PARIS, 1919: SEIS MESES QUE CAMBIARON EL MUNDO – Margaret MacMillan
En 1919 se reunieron en París multitudes de diplomáticos. Las reunía el sueño de un profesor universitario, de un idealista aristocrático y arrogante que se creía capacitado para rediseñar el mapa de Europa en base a un puñado de principios mal redactados y a su nulo conocimiento de la historia profunda del Este de Europa.
Por lo menos, por comparación, en el Congreso de Viena se conformaron con restaurar la situación previa y aplicar unos principios establecidos. Pero Wilson no quería volver a la Europa del XIX. Quería crear una Europa nueva, progresista, democrática, pacífica y próspera, en base a unos puntos contradictorios y bastante vagos producto de su considerable capacidad para las proclamas vacías.
Jamás las ideas y los proyectos se alejarían tanto de la realidad. Hasta puede decirse que la negociación de los tratados enterró el idealismo y la salud de ese hombre, Wilson, el presidente de los EEUU que había ganado las elecciones prometiendo la paz y que terminó lanzando a su país a la guerra. No es que su trayectoria previa fuese un ejemplo de coherencia, ni lo sería su tratamiento de los principios que decía defender.
El tratado enterró su salud como enterró la vieja Europa de las naciones multiétnicas y poliglotas a favor de estados artificiales construidos sobre ese sueño perverso de que el mundo entero podía convertir en regla lo que no era más que una extravagante excepción de Europa Occidental: La nación-estado lingüística, cultural y religiosamente monolítica. Porque el sueño de Wilson de la «autodeterminación» (que solo se aplicaba a los territorios de los vencidos, ni en sueños se iba a aplicar a Irlanda o a Chipre) no tenía otro sentido, un sentido perverso, irrealizable y terrible en una Europa caótica y dinástica. Y esto por no hablar de cómo decepcionó por completo a los japoneses, que se vieron postergados por motivos que es difícil no calificar como puramente racistas. La incapacidad de Wilson para integrar a los nipones en el «Nuevo Orden» es un motivo lejano, uno más, de las explosiones de los años 30 que conducirían a la SGM.
El libro tiene dos partes bien diferenciadas, aunque en realidad abunda en necesarias subdivisiones.
- La primera parte hace una exposición general sobre el carácter de los tres grandes líderes, sus relaciones entre ellos y la organización de la conferencia.
- El resto es una detallada exposición de la negociación y los efectos de los tratados en relación a las naciones, antiguas y nuevas, que se vieron afectadas por ellos.
La conferencia fue el sueño de Wilson, la idea de que podía resolver mediante la buena fe, el sentido común y la aplicación de los valores religioso/democráticos el puzzle infinito de una Europa laberíntica y devastada por una guerra sin precedentes.
Si de verdad confió sinceramente en ello, este momento, más que ningún otro, bastaría para justificar la fama de ingenuidad con la que los diplomáticos europeos siempre han distinguido a sus colegas norteamericanos. Y, desde luego, la desconfianza profunda que sienten aquellos que se ven en manos de esa diplomacia arrolladora y orgullosamente desconocedora de las realidades de los territorios sobre los que actúa.
En realidad Wilson ejemplificó esa capacidad norteamericana para negarse a apreciar una complejidad que no comprende y reducirla, imaginariamente, a un puñado de categorías y de lugares comunes. Como no podía ser de otro modo, estos planes, este idealismo, chocaron de inmediato no ya con la realidad, sino directamente con las ambiciones de sus aliados, Inglaterra y Francia, por no decir de una miríada de aliados menores que ansiaban botín, seguridad y venganza.
El libro nos desgrana la multitud de malentendidos, de rencores, de disputas y de correcciones interesadas que se van realizando sobre el mapa de Europa. Y nada refleja mejor lo que fue la conferencia que la imagen de los tres grandes a gatas sobre un mapa inmenso, tratando de encontrar la forma lógica de trazar nuevas fronteras.
La conferencia de Versalles terminó y entregó al mundo una Europa dividida en base a principios no más firmes ni lógicos que los que se usaron para el reparto de Africa. Los errores fueron tantos y tan graves, que ni siquiera una guerra mundial y medio siglo de tiranía comunista han bastado para que se olviden del todo y superarlos.
Interesante libro.
La guerra que iba a terminar con todas las guerras seguida de la paz definitiva. El resultado sería muy diferente.
Recomiendo ver la ilustración de Will Dyson: «Peace and Future Cannon Fodder»; publicada en mayo de 1919 antes de ser firmada la paz, hace un pronóstico acertadísimo del futuro.
Un libro muy bueno e instructivo, me gustó bastante y es curioso cómo por entonces ya salían a relucir todos los problemas nacionales y étnicos que suceden aún ahora (sobre todo por Oriente Medio)
Sensacinal!
La autora es de lo mejor que recuerdo haber leído con este libro y París 1914 sobre el principio de ls Gran Guerra.
Buena reseña aunque alguna de las ideas de Wilson, como la Sociedad de Naciones sí merece destacarse como un intento de preservar la paz.
Coincido totalmente con las opiniones anteriormente vertidas por los hislibreños, es uno de los mejores libros que he leído sobre ese periodo tan crucial para el posterior devenir de la Historia de Europa. El gran mensaje que tal vez intenta demostrar Margaret MacMillan es que la Paz con mayúsculas es siempre más complicada de lograr que el hecho de iniciar una guerra, y otro detalle, esta hay que dotarla de gran contenido, si dejas heridas sin cerrar estas pueden supurar y acabar destrozando todo lo conseguido hasta entonces. Yo leí la edición publicada por Tusquets 2001, la edición que muestra Uro es en versión de bolsillo así que no hay excusa para leerla, es una apuesta segura.
Saludos.
Admiro la capacidad narrativa de la profesora MacMillan, ahora bien la profesora canadiense ignora ó soslaya por motivos que sólo ella conoce, la verdadera lógica interna de la política norteamericana durante y después de la «Gran guerra».
Ello se debe a que Mac millan escamotea la lógica económica, compendiada en la «política de puertas abiertas» que era (ha sido y es ) la línea subyacente del neoimperialismo norteamericano.
AdamToozee, que conoce mucho mejor los aspectos económicos, en su reciente libro «El diluvio. La gran guerra y la reconstrucción del orden mundial», (2015) lamentablemente llega a conclusiones estúpidas sobre los errores de la política norteamericana en la construcción del «nuevo orden internacional».
Estas conclusiones están en abierta contradicción con la propia evidencia que Tooze proporciona en su libro pero sus prejuicios liberales le llevan al descarrilamiento.
No hubo una «Europa progesista y pacifica» fantasmágorica, hubo un proyecto de «Europa de Versalles » defendida basicamente por Francia y parcialmente por Gran Bretaña, que fue boicoteada por la política progermánica de EEUU ( por sus intereses financieros y la ligazón del gran capital americano y alemán) y del Vaticano,defensora a ultranza de los intereses del Reich en Europa central y oriental contra los «estados sucesores » del imperio austrohúngaro .
La profesora annie lacroix, de estilo mucho más rudo pero extraordinaria investigadora de archivos, va al fondo del asunto sin comtemplaciones ni excusas:
«Les buts de la Première Guerre mondiale des États-Unis consistaient à s’assurer une installation directe et durable, tant pour leurs marchandises que pour leurs capitaux, sur le continent européen. Liés (avant-guerre) à leur partenaire – et rival ‑ allemand, ils avaient intérêt à ce que l’Allemagne, pays au capitalisme le plus moderne et le plus concentré, devînt leur tête de pont en Europe. D’où leur projet de la soustraire aux exigences des autres vainqueurs (et rivaux des États-Unis), France et Angleterre, donc, naturellement, aux «réparations». Vers la fin de la guerre (en avril 1918), le nonce dans le Reich Pacelli (futur Pie XII), considéra donc logiquement «l’Amérique [comme] l’unique planche de salut» du Reich. Le phénomène fut strictement identique pendant la Deuxième Guerre mondiale, à son terme et au-delà.
*http://www.german-foreign-policy.com/fr/fulltext/55953.
*Vid también: Annie Lacroix « Le Vatican et les buts de guerre germaniques de 1914 à 1918 : le rêve d’une Europe allemande », revue d’histoire moderne et contemporaine, n° 42-44, octobre-décembre 1995, p. 517-555.
Si a esto añadimos las brutales políticas deflacionarias de la postguerra- por otra parte invariantes en la economía politica del capitalismo cómo vemos hoy en día- es fácil explicar el «secreto» del mundo caótico de posguerra y no por supuestos errores políticos ó de ajuste fino de estas políticas.
Una panorámica bastante completa del tema, que no por casualidad ha llegado a ser referencia obligada en la historiografía del siglo XX. Lo que se dice un clásico moderno.
Sobre las lecciones que se desprenden de su lectura… el comentario de David me representa muy bien, así que no me pondré repetitivo.
Muy buena recomendación, Uro.
Simplemente un aviso a navegantes…
El libro esta actualmente está agotado, hace tiempo que llamé a Tusquets y me dijeron que lo estaban reimprimiendo, y hace poco me he enterado que vuelve a salir en formato bolsillo el 23/05/2016…
Hasta otra…
Tu planteamiento es interesante Rafael, pero no evita tener en cuenta algunas evidencias que los aliados no pudieron soslayar:
– Qué destruir Alemania habría convertido Europa central en un «boquete» abierto para el comunismo.
– Que en base a la Diplomacia de Wilson los pueblos alemanes deberían haber sido protegidos y unificados.
Un estupendo libro, sí señor. Adam Tooze, en su reciente libro traducido El diluvio. La Gran Guerra y la reconstrucción del orden mundial, 1916-1931 (Crítica), sin llegar al detalle de la MacMillan (y sin ser tan ameno como ella), ofrece una visión bastante menos complaciente que la autora canadiense (que ya es decir) sobre Wilson, Lloyd George y Clemenceau, y con hincapié en China y las demandas japonesas.
¡Urogallo!:
-La intención de Francia no era en ningún caso destruir Alemania, sino reconfigurar las relaciones de fuerza con Alemania cómo vencedor militar de la guerra, ni siquiera era una política unánime en la élite francesa, en gran medida partidaria de la colaboración con el Reich cómo se demostró posteriormente con Hitler.
-la diplomacia wilsoniana no era más que un producto propagandístico pero Wilson no podía ser tan necio cómo par desconocer
la política de rigor norteamericana de puertas abiertas y libertad comercial( a favor naturalmente de los trusts norteamericanos).
La política de las nacionalidades daba pié a todas las apetencias germánicas en el «mittleuropa», con la excusa de dispensar protección a las minorías alemanas.Ya sabemos cómo Hitler y antes los dirigentes de Weimar la utilizaron para respaldar el tradicional pangermanismo teutón.
El libro clásico de Fritz Fisher:»los Objetivos de Alemania en la primera guerra mundial»(1961) documentó exhaustivamente estas directrices de la política alemana desde Guillermo II a Adenauer.
El libro está hoy olvidado y escarnecido por la historiografía oficial europeísta y eso que Fisher no era marxista, sino que había sido pangermanista y profesor nazi durante la II GM.
-No me parece que exista evidencia de un «boquete abierto » al comunismo en la Alemania de 1920, entonces la república soviética era un estado muy débil y el movimiento obrero en Europa había sido yugulado por la carnicería de la «gran guerra», por no hablar de los implacables estados policiales antisoviéticos que se construyeron sobre las ruinas del imperio austriaco , especialmente Hungría,Polonia y Rumania.
.Ver Jacques pauwels :
«¿Las causas de la Primera Guerra Mundial? El reparto del mundo y el miedo al movimiento social»(2014):
http://www.asturbulla.org/index.php?option=com_content&view=article&id=26142:qilas-causas-de-la-primera-guerra-mundial-el-reparto-del-mundo-y-el-miedo-al-movimiento-socialq&catid=61:mundo&Itemid=159
-Adam Tooze es un autor bien documentado y que trabaja bien , pero llega a conclusiones a mi juicio desafortunadas y exasperantes, sobre todo cuando intenta establecer analogías con la política nortemericana actual, Peca de idealismo(¿visión obamista? ó de antejeoras como buen «liberal » norteamericano ante ciertos hechos pretéritos y presentes.
Aparte de mencionar que este es uno de mis libros predilectos, dos pequeñas matizaciones dirigidas al camarada tovarich Rafael:
1) El movimiento obrero no había sido en absoluto «yugulado» por la «carnicería» de la Gran Guerra, dado que la gran mayoría de los soldados eran de origen campesino; industrias y minas tenían que seguir funcionando para sostener el esfuerzo bélico, y pese a la incorporación de mano de obra femenina, la llamada a filas de obreros nunca pudo ser tan generalizada como la que se produjo en el agro.
En todo caso, lo que trajo consigo la Gran Guerra (o, más bien, el hecho que ésta se prolongase tanto y con tantas víctimas y privaciones, en lugar de ser la contienda breve que casi todos esperaban), fue el descrédito de la socialdemocracia mayoritaria, que en casi todos los países apoyó la movilización y votó los créditos de guerra, frente a la exigua minoría comunista que se opuso desde el primer momento.
2) Sobre los «implacables estados policiales antisoviéticos»… y dejando aparte, que ya es mucho dejar, el hecho evidente de que el más implacable y policial era el propio estado soviético:
El «cordon sanitaire» que con tanta ilusión (infundanda) forjaron los franceses se reveló, como no podía ser de otra manera, impotente e inoperante a medio plazo. Era interés común de Rusia y de Alemania que así sucediera, y sucedería tan pronto como ambos gigantes recuperasen su poder momentáneamente disminuido. La colaboración germano-soviética fue un hecho desde Versalles hasta Barbarroja, con un breve paréntesis durante los primeros años del régimen nazi, y ante eso poco podían hacer las pequeñas naciones de Europa centro-oriental excepto ser laminadas o convertirse en satélites lacayos de alguna de las dos potencias.
Era algo inevitable, porque la única alternativa, una verdadera unidad de acción entre todos los países desde Finlandia hasta Rumanía que les permitiese preservar su independencia (el quimérico sueño del «Międzymorze» de Pilsudski), no tenía ninguna posibilidad de llevarse a la práctica por las insuperables rivalidades y suspicacias que estas naciones mantenían entre sí.
¡Estimado pequeño burgués!:
1.Ten en cuenta el estado de proletarización que estaba sufriendo el campesinado europeo -incluso en la mesocrática Francia rural-, por tanto la masa campesina formaba parte del ejercito laboral de reserva(latente).
Hay un estudio clásico del marxista Henryk Grosmann:»la Ley de la acumulación y el derrumbe del capitalismo «(1929). edición española, siglo XXI,1978.
Grossman hoy injustamente olvidado, fue miembro de la Escuela de Frankfurt- amigo de Horkheimer- y se dedicó a la economía política y la historia. Por ejemplo, publicó una muy interesante crítica de las tesis de Max weber sobre los orígenes del capitalismo y la ética protestante.
2.Naturalmente no estoy de acuerdo con que las fuerzas policiales soviéticas fuesen más implacables que las de los «países sucesores» del Imperio austríaco.¿En todo caso , habría que preguntarse implacables ,porqué motivos y contra quién?.
3.Naturalmente la Urss deseaba tener relaciones de buena vecindad con Alemania, pero al igual que con el resto de países vecinos, fuesen grandes ó pequeños,otra cosa es si algunos se mofaban ó escarnecían las buenas intenciones del Kremlin como le ocurría al gobierno de los coroneles en Polonia.
Esta supuesta colaboración no tiene nada que ver con la verdadera colaboración económico-política, ingente de países occidentales como EEUU,pero también Francia y Gran Bretaña con Alemania.
Desde 1924, con el plan Dawes ya se estaba financiando a chorro el rearme alemán,¡casi 10 años antes de la llegada de Hitler¡.
La incombustible annie lacroix lo ha documentado exhaustivamente y cita numerosa bibliografía crítica anglosajona.
*En ningún caso la Urss tenía la pretensión de laminar ó satelitizar a estos países( remito al artículo de Jabara Carley: “Only the USSR Has … Clean Hands”: The Soviet Perspective on the Failure of Collective Security and the Collapse of Czechoslovakia, 1934–1938 (Part 1 and 2)(2010):
https://www.webdepot.umontreal.ca/Usagers/carleym/MonDepotPublic/Carley%27s%20Web%20site/publications.html?uniq=cgo1cy
Para países satélites hay que buscarlos en la actualidad, países como Polonia,Ucrania y Rumania no toman la menor decisión sin consultar al embajador usamericano y además estaán endeudados con Wall Street hasta las trancas.
Las ambiciones , por parte de EEUU de satelizar los paisesdel Este(especialmente ucrania), son tan viejas como el propio excepecionalismo amerciano:
*vid:Denna Frank Fleming (The Cold War and its origins, 1917-1960, New York, Garden City, 1961, 2 vol.) ; William Appleman Williams, The Tragedy of American Diplomacy, Dell Publishing C°, New York, 1972 (1è éd., 1959), edición española ,Bogotá, 1960.
Resulta rídiculo por ejemplo, decir que la Rumania actual es un Estado «soberano «y no decirlo de la Rumania socialista cuando no había ni una sóla base extranjera en suelo rumano y su endeudamiento ( y por lo tanto dependencia exterior ) era rídicula comparada con la actualidad.
un saludo.
Estimados Hislibreños,
Como ya es habitual el Foro RKKA y Acción Comunista tienen respuesta para todo. Es la gran suerte que tienen aquellos seres tocados por el halo de la Providencia (más bien de su idolatrado Iósif Vissariónovich Dzhugashvili) de gozar de la verdad absoluta e irrefutable.
Es tontería discutir…
Sólo pretendía hacer mi pequeña aportación sobre el tema de una etapa histórica apasionante, ya sé que debatir con fanáticos iluminados es labor tan ardua como estéril.
Por regla general, cuando se trata de defender lo indefendible, el repertorio-tipo de esta gente va más en la línea de «no se puede hacer una tortilla sin romper huevos»… Sin embargo, aquellos que están verdaderamente entre los Elegidos, niegan sin rubor alguno que se haya producido ninguna «ruptura huevil» en absoluto.
Bienaventurados los creyentes imbuidos de fe ciega, su vida es mucho más sencilla que la de los pobres escépticos cuya existencia está plagada de dudas e incertidumbre y no gozan de la plenitud delirante del auténtico tovarich.
Espero que no caigamos en ese tipo de descalificaciones, pequeñoburgués desclasado. Ni fanáticos, ni iluminados ni «Elegidos».
Labor ardua y estéril sin duda parece «debatir en círculo» ciertos argumentos. Pero «argumentos», no personas. Los ataques a las personas y no a los argumentos no serán publicados.
Saludos
Saludos
Me gusta como en el diluvio establecen el Tratado Naval de Washington cómo la verdadera conferencia de los vencedores.
¡ Estimados Sebastián y pequeño burgués!, gracias por vuestras simpáticas respuestas, de verdad las agradezco mucho.
Pero creo que no se trata de iluminaciones, sesgos ideoólogicos ó substancias semejantes, se trata de si existe evidencia sólida de lo que se afirma aquí, ami juicio si existe.
Ahora bien , si vostros consideráis que existe otra «evidencia»mejor ó más fehaciente, me encantaría conocerla y espero que ésta no consiste en libros de memorias ó en obras literarias.
Javi_LR,
aceptando la reprimenda y compartiendo la reflexión respecto a la argumentación ad hominem…
Pregunto:
Si apareciese por aquí algún negacionista citando a David Irving o similares (por poner un ejemplo), ¿se le aceptaría con esa misma liberalidad y tolerancia?
¿O, como es habitual, se aplican dos varas de medir y sólo se consiente, aunque no se comparta, la apología de un totalitarismo genocida cuando éste es de izquierda?
Hola, pequeñoburgués. Lo primero que tengo que decirte es que no entiendo bien esa diferencia entre «izquierda» y «derecha», la verdad. Entre «unos» y «otros». Creo que estamos en un sitio que intenta alejarse de esos tópicos. Al hilo, tampoco he entendido nunca en demasía esos silogismos entre unos negacionistas y otros (a no ser que el debate se circunscriba en eso precisamente), o entre nazismo, comunismo, estalinismo, leninismo, franquismo, fascismo… Cada uno tiene su naturaleza, su punto de partida, su desarrollo, etc. ¿Por qué no hablar de cada cosa por separado salvo, quizá, por paralelismos pero siempre dentro de un orden racional?
Dicho esto, me gustaría añadir que Rafael, y otros muchos que defienden estos postulados, nos acusan día sí y día también de censura partidaria.
En cuanto a la libertad y tolerancia, es obvio que con frecuencia nos equivocamos al no publicar algún comentario, al igual que erramos publicando otros, pero intentamos que al menos se dejen fuera los ataques personales (y el fútbol y la política «contemporánea» de lodo y barro).
Puedes ver entradas, decenas de ellas, en donde se han dado comentarios y debates negacionistas incluso del Holocausto. Muchos de los hislibreños las han sufrido.
¡Estimados Javi y pequeño burgués!:
Que yo sepa esta entrada sobre Macmillan y la primera guerra mundial y sus corrientes interpretativas,no tienen nada que ver con el supuesto «negacionismo» que se me imputa.
De hecho ,el tema de la URSS aquí es incidental,en torno a la I Guerra mundial existe una escuela revisionista hace muchas décadas y no son en absoluto negacionistas, sino historiadores académicos, algunos de reconocido prestigio.
Pdríamos hablar incluso de la historiogarfía rusa sobre la I GM, que es muy rica y totalmente desconocida en occidente.
Yo he citado a una historiadora marxista como Annie lacroix- discípula de Pierre vilar-, pero que tiene buena cantidad de publicaciones en revistas especializadas del prestigio de , » Guerres mondiales et conflits contemporains», hasta que a finales de los 90 empezó a ser censurada por sus trabajos sobre la colaboración pronazi de las élites económicas galas.
Aquí podeis ver que su curriculum académico es más que notable.
http://www.historiographie.info/cv.html
Por lo tanto, no entiendo qué sentido tiene hablar de negacionismo ó del pseudoensayista David Irving.
saludos.
Sigo con EL DILUVIO de Tooze. Y la verdad que la lectura es tan adictiva y tan interesante como la de 1919, igual de revelador e impactante. La posibilidad de una revolución democrática mundial abortada en 1917 por la incompetencia de Wilson. Wilson, siempre Wilson, elevado a las alturas de su Olimpo de moralidad irreal y de ambición personal desmedida…
La verdad es que Tooze maneja una documentación impresionante.
Ahora bien su costreñimiento a la economía política liberal y a la psicologización de algunos personajes como Wilson, le llevan a conclusiones equivocadas, cuando no contradictorias.
En ocasiones da la sensación que tooze actúa como un apologeta del neoimperialismo norteamericano; algunas de sus ideas sobre la bondad del globalismo ó cosmopolitismo liberal son verdaderamente rídiculas.
Puede leerse una reseña interesante( aunque no muy crítica) del «Diluvio «de Tooze en la web «Sin permiso», por parte de dos importantes colegas cómo Mark Mazower y Ben shepard
*1914 y sus consecuencias: The Deluge. Dossier
Ben Shephard, Mark Mazower :http://old.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7088
*Rseña del profesor Eduardo calleja en _ABC_: «El diluvio», auge y ocaso del wilsonismo :http://www.abc.es/cultura/cultural/abci-diluvio-auge-y-ocaso-wilsonismo-201603092029_noticia.html
Un saludo.
Acaricio ahora con mis sarmentosas manos mi edición original de «Requiem por un Imperio Difunto». No creo que la reedición actual aporte más que el mérito de recordar quién reclamó ya, en los 80, la idea de que la destrucción del conglomerado Austro-Hungaro fue una decisión política y que el entramado gozaba de perfecta salud hasta 1914.
Casi terminado EL DILUVIO, y creo que es un libro de lo más meritorio. Pero la parte de Versalles flojea y lo posterior, con la conferencia de Whasington tampoco está a la altura de la primera parte, que abarca 1916-1918.
Aviso a navegantes…
Como dije en un anterior mensaje, este libro esta agotado en las librerías. Al final se ve que hubo un problema grave en la impresión y no hubo reedición cuando les dije. Ahora se anuncia bajo el sello Maxitusquets para el 5/9/2017.
Hasta otra…
Un libro de verdad que engancha. Seguramente habrá puntos a discutir (¿puede no haberlos en historia?) pero ver hechos desde personas concretas, con sus ideas, sus pasiones y sus miedos, da al evento de la conferencia de paz de París una vida que sirve para ilustrar tantos otros hechos del pasado que merecen estudios como el de MacMillan.