PRESENTACIÓN DE LOS SUEÑOS DE UN LIBERTADOR, de FermÃn Goñi
Con prisa porque llegaba tarde y sin el amigo Koenig –reseñador de la novela en cuestión– me dirigà a la Casa de América para asistir a la presentación del libro Los sueños de un libertador de FermÃn Goñi (Roca Editorial). He de confesar que iba sin grandes expectativas, básicamente porque no habÃa leÃdo el libro, no conocÃa al autor y desconocÃa al personaje en el que se basa la novela. Y he de reconocer que después de la presentación, salà con unas tremendas ganas de leer el libro, con la seguridad de que el personaje merece mucho la pena y con la sensación de que el autor es un tipo bien majo. Muchas veces pasa que cuando no tienes expectativas, el resultado te sorprende gratamente, y este ha sido uno de los casos. Lo siento, Koenig, porque te lo hayas perdido.
La presentación tuvo lugar, como decÃa, en la Casa de América de Madrid, y como no podÃa ser de otra manera, en el Salón BolÃvar, quien por cierto fuera discÃpulo del protagonista de la novela, Francisco de Miranda. Estuvieron presentes para hablarnos del autor y el libro Blanca Rosa Roca, Alfonso Palomares, Alfonso Mateo-Sagasta y cómo no, FermÃn Goñi, padre de la criatura (de la novela, no del protagonista, claro).
He de confesar que me lo pasé realmente bien, y tengo mis dudas sobre quién tuvo más mérito, si los presentadores por hacer la charla muy ágil, dinámica y divertida, o si el propio personaje de Francisco de Miranda por su peculiar historia. Seguramente ambas partes tiene lo suyo.
Para el que no conozca al personaje o no se haya leÃdo la reseña del amigo Koenig, diré que este tipo, al que en palabras del autor, «la Historia ha hecho invisible», tiene una vida de lo más peculiar. Nacido en Caracas a finales del siglo XVIII, recorre todo el planeta a lo largo de un sinfÃn de años en busca de no sé sabe del todo qué. Pero la cuestión es que los azares de su vida le llevan a intimar con personajes de la talla de Napoleón, Catalina la Grande, Simón BolÃvar, Wellington, Washington o Potemkin, y a vivir en primera persona la Declaración de Independencia americana, la Revolución francesa y otros episodios de primer nivel a caballo entre el XVIII y el XIX.
No me extenderé más sobre el personaje, que tan bien defendió FermÃn Goñi en su presentación, pero sà citaré algún detalle que me dejó perplejo. Contaba el autor que Francisco, entre otras cosas, era un gran bibliófilo, y que viajó toda su vida con toda su biblioteca a cuestas (¡¡¡¡hasta 6.000 ejemplares!!!!); o que en uno de los barcos en los que viajó de Europa a América, hizo instalar en la cubierta una imprenta, siendo ésta la primera que entró en Venezuela. En fin, un tipo sin duda peculiar como pocos.
Me quedo también con la defensa que hicieron tanto el autor como sus compañeros de presentación por rescatar la memoria de este personaje al que la Historia ha relegado a un segundo o tercer plano y del que nada, o apenas nada, se conoce, a pesar de tener un impacto en su época realmente extraordinario. Eso, sin volver a hacer mención de que su vida parece una novela del tipo de Indiana Jones por lo surrealista y aventurera.
Rescato una frase de Mateo-Sagasta que me encantó, en relación a lo apropiado de la elección del lugar de la presentación. Como explicaron, la relación de BolÃvar y Miranda, a pesar de ser en los comienzos de aprendiz y maestro, acabó con el libertador venezolano entregando a su precursor a las autoridades españolas. Todo un golpe bajo, sin duda. De ahà que al mencionar que la presentación estaba teniendo lugar en la sala Bolivar de la Casa de América, el escritor comentó que hacer la presentación allà era como «hablar de Cristo en la casa de Judas», un buen juego de palabras, sin duda.
Por último, mencionar una curiosa y divertida iniciativa, llevada a cabo por el autor y otros amigos, con el fin de darle mayor importancia a este personaje que fue Miranda, que no es otra que la creación de la República Mirandoniana de Cayo Diablo, con su bandera, su himno, su escudo y su junta de gobierno. Podéis consultar la información en su página web. Sin duda, se nota que el autor adora a su personaje.
Y no quiero cerrar esta crónica sin antes dar las gracias a Silvia Fernández, de la editorial Roca, por su invitación y su amable atención durante la presentación. Fue un placer conocerte.
Como siempre, Hislibris Estuvo AllÃ.
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¿Pero qué pasa aqu� ¿Es que no hay nadie que le dé las gracias a nuestro enviado de H.E.A. por esta estupenda crónica?
Pues yo sÃ. He disfrutado mucho leyéndola, casi tanto como nuestro cronista.
Este hombre debÃa tener un baúl más grande que el de la Piquer para meter 6.000 libros. O eso, o que ya conocÃa el libro electrónico.
Por cierto, la Casa de América está en el Palacio de Linares, ¿no? ¿Viste algún fantasma?
Lo dicho, muchas gracias por este reportaje tan estupendo.
Se me habÃa escapado esta entrada. Muy buena crónica, efectivamente.
Curioso detalle el de la presentación del libro en una sala llamada BolÃvar. Pues es una dolorosa constatación la de que Don Simón estuvo entre los que entregaron a Miranda, tal cual apunta el cronista.
Es cierto que Miranda es menos conocido que otros de los llamados próceres de la independencia -se entiende, la de los paÃses latinoamericanos-, pero también lo es que su papel fue un tanto prematuro, más bien el de un precursor. Su contribución al proceso mismo de emancipación, una vez desencadenado, fue un fracaso, pero no por esto habrÃa que restarle todo mérito al hombre.
En Latinoamérica no es un total desconocido pero no me hago muchas ilusiones: estoy seguro de que nueve de cada diez personas consultadas en la calle apenas sabrÃan decir algo del personaje. (Estimación hecha por lo alto.) Pero lo mismo pasarÃa si se consultase por BolÃvar o San MartÃn.
Saludos.
Je, je.
Yo si habÃa visto la crónica, muy maja, de un evento que me perdà por ejercer de padre, cosa que no deploro, asà que todos contentos, mas o menos.
Ahora bien, puestos a preguntar por la calle, mejor preguntar por Michael Jackson, que si saben quién fue.
saludos.
Estoy un poco confundido con esta afirmación: «…rescatar la memoria de este personaje al que la Historia ha relegado a un segundo o tercer plano y del que nada, o apenas nada, se conoce…»
¿En dónde no se le conoce? ¿En España, supongo? Porque en Venezuela hasta el estudiante más desaplicado sabe quién fue Miranda y está más o menos al tanto de sus gestas aunque sea someramente; por ejemplo muchos saben que le debemos el diseño de la bandera que nos identifica actualmente y que la enarboló por vez primera en la Vela de Coro el 3 de agosto de 1806 (cosa notoria aun hoy en dÃa porque esa fecha es conmemorada como el dÃa de la bandera nacional) y que el barco donde llegó se llamaba Leander. Mucha gente sabe que su nombre está inscrito en el arco del Triunfo en ParÃs (nueve de cada diez venezolanos lo sabemos); o que hay numerosas plazas o avenidas con su nombre y apellido en cada ciudad o población importante en Venezuela (no tantos como las que tienen el apellido BolÃvar, pero sà bastantes); o que un estado federal tiene su apellido (estado donde yo habito, por cierto). Ni qué decir conque todos aquà están familiarizados con el famoso cuadro Miranda en la Carraca de Arturo Michelena que sirve de portada al libro de Goñi. O que cada venezolano que tiene oportunidad de recalar en Cádiz tiene a la fortaleza de la Carraca como lugar de peregrinación.
Si bien es cierto que la «religión secular» bolivariana, que tanto han difundido los gobiernos de mi paÃs (sobre todo el actual) desde 1883, ha eclipsado un poco la memoria del Precursor fuera de mi paÃs, no obstante son numerosas las biografÃas y monografÃas acerca de este gran hombre escritas por muchos historiadores locales, destancándose dos: una escrita por Mariano Picón Salas y otra por Tomás Polanco Alcántara.
Por otra parte me alegro que con este libro de FermÃn Goñi se le dé difución a la figura del Precursor en España, en donde deduzco que sà es un absoluto desconocido.
Cabe mencionar algo que tiene que ver con la gran afición a los libros de nuestro Precursor: que parte de la biblioteca y numerosos archivos que le pertenecieron, conocida como la Colómbeia, son declarados desde 2007 (a petición de treinta y ocho paÃses) patrimonio de La Memoria del Mundo por parte de la Unesco.
Por cierto que la Colómbeia tuvo una historia tan rocambolesca como la de su antiguo dueño: en el momento de su apresamiento en 1814 los archivos se encontraban en la goleta Sappire, barco en la que Miranda se proponÃa ir a Curazao. Fueron puestos a salvo por Antoine Leleux quien los remitió a la Casa Robertson & Belt y luego son confiscados por el gobernador de Curazao, quien los remite a Londres para Lord Bathurst, ministro inglés de guerra y colonias. Asà se pierden los rastros del archivo por 110 años, hasta que 1922 son descubiertos por el historiador escocés William S. Robertson, en el castillo de los Bathurst en Cirencester; luego, en 1926, son redescubiertos por el historiador venezolano Caracciolo Parra Pérez quien informa al gobierno de Venezuela, que posteriormente negocia y logra comprar los archivos de Miranda. Son trasladados a la Academia Nacional de la Historia donde son depositados en un arca especial en el despacho del Bibliotecario-Archivero. En 1929 la academia comenzó su edición para su difusión, taréa que no culminarÃa sino hasta 1978.
Por cierto que hoy dÃa se puede conseguir una versión digitalizada en 2006 de la Colómbeia en DVD.
Vale, Alfredo. Me alegro de que en tu paÃs el recuerdo de Miranda siga vivo, sobre todo por tratarse de la patria natal del personaje. Pero me imagino que fuera de Venezuela la cosa cambia, aunque, insisto, a los demás latinoamericanos no nos del todo desconocido. Al menos en Santiago de Chile tenemos una calle y un colegio con su nombre, y un monumento conmemorativo en lugar muy concurrido. En cuanto a los detalles de su vida y obra, bueno, esto ya es otro cantar.
Saludos,
Ascanio, gracias por acordarte de un humilde servidor del H.E.A. y rescatar esta reseña para que no caiga en el mismo espacio de los recuerdos que el personaje del libro :-)
Rodrigo, en esa lÃnea iban los comentarios de los asistentes a la presentación: en latinoamérica, quitando Venezuela, parece que no es demasiado conocido, pero es que en España no lo conoce absolutamente nadie, aparte del autor del libro, sus allegados, Koenig y cuatro más. Yo espero que este libro ayude a que lo recordemos, porque de verdad que su historia parece sacada de cualquier novela de aventuras.
@lfredo, muchas gracias por tu aportación. Y como ves, en España no es para nada conocido. Una lástima.
Un saludo,
Richar.
De nada Richard, y yo también espero que la figura del Precursor sea conocida en adelante en la Madre Patria gracias al libro de Goñi. Por cierto que quiero corregir algo que escribà con relación a la Colómbeia y el apresamiento de Miranda por -entre otros en realidad – BolÃvar: fue en Puerto Cabello, no en 1814 como puse, sino en 1812.
Saludos.
Me encantaria comenzar una campaña para recobrar la memoria de este gran hombre que no pertenece solamente a venezuela sino al mundo entero que lo conocio y mas que fue escenario de varias de sus proezas como francia entre otros.. Lamentablemente la humanidad y lideres politicos lo han relegado a un papel de menor perfil del que jugo, sobre todo el sucesos que llevaron al independencia Americana de la que fue Lider creador..
Algunos pequeños comentarios que quizás los amigos hispanos desconozcan.
la carátula del libro comentado es un detalle de la obra del pintor venezolano Arturo Michelena: «Miranda en la Carraca». este cuadro por su popularidad en la «Venecia de segunda clase» (Mujer, mujerzuela, … , Venecia, Venezuela. De ahà proviene el nombre de la otrora provincia) es en mi opinión a la pintura venezolana lo que La Mona Lisa es a la pintura universal.
Arturo Michelena fue un afamado pintor venezolano del cambio del siglo XIX a XX (aunque murió joven en 1898), integrante de la generación de pintores venezolanos más aclamados de todos los tiempos. A ese grupo de pintores pertenecen MartÃn Tovar y Tovar, Cristóbal Rojas. A mà en particular me gusta más Cristóbal Rojas, pero es que también tengo la costumbre de gustar más de aquello que no es favorito de las mayorÃas y entre las obras de este pintor prefiero «La Enfermedad». Además, y para continuar con la tónica de llevarle la contraria a las tendencias mayoritarias, prefiero a «Carlota de Corday rumbo al Cadalso» entre todas las obras de Arturo Michelena.
En comentario anexo a las notas del Rey Koenig, hago notar que no se debe comparar a BolÃvar con sargentón alguno contemporáneo, me refiero a alguno que jamás «adquerirá» la cultura que sà tuvo BolÃvar para escribir algunos documentos que en las lÃneas mencionadas recomiendo revisar. El uso a propósito del verbo adquirir mal deletreado, tiene que ver con un embarazoso incidente ocurrido hace un par de años, conocido por quiénes estamos al tanto del acontecer venezolano.
Por otro lado esta actuación de BolÃvar, que lo ubica como felón, no es la única en que el pardo se deshace de algún conmilitón que le estorbaba. Para los interesados hay otra perla; el fusilamiento de Piar.