le irán mal las cosas del todo. Al final de la novela tendrá un devenir tranquilo, en compañía de su segunda esposa, como alcaide del castillo de Cuéllar.

Javier González Zaldumbide es también autor de las novelas similares como Alhamar, el renegado (Edición Personal, 2004), El señor del Carpio (Ediciones Pastor, 2008) y Tamín el aventurero (Ediciones Pastor, 2012). La novela es de ágil lectura, con  un buen ritmo narrativo. Utiliza el autor un lenguaje moderno sin pretender remedar el habla medieval. La acción transcurre de manera cronológica, es decir, no hay saltos hacia el pasado o el futuro, contándose en tercera persona por un narrador impersonal. Las peripecias del protagonista se hilvanan con los hechos históricos. Interesante, en mi opinión, el periplo africano. Desconocía las rebeliones en el norte de África que narra el libro. El autor sabe mantener la tensión narrativa a base de crear situaciones: el crimen inicial, la esclavitud,  las guerras africanas, la inestable situación política de Córdoba, la arriesgada huida de la capital, etc. Sancho es el único protagonista y héroe de la novela. El resto de personajes son secundarios, aparecen y desaparecen de la trama al igual que lo hacen de la vida de Sancho. Este me recuerda en cierto modo al Cid Campeador, por compartir el oficio de guerrero, por tener una cierta cultura, por la capacidad organizativa que muestra y el trato correcto que adopta en general con las personas (a pesar de ser un asesino); en un momento determinado se convierte en valedor de mujeres cual caballero andante. Estas, las mujeres, apenas tienen cabida en un obra donde predominan las batallas. Se limitan a acompañar al protagonista durante determinadas partes de la novela (en cierto momento hasta se lo disputan).

Apuntar que, desafortunadamente, al libro le falta un repaso estilístico de los puntos y las comas, algunas repeticiones innecesarias, y alguna errata traidora de las que pululan por doquier. Para mi gusto los márgenes son estrechos, aunque agradezco la letra grande, uno tiene ya una edad. No hay notas a pie de página, ni al final de la obra; no las he echado en falta, el libro se deja leer bien sin ellas. Sí que le faltaría, en mi opinión, un pequeño prólogo y una nota con agradecimientos, una lista de personajes (históricos o inventados) y algún mapa, todo ello con el propósito de realzar el contenido de la novela. Pero la impresión global es que es una novela de aventuras correcta formalmente y entretenida, que trata sobre una época interesante y que, yo creo, está poco tratada en la novela histórica. Espero que la disfruten si se deciden a leerla.

 

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Javier González Zaldumbide, Sancho, el mercenario. Madrid, Ediciones Pastor, 2023, 420 páginas.

     

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